La fantasia de gabriela i
Ella también es bajita, de echo lo es aún más. Tengo predilección por la baja estatura. Su cuerpo es infantil dada su juventud y su cara rebosa vida. Ojos azules, rasgos finos, melena castaña. Una niña realmente hermosa. Tiene un culo redondo y respingón muy bien colocado...
No situamos en una tarde de viernes, en las afueras de mi ciudad donde recojo a Ana en un centro comercial. Como estaba ocupado en el trabajo, la he mandado a ella a comprarse lencería para la ocasión, que más adelante detallaré. Sube en el coche con un par de bolsas de una conocida marca de lencería, y con otra de un sex shop que hay en la zona. Nos saludamos, le doy un beso fuerte en la boca y le agarro fuertemente de las mejillas mientras dirijo su cara a la mía de una forma un pelín brusca. Le aguanto la mirada unos segundos para después decirle lo guapa q esta. Como si nada, arranco el coche dirección a mi casa. Dentro hablamos poco, pero la noto nerviosa. Nerviosa y cachonda, así que se lo pregunto para salir de dudas;
- ¿Estás nerviosa?
- Si
- ¿Y cachonda?
- Si, también.
- ¿Y contenta??
- Si, muy contenta y feliz… deseo q llegue ya el momento
Me encanta oír esto. Me encanta percibir su excitación, y aunque me muestro frio e incluso algo distante, por dentro ardo tanto como ella. Se trata de que cada uno juegue bien su papel.
No pasan muchos minutos hasta que llegamos a casa. Al darse cuenta de que llegamos, me pregunta confusa; “pero no íbamos a reco...” “Ya está en casa. Nos está esperando” le interrumpo yo. Su cara pasa de un rostro confuso, a uno de sorpresa agradable, incluso se le escapa una sonrisita, a la que correspondo sutilmente. Aparco el vehículo en el parquin, nos bajamos y con las bolsas subimos hacia arriba, entrando ya en el propio domicilio. Le indico claramente el camino, no porque no lo conozca, sino porque quiero evitar que pase al salón. Agarro su muñeca y la hago pasar al baño de cortesía, donde le he dejado algunas cosas de su higiene personal que ya tenía en casa de los días que pasa por aquí de vez en cuando. Allí dentro pongo mi mano derecha en su redondo culo y apretándolo con fuerza le pido que se cambie y que se ponga bien putita como a mi gusta.. (aunque a ella le gusta más). Le beso la cara, le doy una mini bofetada indolora y se la vuelvo a besar apretándole les mejillas haciendo el gesto de la pinza con la mano libre. Ella, simplemente… gime.
- No tardes demasiado, por favor (Me gusta combinar el darle una orden con voz autoritaria, con muestras de educación y cariño)
- Si amo… (Dócil e infantil)
- Ah, y por cierto.. bébete toda el agua que te he dejado preparada… y cuando termines, te daré más. OK?
- Si.. si amo, por su puesto.
Cierro la puerta del baño y allí la dejo a ella para que se arregle mientras yo me dirijo al salón. Dejo la puerta que comunica con el pasillo del baño entreabierta y bajo el tono de la luz a una algo más relajante. Pongo música aunque no muy fuerte y camino al sofá, de encima de la mesa, agarro mi fino porro de pura hierba. Lo enciendo, aspiro, lo aguanto un par de segundos.. y suelto una buena bocanada de aire y humo denso mientras me acomodo. A mi izquierda coloco un cenicero. A mi derecha queda el reposabrazos y un poquito más allá, paralela al sofá, de rodillas con las manos juntas cruzadas delante del abdomen y mirándome con una carita en busca de aprobación está Gabriela, mi otra putita..
Yo sigo fumando y saboreando el exquisito momento que estoy viviendo, la previa de uno de mis juegos sexuales preferidos. Me encanta dominar, pero sobretodo, lo que más me gusta, es ver el deseo de ser dominada por parte de mi amante. Si además en vez de una, son dos, mejor que mejor. Y si se trata de una petición expresa por parte de una de mis sumisas, la cosa aun me pone más. Sí, me gusta dominar, pero entiendo la dominación como parte de un consenso, de un acuerdo... por lo tanto si quiero ser consecuente debo tener en cuenta las opiniones y deseos de mis sumisas. Y en este caso, lo hago con gusto.
Acaricio la parte posterior de su cuello, lo que sería el cogote, subiendo hacia la cabeza y metiendo las dedos con la mano abierta entre su negro y denso pelo. Mis gestos se parecen a los que pueda hacer cualquier persona acariciando a su mascota. De hecho, es lo que estoy haciendo. Ella se deja e incluso baja la cabeza para dejar acceso y facilitarme la labor de acariciarla, e incluso me busca, como lo hacen los gatitos al pasar por el lado de uno. Emite unos muy sutiles gemidos casi imperceptibles que indican su ansia de ser usada por mi o por quien yo desee. Noto como su excitación va en aumento, y reconozco q la mía también, así que dejo el porro, me levanto, y la agarro de la correa q tiene atada al collar ajustado a su delicado cuello donde pone PET y le hago dar unos pasitos a 4 patitas para plantarla en medio del salón. Simplemente quiero deleitarme la vista y rodearla caminando tranquilamente mientras la observo. Recupero el porro. Sigo caminando dando círculos. Mis pasos se oyen secos en el parque y ella baja aún más su cabeza, me indica sumisión. Se coloca como antes, de rodillas, con las manos cruzadas delante la barriga y con esa cabeza bajada que solo levanta para buscar mi mirada de forma extremadamente sumisa. Tiene un cuerpo que me encanta. Una estatura media tirando a bajita, buenas curvas, un culo grande y redondo, unos pechos gigantes, y una cara con facciones andinas preciosas el protagonismo de la cual se lo disputan sus enormes ojos casi orientales, y sus carnosos labios. Es bellísima.
Su uniforme para hoy consiste en unos tacones de aguja negros, unas medias de rejilla negras con algún toque granate que terminan casi en las caderas, donde se unen al liguero. Le sigue un enorme culot granate semitransparente que deja entrever la rajita de su culito y su vagina depilada al milímetro. Además se intuye entre las dos nalgas un bultito redondeado saliendo de las profundidades. El sostén a juego con el culot recoge sus enormes pechos y unos guantes de encaje hasta el antebrazo a juego con las medias y el collar antes comentado complementan su look. Su maquillaje es intenso pero elegante; labios rojos, sombras de ojos negras y rojizas q combinan a la perfección con su piel morena y su pelo negro ondulado. Esta realmente espectacular.
Después de deleitarme un poco más y “jugar con el tiempo”, le digo;
- Quédate aquí tal como estás, vuelvo en seguida
- Si amo
Salgo de la sala, atravieso de vuelta el pasillo y entro en el baño. Allí me encuentro a Ana acabándose de maquillar. Me mira, me sonríe y sigue, mientras yo la observo apoyado en la puerta del baño, a medio entrar. Su atuendo de zorrita desvergonzada me pone a mil. Ella también es bajita, de echo lo es aún más. Tengo predilección por la baja estatura. Su cuerpo es infantil dada su juventud y su cara rebosa vida. Ojos azules, rasgos finos, melena castaña. Una niña realmente hermosa. Tiene un culo redondo y respingón muy bien colocado, levantado por unos taconazos de aguja algo exagerados, en el que encaja un tanga amarillo chillón q se pierde en el bajo vientre escondiendo por muy poco la fina línea de vello púbico hasta su sexo, juvenil como el resto de su cuerpo. Con sus 19 añitos esta toda hecha una putita sumisa. Sus tetitas son pequeñitas y firmes y sus pezones siempre duritos. El resto del cuerpo está cubierto por una malla de reja negra q le va desde las piernas hasta el cuello, dejando la espalda libre y creando un más que provocativo escote. Aunque a través de la reja, como uno se puede imaginar, se le ve absolutamente todo. Incluso los pezones se cuelan a través de ella y sobresalen la línea imaginaria que dibuja el tejido como límite encerrando el cuerpo dentro, como si quisieran escapar. Como guinda del pastel, una cadenita como la de Gabriela, aunque en esta pone BITCH.. cada una lo suyo. Mientras termina de maquillarse doy el ultimo repaso a su imagen. Una imagen de putón un tanto vulgar que dentro de este cuerpo juvenil combina de una forma inimaginablemente perfecta, equilibrando lo sexual, lo callejero y el morbo más puro. Su mirada de satisfacción al verme confirma todas esas sensaciones mías, como si supiera en lo que pienso y me lo afirmara.
- ¿Lista? Veo que incluso te has terminado la botella de agua
- Claro, es lo primero que he hecho después de que me lo ordenaras
- Bien... así me gusta
- Mm.. jij.. gracias...
Le relleno el vaso del grifo, y se lo doy
- Bebe
- Si
Agarra el vaso y se lo bebe todo, mientras me mira con esos ojitos azules penetrantes sin siquiera parpadear. De un golpe. Cuando se lo termina, lo separa, abre la boca, saca la lengua y me muestra como se lo ha tragado todo.. Se le cae un poco la baba, creo que lo ha hecho a posta, como sabe excitarme y que difícil mantenerme en mi rol y ceñirme al guion que yo mismo he impuesto, y no abalanzarme sobre ella. Así que le quito el vaso, lo relleno, y repetimos la jugada. Cuando hace esto por segunda vez me doy por satisfecho, ya lleva bebidos 2 litros de agua en menos de media hora.
Me acerco a ella y le susurro un “vamos” cerca de su oreja al que ella me responde con un suave ruido de aceptación seguid del gesto de asentir con la cabeza. Sin separarme añun, y manteniendo ese tono sensual, le digo; “te he traído un regalito, si quieres, puedes empezar a jugar con él”. De dentro de la bolsa del sexshop le saco un consolador doble, emulando una polla en cada extremo. Largo, grueso, imponente.
- Mm.. joder, si claro…
Lo agarra y empieza a deslizar la lengua a lo largo del juguete, que hay que decir que según como se le hacía grande. Pero rápido lo domina y lo chupa enérgicamente y mirándome. Casi adivinándome el pensamiento lo babea y lubrica de forma sensual, clavando los ojos en los míos y solo separándolos para fijarse en su primer premio.
Yo, en un esfuerzo por no caer hipnotizado ante tan erótica imagen encuentro la fuerza de nuevo en el personaje y fríamente, le hago un tirón de cadena. Le ordeno que me siga caminando detrás de mí y de nuevo, consigo no dejarme llevar, aunque esta vez por los pelos. Me gusta sentir esa excitación y ese desenfreno, pero no rendirme, no dejar esas sensaciones y energías desbocarse, sino todo lo contrario, canalizarlas a través de un hilo conductor, dosificarlas y consiguiendo así aumentarlas exponencialmente en ciertos momentos fruto de ese control. Es como un placer sadomasoquista, se consigue el placer, fruto de la sensación de no poder llegar a ese placer aún...
Al llegar al salón Gabriela sigue exactamente igual como la he dejado minutos antes. En el medio del salón y de rodillas. Nos mira al entrar pero en seguida vuelve a bajar la cabeza. Me acerco con mi segunda putita y la planto a su lado
- De rodillas tú también, aquí a su lado.
Las coloco una al lado de la otra y enfrente de mí. Ana no deja de chupar y babear, Gabriela de momento solo mira al suelo.
- Bueno chicas, ahora os voy a contar lo que va a pasar hoy aquí. Como los tres sabemos vosotras dos sois mis zorritas, y lo sois principalmente porque las dos me lo habéis pedido. Es más, una de las dos, concretamente Gabriela, me ha pedido ser dominada por mí y ser utilizada por otra putita, así que Ana, le vamos a conceder ese deseo a Gabriela. Eso sí Gabriela, vas a tener que ser sumamente obediente a mí. A Ana también, aunque no te dará muchas ordenes, vas a hacer caso a sus exigencias. Tu serás la zorrita de más bajo nivel, la más sumisa, la más obediente.. y lo serás porque así lo has querido. ¿Está todo claro? ¿Estáis de acuerdo? ¿Queréis decir algo? Ahora podéis.
Espero que guste, acepto criticas, tanto de concepto como de estilo. Espero publicar pronto la segunda parte. Un saludo