La fiesta de disfraces
Sofi y yo siempre hemos sido buenas amigas... pero después de una noche de fiesta fuimos mucho más que amigas.
La Fiesta de Disfraces
Sofi y yo (mi nombre es Isabel) siempre hemos sido muy buenas amigas, nos conocemos desde los 12 años y hemos vivido muchísimas cosas juntas. Cuando cumplimos 18 años y entramos a la Universidad, nos fuimos a vivir juntas a un departamento. Yo soy rubia, con senos grandes, un trasero no tan grande y de piel bronceada. Sofi es morena, delgadita, con unos senos pequeñitos y un trasero fabuloso: bronceado, duro y paradito. Las dos tenemos 20 años actualmente y este relato cuenta la historia del Halloween pasado y nuestra fiesta de disfraces.
La noche de Halloween, Sofi y yo habíamos decidido ir a una gran fiesta en un club cercano a nuestro departamento. Habíamos pasado semanas pensando en nuestros disfraces y finalmente decidimos ir vestidas como policías: mientras mi disfraz consistía en un vestidito corto, azul, muy escotado y acompañado por botas negras altas; Sofi llevaba un disfraz con un pantaloncillo (hot pant) y una camiseta muy al cuerpo, resaltando su maravillosa figura. Se veía deliciosa esa noche, no puedo mentir.
Nos fuimos para la fiesta y nos separamos. Ambas habíamos bebido muchísimo esa noche, pero siempre lo hacemos. Eventualmente, yo me fui para el departamento y ella no había llegado. Como es costumbre, llegué y me recosté en la cama. Empecé a masturbarme con la mano metida debajo de mi vestido y como estaba sola gemía de placer sin necesidad de bajar la voz. Estaba pasándola muy bien, cuando en eso veo que Sofi había llegado y me estaba observando desde la puerta de mi habitación. Yo me detuvé en seco.
¿Hace cuanto estabas ahí? , le pregunté rápidamente
Hace un par de minutos ¿Necesitas ayuda?, me preguntó
Yo no supe ni que contestar, Sofi se acercó y se sentó a mi lado en la cama. Nos empezamos a besar, primero despacio, sumamente sexy. Luego aceleramos el paso, nos besamos más rápido, con más pasión, las dos respirábamos fuerte y yo la tomé por la mano. Nos pusimos de pie y nos empezamos a mirar fijamente.
Isa hace mucho tiempo fantaseo con esto, me dijo al oído
Yo también Sofi
Y en ese momento la besé con fuerza y bajé mis manos hasta sus nalguitas: tan paradas, tan duras. Ella en ese momento me tocaba los senos, y yo estaba ya empapada en mis jugos. En ese momento me empezó a desvestir, abriendo mi vestido por el zipper que empezaba en mi escote. Yo llevaba un juego de lencería negro: tanguita y bra de encaje, el brassier tan pequeño que apenas cubría mis duros pezones. Le quité los pantaloncillos para encontrar que llevaba un deliciosa tanguita blanca semi-transparente que dejaba entrever su rasurada conchita. Le solté los botones de su camisa y ahí estaban ese par de deliciosas tetitas: pequeñas, pero firmes. Ninguna de las dos nos quitamos las botas altas que llevábamos. Sofi me lanzó en la cama:
Isabel, estás buenísima
Buena tú Sofi ven acercate
En ese momento, nos sentamos las dos en la cama Nos besábamos, nos tocábamos, era una escena digna de peli porno. Me acerqué a sus tetas y las empecé a chupar. Sofi tenía los pezones duros y enrojecidos: mi lengua los rozaba y luego con la boca le empecé a dar mordisquitos. Ella gemía de placer y yo nada más pensaba en darle el mejor sexo de su vida. De pronto ella me recuesta sobre la cama, me besa el cuello, baja hasta mis senos, sigue bajando hacia el ombligo y me arranca mi tanguita negra con los dientes.
Tu concha está divina quiero probarte
En ese momento, abrí mis piernas y sentí como su lengua recorría mi clítoris y limpiaba mis jugos. Sentía sus labios besando mis labios vaginales y yo como loca gemía de placer. Largo rato estuvo abajo lamiéndome, yo me sentía en el cielo Me masturbaba como sólo una mujer sabe hacerlo: con paciencia, pasión, conociendo todos mis puntos. De pronto nada más se levanta, me mira con su boca llena de mis jugos y se acerca a mi cara me besa. Y cuando me besaba, sentí como introducía sus dedos en mi vagina: uno primero, dos después y finalmente tenía tres de sus deditos dentro mío. Nuestro rostros de frente, yo gimiendo al sentir sus dedos dentro mío y ella mirando mi cara de placer. Después de varios orgasmos, era mi turno de hacerla gozar un rato.
Busqué las esposas que llevaba con mi disfraz y la até al respaldar de la cama. Ahí estaba mi amiga de toda la vida: mirándome, con su tanguita semitransparente, sus tetas al aire e implorándome que la cogiera. Tomé unas tijeras y corte su tanguita por los lados, se la terminé de arrancar con la boca y le empecé a besar las piernas. Poco a poco fui subiendo hasta encontrarme con su conchita y me di cuenta que había empapado las sabanas con sus jugos.
Tranquila Sofi déjame limpiarte.
Y con la punta de mi lengua empecé a hacer círculos alrededor de su clítoris. Ella no paraba de gemir y cada uno de sus gemidos me excitaba más y más. Pasaba mi lengua de arriba-abajo por toda su vagina. Introduciendo su lengua y mis dedos en su cuevita, escuchando sus gritos, sus gemidos, sus ruegos de placer. Sofi estaba sudada, agotada pero yo quería darle un poco más. Me levanté de la cama, las dos desnudas mirándonos y ella atada Me acerqué a mi mesita de noche y tomé un pañuelo, se lo amarré alrededor de los ojos mientras la besaba. Saqué mi consolador: el de 25 cm y con vibrador que recientemente había comprado. Bajé de nuevo hasta su concha, se la chupe a más no poder y mientras ella gemía y pedía más, le metí mi consolador:
Si quieres más Sofi, te voy a dar más.
Con los 25 cm de consolador dentro de ella y mi boca comiéndose sus deliciosas tetas: mi mejor amiga gritaba, sudaba, se retorcía del placer. Después de un rato de escucharla como se venía una y otra vez, le saqué el consolador y le removí el pañuelo de los ojos. Le abrí las esposas y nos empezamos a besar por largo rato. Luego ella me metía el consolador mientras me besaba y pasaba sus deditos por mi clítoris. Hicimos un 69 y luego ambas aturdidas, agotadas y llenas de nuestro jugos nos metimos a la ducha y nos limpiamos todo. Y desde ese momento (hace ya casi 3 meses), Sofi y yo procuramos tener nuestras "sesiones" cada vez que podemos y ya que vivimos juntas se imaginaran con la frecuencia que gozamos.