La fiesta

Un joven ha sido invitado a una fiesta. Al llegar a ella no sabe que él será el plato fuerte de la misma, donde varios hombres lo usarán para hacer con él, el sexo como más los gusta y el joven, disfrutará con todos la mejor orgia soñada. Todas las fantasías del amor homosexual de todos y para uno solo.

Está de rodillas, casi desnudo y junto a él, formando círculo, se encuentran seis hombres. Ellos están de pie y totalmente desnudos. Sus manos en el miembro masturbándose con agitación y gemidos. En un instante, uno de ellos eyacula sobre el hombre arrodillado y como si fuera una señal, unos tras otro depositan su semen sobre el cuerpo del joven, que lo recibe con expresión de agrado untándoselo por toda su piel.

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Lo ha invitado un amigo a una fiesta. Es alguien que lo conoce, sabe sus tendencias sexuales y aunque no ha tenido nada con él, es alguien que lo ha apoyado y que ha sabido estar en el lugar de los amigos, por eso Rubén  no quiere defraudarle y ha acudido con él al lugar donde se celebraba.

Al llegar allí, el sitio era una casa en medio de un pinar, donde son recibidos por un grupo de cinco hombres completamente desnudos, que están escuchando música, bailando y bebiendo.

Ellos les sonríen al pasar y se acercan presurosos a saludarlos. Su amigo también sonríe pero él no sale de su estupor.

_. No tengas miedo, tranquilízate- le dice- Esta es una fiesta para todos con un regalo común; y ese eres tú.

Lo sujeta de la mano, suave pero con firmeza y lo conduce hasta donde el grupo de hombres se ha quedado. El joven no acierta a entender que es lo que está pasando, aunque se deja llevar sin oponer ninguna resistencia. Una vez allí, los hombres que lo han saludado con muestras cariñosas, se quedan alrededor de él esperando que su amigo termine de contarle al joven y prestos a comenzar actuar en el momento preciso.

Su amigo le dice:

_. Esta es una fiesta con un postre especial para todos; y vas a ser tú. También a ti te gustará serlo, ya lo veras. Vas a satisfacer los deseos personales de cada uno de nosotros y tú vas a disfrutar aún más ya que vas alcanzar un orgasmo por cada uno y nosotros… bueno, será al final cuando lo completemos.

Mientras le hablaba le acariciaba con ternura la cara, el cuello y el cabello y a su vez le sonreía. El joven se sintió vencido y presto a ser la voluntad de todos ellos, que no le desagradaban. Su amigo comenzó a desabrocharle los botones de la camisa y como si fuera una señal, los cinco hombres, entre besos y caricias, comenzaron a desnudarlo, dejando que el amigo lo hiciera a su vez.

Dos hombres lo besaban el cuello y los hombros, uno de cada lado. Un tercero lo abrazaba por detrás mientras lo despojaba de los pantalones y calzoncillo. Otro unía sus labios con los del chico. El quinto se entretenía en pellizcarle suavemente los pezones, la barriga y el pubis y todos ellos, colaboraban para dejarlo completamente desnudo y a su merced.

Su amigo ya se había desnudado. Se le acerca, le besa lentamente en la boca mientras le acaricia espalda, cintura y glúteos y cuando se aparta, le invita a reunirse con uno de los hombres. Este se llama José y era quien lo había pellizcado.

Le conmina a que se ponga a cuatro patas y colocándose tras él, le pellizca los glúteos, le da una palmada y después un beso en los mismos. Repite esta operación varias veces y después toma el miembro de Rubén desde atrás y hacía abajo. En esa posición comienza a masturbarlo, arriba y abajo, como si lo ordeñara. La otra mano se dirige a su ano y sin parar de masturbarlo, dándole un azote de vez en cuando, un dedo juega con el esfínter y se introduce dentro haciendo soltar al joven un grito que no era de dolor. Una mano agita el miembro del chico, la otra introduce un dedo, dos, tres y cuando está dilatado, una mano larga y fina entra del todo en el ano del chico, haciendo que este no pare de soltar gemidos broncos y convulsiones en todo su cuerpo. En un momento estalla manchando el suelo de esperma y soltando un grito más fuerte que la propia música que están escuchando. Los otros hombres lo contemplan todo con miradas de aprobación mientras todos se están tocando suavemente.

José toma con la mano  del suelo el esperma del chico y lo desliza por el esfínter que está rojo y caliente. Luego acerca sus labios al mismo sitio y con esta breve caricia le indica a otro hombre que se acerque porque es su turno.

Este se llama Alex. Es uno de los dos que lo besaban al desnudarlo. Se acerca al joven y le pide que siga en la misma posición, este obedece y Alex por detrás, acerca su boca donde estuviera la de José y a diferencia de él, su beso es más cálido e intenso. Su lengua recorre todo el esfínter y dentro del ano. No para, entra, sale y lame el recto de Rubén. Las manos aprietan con pasión los glúteos del joven y al lengua no para de recorrer su recto, excitándole, haciendo que se entregue a la posesión y volviendo a poner su miembro erecto. Alex se dirige a otro hombre con la vista y le solicita que participe en el acto. Este se llama Carlos y es el otro hombre que lo besaba. Carlos se une a los dos y sabiendo para que lo requieren, toma el miembro del chico y comienza a menearlo. Suave pero con rapidez, su mano se desliza por el pene del muchacho, desde la base hasta el prepucio, luego baja y la  vuelve e subir. Repetidamente, sin pausa, mientras de vez en cuando besa alguna parte de la espalda del chico y su amigo no cesa en el beso del esfínter. Los dos quieren la corrida del joven y esta no se hace esperar. Otro grito tan intenso como el anterior y una mano de Carlos manchada de semen son los indicios de una nueva eyaculación de Rubén.

Los dos hombres lo dejan reposar un poco y le permiten que se tumbe sobre una alfombra, aunque no se separan de él.

Poco después comienzan a besarlo y acariciarlo. Los dos juntos si dejar un trozo de piel sin el contacto de las manos o los labios. Alex toma con la boca el miembro del muchacho y empieza a chuparlo con la misma intensidad que antes lo hiciera con su ano. Carlos no para de besarlo y acariciarlo, en la boca, cuello, vientre y pubis, muy cerca de donde su amigo le chupa el pene. Rubén no cree que pueda volver a correrse, pero entre los dos hombres lo han vuelto a excitar. La lengua de Alex y su boca, recorren un miembro que está tan duro como en la primera eyaculación y Carlos, con sus caricias, besos y palabras dulces que conminan al muchacho a llegar a su siguiente orgasmo. Rubén está deseando llegar, pero teme hacerlo en la boca de Alex, que no para de chupar. Carlos lo nota y le dice:

_. No temas por ello mi cielo, Alex lo está deseando. Córrete dentro mi vida, hazlo ya.

Palabras mágicas que hacen que Rubén entre convulsiones, llene de esperma la boca de Alex. Este sigue lamiendo hasta agotar todo el semen y después, deslizando los labios desde el vientre hasta los del muchacho, va depositando en el beso lo que antes le llegara a la boca. Una vez en los labios del chico, el beso se hace lento y apasionado. Su lengua, que tanto placer le había dado a Rubén, ahora juega con la suya y la sensación de abandono, todavía lo acompaña.

Los hombres lo dejan descansar y se dirigen hacía el grupo que contempla satisfecho sin dejar de tocarse.

Al llegar allí, Adolfo, que es el hombre que lo abrazaba, hace una pequeña seña a Diego, el hombre que lo besaba y los dos se acercan donde Rubén, que sigue tumbado en la alfombra. Así es como lo quieren y al llegar junto a él, Diego, que se ha situado por detrás de la cabeza del chico, sujetándole con las manos las muñecas, se inclina sobre él y comienza a besarle, la frente, ojos, nariz y los labios en los que se entretiene. Su lengua juega con la de Rubén, las manos que han soltado las muñecas comienzan acariciar los brazos y hombros del joven. Su boca, que ya se ha separado de la otra, va buscando cuello, pecho y va bajando por el cuerpo de Rubén, llegando donde antes estuvo la mano y tan cerca un cuerpo de otro, que el de Diego también resbala por la boca del muchacho incitándole a besarlo también. Él lo hace y cuando Diego llega a la altura del pene, el suyo está en la misma boca de Rubén. Ambos son engullidos, el de Diego que esta erecto y duro y el del chico, que a pesar de toda la pasión anterior, se va endureciendo en la boca del hombre.

Adolfo, que ha esperado hasta ver al joven excitado, se ha situado de rodillas entre las piernas del chico. Con las manos por debajo de los glúteos de Rubén, lo ha levantado un poco arqueándolo, ha acercado su pene al ano del chico y de un empujón se lo ha introducido todo dentro. El gran y duro pene de Adolfo, ya que es enorme, el mayor de todos los que se ven en la habitación, firme como una estaca, ha barrenado el recto de Rubén haciendo que este temblara. Solo un gemido ha podido salir de su garganta, porque dentro de ella tiene el pene de Diego, pero la embestida, los movimientos lentos pero enérgicos y continuados que Adolfo hace en su interior, su miembro en la boca de Diego que no para de chuparlo y el del hombre dentro de la suya, hacen que el chico no pare de temblar y estremecerse.

Lo están penetrando, lo están comiendo y le están dando de mamar, suficiente para ganar el impulso que lo llevará a otro orgasmo. Y este no se hace esperar. Un charco de semen llena la boca de Diego, que ha retirado su pene de la boca de Rubén, porque casi lo acompaña en el estallido y no es lo que quiere. Adolfo sí, rugiendo como un búfalo, ha eyaculado dentro de Rubén y esto ha dado al muchacho la sensación de que su orgasmo era más intenso y duradero.

Un minuto después de las corridas, todos siguen en la misma posición, Adolfo dentro de Rubén, que con el miembro aún duro, se mueve pero muy lentamente. Diego que sigue chupando haciendo que el pene del chico siga erecto y Rubén, completamente entregado y abandonado a sus hombres.

Se retira Adolfo, con el grande y duro falo aún erecto, hasta donde están sus amigos. Diego deja de chupar el pene  del chico, se coloca sentado encima de él, su ano junto al pene, lo coloca,  se lo introduce y comienza a cabalgarlo. Arriba y abajo, lentamente, con sus manos en el pecho del joven. Acercando su boca a los labios del chico y besarlo sin dejar de moverse y penetrarse con el pene de Rubén, que aunque sigue erguido, siente que ya no va a poder volver a correrse.

_. ¡No, no puedo hacerlo otra vez más! – Dice Rubén-_. No voy a poder correrme más.

Diego acerca lo que puede su boca a los oídos del joven, sin dejar de mover la pelvis y evitando que el pene salga de su ano; y le susurra.

_. Vamos mi amor, si que puedes. Es tu sentido, tu sensación. Te la mereces, reclámala. Sí mi vida, es tu orgasmo, lo quieres, lo necesitas, pídelo y haz que te llegue. Córrete mi amor. ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya!

Casi le grita al final y no ha parado de moverse en la penetración.

Rubén, casi llorando grita:

_. ¡No puedo! ¡No puedo!- Pero poco a poco se va sumergiendo en la nube que las palabras de su amigo, unido a los movimientos y alguna caricia, le iba creando.

Casi llorando, contagiado de la enajenación creada, sus susurros son ahora.

_. ¡Si quiero! ¡Ya! ¡Me corro!

Su cuerpo tiembla. Ahora está llorando, cuando le llega el estallido. La eyaculación vuelve a quedar dentro de Diego, que lo mira, lo sonríe y lo besa. Rubén no puede creer que haya estallado una vez más y aunque algo avergonzado por las lágrimas, su mirada es agradecida cuando devuelve el beso a  Diego.

Este lo sonríe y dejándole descansar en la alfombra, se dirige donde están sus compañeros.

Ahora es Juan, su amigo, quien se acerca hasta él. Lleva unas prendas en la mano que le da para que se las ponga. Rubén las mira, ve que son una braguita y un sujetador azul claro con encajes y unas medias de liga del mismo color, señala su pene que ahora está en completo reposo y le dice que ahora sí que no va a poder ni siquiera empalmarse.

Juan le dice que no va hacer falta y le ayuda a ponerse las prendas.

Cuando Rubén se las ha puesto, Juan se sienta sobre la alfombra y le pide que lo haga junto a él, dándole la espalda. Lo hace y Juan lo abraza, su pecho y vientre en la espalda del chico y sus brazos, en la  cintura y el pecho del mismo.

Una mano lo agarra por el cuello y tirando un poco hacia atrás y arriba, a la vez que su boca mordisquea suavemente el cuello del joven, los lóbulos y los hombros, mientras al oído le susurra.

_ . ¡Qué bonita estás! Eres preciosa mi reina- Y una mano acaricia con delicadeza los encajes de las prendas, mientras lo sigue besando el cuello.

Los besos y mordiscos producen escalofríos en la piel de Rubén. Las caricias que recorren suavemente su cuerpo, también lo hacen estremecerse. Está a gusto, entregado, complacido e incluso excitado, pero su miembro ahora está dormido.

Se lo indica a Juan y este lleva su mano allí. La introduce por un lado en las braguitas, toma el miembro y apartando un poco la prenda, lo saca fuera, Lo mira y dice:

_. Tienes razón, ya no nos vale, así que… a esconderlo.

Empuja el pene y los testículos entre las piernas y Rubén, que lo ha entendido, cierra estás dejando su sexo totalmente oculto. Juan le coloca bien las braguitas y comienza acariciárselas. Sus dedos resbalan por los bordes de la prenda, llegan a las piernas, siguen por ellas y también se entretienen jugueteando con el borde de ellas, después vuelven al pubis, lo acarician por encima de la braguita, por debajo y ahí se queda mientras la otra mano juega con los encajes del sujetador.

No ha dejado de besarle el cuello ni de susurrarle palabras. Uno de los amigos ha hecho varias fotos de esos instantes y Juan le dice al oído:

_. Han inmortalizado lo bonita que estás mi niña. Ya verás que guapa. Me estremece el solo hecho de tocarte, besarte, unir mi piel con la tuya. Hacerte cosquillas en el oído con mis palabras y sentir que estoy amándote.

Después un breve beso en los labios y un intenso beso en el cuello, con una mano sobre el pecho y la otra entre las braguitas y el pubis, hacen que los momentos que dura el beso, sean excepcionales.

Luego le pide al muchacho que se ponga de rodillas e invita a sus amigos acercarse a ellos.

Juan se pone de pie y junto con los otros cinco forman un círculo alrededor de Rubén, que está de rodillas. Los seis comienzan a masturbarse, reclamando lo que con tantas ganas están esperando. Rubén quiere participar, tocar alguno con la mano o con la boca, pero no se lo permiten. Él ha de estarse quieto y esperar.

Los hombres, agitados, sudorosos y con gemidos, siguen tocándose. En un momento uno de ellos explota, lanzando su semen al cuerpo del joven; y como si de una señal se tratara, uno a uno van llegando a lo que tanto están esperando.

Las eyaculaciones envían charcos de semen el cuerpo de Rubén y cuando ya todos se han corrido, comienzan a extenderle el semen por su piel como si de una crema se tratara. Uno a uno lo van besando, agradeciendo su regalo y Rubén, que no quiere quitarse las prendas femeninas, mientras se viste los mira emocionado.

Juan lo acompaña y abandonan la casa. Nuevas cálidas y emocionadas despedidas y la promesa de volver a verse todos y con cada uno, marcan el final de una fiesta que a todos a complacido. En el camino con Juan aún surge algún beso y caricia y al comentar lo ocurrido que a todos a satisfecho, a Rubén le asalta una duda sobre la seguridad de lo que antes ha pasado.

_. No hay peligro- le dice Juan-_. Nosotros nos vigilamos la salud con cierta frecuencia y ninguno de los seis tiene relaciones fuera del grupo. Esa es la condición básica para que continúe. En cuanto a ti, que yo te deseaba y también los demás al hablarlos de ti, se cómo te portas, tu higiene, precauciones y sobre todo que has donado sangre recientemente… y ha ido bien.

Rubén recuerda que se lo había contado y se sorprende que su amigo lo recordara. Le gusta mucho, Juan y los demás. Especialmente su amigo cuando lo ha hecho sentirse una nena. Quiere volver a verlos, formar parte de su grupo, aunque ello lo condicione abandonar otras relaciones. En ellos tiene el cumplimiento de todas sus fantasías y sobre todo la seguridad de que estas van a ser cumplidas sin que a ninguno de ellos le desagrade en lo más mínimo.