La feliz confusión de la recién casada (2)

La joven esposa finalmente me visita y logró establecer un agradable vínculo con ella y un poco más.

NOTA: Por la extensión de la segunda parte, decidí separarla en por lo menos tres publicaciones independientes para hacerla más agradable y sencilla de leer. Y también para clasificar cada sección en la categoría más adecuada. Por favor comenten lo que piensan sobre lo que va de la historia, ya que la retroalimentación es el alimento de la inspiración. Si no han leido la primera parte, recomiendo que lo hagan antes de leer esta segunda parte.

SEGUNDA PARTE

Desde que mi amigo me habló por teléfono para avisarme que su linda esposa llegaría a mi ciudad el tercer domingo de julio, yo me emocioné mucho. Ya habían pasado dos meses desde mi afortunada visita a su departamento y todavía iba a tener que esperar otras semanas más para volver a verla.

Ella iba a estar una semana completa en mi casa, sin ningún otro tipo de compañía, y no tenía idea de que podía hacer yo para poder repetir la maravillosa experiencia que pude vivir con ella cuando la conocí.

No había garantía de nada, la vez pasada pasó lo que pasó sin planearlo, fue una situación fantástica y fortuita. Simplemente estuve en el lugar y momento adecuado para ser la afortunada “víctima” de una confusión. Digamos que me dieron un muy buen pase de balón y yo simplemente metí el gol.

Pero ahora, que podía planear mis pasos y estrategias con anticipación, no se me ocurría nada.

Sin embargo preparé la casa lo mejor que pude, la limpié, la ordené, y hasta compré sábanas nuevas para el cuarto de huéspedes que es donde ella dormiría, y por supuesto me surtí de una buena dotación de todo tipo de alcohol.

DOMINGO

El día en que ella llegó fui a recogerla al aeropuerto ya entrada la noche. Cuando la vi caminar con su maleta por la puerta de arribos, pude confirmar que ella seguía tan guapa y atractiva como yo la recordaba. De hecho pude notar que a pesar de estar usando ropa deportiva cómoda, muy apropiado para un vuelo en avión, muchos curiosos se le quedaban mirando cuando ella pasaba cerca de ellos. Y ni como culparlos porque esta llamativa jovencita estaba que se caía de buena.

Cuando nos encontramos, me saludó muy cordialmente con una linda sonrisa y un tierno beso en la mejilla, y todo el camino a la casa nos fuimos platicando de trivialidades relacionadas a su cansado viaje en avión y al agradable clima de verano. Yo no dejaba de admirar discretamente su belleza cada vez que podía.

Cuando llegamos a mi casa le mostré la habitación que ella iba a usar. Y luego de instalarse en el cuarto y de merendar algo ligero, nos sentamos los dos en la sala a seguir platicando. Yo le ofrecí una copa que ella aceptó de inmediato.

Nuestra plática se volvió más agradable que la que hubo en el camino. Hablamos acerca de nuestras profesiones y comparamos nuestras aficiones y preferencias personales, clásica charla entre dos personas que quieren conocerse mejor. También compartimos momentos graciosos que cada uno ha vivido, con lo que pudimos reírnos juntos un rato.

En algún momento ella me preguntó por mi esposa, yo solo le dije que no estaba en la ciudad, que estaba con sus papás. Lo cual era cierto, pero no era toda la verdad. Preferí no revelar que mi esposa y yo teníamos separados más de un año, y prácticamente lo que seguía era el divorcio.

Como al día siguiente ella tenía que ir a su empresa a iniciar el curso que iba a recibir esta semana, y ya era algo tarde, la plática se acabó relativamente pronto.

Ella no parecía querer dejar de platicar, pero su sentido de responsabilidad laboral pudo más que sus ganas. La hermosa joven realmente disfrutó mucho nuestra primera noche de charla y alcohol. Teníamos gustos parecidos y nos caímos bien mutuamente.

Sin embargo, algo de tristeza o de pesar se adivinaba en sus grandes ojos cuando por momentos guardábamos un rato de silencio. Me pareció que algo le acongojaba y nuestra plática amena la distraía.

Finalmente, sin desearlo mucho, nos despedimos y cada uno se fue a su habitación.

En cuanto me dio la espalda, pude ver como ella se alejaba moviendo ligeramente y con elegancia, su par de ricas nalgas gemelas. Fue lo último que vi de ella ese día.

Ya tenía en mi casa a esa despampanante mujer, acostada con poca ropa o desnuda a pocos metros de mí, pero no sabía cómo podría lograr que ella aceptara dormir una noche en la misma cama que yo.

LUNES

Al día siguiente, cuando yo me levanté, noté que la jovencita se estaba bañando, ya que pude escuchar claramente cómo caía el agua en la ducha a través de la puerta del baño.

Entonces entré a su habitación aprovechando que ella no estaba ahí. Pude ver la cama destendida, y las sábanas desacomodadas. También vi que ella ya había dejado lista, sobre una esquina de la cama, la ropa que aparentemente iba a usar ese día.

Entendí que ella se iba a vestir en su cuarto al salir del baño, así que se me ocurrió algo interesante. Tome mi celular y me puse a buscar alrededor del cuarto un sitio adecuado para dejarlo grabando un video sin que se notara.

Pensé que el mejor lugar era en uno de los anaqueles bajos de closet que tenía algunas cajas de zapatos. Puse mi celular en modo avión y encendí la cámara, apoyé el celular en una de las cajas y luego lo tapé parcialmente con una bufanda que tomé de otro anaquel, cuidando que la esquina donde estaba el lente de la cámara fuera lo único que quedará descubierto. Luego regresé a mi cuarto a toda velocidad al notar que ella acababa de cerrar la regadera.

Escuché cuando abrió la puerta del baño, y luego cuando cerró la puerta de su habitación. Yo estaba emocionado y preocupado por el riesgo de que ella fuera a encontrar mi celular.

Después de varios minutos que se me hicieron eternos, escuché como la mujer bajó las escaleras. Entonces pude salir de mi cuarto y entrar al suyo para recuperar mi celular y ponerle alto la indiscreta grabación.

Luego me metí a bañar porque ya se nos estaba haciendo tarde. Tendría que revisar el resultado más adelante. Al terminar de ducharme, la encontré en la planta baja ya arreglada y lista para el desayuno.

La hermosa visita llevaba la vestimenta que había visto antes sobre su cama. Era ropa formal, muy apropiada para la oficina. Un pantalón sastre pegado que hacía que su respingado trasero resaltará con elegancia. Y una coqueta blusa blanca, disimulada con un saco formal sin cerrar. Y ella se veía, como siempre, increíblemente guapa.

Después del breve desayuno, la llevé en mi automóvil a su curso, y luego yo me fui a mi trabajo.

Sin embargo, una vez que estacioné el auto en el trabajo. No pude aguantar más y me puse a revisar el video de mi celular sin bajarme de mi automóvil. Adelanté la parte donde yo aparecía acomodando el dispositivo, y dónde la habitación permanecía vacía. Cuando detecté que la joven apareció en el video lo dejé correr a velocidad normal.

Fue muy emocionante ver como ella entraba al cuarto usando solo dos toallas, una en la cabeza, y otra alrededor del cuerpo. La posición y distancia de la cámara me permitía ver a la muchacha de cuerpo entero en un ángulo ligeramente de abajo hacia arriba. Ya que el celular estaba ubicado más o menos a la altura de sus rodillas.

Sentí que mi pene crecía rápidamente cuando pude ver que la chica se quitaba la toalla que rodeaba su hermoso cuerpo para dejarla caer sobre la cama.

Había funcionado, era la primera vez que veía su impresionante cuerpo desnudo con buena luz y sin que ella estuviera borracha.

A pesar de que fue a través de una cámara, se podían apreciar todos los atractivos detalles de su curvilíneo cuerpo. Sus hermosos y carnosos pechos blancos, desafiaban con aceptable éxito, la fuerza de la gravedad a pesar de su considerable tamaño. Y se mostraban exquisitos ante mis asombrados ojos lujuriosos. Sus tiernos pezones rosas apuntaban libremente hacia adelante, y se veían apetecibles y listos para ser mordidos.

Más abajo, su fina cintura acentuaba la agradable amplitud de sus caderas y sus grandiosas nalgas gemelas, que me dejaron con los ojos cuadrados. Sus largas piernas torneadas mantenían de pie a ese monumento de mujer que se movía con ligereza por esa la habitación de mi casa. Y su pubis angelical, completamente depilado, la hacían aparentar ser todavía más joven de lo que ya era. Ella tenía 23 años, pero esa tierna y corta rajita vertical, de delicados y simétricos contornos, la hacía ver como de 18, o incluso menos. No lucía como una mujer ya casada, sino como una inocente adolescente muy bien desarrollada.

La bella criatura, movía su cuerpo de forma poco menos que hipnótica, cada hermosa parte de su impresionante anatomía, mientras se quitaba la otra toalla, se terminaba de secar, sin mucha prisa, y buscaba en la cómoda su ropa interior.

En un momento de mucha suerte para mí, ella me regaló, sin proponérselo, un inolvidable e insuperable ángulo de su envidiable trasero. Esto ocurrió cuando se agachó con frescura, mientras le daba la espalda al celular a poca distancia de él. Fue apenas un instante, pero pausando el video, puede apreciar con asombrosa claridad sus suculentos labios vaginales entre sus redondos y portentosos glúteos. Incluso se alcanzaba a ver, cómo se asomaban tímidamente unos pequeños y delicados labios menores. Y un poco más arriba, un sugerente y fruncido orificio rectal completaba la excitante vista.

Esta última y fortuita toma, que tuve que repetir varias veces en mi celular para disfrutar de todos sus detalles, fue casi una visión ginecológica, en donde la despreocupada jovencita, me estaba dejando al descubierto sus más íntimos secretos de mujer. Ella nunca se percató que había sido grabada por un dispositivo electrónico a pocos centímetros de ella.

A pesar de estar muy satisfecho con lo conseguido ese día, no pude masturbarme porque no estaba en el lugar adecuado. Después de tranquilizarme un poco. Me bajé del auto y me metí a mi oficina.

Ya por la tarde pasé a recogerla y nos fuimos a mi casa. Al ver su pantalón, no pude evitar recordar muchos detalles del video que había podido grabar esa mañana.

Al llegar a la casa, preparé la cena, comimos juntos y luego regresamos a la sala a tomarnos unas copas y seguir platicando.

A diferencia del día anterior, ahora teníamos mucho tiempo antes de tenernos que ir a descansar. Así que los temas de conversación fueron más variados y profundos y la cantidad de copas que desfilaron frente a nosotros fue mayor.

La esposa de mi amigo resultó ser una gran conversadora. Empezamos nuevamente con trivialidades, pero luego pasamos a temas más personales.

Ella me platicó del perro de su infancia que murió atropellado y todo el dolor por el qué pasó. Yo le platiqué de cuando me caí sobre un cactus y como tuve que ir al hospital para que me quitaran las espinas de mi trasero. Ella sobre algunos accidentes embarazosos en la escuela cuando era más joven. Y yo sobre mi tío que dejó a su esposa por irse con otro hombre.

En fin, los temas eran cada vez más interesantes y personales. Además, a ella ya se le empezaba a notar el efecto del consumo de alcohol. Lucía más suelta y deshinibida.

Y justo después de que yo contara una anécdota simpática pero frustrante relacionada a mi vida íntima con mi mujer, ella empezó a tocar el mismo tema de su parte, y eso era lo que realmente me interesaba.

-Bueno, yo también he tenido algunas decepciones en mi vida amorosa. - dijo ella con algo de pesar.

-¿Te refieres a estos últimos tres meses de matrimonio?

-Si, ¿tú crees? Jejeje. Sé que estoy recién casada, pero aún así, me he topado con una situación que yo no me esperaba.- confesó.

-¿A qué te refieres? - pregunté intrigado, pero tratando de no verme demasiado interesado en el tema.

-Pues no sé si contarte, porque eres muy amigo de mi esposo.

-Si, soy su amigo, pero también me puedes considerar ahora tu amigo, y lo que un amigo me cuenta con carácter de personal, yo no se lo ando contando a otros amigos.

-Bueno, lo que pasa es que algo le está pasando a mi cuerpo, algo en mí no está bien.- dio apenada.

-¿Te sientes enferma?

No sé si fue el efecto del alcohol, pero ella empezó a ser extremadamente honesta conmigo, contándome cosas muy personales.

-No es eso, es simplemente que mi vida sexual no está funcionando como cuando me casé. Él es muy bueno conmigo, y me trata muy bien, pero yo… ¿cómo explicarlo?

-¿Será que no te sientes completamente satisfecha sexualmente? - Yo traté de adivinar lo que ella me quería decir pero que le daba algo de pena.

-¡Exactamente! Ahora que lo mencionas, así es como me siento, Pero no le vayas a decir a él, no es su culpa, es mía.

-No te preocupes, no le voy a contar nada sobre esto. ¿Y antes del matrimonio fue diferente?

-No, yo no tuve ninguna pareja sexual antes de casarme, ni siquiera con mi actual marido cuando eramos solo novios. Llámame anticuada, pero así fue como me educaron mis papás. - Eso yo ya lo sabía, pero tuve que preguntar como si no lo supiera.

-¿Y siempre te has sentido así desde que te casaste?

-No, no siempre fue así, una vez, en los primeros días de matrimonio, mi cuerpo funcionó muy bien y pude sentir a mi esposo a la perfección. Me da un poco de vergüenza decirlo, pero fue fantástico y quedé más que satisfecha. Tú sabes a qué me refiero. ¿Verdad?

-Si, claro, y no hay nada de qué avergonzarse. Los dos somos ya adultos. Pero dime ¿Eso pasó una sola vez? - Si, los dos éramos adultos, pero ella tenía casi la mitad de mi edad y por lo tanto mucha menos experiencia en estos temas.

-Si, lamentablemente solo fue una vez, a partir de ahí, mi cuerpo ya no reaccionó igual. Como si yo estuviera bloqueada.

-Talvez tu líbido ha disminuido.

-¿A qué te refieres con el líbido? - preguntó ella.

-A que tal vez estás teniendo menos apetito sexual que antes.

-Pues estaría bien que así fuera, porque entonces no me importaría tener esta extraña situación, pero no es así, incluso es todo lo contrario. - mientras me decía esto, ella se fue poniendo colorada. - Pero creo que mejor cambiamos de tema. Prefiero no seguir hablando de esto ahora, lo lamento.

-Claro, como tu prefieras, lo puedo entender.

Creo que se dio cuenta un poco tarde, que me estaba confesando sin querer, que ella llevaba mucho tiempo sintiendo bastantes ganas de tener una buena experiencia sexual, y se arrepintió de haberlo hecho.

Este dato era música para mis oídos, porque me permitía pensar que las condiciones podrían ser propicias para conseguir algo más interesante de su agradable visita.

Y por supuesto, me sentí orgulloso de saber que esa única ocasión en que ella dijo se había sentido completamente satisfecha, quizás no fue con su marido, sino conmigo. Claro que ella no lo sabía, y yo tampoco podía estar seguro o platicar este tema con ella.

Después de eso, seguimos platicando un rato más, de otros temas menos interesantes, pero con la misma fuerte necesidad de comunicación por parte de ella. Parecería que en su casa nadie la escuchaba con el nivel de atención con la que yo lo hacía.

Claro que yo tenía un fuerte interés personal en ganarme su confianza lo más rápido posible. Así que en mi casa, la hermosa y frustrada mujer estaba recibiendo toda la atención que ella necesitaba.

Un poco después nos despedimos con un suave y breve beso en la mejilla y nos retiramos cada uno de nosotros a su respectivo cuarto.

Me dormí contento, sabiendo que quizás todavía tenía yo una pequeña y remota oportunidad de ayudar a esta hermosa mujer con su interesante e íntimo dilema, si lograba convencerla de aceptar mi desinteresado apoyo antes de que se acabara la semana. No quise ver el maravilloso video obtenido nuevamente porque no quería masturbarme. Ella estaría de visita solo unos cuantos días y yo quería estar entero para ella por si se daba la oportunidad de consentirla personalmente.