La Fisioterapeuta

Todas las mañanas nos veíamos sin saberlo, pero ninguno podía negar la atracción existente

Tenía 19 años y trabajaba en una empresa cuyo sótano estaba alquilado a una clínica de Fisioterapia. Mi empresa abría a las 9h, pero la clínica empezaba a las 8h y al estar en un sótano siempre tenía que tener las luces encendidas. Su único contacto con el exterior aparte de la puerta de entrada eran unas pequeñas ventanas en lo alto de la sala de rehabilitación que se encontraban al nivel del suelo exterior y que eran reflectantes evitando así ver el interior. En invierno, a las 8:30h que llegaba más o menos a la empresa para tomarme tranquilamente un café, en la calle aún no era de día, por lo que se podía ver el interior de la sala de Fisioterapia al tener esta más luz que el exterior, pero este dato lo desconocían las fisioterapeutas, así que siempre echaba un vistazo a ver qué se cocía en aquella sala. Cuerpos semidesnudos en las camillas recibiendo masajes o algún tratamiento específico para su lesión, o haciendo ejercicios en máquinas. Lo normal en un centro así.

Pero no miraba por curiosidad, si no porque desde el primer día que miré la vi allí, con su bata blanca, su coleta negra y esos ojazos. Ella no sabía que yo podía verla, pues sabía que esos cristales estaban pensados precisamente para evitarlo, pero yo tampoco sabía que ella lo desconocía. Todos los días pasaba por delante y todos los días me quedaba mirándola. Era preciosa. Así mañana tras mañana, día tras día.

Al cabo de un mes más o menos, al llegar como de costumbre a las 8:30h, vuelvo a pasar delante de las ventanas y veo que ella se gira justo cuando paso yo y ambos nos quedamos mirándonos. Yo creía que ella me veía, y ella creía que yo a ella no, pero el caso es que durante unos segundos los dos nos quedamos mirándonos fijamente. Y esa fue la rutina de cada mañana desde entonces. Daba gusto ir a trabajar solo por saber que existiría ese pequeño momento especial entre nosotros, dos desconocidos separados por un cristal.

Llegó la navidad, ya llevábamos con esa rutina mañanera un par de meses, y al llegar a la ventana me encuentro al grupo de fisioterapeutas brindando porque ese iba a ser el último día de trabajo hasta la entrada del año nuevo. Copa en mano, se les ve alegres y riendo. Pero justo al pasar yo, ella se vuelve a girar. Supongo que el hecho de que esa mañana no estuviera trabajando con un paciente como cualquier otro día me pareció un buen momento para desde la distancia saludarla y desearle con gestos una Feliz Navidad. De golpe, su sonrisa se cambió a cara de sorpresa y se sonrojó, me dijo Gracias tímidamente y se dio la vuelta. Esa cara de sorpresa me dejó un poco extrañado, no entendía qué había pasado. Estuve toda la mañana dándole vueltas y al final decidí que al descanso para desayunar me acercaría con la excusa de felicitarla el año. Total, ya lo había hecho, ¿por qué no hacerlo de nuevo cara a cara? En apariencia no le había molestado a primera hora.

Me fui a la clínica y pregunté por la fisio morena. En recepción me miraron extrañados, ya que un paciente normalmente sabe el nombre de su fisio.

-¿Mónica?

-Sí claro, a ver si puede subir un momento Mónica que tengo que comentarle una cosa, gracias (acababa de saber su nombre, pues sus compañeras eran rubias, solo podía ser ella)

-Pues un momento por favor porque no sé si está con algún paciente en este momento. Espere en la Sala de Esperas si no le importa.

Y allí estaba yo, nervioso porque iba a conocer a esa mujer que durante unos meses había alegrado mis mañanas diarias. No paraba de pensar qué decirle, qué explicación darle de por qué estaba ahí, si le molestaría... En fin, lo normal cuando uno está acojonado. Mientras seguía dándole vueltas a la cabeza escuché como la recepcionista le decía "el hombre que ha preguntado por ti se encuentra en la Sala de Espera". Me puse de pie, la verdad es que no sé por qué, supongo que los nervios, y cuando ella entró y me vio se quedó parada justo delante de la puerta. Me miraba pero no decía nada, estaba completamente colorada y una sonrisa tímida se marcaba en sus labios.

-Buenos días, perdona que me haya presentado así, pero, esto, ya que nos vemos todas las mañanas, pues quería desearte unas felices fiestas en persona.

-¿Cómo que nos vemos? ¿Osea, tú me ves a mi?

-Sí, claro, ya me has visto mirarte

-No, era yo quien te miraba a ti, no sabía que tú me podías ver. Teóricamente no deberías poder verme

-Perdona, no quería molestarte, lo siento, no debería haber venido. Mejor te dejo que sigas trabajando y...

-No, tranquilo (dijo ya más calmada) Y gracias, Feliz Navidad para ti también. Es solo que no creía que pudieras verme, y claro, me ha pillado un poco de imprevisto. Si lo llego a saber, jeje, quizá no hubiera mirado sin ningún tipo de disimulo (se volvía a sonrojar)

-Pues hubiera sido una lástima, porque la verdad es que es la mejor parte del día (según dije esto pensé "tierra trágame" parezco un desesperado)

-Me alegro, también lo es para mi (y me dedicó la sonrisa más bonita que jamás había visto)

-Por cierto, me llamo Antonio, ya me ha dicho tu compañera que te llamas Mónica, jeje. Un placer

Los dos nos quedamos dudando de qué hacer, si acercarnos y darnos dos besos, darnos la mano, o seguir manteniendo la distancia. Pero al final fue ella la que tras unos segundos que se hicieron eternos se acercó y me dijo "Encantada" y cogiéndome de la cintura me dio dos besos. Y qué besos, me supieron a gloria, sentir esas manos en la cintura tocándome, su aroma al acercar su cara a la mía, sus labios sobre mi mejilla... Se podría haber acabado el mundo en ese momento que hubiera terminado feliz.

-Perdona pero tengo un poco de jaleo abajo porque tengo que terminar con todos los pacientes antes de las 14h

-Perdona, que te estoy entreteniendo. Ha sido un placer conocerte y bueno, espero seguir viéndote por la ventana en el nuevo año

-Espera, si quieres podemos quedar a comer, si no tienes planes. Yo termino con los pacientes a las 14h y en lo que recojo y cierro el ordenador y me cambio puedo salir a las 15h y tengo toda la tarde libre.

-Perfecto, claro, por qué no (estaba alucinando de lo bien que se estaba dando todo)

-Pues nos vemos  las 15h. Gracias por pasar a saludar. Hasta luego

Y se marchó dejándome ahí pasmado, con una sonrisa de idiota y pensando dónde llevarla a comer

A las 14:30h salí de la oficina y me fui a esperarla a la puerta de entrada de la clínica. Puntual salió y sonriéndome se acercó a darme otros dos besos. Ya no había ningún rastro de aquella muchacha tímida y colorada de esta mañana. Ahora era sonriente y llena de seguridad.

-Antonio, ¿te importa si vamos a comer a un Centro Comercial? Aún me quedan un par de regalos que comprar para la familia.

-No claro, sin problemas

-Pues como yo vivo lejos de aquí, si te parece yo conduzco y tú me guías, porque no conozco nada de aquí

-Ok, sin problemas

Y ahí me vi entrando en un Fiat Punto de una preciosa "desconocida" que era mi sueño desde hace unos meses. El trayecto la verdad es que fue bastante agradable, contándonos un poco nuestras vidas, etc. Lo normal cuando quieres conocer a la otra persona. Comimos en una pizzería, bastante poco, la verdad, porque en realidad ambos estábamos un poco nerviosos y eso nos quitó el apetito y luego fuimos buscando en las tiendas qué podía comprar para Navidad.

Una vez terminadas las compras llegó el momento de qué hacemos ahora. Recordando que ella me había dicho que no conocía nada de aquí le propuse ir a dar una vuelta a un parque muy bonito que hay con un lago, patos y muchas zonas verdes. Llegamos y como anoche tan pronto apenas había un alma por las calles. Estuvimos dando un paseo y charlando hasta que llegamos a una zona de columpios. Se supone que es para los niños pero como no había nadie, qué más da. Y allí estábamos los dos, como quinceañeros, columpiándonos y riendo. Cuando nos detuvimos, me quedé mirándola a los ojos, qué ojos, era sencillamente preciosa.

-¿Por qué me miras así? (Dijo ruborizándose)

-¿Te molesta?

-No, es que me pones nerviosa (y de nuevo esa sonrisa tímida volvió a hacer acto de presencia)

-¿A sí? ¿Por qué? (me empezaba a gustar la situación que se estaba creando y eso le dio confianzas para arriesgar un poco)

-No, por nada

-Tranquila, dime. ¿Es solo que te mire? ¿Y si me acerco?

-Puedes hacer lo que quieras, no seré yo quien te diga qué no puedes hacer

-Aaaaa genial, pues me acercaré un poco

Notaba como se iba poniendo nerviosa, pero no se movía. Yo daba otro paso hacia ella, y otro, sin dejar de mirarla a los ojos, con sonrisa picarona. Ella no me esquivaba la mirada pero se la notaba cada vez más nerviosa, sabiendo lo que podía pasar y dudando si era lo que quería. Yo, envalentonado, seguía acercándome hasta estar justo enfrente de ella. Otro paso más y ya pude cogerle de la cintura. Ella puso sus manos sobre las mías y sonriendo me dijo:

-Ale, ya no puedes avanzar más jajajaja

-¿Cómo que no?

-Pues no porque estoy yo, si das otro paso más te chocarías conmigo

-¿Y si es lo que quiero?

-¿Cómo?

-Chocarme contigo, acercarme hasta estar pegados

-No sé si es buena idea

-¿Por qué?

-Porque nos acabamos de conocer

-Llevamos meses conociéndonos, solo que no habíamos hablado, pero no me vas a negar que querías estar así como estamos ahora

-Pero...

-Pero qué!!! Si cada vez que te miro te pones nerviosa, cada vez que me acerco te pones nerviosa, si no quisieses que esto pasara ya me habrías detenido

-¿Que pasara el qué?

-Que me estrelle contra ti

Y sin pensarlo di el último paso, pegando mi cuerpo contra su cuerpo y besándola. Fue un largo beso, a ratos apasionado, otras veces dulce. Mientras nuestras manos recorrían la espalda del otro, acariciando, agarrando, apretando.

Así estuvimos hasta que noto cómo ella empieza a temblar.

-¿Estás bien, pasa algo?

-Jajaja sí, tranquilo, pero esque hace bastante frío ya

-La verdad es que sí. Si quieres vamos al coche y nos vamos ya

-Ok

Y cogidos de la mano nos dirigimos al coche. Una vez dentro, ella no arrancó el motor. Se notaba que no quería irse. Y yo estaba deseando seguir donde nos habíamos quedado.

-Oye, si vamos a quedarnos aquí, podemos ir a la parte de atrás, más que nada porque estaremos más cómodos para charlar y tal

Me miró como dudando si realmente tramaba algo, puesto que es cierto que para charlar mejor ahí que no mal girados cada uno en su asiento para mirar al otro. Sus ojos mostraban duda, pero a ñq6vez cierta lujuria.

-Ok, vamos atrás

Pasamos a los asientos de atrás y volví a besarla, de nuevo estuvimos un buen rato, las manos seguían acariciando el cuerpo del otro, pero ahora con más ímpetu, quizás a sabiendas de encontrarnos refugiados bajo el chasis del coche.

-Lo malo de estos coches tan pequeños es que apenas hay espacio

-Si quieres nos tumbamos

De nuevo esa mirada de duda pero con aún más lujuria. Así que antes de dejarla contestar por si acaso me quedaba con las ganas me tumbé ocupando todo el asiento trasero e invitándola a tumbarse encima mia. Ahí ya la excitación fue incontrolable, los besos eran apasionados, las manos recorrían prácticamente la totalidad de nuestros cuerpos sin importarnos que estábamos al fin y al cabo junto a un parque público. Pero a nuestro favor ocurría que gracias al frío del exterior y al calor del interior, los cristales del coche se empezaron rápidamente a empañar, y eso sumado a que ya a esas horas de la tarde la oscuridad era casi absoluta, teníamos bastante intimidad.

-Espera, es que la hebilla de tu cinturón se me está clavando y me está matando

-Pues quítamelo

Prometo que lo dije sin ninguna intención salvo la de que ella estuviera cómoda, pero ella no debió pensar lo mismo o era más lanzada de lo que creía. El caso es que ni corta ni perezosa me quita el cinturón y cuando yo creía que se volvería a tumbar sobre mi, me sorprende desabrochándome el vaquero. Primero me quedé de piedra, no entendía cómo habíamos llegado a eso, aunque fuera obvio, pero esque no me lo esperaba. Ella me miró sonriendo de forma pícara  y ahora sí que solo existía lujuria en su mirada. Sin dejar de mirarme me dijo "perdona si tengo las manos muy frías" para seguidamente introducir su mano dentro de mi ropa interior y agarrar mi ya bien duro miembro.

Joder que si estaban frías. Era obvio que deseaba que eso pasase pero fue tal la impresión del frío que casi incluso lo pasé mal. Se dió cuenta al instante quitando la mano -"perdona, ya te avisé, jeje, pero tranquilo que esto lo arreglo"

Me bajó los pantalones y los calzoncillos y sin tocármela se la introdujo en la boca. El calor, la suavidad y la humedad de su boca rápidamente me volvieron a poner a tono, y ella, que al principio solo jugaba con la lengua, comenzó una magnífica mamada sin manos. Era increíble como la chica de mis sueños, esa morena que veía cada mañana por un cristal ahora estaba haciéndome una mamada increíble. Subía y bajaba su cabeza con maestría, al llegar al glande jugaba con la lengua para seguidamente volver a engullirla entera. Puso sus manos sobre mis piernas para que se fueran calentando. Yo le sujetaba el pelo porque no quería perder detalle de la felación que con maestría me estaba realizando. Cuando sus manos cogieron temperatura, agarraron mi polla y comenzaron una masturbación rápida sin dejar de succionar y chupar. 2 minutos más así y me corro fijo. Y no estaba por la labor de que la fiesta terminara tan rápido. Así que cogiéndole la cara con mis manos, la guié hasta mi rostro para volver a besarla mientras me seguía pajeando suavemente.

-Ahora me toca a mi. Túmbate

Se le iluminó la cara sabiendo lo que venía, y rápidamente se quitó el pantalón y el tanga. Se le notaban las ganas que tenía, así que se posicionó y sonriendo me dijo "todo tuyo"

Pero no quería ponérselo tan fácil, quería jugar un poco, que sufriera y suplicara que le diera el placer que estaba deseando. Así que volví a besarla mientras le acariciaba el vientre. Iba subiendo poco a poco, suavemente, rozando su piel con la punta de mis dedos. Notaba cómo se erizaba su piel y cómo levemente su cuerpo se iba doblando a cada caricia. Los besos cada vez eran más salvajes. Sabía que si seguía así mucho tiempo acabaría mordiéndome. Así que le quité el jersey y el sujetador y empecé a chuparle un pezón mientras una mano apretaba la teta contraria y la otra mano comenzaba una suave masturbación. Su respiración se descontroló, su cuerpo se estremecía sin parar. Sus manos se fueron a mi pelo, apretándome la cabeza. Estaba fuera de sí, pero yo quería oírla gemir, así que fui bajando lentamente, besando cada centímetro de su piel, pasando mi lengua por ella, descendiendo desde su pecho a su vientre. Cerca del monte de Venus paré y la miré. Medio riendo me dijo que como se me ocurriera parar ahí me mataría jajaja Así que no tuve opción. Acerqué mi nariz a su coño que estaba ya empapado. Olía dulce y era suave. Pequeñito, con los labios hacia dentro. Busqué con la lengua su clítoris y ahí escuché el primer gemido. Estaba claro lo que le gustaba así que continúe chupando, lamiendo y succionando su clítoris. Ella estaba completamente fuera de sí. Le daba igual que nos pudiera oír alguien de la calle. No paraba de gritar. Las manos parecía que le estorbaban, de aquí para allá, lo mismo me agarraban del pelo que se retorcía un pezón o se apretaba una teta. Cuando se fue poniendo tensa supe que estaba cerca del orgasmo así que sin dejar de practicarle sexo oral introduje dos dedos en su aparente pequeño coño para comenzar una frenética masturbación. Los dedos entraron sin ningún tipo de oposición. Estaba hiper lubricada, le corría por debajo del coño en directo al ano un pequeño reguero de flujo. Cada vez aumentaba más la velocidad de mi penetración mientras no paraba de jugar con mi boca en su clítoris. Curvó la espalda, me agarró fuertemente del pelo y se corrió en mi boca. No fue una cantidad considerable de fluido el que expulsó, pero lo suficiente para poder saborearla y dejarme media cara empapada. Satisfecho por lo bien que lo había hecho me separé sonriendo y mirándola.

-Esto no ha acabado, túmbate

Esa orden me sorprendió. ¿Dónde estaba aquella muchacha tímida? Supongo que se fue con el orgasmo. Se levantó y se echó sobre el asiento delantero para intentar alcanzar la guantera. Con bastante esfuerzo, pues Mónica no era muy alta consiguió alcanzarla y sacar un preservativo de ella. Mientras tanto yo disfrutaba de una visión inmejorable de su culo con su coñito asomando entre ambas piernas. La verdad es que el culo era de escándalo. Pequeñito pero bien redondito y duro. Como siempre la había visto con la bata de fisio no había podido verlo hasta ahora, y vaya forma de verlo.

Se giró, sonriendo triunfante con el preservativo en una mano, lo abrió y lo colocó suavemente sobre mi capuyo.

-Ahora te toca disfrutar a ti, y no pienso parar hasta que te corras

No había terminado la frase cuando ya se estaba colocando mi polla en la entrada de su vagina, dejándose caer suavemente hasta que nuestra pelvis se encontraron. La verdad es que era una suerte que fuese pequeñita porque si no no sé cómo otra chica podría haberse movido así dentro de ese habitáculo tan pequeño. Me cabalgaba cada vez más rápido, notaba como su coño se contraía apretándome la polla en cada subida. Gritaba de placer, con los ojos cerrados. Yo disfrutaba de cómo me follaba mientras veía esos pechos pequeños pero duros moverse acompasados. Empecé a acariciarlos y ella se volvió a correr. Exhausta se dejó caer sobre mi pecho, sudorosa pero con esa expresión tan bella que solo una mujer tiene cuando llega a un orgasmo.

-Perdona, ahora sigo, pero esque...

Se mordía el labio mientras dejaba la frase incompleta. Me devoraba con la mirada. Sacó fuerzas para levantarse, volver a su posición para follarme y decirme "córrete rápido que no podré aguantar mucho más"

Volvió a subir y a bajar, a apretar mi polla con su coño. La cogí el culo con ambas manos, se lo apreté bien y le ayudé con el movimiento de sube y baja. Cada vez la hacía ir más deprisa, le daba cachetadas en el culo para animarla a no parar. Ya estaba cerca. La situación me tenía muy excitado: en un coche, en un parque público, con una "desconocida" hasta ese momento. Cualquiera podría habernos visto pero sabía que eso no nos detendría a ninguno de los dos.

Iba sintiendo el orgasmos subir desde mis huevos. Ese cosquilleo que anuncia la explosión que se acerca. Me fui tensando apretando cada vez más su culo. Ella captó el mensaje y con las pocas fuerzas que le quedaban aumentó la fuerza de las subidas y bajadas dándome uno de los mayores orgasmos que recuerdo. Vaya explosión de placer. Dejé la marca de mis dedos en su culo de apretar tan fuerte pero esque no me pude controlar.

Descansamos por fin, ella sobre mi, los dos desnudos en el asiento de atrás de su coche,  sudorosos pero altamente relajados y satisfechos. Quién nos hubiera dicho esa mañana cuando salimos a trabajar que iba a terminar así el día.

Pasados unos minutos empezamos a notar el frío así que me dijo que me acercaba a casa. Según se sentó me confesó que no sabía si podría conducir pues le temblaban las piernas. Descansamos un rato más y ya nos pusimos en marcha. Al llegar a mi casa paró en un vado, me miró y me dijo -Feliz Navidad y gracias por este regalo- Nos besamos de nuevo pero esta vez con cariño, suave. Le acaricié el rostro mientras me separaba. La sonreí de nuevo, por última vez en ese año. Y salí del coche. Allí me quedé en la acera viendo cómo se alejaba mi mejor casualidad.

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