La fantasia de gabriela ii

Gabi se le acerca más, y agachada del todo deja salir la punta de su lengua que parece pedir permiso para contactar con la pierna de Ana.

-          Bueno chicas, ahora os voy a contar lo que va a pasar hoy aquí. Como los tres sabemos vosotras dos sois mis zorritas, y lo sois principalmente porque las dos me lo habéis pedido.  Es más, una de las dos, concretamente Gabriela, me ha pedido ser dominada por mí y ser utilizada por otra putita, así que Ana, le vamos a conceder ese deseo a Gabriela. Eso sí Gabriela, vas a tener que ser sumamente obediente a mí. A Ana también, aunque no te dará muchas ordenes, vas a hacer caso a sus exigencias. Tú serás la zorrita de más bajo nivel, la más sumisa, la más obediente. y lo serás porque así lo has querido. ¿Está todo claro? ¿Estáis de acuerdo? ¿Queréis decir algo? Ahora podéis.

-          Si amo, todo claro… nada que decir.. (dice Gabriela de inmediato)

-          Si, todo ok (añade Ana, en un tono neutro, como saliéndose del personaje)

-          Bien, entonces, si os parece… empezaremos. Gabi (llamo así a Gabriela), ves ese juguetito que tiene Ana? Te gustaría que lo comparta contigo, ¿verdad? Pues tienes que ganártelo. Convéncela para que lo haga.

Al oír esto Gabriela orienta su cuerpo hacia Ana sin demora. Recordemos que ambas están de rodillas en el medio del salón, justo en frente de mí, Ana entreteniéndose con el juguete y Gabriela simplemente arrodillada y cabizbaja, sumergida en el rol de sumisa obediente que ella mismo ha pedido interpretar. Así pues, Gabi gira las rodillas 90 grados orientándolas hacia Ana y se agacha aún más acercando su cara a las piernas de su compañera mientras la otra se la mira de forma ciertamente indiferente, relamiendo su especial piruleta. Aunque sé que tiene ganas, veo en ella un irrefrenable deseo de hacer valer su rango superior, unas malvadas ganas de jugar; “que se lo gane” parece estar pensando. Seguro que no me equivoco.

Gabi se le acerca más, y agachada del todo deja salir la punta de su lengua que parece pedir permiso para contactar con la pierna de Ana. Los rombos tejidos por la malla son lo suficientemente grandes para dejar que el húmedo extremo de su lengua toque la carne de Ana, así que nuestra sumisa empieza a deslizarla a través de la pierna, superando cada línea de tejido que se interpone en su camino. De momento solo son pequeños lametones repetitivos de un corto recorrido (máximo unos 10cm) en la zona superior del muslo izquierdo de Ana, como si se estuviera presentando. Una vez y otra repite el movimiento ganando cada vez más distancia de recorrido, más fuerza de presión en el lametón, y de dejando una huella más evidente tras cada chupada. Después de cada gesto y antes de iniciar el siguiente dirige su mirada hacia arriba encontrándose ahora si con la de Ana, quien muestra algo más de interés y simplemente le permite seguir, eso sí, con su juguete cada vez más babeado de tal forma que algunos hilos llegan al extremo más cercano al suelo y caen sin remedio por la fuerza de la gravedad. Gabi también se da cuenta de ello y acerca su lengua para evitar ese irremediable destino ofreciendo su lengua como salvavidas para esos pequeños caminos de saliva y así poder quedarse para su boquita las babas de su amante. Eso me gusta, también a Ana, e intuyo que a quien más, es a la propia Gabriela, quien se esmera aún más en la limpieza llegando a contactar ya con el dildo. Sujeta el extremo opuesto al de Ana, ara ya limpio de babas y lo empieza a chupar y a meter bien adentro ya de buen principio.

-          Quieres mas babas, verdad putita? (Pregunta Ana interesada por su muñequita)

-          Si por favor. (responde sumisa)

Entonces Ana acumula en su boca una poco de baba y se la escupe directamente en la cara a Gabi. Ella abre la boca, y aunque una pequeña parte le entra, el resto le queda esparcido por la mejilla, la nariz y la ceja, como si de una abundante corrida en la cara se tratara. Ni se inmuta, traga lo poco que le ha entrado, y chupa el doble falo de plástico aún más enérgicamente. Sin duda esto la ha estimulado más. Solo se lo quita un momento para pronunciar un “gracias” que suena más a gemido que a agradecimiento. Ana la coge por el cuello y se la acerca para plantarle un beso en la boca bien salivado, y chuparle la propia saliva del escupitajo anterior, se relame, carga de nuevo y le devuelve más saliva desde una posición algo más vertical y elevada, de nuevo con la ayuda de la gravedad. Gabi mira hacia arriba, abre, y traga. Lo hacen estupendamente.

La cosa va subiendo de tono, yo observo, de nuevo fumando unas caladas, sentado en frente suyo. Durante un buen rato no intervengo, dejo que sean ellas, o mejor dicho Ana quien decida cómo y de qué manera va evolucionando la situación. Besos, morreos, caricias, alguna bofetada, juegos con saliva.. hasta que oigo; “ahora me vas a comer el culo, vale zorrita? No se engañen, no es una pregunta, ni siquiera una sugerencia. Es una orden en toda regla de una Ana ya eufórica a la que Gabi intenta responder afirmativamente. De su boca se escapa un ligero “mmm”.

Entonces Ana me mira para asegurarse que esta todo en orden, encontrando en mi la más absoluta complicidad y condescendencia, pues no podía gustarme más la evolución que estaban tomando los hechos. Un leve y sutil movimiento afirmativo con la cabeza, escondido tras una nube fruto de mi última calada son suficientes para que mi pequeña Ana interprete el SI que le estoy enviando. Ella se levanta y antes de proceder se acerca para besarme y susurrarme unas palabras..

-SI, claro, toma.

Le doy el porro y vuelve con su nueva eslavita. De pie, se sitúa de espaldas a ella en el mismo lugar que antes ocupaba. Arquea la espalda, saca el culito hacia afuera y le dice; -Rompe la rejilla con cuidado, aparta el tanguita… y chupa putita, cómeme el culito. Todo esto con el juguete en una mano, y el porro encendido en la otra (se le acumula el trabajo a la chica, tu). Gabi por su parte, obediente por naturaleza, cumple las órdenes recibidas a raja tabla; se incorpora ligeramente sobre sus rodillas para alcanzar con su cara la altura del culo de Ana, se le acerca, separa las nalgas para poder agarrar la reja y con cuidado rompe dos o tres rombos. El tanga queda por encima y lo aparta fácilmente dejando libre al perfecto agujero depilado de su amiga. Redondo y rosado, con un olor a sexo al que Gabi no puede resistirse. Se le acerca de nuevo y empieza a chuparlo ayudándose con las manos para apartar las dos nalgas que caen hacia el centro intentando aplastar la cara de de Gabriela. A Ana le invade el placer, no sé si por la comida de culo que le está haciendo o por la calada que acaba de pegarle al porro. Empieza a gemir y a moverse. Eso le dificulta un poco el trabajo a su amante, pero se adapta perfectamente acompañando los movimientos del culo de Ana sin separar le lengua de su agujero. Primero son lamidas planas, caricias húmedas con la lengua. Después rodea el entorno del agujero alternando la zona superior de la lengua la punta, y finalmente termina con deliberados intentos de penetrarla con la lengua. Ana, cada vez más cachonda y dilatada, favorece ese destino, y su culo va abriéndose paulatinamente permitiendo a Gabi alcanzar su objetivo y conseguir penetrarle el culito con la punta de la lengua. Contra más lo consigue, más le gusta y más quiere. Intenta abrir aún más espacio entre las nalgas y consigue undir la cara en el hermoso culo que está devorando. Solo separa su cara de vez en cuando para tener perspectiva de lo que está haciendo, pera verlo y deleitarse, y también para escupir en él y proseguir con la acción. Ana cada vez está más cachonda y no me extraña. Casi de forma inconsciente baja la mano derecha donde tiene el juguete buscando con su punta la zona de la raja trasera, ahora ocupada por Gabi. Aún así encuentra un espacio donde colarse y mover el juguete arriba y hacia abajo. Todas las babas estaban antes en el dildo se mezclan ahora con las nuevas que la misma Gabi añade insistentemente. El espacio es limitado y hay mucha saliva. Pero el juguete poco a poco va ganando terreno y acercando su extremo al agujero anal. Gabi insiste en chupar, lamer y penetrar con la lengua, pero en cuanto se da cuenta del inevitable destino del falo de plástico usa esa máxima tan certera; “si no puedes con el enemigo, únete a és” (aunque pensándolo bién no creo que en ningún momento ella haya percibido el dildo como un enemigo, sinceramente). Lo agarra y lo dirige correctamente, superando el pequeño espacio que lo separaba del agujerito, ya medio abierto por cierto. Apunta un poquito y empieza a empujar hacia dentro. Algo de resistencia encuentra, pero no mucha la verdad. Al tercer intento ya supera la punta y introduce en él parte del juguete, arrancando un gemido no se si de placer o dolor a Ana. Entonces se inicia una pequeña sesión de penetraciones no muy profundas pero continuas.

De un lado tenemos pues a Ana, con las dos manos apoyadas en las respectivas rodillas y con el porro ya apagado en una de ellas, arqueando la espalda y sacando culo hacia afuera. Y del otro a Gabriela, de rodillas detrás suyo con la cara a medio palmo del culo de su amiga, penetrándola con el juguete y aportando toda la lubricación que pueda hacer falta. E incluso más.

Yo me levanto. Me acerco a ellas y con la excusa de recuperar mi cigarro de hierba y repito la jugada que antes ha hecho Ana conmigo; le susurro unas palabras al oído. En mi caso, se trata de una sugerencia que nada tiene que ver con el porro, el cual cojo de forma natural. Su reacción es la esperable, una sonrisa pícara que parece estar diciendo “ahora lo entiendo, cabrón”. No hay duda que le gusta la idea y no tardará en actuar. Unas penetraciones anales más, unas pocas más… El tiempo justo de yo volver a mi butaca.

  • ¿Cariño, sabes qué pasa? Nuestro Amo me ha dado mucha agua, no sé por qué. Pero el caso es que ahora tengo pis, pero también quiero que me sigas penetrando. Así que lo que se me ocurre es que no pares de hacerlo mientras yo me orino. Eso sí, tú te lo vas a beber, no queremos ensuciar el suelo, ¿verdad? (Ana ha cogido mi idea y la ha mejorado, yo solo le he propuesto que se acordara del agua que había bebido…)

  • Claro… no, no queremos ensuciar el suelo, y si tienes pis, tendrás que hacerlo. Haré lo que me pidáis, amos. (Mira primero a Ana, y después a mí. ¿Se puede meter alguien mejor en su papel? No, la respuesta es no. )

Ana se separa un poco, se quita el tanga quedándose únicamente con la reja, su collar y su cadenita. Abre algo las piernas para que la cabeza de Gabi quepa entre ellas y recupera una posición arqueada para poder seguir siendo penetrada. Gabi entiende como debe ponerse y procede; boca arriba, cerca del coño de Ana, agarrando el juguete con una de las manos y apoyando en el suelo la otra para mantener el equilibrio. Ahora los movimientos son muy suaves. El repetitivo compás que antes mantenía a ritmo más bien acelerado ahora se convierte en un ida y vuelta lento y sutil, permitiendo la concentración a Ana mientras cierra los ojos. No es fácil ordenarle a tu esfínter que deje pasar la orina mientras estas en un momento de máxima excitación sexual, con un dildo en el culo, y con una sumisa que de vez en cuando te va dando pequeños lametones en tu depilada rajita. Vamos, imagino.

Ana acompaña el cerrar de ojos con unos movimientos parecidos a las contracciones, que se perciben sobretodo en su sexo que parece querer abrirse para dejar salir algo de su interior. Al inicio nada, pero al cabo de un ratito empiezan a salir algunas gotitas de una orina transparente (eh ahí mi obsesión con el agua). Tal cual caen Gabi se apresura en cazarlas con su boca. Al inicio es fácil, ya que caen de forma muy intermitente. Pero entonces sale un primer chorrito y luego otro… y otro más largo que el anterior. Gabi, debajo, sigue con su boca abierta y con bastante acierto recoge prácticamente todo el líquido que cae hasta que se llena su boca. La cierra, traga, la abre, y pide; “más, por favor”. Ana, ya con bastante control sobre su esfínter le concede la petición, y de los tres chorritos pasa a un buen chorro de pis transparente que ni con la mejor de las intenciones es capaz de retener en su boca. Va tragando y abriendo, pero el pis le sobre pasa y le moja la cara, el cuello, el escote y prácticamente el cuerpo entero. Al notarse así su excitación aumente y acerca su boca llena de pis al coño de su amante y se lo empieza a comer de una forma voraz mientras la otra sigue orinando. Al mismo tiempo acelera el movimiento de penetración cada vez más rápido. Ana ya se vacía, por lo menos por el momento y deja caer sus últimas gotas. Por su parte la pequeña Gabi sigue comiéndole el coño y penetrándole el culo, provocándole un placer enorme a su querida compañera. Ana va a más, cada vez sube más su excitación, está recibiendo mucho placer y el morbo de mearse en la boca de otra chica la ha puesto a mil. Si sigue así, se correrá ya mismo y la sumisa Gabi no parece que vaya a parar o bajar el ritmo siquiera. Al contrario, al darse cuenta de esta situación aumenta su interés en el sexo de Ana. Aplasta la lengua contra el húmedo e hinchado clítoris de su querida amiga para mover después la cabeza trasladando, el movimiento hacia la lengua. Presión y movimiento concentrados en ese punto tan concreto, más las continuas y cada vez más profundas penetraciones anales llevan a Ana al clímax. El orgasmo se apodera de su cuerpo, le tiemblan las piernas de tal forma que prácticamente perdería el equilibrio, si no fuera por el dildo que Gabi le tiene metido en el culo y porque con la presión de comerle el coño, la tiene agarrada como una pinza, desde abajo. Eso la equilibra.

Un orgasmo bien mojado bañado en saliva, pis y flujo vaginal. Ana prácticamente se desvanece después de ese primer orgasmo. Gabriela sigue amarrada a ella, pero empieza a buscarme con la mirada. Ana, también. Ahora me toca a mí entrar a jugar de nuevo