La fiesta en el pazo (2ª parte)

Me guían hasta uno de los sofás que hay en la sala de la galería, me indican que me siente y ellos también lo hacen y se acomodan en unos sillones situados enfrente. Allí, desnuda y con dos desconocidos observándome... La primera parte en: http://www.todorelatos.com/relato/91660/

Me guían hasta uno de los sofás que hay en la sala de la galería, me indican que me siente y ellos también lo hacen y se acomodan en unos sillones situados enfrente. Allí, desnuda y con dos desconocidos observándome, estoy nerviosa y avergonzada por lo que acabo de hacer y pensando en lo que va a suceder. Las palabras de Ramón resuenan en mi cabeza:

  • ¡Vamos nena! Que la fiesta acaba de empezar.

Intento cruzar las piernas pero un gesto de Carlos hace que desista de mi intento y me detengo. No se porqué le hago caso, pero me dejo llevar por la situación. Sintiéndome incómoda, temblorosa y caliente al mismo tiempo.

Comienza a amanecer, los primeros rayos de sol penetran en la galería, se escucha una música que me resulta familiar. Proviene del pasillo, es la melodía previa a las campanadas del reloj carillón. Una, dos, tres...hasta seis. ¿Cómo es que no lo he escuchado antes?

Carlos me dice:

  • Mantén las piernas bien abiertas, quiero contemplar el coño de zorra que vamos a disfrutar.

Y así, en silencio, yo expuesta y ellos observándome, van pasando los minutos que me parecen horas. Le sigo dando vueltas de porque obedezco a ese hombre, pero cada vez que habla su voz penetra en mi cerebro, anulando mi voluntad y consiguiendo que mi excitación vaya en aumento.

Es Carlos el que vuelve a romper el silencio:

  • Ahora quiero que te toques. Quiero ver como con tu cuerpo, con tu mirada lujuriosa nos incitas a follarte hasta la saciedad, como una buena putita se merece.

Durante unos segundos dudo en si obedecer o no, pero su mirada y el deseo que está quemando mi cuerpo logran que todas mis inhibiciones desaparezcan y hago lo que me ordena.

Me acaricio, juego con mi cuerpo mientras bailo sensualmente para ellos, deseando sus pollas, necesito que me usen a su antojo. Me arrodillo en el sofá, de espaldas a ellos, mostrándoles mi culo mientras introduzco dos dedos dentro de mi coño, pero no es suficiente, necesito una polla dentro y la quiero ya. Giro la cabeza y les suplico con la mirada llena de deseo que me follen, que lo hagan ya.

Ramón se levanta, puedo ver su erección, se acerca a mi, ¡por fin voy a tener una polla!, miro a Carlos, parece relajado fumándose un cigarro mientras me observa, tiene una sonrisa en su cara que me dice que para él no es suficiente, me resigno aunque al mismo tiempo me siento decepcionada.

Me queda el otro hermano, que está a mi lado, me acaricia una nalga, me muevo buscando más caricias pero lo que recibo es una palmada que me hace soltar un grito. Se acerca, me coge por el cuello y me dice:

  • Cariño, hoy vas a tener la oportunidad de saber lo que es follar de verdad, pero tendrás que pedirlo o te quedarás con las ganas. Hoy eres nuestra puta y si quieres algo tendrás que suplicarlo.

Me suelta otro azote con la mano y me acaricia el culo, esa mezcla de dolor y placer, esa espera sin saber que piensan hacerme va a volverme loca. Mi parte racional intenta hacerse un hueco, ¿qué estoy haciendo?-me pregunto- Estoy con dos desconocidos, unos engreídos que dicen que van a enseñarme lo que es follar pero para ello tengo que humillarme y suplicarles que lo hagan y me sorprendo a mi misma haciendo precisamente eso mismo. Con voz casi inaudible les suplico:

  • ¡Por favor, follarme! ¡Necesito que me folléis!¡Por favor!

Carlos apaga el cigarro, se levanta, se acerca, me coge por el cuello y me dice:

  • ¿Qué has dicho zorra? No te he escuchado.

Con los ojos vidriosos, por culpa de las lágrimas que amenazan con salir, le repito en un tono más alto:

  • ¡Qué me folléis!

Recibo otro azote y me vuelve a preguntar:

  • ¿Qué es lo qué quieres?-dice Carlos.
  • ¡Qué me folléis, por favor! ¡Por favor! Soy vuestra puta, y necesito que me folléis-Respondo yo
  • Eso me gusta más-dice Ramón.
  • Si, con eso podría valer-dice Carlos.

¿Con eso podría valer? ¿Pero qué coño quiere este tío? En mi vida he tenido que suplicarle a nadie nada y menos que me follasen, aunque he de reconocer que el hacerlo me ha excitado.

Sigo de rodillas, Carlos hace que me incline sobre el respaldo, me abre más las piernas, dejándome expuesta. Empieza a acariciarme el coño que está muy mojado, introduce dos dedos sin preámbulos y los mueve con destreza dentro de mí. Ramón, se sitúa detrás del sofá, me agarra fuerte la cabeza y me mete la polla en la boca. Y así están durante un rato follándome uno el coño con sus dedos y el otro la boca.

Carlos aprovecha que tiene los dedos lubricados y se dirige al ano e intenta penetrarme con uno, pero mi culo es virgen y no se lo pone fácil. Intento decirle que pare pero la polla de Ramón en mi boca me lo impide, él sigue forzando hasta que consigue introducirlo. Siento un leve escozor pero puedo soportarlo.

  • ¡Una puta con sorpresa!-dice Carlos- Un culito virgen, como me voy a poner hoy. Voy a tener la oportunidad de romperle el culo a mi zorra.

Intento pararlo con las manos pero él me lo impide y consigue sujetarme los brazos contra la espalda, forcejeo un poco y me dice:

  • ¿Vas a portarte bien o tendré que atarte de nuevo? Y la verdad que no me disgusta nada la idea.

Me suelta y al ver que no opongo más resistencia continúa. Con una mano juega en mi coño y con la otra con mi culo. Introduce de nuevo un dedo en él, y va moviéndolo consiguiendo que empiece a dilatarse, para luego intentar introducir otro. Siento de nuevo ese escozor y dolor, pero el placer que me están dando sus dedos que acarician mi clítoris lo amortigua.

Ramón sigue follándome la boca, jadeando de placer, marcando sus ritmos, a veces de forma muy suave y otras con más fuerza, penetrando hasta la garganta, a veces siento como me ahogo, como la saliva se me escapa de la boca . Carlos saca sus dedos y siento como dirige su polla a mi raja, introduciéndola sin ningún problema pues estoy muy mojada, me coge por las caderas y comienza a follarme sin piedad, de vez en cuando me azota el culo aunque ahora sus azotes me resultan placenteros. Mis gemidos son ahogados, porque mi boca sigue ocupada. Durante este tiempo tengo varios orgasmos. Y aunque no me gusta la idea, tengo que darles la razón, me están enseñando lo que es follar de verdad.

Carlos se separa de mi, Ramón se sienta en el sofá y me atrae hacia él, intuyo lo que desea así que me siento a horcajadas sobre su falo y comienzo a cabalgar. Al principio deja que sea yo la que marque el ritmo, subiendo, bajando, con movimientos circulares...despacio, más rápido...pero luego me sujeta las manos a la espalda y es él quien me folla. Yo le sigo aunque me siento exhausta, siento como voy a explotar en otro orgasmo, Carlos que se había alejado regresa, Ramón se acuesta en el sofá conmigo encima, me sigue sujetando los brazos a la espalda y moviéndose dentro de mi lentamente. Siento algo frío en el culo, como una crema y luego una fuerte presión, Carlos está intentando introducir algo en él, otra vez siento dolor pero se va transformando en placer, ha conseguido introducirlo y ahora lo mueve consiguiendo una mayor dilatación.

  • Ya estás preparada para recibirme. Ahora te voy a encular sin parar zorra y tendrás dos pollas follándote al mismo tiempo.

Ramón se para y sale de mi, sigue sujetándome, noto la polla de Carlos intentando hacerse hueco en mi culo, lo hace con movimientos suaves. Una lágrima de dolor resbala por mi mejilla, Ramón me la lame y me susurra.

  • Tranquila cariño, ya verás como lo vas a disfrutar.

Con un fuerte empujón consigue que entre toda, esto hace que suelte un grito de dolor y Ramón lo calla comiéndome la boca.

El dolor poco a poco se va transformando en placer, Carlos se para sin sacarla y Ramón me penetra por el coño y comienzan los dos con movimientos acompasados que me llevan a un orgasmo increíble. Nunca antes había sentido tanto placer.

  • ¡Me gusta este culo de zorra! Tan prieto.-Dice Carlos entre gemidos- Voy a dejar que lo pruebes hermanito, pero no te acostumbres, este culo va a ser solo mío.

Ahora, Ramón se tumba en la alfombra, una maravillosa alfombra persa que no reconozco. Es lo único nuevo que hay en la galería. Me indica que me siente encima de él, dándole la espalda y me penetra el culo y me recuesta sobre su pecho, Carlos me penetra por delante y vuelven a moverse al compás uno del otro.

Me tiene sorprendida la forma en la que se entienden sin hablarse, es como si siguiesen un guión que los dos conocen.

Carlos se aparta y me levanta, me pone a cuatro patas para penetrarme de nuevo el culo y Ramón se pone delante mía para volver a follarme la boca aprovechando las embestidas que me está dando su hermano, que de vez en cuando también me da algún azote y juega con mi clítoris. Así vuelvo a tener otro gran orgasmo y su resistencia también se agota, noto como Ramón está a punto de correrse en mi boca y me dice:

  • ¡Preparate zorra para recibir el desayuno!

Se corren los dos llenándome con su lefa uno la boca y el otro el culo y nos desplomamos exhaustos y sudorosos.

Menos mal que estoy de vacaciones, porque después de esto tardaré en recuperarme, pienso antes de quedarme dormida.

Me despierto algo desorientada, ya no estoy en la galería ni tirada en una alfombra. No recuerdo como he llegado allí, pero estoy en una cama, Carlos duerme a mi lado. Reconozco esa habitación, es la que utilizaba la Señora, la única que tenía una cama con dosel y baño propio, creo que se lo había hecho construir en sus últimos años de vida, cuando apenas salía de su habitación, aprovechando la habitación contigua. Y hablando de baños, necesito darme una ducha.

Me dirijo al mismo, abró el agua caliente y me meto debajo de la ducha, que gratificante. Los recuerdos de esa noche vienen a mi mente, ha sido una noche increíble. Estoy tan ensimismada en mis pensamientos que no me doy cuenta de que alguien ha entrado hasta que noto que me sujetan por la cintura, me acarician los pechos y me besan en el cuello.

  • Cariño, te dije que lo ibas a disfrutar y lo has hecho- me susurra Ramón al oído.

¡Dios, vuelvo a estar muy excitada! Noto la respiración agitada, el corazón que me late muy rápido, una calor y una humedad entre mis piernas que nada tienen que ver con la ducha.

Ramón sigue besándome el cuello, comiéndome la oreja...quiero darme la vuelta pero no me lo permite. Sigue acariciándome, frotándose contra mi, sus manos van bajando muy suavemente hasta llegar a la entrepierna y comienza a acariciarme el clítoris, presionándolo, pellizcándolo... yo no paro de gemir. Sabe muy bien lo que hace y tiene unos dedos prodigiosos que logran que me venga un dulce orgasmo. Me empuja contra la pared, me separa un poco las piernas y me penetra, con una mano me sujeta el cuello con fuerza y con la otra me sigue acariciando mientras empuja su polla dentro de mi coño con desesperación.

  • ¡Veo que ya habéis empezado el día sin mi!-escuchamos que dice Carlos.
  • Puedes unirte-le dice Ramón.

  • Lo sé, no necesito tu permiso-responde Carlos.

Ramón me suelta, me da la vuelta, me iza en sus brazos, yo me abrazo a él, me coge de las piernas y vuelve a penetrarme, Carlos se acerca por atrás y vuelve a encularme. Vuelven a compaginar sus movimientos y me hacen delirar de placer. Entre gemidos no dejo dejo de gritar:

  • ¡Por favor, no paréis! ¡Follarme, por favor!

No resisto más y vuelvo a tener otro orgasmo increíble al mismo tiempo que ellos se descargan en mi interior.

  • Espero que te guste nuestra forma de darte los buenos días-me dice Ramón.
  • ¡Me encanta!-Respondo yo.
  • Son horas de darle de comer a nuestra zorra o se nos morirá de hambre-dice Carlos- ¿Te quedarás con nosotros todo el fin de semana?
  • Me lo pensaré mientras comemos-respondo yo.
  • ¡Creo que sabremos convencerte! ¿Verdad Ramón?
  • Si, ¡te convenceremos!-responde.