La fisioterapeuta resultó un travesti
Mi equipo de volley contrata una fisioterapeuta y llegará con una "gran sorpresa".
Hola a todos, mi nombre es Débora y tengo 32 años. Aunque vivo en Asunción esta historia comenzó hace 11 años en Buenos aires cuando jugaba al volley para un equipo argentino. Llegué allí a los 21 años junto con mi novio (actual marido). A los pocos días de estar jugando y ante un pedido de las jugadoras, el club decidió contratar una fisioterapeuta (masajista) para que nos ayude con nuestros músculos.
Finalmente una tarde nos presentaron a la fisioterapeuta. Decía llamarse Sonia y tener 27 años. Era una mujer enorme de 1,85 metros, con músculos notables y una ronca voz, y, aunque tenía un trato muy femenino, con las demás chicas dijimos que parecía un hombre.
Cuando finalizó el entrenamiento nos fuimos a bañar y como solo había duchas para las jugadoras, ella debía compartir ducha con alguna, y como yo era la más nueva y joven debió hacerlo conmigo.
Me resultó extraño que para bañarse no se sacase la bombacha o braga que llevaba puesta. En un primer momento no dije palabra, pero después de 5 o 6 veces decidí hablarle porque le resultaba obviamente muy incómodo. Una de esas tardes le dije que se sacase la bombacha que a mí no me molestaba verla desnuda. Me sonrió, pensó un instante y me contestó que si ella se sacaba la bombacha, yo debía guardarle un secreto, lo que me comprometí a hacer. Se paró dándome la espalda, se sacó la bombacha y girando la cabeza me preguntó si estaba lista para una sorpresa. Contesté que sí. Se dio vuelta con lentitud y a mi vista quedó un pene de buenas proporciones con gruesas venas azules.
Desde ese día no podía sacarme de la cabeza la verga de Sonia. El pene de mi novio era una ridiculez al lado de ese pedazo. Cada vez que compartíamos la ducha no podía sacarle la vista de encima y ella lo notó. Deby, me dijo, parece que te atrae mucho mi pija. Lo colorada de vergüenza que me puse me delató y debí reconocer, es muy grande, le dije con una sonrisa de compromiso.
Tomándome por la cintura con su brazo, me atrajo hacia ella hasta dejarme a centímetros de su cara, y mirándome fijamente me dijo, resulta obvio que me gustan mucho los hombres, pero hace años que no me monto a una hembra y vos estás muy buena. Agarró mi mano y la cerró alrededor de su verga que ya se ponía dura. Más allá del agua de la ducha que caía sobre nosotras sentí como se me mojaba la concha. Me dio vuelta de un giro, apoyó mis manos contra la pared y golpeó con su pié entre mis piernas para que las abriese. Iba a decirle algo, no se qué, cualquier cosa, cuando sentí la cabeza de su verga explorando los pliegues de mi concha.
La calentura extrema que tenía hizo que acabase como una bestia, temblé toda y se me escapó un gemido. Ella me llamó a silencio, nadie del equipo debía saber lo que pasaba en esa minúscula ducha. Mientras terminaba de hablar para calmarme me clavó y el grueso pene entró en mí. Dado lo incómoda de la posición se movió con rapidez, pero yo estaba tan caliente y mojada que no me dolió.
Cuando me entró toda me susurró en el oído, te clavé hasta los huevos putita. Se empezó a mover lentamente al principio, pero aumentando gradualmente la velocidad de sus embestidas, había momentos en los que me parecía que me elevaba del piso, acabé otra vez mientras me la metía y una última cuando sentí como su leche caliente y espesa me inundaba la concha. En ese momento no pude evitar un gran gemido pero con lo que nos habíamos demorado a esa altura no quedaba nadie que nos escuchase.
Se apoyó en mi espalda y me dijo, te llevás mi lechita adentro, ahora y para siempre sos mi putita. Y en efecto desde ese momento fui su putita, aunque no dejé a mi novio y terminé casándome con él y teniendo 2 hijos, con ella gozaba del sexo y a ella me entregaba como a nadie. Hoy 11 años después y aunque ella vive en Buenos Aires y yo en Asunción nos vemos y nos cogemos como si fuese esa primera vez, es más no sé si el hijo que estoy esperando en estos instantes es de mi marido o de ella pero ya lo veremos. Ya les contaré como siguió desde allí mi vida con Sonia. Un saludo a todos de Deby.