La Fiera 3

Maria aprende cosas nuevas de la mano de una muchacha llena de vida.

LA FIERA

Una despiadada ola de calor azota toda la región justo en el momento en que se inicia la cosecha de los frutales. María va de un lado para otro acarreando gente y equipos así como asegurándose que no falte nada para una labor delicada y que necesita mano de obra en abundancia. Además se asegura que haya agua y todo lo necesario para que sus trabajadores se protejan del sol e incluso dio órdenes de parar todo a la hora de mayor calor. Es una tarea muy cansadora y que recién va en su primera semana y la ola de calor no ha dado señales de querer dar tregua.

María hace de todo, visita el pueblo, regresa por materiales, se reúne con los transportistas y negocia precios con sus clientes habituales. Es un continuo ir y venir que la tiene bastante cansada, situación que se comienza a notar en ella y algunos ya le han recomendado que haga una breve pausa para tomarse un pequeño respiro y recuperar fuerzas.

Regresando a su casa María decide hacer un desvío, precisamente para tomar un poco de aire y descansar aunque sea un momento. Toma una ruta alternativa y se dirige por un camino que solo ella conoce hacia el pie de un cerro dejando su camioneta estacionada entre unos árboles de forma discreta. Camina por entre la maleza y el suelo reseco y polvoriento hasta llegar a una pequeña quebrada donde siente una brisa de aire fresco debido a una caída de agua que brota de un manantial en la roca. María se acerca al borde de la pequeña laguna que se ha formado y se quita su sombrero para sumergir su rostro en las frías aguas para saciar su sed y a la vez refrescarse. Su cabello mojado se suelta y el agua se escurre por su cuerpo.

A la orilla de la laguna y sobre unas rocas María deja su ropa. Sus botas, su camisa, sus jeans, todo hasta quedarse desnuda y zambullirse. Las frías aguas del manantial le hacen olvidar el calor infernal que se siente en el ambiente y María se pone bajo la pequeña cascado cerrando sus ojos y manteniéndose quieta, permitiendo que el agua se deslice por las impresionantes curvas de su cuerpo que tanto hacen suspirar a los hombres del lugar y de las cuales solo un tímido muchacho, y sus atrevidos sobrinos han podido disfrutar. Tras un momento de relajo personal María se viste y regresa a sus labores aunque con un nuevo aire.

Tras pasar a supervisar la cosecha del día María llega a su casa y se sorprende al ver a una muchacha sentada en la entrada. “¿Qué haces aquí?” le pregunta a la chica que se le acerca a saludarla. “Soy sobrina de la señora Estela, ella me dijo que usted podría ayudarme” y le entrega una carta. María la lee con atención, a la tía de esta muchacha la conoce bien, fue una empleada a su servicio por varios años y una de las pocas que se quedo con ella tras su divorcio. “Así que buscas trabajo”, “necesito hacerme de unos pesos antes de volver al internado donde me quedo por mis estudios en la ciudad”. En esta temporada María lo que más necesita es mano de obra y le ofrece trabajo como recolectora aunque tiene sus dudas que sea capaz de lidiar con una labor así de pesada. Su aspecto de “citadina” es evidente en su forma de vestir. Peto, shorts, sus uñas pintadas y su cabello teñido de un color entre amarillo y naranjo no le inspiran mucha confianza. Sin embargo le da la chance y la hace alojarse en su casa en vista que no hay otro alojamiento disponible y también en consideración a su tía que fue muy buen persona con María. “Espero que te guste levantarte temprano, aquí madrugamos” le advierte.

A la mañana siguiente María se levanta como de costumbre antes de las seis. Se ducha y se prepara para otro día de arduo trabajo. Pronto advierte que Karina también está en pie y le pregunta si desea café u otra cosa. Sin pudor alguno Karina se asoma en ropa interior por la puerta, algo que desconcierta de forma evidente a María que aprecia la esbelta y delicada figura de la muchacha. Karina es un poco más baja que María, piel canela, cabello corto hasta los hombros y un cuerpo esbelto y delgado que contrasta con la voluptuosidad de María. Sus pechos pequeños pero bien firmes saltan a la vista así como se trasero bien parado y redondo. “Café con leche” le responde y vuelve a vestirse.

María la lleva a los sitios de trabajo y la deja con otras recolectoras con más experiencia que le explican y le enseñan lo que debe hacer. “Trabaja bien” le comentan más tarde a María mientras supervisa todo. Karina se muestra como una chica alegre y conversa bastante con los demás. En la tarde regresa con María a la cual le hace algo de compañía y charlan de todo un poco. “Me quedo en un internado de mujeres” dice Karina, “tengo muchas amigas ahí y me llevo súper bien con ellas, de hecho espero juntarme con algunas que andan turisteando en la zona, claro después que termine mi trabajo”. María se incomoda un poco cuando Karina le cuenta acerca de las historias que su tía le relataba sobre su persona, “¿así que le rompió el brazo a un sujeto que le agarro el culo?” pregunta ella, “y la nariz también” responde María en medio de las risas de la muchacha, “¡ay qué cosa, por eso prefiero las mujeres, los hombres son unos idiotas!”, tras decir esto decide irse  dormir y se acerca a María dándole un beso en la mejilla de buenas noches tomándola por sorpresa.

En los días siguientes Karina sigue siendo la misma con su alegría y simpatía habitual, aunque María comienza a sentirse intimidada por los gestos de la muchacha que cuando conversan, no deja pasar la oportunidad de decir directamente que es lesbiana aunque, “también he estado con chicos, pero con mujeres es mejor”, esto incomoda a María que de manera inexplicable pierde esa seguridad en sí misma y se muestra algo nerviosa en presencia de la muchacha. Esto se hizo más que evidente cuando María se estaba dando una ducha y de manera imprevista Karina entra al baño, “lo siento, como no estaba la puerta cerrada pensé que no había nadie”. María se queda sin habla, pero de inmediato se percata de la lasciva mirada que Karina le da, es como si la devorara con la vista y eso la deja algo excitada.

Tras dos semanas de arduo trabajo la cosecha esta casi lista, solo falta lo menos y María comienza a despachar a sus trabajadores cancelando sus sueldos. Karina recibe su paga y le pregunta si puede quedarse un par de días más antes de irse. María acepta y esa tarde la muchacha sale a juntarse con sus amigas, “queremos ir a la laguna a pasar la tarde”. María termina con sus labores y por primera vez en días tiene un momento de calma así que aprovecha de disfrutar de una cerveza fría con su gente celebrando el fin de la cosecha. De regreso a su casa y con una mezcla de curiosidad y morbo, María se detiene en la laguna. Ella se acerca ocultándose entre los arbustos y observa a Karina con sus amigas. La muchacha luce realmente hermosa en bikini y un escalofrió recorre su cuerpo cuando una de sus amigas le aplica bronceador en su piel deslizando sus manos de manera bastante libre por su cuerpo, para después comenzar a besarse entre ellas. María casi se derrite al ver esto y un escalofrió la recorre delatando lo excitada que se ha puesto, sin embargo decide seguir con su camino.

Es casi de noche cuando Karina regresa y María está llenando unos papeles en su oficina. “¿Cómo estuvo la tarde?” le pregunta, “de pelos, nos divertimos bastante” responde la muchacha con su típica alegría, “¿y usted es solo trabajo?”, “bueno estos documentos no van a llenarse solos, esto es lo que más detesto, el papeleo de nunca acabar” dice María que se queja de una molestia en su hombro. “Ve, mucho estrés, debe relajarse, déjeme darle una mano”.

Antes que María pueda decir algo Karina se pone detrás y la toma de los hombros, “vamos relájese” le dice al sobresaltarse. Con sus suaves manos le empieza a hacer un masaje en los hombros y el cuello notándola sumamente tensa. “Suelte esos músculos” le dice al oído y María poco a poco va cediendo, “lo ve, se siente mejor ahora”. Delicadamente continúa pasando sus manos sobre la espalda de María, el relajo y la excitación que la invaden se hace evidente y aun más cuando Karina le desabrocha algunos botones de su camisa y se la baja dejándole sus hombros al descubierto así como también parte de sus magníficos y grandes pechos. Las manos de Karina no se detienen y María lisa y llanamente no tiene fuerzas para detenerla quedando a su completa merced. Las pequeñas y suaves manos de la muchacha descienden ligeramente y le rozan la parte superior de sus pechos haciendo que María libere un pequeño suspiro que la delata por completo. Karina acerca su rostro al cuello y la toma del rostro buscando sus labios, pero en ese momento se oyen unos golpes en la puerta.

“Si me disculpa me voy a duchar y a dormir” le dice y Karina se retira dejando a María con los crespos hechos. Se arregla, y aun excitada y desconcertada va a ver lo que sucede.

Es pasada la media noche cuando regresa, problemas con un camión complicaron la salida de parte de sus productos, pero por fortuna el asunto no pasa a mayores. Trata de retomar su trabajo, pero al cabo de un instante deja todo de lado, no puede concentrarse y al mirar la silla recuerda vívidamente lo sucedido. María se va a dormir aunque la situación le ronda en la cabeza. Al pasar frente al dormitorio de Karina abre ligeramente la puerta y la encuentra tendida en la cama, completamente destapada por el calor. Viste solo una polera bien ligera que esta algo levantada dejando parte de sus pequeños, pero hermosos pechos a la vista. Un calzón bien coqueto de color blanco contrasta con la piel canela de Karina y su mano derecha está entre sus piernas. A María la boca se le hace agua y por un momento quiere entrar. Karina se mueve hacia un lado y su trasero salta a la vista. Firme redondo y con sus nalgas bien marcadas debido a que su calzón se pierde entre las mismas. María hace un enorme esfuerzo y cierra la puerta encerrándose en su habitación.

En la mañana María sale temprano y en silencio, ni siquiera toma desayuno para no despertar a Karina y come con sus trabajadores. Trata de enfocarse en su trabajo, pero se le hace casi imposible y siente su cuerpo arder de una manera increíble. A la hora de almuerzo apenas se detiene en la casa y solo cruza un par de palabras con Karina a la que evita mirar a los ojos y que actúa con total normalidad como si nada hubiese ocurrido desconcertándola aun más.

Ya por la tarde y tras terminar sus labores María hace su desvió nuevamente. Es el único lugar donde puede tener paz y tranquilidad. Su cuerpo lisa y llanamente necesita botar esa calentura que tiene y en su rincón privado es la única parte donde puede hacerlo.

En un dos por tres María se desnuda y se mete al agua donde se refresca y suspira profundamente al meter sus dedos en su entrepierna. Su coño lo siente más caliente que nunca y pronto desliza sus manos por todo su cuerpo acariciando sus grandes pechos y su sexo dejando salir esa excitación que Karina le provoca y que además la avergüenza, aun le cuesta convencerse que se haya excitado con una mujer, en especial una tan joven.

“Vaya, veo que la fiera es una mujer después de todo”. Al escuchar esa voz María se da media vuelta y observa atónita a Karina de pie junto a la laguna mirándola fijamente. “Sabe, yo no necesito dinero, ni un lugar donde quedarme, podía perfectamente haberme alojado con mis amigas que ya me habían invitado”, “¿y por qué viniste conmigo?” saca la voz María aunque de forma temblorosa, “pues por usted”. Tras decir esto Karina comienza a desnudarse lentamente mientras María la observa y respira de forma agitada.

“Es claro que no lo recuerda, pero usted me vio en una ocasión hace algunos años, antes que me tiñera el pelo” dice Karina que se va sacando su ropa interior, “a esas alturas yo ya era lesbiana y cuando la vi quede prendida de usted, de inmediato me dije a mi misma tengo que follarmela, tengo que acariciarla, tengo que probar su cuerpo, saborear sus pechos y coño, tengo que hacerla mía aunque sea una vez” le dice Karina a María que no le sale el habla. “Quise venir antes, pero no pude, sin embargo ahora se me presento la ocasión y le invente la historia que buscaba trabajo a mi tía sabiendo que me iba a mandar con usted, es ahora o nunca me dije y así fue como llegue”. Karina se mete al agua y tras darse un buen chapuzón avanza hacia María que retrocede torpemente.

“Debo admitir su reacción me sorprendió, cuando la note tan vulnerable ante unos gestos que hice. El beso en la mejilla, cuando le dije que era lesbiana y esa noche en su oficina de no haber sido por qué un idiota vino a interrumpir me la habría follado ahí mismo, incluso pensé que se animaría a meterse a mi cama cuando estuvo parada en la puerta mirándome”, María abre la boca de pura sorpresa y Karina se ríe, “¡pero claro que sabía que estaba ahí!, sin embargo cuando note su actitud en la mañana supe que estaba caliente, lo supe en el acto y me imagine que vendría a este lugar”, “¿cómo sabes de este sitio?” es lo único que María atina a preguntar, “pues con mis amigas recorrimos estas tierras hace un tiempo y lo descubrimos, si supiera las cosas que hicimos aquí, además el día que fui a su casa yo vine aquí a darme un baño y la vi desnuda refrescándose, tuve que controlarme para no venir a tirármela en esa ocasión, la vi disfrutando y yo me hacia una feroz paja a escondidas, pero ahora, la haré mía si o si” y Karina presiona su cuerpo sobre el de María poniéndola contra la roca mientras el agua cae sobre ambas.

Karina mueve su cuerpo frotándolo con el de María, la diferencia de tamaño del busto de ambas es evidente, sin embargo Karina presiona sus senos sobre los de una atónita María que reacciona ante las caricias que le dan. Karina trata de besarla, pero ella la evade hasta que finalmente la toma del rostro y le da un apasionado beso en la boca mientras presiona su rodilla derecha entre las piernas de María frotándole el coño. “Nada mal” le dice Karina con una sonrisa, “es obvio que nunca lo has hecho con una mujer, pero no importa, yo te voy a enseñar” y nuevamente la muchacha vuelve a la carga ante una María completamente entregada y vulnerable.

Los besos de Karina se hacen más intensos y sus manos se vuelven más inquietas a cada instante acariciando los pechos de María y luego apretándole sus nalgas, “pero que buen culo” le  dice mirándola a los ojos notando el desconcierto y tremenda excitación en ella. Karina le mete mano por donde quiere, la hace darse media vuelta y la toma por detrás frotando su pubis contra el esplendido culo de María al tiempo que le toma los pechos y desciende una mano hasta llegar al coño. María deja escapar un profundo gemido y Karina la besa en el cuello mientras juguetea con su sexo, acariciando su clítoris y presionando un dedo en su vagina. María no puede controlar su cuerpo que se estremece de manera increíble ante semejantes caricias.

Con una mano bien metida entre sus piernas y la otra sobándole los pechos María disfruta una barbaridad. El manoseo de Karina la tiene fuera de control y sus dedos se van metiendo más y más en su sexo. Se voltea un poco y encuentra el rostro de Karina intercambiando un beso con ella por primera vez de forma voluntaria. Sus lenguas se cruzan y María estira sus manos hacia atrás y la presiona contra su cuerpo. El agua del manantial que cae sobre ambas parece hervir mientras follan ahí.

María se da media vuelta de nuevo y ambas se besan con todo, Karina lleva el liderazgo presiona su lengua en la boca de María que trata de seguirle el paso a la fogosa chiquilla. Karina le toma los pechos y se los empieza a chupar, jugando con sus erectos pezones lamiéndolos y frotándolos con sus dedos y con la punta de su lengua, “cuanto quería hacer esto” le dice mientras le devora sus senos. María gime y respira profundamente, las caricias y lamidas que recibe la dejan sin aliento y Karina se muestra insaciable sintiendo la lengua de la muchacha bajar por su cuerpo hasta llegar a su coño, María está ansiosa y expectante. No sabe si pedirle que se detenga o que siga, pero esa decisión no es de ella y Karina pronto envuelve su sexo con su boca y María deja escapar un tremendo gemido. Karina se lo devora con todo, ansiaba hacerle esto y se lo chupa y lame saboreándolo y probando el coño de una mujer madura. María presiona el rostro de la chica entre sus piernas y Karina la toma con fuerza de los muslos y hunde su lengua tan adentro como puede mientras María se retuerce y se sujeta de las rocas ya que sus piernas parecen de hilo. “Delicioso” murmura Karina que vuelve a la carga perdiéndose su rostro entre los gruesos muslos de María que está en completo éxtasis. Karina la sujeta del culo y va metiendo un dedo entre sus nalgas excitándola aun más de lo que ya esta y le da un nuevo beso en la boca haciéndola probar el sabor de su propio coño.

“¡Contra la pared!” le ordena y la hace inclinarse mostrando su precioso culo y su sexo, María la observa con ansias y sacude su cabello lanzando agua en todas direcciones, separa ligeramente sus piernas y Karina le frota el coño con mucha fuerza deslizando completamente su mano y dándole unas buenas nalgadas. No contenta con ello comienza a follarla usando sus dedos, se los va metiendo rítmicamente y de varios a la vez. María se mueve cargándose sobre ella y Karina usa su pubis para empujar como si la estuviera penetrando, “¡ah, que rico!” exclama María que esta descontrolada ante el intenso placer que siente.

No satisfecha con follarla por un agujero Karina decide darle en el culo y María la incita a ello, “¡vamos dale que mi culo te desea!” le dice y Karina se los va metiendo ahí también. El ser follada por ambos agujeros la tiene a mil a María, sus gemidos se oyen con fuerza y ya no trata de contenerse a sí misma, simplemente se deja llevar de la mano de Karina que al fin se da el gusto de cogerla, algo que ansiaba desde hace tiempo.

Sobre una roca María queda recostada, nuevamente Karina la recorre de arriba abajo con su boca lamiendo sus pechos y su coño. Le separa ampliamente sus piernas y frota su pubis con el de María moviéndose como si la estuviera penetrando. Ambas se enredan entre sí en un ardiente y apasionado abrazo lleno de besos y caricias, pero Karina tiene ganas de seguir y María también.

“Ahora es tu turno” le dice Karina poniéndole su coño en la cara a María haciendo un 69. En un comienzo María se muestra tímida y sorprendida pese a todo lo que ha hecho, pero Karina la incita. Tímidamente María se acerca al coño de Karina y siente su aroma, “vamos que esperas” dice la muchacha y María lo hace, le desliza su lengua en el coño y ahora Karina es quien deja escapar un gemido. Ella sigue presionando y Karina mueve sus caderas restregándole su coño en la cara a María.

Lo único que se escucha son los gemidos y suspiros de ambas con el ruido de la caída de agua en el fondo. Recostadas en la maleza Karina y María se dan bien duro lamiéndose sus coños y metiéndose sus dedos mutuamente. María nunca lo había hecho con una mujer antes y es increíble, nunca nadie le había dado un placer así de intenso. Se corren de tal forma que pierden la noción del tiempo y solo cuando ya se comienza a poner el sol se toman un respiro abrazadas la una a la otra.

“Mañana debo irme” dice Karina que le da un pequeño beso a María, “pues hay que aprovechar la noche” le dice y ambas se van a la casa. Apenas entran se empiezan a desvestir de nuevo. A duras penas llegan al dormitorio de María y Karina se pone con el culo al descubierto y María le regresa el favor follandola duramente con los dedos. “¡Oh si, oh si!” exclama ella y María le devora su pequeño pero hermoso trasero. Ambas mujeres se lo montan en todas las poses posibles, Karina se lamenta de no tener un juguete a la mano, pero a María no le importa. Siguen follando hasta que la luna se aprecia claramente en el cielo nocturno. Karina hace a correrse a María cruzando sus piernas con ella y haciendo que sus coños se froten directamente el uno sobre el otro provocando tremendos gemidos en ambas, en especial en María que nunca había experimentado algo así. Solo el cansancio pone la calma entre ambas con Karina durmiéndose entre los pechos de María.

El ruido de su teléfono despierta a María que trata de poner las cosas en orden en su cabeza. Mira hacia el techo y después a su lado encontrando su cama vacía y se pregunta si todo fue un sueño. Contesta el teléfono y se percata de lo tarde que es, “si estoy bien, solo que se me olvido poner el despertador” se excusa. Se sienta en la cama y ve una nota en la almohada, “estuviste genial, te prometo que volveré, besos Karina”. María sonríe y se recuesta de nuevo, “así que no fue un sueño” y se estira en su cama, preguntándose cuando volverá a ver a su nueva amante que le enseño el amor de mujer.