La fantasía universitaria fue más allá.

Durante el curso universitario, mi relación con uno de mis compañeros de piso se va calentado, alentada por fantasías. El no tener nada que perder, me hará dar el primer paso en el sexo con alguien de mi mismo género.

Era el segundo año que empezaba en la universidad, y el segundo año que pasaba en ese piso. Sin embargo, los compañeros si habían cambiado, y aunque éramos 4, el único que permanecía mucho tiempo en la misma habitación que yo, era David, un chico moreno, bajito y con, hasta el momento que yo hubiese visto, los brazos un poco marcados.

Pasábamos todas las noches viendo la tele en la misma habitación, aunque hablábamos poco, pero nos echábamos unas risas con algunos programas absurdos.

Yo había tenido ya algunas dudas sobre mi sexualidad, a pesar de que aún me gustaban las chicas, algunos chicos me atraían sobre manera, empezando por un amigo de mi infancia, Fran, muy parecido físicamente a David, un poco más alto, pero con el que no había tenido nada, a pesar de las numerosas veces en las que había fantaseado, mientras me masturbaba, con agarrar su pantalón mientras jugábamos al ordenador en su cuarto, meterme debajo de su mesa y hacerle una buena mamada.

El curso transcurría bastante aburrido, y David y yo tampoco salíamos mucho. Y en una de esas tardes fue cuando coincidió que yo iba a ducharme y él salía de la ducha, recién cambiado, porque no salía como los demás con la toalla hacia su cuarto, pero su olor se me metió en la nariz y me quedé pillado, más aún cuando vi el bulto que marcaban sus vaqueros cortos, que insinuaba una polla descomunal, que desde ese momento estaría en mi cabeza.

Así, entre en el baño, y ahí estaba su toalla mojada. A pesar de que nunca había sido tan depravado, me acerqué a ella y hundí mi cara. Aún estaba húmeda, olía a él muy fuerte, un olor dulzón pero no muy intenso. Mientras me desnudaba, me imaginaba mordíendole por todo el cuerpo hasta llegar a ese bulto, e irle quitando ropa hasta que todo quedara al descubierto. Tanto fue que lo primero que hice en la ducha fue masturbarme, corriéndome rápidamente por lo intenso que había sido todo lo anterior.

Esa misma noche, mientras estábamos haciendo la cena, a David se le cayó el bote de kétchup al suelo, y al agacharse, no pude evitar mirar. Tenía un culo prieto, y, si correspondía con sus piernas, totalmente depilado. Me quedé pillado, tanto que se levantó y me pilló mirando. Se rió, y me reí, mientras me ponían rojo al tiempo que me daba la vuelta para disimular. Pero ahora no podía dejar de pensar en él a cuatro patas mientras lamía su culo y seguía con sus huevos. Me puso tan cachondo que tuve que dejar la pizza a la mínima temperatura en el horno e ir a masturbarme de nuevo.

Pasaba el curso, y no había pasado nada parecido, pero yo no podía dejar de pensar en eso cada vez que me masturbaba, sobre todo, porque cada noche viendo la tele no dejaba de mirar de reojo ese bulto en el pantalón.

Y llegó un día en el que me enteré de que David no seguiría con nosotros el siguiente año. No me apenaba, ya que tampoco teníamos una gran relación personal, pero algo despertó en mí en ese momento. No éramos del mismo lugar de origen, y probablemente, no lo vería más en mi vida, así que, si me lanzaba, ¿qué tenía que perder?.

Así que fui planificando todo para el último día de curso. A la hora de hacer la cena llegué a la cocina sin camiseta, mostrando todos mis tatuajes, algo que no hacíamos normalmente pero que tampoco era raro que hiciésemos, pero, cada vez que él iba a por algo, yo estaba detrás, así que en algunas ocasiones llegamos a chocar, y aunque él era un poco más bajito, yo no era mucho más alto, y en un par de ocasiones nos rozamos los paquetes, siempre sonriendo cada vez que chocábamos por mi “torpeza”.

Al rato de cenar, fuimos a ver la tele, como siempre. Sin embargo, tras una hora mirando de reojo a su bulto me decidí, y me agaché mientras estaba sentado como para ponerme las zapatillas, pero me incliné hacia la derecha, quedando casi rozando el bulto de su pantalón y acariciándolo con la mano izquierda.

-¿Marcos…que…qué haces?.

-¿Te molesta? –le dije mirándole de manera viciosa-.

-N…no…

Él seguía viendo la tele, aparentemente para disimular, porque su polla se empezó a poner dura, creciendo más de lo que yo creía incluso. Cogí el mando, me puse de rodillas frente a él, que continuaba sentado, apagué la tele, y mirándolo directamente a los ojos, comencé a lamer por encima del pantalón. Él se estaba poniendo rojo, pero no me retiraba, así que abrí los botones de su vaquero, quedando de frente contra sus calzoncillos, que olían intensamente a él, y por el hueco de una de sus piernas, asomaba la cabeza de su polla. Joder, era enorme, y eso me puso a cien. Empecé a lamer lentamente la parte que asomaba, y él se retorció un par de veces, así que pasé a lamerle los huevos por encima del calzoncillo. Empezó a acariciarme el pelo, y de vez en cuando me daba un agarrón. No podía más, así que, cogí su calzoncillo y pegué un tirón hacia abajo.

Mientras hacía esto le miraba mordiéndome el labio de abajo, así que cuando la polla salió, me pegó en la barbilla. Era enorme, y él estaba totalmente depilado. Sus venas se marcaban fuertemente, y comencé a jugar con mi lengua con su capullo. Tenía un ligero sabor entre dulce y amargo debido a su líquido preseminal, y cada vez que rozaba su frenillo, él se tragaba un gemido para que los demás compañeros no sospechasen. Yo sabía que los demás estaban de fiesta con sus respectivos cursos por el fin de curso, pero me gustaba verle sufrir. Agarré hasta la mitad de su polla con una mano y comencé a succionar. No sabía si lo estaba haciendo bien, pero había fantaseado mucho con ello, e intentaba repetir lo mismo que había visto y sentido con las chicas que me la había hecho a mí en relaciones anteriores. Y no debía estar haciéndolo mal, porque él no dejaba de respirar jadeando y de presionarme la cabeza suavemente hacia abajo. Como la posición era un poco incómoda, decidí levantarme y preguntarle si íbamos a su cuarto. Me dijo que nos iban a pillar, así que le confesé que ya sabía que no había nadie. Al momento, estábamos corriendo hacia su cuarto.

Cuando llegué, me lancé sobre la cama boca abajo, oliendo sus sábanas, y su olor me seguía poniendo más y más cachondo. Al llegar él, se sentó sobre mí, y comenzó a morderme el cuello, introdujo su mano en mis pantalones y comenzó a acariciarme el ano. Pero yo no quería que me lo acariciase, quería que me lo rompiese, y pronto. Así que me di la vuelta y lo tiré boca arriba en su cama, le quité la camiseta y pude ver cómo era todo con lo que había fantaseado durante meses. Un cuerpo definido, pero no excesivamente musculoso, pues el chico hacía deporte pero no de manera rutinaria por lo que sus abdominales se intuían pero no molestaba a la vista. Comencé lamiendo éstos, y fui ascendiendo hasta llegar a los pezones, los cuales estaba deseando morder, y cuando lo hice, gimió ligeramente, y así hice con ambos varias veces. Fui bajando lamiendo todo su cuerpo hasta llegar a donde había empezado, pero me apartó y se puso de pie, y yo de rodillas frente a él. Su polla era tan grande como mi cara, y la metía hasta que tocó mi garganta. Cuando la iba a sacar, el me empujó hacia dentro, y a pesar de que me estaba ahogando, yo no hacía más que ponerme más cachondo. Su polla salió muy mojada, así que me fui directamente a sus huevos, primero lamiéndolos y después succionando uno por uno.

David se fue de nuevo hacia la cama, se tumbó y me arrodillé a su lado. Antes de que empezara a chupársela otra vez, me cogió la cara y me comió la boca. Me pareció raro porque nunca había besado a otro hombre, y el roce de su barbita de dos días me resultó muy extraño. Pero no pensaba dejar que la cosa acabara aquí. Como me vio dudar, me apretó los mofletes, de manera que quedé con la boca abierta, y, para mi sorpresa, me escupió dentro, y me dirigió directamente de nuevo hacia su polla.

Mientras se la seguía chupando abrió su cajón, yo supuse que para coger un condón. Pero lo que hizo fue bajarme el pantalón, echarse lubricante en los dedos y empezar a acariciarme el ano. Agradecía mentalmente que mi polla estuviera por fin libre, porque notaba que iba a explotar, y más aún cuando empezó a introducirme los dedos, primero uno, luego dos…y ahñi quedó la cosa en ese momento. Me apartó de él y terminamos de desnudarnos. Al terminar, me dijo que sacara la lengua, y que no la volviese a meter. Me soltó un chorro de lubricante en la lengua, y al momento supe que tenía sabor a fresa (bastante rico, por cierto), se puso a cuatro patas delante de mí y llegó el momento que estaba esperando, agarró por detrás mi cabeza y la estampó contra su culo. El lubricante camuflaba todo el sabor, si es que sabía a algo, pero estaba muy caliente, y a mí me encantaba, llegando a introducir un poco la punta de la lengua dentro de él. Fui bajando un poco para lamerle los huevos, mientras con una mano le hacía una paja, hasta que se quitó y me puso a mí a cuatro patas sobre su cama. Volvió a coger el lubricante y me roció el ano con él, introduciéndome los dos dedos, que ahora entraban muy fácil, así que los sacó y comenzó a meter su polla, a la que antes echó lubricante también. Se notaba muy suave, pero a cada centímetro que entraba, me dolía, pero ninguno queríamos parar, así que, poco a poco, fue metiendo y sacando lentamente, y a cada momento iba pasando de un dolor insoportable al mayor gusto que he tenido en mi vida. A los 15 minutos, David ya me agarraba de los hombros mientras me follaba muy rápido, y mientras yo me pajeaba como podía mientras hundía mi cara en su almohada. Tras un buen rato, me dio la vuelta, y comenzó a pajearme él mientras me follaba. Notaba como mi culo estaba húmedo, algo que nunca me había pasado, pero lo disfrutaba muchísimo.

De repente, me la sacó y me agarró de la cabeza para que me acercara a él. Como supuse lo que pasaba mientras él se pajeaba muy rápido, comencé a chuparle los huevos hasta que dijo que se corría ya, así que le aparté su mano y comencé a hacerle una mamada de nuevo mientras le pajeaba un trozo de su polla. Y de repente, un chorro muy caliente y espeso saltó dentro de mi boca, dulce pero con una textura extraña, mientras que David gemía sin parar.

Yo también me quería correr, así que le dije que me siguiera follando mientras aún pudiese. Así que estaba vez me senté sobre él, y mientras yo botaba sobre él, él me hizo una paja que terminó en la corrida más bestial que he tenido nunca, que cayó sobre él. Sin embargo, no pareció molestarse, pero me obligó a limpiar lo que aún goteaba de su polla recién salida de mi culo, sino que también me hizo limpiarle con la lengua el mío que había caído sobre él.

Tras esto, nos miramos, fuimos al baño a lavarnos, y nos fuimos a nuestros respectivos cuartos a dormir. No sabía si hasta entonces David era hetero u homosexual, e incluso si era virgen, porque no habíamos tenido tanta confianza, pero yo había cumplido mi mayor fantasía en ese momento.

A la mañana siguiente, cuando desperté, David ya se había vuelto a su pueblo. No volvimos a hablar, ni siquiera por teléfono, pero nunca se me olvidó aquella noche, en la que despejó mis dudas y me dio la mejor, aunque única, follada que me había llevado hasta ese momento.