La felicidad de mi amiga es lo primero (2)

Me quedo solo en casa con Pablo un fin de semana entero

Temática: bisexuales, infidelidad, pagafantas

Continúa desde la parte 1

No mucho más tarde despertaron y desayunamos juntos los 3, desde luego se les notaba satisfechos y felices. No tenían ningún reparo en besarse y hacerse carantoñas delante de mí, ni en decirse “te quiero”, de nuevo como ignorando que yo también tengo mis deseos y que me puede doler verles así. No sé si me daba envidia ella, él o los dos. Guapos y enamorados y yo solo y sin perspectivas de que eso cambiara. Pensé en aquellos primeros días de Victoria en mi casa… si me hubiera lanzado, si hubiera tenido valor, quizá todo habría sido muy diferente, y ese arrepentimiento me atormentaba. Pero así estaban las cosas, yo solo era el compañero de piso y amigo. Sin embargo, las cosas pronto iban a cambiar.

La vida nos iba bien a los 3. Por parte de ellos, tenían piso gratis (algo ayudaban comprando comida y demás), su nidito de amor para tener intimidad, y Victoria tenia a un buen amigo en mí que le ayudaba y escuchaba. Y por mi parte, empezaba a acumular una gran cantidad de vídeos sexuales de la pareja gracias a la cámara oculta, y también de Victoria cambiándose de ropa, que eran los que más me gustaban. Hacía copias por si acaso, y también sacaba pantallazos de los mejores momentos. Me masturbaba varias veces al día gracias a ellos. El sentimiento de frustración y de celos era fuerte, pero por lo menos tenía ese material para disfrutar.

A estas alturas yo ya estaba enamorado hasta las trancas de ella. La convivencia, verla todos los días, charlar con ella, y sobre todo saber que nunca podría tenerla, todas estas cosas me bajaban las defensas y me tenían a sus pies. Además estaba más guapa que nunca, la felicidad se nota en la cara, y el estar satisfecha sexualmente. Incluso estaba aún más estilizada, de tanto "ejercicio"

Yo no tenía muchas oportunidades de estar con ella, solo nosotros dos a solas... evidentemente debido a la fase en la que estaba su relación con Pablo, solo tenían ojos el uno para el otro. Pero a veces yo salía con Victoria de compras y a tomar café. La verdad es que parecía más a cuando dos amigas hacen una "tarde de chicas" y quedan para contarse sus cosas. Me describía con pelos y señales todo detalle sobre su relación, sobre el sexo, y sobre sus sentimientos.

Tenía claro que Pablo iba a ser el hombre de su vida, que se veía casada con él y siendo la madre de sus hijos. Era increíble como ignoraba que yo soy hombre y que podría tener sentimientos hacia ella, no sé por qué razón me trataba como a una más de sus amigas, me hacía sentir totalmente asexuado, incluso femenino. Seguía diciendo eso de que me veía como a un hermano, y de hecho a veces me llamaba "hermanito". También decía que estaba celosa de la ex de Pablo (aún su esposa), la insultaba y hablaba mal de ella y eso que no la conocía en persona, y yo le daba la razón a Victoria, le decía que sí a todo y también insultaba a la ex de Pablo.

Me preguntó si se les oía follar, y tuve que reconocer que sí (al fin y al cabo era pared con pared), pero mentí y dije que no importaba. También me dijo que ya estaba con la píldora anticonceptiva porque si no se iban a arruinar comprando condones (lo que me daba una muestra de la frecuencia de sus encuentros sexuales), pero que estaba un poco preocupada porque las primeras veces no usaron protección y se lo echó todo dentro varias veces (de nuevo, no escatimaba en detalles)

Luego de compras yo le ayudaba a elegir modelitos, le venía bien que un chico le aconsejara de lo que le quedaba mejor. Todo giraba en torno a Pablo: cual sería más sexy para ir de cena con él, qué modelo de lencería sería más excitante para él (esos no me los enseñaba puestos), qué modelo sería más casual para una tarde normal con él. Por mi parte me daban ganas de elegir algo que no le favoreciera, pero eso era difícil con el cuerpo que tenía, y su belleza natural, y además me salía siempre esa faceta de amigo, de chico buenazo que siempre quiere lo mejor para ella.

Incluso llegué a hacer algo para lo cual la palabra "pagafantas" se queda corta. En una de esas salidas de tiendas, caminamos de paso por una tienda cara, en la que no teníamos previsto entrar, pero ella vio expuesto un vestido y dijo sin más: "Me he enamorado". Se quedó mirándolo embobada. Era una prenda arriesgada, que no pasa desapercibida: de un color morado muy vistoso, eran como dos bandas que pasan por encima de los hombros, y se juntaban en la cintura en la parte frontal, con una especie de enganche redondo, dejando a la vista los brazos, toda la cintura por los lados, parte de la espalda y las piernas de muslos hacia abajo. Entramos porque quería probárselo. No era exageradamente caro, pero tampoco asequible (299 euros), así que claramente no quería comprarlo sino solo jugar un poco probándoselo. Tardó un buen rato en el probador, pero mereció la pena. Estaba imponente, explosiva y preciosa.

Creo que se me puso dura solo de verla. Posó un poco para mí, juguetona, disfrutó de la sensación y ya entró de nuevo al probador para quitárselo. Lo dejamos en su sitio, y se puso a mirar otras cosas. Entonces me lancé: le había visto tan ilusionada, tan guapa y tan deseosa de tenerlo que en un momento que no me veía me armé de valor y pasé por la caja para pagarlo. Por suerte no me vio, quería que fuera una sorpresa. Efectivamente, cuando salíamos ni siquiera reparó en que yo llevaba una bolsa. Ya en la calle le dí la bolsa y cuando miró dentro no se lo creía, literalmente. Me preguntó como cinco veces si lo había comprado, si lo había pagado y si era para ella, y yo a todo le respondí con un sí. Y por supuesto tenía el ticket dentro de la bolsa por si cambiaba de opinión y quería cualquier otra cosa. Me dio un enorme abrazo, cálido, apretándose mucho contra mí. Sentí sus pechos aplastándose contra mi pecho, el olor de su pelo, su feminidad, me encantó. Me dedicó muchos halagos, y esperaba que me dijera que me quería, pero no dijo nada de eso.

Su sonrisa el resto de la tarde no desapareció, y eso me gustaba, me llenaba. Al final tampoco me supone la bancarrota hacer un gasto así, y en cambio su cara de felicidad no tiene precio. Nuestra amistad dio un paso adelante aquella tarde.

Ni que decir tiene que lo estrenó pronto con Pablo. Al día siguiente ya habían quedado en un restaurante, para lo típico de cena, copas y luego polvo en casa. Cuando me dijo qué sitio era me parecía un sitio un poco cutre, demasiado normal para un bellezón como ella con ese vestido, y le sugerí otro que yo conocía, aunque nunca había ido allí. Cuando me dijo que no podía permitírselo, y ya puestos a ser pagafantas, le di algo de dinero para que pudiera pagarlo. Quería que esa noche fuera muy especial para ella.

Ya tarde yo estaba clavado delante del ordenador... a pesar de que se grababa todo, quería verlo en directo. No me masturbé ni miré vídeos de Victoria en todo el día, porque quería disfrutar a tope de este momento. Por fin oí las llaves en la puerta, y seguidamente los tacones de Victoria contra el suelo, rítmicamente. No solía llevar tacones, era más de zapatillas, así que verla así me pareció muy erótico, era una auténtica diosa (bueno, al menos para mí, enamorado y prendado de ella). Pablo cerró la puerta, la abrazó fuerte contra él y empezó a besarla lascivamente, con mucha lengua, inclinado sobre ella.

Ella se dejó hacer, dejando que su cuerpecito fuera movido y manejado por los brazos fuertes de su chico. Cuando Pablo se cansó de comerle la boca a su zorrita, le hizo un gesto para que se arrodillara, y mientras con una mano sobre el hombro de ella la mantenía ahí abajo arrodillada, con la otra con dos hábiles movimientos se sacó la polla, ya semierecta y con algo de presemen en el glande. Victoria se dejaba hacer y a veces parecía solo obedecer órdenes. Si bien conmigo era decidida y con personalidad y fuerza, con Pablo era bastante sumisa. Es normal, un hombre atractivo, bastante más alto que ella y fuerte, imponía bastante.

Se metió la polla en la boca sin que se lo pidieran, claramente difrutando. Seguramente para entonces ya estaba chorreando ahí abajo. Igual ya solo de ir por la calle con ese vestido y recibir todas las miradas ya estaba excitada, así que no digamos ahora arrodillada, mostrando su adoración y rindiendo culto al pollón de su novio. Alternaba meter y sacar casi entera dentro de la boca, sacarla y dar lametones en el glande, a lo largo del tronco, masturbarle con una mano mientras le lamía los huevos y se los metía en la boca. La verdad es que era una experta feladora, no quiero ni pensar cuántas pollas se habría comido en su vida (y aun así, la mía nunca iba a ser una de ellas). Alternaba también la velocidad e intensidad de sus movimientos (básicamente Pablo a veces le tenía que decir que parara porque sino iba a estallar en su boca). Victoria se llevó la mano entre las piernas, subió un poco el vestido y se la metió dentro de las braguitas y empezó a frotarse enérgicamente. Para mi sorpresa, a los pocos minutos así ella empezó a convulsionarse, y pronto se vio como claramente estaba teniendo un orgasmo. Sus gemidos sonaban ahogados, con la polla de Pablo dentro de su boca.

Entonces él la incorporó y apresuradamente le quitó el vestido, e inmediatamente también la ropa interior. La empujó boca arriba sobre la cama, y pude ver el coño mojado y brillante de Victoria deseando ser penetrado. Pablo jugó un poco con ella, frotando su glande arriba y abajo contra los labios vaginales de ella, como intentando lubricarla aun más, como si toda esa cantidad de saliva de su chica sobre toda la extensión de su polla no fuera suficiente.

Jugaba como que quería meterla pero la sacaba y la frotaba por alrededor, y la cara de Victoria era un poema, parecía muy enfadada de que no se la estuviera metiendo ya. Entonces la agarró de los tobillos y los elevó, quedando ahora expuesto tanto el sexo de ella como el culo, y siguió con el mismo juego de "amenazar" con meterla, pero esta vez en el culito. Pero cuando apuntó al esfínter y empezó a hacer un poco de presión, Victoria se revolvió y dijo que no. Pablo se lo pidió por favor, y le dijo que le iba a encantar, pero ella se negó en rotundo. Así que no se complicó, volvió al coño y se la enchufó casi hasta adentro en la primera embestida, como le gustaba hacer. Ahí sí que a Victoria le cambió la cara, cerró los ojos dejándose llenar y embriagar por el placer y la sensación de sentirse llena. Pablo, aún vestido y solo con los pantalones bajados y por los tobillos, empezó a darle duro y de forma constante, metiéndola y sacándola casi entera en cada embestida (supongo que no cabía entera)

Después llegó el recital de gemidos, grititos, frases lascivas, y placer, sobre todo se notaba que había muchísimo placer. Pablo seguía sosteniendo las piernas de su zorrita arriba, pero luego cambió a una posición más cómoda, tumbado sobre ella para poder besarse, con sus manos estrujando con fuerza los magníficos pechos de Victoria, y ella rodeando el cuerpo de él con sus piernas. Creo que ella se corrió otras dos veces hasta que él lo hizo dentro de ella, hasta que pronto bajaron el ritmo y pudieron descansar. Yo casi podía sentir en mis carnes el placer de ellos. Les envidiaba pero disfrutaba.

Después de que él se duchara, yo necesitaba ir al baño, y al salir yo, Victoria entraba a ducharse. Nunca la había tenido tan cerca después de follar. Estaba sonrojada, feliz, sonriente, despeinada y olía a sexo. Me dijo tímidamente "perdón", sin dejar de sonreir, sabiendo el espectáculo sonoro que habían dado, y pasó para dentro. Me gustó verla así en esa diferente faceta, aunque era tremendamente frustrante que fuera otro quien la tenía en ese estado.

Ya los tres en la cama dispuestos a dormir, estuve pensando en lo ocurrido. Con el tema de la negativa de Victoria a ser penetrada analmente, me di cuenta que de todos los polvos que había visto, ni una sola vez se la dejó meter por ahí, ni tampoco recibir el semen en su boca. Me pareció un poco egoísta... si yo fuera ella, no dudaría en darle ese placer a mi chico y que así el placer y la diversión pudieran ser totalmente recíprocos.


Al día siguiente, salieron los dos a dar un paseo. Ese día, por alguna razón no me conformé solo con el ritual de coger las braguitas usadas de Victoria del cesto de la ropa sucia. Tras hacer eso, entré a su habitación, porque realmente me apetecía sentir su ropa limpia. Encontré el cajón de las braguitas y disfruté de esa visión, me gustaba ver todos los tipos y colores que tenía, y cómo estaban todas dobladitas y ordenadas. Olí también algunas, y aunque al estar limpias olían a suavizante, de alguna manera olían a ella, a su frescura y feminidad. Ese era el olor y textura que tenían cuando ella salía de la ducha y se las ponía limpias. Es decir, el olor y suavidad que ella sentía sobre su sexo al vestirse por la mañana, estaba ahora en mis manos y nariz... la verdad es que era muy excitante. Y después algo mucho mejor, su ropa, alguna olía a lavada pero otras cosas que ya se había puesto olían a su perfume, y era increíble. Era como estar cerca de ella y abrazarla. Fui al baño a por papel y volví a su habitación y me masturbé con ese olor en mi nariz, con un poco de miedo de que me pillaran pero al final no pasó nada.


Victoria no tardó en encontrar trabajo, seguramente con su inteligencia y autoconfianza sabía venderse muy bien, y con esa presencia que tenía, seguramente era atractivo para los empleadores contratarla. Me dolió un poco porque me gustaba la ligera dependencia económica que ella pudiera tener conmigo, aunque no fuera mucha. Quizá el día en que se fueran de casa estaba ya más cerca. Pero parece que iban a seguir un tiempo, así podían ahorrar y ya cuando por fin se fueran tendrían un dinero ahorrado.


El tema de "invadir" el armario de Victoria estaba empezando a ser un ritual, y al final pasó lo que tenía que pasar. Un día de entresemana yo estaba teletrabajando desde casa, Pablo y Victoria en la oficina. En cuanto se fueron yo tenía claro mi plan. De nuevo disfruté de llevarme las prendas de Victoria a la nariz, pero quería algo más, que era sentirlas en mí. A parte de que ella me gustara y estuviera enamorado de ella, también la idolatraba y envidiaba, y es que pocas mujeres he conocido con esa belleza, tan seductoras, y además con un novio guapo, fuerte y con ese pollón. Realmente a veces no sabía bien si lo que quería era estar con ella, o ser ella.

Lo primero fue ponerme unas braguitas blancas, que curiosamente me santaban genial. Tenemos una estatura y complexión parecidas, pero no pensaba que las bragas me iban a quedar bien. También me puse una blusa y una faldita, y era increíblemente excitante. De hecho tuve una erección y al desvestirme de nuevo vi que había manchado un poco de presemen el frontal de las braguitas. No sabía si echarlo al cesto de la ropa sucia, porque ella igual se daría cuenta, o limpiarlo un poco con agua y dejarlas donde estaban, al final hice esto último. Para las siguientes veces, decidí poner un poco de papel higiénico entre mí y la tela, por si acaso.

Al segundo día que yo hacía este nuevo ritual, fue cuando cometí un gran error. Me puse exactamente la misma ropa, ya que me había encantado. Me miraba contra el espejo del armario, de cuerpo entero, y me gustaba mucho la sensación, me quedaba bien, e incluso el olor del perfume de Victoria impregnado en la blusa subía y llegaba a mi nariz y me embriagaba. Me miraba por delante y detrás, caminaba, daba vueltas mirándome, y desde entonces solo podía soñar despierto pensando que yo era ella y que me paseaba con esa ropa por la calle y recibía tanto los halagos de los hombres, como la envidia de las otras chicas.

Lo que me despertó de ese sueño fue oir como se abría la puerta de la casa. No tenía donde meterme, si salía de la habitación me verían en el pasillo, y tampoco podía meterme dentro del armario, porque se oiría y además ya estaba la ropa de Victoria desordenada sobre la cama, así que me quedé ahí paralizado, y entonces entró Pablo. Nos miramos a los ojos, pero yo no aguanté mucho y bajé la mirada. Exclamó, "Qué cojones estás haciendo??" y se abalanzó sobre mí, me dio dos golpes en la cabeza (supongo que para no hacerme marcas visibles) y me dijo que dejara todo en su sitio. Así lo hice, dejándolo todo bien colocado y doblado, y así desnudo y expuesto me salí de la habitación y me encerré en la mía. Un tiempo más tarde supe que simplemente se había dejado unos papeles que necesitaba en la oficina y como no está lejos de casa había vuelto a por ellos.

Por supuesto todo cambió a partir de entonces. Cuando estábamos los tres no, todo seguía igual, pero cuando me quedaba solo con él me hablaba de manera muy diferente. Era muy cabrón y autoritario conmigo, sabía que me tenía a su disposición al conocer un secreto muy íntimo mío, y se notaba que quería explotarlo. Lo primero que me ordenó fue explicarle porqué yo hacía eso y que si era gay. Le dije que por supuesto no era gay, y que de hecho Victoria me parecía una mujer muy atractiva, pero que la envidiaba un poco, sobre todo poder ser tan atractiva.

Lo primero donde se aprovechó fue para las tareas de la casa, cuando le tocaba limpiar a él por supuesto yo lo hacía, y también cocinaba para él, haciéndolo siempre todo cuando Victoria no estaba.

Para reirse de mí, y como me había pillado vistiéndome con la ropa de su novia, empezó a tratarme como si fuera ella. Me llamaba Vicky (el diminutivo de Victoria, pero a ella no le gustaba que la llamaran así), y me ordenó que me refiera a mí en femenino cuando estuviera con él. Yo cumplía sin rechistar, no solo porque me podía chantajear, sino porque me gustaba. Y seguramente él lo notaba. Más de una vez tenía erecciones cuando él me trataba de esta manera, y aunque no la tengo grande precisamente, seguro que se marcaba sobre mi ropa.

Él disfrutaba de mis servicios, se divertía, y se vengaba de que yo hubiera invadido la intimidad de su chica. Días después me dijo que tenía que comprar ropa de empleada doméstica, que la escondiera bien en mi habitación y solo la sacara cuando Victoria no estuviera. Escogí un conjunto de color azul, de manga corta, con falda hasta las rodillas, bolsillos a los lados, y delantal blanco, muy típico. Tenía tambien una especie de diadema de tela para recoger el pelo, pero eso no me servía con el pelo corto. Compré también ropa interior femenina, por si Pablo quería supervisar lo que llevaba debajo del traje de limpiadora, y no estaban las cosas como para "tomar prestada" alguna prenda de Victoria.

El primer día que lo llevé, para mi sorpresa, me sentí bastante cómoda. La falda era cómoda y fresca, y las braguitas suaves. Pablo supervisó mi limpieza y mi atuendo. Acerté en lo de que iba a supervisar mi ropa interior, porque me levantó la falda para ver lo que llevaba debajo. Cuando terminé de limpiar todo, me dijo que había limpiado bien pero que no tenía sentido llevar solo la ropa de mujer. Que me depilara las piernas y que tenía que llevar peluca.

Lo de la peluca me gustó y de nuevo me excitó, aunque lo de depilarme no me hacía ninguna gracia. Ambas cosas me costaron conseguirlas más que lo de simplemente comprar ropa de mujer: la peluca quería que fuera de buena calidad, y además que fuera como el pelo de Victoria. Me dejé bastante dinero, y me costó aprender a ponérmela, pero el resultado mereció la pena. Me veía guapa y super femenina, y un pasito más cerca de parecerme a la mujer de mis sueños, Victoria. La depilación costó y tardé un rato, pero también se sentía bien. Nunca había sentido mis piernas tan suaves y delicadas. Además me depilé todo lo demás donde pudiera haber pelo, como las axilas.

La siguiente vez que Pablo me vio así, yo creo que hasta se sintió atraído por mí. Ahora tenía otra zorrita en casa, muy femenina y puta como Victoria, pero además me tenía a su merced debido al chantaje, y además le hacía todas las labores del hogar sin rechistar, cosa en la que Victoria ponía más pegas... por muy sumisa que fuera en la cama, ella no quería ser tratada como un objeto, mientras que a mí no me importaba en absoluto. Por mi parte, además de la ropa, la peluca y la depilación, empecé a ponerme la diadema, me recogía el pelo en una coleta, me compré un perfume muy femenino, y por supuesto varios sujetadores, que rellené con lo que pude (al no llevar escote en el traje de chacha, no pasaba nada). Me sentía cada vez más mujer, y me encantaba.

Toda esta feminización me estaba costando menos de lo esperado, quizá siempre lo había llevado dentro. O quizá es que Pablo era tan atractivo que sacaba todo mi lado bisexual.

Permanecía excitada desde que empezaba la limpieza hasta que terminaba. Para mi agradable sorpresa, Pablo parecía encantado, y además entraba al trapo, me decía piropos, me trataba como un objeto, me tocaba el culo, me subía la falda para comprobar que llevaba bragas... etc. Yo apenas me lo creía, y estaba empezando a fantasear con parecerme un poquito más a Victoria, lo cual era un sueño para mí.


Cuando Victoria me dijo, en una de nuestras tardes de "amigas", que se iba durante el puente a su ciudad natal (era un puente de sábado a lunes), y que se iba sola, simplemente a ver a su familia y a traerse más ropa y otras cosas, me puse muy cachonda. No podía creer que iba a pasar casi 3 días solita con Pablo, y además todo marchaba bien entre nosotros.

Se me hizo eterno hasta que llegó el día. Por supuesto Victoria prefería que su chico la llevara al aeropuerto en coche, y no que un pringado como yo la llevara en metro, y así hicieron. A la vuelta, Pablo tenía ya a su otra zorrita vestida de chacha, arreglada y perfumada, dejando la casa bien limpia y ordenada para él. Le preparé una cena deliciosa, aunque no quiso cenar conmigo, al fin y al cabo solo soy la chacha. Además me dejó sola y salió con los amigotes, pero antes de irme sí me dijo una cosa: que yo le iba a dar todo lo que Victoria no le daba. Pensé y pensé que de qué podía tratarse, y solo podía pensar en el sexo anal. O quizá en chupársela hasta el final y recibirlo en mi boca, cosa que Victoria jamás hacía. Pero por otro lado me parecía raro que Pablo quisiera cruzar esa línea roja.

Cuando me fui a dormir, Pablo no había llegado, pero claro, obviamente se lo estaba pasando bien y ni se acordaría de mí. No obstante y por si acaso, me dediqué algunos cuidados. Me depilé de nuevo, aunque no hacía falta del todo, pero quería estar muy suave. Ducha, crema hidratante en piernas y brazos, y para dormir me puse calcetines de chica y unas braguitas sencillas de algodón, blancas con lacito en el frente, camisón, y me perfumé y me dejé puesta la peluca. Imaginaba que al llegar se iba a ir directo a la cama, pero quería estar guapa igualmente. Me quedé dormida esperándole.

Sin embargo, se me puso el corazón a mil cuando sus ruidos me despertaron. La puerta de entrada, oí algo por la cocina, el baño... creo que estaba dando tumbos debido a volver borracho. Y entonces, no podía creerlo, se abrió la puerta de la habitación. Se sentó en la cama y comprobó si estaba dormida. Me lo preguntó y dije que no. Para mi sorpresa, y muy bruscamente, se sacó la polla y me la puso en la cara. Me dijo que volvía cachondo, que había estado bailando con un par de tías buenas, pero que no había podido hacer nada con ellas porque podría verle alguien y decírselo a Victoria, y que se quería desahogar. No tuve mucha elección, ni tampoco quería negarme, lo estaba deseando.

Me llegaba el olor de su miembro, y es que ni se había lavado, estaba tal cual llegaba de la calle. Pero me embriagaba ese olor, tan varonil y fuerte... me daba un cosquilleo en el estómago solo de tenerla cerca. Como me vio que dudaba, me la metió en la boca sin preguntar. La verdad es que era bien grande, me costaba acomodarla en mi boquita. Yo no me movía, no sabía bien como hacerlo, nunca había mamado una polla, pero no hizo falta, porque él hacía el movimiento. Me follaba la boca como un pistón, adelante y atrás sin descanso, emitiendo sonidos guturales y diciendo cosas como "muy bien zorra", "así me gusta", "lo estás haciendo muy bien", y cosas así, que me halagaban y además me ponían aún más cachonda.

Me incorporé un poco y entonces sí empecé yo a hacer el movimiento con la cabeza, intentando darle placer con intensidad pero a la vez con suavidad, salivando mucho, apretando bien con el interior de la boca para hacerle sentir el máximo placer. Una de sus manos acariciaba mi pelo, y la otra por debajo de la sábana buscaba partes más íntimas mías. Pude notar como apreciaba la suavidad de mis piernas recién depiladas, y luego pudo comprobar como por supuesto ahí abajo llevaba mis suaves braguitas. Me empezó a acariciar las nalgas, luego se escupió en los dedos, los bajó de nuevo y empezó a buscar mi agujerito, e intentó meter un solo dedo. Aunque solo era un dedo, yo no estaba acostumbrada y le costó, y es que sus dedos eran bastante grandes. La sensación era indescriptible. Algo me llenaba por detrás, y a la vez en mi boca. Esa estimulación empezaba a ser demasiado para mí, y pronto me corrí en las braguitas, y seguro que él lo notó, aunque no hizo nada al respecto, solo quería correrse, así que yo seguí trabajándome su polla hasta que unos cinco minutos después no aguantó más y estalló en mi boca. Recibí los primeros chorros gratamente, pero después no paraba y dudaba si me iba a caber todo en la boca. Yo no quería ser como Victoria, yo quería darle todo eso que ella no le daba, así que empecé a tragar, y así había más espacio en mi boca para el resto del semen. Cuando noté que ya terminaba, aspiré (sonoramente, no supe hacerlo con más delicadeza) para absorber bien todo lo que le pudiera quedar sobre el miembro, y tragué hasta la última gota. Ya por fin la sacó, y aun así estuvo un rato apretándosela con la mano como para exprimir lo que quedaba, y me cayeron un par de gotas más en la cara, que recogí con mis dedos y me llevé también a la boca para seguidamente tragarlo, como todo el resto. Me dio un par de cachetes en la cara, dijo "muy bien, Vicky", y se fue sin más.

A los diez minutos podía oírle roncar desde mi habitación, y sin embargo yo no podía dormir. Lo que había ocurrido era muy fuerte, una cosa era vestirse de mujer, y otra hacer una felación a un chico, y más tragándomelo todo. Me preocupaba hasta donde podía llegar esto, y es que me había gustado mucho, así que no sabía dónde iba a acabar toda esta situación. Pero lejos de preocupaciones, estaba encantada, sexualmente satisfecha, ilusionada y feliz. Me di una ducha rápida, me puse braguitas limpias y me fui ya por fin a dormir. Me costó concebir el sueño, debido a mis imaginaciones de un futuro junto a Pablo.