La Favorita de mi Profesor

Todo estaba consumado, por fin me había cogido, a partir de ese momento me había convertido realmente en la favorita de mi profesor.

La Favorita de mi Profesor

Por Georgina del Carmen

Mi nombre es Nicole, actualmente tengo 19 años, soy estudiante del primer semestre de Arquitectura en una Universidad privada. Vivo con mis padres en la cuidad de México D.F., y soy hija única.

Lo que enseguida les contaré sucedió hace tres años, en ese entonces tenia 16 y cursaba el primer año de preparatoria en la prepa número 8 de la UNAM. Nunca me he destacado por ser una estudiante brillante, mas bien soy término medio con calificación máxima de 8 y mi única preocupación es no bajar de esa evaluación.

Como estudiante siempre me a gustado sentarme en la primera fila en el salón de clase, se distrae uno menos y los maestros se fijan mas en los de atrás, que por lo general son los mas flojos e indisciplinados y los del frente son casi siempre "nerd", sin que yo lo haya sido nunca.

Como cualquier chica de mi edad me gusta lucir a la moda en vestimentas cortitas y ajustadas, por lo que con las breves minifaldas que acostumbro usar se me ven las piernas sin el menor esfuerzo y muy frecuentemente hasta las pantaletas. No me desagrada que me vean aunque no pretendo exhibirme descaradamente de manera premeditada como "perversión" sexual, pero es halagador atraer la mirada de los compañeros de clase y hombres en general.

Un día que estabamos en clase de matemáticas en la que el maestro, quien era un hombre maduro pero aun joven que rondaba los 35 años, alto, guapo, de cuerpo atlético, en fin "un mango" que no a pocas nos atraía físicamente y porqué no decirlo, en momentos "cálidos" le deseábamos de manera carnal como amante, nos había puesto un problema de cálculo y mientras lo resolvíamos, a manera de ejercicio para acreditar un punto en el examen mensual, noté que constantemente dirigía su mirada hacia mí, yo no levantaba la vista para no obviar que no sabia como resolverlo y fingía que meditaba los datos que nos habían proporcionado para su resolución.

Minutos más tarde me di cuenta del motivo de las constantes miradas del profesor a mi persona. En el piso, frente a mí, estaba mi mochila que contenía mis cuadernos y libros, yo tenia sobre ella uno de mis pies y en consecuencia estaba enseñando todas las piernas y sin duda las diminutas pantaletitas que cubrían mi vulva. Sí, el profesor se estaba deleitando la pupila con la parte de mi cuerpo que por lo general cubre mi vestimenta.

Mi primer impulso fue bajar el pie y acomodarme la minifalda, pero me contuve apara que el profesor no se viera descubierto e hiciera yo el oso de la chica "acosada" o "persignada" que se escandaliza por que le han visto la ropa interior, ya que cuando se usa ropa tan corta se esta expuesta a eso y más. Así que sostuve mi pose para deleite del profesor, además de que aquella situación me estaba poniendo un tanto cachonda.

No me considero bonita, pero si un tanto atractiva, especialmente de la cintura para abajo ya que tengo buenas piernas, nalgas amplias y redondeadas, así como pantorrillas fuertes. Y estar llamando la atención del guapo profesor me halagaba y excitaba, así que separé un poco las piernas para facilitarle la morbosa labor, siempre fingiendo no darme cuenta y ni por equivocación voltear a verlo y solo en mi campo visual distinguía cuando él fijaba la vista en mi entrepierna, me olvidé del ejercicio matemático y me preocupaba mas que ya estaba sintiendo las pantaletitas mojadas con mi jugo intimo ante las miradas del profesor.

Terminó el tiempo para resolver el ejercicio y por supuesto no lo había hecho. No obtuve punto para sumar a la calificación del examen mensual, pero sí una buena calentada y mis constantes pensamientos cachondos para el maestro. Todo el día pensé en lo que el maestro imaginaria cuando me miraba las piernas y las pantaletitas y ya ideaba como hacer y que ropa llevar al día siguiente para perturbar al profesor y por supuesto él a mí.

Para el día siguiente había que hacer que las candentes miradas del profesor fueran directas a mi entrepierna. La vestimenta era fácil, blusa negra que dejaba al descubierto los hombros y pronunciado escote, minifalda ajustada de lickra negra, brassiere de media copa y pantaletas tanga ambos transparentes en color blanco para que resaltaran entre mis piernas, no medias y zapatillas de tacón alto.

Llegó la hora de la clase, adopté la misma pose que el día anterior con simulada inocencia le estaba enseñando al profesor lo "mejor de mí". Éste desde que llegó me dio la primera mirada, quizá estuvo pensando en mí como yo en él. Mientras pasaba la lista de asistencia, a cada nombre que mencionaba echaba un fugaz vistazo a mis piernas, yo le miraba con inocencia mientras me daba pequeños golpes con la pluma en los labios pretendiendo ser coqueta o provocativa.

Luego vino un regaño generalizado por los malos resultados del ejercicio del día anterior y la mención de los pocos compañeros que se habían ganado el punto, siempre mirando periódicamente mi entrepierna, yo ya estaba bien cachonda, con las pantaletitas húmedas de flujo vaginal e imaginaba que el profesor tendría la verga parada y por ello no se levantaba de detrás del escritorio como siempre acostumbraba o bien no quería perder el ángulo de visión hacia mis "rinconcitos íntimos".

Nuestras miradas se cruzaban de vez en vez y yo intentaba poner cara de ingenuidad y al mismo tiempo de mujer fatal. En dos o tres ocasiones le sonreí con coquetería y el solo me miraba guardando la compostura digna del profesor, pero sus ojos me miraban como correspondiendo a mi insinuante sonrisa.

En ese mismo tenor pasaron dos semanas, en las que día a día me le exhibía al profesor guardando la discreción, pero sin pudor, las miradas de él también fueron subiendo de tono y ya no se preocupaba mucho porque le "descubriera" viendo mis "encantos" por mi entrepierna.

Al paso de los días noté que el profesor demostraba cierta simpatía por mí, no me preguntaba en clase para no exponerme delante de mis compañeros o bajarme puntos al no saber las respuestas a las preguntas que formulaba, pero cuando yo hacia la seña de querer contestar las preguntas me daba preferencia en hacerlo y poder obtener un crédito que al acumular cinco créditos, daba un punto mas en la calificación del examen mensual. Se pude decir que el permitir que el maestro me mirara las piernas y "algo" más de mis "encantos" íntimos, me estaba convirtiendo en "la favorita de mi profesor".

Llegó el día del examen mensual y ello no cambió mi postura para con el "profe" ni él para conmigo, resolví el examen lo mejor que pude. Al día siguiente los resultados fueron dados a conocer, para mi fortuna había aprobado con mi consabido 8, siete del examen y uno por créditos acumulados, con lo que estaba mas que satisfecha. Sin embargo el maestro conminó a quienes no estuvieran de acuerdo en su calificación para que acudieran esa tarde, entre las cinco y las siete, a su despacho para hacer las aclaraciones del caso, pero advirtió que así como la evaluación pudiera subir, también podría ser reducida.

Hubo quien comentó acudiría a que revisaran su examen ya que consideraban que merecían mejor evaluación. Sin embargo eran solo unos cuantos. Yo, aunque estaba mas que conforme con mi calificación, se me ocurrió que podía acudir al llamado del profesor solo para verlo fuera de la escuela, sin intención de aumentar mi valoración sino solo para coquetear con el "profe" que cada día me gustaba más e incrementaba su presencia en mis fantasías eróticas cuando me masturbaba.

Esa tarde acudí a su oficina, solo unos minutos antes de que expirara el horario que el maestro había señalado, con la intención de ser la última a la que recibiera. Para tal visita me había puesto el mini vestido mas corto y ajustado que tenia y que solo usaba para ir a la discoteca. La idea era verme lo mas provocativa que se pudiera y con la firme intención de permitir que el profesor pudiera ver todos mis "encantos" sin la menor dificultad. No llevaba sostén para lucir mis tetas con el amplio escote del vestido y abajo solo una diminutas pantaletas blancas en material transparente para que mi querido maestro no tuviera dificultad en ver mi vellosidad pélvica y mi cálida rajita sexual.

Al llegar a la oficina del profesor, me enteré por la secretaria que solo un alumno había acudido a la revisión del examen. Esperé unos minutos y la secretaria me hizo pasar al despacho. El maestro se sorprendió al verme, por un lado le extrañaba mi presencia debido a la calificación aprobatoria que yo había obtenido y por otra por ver mi figura en aquella provocativa vestimenta. Me saludó con cordialidad, mientras su mirada recorría con morbo mi cuerpo de pies a cabeza y me hizo sentar en un largo sillón que había en su despacho.

No había que hacer nada para que la totalidad de mis muslos quedaran expuestos a su mirada y quizá también alguna porción de mis sensuales pantaletitas. Con sonrisa incrédula el maestro me preguntó si de veras quería acrecentar mi calificación. Solo le sonreí coqueta para decirle:

  • En realidad no, solo vine a agradecerle la calificación que me otorgó – Era evidente que estaba mintiendo, pero el profesor me toleraba en virtud de que me estaba viendo "todo" entre mis piernas y en su entrepierna se empezaba a formar un crecido "bulto" que yo miraba con discreción. Había logrado pararle la verga al maestro.

  • ¿Si quieres podemos ver el modo de que te pueda aumentar un punto? – Me dijo con voz mal intencionada sin dejar de ver mis piernas, indicándome con ello lo que me estaba proponiendo.

  • Sí, me encantaría - Con sonrisa cínica le dije, mientras separaba un poco mas las piernas para que él pudiera ver bien mi vulva forrada en las translúcidas pantaletas y a manera de aceptación de su libidinosa propuesta.

Sin esperar más puse una de mis manos sobre su rodilla y el hizo lo mismo en mi muslo. No articulábamos palabra, solo nos mirábamos con sonrisa malévola mientras nuestras manos empezaban a acariciar nuestras respectivas piernas e iban subiendo, la mía con rumbo al bulto de su endurecida verga y la de él a mi humedecida vulva.

A penes unos momentos después mi mano estaba sobándole la verga y la del profesor masajeaba mi papaya por encima de las pantaletas y nuestras bocas estaban juntas en apasionado beso en el que compartíamos la saliva y nuestras lenguas se entrelazaban juguetonas.

El primer paso, el difícil, ya había sido superado, estabamos cachondeando llenos de lujuria y placer. El "profe" con la mano libre metida bajo el escote del vestido me frotaba las chiches y yo le bajaba el cierre de la bragueta para sacar su vergota y "chaquetearle" a gusto.

Interrumpimos un momento para que le maestro se pusiera de pie y a través del teléfono le indicara a su secretaria que se podía retirar ya que él se iba a tardar un poco conmigo. Cuando regresó a donde yo le esperaba se acercó sin sentarse dejando su verga bien parada justo a la altura de mis labios. La tomé con una de mis manos y frotándola me fui acercando hasta rozar mi boca, sin escrúpulos le planté varios besos en la punta de la cabecita para posteriormente abriendo la boca la introduje para mamársela. En tanto el profesor me bajó los tirantes del vestido liberando mis senos para acariciarlos, mientras yo le seguía succionando el delicioso camote que posee y con mi mano le acariciaba los güevos.

El maestro interrumpió la mamada para lanzarse nuevamente a manosear mi cuerpo, se notaba decidido a todo y con agilidad me despojo del vestido dejandome solo en las diminutas pantaletas rojas que portaba. Me besuqueaba los senos mientras con ansiedad me manoseaba las nalgas y la pelvis, la humedad de mi sexo ya había traspasado con mucho mis pantaletas dejándolas empapadas de los jugos vaginales que me brotaban producto de la extrema cachondez en que me había puesto el caliente maestro que orgulloso blandía su vergota bien parada.

Me levantó las piernas por completo para sacarme las tangas y me fue besando desde los tobillos, subiendo por las pantorrillas, los muslos por la entre pierna hasta que llegó a mi mojada y ardiente vulva. Vaya mamada de sexo que me daba el profesor, me succionaba el clítoris como si quisiera arrancarlo, metía sus labios en mi vagina y absorbía mis jugos íntimos sin recato alguno y besaba con frenesí mi pequeño culito que se fruncía deseoso de verga a cada beso. Yo estaba entregada al placer que me proporcionaba el profesor con su boca y me vine en intenso orgasmo sin que el maestro separara su boca de mi sexo.

  • Ya tienes 9 de calificación en este examen, ¿quieres dos puntos mas para tu próximo examen? – Me dijo el "profe" acercando su falo a mi boca, entendía perfectamente que me proponía que le mamara hasta hacerlo venir en mi boca por los dos puntos que me ofrecía. Lo hubiera hecho aun sin que me ofreciera nada, así que le contesté:

  • ¿Que le parece si mejor me pone 10 desde ahorita? – Nada mas claro que lo que le estaba pidiendo era que me cogiera. El maestro titubeo un poco, pero me dijo que por ahora solo le hiciera llegar al cielo con mi boca y en los próximos días tendría el gusto de cogerme. De momento no entendí por qué no quiso fornicarme ahí mismo.

Nuevamente volví a colmar de besos su enorme falo metiéndolo a mi boca para mamarlo, las caricias en sus güevos se multiplicaban y mi lengua pasaba por todo el tronco de su vergota para volver a mi boca y seguir chupándole.

Así pasaron algunos minutos hasta que súbitamente mi boca se vio inundada de esperma, el profesor se estaba viniendo dentro de mi boca, tragaba su esperma con delicia saboreándolo antes de pasarlo. Hacía los últimos chorros lo aguanté en la boca y separándome momentáneamente de su pito le mostré mi boca llena de leche y luego ante su mirada la trague mostrándole nuevamente que ya no había nada. Sin embargo seguí chupándole la verga hasta que empezó a perder la erección.

Mientras me vestía me aclaró que no había querido cogerme en esa oportunidad hasta saber si llevaba algún control anticonceptivo, ya que no tenia condones en ese momento, o que bien podría ser analmente.

Le dije que seria como él quisiera, solo le pedía que fuera pronto ya que estaba muy deseosa de que me cogiera. Intercambiamos los números de nuestros teléfonos celulares para estar en contacto permanente y prometio que no pasaría de la próxima semana en que me cogería e hicimos promesa de que nadie se enteraría de lo que ahora iniciaba entre nosotros.

Esa misma noche recibí la primera llamada de mi querido profesor en la que me dijo que estaba checando el número que le dí, y que además me agradecía la suculenta mamada que le había dado y deseaba que pronto se repitiera, por mi parte le dije que estaba ansiosa por tener su rica vergota dentro de mi cuerpo.

Al día siguiente, era viernes, fue sensacional cuando el profesor entró al salón de clase. Ya lo esperaba con la mini falda cortita y en la pose acostumbrada para que pudiera verme no solo las piernas sin hasta la vulva forrada en las transparentes pantaletas blancas que usaba es día y que me había puesto con premeditación para que viera lo que apenas hacia unas horas había mamado.

Intercambiamos sonrisas discretas pero con picara complicidad por lo sucedido. Durante la clase, como ya se había hecho costumbre, me estuvo mirando mis "cositas" y yo imaginaba que su ricura estaría erecta deseando cogerme.

Al terminar la clase me acerqué a él cuando ya habían salido todos los compañeros del salón, fingí que le estaba enseñando un papel aun cuando no había nadie en el aula, me incliné y puse mi mano en el bulto de su verga frotándosela al tiempo que le decía:

  • La tiene bien rica, muero de ganas de chupársela ahorita y que me cogiera aquí mismo – Al decirle eso, sentí que su mano se deslizaba por debajo de mi corta falda hasta llegar a mi trasero que acariciaba a placer en virtud de que las pantaletitas se perdían entre mis nalgas.

Así por algunos minutos hasta que decidimos que nos estabamos arriesgando mucho a que alguien pudiera vernos. Había pasado una hora cuando mi teléfono celular sonó, era el profesor que me decía que le había puesto muy caliente y si quería estar con él unos minutos, saliera de la escuela y caminara dos cuadras en donde él me esperaría en su camioneta. Así lo hice.

Al abordar la camioneta menuda sorpresa me llevé, "el profe" tenía desabrochado el pantalón y su hermosa vergota bien parada estaba de fuera, plena a mi vista. Me senté muy cerca de él levantándome por completo la breve falda que lucia, enseguida me aferré a su miembro viril "chaqueteándole" aquella ricura. Las manos del profesor recorrían mis muslos, mi pelvis y hurgaba entre mis labios vaginales haciendo a un lado las pequeñas pantaletas y por primera vez nos besábamos en la boca compartiendo nuestras lenguas y la saliva.

Una calles adelante se estaciono y aprovechando los cristales polarizados del vehículo nos entregamos al cachondeo desenfrenado al que nos arrastraba la lujuria que mutuamente nos provocábamos.

Mientras le seguía masturbando, ahora las manos del maestro estaban una en mis senos por debajo de la blusa y el brassiere y la otra en mis nalgas para lo cual ya me había bajado las pantaletitas a mitad de los muslos. Y al oído me decía lo sabrosa que estaba y lo cachondo que le ponía durante la clase al dejarle ver mi candente cuerpecito.

  • ¿Me quiere coger profesor? – Le decía con voz temblorosa esperando deseosa su respuesta. Sin embargo el maestro me dijo:

  • Hoy no, pero te espero mañana por la mañana en mi despacho, no habrá nadie ahí te podré coger de lo más sabroso... Por lo pronto ¿qué te parece si me lo haces con tu boquita tan rico como ayer? – La idea de hacerlo en su oficina me parecía formidable y mamarle en ese momento era mejor aun. Sin mas comentarios me incliné para besuquearle la vergota y mamársela, el maestro con una mano me manipulaba las chiches y con la otra por en medio de las nalgas me dedeaba la vagina alternadamente con mi apretado culito.

Estarle mamado al profesor me llenaba de lujuria y no me importaba si fortuitamente alguien nos pudiera estar viendo, de hecho lo deseaba, me parecía muy cachondo que nos estuvieran fisgoneando. Repentinamente los chorros de esperma del maestro me volvieron a la realidad, se estaba viniendo en mi boca y yo ingería la leche viril a grandes tragos sin desperdiciar ni una sola gota de aquel exquisito "licor de hombre". Mi ahora "querido" no dejaba de dedearme y unos instantes después de su eyaculación me estaba llegando el orgasmo, quizá no tan rico como el del día anterior pero sabroso al fin.

Regresé caminando a la escuela mientras sentía como aun escurría mi miel intima por entre mis muslos y que las pequeñas pantaletas no podían contener. A partir de ese momento contaba los minutos para que llegara el día siguiente en el que debería de ser cogida por mi cachondo maestro.

Por fin llegó la hora, antes de entrar al edificio en donde estaba su oficina le llamé por el celular para asegurarme que ahí estaba mi caliente "querido" esperándome. Me indicó que estaba la puerta abierta y al entrar cerrara con el pasador. Solo cubría mi cuerpo el ajustado vestido que lucia, no llevaba ropa interior y calzaba zapatillas de altos tacones a petición expresa del morboso maestro.

Entré a la oficina cerrando la puerta tras de mí, la voz del maestro se escuchó dentro del despacho diciéndome que entrara. Ahí estaba sentado al escritorio, completamente desnudo y con su espectacular vergota bien parada moviéndola de un lado al otro de manera amenazante. Estaba dispuesta a todo, pero la imagen de tan imponente miembro viril me intimidaba dudando dejármela meter por mi culito, que aunque no era virgen tampoco había recibido un miembro de ese tamaño y calibre.

La vista del profesor totalmente desnudo y su rabo erecto me excitaron aun más de lo que ya estaba y sin mayor tramite me saqué el vestido para quedar de igual forma que él en total desnudez. Con una seña me indicó que me sentara en sus piernas, puse su vergota entre mis muslos apretándola entre ambos y fundiéndonos en un beso ardiente como nuestros cuerpos. Me manoseaba a dos manos todo lo que podía y se agachaba para chuparme las chiches y yo me dejaba complacida disfrutando sus mórbidas caricias y con mi mano empujaba la cabeza de su vergota contra mi vello pélvico.

Minutos después me hizo sentar sobre él dándole la espalda, para lo cual puso su verga apuntando hacía su obligo y me senté sobre ella separando mis nalgas para que quedara justo entre ellas. Con ambas manos me acariciaba las tetas, la panocha, el clítoris y todo lo que alcanzaba, en tanto yo me columpiaba sobre su macana "chaqueteándole" con mis nalgas y asida de sus crecidos güevos bien llenos de esperma.

Luego de un buen rato, me levanté solo para hincándome entre sus piernas para darme un banquete besándole y mamándole la vergota y los testículos. Antes de que fuera a eyacular me incorporé montándome sobre el "profe" y metiendo lentamente yo misma su espectacular vergón en mi vagina y a poco me daba de sentones en su delicia sexual.

  • Cógeme, cógeme mucho maestro... Dígame que le gusta meterme la verga en mi cuerpo... Que rico me coge... Cógeme mas... – Le repetía constantemente disfrutando su vergota dentro de mi candente cuerpecito, por momento le decía de "tú" y en otras le guardaba el respeto que merecía hablándole de "usted" aun cuando me estuviera cogiendo.

Pasaron varios minutos, el profesor me pidió que me pusiera de pie y me recargara en el escritorio, así lo hice sacando la cadera para lucir más mis redondeadas nalgas. El profesor se inclinó un poco para poder besuquearme las nalgas y meter su rostro entre ellas para besar y lamer mi culito y mis labios vaginales en tanto una de sus manos recorría mis piernas y con la otra me dedeaba la vulva. Me tenia loca de placer y el orgasmo no se dejo esperar, haciéndome venir con el contacto de su boca en mis partes más intimas.

Estaba loca de frenesí, lo quería todo de una vez y casi le suplicaba:

  • Cógeme maestro... Métamela por el culito... quiero sentir su verga entre mis nalgas... quiero que me encule con su vergota, métala en ese pequeño horno que tengo entre las nalgas – La lujuria me poseía y la desvergüenza para expresarme no se hacia esperar, entregándome por completo a los placeres de la carne.

A poco el maestro se ponía de pie quedando su vergota justo a la altura de mis nalgas que separaba con ambas manos invitando a mi querido maestro a meterla en mi culo.

Sin contemplaciones el maestro llevó la cabeza de su verga a mi ano y empujó con vigor, no logró entrar al primer intento, escupió repetidamente en mi culo y lo intentó nuevamente, esta vez tuvo éxito, lentamente mi culito se iba tragando el enorme trozo de dura carne y tersa al tacto, sentía que me partía en dos aquella descomunal tranca, nunca me habían metido una verga tan grande en mi culito y el dolor era intenso, pero mi cachondez era mayor y le alentaba a metérmela toda.

Así, así métamela toda maestro... Enculame toda querido... Dime que te gusta como te aprieta mi culito... Que rico me coges por el culo... Cógeme más, más, métemela toda... Quiero sentir que solo tus güevos quedan fuera de mi chiquito... – Frases por el estilo salían inconscientemente de mi boca disfrutando su vergota metida entre mis nalgas llenando de placer y dolor mi pequeño culito. Su vientre chocaba con mis nalgas, era señal que tenia la totalidad de su vergota metida en mi colita y en efecto solo sus güevotes estaban fuera de mi culo.

  • Nicole, que culito tan sabroso tienes, mueve tus nalguitas nenita para que disfrutes mas mi verga en tu colita – Me halagaba el maestro y me instruía para sentir mas rico la enculada que me estaba dando.

Empece a mover la cadera en círculos y de atrás para adelante al compás de las acometidas de la vergota del maestro que entraba y salía de mi culo con velocidad, el dolor había pasado y ahora era puro placer en mi goloso y distensado ano.

En tanto el vaivén de su verga en mi culo se multiplicaba sus manos acariciaban mis senos y frotaban mi clítoris. Estabamos en ebullición, era imposible aguantar mas el placer contenido y yo fui la primera en que alcancé un nuevo orgasmo, el mejor de mi vida siendo cogida por el culo.

  • Me estoy viniendo papi no dejes de cogerme el culito, que rica tu vergota en mi culo... Enculame por siempre... Disfruta mis nalgas con tu vergota divina... Goza mi culo tanto como yo estoy disfrutando tu camote – No encontraba más palabras apara expresarle el inmenso placer que me estaba dando con su vergota en mi chiquito. Pero no solo yo sentía rico y enseguida el maestro me alertó, estaba por eyacular.

Al tiempo que de un solo golpe saco su falo de mi ano, giré arrodillando y metiéndome su camote en la boca. Justo a tiempo para recibir grandes chorros de esperma que felizmente tragaba uno tras otro hasta la última gota de leche no muy espesa y tibia de un agradable sabor.

Todo estaba consumado, por fin me había cogido, a partir de ese momento me había convertido realmente en la favorita de mi profesor, continué mostrándole las piernas diariamente y en ocasiones le mamaba la verga en su camioneta. Pero además las cogidas con mi preceptor se hicieron constantes, dos o tres veces por semana el maestro disfrutaba de mi cuerpo, especialmente de mi culito, y yo de su soberbia vergota.

Estaba garantizado aprobar la materia con 10, pero aun más, el maestro era casado y por tanto me había convertido también en su "querida". Fui su amante durante más de un año y medio, independientemente que aprobé la asignatura con 10, en materia sexual también me calificó con evaluación de excelente.

Georgina del Carmen

Relato redactado con datos proporcionados por la amiga de la red Nicole, quien asegura son verídicos y autoriza su redacción y publicación por lo que lo pongo a consideración de los lectores.