La fiesta de Alicia (2)

La Orgía no se detiene... aún.

Nos mezclamos entre el resto de la gente en la sala. Sentado en la barra llamé a Claudia a que se sentara a mi lado. Le serví unas cuatro líneas de perico y una copa de champagne. Viendo su culo empinado mientras aspiraba la droga, mi miembro comenzó a levantarse. Alcanzó su máximo esplendor cuando vi al fondo, como la boca de mi mujer se tragaba la verga de Javier que crecía a cada bombeo. Tras un sorbo de su copa, Claudia me preguntó por qué no la había poseído hace un rato. Por qué, luego de excitarla al máximo la había entregado a mis amigos. Le respondí simplemente: Porque ahora es nuestro turno, ni antes ni después. Empecé a acariciar sus voluminosas formas, mis manos y mi lengua acariciaban puntos clave de su cuerpo. Cuando sentí que estaba lista, la abrí de piernas sobre el banco de la barra y pude admirar la belleza de su coño. Sus labios eran carnosos, muy rosados y "demasiado" simétricos. Su Clítoris era el más grande y grueso que hubiese visto. Y, a pesar de que ya había albergado dos vergas, su cavidad vaginal seguía siendo muy estrecha. Eso sí, increíblemente húmeda y con un sabor y olor mi propio y gustoso. Sentada sobre el banco la penetré. Me enardecí y estimulé aún más, recordando las similitudes de su actitud corporal con la hermana de Dafne. Mi verga entraba y salía con firmeza de su coño, pero con lentitud y jorungando sus espacios interiores de lado a lado. Claudia aulló su orgasmo trepidante. No solo ese, los tres consecutivos que sintió gracias a mis esfuerzos. Sin parar, voltee buscando a mi mujer y a Javier. La reconocí entre nalgas y piernas postrada sobre el sofá. Cabalgaba la verga de Javier, mientras la otra "enorme" verga de Jorge Camilo le invadía el culo. Me lleva ventaja, pensé. Pero la presión agradable que ejercían las paredes vaginales de Claudia, me llevaron a enfocarme en ella. Julia se nos unió para frotar y lamer tanto las tetas de Claudia como su clítoris. Entonces le pregunté a Claudia si alguna vez la habían cogido por el culo. Entre jadeos y negando con su cabeza me respondió. Fue Julia la que le preguntó si no deseaba que mi verga la estrenase. Otra vez con su cabeza, mientras acababa por cuarta vez, asintió. Saqué mi verga de su coño y le pedí que recostara su torso sobre el banco. Luego le indique a Julia que lamiera su culo, mientras yo iba por el lubricante. Lubriqué mi verga y apartando la cara de Julia, sin trabas se deslizó completamente en el recto de Claudia. Seguí con mis movimientos cálidos, firmes y pausados. Una vez logrado el ritmo de sus caderas y las mías, la levante ensartada, y esta vez yo, sentado sobre el banco, con sus cuerpo encima del mío, reinicié mi tarea. Julia se arrodilló ante el coño de Claudia y lamiéndolo con suma lujuria, entre ambos hicimos acabar dos veces seguidas a Claudia. Mi esposa tragaba la leche de Javier y Jorge Camilo, cuando me di cuenta que tampoco yo podía aguantar más. Retiré mi verga del culo de Claudia y apartándola le pedí a Julia que terminara mamándome y tragándose mi semen. Como una esclava acató mis órdenes. La gruesa y amplia boca de Julia resultó perfecta, a los pocos minutos mi verga escupió un semen poco espeso, pero que para la amiga de mi esposa era estupendo.

Vinicio, Alicia, Natalia, Álvaro, Camilo y Débora se encontraban en un rincón de la sala charlando. Javier y compañía habían desaparecido tras la puerta del baño, junto a mi mujer seguida de Claudia. Me junté al grupo de Alicia y les pregunté: ¿Ya no pueden más? ¿Por qué no se intercambian si ya son cómplices? Tanto Álvaro como Vinicio manifestaron no sentirse del todo recuperados. Alicia y Natalia intercambiaron una mueca que yo si supe interpretar. Ellas si estaban listas. Abrazando los cuerpos de mis amigas frente a sus maridos, mis manos hurgaron sus traseros y coños. Juguetee con ellos un rato para retirarlos inundados de sus jugos. Me saboree, y entonces les dije a Vinicio y a Álvaro: "Imagino entonces que ustedes no se opondrán de que ellas disfruten de ellas mismas; acá, en medio de la sala y a la vista de todos" Al menos yo, disfrutaría muchísimo del espectáculo. Sin esperar su respuesta, aparté la mesa de centro, y acosté sobre la alfombra los cuerpos de mis anteriores amantes. Les pedí que no se moviesen. Alargué mi mano hasta la bolsa de cocaína y tomando con mis dedos porciones del polvo, lo froté sobre sus vaginas y clítoris, sobre sus orificios anales y, por último desparramé una línea entre sus tetas. No tuve que diseñar o explicar nada más. Luego de que ambas jalasen las líneas sobre sus pechos, se ubicaron en un 69 perfecto y muy ruidoso. Ambas acababan muy a gusto. Las abandoné entre gemidos para volver a ubicar a mi esposa.

Mis ojos recorrieron los 360º de la sala y no la encontraba. Entonces recordé la última vez que la vi, yendo hacia el baño en compañía de Claudia. Fui hasta el baño para verificar que todo estaba en orden. Ni siquiera cerraron la puerta. Ante mi estaba mi esposa cabalgando con su culo al esposo de Julia sentados sobre la poceta y Claudia hacía lo propio con la verga de Javier en cuatro patas dentro de la bañera. Di la espalda a sus jadeos y volví a la sala. Allí me encontré a Camilo, y a Débora preparando líneas de coca y nuevos tragos. Les pedí que me sirvieran. Entonces por primera vez pude conversar con Débora. Nos pusimos al tanto de nuestras vidas y en voz alta, dirigiéndome hacia Camilo le dije: es la primera vez que tú, Débora y yo nos encontramos desnudos uno frente al otro. A pesar que cuando me la cogía tu también te la follabas. Es verdad dijo Débora. Y agregó: siempre los recuerdo imaginando cómo hubiese sido estar los cuatro, nosotros más Dafne. Yo le respondí: "Bueno, Dafne está muy ocupada, pero un trío no es despreciable, si aún te interesa, me encantaría sentir la verga de Camilo frotando la mía dentro de tu amplio coño y complaciente culo". Menos mal que Dafne está presente y nada está oculto. No podría soportar que me pidiese otra vez que me apartar de sus machos, respondió Débora. Entre risas, mientras nos ubicábamos en uno de los cuartos, le dije a Camilo: hagámoslo más excitante y novedoso para Débora, quiero que me mames y luego nos turnamos. Ante la perplejidad de nuestra amiga, Camilo agregó que Dafne fue la que nos inició en la Bi-sexualidad. Nada que lamentar agregué, besando a Camilo en la boca. Acostado sobre la cama Camilo comenzó a mamar mi miembro, yo tragaba y lamía los jugos vaginales de Débora sentada sobre mi cara, mientras le manoseaba las tetas y Camilo introducía sus dedos en su culo. La verga de Camilo no estaba lista – mucho perico – por lo que Débora y yo juntamos nuestras bocas para lograrlo. Camilo ocupó mi posición sobre la cama. Débora se sentó sobre su verga y comenzó su sube y baja. Acabó brevemente. Esa era mi señal. Empujé su espalda sobre el torso de Camilo hasta poder ver la verga de mi amigo ensartada en su coño. Con el espacio suficiente, empujé mi tronco, abriéndose paso entre su coño y el grosor de la verga de Camilo. No fue difícil. Nos compenetramos en ritmo y a veces era la de Camilo, otras la mía la que entraba y salía a cada gemido de la compañera de estudios de mi esposa. Débora acabó dos veces más. Entonces aproveche para cambiar de orificio. Esta vez fue más difícil. No logramos acompasarnos Camilo y Yo, por lo que cada cual tuvo su sesión privada en el culo de Débora. Yo acabé dentro de su culo, Camilo prefirió hacerlo entre sus tetas.

Los tres fuimos a asearnos al baño y para nuestra comodidad, Dafne y compañía ya lo habían desocupado. Salí del baño satisfecho pensando que me faltaba follarme a Julia y que Dafne debía cogerse a Camilo.

Llegué a la sala y para mi sorpresa Álvaro y Vinicio penetraban doblemente a Julia. El resto de los presentes celebraban, animándolos con obscenidades y directrices sexuales. La más locuaz era mi mujer. Se notaba complacida porque hasta ahora, todos éramos felices y compartíamos sin complejos.

Yo ya estaba hecho polvo, necesitaba descansar, por lo que me despediré hasta mi próximo relato.

No puedo describir qué aconteció durante mis 6 horas de ausencia, una vez me venció el cansancio. Recuerdo que abandoné a todos los presentes disfrutando de la velada, que todos compartían – excepto yo. Creo recordar que mi hora de partida a la cama fue alrededor de las 3 a.m. Mientras comienzo a escribir esto, sé que no es más allá de las 9 a.m.

Recorrí el desastre de los excesos y éxitos de la velada mientras iba al baño, del baño a la cocina – por un vaso de agua. Hasta que me senté sobre el amplio sofá y en medio del trepidar de la cafetera vi que los cuerpos semi - arropados de Claudia y Camilo descansaban sobre las poltronas del balcón. Sonreí. Cierto morbo recorrió mi cuerpo por saber quiénes se habían quedado entre nosotros. Me pregunté si mi esposa estaría entre los presentes.

Abrí la primera puerta – el cuarto de servicio – y no había nadie ocupándolo.

Abrí, con dificultad la segunda, y pude identificar los cuerpos desnudos de Natalia, Débora y Javier. Mis dos amigas dormían entrelazando sus cuerpos fabulosos, mientras que, aparte, la verga de Javier sobresalía erecta entre las sábanas. Me alegré por ellas, por él.

La tercera y última puerta. Suspiré en un segundo y resoplé en el siguiente. Dafne estaba allí, a un lado de Vinicio y de Alicia. Desnuda, cansada, pero presente.

Tras cerrar esta última puerta me sentí aliviado. Por consiguiente, mi alivio, me trasladó a otros pensamientos a otros espacios. Algunos concretos, otros muy…muy desconocidos.

Tal desconocimiento me hizo pensar – mientras caminaba a la cocina con la firme intención de preparar café – en qué me perdí, qué situación no pude vivir, qué hicieron los presentes tras mi partida. Definitivamente no podía responderme. La respuesta vendría con el primer protagonista levantado.

El aroma del café hizo que Claudia fuse la primera. Pensé: de seguro ella fue la segunda en dormirse. Tapando sus partes con cierta vergüenza al verme despierto, mirándola; sin mediar palabras ni gestos se adentró en el baño para asearse. Yo sorbí mi humeante taza de café, inhalaba un cigarrillo y, para terminar de avisparme, sorbí dos líneas de coca servidas en el mesón, cuando Claudia hizo presencia ante mí. Su cara seguía denotando cierto bochorno, su desnudo y húmedo cuerpo estaba rodeado por una toalla, nerviosamente buscaba – entre los despojos de la velada – sus ropas. Le llamé la atención. Jocosamente le informé que no tenía sentido buscar sus ropas, que todo estaba bien. Que, tras lo transcurrido, lo menos que podía hacer era sentirse "regañada". Reparando, por primera vez en mí, en mi presencia, se sonrió nerviosamente y entonces le invité un café. Pudorosa, se acercó hasta la barra que divide la sala de la cocina. Una vez sentada sobre el banco, el paño que la cubría aflojó su tensión y, mientras le brindaba la tasa de café, pude ver como su oscuro pezón se mostraba, deliberado, a mis sentidos.

El silencio duró poco. Claudia me pidió un cigarrillo. Tras encendérselo y ella expulsar el denso humo de su cuerpo me preguntó: ¿por qué yo? Nunca pensé en que ese pudiese ser su primer comentario. Es más, el tono de su pregunta conllevaba cierto reclamo. Tal vez gracias a mi cara de asombro o el tiempo en que me demoraba en darle una respuesta, lo cierto es que Claudia explicó y profundizó mucho más su pregunta. Repitió: ¿por qué yo? Y enseguida agregó: "tengo 8 años conociendo a tu esposa, siendo compañeros de trabajo. He sabido en todo este tiempo de ustedes y ustedes de mí. En todo este tiempo ustedes han visto y tratado a otras personas provenientes del mismo medio – más atractivas que yo. Dafne sabe la magnitud de mis compromisos y que el sexo nos es uno de ellos. Entonces ¿por qué trastornar mi vida? ¿por qué involucrarnos entre nosotros?" Su pregunta requería una respuesta muy responsable de mi parte y aún no la tenía cuando ella siguió agregando, más bien, ilustrando sus preguntas. Alzó sus brazos al cielo, y sin darse cuenta, el paño que cubría su rostro se deslizó hasta sus caderas mientras finalizaba con otro: ¿Por qué? Agobiado y, sumamente distraído por sus desnudas tetas respondí señalándolas: "Desde que te conocí, quise disfrutar de ti. No se trata si eres la más agraciada, la más dispuesta, la más puta. Solo se ha tratado de ti. Y por la respuesta de tu cuerpo y tus sentidos a lo largo de la velada; puedo afirmar que disfrutaste tanto como yo y/o el resto de los presentes. Hurgando la sinceridad de mis palabras escudriñando mis ojos, se dio cuenta de su torso desnudo. Intentó taparse y en un arrebato poco frecuente en mí, le arranqué la toalla dejando su cuerpo completamente desnudo. Enseguida reaccioné, no quería que se sintiese incomoda. Con la toalla en mi mano comencé a decirle que la deseaba, que lo acontecido, simplemente era un inicio. Que estaba loco por volver a disfrutar de su sexo. Su vanidad jugó a mi favor. Su actitud cambió por completo y viendo el rubor que recorría su pálido cuerpo, suspiré. Nos quedamos un rato, desnudos y enfrentados, separados por la barra, sorbiendo nuestro café.

Una vez Claudia terminó su tasa, le invité unas líneas de perico. Aceptó gustosa, y con ello yo sabía que su coño empezaba a lubricarse, disponiéndose a ser penetrado. Aún yo no estaba listo. Tras su último suspiro le pregunté directamente: ¿Notaste mi ausencia? ¿Alguien la notó? ¿Ocurrió algo extraño o distinto, mientras yo no estaba presente? De veras reflexionó mis preguntas. Me preguntó: ¿En cuál momento te fuiste? Recordé que finalicé acabando en el culo de Julia, pero aclarando que no recordaba dónde se encontraba ella. Entonces recordó: La última verga dentro de su cuerpo fue la de Javier. Incapaz su culo de albergar tal enormidad, había fracasado al traspasar a Dafne el ímpetu de nuestro amigo a que se juntase con Jorge Camilo – el esposo de Julia. Describió como las enormes vergas de ambos luchaban por complacer el culo y/o la cuca de Dafne. Como ambos se turnaban sus orificios. Me contó cómo, al ver que Javier y Jorge estaban a punto de eyacular y "suponiendo" lo agotada que se encontraba su amiga, tomó ambas vergas y las mamó y frotó hasta que estas eyacularon en su boca y en sus tetas. Siguió recordando diciendo que Dafne la recompensó besándola profundamente mientras ambas veían a sus amantes retirarse a otros espacios. Luego de asearse, continuaba recordando, volvieron a la sala. Se encontraron con el paroxismo. Se detuvo en su relato. Comenzó a servir algunas líneas de coca y mientras las distribuía me preguntó: ¿Qué piensas o sientes sobre mí? Con una gran sonrisa en mi rostro, simplemente le respondí alejando mi cuerpo del borde de la barra que se interponía entre nuestros cuerpos y le respondí – gráficamente – mostrando mi pene erecto a más no poder, con espasmos, libre y ganado a su cuerpo. Claudia replicó: "mi culo siempre será tuyo". Rodeó la barra y de rodillas ante mi sexo, comenzó a mamarlo como nunca pensé alguien podría hacerlo. Me sentí venir, por lo que detuve su accionar y la invité, esta vez con un Whisky, a que retomara su puesto en la barra y continuara enterándome sobre lo que me perdí. Si, reconocí, ante su curiosidad, que estaba más excitado por el "paroxismo" que aún no relataba que por su húmedo culo sentado sobre el banco. Con su sonrisa, me mostró la dilucides de la complicidad, la responsabilidad de que – con ella – obtendría lo que se me antojara. Sabiendo eso, le pedí que continuase pero, en lo posible, sin adornos. "es imposible, me dijo. Es imposible adornar lo que aconteció ante mí. Al menos, yo, no soy capaz" Inhalé algo de coca y le pedí que prosiguiese.

Claudia recuerda que Dafne y ella tras ser abandonadas por Javier y Jorge Camilo, tomaron una ducha juntas para asearse. Relató que Dafne la besó varias veces y con profundidad mientras le agradecía que la hubiese acompañado hasta ahora. Perfumadas regresaron a la Sala. Claudia recuerda bien haberle preguntado por mí al notar mi ausencia, a lo que Dafne le responde: "debe estar por ahí, cogiendo a Alicia, Natalia y/o Débora" Sin darse por enterada se unió al espectáculo que sucedía en medio de la sala. Su descripción de la escena concordaba con la última imagen registrada por mí: la gorda de Julia siendo penetrada por el culo por Álvaro y Vinicio. Pero no hubo de detenerse allí. Claudia y Dafne se juntaron con Débora y Natalia sentándose en el sofá principal teniendo a la vista las dos vergas penetrando el culo y la cuca de Julia en primer plano. La gorda jadeaba, gritaba y pedía más. Javier y Jorge Camilo estaban del otro lado, gozando de la misma visual de los protagonista. Claudia recordaba, cómo, el esposo de Julia y Javier intercambiaban comentarios al oído y, al mismo tiempo, sus enormes vergas alcanzaban proporciones nunca vistas hasta ahora. Recordó ver como el cuerpo de Alicia, sentada sobre un banco de la barra, con las piernas muy abiertas; se estremecía de vez en cuando por causa de las caricias que la lengua de Camilo le propina en sus labios y clítoris.

Volviendo a la escena principal, recordó que Javier se acercó su verga a la boca de mi mujer. Y que está lo mamó brevemente, cediendo el paso a la boca de Natalia. Natalia si se dedicó a mamarlo con propiedad. De vez en cuando le introducía hasta dos de sus dedos en el culo de Javier mientras se tragaba sus cojones. En medio de "éste" espectáculo, Claudia fue testigo de la conversación que Javier sostuvo – al oído – con mi mujer. Claudia lo recordaba fielmente. Javier le dijo a Dafne: Jorge Camilo me dice que su mujer es de albergar más de dos vergas a la vez. El y yo estamos más que dispuestos, agregó. Sin embargo – continuó – si ella mostrara resistencia, ellos la forzarían. En resumen, el trabajo de Dafne era evitar que alguno de los presentes se sintiese incomodo con lo que ocurriría de continuación. Claudia tuvo un orgasmo al ver que Dafne asentía con ganas. Esto fue lo que ocurrió: Aún y mientras Vinicio taladraba el enorme culo de Julia y Álvaro, recostado sobre la alfombra, intentaba que su verga no se saliera del coño de la mujer de Jorge Camilo, este último luego de que con sus besos lograra que la gorda acabase por cuarta vez, tapó sus ojos con un pedazo de tela. Entonces hizo que cada una de las mujeres presentes se acercara, por turnos, para que, a través de una breve mamada de Julia esta reconociera de quien se trataba. De adivinar, como recompensa podría mamar la verga de su marido. De fracasar, la verga de Álvaro, Vinicio y/o Javier se acompañarían en penetrar su culo a la vez. Julia, simplemente se estremeció al tener su quinto orgasmo de la sesión gracias las palabras de su marido. Ante lo divertido, Claudia se ofreció de primero. Luego de mamar brevemente las vergas de Javier y Jorge Camilo, ubicó su coño sobre la cara del marido de Natalia. Julia, en ese momento, definitivamente disfrutaba de sus erráticos intentos por saborear el sexo de Claudia. Mientras, el culo de Claudia era lamido por la lengua de Álvaro. Al poco tiempo el marido de Julia le preguntó: ¿de quién se trata? Nuestra amiga falló al confundirla con el sexo de la mujer de Álvaro. Javier despidió a Álvaro y a Vinicio invitándolos a no irse muy lejos del lugar y entonces el marido de Julia, con su espalda recostada sobre el piso y ella sobre su pecho la penetró hondamente por el culo. Una vez alcanzado cierto ritmo, le pidió a Javier que lo acompañara penetrándola en el mismo orificio. Así fue. Julia obtuvo su primer orgasmo en esa postura al mi esposa dedicarse a frotar su clítoris, al Claudia mamar sus pezones y la boca de Julia prestarse a mamar, tanto la verga de Vinicio como el coño de Natalia. Lo último capaz de recordar Claudia fue ver cómo, hasta la verga apartada de Camilo se juntó con las otras presentes, eyacularon, en distintos tiempos en la boca de Julia y esta fue capaz de tragar cada gota de semen mientras tenía su sexto orgasmo.

Lo último que recordó fue ver a Julia, vestida tras asearse y pedirle a viva voz a Jorge Camilo que la llevase a su casa. Álvaro se fue con ellos. Claudia no imagina por qué.

Para mi alivio la cuenta que hice al levantarme tenía ahora sentido. Faltaba Álvaro, y se fue por su propia voluntad. O, mejor dicho, a solicitud de nuestra gorda putona.

Tras mi breve reflexión, me volví hacia Claudia. Los dedos de la amiga de mi mujer entraban y salían de su vagina. Con su otra mano, unas veces golpeaba su clítoris, otras se pellizcaba sus pezones.

Mi verga ya no podía más. Era momento de tomar acciones. Esperé hasta que Claudia acabó y le pregunté si no le importaba que recogiese sus fluidos con mi boca. "para nada respondió". Tenía rato disfrutando del mi verga entrando y saliendo del culo de la compañera de trabajo de Dafne, cuando tras Claudia abrazar su tercer orgasmo de la mañana sentí la presencia de Camilo. Este sin tapujos, le pidió a Claudia si tenía algún inconveniente en tomar su lugar. Antes que ella respondiese, respondí yo: De ninguna manera, mí querido amigo. Eso sí, tú debes guiarme para satisfacerte. Dicho esto, aspiré junto a Claudia otras líneas, tragué de un sorbo un trago de whisky y me recosté con mi verga – un tanto flácida – sobre el sofá. A alguna cosa habían llegado a concretar Claudia y Camilo durante la velada, ya que su entusiasmo y disposición de colaborar con el otro era patente. Tanto así, que aún y yo dispuesto a cogerme a – un amigo incondicional, cuyo sexo y personalidad habían brindado tanto al crecimiento de Dafne y el mío – Camilo, mi falo no mostraba tal entusiasmo. Sobre el sofá, Claudia fue la primera en ocuparse de mí. Hizo que me recostara de lado, con mi frente sobre el borde. Entonces entre besos y caricias logró empalmarme. Mientras esto ocurría Camilo acariciaba cada parte del cuerpo de Claudia como si fuese ella la que la cogería. Ambos nos regodeábamos disfrutando de las enormes y redondas tetas de Claudia. Como un gesto de alegría, de vez en vez nos besábamos los tres a la vez. Yo, a veces le metía uno de mis dedos dentro del culo de Camilo, para luego meterlo en el culo de Claudia y viceversa. Hasta que Camilo no pudo más con el juego, y poniendo a Claudia en cuatro patas le penetró por el culo. Sus embates eran cada vez más frenéticos. Reaccioné e hice que Camilo continuara cogiéndose a Claudia, pero esta vez de lado. En esa posición pude – sin interrumpir a Camilo – abrir su culo lo suficiente para que mi verga lo acompañara. A Camilo lo embargó el orgasmo con prontitud por lo que Claudia y yo nos dedicamos a mamarlo y acariciarlo para que cavase en nuestras bocas. Complacido Camilo, Claudia invitó a Camilo a hacer lo mismo conmigo. Yo pedí distraerme con una paja "rusa" entre las enormes tetas de Claudia. Acabé entre ellas viendo como la lengua de Camilo recogía mi semen y lo traspasaba a la boca y cuca de Claudia.

Uno a uno fuimos a asearnos al baño. Yo fui de último. Mientras caminaba en el pasillo escuché ruidos en el cuarto donde descansaban Natalia, Javier y Débora. Sin tocar, sin permiso traspasé la puerta para ver como Débora y Natalia de rodillas con su culo muy empinado, dejaban a la verga de Javier hacer en sus coños y en su culo. Javier entraba y salía a su antojo. Al verme, Natalia me pidió que la ayudara lamiendo y frotando su clítoris. Accedí gustoso. El ímpetu que las caderas de Javier imprimía al meter y sacar hasta el fondo y principio de su verga me instó a lamer sus bolas. Javier acabó de pronto dentro del culo de Natalia. Débora se había quedado por fuera. Pero mi verga aún no se recuperaba, por lo que les invité a acompañar a los despiertos en el salón principal. Luego de Asear el culo de Natalia y comentar – en privado – ciertas cosas ocurridas, nos vimos los seis sentados con un trago de vodka cada uno, en los sillones.