La fiesta de Chicago. Primera parte
Una fiesta que parece algo aburrida pero en la que de pronto todos tus sueños se hacen realidad. Es un elegante relato que recomiendo sea leido relajado/a y con mucha tranquilidad.
Mini capítulo I. La noticia
-. Cariño, ya he llegado. ¿Está la cena preparada?.- Dije al entrar en casa tras el día de trabajo.
-.Pues no, me has pillado. Yo acabo de llegar también, he comprado algunas cosillas y me he entretenido. Pasa que te enseño todo lo que he comprado y lo poquito que nos hemos gastado.- Dijo Diana, mi mujer, extendiendo en el salón camisas, zapatos, vestidos…
-. Esta camisa es preciosa.- Comenté posando la mirada en una camisa rosa de cuadritos minúsculos.
-. Pues 35 euros, que te parece, y marcaba 90.
Tras revisar durante unos minutos toda la compra, nos sentamos y Diana notaba que tenía la necesidad de contar algo.
-. Y tú, ¿Qué tal en el trabajo?
-. Bien, tengo una noticia buena y una no tan buena.
-. Empieza con la no tan buena.
-. Primero tengo que contar la buena y es que me han dado la delegación en Europa.
-. Y ¿eso qué significa?
-. Por lo pronto, me dan una participación en el estudio, así que seré socio de la empresa y en números redondos hablamos de unos 200.000 euros al año.
-. Y eso al mes cuanto es.
-. Ni idea, pero seguro que rondarán los 8.000 euros netos al mes.
-. Neto es lo que te meten en el banco
-. Neto es lo que nos meten en la cuenta bancaria.
-. Y ¿Qué tienes que hacer para que te den todo ese dinero?
-. Supongo que trabajar y ser muy eficiente. Tendré que rentabilizar todo ese dinero, y además a final de año si hay reparto de beneficios, nos llevaríamos otro pico.
-. Entonces podemos cambiar de coche, y mañana me puedo ir otra vez de compras. Y ¿cual es la noticia medio buena?
-. Tendré que viajar a Chicago de vez en cuando y pasar allí temporadas, quizás de 2, 3 días, una semana.
-. Por 8000 euros al mes lo superaremos. Tampoco te creas que te voy a echar tanto de menos con la cuenta repleta. ¿Por cierto no hay nada de cena, pedimos una pizzas que hoy hay 2x1?
Mini capítulo II. Preparar el viaje
15 días después.
-. Cariño, ya he llegado. ¿Está la cena preparada?- Dije al entrar en casa tras el día de trabajo.
-. En la nevera hay algo de verdura que ha sobrado de este mediodía. Queda menestra o espinacas.
-. Me apetecen unas espinacas, ahora me lo pongo yo. ¿Tú te puedes coger cuatro días de vacaciones la semana que viene?
-. Supongo que sí. ¿Qué días?- Comentó Ana mientras pensaba los compromisos de la siguiente semana.
-. El martes tengo que ir a ver la sede de Chicago, verme con los grandes jefes y ya aprovechamos y nos damos una vuelta por la ciudad. Supongo que el jueves estaremos de vuelta.
-. Pero ¿hay algo que ver en Chicago?, no sé por qué me da que es un sitio aburrido
-. Pues no tengo mucha idea, pero creo que hay unos leones de bronce muy famosos, parques muy bonitos,la Torre Sears, museos…
-. Eso lo has mirado ahora antes de venir en internet, no me creo yo que sepas tú mucho de Chicago. ¿Ropa de invierno o de verano?.
-. En esta época hace fresquito.
Mini capítulo III. El Hotel
El viaje a Chicago se nos hizo algo largo. Daba la sensación de que estaba en el último confín del mundo, y eso que viajar en business “acorta y relaja los viajes”.
Nos alojamos en el elegante Four Seasons Hotel Chicago ubicado en el centro
-. Y aquí es donde pasaré mis temporaditas en esta ciudad, ¿Qué te parece?
-. Me parece que tienes un morro que te lo pisas y que no me hace mucha gracia que estés tantos días en un hotelito de estos que solo con descolgar el teléfono te traen todo lo que pides.
-. Frutas exóticas, un sándwich con mucho queso calentito.
-. Y también rubias operadas con ideas equivocadas. En esta ciudad solo hay rubias espectaculares.
-. Y rubios.
-.Ya, pero el que se queda en el hotel eres tú.
-. Esta noche tenemos cena en casa del gran jefe. Así que según vas deshaciendo la maleta, ve buscando algo para ponerte tipo “cena de gala” o algo así.
-. Pues creo que no he traído nada de cena de gala, si quieres te enseño lo que tengo a ver que me aconsejas.
-. Luego llamo a Eva a ver qué me dice, que ella ya conoce cómo son estas fiestas y sabe cómo hay que ir vestidos.
-. ¿Eva es tu compañera, la chica de Salamanca?
-. Si, bueno, no sé si es de Salamanca o de León o del Bierzo, el caso es que ella sabe manejarse por aquí muy bien. Ya tiene experiencia.
-. Y ¿cómo dices que se llama el dueño de la casa?
-. Roger Hoobs
-. ¿Cómo?
-. Roger Hoobs. Tú solo tienes que decir ¿Qué tal señor Hoobs? Y él te dirá, “Oh, por favor, llámame Roger”.
-. A ver que tal mi pronunciación del norte de Guadalajara.
Mini capítulo IV. El vestido
Eva tuvo la deferencia de acercarse al hotel para echar una mano a Diana. Las dos se pasaron por las tiendas del hotel y al final optaron porque Diana alquilara un vestido de Christian Lacroix que por talla era el que mejor le quedaba sin necesidad de grandes arreglos.
Una vez puesto, el vestido era espectacular, así como la facturita que le acompañaba.
-. Cariño, que esta cena es muy importante, tengo que ir bien arreglada, eso me ha dicho tu compañera. Además si vas a ganar 8.000 al mes, esto no es nada. Además el cambio a euros es mucho menos dinero.
-. Ya, ya, no es nada, pero todavía no tenemos la primera nómina en la cuenta. La factura del vestido y no quiero ni mirar lo que te han costado los zapatos.
-. Los zapatos han salido por 190 dolares, superbaratos para lo que había en la tienda. Pues yo ya te digo que a esto me puedo acostumbrar fácilmente. ¿Qué te parece el vestido?
Era un vestido de noche con elegante diseño compuesto por 3 capas de seda del intenso color rojo, ligero escote en pico no muy generoso con un precioso combinado de dos tipos de drapeado sencillo en tirantes y pecho que favorecían y estilizaban la silueta. El vestido también tenía el mismo escote pero mucho más pronunciado para la espalda.
-. Pues un poco… .- No acertaba a comentar sin caer en la vulgaridad.
-. ¿Si?, ¿Tú crees? De todas formas no enseña nada, es muy fácil de llevar, no se mueve y cuando caminas te hace un talle super elegante. Y mira qué zapatos más espectaculares y qué taconazo. A ver si no me caigo.
-. ¿Y esto es lo que te ha recomendado Eva?
-. A ella le ha encantado, me ha dicho que con este voy perfecta. Por cierto, majísima tu compañera.
-. Me alegro que hayáis hecho migas, así no tendré que estar pendiente de ti toooda la noche.
-. ¿Tú la conoces?
-. Solo por teléfono.
-. Pues es una chica monísima. Se ha probado un Hermès que le quedaba al milímetero.
Mini capítulo V. El taxi
18:30 horas. Mientras el taxi nos llevaba a la residencia del sr. Hoobs.
-. La verdad es que me está saliendo por una pasta traerte a Chicago, pero ahora que veo el conjunto he de reconocer que merece la pena..- Dije embobado mientras el rojo del vestido iluminaba el interior del taxi.
-. La verdad es que este vestido le sentaría bien incluso a mi abuela Margarita. Pero no te preocupes que esto de gastar mucho es hoy nada más. Mañana ya me pongo otra vez a buscar chollos por todo Chicago.
-. Por cierto, ¿cómo puedes llevar sujetador si tiene la espalda al aire?
-. No llevo sujetador. Los tirantes del vestido son los que sujetan.
-. Espero que aguanten, no parecen muy resistentes.
-. No te preocupes que no se me ve nada, no seas tonto.
-. No me he fijado qué braguitas te has puesto para este vestido tan espectacular.
-. Pues era una sorpresa para cuando volviéramos.
-. Qué sorpresa... ¿tampoco llevas bragas o que?
-. No. Sólo llevo estos pantys que son espectaculares, me han costado 14 dolares, una ganga.
-. Entonces no llevas ropa interior.
-. Que antiguo eres. Con los pantys no hace falta ropa interior y no te preocupes que el vestido llega hasta los pies. ¿Quieres que me suba la falda y ves cómo me queda?
-. Bueno, dejemos el tema que el taxista se va a poner nervioso.
-. ¿Tú crees que sabrá español?
-. Ni idea, pero ahora ya no se lo voy a preguntar.
Mini capítulo VI. La fiesta
La mansión de Hoobs era eso, una mansión. Sin hacer un recuento real, debíamos ser unos 50 invitados, y todos podían comer y beber de las innumerables bandejas que el servicio sacaba constantemente de la cocina.
Tenía un hall de entrada de más de70 metros cuadradosal que llegaban dos escalinatas de mármol, de acceso a los dormitorios, y traspasando por debajo de las escalinatas se accedía a un salón dividido en tres ambientes a cual más elegante, acogedor y espectacular.
-. Hola yo soy Eva, tu eres Fernando.
-. Ah! Por fin nos conocemos.- dije..- No sé como me has podido reconocer entre todos estos rubísimos y altísimos yanquis.
-. Jajaja, fácil ¿Y Diana?
-. Justo detrás de ti cogiendo un canapé de la bandeja de las verduritas con mostaza o algo así.
-. ¡Hola Eva! Dijo Diana. Este es el último canapé que me tomo, que luego me va a apretar el vestido. Estás preciosa Eva. Fer, ya te dije que Eva era guapísima.
Eva llevaba un elegante vestido, con un estampado de infinitos colores de estilo impresionista, en base a tonos cálidos, cintura entallada y falda con apertura trasera.
No pude evitar asomarme al escote de Eva, notando que al igual que Ana, no llevaba sujetador. Una talla 90, quizás copa C, calculé rápidamente. En un momento de despiste incluso creí haber podido ver parcialmente un poco la areola de su pezón, aunque probablemente fue una mera ilusión.
-. Gracias.- respondió ruborizada.- Un momento que os presento a Nicolás.
-. ¿Es tu novio?- Preguntó Diana.
-. Ya sabes que cuando haces convivencia y no te casas, pasas de ser novios a pareja, pero sí algo así somos. Llevamos ya 4 años viviendo juntos.
En aquel momento, sabiendo que por allí estaba su pareja, me avergoncé un poco de esa mirada en busca del escote de Eva. Ella casi con toda seguridad había notado ese “posado de ojos”, y yo había quedado un poco mal, la verdad.
-. Mirad, este es Nicolás, mi compañero Fernando y Diana que es su mujer.
Nicolás era más alto, más guapo y mejor presencia que yo, así que Diana le miró un poco como yo había hecho con segundos antes con Eva.
La fiesta en general fue bastante tediosa. Gracias a Nicolás y a Eva pudimos tener unos ratos amenos en los que comparábamos ese muermo de fiesta con las fiestas en España.
Los americanos en las fiestas VIP, cool o como quieras llamarlas son un poco sosos y de hecho a partir de las 22:00 horas la gente comenzaba a irse.
Nosotros habíamos solicitado un taxi a las 23:00, por lo que aun nos quedaba una hora de espera, lo que parecía mucho tiempo viendo el ritmo con que la gente abandonaba la mansión.
-. ¿Qué tal lo estáis pasando? Preguntó Mr. Hoobs.
-. “Ha sido una fiesta fantástica”, “Tiene usted una casa maravillosa”, “Fantástica la comida”, “No sabía yo que en Chicago hubiera fiestas tan maravillosas” .- comentamos casi a coro los 4 españoles.
-. Pues a mí me ha parecido aburrida, y la comida bastante mediocre.- respondió el señor Hoobs.- Pero ahora cuando se vayan los últimos invitados pasaremos a la biblioteca y allí nos tomamos una copa más tranquilos.
-. Nosotros tenemos pedido un taxi, que llegará en un rato ¿no cariño?, dije a Diana para intentar escapar de la casa.
El sr. Hoobs, sacó el teléfono del bolsillo y dio ordenes a alguien del servicio para que el taxi que viniera a mi nombre se le pagara y se le devolviera sin pasajeros.
-. Ya está solucionado. Id pasando a la biblioteca si queréis, enseguida mando a alguien para que tome note de vuestras bebidas.
Eva dudó un momento si la invitación también hacía referencia a Nicolás y a ella.
-. Eva, si pasa mi mujer por la biblioteca le dices que ya me espere allí. Yo voy a tratar de deshacerme de los últimos invitados.
Mini capítulo VI. La biblioteca
La biblioteca no era muy grande, unos 40 o50 metros cuadradosde altísimas estanterías plagadas de libros.
En el centro una mesita de te y sofás y butacas rodeándola a modo de lugar de encuentro y tertulia.
Nuestras bebidas ya estaban servidas pero no nos atrevíamos a tomarlas muy deprisa para que no diera la impresión de que el primer copazo lo habíamos tomado antes de la llegada del anfitrión.
La estancia nos dio pie a charlar de libros, de escritores, de películas, de actores, y la verdad es que aunque nuestro anfitrión tardó más de 30 minutos en llegar el tiempo pasó volando.
-. Veo que ya tenéis las primeras copas.- Dijo Roger Hoobs al entrar.- Os presento a mi mujer Alyson y unos amigos que les he pedido que se quedaran, John, aunque todos le llamamos Raven y su maravillosa esposa Sririta. Sririta es de Tailandia.
Roger, de 48-50 años, era el típico americano alto, grande, pelo rubio casi albino, algo sonrosado de mejillas y con unos modos que denotaban una educación muy cara en colegios europeos.
Alyson, de cuarenta y pocos, era una bella mujer muy elegante, tanto en las formas como en su complexión. Su tono rojizo de cabello era natural y sus graciosas pecas infantiles, que hacía intuir su ascendencia irlandesa. Llevaba un vestido largo y holgado que disimulaba sus formas, aunque podía apreciarse su silueta delgada y estilizada.
John Raven, también de 48-50 años, era de Austin (Texas) y no lo disimulaba ni en su acento ni en su vestimenta. No era tan alto como Roger, pero era de complexión fuerte y su aspecto general le identificaba como un asiduo del deporte.
Sririta era pequeñita, con rasgos marcadamente orientales, una maravillosa piel sedosa color canela. Su cuerpo estaba perfectamente proporcionado. Llevaba un vestido que marcaba sus formas, siendo imposible no fijarse en sus pechos redondos, naturales y por supuesto podía apreciarse a través de la tela de su vestido cómo marcaban dos pequeños pezones.
Una vez presentados tomamos algunas copas muy relajados en los sofás y butacas alrededor de la mesita de té. Hablamos de los tipos duros de Texas y de la disciplina en los colegios alemanes o suizos.
Parece que las copas nos iban dando algo más de aturdimiento de lo normal así que pregunté a Roger.
-. Este whisky es realmente fantástico, Roger
-. Rittenhouse, .- contestó el anfitrión.
-. Pues yo no soy muy aficionado al whisky y este es excelente.
-. Te prepararé una botella para que te lleves a Madrid.
-. Y este whisky tiene más graduación o es que yo no estoy muy acostumbrado a beber.
-. No. Lo que notas es que quemamos un poco de opio.
-. Entonces el incienso que está quemándose en la esquina no es incienso.
-. Es una mezcla opiácea que no da olor y permite saborear las copas más relajadamente.
Lo que faltaba, con un puntito de whisky y algo medio fumado, yo que no he probado un cigarrillo ni en las bodas.
Solo esperaba que no dijera ni hiciera ninguna tontería provocada por la desinhibición del momento. Tan solo me decía… concéntrate, concéntrate y no digas tonterías.
Justo en ese momento Alyson paró todas las conversaciones.
-. Os propongo un Black Jack sin fichas y sin croupier.
Los cuatro españoles nos miramos las caras a ver si alguno sabía de qué iba el asunto.
-. Es muy sencillo, los hombres juegan al Black Jack y nosotras proponemos el premio. El hombre que mejor puntuación saque gana el premio.
-. ¿Y cómo es el Black Jack? Preguntamos los dos hombres españoles.
-. Sencillo, se reparten de inicio dos cartas a cada uno, y vais pidiendo cartas tratando de sumar 21. El primero que se pase, o el que menor puntuación tenga pierde.
-. ¿Y lo del premio? Preguntaron las dos españolas.
Vamos a sacar los naipes y lo veréis.
Capítulo VI. El Black Jack.
Se comenzaron a repartir cartas entre los cuatro hombres cuando Alyson propuso la primera prueba.
-. Como os veo un poco tímidas seré yo la que proponga la primera prueba. La perdedora tendrá que contar su primera experiencia.
-. La perdedora es realmente la mujer del que pierde.- Dijo Eva
-. Eso es.- Respondió Alyson emocionada.
-. En Estados Unidos las mujeres asumen el apellido del marido y sus errores, según parece.- dijo Diana en perfecto español.
En la primera mano repartió Roger, y a mí me temblaban las piernas. No quería arriesgar ni lo más mínimo y me planté con 16, una cifra que consideré bastante buena, pero al parecer no fue lo suficiente.
-. El primero en perder ha sido mi buen amigo Fernando de Madrid.- Dijo Roger.
Yo me quedé petrificado, ya que ahora le tocaba a Diana, contar su primera experiencia sexual que por supuesto no había sido conmigo.
Diana parecía que también se había quedado algo petrificada.
-. ¿Cómo empiezo?.- Dijo mi mujer con un tono algo enfadado y echándome una mirada asesina.
Alyson le ayudó un poco, le preguntó a qué edad, con quien, cómo fue la experiencia, si fue en un coche, en una cama o en plena calle…
Diana hizo una historia bastante edulcorada de su primera experiencia donde evitó hacer mención a partes anatómicas sexuales o a posturas complicadas.
Al acabar todos aplaudieron, dando un respiro a la pobre interrogada que salió con bastante soltura del envite.
-. Chicas ¿Cual será la segunda prueba?.- Preguntó Alyson.
-. Propongo que confiese todos los hombres con los que ha estado.- Dijo Diana, ya metida un poco en el juego.
Así comenzó la segunda mano en la que Nicolás se salió nada más solicitar la segunda carta.
Eva se puso en pie y comentó los nombres por orden, desde el primero hasta Nicolás. No habían sido muchos y como la gente quería exprimir la prueba, entre medias la zona yanqui preguntaba sin parar detalles de cada uno de los hombres, haciendo la prueba algo interactiva.
“¿Y cómo fue este?” “¿Cuál fue el mejor amante?” “¿Quién la tenía más pequeña?” “¿Quién hizo más gatillazos?” “¿Has sido infiel alguna vez?”.
Al preguntar aquello, Raven había dado en el clavo. Eva dudo un instante y después dijo que nunca en una evidente mentira que no pasó a nadie inadvertida.
-. Si has sido infiel puedes contárnoslo. No creo que a Nicolás le importe. Ya ha pasado..- Dijo Alyson tratando de sonsacar a Eva.
-. No, no. Nunca he sido infiel.- Repitió Eva
-. Al menos lo habrás pensado, todos hemos sido infieles con nuestra imaginación.- Insistió Roger
-. Bueno, quizás de pensamiento, como todo el mundo supongo.- Confesó Eva.
En ese momento Nicolás abrió los ojos y lanzó una mirada a su pareja.
-. A mí me encanta ser infiel de pensamiento.- Comentó Sririta con su dulce acento asiático.
-. Esta chica es el demonio en persona.- Dijo Raven riendo a carcajadas.- Cuéntales lo que sueñas cariño.
-. Cuando Raven me hace el amor, normalmente pienso que lo hago con alguna otra persona. Eso me excita más.
Los cuatro españoles no dábamos crédito por donde iban las conversaciones, pero lo cierto es que al menos los dos hombres estaban deseando entrar dentro de los sueños de aquel pastelito tailandés.
-. Veréis, a Raven le encanta inventar, innovar y a mí me encanta seguirle la corriente y así es como me he aficionado a cambiar de pareja, al menos en la imaginación.
-. Dinos con quien te acostarías de los presentes Sririta.- Le preguntó Roger.
-. Probablemente con Nicolás. Perdóname Eva. Jamás lo haría con él, pero si para imaginarme estar con él. Me gusta su forma de mirar, parece muy observador.
-. ¿Eres observador Nicolás?.- Preguntó Raven
-. Bueno, no lo sé, lo normal supongo.- Contestó Nicolás.
-. Apuesto los pendientes de mi esposa a que sabes de qué color son sus ojos.
-. Color miel.
-. Por los clavos de Cristo!, Lo sabía. Cariño entrega tus pendientes. No creas que son una tontería, me costaron 4.000 dolares hace un par de años.- Dijo riendo Raven.
-. No, no por favor, no es necesario.- Comentó Nicolás contrariado.- No los aceptaré, por favor Sririta, esos pendientes deben adornarte.
El pastel Tailandés no hizo caso y depositó los pendientes en el centro de la mesa de té.
-. Nicolás, si alguien pierde una apuesta puede depositar lo apostado en el centro de la mesita de té y al final de la noche lo retiran sus ganadores. Quizás antes de que acabe la noche, Sririta pueda recuperar sus pendientes.- Dijo Roger, mirándonos a los nuevos e instruyéndonos sobre cómo se desarrollaban los juegos en su casa.
Se hizo unos segundos de silencio y Alyson, nuestra anfitriona volvió a la carga.
-. Chicas, necesitamos una nueva prueba para la siguiente mano. Sririta, tu turno. ¿Qué nos propones?
-. Os propongo darnos un gusto. La mujer que pierda deberá comprobar qué hombre está excitado y cual no. Y contárnoslo a todos por supuesto
Diana, mi mujercita creyó no entender bien la propuesta y trató de puntualizar. -. Entonces, nosotras comprobamos, tocando a los hombres si están o no excitados.
-. Eso es. La perdedora acariciará los pantalones de nuestros hombres.- dijo Sririta.
La siguiente mano se repartió en el tenso ambiente que había entre los hombres. Ninguno de nosotros quería ver a nuestra mujer o a nuestra pareja acariciando la entrepierna de los otros 3, sabiendo además que los 4 debíamos estar totalmente excitados a poco que fueramos humanos.
El primero en pedir fue Nicolás, aunque en su rostro se reflejaba la duda de si habría hecho bien o no.
Al levantar el naipe su mirada se perdió en el techo de la biblioteca y susurró, “me he salido”.
Todas nuestras miradas se dirigieron hacia Eva, los hombres con una media sonrisa que debíamos ocultar y las mujeres con una mirada que denotaba algo de envidia.
-. ¿Cómo lo hacemos?- Preguntó Eva muy decidida y tratando de no encontrar su mirada con la de Nicolás.
-. Como tú quieras.- Contestó Sririta.- Si te parece te acercas lo suficiente a cada hombre para que los demás no podamos ver como pones la mano. Lo único que debes contarnos si ya están o no excitados.
-. ¿Y también debo hacerlo con Nicolás?
-. Por supuesto.- Contestó rápidamente Nicolás.
Eva se levantó lentamente y eligió por lógica Roger como el primero al que tocar, ya que estaba sentado junto a ella.
Trató de ser lo más aséptica posible, daba la sensación de que era un urólogo palpando a su paciente.
-. Alyson, debo decirte que tu marido está excitado.- Dijo Eva.
Todos soltamos una gran carcajada de desahogo… bueno, todos menos Nicolás al que evidentemente no le hizo ninguna gracia el comentario.
Después Eva cruzó hasta la posición de Nicolás.
-. Chicas, mi pareja también está excitado.- Dijo Eva
Volvimos a reírnos a pesar de que a Nicolás se le veía muy tenso. Él trató de sonreír para integrarse con los demás que observábamos la escena, pero no parecía ser su mejor momento.
Después se dirigió hasta Raven quien se abrió de piernas esperando la mano de aquella preciosidad española. Desde varios metros de distancia se le notaba perfectamente como su polla estaba totalmente crecida dado que llevaba unos pantalones bastante ajustados.
Aquel detalle de abrir descaradamente las piernas, definitivamente no le gustó nada a Nicolás.
A Eva en cambio le pareció una forma de entrar mejor en el juego y de hecho se recreó un poco más con la polla del tercer participante.
-. Sririta.- llamó Eva.
-. Dime Eva.- Contestó la tailandesa con tono divertido.
-. Enhorabuena, aquí tienes un magnífico ejemplar.- Sentenció.
Todos rompimos a reir. Las ocurrencias de Eva relajaban el ambiente y por supuesto hacían que la situación para Nicolás no fuera tan tensa.
Diana me echó una mirada antes de que Eva se acercara a mí, en la que se veía “Anda que no te va a gustar que te toque tu compañera de trabajo, golfo”
Eva se acercó a mí algo más que al resto, de tal manera que su pecho quedaba justo a la altura de mi mirada. Para incorporarse tuvo o más bien quiso rozar sus pezones con mi boca, hecho que me pareció perfectamente calculado y lo que inevitablemente lanzó definitivamente mi polla hasta lo más alto. Era evidente que lo había hecho a propósito, quizás por asegurarse encontrar una polla excitada, quizás para decirme que antes me había pillado mirando el interior de su escote, o quizás como algún tipo de castigo a Nicolás.
Al posar la mano sobre mí paquete, noté, como palpaba mi miembro y de pronto lo agarró como si fuera a masturbarme deslizando su mano suavemente hasta 3 veces de abajo a arriba, recorriendo con sus dedos la longitud de mi miembro finalizando con su pulgar en un recorrido circular sobre mi capullo que me hizo estremecer.
Yo empecé a ponerme incómodo, no por aquellas reiteradas caricias que eran propias del séptimo cielo, sino por ver la expresión de Diana al acabar aquello.
-. Creo que sí, que estás excitado, pero no creas que lo tengo muy claro.- Dijo Eva al levantarse.
Todos volvimos a reir. En especial yo de manera bastante nerviosa.
-. O bien la tienes muy pequeña, o bien no te gustamos.- Dijo Alyson posando su mirada en el enorme bulto que asomaba por mi pantalón.
-. Pues a mí me parece la tienes bien tiesa cariño.- Dijo Diana con cierta sorna.
Alyson volvió a tomar el mando de la velada y pidió a la “perdedora” Eva que propusiera la siguiente prueba.
Eva se quedó un poco bloqueada, y de pronto se le ocurrió la prueba contraria.
-. La perdedora deberá dejarse tocar.- Dijo Eva.
-. Mmmm, tocar el qué, debes concretar mejor.- dijo Alyson
-. Se me ocurre, que la perdedora, se pondrá junto a cada hombre y se dejará, por ejemplo, tocar los muslos durante 15 o 30 segundos. Todo ello por debajo de la falda de la perdedora.
-. ¿Poniendo los hombres sus manos por debajo de la falda?.- Apuntilló Alyson
-. Eso es.- Contestó Eva
-. Entonces que sean 30 segundos.- remató Alyson
La tensión entre los hombres se volvió a mascar. Era evidente que disfrutar de la mujer de otro, aunque fuera solo acariciando sus muslos era una idea maravillosa, pero ver como durante 30 segundos cada uno de ellos lo hacía con tu mujer, era una idea que ya no era tan sugerente.
Por un instante, cerrando los ojos antes de recibir mi naipe, puede ver como las manos de Raven se paseaban por los muslos de mi mujer, disfrutándola, saboreando cada uno de los 30 segundos. Lo peor es que era un sentimiento totalmente encontrado de excitación y repudio.
Al abrir los ojos de nuevo vi que ya tenía mis dos naipes junto a mí. Yo era el primero en hablar. Lo levanté y era un 9 y un 2. Pedí una nueva carta, que no quería ni levantar. Era otro 2.
Supongo que algún experto sabría qué tanto por ciento de posibilidades tenía de ganar contra 4 jugadores si me plantaba con una cifra tan baja, pero yo no tenía ni idea. Supuse que Nicolás no arriesgaría ya que en la mano anterior se había salido, pero tanto Raven como Roger parecían dos expertos que calculaban al milímetro sus jugadas.
Me planté con 13, y nada más plantarme me arrepentí. Traté de sonreír para dar apariencia de una buena mano, pero ninguno de los hombres me miró. Estaban demasiado concentrados en sus propias jugadas.
Raven se plantó con dos cartas, lo que a todas luces era 20 o 21. Roger pidió una tercera y una cuarta carta y al levantar el último naipe rápidamente se plantó, lo que indicaba una muy buena mano.
Nicolás era mi última esperanza. Esperaba que fuera tan conservador que no quisiera más cartas, pero había calculado mal, ya que al ser el último en pedir cartas tenía que arriesgar más.
Pidió carta, pidió una cuarta carta. En su mirada se veía cómo trataba de calcular posibilidades. Si pedía una carta más, casi con toda seguridad yo habría perdido ya que sumar más de 13 era lo más sencillo.
Pidió una nueva carta, por lo que Raven y Roger le llamaron “valiente”, “intrépido” y al levantar se le vió una gran sonrisa.
-. Señores.- Dijo con calma Nicolás.- Me he vuelto a salir.
Su sonrisa era de frustración, de pensar en que era una injusticia o de pensar en la que se le venía encima al ver como todos íbamos a disfrutar los muslos desnudos de Eva.
En mi caso noté un alivio que traté de contener a pesar de las copas de whisky y del humo que había generado el opio.
Las mujeres miraron con cierta preocupación a Eva, que por ahora estaba siendo la gran perdedora de la noche, pero la perdedora no dudó un instante en ponerse en pie y acercarse de nuevo a Roger. Ella misma tuvo que coger las manos del anfitrión y posarlas sobre su piel.
Roger, tratando de no sobrepasarse en exceso con su empleada recorrió torpemente con las manos por debajo de la falda de Eva y pocos segundos después dijo, “Por mí prueba superada”.
Después era de nuevo el turno de Nicolás, pero éste estaba demasiado frustrado o avergonzado y le dijo que no era necesario.
Eva le recriminó.- Tienes que hacerlo, pon tus manos en mis muslos y disfrútalos como los demás.
Nicolás obedeció. Puso sus manos por debajo de la falda y acarició los muslos de su compañera como si no hubiera nadie delante mirando.
El tercero volvió a ser Raven. Eva se puso delante y el texano colocó sus manos en los delicados tobillos de Eva, subiendo poco a poco sus manos en los que se notaba perfectamente como recorrían todo el perímetro desde adelante hacia atrás, en los que por la altura que alcanzaba, probablemente casi llegaba a rozar la ropa interior.
Aquellos movimientos de manos de Raven me hicieron excitarme como si estuviera yo solo viendo una película de un erotismo brutal.
Miré los ojos de Eva, para tratar de averiguar si disfrutaba o no con aquel placentero masaje, pero los había cerrado. Pudiera ser para disfrutar mejor del momento, pudiera ser para evadirse de él.
Cuando se puso frente a mí, me incorporé ligeramente para llegar mejor a lo más profundo del interior de su falda.
Puse mis manos en sus tobillos, como había hecho Raven y noté una piel delicada y suave, en la que volvía a apreciar los tonos aromáticos de sus cremitas.
Sabía que 30 segundos daban para mucho, así que ascendí mis manos muy poco a poco recorriendo cada milímetro de sus delgadas pantorrillas, llegando a las rodillas y ya por fin a unos muslos fuertes, suaves, en los que mis dedos se deslizaban como si conocieran cada punto de su piel.
El movimiento de mis manos apenas delataba la posición de las mismas en el interior de la falda, así que supongo que envalentonado por las copas de más puse mis manos en sus nalgas.
No conseguía tocar su ropa interior, así que lo primero que se me vino a la mente es que no llevaba, pero con mis dedos fui avanzado delicadamente hasta llegar a una pequeña tira textil inmersa entre las dos nalgas. Con esos dedos conseguí levantar la tira textil y acceder hasta un pequeño círculo que me imaginé atravesando con mi polla.
A raíz de ese pensamiento, mis dedos instintivamente se deslizaron hacia abajo hasta llegar a la vagina y con un ligero movimiento pude levantar de nuevo la tela y acceder hasta su coñito.
Los dos dedos con los que estaba explorando se hundieron en su interior, húmedo y cálido, y que inundaba todo su sexo. Pocos segundos después escuché la voz de Alyson gritando “tiempo”.
Saqué las manos con delicadeza de aquella experiencia y con disimulo me llevé mi mano derecha a la boca. Quería probar el sabor y oler el aroma del coño de Eva.
Después de esta prueba los rostros de todos nosotros ya no eran los mismos. Se mascaba un ambiente sexual que nos hacía estar a todos, creo que incluyendo a Nicolás, en un punto crítico.
Alyson como siempre trató de relajar el ambiente pidiendo a Diana que fuera la siguiente en pensar en la prueba a realizar.
Creo que Diana se había dado cuenta de todo, pero no le vi ni un solo atisbo de reproche. Supongo que todos estábamos inmersos en unas extrañas circunstancias en las que tan solo los anfitriones parecían dominar.
Diana hizo su propuesta.
-. Basta ya de que los hombres nos disfruten. La perdedora, dará un beso al resto de las chicas.
Alyson estaba de acuerdo, quizás porque había que rebajar un poco la tensión de las últimas manos.
-. Pero besos en la boca y mezclando lenguas.- Recalcó Alyson.
Esta prueba nos volvió a relajar a los hombres. Supongo que a Nicolás el primero ya que perdiendo o ganando, su pareja se besaría sí o sí.
Se repartieron las cartas y aunque era una mano más relajada volvimos a concentrarnos para no perder.
Después de mi cuarta carta, obtuve un 20, así que me planté y disfruté viendo como los demás se peleaban por no perder.
Todos levantamos nuestras jugadas y Raven con 18 había perdido.
Sririta se levantó de inmediato y se fue a por Diana.
-. Serás la primera por haberlo propuesto.- dijo la tailandesa, totalmente entusiasmada con la prueba.
Sririta cogió las manos de mi mujer y comenzó a besarla con la delicadeza y sensualidad que solo aquella muñeca oriental podía conseguir.
De inmediato volvieron a saltar las alarmas y todos quedamos fascinados por aquel cuadro.
Las manos de Sririta comenzaron a subir desde las caderas de Diana hasta llegar a sus pechos acariciándolos con la misma sensualidad que se veía en su lengua bailando y jugando en el interior de la boca de mi mujer.
Aquello no era un simple beso, era una escena lésbica en toda regla que instintivamente me llevó la mano a tocarme mi polla y acariciarla.
Los dedos de Sririta jugaban a la altura de los pezones de Diana que había quedado totalmente bloqueada y entregada en aquella escena de tintes cada vez más sexuales.
En un momento dado las manos de Sririta pasaron por debajo de la tela del magnífico vestido de mi mujer a lo que ella contestó con un ligero gemido.
-. Tiempo.- Gritó Alyson.
Poco a poco las dos mujeres empezaron a desatarse de sus propias caricias y todos quedamos en silencio ante aquella maravilla vivida.
-. Alyson, te toca.- Susurró Sririta.
La escena volvió a repetirse con la misma delicadez y la misma sensualidad. Las manos de Sririta se perdían entre la melena rojiza de Alyson. Mi polla a punto de estallar estaba pidiendo que Sririta se atreviera a desnudar a Alyson que parecía estar pidiendo con su respiración tener una sensión de sexo allí delante de todos.
Las manos de Sririta bajaron desde la melena rojiza hasta recorrer los pechos de su pareja de beso, dejando entrever en alguna ocasión parte de la areola de su compañera.
Pocos segundos después también se repetía la escena de desenredo de cuerpos y lenguas. De nuevo todos quedamos en silencio esperando que Eva se levantara.
Sririta se acercó al oído de Eva y le susurró algo, a lo que Eva contestó afirmativamente con un ligerísimo movimiento de cabeza.
De nuevo comenzaron los besos y caricias, pero esta vez Sririta, en lugar de acariciar sus pechos, comenzó a subir la falda hasta poder poner su mano en el tanga de su compañera.
Era evidente que Sririta se había dado cuenta de lo que yo había hecho minutos antes y ella también quería poder acariciar el coñito de Eva.
Al estar las dos tan pegadas y dado el vuelo de las faldas no podíamos ver qué sucedía con los dedos de Sririta, pero era más que evidente que le estaba poniendo su mano en el clítoris por los gemidos y movimientos repentinos de la española.
En un instante de cordura miré al resto de los hombres para ver qué hacían y aunque ninguno se había atrevido a mostrar la polla, todos estábamos acariciándonos sin pudor. Raven era el más descarado, haciendo un movimiento en el que se apreciaba que cómo se estaba masturbando y Nicolás, a pesar de los anteriores sinsabores había metido su mano derecha por la bragueta y se acariciaba relajadamente mientras veía como besaban y tocaban a su pareja.
Pasaron los segundos y nadie se percató de parar aquella escena, hasta que Eva, con los ojos cerrados y totalmente fuera de control pareció tener un orgasmo que trató de disimular como pudo.
Sririta, en aquel momento y poco a poco trató de sacar la mano con elegancia del escondite donde la había ocultado e hizo exactamente lo mismo que yo había hecho momentos a atrás, pero con algo de descaro para que todo el mundo lo viera. Se llevó su mano a la boca y metió dos dedos dentro para saborear el sexo de su compañera. Se acercó de nuevo a susurrar al oído de Eva, pero pude leer sin duda sus labios diciendo, “Me encanta tu sabor”.
-. Parece que has acertado con la prueba.- Dijo Alyson.- Chicas, qué tal si la siguiente prueba la vuelve a pensar Diana, pero antes propongo que nos tomemos una copa y rebajemos un poco la tensión del juego. Si no acabaremos todos en una orgía.
La que más agradeció la interrupción del juego fue Eva que necesitaba un pequeño descanso para volver a ser ella misma.