La Farmacéutica y Chema

Un mail de un lector animándome a escribir sobre su mujer, una visita a su pueblo, una noche que no olvidaremos

Antes de empezar con el relato, os pongo en antecedentes:

Hace ya unos 15 días, recibí un mail de uno de los lectores de ésta web de relatos. Me comentaba que había leído uno de mis relatos, y que le gustaría que escribiera algo sobre su mujer, que era farmacéutica…. En ese momento, mis ideas no iban en esa línea, así que le pedí más información sobre ella para encontrar la inspiración necesaria y a partir de ello, dejar volar mi imaginación.

Él era Chema, de 47 años, y su mujer Sonia, de 49 años. El nombre de ella es inventado, pues no me lo dio.

Según sus palabras, Sonia era una mujer de 49 años, bajita (1,67m), unos buenos pechos (105) y un culo redondo y respingón, muy bien puesto para su edad. Se trataba de una chica extrovertida, a quien le gustaban los hombres maduros, que la miraran, que la cortejaran y que se sintieran descaradamente atraídos por ella. Sonia era una mujer que cuando se sabía atractiva a los ojos de un hombre, se derretía y se ponía nerviosa.

Una de las fantasías de Chema, como la de muchos hombres y por qué no decirlo, también de muchas mujeres, era ver como su mujer era complacida por otro hombre. Chema quería un relato sobre esta fantasía, pero después de hablar con él, mi idea definitiva fue por otro lado.

Espero que cuando Chema lea lo siguiente, sea de su agrado, y deseo que algún día, lo deje leer a Sonia y sea ella quien me haga los comentarios sobre lo que va a leer a continuación.

En primer lugar me voy a presentar, soy José, un hombre de 55 años, que trabaja de directivo en una gran empresa española con sedes a distintas ciudades y pueblos. Me describiría como un hombre normal, 1,80m de altura, cuerpo atlético, fuerte, pelo canoso, barba de 2 o 3 días, siempre bien arreglada y por temas de trabajo, acostumbro a vestir en traje y corbata.

Debido a los múltiples viajes de trabajo, este fin de semana me toca quedarme a dormir fuera de casa. El viernes noche, después de una de esas videoconferencias de cierre que no acaban nunca, me vino un flash, y recordé que el pueblo en el que estaba era el de Chema. Me pasó por la cabeza contactar con él, pero la semana había sido muy dura así que preferí descansar y mañana, con la mente fría ya decidiría qué hacer o no hacer.

El sábado, me desperté con la habitual migraña de las semanas intensas de trabajo. Desayuné en el hotel y fui a dar una vuelta por el pueblo para ver si el aire fresco devolvía a mi mente el estado habitual. Cómo no estaba previsto pasar el fin de semana fuera, me puse uno de los trajes de la semana, sin la corbata, claro, y empecé a andar por un gran parque de la ciudad.

La temperatura era agradable, ideal para pasear sin pasar calor ni frio, así que hice una buena ruta por toda la ciudad. Ya al mediodía, llegando al hotel, mi migraña seguía, así que decidí parar a comprarme algo a la primera farmacia que encontré.

Me atendió una mujer bajita, con curvas, muy extrovertida y habladora.

Estuvimos un rato hablando porque le sorprendió ver a alguien tan arreglado un sábado por el pueblo. Le conté lo que me había pasado, que no estaba previsto quedarme ahí, que no tenia mas ropa y que por eso lo del traje y aproveché la conversación para preguntar qué se podía hacer en el pueblo por la tarde.

Eran casi las 13h y ella, muy simpática y agradable, me comentó que si podía volver por la tarde, me contaría un par de sitios para ir, pero que ahora tenía que cerrar. Yo recogí el guante y me comprometí en volver por la tarde, después de comer y descansar un poco, siempre y cuando mi migraña fuera a mejor.

Después de comer, me fui a la cama a descansar un poco, y en ese momento me acordé de Chema. Pensé, ostras, y si…. Así que le mandé un mail preguntando en qué farmacia trabajaba su mujer, y si hoy trabajaba o no.

4 horas más tarde, ya a las 19h me desperté sin nada de migraña. Revisé el mail, no tenía respuesta de Chema. Me duché tranquilamente, me arreglé, y me dirigí a ver a la chica de la Farmacia antes de que cerrara a las 20:30.

Llegué a la farmacia a las 20:10, la chica estaba sola, parecía que me estuviera esperando. Me disculpé por presentarme a estas horas, el cansancio pudo conmigo. Ella aprovechó para hacer la broma fácil, “¿si has dormido toda la tarde, qué vas a hacer esta noche?”. Yo, sin arrugarme, seguí con la broma y le respondí que por eso estaba ahí, para que ella me dijera que debía hacer. Ella, muy receptiva y algo nerviosa, me propuso esperar a las 20:30 para ir a tomar algo, y así me lo podía contar con tranquilidad, yo acepté, solo con la condición de que invitaba yo, y así lo hicimos.

Salimos de la farmacia dirección a uno de los bares más exclusivos de la zona. Entramos dentro y nos fuimos hacia el fondo del local. Era un local agradable, con mesas bajas de madera, luz tenue, camareros bien vestidos, gente muy arreglada, con música de fondo a un nivel aceptable y sin nada de griterío… Un sitio en el que cualquiera de nosotros llevaría a una pareja para una primera o segunda cita.

Empezamos a hablar con Sonia, y acabamos hablando de todo menos de cosas que ver en el pueblo. Hablamos de trabajo, de mi migraña, del estrés, de sus clientes y lo que tiene que aguantar de vez en cuando, me comentó que estaba casada, que su marido seguramente estaría en el futbol, que el partido acababa a las 22h, yo le dije que también estaba casado pero que teníamos una relación abierta… Y hasta aquí.

Cuando mencioné lo de relación abierta, generé un interés especial en ella. Ella me preguntó cómo habíamos llegado a ese punto, como lo llevábamos los dos… Me confesó que en la farmacia se había sentido atraída por más de un hombre que le había hecho algún guiño, o le había soltado algún piropo y que ella habría estado encantada de corresponderles, pero que no sabía cómo planteárselo a su marido, ni si él aceptaría o no.

Seguimos charlando de otras cosas hasta las 21:30. Antes de irnos, fui al baño, y aproveché para revisar el mail. Tenía un mail de Chema.

“Perdona por tardar en responder. La farmacia de mi mujer está en la calle del hotel del pueblo, y hoy trabaja hasta la hora de cerrar. Ahora me voy al futbol, pero te dejo mi numero por si necesitas saber algo mas por tu relato”

Entendí que la chica con la que estaba era su mujer…. UUffff… aunque la descripción correspondía, no imaginaba que la casualidad me haría este gran regalo.

Guardé el número de Chema, y decidí en segundos mandare un wassap, diciéndole que no le iba a decir nada mas, pero que le agradecería que le mandara un mensaje a su mujer diciéndole que la noche se alargaría, porque los colegas del futbol quieren salir de fiesta.

Salí del baño y me ofrecí a acompañar a Sonia al coche. Durante el paseo, Sonia recibió un was y enfureció. “Ves, yo que estoy a gusto contigo y me voy a casa sintiéndome culpable por haber estado con otro hombre, y él me dice que va a llegar a las tantas que se va de fiesta”.

En ese momento, decidí ser claro con Sonia. Le expliqué mis conversaciones con Chema, y le enseñé sus correos, para que viera que los dos están en el mismo punto. Que si a ella le ponen otros hombres, él desea que ella disfrute con ellos. Le propuse hablar claro con Chema y no cerrarse más puertas por tabúes culturales que no tienen mucho sentido. Después de 10 minutos de conversación delante la puerta de su coche, Sonia se decidió. “mira, le voy a responder el mensaje, así aprenderá a contarme sus fantasías” Y mientras decía esto, respondía el was de Chema. “ok, amor, yo he conocido a Jose, tu amigo, también volveré tarde, no te preocupes, ya te mandaremos fotos”. Al ver lo que estaba escribiendo, me entraban escalofríos… Ella me miró con una sonrisa pícara y me dijo, “así qué, vamos a tu habitación? Tenemos que hacer unas cuantas fotos”.

Fuimos al hotel, paseando sin prisa y con una conversación muy agradable y un poco subida de tono. Ella me contaba sus intenciones. En ningún momento estaba pensando en tener sexo, sino que su idea era ir al hotel y sacarnos fotos picantes, para que su marido se pusiera celoso y pudiera valorar si realmente deseaba o no sus fantasías.

Reservamos una habitación distinta de la mía y ella fue al baño. Me pidió que me sentara en la cama, que abriera el was de Chema, y que me preparara para empezar a mandarle fotos.  Cuando ya estaba a punto, la avisé y desde el baño me dijo que ya podía empezar a sacar fotos.

Salió en ropa interior, estaba impresionante. Ese cuerpo bajito, con esas curvas, era espectacular. Llevaba un conjunto negro de sujetador y tanga, con alguna que otra transparencia. Sus pechos, estaban apretados uno contra el otro, sus pezones ya estaban de punta, y se adivinaban a través del tejido. Sus movimientos eran sensuales, estaba posando para mi, para calentarme, o quizás para calentar a su marido. Yo no dejaba de hacer fotos, aunque me estaba empezando a poner muy caliente.

Una vez fotografiado todo el cuerpo de delante, se giró y me mostró el diminuto tanga de hilo que dejaba a la vista la totalidad de su redondo y duro culo. Al verla de espaldas, parecía que estuviera delante una chica de 20 años. Después de regalarme un baile sensual, y sin ponerse de caras a mí, me preguntó si había mandado las fotos, a lo que yo respondí que no, pues no sabía si debía hacerlo o no.

Ella me insistió que le mandara las 4 que mas me gustaran, y así lo hice:

J – Hecho

S – Vale, ahora mientras esperamos a ver si responde, deja el móvil.

Yo dejé el móvil como ella me ordenó, y por mi sorpresa, ella empezó a desabrocharse el sujetador y lo dejó caer al suelo. Siguió contorneándose y finalmente se giró para mostrarme sus grandes pechos enteros.

S – Que tal? Te gustan? Te gustaría tocarlos?

J – Me gutan, si, y claro que me gustaría tocarlos

S – Que me harías?

J – Ponme a prueba.

Después de esta conversación, me dijo que mirase el móvil. Ella no tenia respuesta de Chema, yo tampoco. Me preguntó si le podía decir donde estábamos, a lo que yo no puse objeción. Empieza a escribir: “Si te aburres de la fiesta con los colegas, ya sabes dónde estamos. En el hotel, habitación 322. Pide una copia de las llaves a recepción, están avisados que vendrás.”

Después de escribir esto, me mira fijamente, se acaricia los pechos a un palmo de mi cara, se frota los pezones, y baja la mano hasta su sexo. Saca la mano de dentro su entrepierna con los dedos húmedos. Me los pasa por los labios. Se agacha y se baja el tanga, acerca su boca a mi oreja, y me susurra.

S – Empieza!

Yo, me vuelvo loco de golpe. No se me pasa nada mas por la cabeza que agarrarla por la espalda y tirarla encima de mí una vez tumbados los dos con ella encima, la giro para dejarla debajo y empiezo a besarla apasionadamente.

Mientras nos besamos apasionadamente, ella me va desnudando, tirando la ropa por toda la habitación hasta quedar los dos desnudos del todo.

Mi boca empieza a bajar por su cuello, dirección a su pecho en el que se entretiene un rato camino a su sexo, del que disfruta como si no hubiera un mañana hasta que su respiración se empieza a acelerar cada vez más.

Tengo la impresión de que Chema aparecerá en nada y no sé si le gustará lo que ve, así que aprovecho su excitación para volver arriba y empezar a entrar mi miembro dentro de ella mientras la beso. Pero ella no se deja.

Agarra mi miembro con la mano y empieza a masturbarme, juega conmigo mientras yo, al ver el cambio de planes, aprovecho para jugar con su vagina y su clítoris con mis dedos.

S – Tienes prisa?

J – Quiero estar dentro de ti

S – Tranquilo, esperaremos a Chema por acabar

Uuufff… en ese momento, mi excitación subió hasta niveles orgásmicos. No quería llegar aun, así que me aparté de encima de ella y me puse de rodillas entre sus piernas para volver a degustar su sexo. Ella también estaba excitadísima, y en su caso, si que se dejo ir, hasta llegar al orgasmo mientras jugaba con mis dedos y mi boca con su sexo.

De repente, sus ojos se abren mirando a la puerta fijamente. Con sus gemidos no habíamos escuchado nada, pero Chema acababa de entrar.

CH – Veo que lo pasas bien!

S – Uuuufff… no veas que corrida…

CH – Ya te lo has follado?

S – No, ahora vamos, siéntate y observa. José, ahora sí, házmelo, que Chema lo vea.

Ella no parecía nada nerviosa, al contrario, estaba excitadísima. A mí me dio por levantarme y quedarme de pie al borde de la cama. La agarré fuerte de las piernas y puse su cadera contra mis rodillas, con una pierna suya a cada lado de las dos mías. La agarré fuerte por la cadera, y se la levanté un poco, hasta llegar a la altura de mi miembro, y empecé a penetrarla de pie.

José se empezó a desnudar y a masturbarse mientras disfrutaba del espectáculo. Sonia lo miraba, lo veía disfrutar y se excitaba cada vez más. Estaba a punto de correrse, y no pudo aguantar más. Yo también acabé dentro de ella.

Ella se levantó, se fue donde estaba Chema sentado, se arrodillo, se giró y me dijo “déjanos solos, por favor”.

Yo me vestí y me fui a mi habitación, ellos supongo que siguieron con la fiesta…

Al día siguiente, tenía un mail de Chema y otro de Sonia.

Ch - “Gracias, José, la de ayer fue la mejor noche de sexo que hemos tenido, y en parte gracias a ti”.

S – “Lo hemos pasado genial, además, hemos hablado mucho. Me supo mal echarte, pero sabía que los dos estaríamos más cómodos a solas. Cuando vuelvas por el pueblo te lo recompensaré como tú prefieras… los dos solos o dejando jugar a Chema.