La fantasía de mi novio

Javi le propone a Emma llevar a cabo su fantasía, Emma duda, no sé ve capaz, pero finalmente acepta aún sin saber quien será la tercera en discordía...

LA FANTASIA DE MI NOVIO

(Relato ya publicado anteriormente, que he decidido volver a publicar ya que he cambiado algunas cosas y he tratado de mejorarlo )

Emma, ¿sabes que me gustaría? Hacer un trío – me soltó mi novio de repente, tras haber hecho el amor – Es la única fantasía que me queda por cumplir. – me dijo, dejándome anonadada ante aquella confesión.

¿Qué me estás pidiendo, que lo hagamos con otra persona? – Le pregunté aún incrédula de lo que acababa de oír.

Estaba sentada sobre sus piernas, desnuda, mientras él se apoyaba en el cabecero de la cama y tenía sus manos sobre mis pechos, manoseándolos como si lo que acabara de decir fuera tan normal como decirme que aquel había sido un polvo fantástico. Me aparté de él, me senté a su lado y suspiré.

Sí, quiero hacerlo contigo y con otra mujer, sí – Me respondió

Javi tú estás loco – le dije.

¿Loco? ¿Por qué? No me digas que no te has imaginado más de una vez, haciéndolo conmigo y con otro hombre. Además después de todas las fantasías que hemos realizado juntos, ¿por qué no una más, esta, la última?

En parte, tenía razón. Hasta ese momento y en el año que llevábamos juntos habíamos hecho realidad muchas de nuestras fantasías, desde hacerlo en una piscina como yo deseaba, hasta dejar que él me sometiera a una sesión de sado como él había querido un par de semanas antes.

Sí, es cierto, pero es que compartirte con otra... – alegué.

¿Te asusta? ¿Tienes celos?

No, celos no, sé que me quieres, pero... sí, quizás es que me asusta no saber como reaccionar y comportarme ante otra mujer, que hacer mientras te la follas a ella y como... no sé, besarla, o...

Ja, ja, ja – se rió Javi – mira, sólo debes dejarte llevar como has hecho siempre, seguro que luego será más fácil de lo que imaginas.

Sí, puede ser, pero...

Esta bien, piénsatelo durante un par de días ¿vale? Yo aceptaré lo que decidas – dijo acercándose a mí, me abrazó, acercó sus labios a los míos y mientras me besaba ambos descendimos hasta tumbarnos en la cama de nuevo.

Sentía su cuerpo pegado al mío, el calor que desprendía y sobre todo su pene poniéndose de nuevo en pie de guerra. Se puso sobre mí, con sus piernas entre las mías y su polla rozando mi sexo. Empecé a calentarme al sentir sus besos, su sexo rozando mi clítoris y sus manos sobando mis senos. Cuando descendió con una de sus manos hasta mi sexo, y notó mi humedad no se lo pensó dos veces, dirigió su pene hacía mi vulva y me penetró. Sentirle dentro de mí era la mejor de las sensaciones, y luego aquel vaivén, nuestros cuerpos perfectamente acoplados, compenetrados, sintiéndose en un apasionado baile de sexo y placer, hasta que ambos alcanzamos el orgasmo.

Durante los siguientes dos días estuve dándole vueltas a la propuesta de Javi, sopesando los pros y los contras. Durante ese tiempo él no me dijo nada, ni siquiera trató de presionarme para que aceptara y eso fue un punto a favor para que finalmente acabara aceptando su propuesta.

Esta bien, Javi, hagamos ese trío – le dije aquella tarde tras habernos reunido en el bar de siempre

Cielo, no te arrepentirás – fue lo que me dijo él, abrazándome con fuerza.

En ese momento empezaron a surgirme un montón de dudas.

Javi ¿cómo lo haremos? ¿Con quién y dónde? – Le pregunté curiosa – No quiero que sea con una puta cualquiera, Javi, prefiero que sea alguien de confianza – le dije.

No te preocupes, cielo, tú déjalo en mis manos. No te decepcionaré – me dijo.

Durante los siguientes días no volvimos a hablar del asusto. Como él me había indicado, yo lo había dejado todo en sus manos, sabía que podía confiar en él.

Pero el sábado por la mañana de aquel fin de semana, Javi vino a buscarme, eran las doce, fuimos a tomar algo al bar de siempre, y allí sentados en una mesa empezó a explicarme:

Ya lo tengo todo listo, será esta tarde a las seis.

¿Ya? ¿Tan pronto? – Pregunté azorada, ya que el temible momento había llegado y eso hacía acrecentar mis dudas.

Tranquila, cielo, verás. Como tú me indicaste, será con una chica de confianza, pero prefiero que no sepas quien es hasta el momento en que estemos los tres juntos ¿vale? O sea, hasta que la veas.

Vale – acepté a pesar de todo – pero... – Javi puso un dedo sobre mis labios para que callara y siguió hablando:

Siempre he soñado que ese momento sería en un lugar diferente y original, como una biblioteca o un despacho. Con las dos sobre la mesa, no sé... bueno, así va a ser, en una biblioteca tipo despacho. Ambas iréis vestida muy sexys, así que te he traído este vestido – me tendió una bolsa que había llevado todo el rato en la mano – Obviamente llevaré condones a mansalva, y todo lo demás, lo que suceda en ese lugar, lo iremos improvisando poco a poco ¿no? ¿Te parece bien?

Sí – le respondí – es tu fantasía y como siempre debe ser lo más fiel posible a la idea que tienes, como siempre hemos hecho. Si esa es tu idea...

Sí, gracias cielo. Eres un sol – añadió dándome un beso en la frente.

Pero a pesar de haber aceptado y de hallarme, cada vez más cerca de aquel momento, seguía sintiéndome dubitativa, me preocupaba mi reacción ante la chica, y sobre todo como podría cambiar aquella situación mi relación con Javi. Aún así, me dejé llevar una vez más, como Javi me había aconsejado.

A las cinco de la tarde empecé a prepararme, me puse el vestido que Javi me había dado por la mañana, era un vestido estrecho de punto, de tirantes y con un gran escote en la espalda y otro que me llegaba al nacimiento de los senos por delante. A las cinco y medía Javi pasó a buscarme.

Así con el coche, nos dirigimos hacía las afuera de la ciudad, llegamos a una urbanización y tras recorrer algunas calles nos detuvimos frente a una casa de dos pisos, con garaje. Entramos y subimos por unas escaleras hasta el primer piso. Javi llamó a la puerta y una voz femenina que me sonó bastante conocida dijo desde el interior:

¡Ya voy!

Unos cinco o diez segundos después la puerta se abrió y ante nosotros apareció ella, Bárbara, mi mejor amiga.

¡Hola chicos! Habéis llegado muy puntuales.

Hola – respondí sorprendida, miré a Javi y le sonreí en señal de aprobación, luego abracé a Bárbara como si hiciera siglos que no nos veíamos. Me sentía tranquila y feliz de que la elegida fuera ella.

Pasad, chicos. Ya todo está listo y la biblioteca tal y como tú querías, Javi – le anunció Bárbara a mi chico.

Perfecto, vamos para allá pues.

Por el pasillo que nos llevaba a la susodicha biblioteca, Bárbara me preguntó:

¿Estás nerviosa?

Sí, un poco – le respondí.

No te preocupes, yo también lo estoy – trató de tranquilizarme ella – pero seguro que todo irá bien y como Javi desea, ya verás.

Seguro que sí – agregó Javi, apretando una de mis nalgas – estas increíble con ese vestido, cielo. Y tú también estás arrebatadora Barbie – le dijo a mi amiga.

Gracias.

Bárbara llevaba un mono casi transparente que marcaba perfectamente sus curvas, y bajo el que sólo llevaba unas braguitas. Al entrar en la biblioteca me llevó de la mano hasta un sofá que había, frente a él había una mesa de despacho, tras la cual se sentó Javi. Barbie, que parecía más desenvuelta que yo, me hizo sentar en el sofá, se arrodilló ante mí, separó mis piernas y tras subirme la falda del vestido hasta la cintura, sentí como acariciaba mi sexo por encima de las braguitas. El contacto de sus dedos con mi sexo me causó un estremecimiento, miré a Javi, que desde su silla nos observaba sin perder detalle. Mi amiga acercó su cara a mi sexo, sentí su lengua rozar mi sexo, también por encima de la tela y como luego, cogía las braguitas por la goma y las hacía descender despacio por mis piernas hasta quitármelas. La miré a los ojos esta vez, en su cara se dibujaba el deseo y le pregunté:

¿No es la primera vez que haces esto, verdad Barbie?

Mi amiga negó con la cabeza, luego, cogiéndome de las pantorrillas tiró de mí, para que situara mi culo más al borde del sofá y así pudiera acceder más fácilmente a mi ya húmedo sexo. Su boca se hundió, entonces en mi sexo, y sentí esa caliente y húmeda sensación sobre mi sexo. Su lengua empezó a lamer y hurgar mi clítoris, luego mi vagina, introduciéndose en ella, y yo cerré los ojos dejándome hacer. Durante algunos minutos su lengua viajó de mí clítoris a mis labios vaginales, lamiéndolos, y chupeteándolos con devoción. Cuando volví a abrirlos, presa de los primeros espasmos producidos por el placer que aquella dulce boca me causaba, vi a Javi, tras ella, semidesnudo, abriéndole las nalgas y pasando sus dedos por ellas suavemente, también ella estaba ya completamente desnuda. Barbie se estremeció, y gimió al sentir la caricia de Javi sobre su sexo. Sentí como Barbie introducía uno de sus dedos en mi vagina y de nuevo me estremecí gimiendo. Javi me miraba fijamente, con la cara extasiada y satisfecho de todo aquello, cuando vi como dirigía su erecto falo hacía la húmeda vagina de mi amiga y de un empujón la penetraba, eso hizo que Barbie se abalanzara sobre mi sexo y su lengua se hundiera aún más dentro de mí.

¡Aaahhh! – Escapó de mi garganta un agradable gemido de aprobación.

Javi empezó a empujar, metiendo y sacando su polla del refugio de Barbie, mientras su lengua se hundía en el mío una y otra vez, una y otra vez. Los tres gemíamos excitados. Javi follaba a mi amiga sin dejar de mirarme a los ojos, como si en cada embestida quisiera decirme que lo hacía por mí y conmigo, lo que aún me excitó más y por eso le supliqué enloquecida de deseo:

¡Fóllame, Javi, necesito tenerte dentro!

Javi no se hizo de rogar, se apartó de mi amiga, esta también se apartó. Javí se acercó a mí, me hizo bajar del sofá, me puso de rodillas sobre el suelo, dándole la espalda con los brazos apoyados sobre el sofá y situándose tras de mí, me penetró de una fuerte y firme embestida. Sentirlo dentro fue sublime para mí. Barbie, se situó frente a mí, entonces, sentandose en el sofá con las piernas abiertas, mostrándome su sexo húmedo y deseoso de más acción. Torpemente acerqué mi boca a él, saqué la lengua y empecé a lamerlo. Sus jugos sabían extraños para mí, pero me afané en realizar bien aquella faena, mientras Javi seguía arremetiendo contra mí una y otra vez, haciendo que mi lengua se hundiera en el sexo de mi amiga. La dirigí hacía su agujero vaginal y sentí como se estremecía. Con cada embestida de Javi contra mi culo, mi lengua se hundía más y más en el sexo de mi amiga y esta gemía cada vez con más fuerza, hasta que sentí que empezaba a convulsionarse, sus gemidos se tornaron continuos y luego emitió un largo y prolongado grito, señal de que se había corrido, llenándome la boca con sus abundantes jugos. Javi, detrás de mí, seguía arremetiendo una y otra vez, haciendo que sus huevos chocaran con mi clítoris y produciéndome un agradable placer que iba en aumento. Cada vez empujaba más fuerte, pues al parecer, ver a Barbie corriéndose lo había excitado sobre manera.

No tardamos mucho en corrernos ambos, gimiendo y sudorosos por el esfuerzo, hasta que él cayó rendido sobre mi espalda. Barbie se levantó entonces, se dirigió a la mesa del despacho, mientras Javi se sentaba sobre el sofá para descansar, yo me quedé sentada en el suelo. Barbie se acercó de nuevo a nosotros con un dildo en sus manos, me lo tendió y me dijo:

Anda, fóllame con esto a ver si logramos poner en forma a tu chico otra vez.

Obedecí sin preguntar nada, me puse el dildo y luego Barbie lo embadurnó con un poco de vaselina. Seguidamente se volvió a sentar sobre el sofá, haciendo levantar a Javi, con el culo casi en el filo y las piernas bien abiertas. Yo, de rodillas, me acerqué a ella, mientras Javi nos observaba. Acaricié sus sexo, que estaba superhúmedo después de que se hubiera corrido ya una vez. No me costó introducir mis dedos en él y buscar el famoso punto g para acariciárselo. Barbie se estremeció y gimió sintiendo mi dedo en ese punto y me preguntó:

¿Dónde has aprendido eso?

No olvides que yo también lo tengo – le respondí.

Seguí acariciando y cuando creí que ya estaba convenientemente estimulada, acerqué mi falso sexo al suyo y la penetré despacio. Barbie se estremeció al sentir como me introducía en ella. Luego se alzó, abrazándome y empezó a arremeter contra mí. Estaba sedienta de sexo. Yo también empujaba hacía ella, tratando de penetrarla cada vez más profundamente. Javi a nuestro lado, nos observaba, le miré y vi como ante aquella excitante escena, su sexo volvía a excitarse e hincharse entre sus piernas. Barbie volvió a recostarse sobre el sofá, mientras yo seguía arremetiendo contra su sexo, haciéndola gemir y estremecerse de placer. Javi se acercó a mí, pasó su mano por mi nuca y acercando sus labios a los míos me besó, luego me dijo:

Gracias, princesa, esta está siendo la mejor experiencia de mi vida. Anda, deja que sea yo quien termine ese trabajito con Barbie.

Acepté, retirándome de ella. Barbie tenía los ojos encendidos de deseo, observando el hinchado falo de mi novio, que tras ponerse un condón, se acercó a ella, lo guió hasta su húmeda vagina y de un solo empujón la penetró. Ambos gimieron placenteramente. Yo me quité el dildo, me puse tras Javi y abriendo sus nalgas introduje mi lengua entre ellas lamiendo su ano. Con aquello, mi novio pareció enloquecer y empezó a arremeter enardecido contra Barbie que jadeaba excitada una y otra vez, hasta que ambos alcanzaron el orgasmo. Tras aquella intensa sesión de sexo, los tres nos sentamos desnudos sobre el sofá. Y después de descansar unos minutos, le dije a Barbie:

Tienes que contarme donde has aprendido a hacer todas esas cosas.

Barbara me miró con cara traviesa y luego me dijo:

En realidad, soy una puta.

¿Qué? – No podía creer lo que mi amiga me estaba contado – Es mentira, te estás quedando conmigo, es una broma.

No, no es ninguna broma, hace un año, desde que empecé a estudiar la carrera que ejerzo como puta de lujo para pagármela, sé que debía habértelo contado, pero... no sabía como te lo ibas a tomar y...

¿Tú lo sabías, Javi? – Le pregunté a mi novio.

Bueno, sí, hace un par de semanas que lo sé, desde que empecé a planear todo esto. Pregunté a un amigo sobre alguna chica de confianza y me dio su teléfono, luego cuando nos conocimos en persona, me quedé tan sorprendido como tú al verla a ella.

Ante aquella confesión no sabía que hacer, aunque tenía claro que Barbara era mi amiga por encima de todo y que no podía negar que aquella experiencia había sido una de las mejores de mi vida y que haberla compartido con ella era lo mejor que podía pasarme.

Erotikakarenc

Texto de la licencia