La fiesta de mi hermana Marta 7

Un apartamento pequeño y una inesperada visita, así son los primeros días con nuestros padres

Desperté esa mañana con el brazo de Mónica apoyado en mi pecho, esa escena me era familiar. El reloj marcaba las 10 de la mañana, una ducha, un desayuno y una despedida de las amigas de Marta, que te dejaban con el alma partida.

Fue una mañana de silencio absoluto, era extraño, después de tantos días rodeados por gente, ahora estábamos solos de nuevo mi hermana y yo. Teníamos que vaciar la maleta, hacer la colada y volver a llenarla para ir con nuestros padres en sus últimos días de vacaciones.

Con la lavadora haciendo horas extras con nuestra ropa, llamo nuestra madre. Nos dijo a que hora vendría nuestro padre a buscarnos con el coche y nos dio una nueva noticia, habían alargado su estancia, así que ahora seria 10 días allí. Por suerte no estaba muy lejos, 130 km, algo más de una hora en coche.

Me alivia pensar que al menos tendré a mi hermana conmigo, alguien con quien hablar o incluso salir una noche de discoteca. El tema del sexo iba a ser muy complicado que surgiera algo, con mis padres ahí y en un apartamento pequeño sería difícil incluso aliviarse uno mismo.

Al día siguiente llego mi padre a la hora acordada, de nuevo maletas al coche y rumbo a la playa. Llegamos al apartamento, tal y como había imaginado era pequeño comparado con nuestra casa. Nada más entrar una pequeña cocina, un salón pequeño, una terracita pequeña, todo pequeño. Un pasillo hacia el baño y 3 habitaciones, adivina, ¿como eran? Pequeñas.

Lo primero que hice fue dejar la maleta sobre la cama de mi habitación, fui a la terracita para ver las vistas, era lo mejor del apartamento, primera línea de playa. Relajaba mucho ver el mar allí sentado y notando la brisa marina. Creo que este rincón de la casa será mi favorito.

Playa, comer, siesta, playa, ducha, relax, cena y paseíto con nuestros padres, esa fue la rutina los tres días posteriores. Mi hermana parecía sumida a esa rutina, en ningún momento había vacile, provocación, tampoco temas de conversación de nuestro viaje anterior cuando estábamos a solas.

El tercer día, asqueado del aburrimiento, decidí convencer a mi hermana durante la tarde en la playa, para salir esa noche a tomar algo y si encontrábamos un lugar donde bailar pues mejor. No teníamos que ir muy lejos para encontrar ambiente, a 5 minutos caminando había una calle que era todo pubs y algo que se asemeja a una discoteca. Que fuera sábado debía prometer un buen ambiente. Termino por aceptar, aunque solo fuera por matar un poco el aburrimiento.

Era las 12 de la noche, arreglado para la ocasión, esperaba a mi hermana en el salón a que terminara de arreglarse. Me sentía como el novio que espera a su chica, pero mereció la pena, estaba guapísima. Un bonito vestido blanco que le hacia una bonita figura a pesar de no ser ajustado, Marta se percató enseguida de que no me había quedado indiferente ante su elección de vestuario.

Salimos y fuimos a esa calle que os comenté antes, muchas miradas a nuestro paso tanto para ella como para mí.

-Marta: No te pusiste así de guapo para ligar con alguna fresca ¿no?

-Marcos: Tal vez con alguna madurita

-Marta: jajaja ¿alguna como nuestra vecina Anna?

-Marcos: No me importaría

-Marta: Y… ¿me dejarías sola?

-Marcos: Siempre puedes venir a vigilar la ropa si me la llevo a la playa

-Marta: ja ja y ja que gracia. Entonces reconoces que te pone nuestra vecina

-Marcos: Mira este sitio tiene buena pinta, entremos

-Marta: jajaja que forma más descarada de evitar una pregunta

Entramos al lugar, no era muy grande, pero tenía su pista de baile, nos fuimos a la barra, nos sentamos y pedimos unas copas. Resultaba difícil mantener una conversación con la música tan alta, pero que por otro lado te invitaba a bailar. Fue precisamente lo que hicimos. Nunca se me ha dado muy bien bailar solo, pero por suerte tenía pareja y la música ideal para hacerlo con ella.

Entre la pista y la barra fuimos pasando la noche, cuando salíamos a bailar, nuestros cuerpos cada vez se acercaban más, igual que nuestras bocas y en una de esas ocasiones nuestros labios se encontraron. Allí en medio de la pista, con la gente bailando a nuestro alrededor, nos estábamos besando.  Para las personas que allí estaban, éramos una pareja más que se dejaba llevar por la pasión, pero para nosotros era una situación muy morbosa.

En esa zona donde estábamos de vacaciones, era lugar habitual de veraneo para mucha gente de nuestra ciudad entre otras muchas, la posibilidad remota de encontrarnos con alguien conocido la teníamos presente. Ese fue el motivo por el cual, salimos de la pista de baile hacia un rincón al fondo de la discoteca.

Tenía a Marta apoyada en la pared mientras la besaba, mi mano agarraba su culo por encima del vestido, a pesar de su negativa, a veces la metía por debajo para acariciar sus nalgas. No había palabras, solo besos y caricias, así fue pasando el resto de la noche.

Eran las 5 pasadas, decidimos volver al apartamento, el ambiente había decaído mucho y la gente se marchaba, ya no pasábamos tan desapercibidos entre la multitud. Durante ese pequeño trayecto de vuelta, nuestras miradas apenas se cruzaron, entramos al ascensor y todo cambio, nos volvimos a besar y mis manos volvían agarrar su culo atrayéndola hacia a mí. Al llegar a nuestro destino, nos volvimos a separar, pero ya tenía algo planeado por si esto pasaba y necesitábamos un lugar de intimidad.

-Marcos: Espera no entres

-Marta: ¿Qué pasa?

-Marcos: Hay un lugar en la azotea, donde podemos tener algo de intimidad

-Marta: No… creo que no es buena idea

-Marcos: Tiene buenas vistas, aunque solo sea por ver amanecer…

-Marta: jajaja me estas liando, pero vale, aunque solo sea por no hacerte el feo

Hace unos días, había estado allí arriba curioseando, tenían una habitación grande con pinta de ser un trastero, justo detrás entre el muro de la azotea y el trastero, había un espacio de metro y medio a todo lo largo. Un lugar ideal para meterse y tener la seguridad que, si alguien subía a la azotea, que ya de por si era raro y menos a esas horas, no te viera allí. Lo mejor es que el muro de 1.50 de alto, era mitad de cemento y mitad de rejas por lo que allí sentado podías ver el mar en el horizonte.

Lleve a ese lugar a mi hermana, se quedó bastante sorprendida y se sentó a mi lado.

-Marta: Hay que ver… lo que tiene que hacer uno para follar eh

-Marcos: jajaja lo vi el otro día por casualidad

-Marta: Para ser tan casual, has pensado rápido en este lugar

-Marcos: Tenia dos opciones, pajearme lo más silencioso posible o buscar un lugar

-Marta: Me estás diciendo que, ¿has buscado un sitio para tocarte?

-Marcos: jajaja nooo, he buscado un sitio por si… un día nos apetecía hacer algo

-Marta: Menos mal, porque ya me estabas asustando. A ver déjame que toque… ¡Pero bueno!

-Marcos: ¿Que pasa?

-Marta: Que falta de respeto es esta, que me subes aquí y no la tienes dura

-Marcos: jajaja dame tiempo, tu tranquila, que esto no tarda mucho

-Marta: Hablando de hacer tiempo… he hablado con Sandra y me ha contado vuestro encuentro en la cocina

-Marcos: Si, es gracioso

-Marta: Y morboso porque la dejaste tocada y hundida

-Marcos: Es curioso que el motivo de colarme en tu fiesta era Sandra, y haya follado con casi todas menos con ella

-Marta: jajaja torpe, pero te das cuenta de que, si hubieras follado con ella en la fiesta, nada de todo esto hubiera pasado

-Marcos: No lo había pensado, pero tienes razón

-Marta: Una buena reflexión se puede sacar de esto… ¿bueno follamos o que?

-Marcos: Anda, ven aquí

Me baje un poco los pantalones, lo justo para sacar mi verga, que no tardó en ser engullida. Que delicia, desde la guardilla no había vuelto a tener sexo y esa mamada allí sentado hacia que viniera a la mente muchos recuerdos.

Me pasaba la lengua suave, desde la base al glande para después meterla en su boca, sin prisa, pero sin pausa la chupaba mientras mi mano intentaba agarrar una de sus tetas, la posición no era la mejor, tampoco resultaba cómodo, pero lo disfrutaba igual.

Dolorida por tener sus rodillas desnudas clavadas en ese sucio suelo, se levantó para bajarse el tanga y tirarlo a mi cara, me miro esperando una reacción por mi parte, con tantas indirectas en estas semanas, había comprendido que le ponía muy cachonda que alguien oliera y chupara su ropa interior. Eso hice, completamente mojado por su coñito, lleve ese pequeño trozo de ropa a mi nariz, un olor intenso me derretía por dentro, pase mi lengua ante la mirada fija de Marta que no pudo evitar llevarse su mano a la entrepierna y después a su boca para probar su propio néctar.

Se sentó sobre mí, dándome la espalda, quería follar mirando el mar, no me importaba la postura solo quería sentir mi verga dentro de ella. Empezó un leve mete saca, agarrada a las rejas, se ayudaba en subir y bajar. A pesar de no disfrutar de su cuerpo desnudo, me estaba empezando a excitar de manera considerable, lleve mis manos hasta sus pechos, donde los agarre para después masajear por encima de su ropa. El tacto no era el mismo, por lo que metí una de mis manos por dentro del vestido y después de una lucha con su apretado sujetador, pude acariciar uno de sus pezones.

Marta seguía con sus sentadillas sobre mi polla, a veces descansaba moviendo su culo sobre mí, notaba las paredes de su coño y la humedad de su interior. Empezó a correrse sentada encima mío moviendo su cadera fuerte hacia mí, esos movimientos fue lo que provocó que llegara mi climax, y un chorro de semen salió hacia su coño dejando tras de si un fuerte orgasmo.

Me quede abrazado a ella por la espalda, notando su respiración que aún estaba agitada. Durante un rato nos quedamos así, viendo como en el horizonte empezaba a clarear el cielo. Marta se levantó y usando su tanga, se limpió su entrepierna, hizo lo mismo con mi verga y se sentó a mi lado.

-Marta: Sabes que tenemos que ponerle fin a esto ¿no?

-Marcos: Lo sé, aunque creo que lo estamos llevando bien

-Marta: Por eso mismo, es mejor dejarlo ahora y no cuando las cosas vayan mal

-Marcos: ¿Crees que seremos capaces?, porque esta conversación no es nueva

-Marta: Hay que intentarlo, cuando volvamos a la rutina de nuestras vidas, será diferente

-Marcos: Tienes razón, esto se nos ha ido mucho de las manos

-Marta: Además toma, te debía un regalo, guárdalo de recuerdo de este verano

-Marcos: ¿El tanga?

-Marta: Si, impregnado con nuestros fluidos, así será más especial

-Marcos: Lo envasare al vacío

-Marta: jajaja anda, vámonos a dormir

-Marcos: ¿No quieres ver amanecer?

-Marta: Si, desde la ventana con mi cabeza pegada a la almohada

Al llegar a la habitación, lo guarde en una bolsa de plástico dentro de mi maleta, tal vez fuera una tontería, pero me hacía ilusión tener un recuerdo de esa noche que podría a ver sido la última de nuestra relación de incesto.

La mañana siguiente se nos pegaron las sabanas, tanto que, en lugar de tomar desayuno, pasamos a la comida. Mi padre se había pasado toda la mañana fuera, alquilo 2 plazas en un barco para ir a alta mar dentro de dos días, pescar, bañarse y disfrutar de la comida rodeados de agua era algunas de las cosas que podríamos hacer. Me hizo especial ilusión lo de bañarse mar adentro, nunca lo había hecho.

Por la tarde, volvimos a la rutina, al igual que la mañana del día siguiente, pero pronto iba a cambiar la tónica.

Era las 4 de la tarde, adormilados en el sofá viendo una película, Marta recibió una llamada.

-Marta: ¿Ya has llegado?

-Llamada entrante: ……

-Marta: Vale… si, estamos a nada 2 minutos de la estación

-Llamada entrante: ……

-Marta: Voy a buscarte

¿Quién era? Esa pregunta rondaba mi cabeza mientras escuchaba a mi hermana al teléfono, no me dio tiempo a preguntar cuando Marta ya había salido por la puerta. Me gire y pregunte a mi madre, su respuesta no podía ser mejor. “Es Sandra”, se me iluminaron los ojos al escuchar decir esas dos palabras. Sus padres se acababan de ir a celebrar su 25º aniversario de boda y Marta le había invitado a que viniera con nosotros a pasar los días que nos quedaban por estar aquí.

Me levanté del sofá, fui al baño, ¿Me ducho?, no me da tiempo, mejor un agua en las axilas y un poco de desodorante. Me peino un poco mientras decido si ponerme camiseta o recibirla así, a pecho descubierto. Mejor camiseta, sin darme tiempo apenas a terminar de tapar mi pecho, suena la puerta. Escucho a Sandra desde la habitación saludando a mis padres, es la hora de salir.

Estaba terminando de dar 2 besos a mi padre, después a mi madre y ahora me toca a mí. Nuestros ojos se miran y una sonrisa maliciosa se dibuja en su cara, estoy nervioso, es casualidad o esta visita ha sido idea de Marta.

Mi hermana acompaña a la invitada a su habitación, era la única que tenía dos camas, no puedo dejar de mirarla mientras va con su maleta por el pasillo. Una camiseta roja y unos tejanos cortos muy ajustado, que culo le hace esa prenda. Recibo un codazo de mi padre con un gesto de “córtate un poco”, al cual yo respondo con otro de…”no sé de que me hablas”.

Las chicas se van a la playa, Marta con un gesto me dice que vaya con ellas. Me tumbo en la toalla al lado de mi hermana, se ha colocado en medio entre su amiga y yo. Sandra luce un bikini más recatado comparado a los que utilizaba en el anterior viaje. Van pasando los minutos y no dejan de hablar entre ellas ignorándome completamente, eso me enfada un poco y decido irme al agua.

Mojado y solo, veo a las chicas hablar, me empiezan a mirar en alguna ocasión, se echan unas risas y siguen hablando. Tengo la sensación de que están hablando de mí, han esperado a quedarse solas para hacerlo. Decido pasar de ellas, me tumbo sobre el agua boca arriba y empiezo a flotar con las manos y pies estirados, que tranquilidad, el mar está sereno.

Pasan los minutos y cada vez más relax, hasta el punto de cerrar los ojos, pero una mano a tradición hunde mi cabeza e intenta una ahogadilla. Era mi hermana, cabreado le agarro, la acerco a mí y me dejo caer de espaldas hasta el fondo del agua. Es entonces cuando Sandra acude en ayuda de su amiga, es un 2 para 1, aun estando en desventaja, consigo mantenerme en pie con mi hermana subida en mi espalda. Intento quitarme ese pulpo de atrás, cuando una loba de mar se tira sobre mi de frente, sus tetas chocan en mi cara, su rodilla en mi entrepierna y logran tumbarme.

Después de varios combates nulos, bajadas a traición de bañador y golpes bajos de rodilla, Marta se rinde y se vuelve a la toalla. Ahora es 1 contra 1, pero estamos tan cansados que negociamos una tregua.

-Sandra: Resulta que el corderito… es más duro de lo que parece

-Marcos: Tengo mis recursos

Se acerca a mí y empezamos a susurrar al oído…

-Sandra: Ya he notado que ahí abajo tienes algún que otro recurso

-Marcos: No lo dices muy convencida, tal vez deberías comprobarlo por ti misma

-Sandra: No me lo pongas tan fácil corderito, que antes de morder me gusta jugar

Me mira unos segundos, se aparta de mí y vuelve a la orilla para acompañar a mi hermana. Prefiero quedarme allí unos minutos, no para reflexionar, ni porque prefiera estar en el agua, sino porque bajo mis pantalones tengo una erección difícil de disimular. Desde mi refugio acuático, veo a las chicas hablar y reír, estoy casi seguro de que está contando nuestra breve conversación a Marta. Antes de salir del agua, aparece mi madre que se suma a la compañía de las chicas.

El resto de la jornada playera termina, en el apartamento empiezo una guerra de miradas y gestos con Sandra disimulando ante la presencia de los demás. Ducha, cena y un paseo nocturno parece poner fin al día. Llegamos al apartamento y mi padre me recuerda que no tarde mucho en irme a la cama que mañana tenemos excursión en barco, ya ni me acordaba del evento, pero ya no tenía excusa para echarme atrás.

Son las 7 de la mañana, mi padre me insiste que me levante o se ira el barco sin nosotros. Un desayuno ligero y ya estamos en marcha hacia el puerto, durante el trayecto intento dormir un poco, pero mi padre no deja de hablar, esta emocionado de la aventura que vamos a vivir. Un gran barco pesquero con pinta de tener muchas horas en la mar espera nuestra llegada, me imaginaba otra cosa, tal vez lo de nadar en alta mar acabe siendo una necesidad y no un capricho.

Una hora de reloj, es la distancia que recorre el barco desde que sale del puerto hasta que decidí anclar, puede parecer que estamos tan lejos que no vemos tierra firma, pero no es el caso. Una pequeña clase de pesca junto a un grupo de personas que parece no saber lo que es una caña de pescar, unos alemanes que aún no aprendieron que no se necesita llevar calcetines con las zapatillas de playa y un niño que se marea a mi lado, es el cuadro que tengo ante mí.

Pasa el tiempo y solo algún afortunado pesca algún pobre pez que pasaba por allí, pido permiso al capitán del barco para tirarme al agua, acepta la petición, no sin antes pedir que me traigan un chaleco salvavidas, son las normas me dice. Confieso que da un poco de vértigo al principio no ver el fondo del mar, pero con los minutos te olvidas y disfrutas a unos metros del barco. Así va pasando el día, hasta que finalmente a las 6 de la tarde, pone rumbo al puerto de nuevo.

No logro entender porque ahora tardamos hora y media en regresar, no hemos pescado tanto para que el barco vaya más lento. Mi padre intenta ir lo más despacio posible con el coche, o amenos lo parece, el tiempo me apremia y las ganas por ver a Sandra también. Llegamos al apartamento, entre preguntas de “que tal ha ido” y “lo habéis pasado bien”, busco a mi lobita con la mirada. Marta se percata de ese detalle y con un gesto me hace saber que está en la ducha.

Mi prisa por llegar no me termino aportando nada, después de ducharme, mi madre me dice que me ponga guapo que nos vamos a cenar a un pueblo cercano, un restaurante situado al borde de un acantilado junto al mar. Las vistas son fantásticas allí sentado, no solo por el mar sino también por Sandra, mi hermana se percata del juego de miradas que tengo con su amiga y no puede evitar alguna sonrisa cuando la miro. Noto un pie bajo la mesa, al principio no le doy importancia, pero empiezo a ver como me acaricia el tobillo. Mire a Marta, pero está demasiado ocupada con su postre, creo que ya se de quien es ese pie.

Sandra no deja de mirarme mientras sigue su juego bajo la mesa, sabe que me estoy poniendo nervioso y eso le gusta. Me armo de valor y decido responder a su provocación, tiro al suelo de forma disimulada un cubierto y meto la cabeza bajo la mesa para recogerlo. Lo primero que veo, son las piernas de Sandra que se abren para mostrarme su bonito tanga rosa que lleva puesto debajo de ese vestido azul. Agarro el cubierto, y acaricio su pierna un breve instante mientras me reincorporo a la mesa, una chica de la mesa de al lado me ha visto y nos mira un poco escandalizada.

Un largo paseo por ese pueblo y sus bonitos paisajes, para volver de nuevo al apartamento y poner fin a un nuevo día. Ese pequeño juego en el restaurante es un nuevo paso con Sandra, pero insuficiente, por desgracia la posibilidad de buscar algo más esa noche es nula con mis padres allí.

Nuevo día y nuevas oportunidades, voy al baño y me cruzo con Sandra por el pasillo, lleva puesto un pijama ajustado que le marca la ropa interior, me echo a un lado para que pase, al pasar roza con su culo mi paquete, de nalga a nalga mi verga se recrea. Doy un suspiro y sigo mi camino. Después del desayuno bajamos todos a la playa, la mañana transcurre muy tranquila, tanto que aburre, por ese motivo al salir del agua me entretengo con un niño que construía un castillo de arena. Ante la mirada agradecida de su madre y de su abuela por ayudarle, empezamos a construir toda una ciudad.

La gente al pasar se queda mirando, no por lo espectacular de la construcción, sino por el jaleo de arena que estamos montando, pero no sería una buena obra sino causara molestias a los demás. Al rato se une Sandra la cual no deja de discutir todas mis ideas, el niño empieza hacer más caso a ella que a mí, por suerte su madre le dice que es hora de irse. Sandra le dice algo al oído al niño y al poco se abalanzan sobre mí para que caiga encima de mi ciudad y quede destruida.

Me voy al agua acompañado de la traidora rompe ciudades, completamente lleno de arena por todas partes, incluso dentro de mis pantalones.

-Marcos: Ya os vale, romper así mi ciudad

-Sandra: jajaja el niño estaba deseando destrozarlo todo

-Marcos: ¿El niño o tú?

-Sandra: ¿Los dos?

Nos reímos y quedamos en silencio, veía a Sandra que me quería decir algo, pero dudaba de hacerlo

-Marcos: Venga suéltalo

-Sandra: ¿¿¿???

-Marcos: Lo que te ronda por la cabeza

-Sandra: Me conto ayer tu hermana todo

-Marcos: ¿Todo?

-Sandra: Si, lo de Mónica ya sabes, el favor de que te acercaras a ella para animarla después de su fiasco sentimental

-Marcos: No fue nada, no puedo considerar un favor algo así, lo disfrute tanto como ella

-Sandra: Así que… ¿le diste mucho al tema con ella?

-Marcos: ¿Y tú, le diste mucho al tema esos días?

-Sandra: Si, con todos, uno cada noche ¿y tú?

-Marcos: jajaja si… podría decir lo mismo más o menos

-Sandra: También con Laura ¿no?

-Marcos: No sé de que me hablas…

-Sandra: Vengaaaa si me lo ha contado todo, hasta el último detalle

-Marcos: Lo dudo, pero si, con Laura también tuve mis momentos

-Sandra: ¿Y nunca has fantaseado conmigo?

-Marcos: Si… alguna que otra vez

-Sandra: ¿Te has tocado pensado en mí?

-Marcos: Tal vez…

-Sandra: Yo si lo hice anoche bajo mis sabanas, imaginaba que en el restaurante te metías entre mis piernas por debajo de la mesa

-Marcos: Tú lo que eres un poco… cabrona ¿no?

-Sandra: jajaja que pasa… ¿te pone nervioso mi confesión?

Había conseguido dejarme sin palabras, que fantaseara con esa escena del restaurante me dejo en blanco, pero cuando no hay palabras, hay que pasar a los hechos. Lleve mi mano a su entrepierna ante su sorpresa, no se lo esperaba, acaricie su sexo por encima de su bañador mientras ella no sabía que hacer.

-Sandra: Así que… quieres jugar

-Marcos: Que ocurre, ¿te pones nerviosa?

Bajo el agua, alarga su mano hacia el interior de mi bañador, agarra mi verga y no duda en empezar una dura masturbación, no por lo rápida sino por la intensidad y lo fuerte que la tiene cogida. No había mucha gente alrededor nuestro en ese momento, me miraba de esa forma tan intimidatoria que tan bien se le da, pero sin previo aviso, saca la mano y se dispone a marcharse.

-Marcos: ¿Me vas a dejar así?

-Sandra: Te la he dejado a punto, termina tú mismo que ahora tendrás un motivo para tocarte pensando en mi

Me quede muy tocado, Sandra salía del agua para volver a la toalla ante mi rostro desencajado, esto iba avanzando, pero a un ritmo lento y haciendo que me volviera cada vez más deseoso de meterme entre sus piernas. Tuve que quedarme varios minutos en el agua a la espera que aquello bajara, salir con esa erección no era muy viable.

Volvimos al apartamento a comer, después como siempre nos quedábamos un rato antes de volver a la playa, evitamos así las horas de más calor bajo el sol. Sandra no podía evitar mirarme y reírse de mí, sabía que me había quedado con las ganas y no acabe tocándome.

Sobre las 5 volvimos a la playa junto a mi hermana, un rato tirado al sol y después al agua. Invite a las chicas para que me acompañaran, pero solo Sandra acepto, Marta estaba con el móvil demasiado entretenida. De camino al agua, salude a la madre del niño de esa misma mañana, estaba sola y se disponía también a entrar en el agua.

No había demasiada gente esa tarde en la playa, se notaba que ya eran los últimos días de agosto y que mucha gente se había ido. Estábamos tranquilos en el agua que nos llegaba a la altura del pecho, la madre del niño se acercó a unos 5 metros de nosotros. Nos miraba de vez en cuando, tal vez pensaba que éramos pareja por la complicidad que teníamos.

Empezamos hablar en voz baja…

-Sandra: ¿Has visto como nos mira?

-Marcos: No perdona, me mira a mi

-Sandra: jajaja ¿que pasa? ¿quieres que te deje sola con ella?

-Marcos: Pues quizás ella no me hubiera dejado a medias como tu

-Sandra: Cuanto rencor… anda ven aquí

-Marcos: ¿Qué haces? Que nos está mirando

-Sandra: Shhh calla, deja que mire, además ¿no quieres que termine de pajearte?

-Marcos: Si… pero es que no nos quita ojo

-Sandra: Perdona, no te lo quita a ti jajaja

-Marcos: Joder Sandra, que nos esta mirando…

-Sandra: Vamos, no dejes de mirarla, seguro que esa mujer está divorciada y está necesitada de morbo

-Marcos: Pero es que creo que se está tocando…. ¡Pero no te gires!

-Sandra: jajaja ¡que fuerte! Oye ¿si le digo que venga y me ayude?

No me podía creer lo que me estaba pasando, me estaba pajeando Sandra a escasos metros de una mujer y que parecía tocarse mientras no nos quitaba ojo, aunque también es cierto que la mujer estaba de muy buen ver. Desde el día que llegamos Marta y yo, siempre la he visto por aquí, a veces con su madre o con su hijo pequeño, pero nunca sola y menos aún acompañada de un hombre. Tal vez fuera separada o su marido no las acompañaba por trabajo, pero lo que estaba claro es que se estaba poniendo las botas de vernos allí.

Se llamaba Melanie, tendría unos 39 años, cabello castaño y recogido, los pechos un poco caídos, pero con unas caderas y unas piernas que no pasaban desapercibidas.

No me podía creer lo que se disponía hacer Sandra, le hizo un gesto con la mano para que se acercara a nosotros, al principio dudo, pero acabo por aceptar.

-Melanie: Hola, ¿que ocurre?

-Sandra: Nada… es que te he visto disfrutando allí sola mientras nos estas mirando y he pensado que mejor te quedaras aquí con nosotros

-Melanie: No entiendo…

-Sandra: Venga… no disimules, no nos importa que nos miren, al contrario, nos da mucho morbo y más si se tocan

-Melanie: Esto… creo que …

-Sandra: Vamos no seas tonta, no pasa nada, no te apetece seguir tocándote mientras pajeo a mi novio

En ningún momento sabía que decir, me parecía todo muy surrealista, Melanie dudo por un momento, no sabía si alejarse de nosotros o aceptar la petición de Sandra.

-Sandra: Ufff tiene la verga muy dura sabes… ¿quieres cogerla?

-Melanie: Yo no se…

-Sandra: ¿Cariño le dejas que te la toque un poco?

-Marcos: …….

-Sandra: Pobre, esta tan cachondo que no suelta prenda, venga no seas tonta

-Melanie: Esta bien…

Note su mano agarrar mi polla y continuar la masturbación, lo hacía suave, con miedo a romper algo. Sandra se alejó un poco de nosotros, Melanie no sabía muy bien que hacer, pero yo si. Baje mi mano a su entrepierna y la metí por dentro de su bañador, pase mis dedos por su vello púbico de camino a su coñito. Su rostro era un poema, pero empecé a pasar mi dedo índice y corazón entre sus labios vaginales. No aguanto ni un minuto, cuando su cuerpo fue víctima de un espasmo muy revelador que me indicaba que se estaba corriendo entre mis dedos.

Continuaba masturbándome, ahora si con cara de viciosa, no tarde mucho en empezar a soltar mi semen en su mano para que se perdiera por el agua. Me soltó la verga sin saber muy bien que decir y opto por lo fácil, después de mirar a Sandra que estaba a un par de metros de nosotros, se despidió con un adiós casi insonoro y se fue.

No la quite ojo mientras iba saliendo del agua, tenía un culo muy redondito y prieto, al llegar a su toalla, la recogió, se la lio por su cuerpo y se marchaba de la playa. Sin duda debía de ser para Melanie una experiencia nueva y tal por eso, avergonzada, decidió marcharse.

Me giré y pude ver a Sandra con cara de pocos amigos…

-Sandra: Te lo has pasado bien ¿no?

-Marcos: ¿Que pasa? No era lo que querías

-Sandra: Que le metieras los dedos en su coño desde luego que no

-Marcos: Entendí por la distancia que pusiste que querías que jugara con ella

-Sandra: Claro y porque no ya puestos, follátela delante de mi

Se aparto de mi con intención de volver a la orilla, estaba muy cabreada

-Marcos: Espera espera espera, no te vayas

-Sandra: Suéltame, que no me apetece seguir jugando

-Marcos: Perdona, sabes de sobra que me muero de ganas por estar contigo a solas

-Sandra: Como vuelvas hacer algo así, no te vuelvo hablar en la vida

-Marcos: No se repetirá, te lo prometo

-Sandra: Esta bien, ahora déjame que nos está mirando tu hermana

Marta había dejado de lado el móvil y nos estaba mirando con cara preocupada, la escena daba a entender mal rollo, y yo no quería dejar a Sandra volver a la orilla así de enfadada.

-Marcos: ¿Hacemos las paces con un beso?

-Sandra: Nos está mirando tu hermana…

-Marcos: Me da igual que este Marta, como si es mi madre a medio metro, me apetece besarte

Nos empezamos a besar de forma muy apasionada, mi mente no entendía que había pasado, ni tampoco porque de repente Sandra daba muestras de celos cuando fue ella quien inicio el juego.

Espere un rato en el agua, esta vez no por una erección, sino para poner un poco de distancia con Sandra y pueda desahogarse con Marta si es eso lo que necesita. En realidad, no me siento responsable, ella ha jugado y se ha quemado.

Volvimos al apartamento obviando lo sucedido, Sandra parecía más tranquila y recuperaba su sonrisa, pero mi hermana parecía un poco más seria conmigo. Al llegar, mis padres se marchaban a comprar al supermercado, nos quedamos Marta y yo solos sentados en la terraza mientras su amiga se fue a darse una ducha.

-Marta: Aiii hermanito, ya te dije que tuvieras cuidado, que estos juegos enganchan

-Marcos: Pero si fue idea suya

-Marta: Lo sé, pero creo que está un poco pillada

-Marcos: ¿Por mí? Pero si casi no nos conocemos, he hablado más con ella en estas semanas que en todos los años que sois amigas

-Marta: Entiendes porque no me hacía mucha gracia que tontearas con ellas

-Marcos: Si, ahora lo entiendo, todas locas

-Marta: jajaja en fin, no te preocupes, cuando volvamos a la rutina estos problemas desaparecerán

-Marcos: Me imagino que volveré a ser para ellas, el hermano pequeño de su amiga

-Marta: Creo que si, pero oye si quieres intentarlo con alguna…

-Marcos: ¿A quién me recomiendas?

-Marta: A Mónica sin duda, es la más estable y hacéis buena pareja, pero sé que Sandra te gusta mas

-Marcos: Seguiré tu consejo y si veo posibilidad de algo real mas allá de los juegos iré a por Sandra

-Marta: jajaja con tal de llevarme la contraria…

El resto de la tarde y la noche fue simple rutina, cena y paseíto con mis padres, esa noche había refrescado un poco, después del paseo mis padres se salieron a la terraza para disfrutar de la brisa del mar, las chicas tumbadas en el sofá, y yo sentado en un pequeño rincón a los pies de Sandra. Desde mi posición no me había percatado de un detalle, al tener mi “loba celosa” sus piernas abiertas y recogidas, pude ver que ese pequeño pantalón de pijama que llevaba era un poco estrecho de su entrepierna.

No solo pude ver que no llevaba bragas, sino que también se le veía un poco de vello púbico y por uno de los costados también se dejaba ver un poco de sus labios vaginales. Estábamos viendo una película, mi hermana estaba en sentido contrario a Sandra, es decir tenían cabeza con cabeza, pero su cuerpo se estiraba hacia el lado contrario. Aprovechando que nadie me veía, centre mi vista en ese espectáculo de su entrepierna.

No podía dejar de mirar, Sandra continuaba viendo la película como si nada y no era consciente de lo que estaba pasando. Se acabó dando cuenta de como mis ojos se clavaban entre sus piernas, al principio no entendió muy bien porque, paso su mano y se percató que su pijama le estaba jugando una mala pasada. Me mira y empíeza un pequeño movimiento de abrir y cerrar sus piernas, me esta poniendo malo, pero aún me pone peor cuando veo como su dedo recorre su rajita por encima de su ropa.

Era hora de arriesgar, llevo mi mano a esa zona de guerra, no sin antes acariciar uno de sus muslos, haciendo uso solo de mis dedos me acerco lentamente hasta su prenda, al llegar con mi dedo índice aparto un poco su pantalón para ver por completo sus labios vaginales, hinchados y muy mojados, invitan a ser acariciados. Con ese mismo dedo, los acaricio de arriba abajo, me tomo mi tiempo para hacer ese recorrido, pero con la suficiente presión para que suelte un leve suspiro.

Continuo durante unos minutos, Sandra lo está disfrutando más aun después de que mi dedo corazón se una a la fiesta, Marta sigue viendo la película, no se da cuenta de lo que estamos haciendo, tal vez incluso está dormida. Escuchamos las sillas de la terraza, aparto rápido mi brazo de entre las piernas de Sandra, ella las cierra y las deja caer sobre el sofá, casi somos sorprendimos por mis padres. Se van a dormir y volvemos a quedarnos los 3 solos en ese pequeño salón, pero sus piernas parece que no están dispuestas a volver abrirse.

Acaricio sus pies y sus tobillos, lo cual me agradece con una mirada tierna, la película llega a su fin y Marta se levanta del sofá, nos ve un poco acaramelados y con una despedida breve nos da las buenas noches. Nos apetece hacer algo, pero el riesgo es grande, mis padres hace poco menos de una hora que fueron a dormir, pero podrían despertar para ir a por un simple vaso de agua.

Sigo acariciando su tobillo, pero empiezo a subir, nos miramos y vuelve a colocar sus piernas abierta frente a mí, toda una declaración de intenciones. Meto mi cabeza en ese hueco, voy besando desde su rodilla hacia arriba, se revuelve en el sofá cuando llego a su entrepierna. Aparto el pantalón del pijama y acerco mi boca a su sexo ante su mirada de impaciencia, le beso, doy algún pequeño mordisco y empiezo a introducir mi lengua en ese coñito mojado.

Sandra no deja de suspirar y mover su pelvis ante mi lengua que sigue saboreando su interior, en ningún momento la saco de allí, uso uno de mis dedos para que se una a la fiesta, un leve gemido sale de su boca. Se la tapa con la mano y con la otra me agarra de la cabeza, siento que me pide un poco más de ritmo, aparto mi lengua un momento, le saco mi dedo y vuelvo a introducirlo acompañado de otros 2.

Me suelta la cabeza, está a punto, se sujeta con ambas manos del sofá e intenta escapar de mis 3 dedos que no paran de entrar y salir. Su tripa se empieza a contraer, se está corriendo y acerco mi lengua para saborear esos últimos fluidos de su interior. Esta extasiada, una fuerte respiración y unos ojos de agradecimiento me atraen para que la bese. Nos hemos olvidado por unos minutos del riesgo, pero lo volvemos a tener presente y es hora de ir a la cama.

-Sandra: Joder… no sabes cuánto necesitaba algo así

-Marcos: Lo he notado

-Sandra: jajaja shhh que pena estar tan limitados

-Marcos: Ya se nos ocurrirá algo, pero recuerda que me debes una

Nos damos un último beso y cada uno se va a su cama. Con la cabeza ya en mi almohada pienso, que solo nos quedan 2 días con sus 2 noches allí, quizás la azotea sea el único lugar donde podamos estar a solas, pero soy tan sentimental, que quiero recordar ese lugar como el posible último encuentro con Marta. Me quedo dormido diciéndome a mí mismo que ya se me ocurrirá algo, ahora es hora de dormir.

CONTINUARA.