La fiesta de disfraces
En una fiesta de disfraces un sobrino le quiere demostrar a su amigo que yo soy su puta, al final logra demostrárselo.
Mi amado esposo Arturo me avisó que uno de sus primos haría una fiesta de Halloween, en la familia de mi esposo esa fecha era muy importante. Desde que lo conozco el Halloween es celebrado por ellos, no el día de muertos como se acostumbra aquí. Siempre hacen fiestas de disfraces que son muy divertidas, en cada fiesta la pasaba muy bien. Cada año escogía disfraces muy padres, casi siempre ganaba el concurso al mejor disfraz. Pensaba en todo esto mientras mi esposo me pedía ideas para disfrazarse ese año. Le dije que me dejara pensar en algo, él fue a la cocina y yo me quede en la recamara, era sábado.
Este año quería algo diferente, quería llamar la atención como en las fiestas normales, sentir que todos me deseaban. Quería sentir la mirada de todos los hombres, que se me insinuaran, que los que me habían cogido, me pidieran sexo nuevamente. Me puse a pensar en un disfraz que pudiera cumplir con ese propósito. De repente me vino uno a la cabeza, un muy sexy, no ganaría el concurso pero todos me verían, el disfraz de Gatubela. Conocía una tienda de disfraces donde sabía que lo podía conseguir. Quería el traje pero que fuera de látex, que fuera unas dos tallas más pequeño que de la mía para que me quedara muy entallado. Con unas botas que me llegaran a hasta las rodillas.
Fui a la cocina, le dije a mi esposo que se me habían ocurrido unos disfraces perfectos para los dos. Él quería saber cuáles pero le pedí que confiara en mí. Le avise que iría por ellos, y que podría verlos el día de Halloween, el cual sería unos días después. Fui a la tienda y conseguí todo lo necesario, me probé el mío, me veía riquísima. Sabía que sería la sensación de esa fiesta de Halloween.
Llegó el día de Halloween, la fiesta sería en un salón que rento el primo de mi esposo. Esta fiesta sería en la noche. Como a las 2 de la tarde mientras mi esposo y yo comíamos, el me preguntó por los disfraces, le dije que el iría de Batman y yo de Gatubela, se rió de la idea y me comentó que definitivamente este año yo no ganaría el premio, le dije que esta vez quería algo diferente.
La cita era a las 8, nos comenzamos a arreglar como a las 5 y media, cuando estuve lista salí de la recamara, él me esperaba en el cuarto de televisión.
A –Pamela te ves riquísima, no crees que exageraste un poco.
P –Me puse así para que veas la clase de mujer que tienes.
A –Sí pero también los otros podrán verlo.
P –Pues que te envidien porque este cuerpo es solo para ti.
Nos dirigimos al salón de la fiesta, en el camino yo pensaba en lo que le dije a mi esposo, que mi cuerpo era solo para él, cuando ya había perdido la cuenta de todos los hombres que me habían hecho suya. Y esos pensamientos me calentaban. Arturo me sacó de mis pensamientos cuando me avisó que habíamos llegado.
El muchacho del valet parking, no disimulo su mirada mientras recorría mi cuerpo que con ese traje tan ajustado se veía notaba más que de costumbre. Al entrar al salón, al primero que vimos fue a la persona que organizó todo esto, se acercó a saludarnos, a cada uno nos dio un fuerte abrazo, a tratando de ser discreto, bajo de más sus manos y alcanzó a acariciarme las nalgas.
Después seguimos saludando a varios familiares de mi esposo. Todo me veían con enorme deseo, yo trataba de caminar muy sensual pero sin exagerar para que las mujeres no empezaran a notar cosas demás.
La fiesta transcurrió como todas las de Halloween de esa familia, realmente me estaba divirtiendo, todos bailábamos y bebíamos, mi esposo llevábamos más de una hora de no sentarnos, hasta que me pidió descansar un poco. Llegamos a nuestra mesa, y comenzó una bachata le pedí que la bailáramos pero él ya no quiso. De pronto se acercó su sobrino Juan Carlos y me sacó a bailar, bailamos la canción él iba disfrazado de lata de cerveza, mientras bailamos esa canción no hablamos nada, después pusieron una balada, la bailamos y él me dijo.
J –Te ves buenísima tía.
P -¿Te gusta cómo se me ve el culo?
J –Sí y también las tetas.
Seguimos bailando como por 3 canciones más. Con Juan Carlos ya me había acostado varias veces, tenía mucho aguante y sabía moverse muy bien. Me acompaño a mi mesa donde me entregó a mi esposo y le agradeció que lo dejara bailar conmigo. Arturo estaba feliz de lo bien que me llevo con su familia y lo mucho que me quieren. Nosotros platicábamos con otras parejas, se acercó un ninja, un vampiro con una monja, en algún momento se acercó una prima de Arturo vestida como la niña del exorcista que al final ganó el premio, iba acompañado de su esposo que se disfrazó del padre que exorcizó a la niña.
Mientras nosotros estábamos en eso, Juan Carlos platicaba con su amigo Andrés, yo no los podía ver de hecho no conocía a Andrés, pero después Juan Carlos me dijo lo que platicaron.
A -¿Quién es la Gatubela, está buenísima?
J –Es mi puta y mi tía.
A –No inventes, ya quisieras tener una mujer así.
J –Te lo voy a comprobar.
A -¿Y cómo? Te apuesto lo que quieras a que esa mujer no te hace ni caso.
J –Te apuesto los boletos del concierto-
A –Muy bien, eso será lo que te ganaré.
En la fiesta había mucha gente, a varios de ellos no los conocía, por lo visto el primo de mi esposo no solo invito a la familia. En algún momento me dieron ganas de ir al baño, subí ya que estaban arriba, entré hice lo que tenía que hacer. Al salir la lata de cerveza estaba junto a al hombre araña. El hombre araña era Andrés, los dos al verme subir corrieron atrás de mí. Al pasar frente a ellos le sonreí a Juan Carlos, pasé y el me dio una nalgada.
J –Ven acá culo.
Me regresé y lo jalé.
P -¿Qué te pasa? ¿Quién es él? Se puede dar cuenta de lo nuestro e ir con el chisme.
J –No te preocupes es mi mejor amigo, no me cree que eres mi puta, tenemos toda su discreción.
El llamó a Andrés que se acercó.
J –Mira Andrés, ella es Pamela, di lo que eres de mí.
P –Hola Andrés, yo soy la puta de Juan Carlos.
Mientras yo decía eso, Juan Carlos acariciaba mis nalgas. Me iba a regresar a la fiesta cuando Juan Carlos me tomó de la mano y me llevó a un pasillo que estaba al lado de los baños, en ese pasillo abrió una puerta, ahí había muchos muebles viejos, mesas y sillas rotas, algunos manteles que se veían viejísimos. Andrés estaba parado atrás de nosotros, Juan Carlos le ordenó cerrar la puerta y atrancarla para que nadie entrara.
J –Vigila, me la voy a coger.
P- No creo que nos dé tiempo.
Él ya se había quitado el disfraz, me hizo quitarme el mío muy rápido, me puso frente a una mesa, me inclino y mis tetas quedaron recargadas en la vieja mesa. Me abrió las piernas y de una sola, me dejo ir su verga en mi vagina, grité ante su brusquedad, me agarré muy fuerte de la mesa y empecé a moverme, sentía como aquel pito entraba y salía de mi coño, era delicioso ser poseída de esa forma, la rudeza de Juan Carlos me tenía muy caliente. Voltee a ver a Andrés, este se había bajado su disfraz y se masturbaba lo único que no se movió fue la máscara.
P –Dame verga, que rico coges.
Juan Carlos me tomó de las piernas y
las levanto casi me estaba cogiendo en el aire, no aguanté más tanta excitación y me vine en un orgasmo largo y muy sonoro.
P –Aaaahhhh, me vengo, así dame verga, como me coges.
Él no acabo, me sacó la verga, mire a Andrés y le grite.
P –Ven aquí quiero mamarte la verga.
Su tamaño era normal. Pero su cuerpo era bonito muy marcado, se veía que pasaba un buen rato en el gym. Se acercó a mi tome su verga con mi mano y me la metí en la boca, mi lengua pasaba por su tronco, después por su cabeza, estuve mamando por unos 5 minutos cuando recibí la descarga de leche de Andrés. El sabor de esa leche era delicioso, pocas veces había probado una leche así.
Sentí como Juan Carlos me jaló de la cintura y me puso en cuatro patas sobre los manteles viejos, me escupió en el culo. Sabía lo que venía, así que afloje lo más que pude mi cuerpo. Sentí como apoyo la punta en la entrada de mi culo, poco a poco la fue metiendo, le costó un poco de trabajo, pero con mucho esfuerzo logró meterla toda. Me estaba doliendo me faltaba lubricación pero sentir la verga de Juan Carlos me hacía soportar cualquier dolor. Una vez que me acostumbre, empecé a moverme. Esa enorme verga me abría, sentía que me iba a partir en dos.
P –Párteme en dos, este culo es tuyo, tú eres mi macho.
El metía y sacaba su verga de mi ano, yo me sentía dominada, quería que nunca me la sacara. Me sentía llena, era de esas vergas que te vuelven loca. Sus movimientos iban de atrás hacia adelante. Empecé a venirme, el orgasmo era delicioso.
P –Aaaahhhh me vengo, que enorme verga tienes, mi culo está hecho para esa verga.
El siguió moviéndose dentro de mi ano, yo comencé a moverme en círculos, el no aguanto más y dijo.
J- Me vengo culo, me vengo.
P –Échamelo todo en el ano, quiero que me llenes con tu leche.
Termino de venirse, me dio una nalgada, y dijo que debíamos vestirnos y volver a la fiesta.
Nos vestimos, cuando íbamos a salir le dije a Andrés que se quitara la máscara y me dejara ver su cara, así lo hizo él. Cuando vi su cara me quede con la boca abierta, el muchacho era guapísimo, por no decir hermoso. Me hizo sentir mariposas en el estómago. Después supe que solo tenía 18 años.
Al regresar a la fiesta mi esposo me preguntó por mi ausencia, le dije que estaba arriba platicando con Juan Carlos y su mejor amigo. Él lo vio como algo normal y siguió en la fiesta disfrutando de ese maravilloso Halloween. Yo por mi parte no podía dejar de ver al hombre araña, y él tampoco me perdió de vista.