La fiesta
No me lo podía creer, uno detrás de ella le manoseaba los pechos, otro le tenía metida la polla en la boca, la cual se afanaba ella en mamar y chupar.
Una pareja de amigos nuestro nos invitaron a una fiesta liberal de disfraces. Mi mujer fue disfrazada de caperucita roja y yo de lobo feroz. Una vez dentro de aquel chalet, la verdad es que no conocíamos a nadie y veíamos que aquello era un lio. Estaban enrollados unos con otros. Se tocaban, se besaban y nosotros allí como dos palominos atontados. Tomamos unas copas y bailábamos junto a otra gente. Había disfraces de todos los tipos. Los de mujeres eran muy eróticos. A una enfermera le levantaban la falda entre varios y la manoseaban, ella se dejaba meter mano. El chalet tenía un salón enorme, varias plantas y muchas habitaciones. Dimos una vuelta por la planta alta y allí había una autentica bacanal, en todas la habitaciones estaba gente follando, pero eso sí, todos con antifaces.
Nos pusimos a mirar en una de ellas y lo que allí ocurría no se podía explicar con palabras. Bajamos otra vez a la planta baja y tomamos varias copas más. El chalet estaba lleno, había gente por todos lados y de muchas edades.
Una pareja nos propuso bailar con ellos y al rato estábamos rodeados de varias más con ganas de jugar. Cuando quise darme cuenta, un marques tenia abrazada a mi mujer y la besaba. Y yo noté que una mano se metió por mi bragueta y sin darme cuenta me estaba acariciando los testículos, era una mujer vestida de criada. Me sacó la verga y me masturbaba delante de todos. Me llevó a un sillón apartado y allí me la chupaba consiguiendo en mí una erección importante. Otras parejas estaban liadas unas con otras por todos lados y yo tenía a la criada subida en todo mi miembro follándose ella sola sin haberme dado casi ni cuenta. Yo le tomé los pechos y mientras se la clavaba le peñizcaba los pezones. Otros hombres miraban meneándosela delante de nosotros. La enfermera gemía y los dos llevando el mismo ritmo disfrutábamos cada vez más. Un hombre vestido de bombero le metió su verga en la boca para que se la mamara y una Marily Monroe con vestido blanco y sin bragas, agachada me chupaba a mí los testículos. Aquello era el paraíso. Después de un rato, no sé quien me colocó un condón y en la alfombra tirados mientras se la metía a Marily Monroe, que estaba buenísima, le lamia el coño a mi enfermera y ella a su vez, la verga de un bombero, metiéndosela su totalidad en la boca.
No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando me di cuenta pensé que no había vuelto a ver a mi mujer. Yo había tenido una corrida tremenda con aquel grupito.
Me fui al baño a acicalar un poco y me propuse encontrar a mi mujer, lo cual parecía una empresa difícil. Tenía mucho calor con aquel disfraz de lobo y me lo cambié por otro de vampiro. Comencé a recorrer todas las estancias y en una habitación de las más grandes estaba ella en medio de varios que la habían desnudado por completo, no se conocía a nadie, todos llevaban puesto el antifaz.
No me lo podía creer, uno detrás de ella le manoseaba los pechos, otro le tenía metida la polla en la boca, la cual se afanaba ella en mamar y chupar. Un hombre le lamia el coño metiéndole y sacándole la lengua de sus entrañas. Era mi amigo Paco, lo conocí por un tatuaje muy pequeño que lleva en la espalda y ella no parecía estar muy mal así. Pensé, que puta es mi mujer, pero me gustaba verla. Ella no sabía que yo la observaba en la distancia.
Cambiaban de postura a cada rato, pero ninguno la había penetrado hasta que no sé de donde salió un negro muy alto y se coloco entre ellos. Tenía una verga hermosísima, como tienen casi todos los hombres de color. Se colocó por detrás y le introdujo aquel vergajo hasta dentro, los ojos no se los veía a mi mujercita, pero si notaba como se chupaba los labios y sacudía la lengua de gusto.
El negro se giró boca arriba con la polla tiesa como un palo, mi mujer se puso encima y cabalgó aquel pollón sin descanso. Ya todos los hombres miraban y a ninguno se le ocurría competir con aquel semental por follarse a mi mujer. Ella disfrutaba como nunca. Estaba despeinada, sudorosa y por lo que veía muy bien follada.
Vi perfectamente acercándome mas a ellos que mientras el negro la taladraba una y otra vez, Paco le metió la polla por el culo y otro se la puso en la boca. Ya no tenía más agujeros que tapar, pero a ella no se le veían molesta, todo lo contrario parecía una autentica actriz del porno.
Que sorpresas nos llevamos a veces con nuestras mujeres cuando dan rienda suelta a sus instintos.
Sin pudor os digo que viendo aquello yo me hice las dos pajas más ricas de toda mi vida, mirando cómo se follaban a mi mujer.
Salí de la habitación una vez que comprendí que aquello había terminado y me fui a la planta baja a tomar una copa. Al rato apareció mi mujer totalmente preparada. Se había peinado y maquillado, venía como si nada hubiera ocurrido. Me acerqué a ella, pero no me conoció. Le dije que era yo que me había cambiado el disfraz, porque me lo manché.
Cariño, me dijo, ¿donde te has metido? y yo le pregunté ¿y tú? he estado bailando con un chico muy agradable vestido de marques y nos hemos dado un morreo, pero luego llegó Paco y me llevó a una habitación con varios hombres muy ardientes. ¿Donde has estado tu? amor. Sentado allí al fondo con aquella criada muy atenta. Hemos estado bailando y después he visto como estabas siendo follada por Paco y un negro de polla enorme. He visto la cara de viciosa y de gusto que ponías mientras te veías llena de varias pollas a la vez y de cómo te las comías sin rechistar.
¿Te ha molestado? No cariño, me ha gustado y mientras te observaba me hice dos pajas deliciosas.
Paco me contó que cuando iba a este tipo de fiestas, no veía en toda la noche a su mujer, Gema, ni ella a él. Se relacionaban por separado, lo cual tenía más morbo.
Desde este día vamos cuando podemos a clubes liberales y disfrutamos del sexo como nunca.