La feliz confusión de la recién casada (3)
Sobre lo que ocurrió en el tercero y cuarto día de su visita, y cómo fue aumentando inevitablemente la tensión sexual entre los dos.
MARTES
Al día siguiente, sabiendo ya cuáles eran sus costumbres, me levanté más temprano, para llegar al baño antes de que ella entrara a ducharse. Y lo logré, entré al baño antes que ella.
Mi intención no era simplemente ganarle la ducha a la joven, sino generar un pequeño y travieso malentendido para ver cuál era su reacción.
Cerré la puerta del baño pero no le puse seguro, y luego me quité toda la ropa y esperé de pie lejos de la puerta pero de frente a ella, con una toalla en una mano y en absoluto silencio. Esperé paciente hasta que sucedió lo que yo esperaba.
Se escuchó que alguien golpeó un par de veces la puerta desde afuera para confirmar si alguien estaba adentro, pero los golpes no fueron muy duros, supongo que para no despertarme por si todavía estaba yo dormido como en el día anterior. Yo no respondí al llamado y me quedé quieto haciendo como que miraba la toalla que tenía en la mano.
Ella abrió la puerta despreocupada y yo la volteé a ver con calma. La jovencita alcanzó a dar un par de pasos dentro del baño antes de levantar la mirada y descubrir mi presencia. Al darse cuenta que yo estaba ahí parado y desnudo, pegó de inmediato un pequeño brinco por la sorpresa, se disculpó y empezó a retroceder para salir y cerrar la puerta nuevamente.
Pero mientras ella caminaba hacia atrás sin girarse, no pudo evitar mirar por unos segundos, directamente y con evidente atención, a mi flácido y circuncidado pene que colgaba con pesadez y soltura ante los atónitos ojos de la hermosa mujer, que lucían en ese momento, hermosos y muy abiertos. Me pareció que la joven retrocedió muy despacio, como para no tropezarse, y porque no me quitaba la vista de encima. Pero luego cerró la puerta con rapidez.
Afortunadamente yo no soy exhibicionista, es decir, no soy de los que sienten placer cuando los ven desnudos. De haberlo sido, ella me habría cachado con una incriminatoria erección en el baño. La verdadera intención de mi pequeño show no fue que yo llegara a excitarme, sino que a la hermosa joven pudiera conocer algo de mí, que quizás le pudiera interesar más adelante.
Nos volvimos a ver en el desayuno, ella estaba roja de vergüenza.
-Discúlpame por haber entrado en el baño cuando tú lo estabas usando- dijo ella con voz angustiada.
-No te preocupes, fue sólo un accidente, a cualquiera le puede pasar.- comenté con tranquilidad.
-Te juro que toqué la puerta antes de entrar, quizás no toqué lo suficientemente fuerte, lo lamento.
-No escuché nada, pero te creo. La próxima vez voy a ponerle seguro a la puerta, para que no vuelvas a observarme así. Jejeje.- bromeé.
-No te preocupes, no va a volver a pasar. Y yo no tenía la intención de observarte. Además yo ni alcance a ver nada.- Ella mintió por vergüenza.
-¿Entonces no viste mi ropa interior?- pregunté para seguir la broma.
-No ¿Cuál ropa interior si no llevabas...?- confesó inocentemente.
-Me refiero a la ropa interior que estaba tirada en el suelo, jejeje. Pero entonces si viste algunos detalles.- Ella se puso mucho más roja al darse cuenta que yo la había hecho confesar lo que no quería decir.
-Bueno, es cierto, si vi algo, pero no fue a propósito. No pude evitar observar algunas partes de tu cuerpo.
-No hay problema, eres una mujer casada, seguro ves estos detalles todos los días en casa.
-Si, algo así. Pero no es lo mismo ver el de tu marido que ver el de su amigo.
-Claro, no es lo mismo.
Decidí dejarla en paz para que pudiera terminar su desayuno y llevarla a su curso. Ya había tenido suficientes emociones en esa mañana, y me pareció notar que a través de su blusa, se alcanzaba a adivinar que ella tenía los pezones un poco duros justo en ese momento. Quizás era debido al tema que estábamos platicando. Pero había que dejarla procesar durante el día lo que había visto.
Entonces, como en el día anterior, la llevé a su curso, y luego me fui a mi trabajo. Ya en la tarde, después de pasar por ella y después de cenar ligero, nos sentamos nuevamente en la sala con una copa en mano. Pero ahora noté una pequeña tensión entre nosotros, probablemente por lo sucedido en la mañana. Así que después de varias copas bien cargadas, traté de indagar la situación:
-¿Te sientes bien hoy?
-Si, estoy bien, pero sigo un poco apenada por lo de la mañana.
-Ya olvidalo, yo no estoy ofendido ni enojado contigo. Me has tenido mucha confianza estos días, me has contado cosas muy personales, somos buenos amigos, y ahora, simplemente me conoces un poco más, aunque haya sido sin ninguna intención. ¿Cómo te has sentido esta semana aquí en mi casa?
-Yo muy bien, la verdad es que si te has ganado mi confianza en poco tiempo y me he sentido muy contenta de platicar y compartir mis problemas personales contigo. Siento como si te conociera desde hace mucho tiempo, y como si fueras capaz de entenderme incluso mejor que yo misma. Me apena reconocerlo, pero me la he pasado tan relajada y feliz a tu lado, que incluso ha sido mejor que cuando mi casa con mi marido.
-Pues que bien, yo también estoy feliz de tenerte en mi casa. Puedes contar conmigo para lo que necesites. Sea lo que sea.
-Hay algo que me quedé pensando a raíz del incidente del baño.- dijo ella mirando a mi pantalón sin darse cuenta.
-Cuéntame qué pensaste.- la invité a hablar.
-¿El tamaño importa?- preguntó mirándome directamente a los ojos.
-Tengo entendido que no lo es todo, pero si puede ayudar. ¿Por qué lo preguntas?
-Perdóname, pero lo que pasa es que no puede evitar notar hoy en la mañana el tamaño de tu… ya sabes.- habló como quien no quiere decir lo que realmente piensa.
-¿Lo preguntas por lo que está pasando en tu matrimonio?
-Si, lo pregunto por eso. Y porque no he tenido ninguna experiencia sexual con alguien que no sea mi marido. Así que no sé qué tanto importa.
La mujer había estado pensando lo que yo quería que pensara, gracias al pequeño “accidente” del baño, y lo estaba dejando claro en sus interesantes preguntas.
-No me respondas si no quieres, pero te quiero preguntar ¿Hay mucha diferencia entre lo que viste en el baño hoy, con la que conoces de tu marido?- lancé la pregunta clave.
-No sé si deba responder esta pregunta.- hizo una pausa mientras se ponía nuevamente de mil colores y le daba un buen trago a su bebida. Y luego continuó. -Si te soy honesta, si hay una diferencia. Y por cierto, no tan pequeña.
Yo no sabía qué cara poner ante este piropo tan directo. Era obvio que el saber que ella estaba desesperada por tener sexo satisfactorio y el pequeño incidente de la mañana estaban teniendo efectos positivos en nuestra plática. En pocas palabras, me confesó que le gustó lo que vió.
-Bueno, en ese caso, el tamaño sí puede llegar a ser significativo.
-Pues entonces no se que hacer, no logro llegar a nada con mi marido. Y no es su culpa, me siento atrapada.- ella se notaba desesperada.
-¿Qué piensas hacer?
-Nada. Seguir intentando y adaptarme, no tengo otra opción.
-Si te lo propones, siempre hay otras opciones disponibles.- dije yo con cierta picardía.
-Si, lo sé. Pero yo no estoy dispuesta a buscar otras opciones, porque amo a mi esposo.- dijo ella un poco ofendida.
-Es decisión tuya y me parece muy respetable.
-Así es.
-Aunque, con mucho respeto y humildad, deberías por lo menos, considerarlo como una posible alternativa. Aunque sólo sea para comparar y que sepas si el tamaño realmente importa o no para ti. Sólo piénsalo un poco.
-¿Me estás proponiendo lo que estoy pensando?- preguntó sorprendida.
-No, yo no te estoy proponiendo ni ofreciendo nada. Por ejemplo, te puedes comprar un juguete sexual de tamaño considerable. Sólo digo que lo pienses para ti misma. Al fin y al cabo, tú eres la que tienes la frustración y la duda. Si la frustración no te deja dormir bien, y la duda te corroe las entrañas, deberías pensarlo.
Se me quedó mirando muy profundamente tratando de escudriñar mis verdaderas intenciones. Al ver que yo me mantenía serio y ecuánime. Ella simplemente respondió.
-De acuerdo, lo pensaré. Pero te adelanto que a mí no me llaman la atención los juguetes sexuales.
Ya no quise seguir tocando el tema, yo ya le había dejado bien claro que podía contar conmigo para investigar y comparar. Era importante que ella supiera lo que le estaba afectando en su matrimonio, y yo era un buen amigo más que dispuesto a clarificar sus dudas.
Luego seguimos platicando muy contentos por algunas horas más, incluso nos desvelamos un poco, y luego lamentablemente cada uno se fue a dormir a su propio cuarto. Pero estoy seguro que ella se quedó pensando en mí esa noche.
La noche anterior yo gané un motivo para masturbarme, ahora parecía que ella lo había ganado. Eso era bueno, ella ya estaba aquí en mi cama, al menos en pensamiento, ahora faltaba hacer que estuviera de otras formas.
MIÉRCOLES
Ese día no tuvimos ningún problema en el baño, yo me duché primero y luego ella. Ya en el desayuno, yo le revisé la vestimenta, y pude notar que ella hacía lo mismo con la mía. El interés ya era mutuo. Luego todo siguió como de costumbre.
Ya llegada la tarde, como siempre, nos pasamos a la sala justo después de cenar. Yo estaba preocupado porque ella iba a volar de regreso el viernes en la noche, así que solo quedaban dos noches con ella. Hoy tenía que intentar algo.
Las copas fluyeron con la acostumbrada velocidad, o quizás un poco más rápido que en los días anteriores. Parecía que ambos necesitábamos cierto valor para tocar temas que teníamos pendientes. Los dos sabíamos que después de un rato de frivolidades, íbamos a llegar al grano y los dos queríamos estar preparados para ese momento. De hecho nos tardamos un buen rato en tocar el tema que queríamos, como que estábamos esperando a que el otro fuera el que iniciara. Mientras tanto, parecía una carrera para ver quién bebía más. Finalmente ella no pudo esperar más y dio el primer paso.
-Yo tengo una duda que tal vez tu puedas responder.- dijo ella levantando una ceja.
-Dime ¿Cuál es tu duda?- pregunté mientras la miraba fijamente a los ojos y me cambiaba de asiento en el sillón para quedar cerca de ella y ponerle toda mi atención.
-Si el tamaño no lo es todo, según dices tú.- ella por un instante bajó la mirada a mi entrepierna y luego me volvió a mirar a los ojos. -¿Qué otras cosas son importantes?- y puso una cara inquisitiva.
-Esa es una muy buena pregunta, veamos… Yo creo que la confianza y el respeto es importante, la compatibilidad en la forma de ser también, los sentimientos…
-Si, todo eso ya lo sé.- me interrumpió poniendo una de sus manos en mi rodilla. -Me refiero a la parte física.- y levantó ligeramente ambas cejas mientras esbozaba una pequeña sonrisa.
Me di cuenta que ella me estaba poniendo a prueba, o quizás quería tener contraargumentos para darle menos importancia al tamaño y convencerse a sí misma que no hacía falta buscar alternativas de otras dimensiones.
Entonces puse mi mano sobre la mano que ella tenía en mi rodilla, y luego le dije:
-Pues, hay varias cosas importantes en la parte física, como tener un buen control sobre la erección, saber estimular a tu pareja y darle tiempo para que ella disfrute. Mantener un ritmo adecuado y ser creativo. Saber interpretar lo que está sintiendo la otra persona y tratar de consentirla, etcétera. Es decir, ser todo un caballero y tratarla como una dama se merece.
Dije todo esto con lentitud y tranquilidad mientras la miraba fijamente a los ojos y me acercaba poco a poco hasta estar a escasos centímetros de su rostro. Ella me escuchaba con suma atención mientras me miraba también a sus hermosos ojos casi sin parpadear. Además, no pareció molestarle que yo me estuviera acercando tanto a ella. Luego continúe hablando.
-Pero antes de eso, es importante saber basarla.
-¿Por qué es importante esa parte?- preguntó nerviosa y con voz entrecortada.
-Porque sólo de esa forma sabes si ella está lista para…
No pude terminar la frase porque ella movió su cara repentinamente hacia adelante haciendo que nuestras bocas se tocaran. De inmediato, empezamos a besarnos con suavidad y con mucha pasión. Podía sentir como ella aguantaba por ratos la respiración para concentrarse en el contacto de nuestros labios.
Yo estaba sintiendo como estos largos y húmedos besos empezaban a tener efecto en mi pene. Y la hermosa joven, que parecía totalmente entregada y confiada, estaba también dando señas de excitación.
Le pasé mi brazo por su espalda para abrazarla y me dieron ganas de ponerle mi otra mano en uno de sus hermosos pechos, pero me contuve. Pensé que lo mejor era darle tiempo.
Ella se acomodó en mi brazo aceptando el abrazo y me siguió besando intensamente. Pero ella sí se atrevió, mientras tanto, a llevar una de sus manos al sillón justo en medio de mis dos piernas, luego recorrió la mano hasta que su dorso se puso en contacto con mi pantalón. Pude sentir la suave presión de su mano, a través de la tela, en mis dos testículos.
Era como si ella estuviera buscando una moneda imaginaria sobre la que yo me había sentado. Era obvio que su delicada mano quería explorar y conocer abiertamente toda esa zona de mi cuerpo. Pero por algún motivo, ella no se atrevía a girar su mano y tocarme abiertamente.
Después de varios minutos de lucha interna en donde ella casi flaquea, la muchacha se detuvo en seco y se separó abruptamente de mis labios. Y luego me preguntó mirándome a los ojos muy fijamente.
-¿Qué es lo que realmente quieres de mí?- habló con una voz muy dulce y amorosa.
-Quiero que en lugar de que duermas sola y triste en tu cuarto, duermas una noche junto a mí y en mi cama, tal y como si estuvieras en tu propia casa.
Ella se quedó pensando un rato sin decir nada pero sin dejar de verme. Luego respondió lo siguiente:
-Creme que es una oferta muy tentadora, y más ahora que siento que es cuando más lo necesito. Por lo tanto, agradezco mucho tu interesante propuesta, pero desafortunadamente no puedo y no va a pasar. Me siento obligada a rechazarla. ¿Lo entiendes?
-Si claro, puedo entender el porqué no aceptas, eres una gran mujer que vale mucho, y voy a respetar tu decisión. Discúlpame por habértelo propuesto.
-No, para nada. Simplemente olvídalo ya por favor.
Después de eso nos despedimos y nos fuimos a dormir cada uno a su cuarto.
No podía dormir. Pensaba que había estado muy cerca de conseguirlo, pero ella no se doblegó a sus propios deseos. Al parecer esta bella y atractiva joven tenía unas convicciones muy fuertes que le impedían hacer lo que ella misma deseaba. Yo esperaba que ella tuviera esa noche los mismos problemas que yo tenía para conciliar el sueño, y de esa forma, al menos, estaríamos igual de conflictuados y atormentados.
Nota: P or favor. no olviden dejar un comentario con su valiosa opinión. Sea cual sea, estaré contento de leerla.