La Fiesta
Fuí invitado a una fiesta que se celebraba en un chalet. La noche depararía sorpresas.
Hacía unos días había recibido una llamada invitándome a una fiesta que se iba a celebrar al siguiente sábado. La invitación la realizaba Silvia. A Silvia la había conocido hacía unos tres meses junto a unas amigas. Silvia es una morenita de 20 años, de buena familia, y que está estudiando empresariales en la universidad.
Llegué a la hora convenida al chalet que tienen sus padres en el interior de la provincia acompañado de Carlos, un amigo, y muy amablemente nos recibió la anfitriona. Estaba preciosa con un vestido negro, floreado y que le quedaba por encima de las rodillas. En la fiesta había aproximadamente unas 30 personas y la cena se iba a celebrar en el jardín, a lado de la piscina. Yo apenas conocía a las personas que estaban en el jardín, que en su mayoría eran compañeros de Universidad. Si conocía al grupo de amigas de Silvia. Eran cinco amigas de entre 20, Silvia es la pequeña, y 26 años que tiene Cristina. Aunque apenas llevaba unos minutos allí comprobé que poco tenía yo que ver con la forma de ser de la mayoría de los invitados.
La cena trascurrió con normalidad entre charlas, risas, anécdotas y como no, el alcohol que en forma de vino o cerveza "regó" la cena. Al finalizar la cena y estando en la fase de las copas decidí buscar el baño. Por indicaciones me dirigí al interior del chalet y encontré el esperado servicio. En la puerta se encontraba una chica haciendo cola. Me indicó que una amiga suya estaba en el interior y que en la planta superior había otro baño. Subí al piso de arriba y enseguida encontré el lugar. Cuando salía de nuevo por el pasillo vi que en una de las habitaciones había luz y escuché unos sollozos.
Abrí la puerta lentamente y encontré a Silvia tumbada en una cama y llorando.
*Estas bien??
No, quiero estar sola.* Me dijo sollozando.
Me acerqué al bordé de la cama y me senté. Le pregunté que le sucedía.
Resulta que me acabo de enterar que Luis (así se llamaba el novio de Silvia) está enrollado con Marta. Lo he mandado a la mierda y me ha jodido la fiesta.
Estuvimos un rato charlando, bueno yo más que ella, tratando de consolarla y haciéndole ver que su chico no merecía ni una sola lágrima vertida. Al rato ella estaba ya sentada en la cama y apoyada en mi terminando de secarse las últimas lágrimas derramadas. Sin que yo apenas me diera cuenta giró y me dio un dulce beso en los labios.
Estás ya mejor dije
Sí, gracias, pero aun necesito cariño.
A ese segundo besó ya sí respondí, jugando suavemente con su lengua. Poco a poco nos fuimos recostando sobre la cama hasta terminar ella tumbada sobre mi. Mis manos fueron recorriendo las suaves piernas de Silvia hasta terminar acariciando su precioso culo por debajo del vestido. Ella mientras tanto buscaba con su mano mi entrepierna para acariciarme por encima del pantalón. Me dio la vuelta y después de besarme poco a poco bajo hasta mi cremallera dejando salir de su prisión a mi polla que por aquel entonces estaba en su máximo esplendor. Empezó a lamerla como si fuera algo que hacía mucho tiempo que había deseado. Supongo que la reciente discusión con su novio me beneficiaba bastante. Estuvo un buen rato recreándose con mis pelotas. Jugueteaba con ellas y alternaba recorriendo de arriba a bajo con su lengua mi pene.
Cuando estaba a punto de estallar se levantó y se introdujo en mí. Poco a poco fue introduciendo mi polla en sí. Debido a su delgadez costaba que entrara pero al final, de un golpe, se dejo caer soltando un breve suspiro. Empezó a cabalgar suavemente mientras conseguí quitarle el vestido dejando al desnudo su precioso cuerpecito. Tenía el vientre plano y sus pequeños pechos mostraban la excitación que le recorría el cuerpo. Silvia seguía cabalgando, se tumbaba sobre mi besándome apasionadamente mientras mis manos recorrían su espalda, su culo, y mis dedos jugaban con su coñito mientras mi polla entraba y salía de ella cada vez con mas violencia. Se dejaba caer posicionando sus tetas en mi boca para que mordisqueara sus pezones cada vez con mas fuerza.
De repente se levantó y arqueando el cuerpo hacía atrás llegó a un fantástico orgasmo. Yo aun no había terminado y muy suavemente se volvió y comenzó de nuevo a hacerme una fantástica mamada hasta que consiguió su premio. Nos besamos apasionadamente y nos recostamos en la cama pero
Al entrar yo en la habitación había dejado la puerta abierta y en ella estaba espiando Lourdes, una de las amigas de Silvia.
CONTINUARÁ