La fantasia

Todos los años en vacaciones mi mujer y yo realizamos las fantasías sexuales del otro.

Creo que hoy puede ser un gran día. Esta noche es un aniversario muy especial entre mi mujer y yo. Hoy hace 10 años que empezamos la tradición anual de hacer realidad alguna de nuestras fantasías sexuales. Aunque llevamos más de 15 años casados, mi mujer y yo no empezamos esta tradición hasta que un día decidimos probar cosas nuevas para romper con la monotonía, ya que ambos tenemos trabajos que nos absorben mucho tiempo y para el poco tiempo que pasamos juntos no nos daba para grandes alardes en la cama.

La idea es pensar cada uno en algo especial para el otro, y prepararlo a lo largo del año. En vacaciones, aprovechando la semana conjunta que ambos conseguimos cuadrar nos vamos a algún sitio apartado y hacemos varias cosas juntos.

El año pasado fuimos a un balneario e hicimos un trio con un chico que trabajaba allí. Era una fantasía de mi mujer, en la que nosotros hacíamos el papel de empleados del balneario y un masaje acababa con los 3 en el jacuzzi. Ella a su vez me dejo realizar mi fantasía de recibir un masaje completo de relax con final feliz. Aunque el masaje me lo dio una profesional, el final feliz me lo dio ella.

Cada año uno decía al otro fantasías que quería, y el otro se encargaba de cumplir alguna de ellas en secreto. Un año puede parecer mucho tiempo, pero la realidad es que la espera lo hacía todo más emocionante.

Este año estoy bastante excitado pensando en que pasara hoy. En principio quería hacer una semana nudista, para lo que había contratado una casa rural alejada en mitad del monte, pero mi mujer me dijo que al realizar mi fantasía iba a tener la suya cumplida, así que me tenía que olvidar de hacer realidad su fantasía.

No era la primera vez que lo hacíamos así, hace 3 años invito a una amiga que había sido actriz porno, y esta nos hizo un striptease para los dos, que era algo que resultó ser una fantasía común. No se quedó a rematar la faena, pero estuvo muy bien, y esa noche mi mujer y yo echamos uno de los mejores polvos que recuerdo.

Cuando conocí a mi mujer ya había visto a su amiga actriz en alguna película porno. No llego a ser una actriz muy reconocida, pero la verdad es que yo veo mucho porno y me masturbo mucho. Se podría decir que soy un masturbador compulsivo, y hoy me estaba costando contenerme.

Después de la siesta salimos a dar un paseo, y cuando regresamos a la casa veo que hay un todoterreno aparcado al lado de nuestro coche. Mi mujer me dice que me prepare para entrar por la puerta que da a la salita en la parte de atrás.

Cuando la puerta se abre sale alguien que no espero encontrarme ni en mis mejores sueños. Capri me recibe en un conjunto oscuro de encaje, con unas medias y un portaligas. Capri es mi actriz porno favorita y mi mujer lo sabe de sobra. Ya le había dicho en multitud de ocasiones que si teníamos algún campo libre tenía que ser ella. Voluptuosa, con un buen par de tetas, un culo maravilloso y unos bonitos ojos azules.

Se me acerca y comienza a quitarme la camisa lentamente ante mi estupefacción. Por detrás mi mujer me baja los pantalones y me quita las botas. En un momento me quedo completamente desnudo.

Capri me coge de la mano y me lleva lentamente hasta la cama, con mis ojos embelesados con el movimiento de sus nalgas, y se sienta. Con su mano rodea mis testículos y comienza a masajearlos mientras se lleva mi pene a su boca.

Cierro los ojos por un instante y miro a mi mujer que ya se había desprendido de gran parte de su ropa, quedándose con un sostén unas bragas blancas de encaje.

Vuelvo mi atención a Capri, que ha levantado su mirada hacia mí. No sabía cómo lo había hecho mi mujer, Capri es estadounidense y no me podía imaginar cómo había podido conseguir que viniese y se uniera a nuestra fiesta. Supongo que los contactos de su amiga en el mundillo siguen siendo muy buenos.

Mi pene ya está duro, y Capri se levanta para abrazarme y darme un beso en la boca. Es con lengua. Muy sensual y lento.

Noto las manos de mi mujer por la espalda, acariciándome, besándome, cogiéndome del pene desde atrás. Lo frota contra el tanga de Capri.

No puedo evitar darme la vuelta, y besarla a ella también, aunque dura poco. Mi mujer se asoma desde un lado y se besa con Capri. Mi pene se tensa un poco más.

Capri da un paso atrás y se muerde un dedo. Lleva las uñas pintadas, y me encanta su feminidad. Se baja el tanga y lo echa a un lado. Vuelve a besarme cogiéndome de la cabeza, y me lleva con ella hasta la cama, dejándose caer.

Me abro paso a través de esas tetas tan hermosas, aunque no sean naturales, y voy surcando con mi boca hasta su vagina. Chupo con la misma ansia con la que llevo todo el día.

Mi mujer se ríe por detrás, mientras se quita las braguitas y se coloca al lado de Capri y se empieza a masturbar. Me tomo el lujo de dejar a Capri un segundo para lubricar con mi boca el coño y los dedos de mi mujer, para que se masturbe más a gusto. Una mirada y una sonrisa delatan complicidad.

Vuelvo a mis menesteres, acompañado por la mano de Capri, que no quiere que me despiste. Me encanta estar sumergido en ella, saborearla bien. Es un sueño hecho realidad. Empiezo a cogerle el tranquillo y al levantar la mirada veo que se están besando y que Capri está masturbando a mi mujer.

Me esfuerzo más aun por ganarme el reconocimiento de la artista invitada, y oigo como gime. Ha tenido que soltar a mi mujer. Es casi mía. Y de repente se sacude en un orgasmo. Levanto la mirada y me sonríe, se me acerca y me besa.

Me ayuda a levantarme y se vuelve a meter mi polla en la boca. La relame un par de veces, se asegura de que está bien dura y entonces se da la vuelta.

Mi mujer se coloca delante de ella con las piernas bien abiertas, y Capri comienza a lamerle suavemente. Estupefacto con la escena no atino a moverme hasta que Capri se vuelve para lanzarme una mirada mientras mueve las caderas esperando que la penetre.

Mi mujer me dice que no hará falta condón. En cuando me doy cuenta decido no esperar más, y la penetro hasta el fondo.

Me muevo en vaivén, al principio más lento, disfrutando el momento y la suavidad, después comienzo a tomar ritmo.

Pasan un par de minutos y mi mujer estalla en un orgasmo. Capri se incorpora y se aparta. Mi mujer se echa hacia adelante y toma mi pene en su boca. Repite la relamida y me lleva a su cueva.

Quiero que lo disfrute. Joder si lo quiero, como ellas me están haciendo disfrutar a mí. Capri se mueve alrededor de la cama, pero no sé muy bien que hace. No me importa, es mi momento y el de mi mujer.

No me quiero correr todavía, pero todo esto me está llevando al límite, mi mujer se da cuenta y me aparta. Se va a poner ella encima. Capri aprovecha para subirse a mi cara. Quiero volver a ganar este asalto.

Mi mujer lleva el ritmo adecuado, me conoce y sabe cómo llevarme para que me enfríe un poco y aguante más. Yo de todos modos estoy concentrado en mi labor. Capri está disfrutando de lo lindo.

Pasan un par de minutos y mi mujer ya da el visto bueno al bajón de mi calentura para que Capri remate el trabajo. Me hacen moverme para cuadrar mi cabeza con el cabecero. Capri se coloca mi pene en su entrada, pero no se lo introduce directamente, me mira y juega un poco. Quiere verme disfrutar del momento. No sé qué dice en inglés, pero mi mujer me dice que está mi contenta con mi lengua y me va a recompensar. Se empieza a mover y la imagen de mi actriz favorita moviéndose sobre mi pene será algo que me llevare a la tumba.

Mi mujer pasa a la acción y se monta encima de mi cara. Voy a darle su merecido. La intento agarrar de las piernas, pero aparta mis manos al cabecero. Sigo dándole lo suyo. Suelta mis muñecas y yo las dejo caer, pero están sujetas de algun modo.

Es una de mis fantasías mas secretas. Ni siquiera me he atrevido a decírsela a mi mujer. El bondage. De repente me siento vulnerable y sobreexcitado. Capri se para y extiende mis piernas. Supongo que me están atando las piernas, y me dejo. Si se mueve un poco me corro ahora mismo.

¿Quieres que siga follandote o ya has tenido suficiente? - Me pregunta mi mujer.

¡¡Lo quiero todo¡¡ - Le respondo yo.

Mi mujer vuelve a dejarse caer y yo a la batalla. Noto que Capri me acaricia los testículos y me chupa el pene. Lo hace muy lentamente, me contiene, evita que me corra. Ya son muchos minutos aguantando, pero el ritmo de Capri es perfecto para que no me corra, aunque quiero no puedo. Me frustra.

Consigo que mi mujer se corra y tenga que apoyarse en cabecero para mantener la compostura. Me mira, sonríe y se levanta. Capri se levanta también. Mi polla esta durísima, y necesito correrme.

Hay una sorpresa más cariño. -Me dice me mujer.- Sé que Capri no es realmente tu actriz favorita. Sé que hay otra de la que no me has hablado.

En mi cabeza vienen rápido mis fantasías más oscuras y secretas. Me encanta el bondage. La provocación, la excitación, la negación y la sumisión. Tengo un montón de videos y son mis favoritos, sobretodo de un tiempo a esta parte. Y hay una actriz que se llama Mistress Ella que es mi favorita. Es alemana, morena y muy sexy. Me encanta.

Mi mujer abre la puerta y allí entra. Mi pene se pone aún más duro, si es posible. Me hubiera corrido con un soplo de aire. Viene con un corsé y unas botas altas. Se acerca a mí y pasa el dedo por mi pene que da un respingón. Mistress Ella coge la gota de líquido pre seminal y la acerca a mi boca.

Estoy paralizado por el miedo y la excitación. Finalmente abro la boca y saboreo mi propia miel.

Me mira a los ojos. Antes de que diga nada, aunque no la vaya a entender, sé que estoy jodido. Es experta en la provocación y la negación. Además de que nunca se deja penetrar por un esclavo, ni a ella ni a sus ayudantes. Ese pequeño pensamiento hace que me empiecen a doler los testículos por la excitación. Un caso de bolas azules.

-Estoy segura de que quieres correrte ahora más que nada, pero es algo para lo que vas a tener que esperar. – Me sorprende que hable español, pero eso la hace aún más sexy.

Empieza a examinarme los testículos, y me acaricia muy lentamente el pene. Eso produce que la excitación acreciente el dolor de bolas azules. Gimo de frustración.

Capri y mi mujer se ríen. Ahora se colocan cada una a un lado de la cama. Me acarician el pecho, las piernas…me besan. Mistress Ella se sube a la cama y se coloca entre mis piernas. Sus manos pasan alrededor de mis genitales, pero sin tocarlos. Se acerca y echa el aliento cerca. Capri y mi mujer se besan, y luego se besan con Mistress Ella. No puedo moverme. Me muero de excitación.

Mistress Ella pasa entre las dos, se levanta encima de mi pecho y se baja un tanga de encaje negro mostrándome su coño perfecto. Lo tira a un lado.

-Yo también quiero probar es lengua tuya que tanto le ha gustado a Capri.

Mi mujer y Capri se dicen algo en inglés y empiezan a enrollarse al lado nuestro. Mistress Ella se sienta mirando hacia mi pene y yo comienzo a darle todo lo que me queda. Después de todo ya empiezo a estar cansado.

Mistress Ella juega y me acaricia, pero no me deja correrme. Todo lo que había visto en los videos, esa habilidad para jugar con el pene de los esclavos, que a veces me parecía irreal o fingida la estaba sufriendo yo. Y por dios que los videos eran reales.

Oigo a mi mujer disfrutar con Capri a mi lado mientras mi lengua se quedaba con el sabor de Mistress Ella. Luego mi mujer se levanta y saca algo del armario. Apenas podía verlo, pero seguro que era algo para masturbarse.

Mistress Ella da saltitos sobre mi lengua y de una mirada veo que el juguete de mi mujer le está llamando la atención. Se levanta y por fin puedo verlo. Mi mujer lleva puesto un arnés del que sobresale un pene con el que se está follando a Capri.

Por un segundo me deleito con el cuerpo brillante y sudoroso de Capri. Empieza a gemir con fuerza, y Mistress Ella se coloca delante de ella para darle entretenimiento. Capri se lanza a por el coño de Mistress Ella y veo como las tres se follan entre sí.

Para mi desgracia Mistress Ella llega desde donde esta hasta mi pene, y comienza a jugar con él. Lo acaricia de arriba abajo lentamente, se escupe las manos y a mi pene y vuelve a la carga. Mi mujer nos mira y se ríe. Capri tiene lio. Mistress Ella me mira fijamente, disfrutando de mi frustración y mi sufrimiento. Estoy empapado de sudor.

No sé cuánto tiempo llevo así. Mistress Ella se ha corrido, y Capri y mi mujer han cambiado los puestos. Mistress Ella no parece cansarse de acariciarme y jugar.  A veces me masturba con energía y justo cuando me voy a correr para en seco y me da un pequeño tirón en los testículos.

Ya por fin parece dejarme, se pone el arnés y se dirige a mi mujer. Capri se sienta a mirarlas apoyándose en mí. Comienza a masturbarse. Es un placer verlas disfrutar.

Después de un rato Mistress Ella comienza a follarse a mi mujer. Estoy agotado. Después de un rato sin que jueguen conmigo me estoy relajando. Mi mujer se sienta a mi lado y me acaricia el pecho y la cabeza. Muy relajante. Tanto que he perdido mi erección, los testículos no me duelen en este estado. Parece que Capri grita con fuerza un nuevo orgasmo.

Las tres se levantan lentamente y salen de la habitación. Noto el fresco que entra por la puerta, y se agradece. Vuelven a entrar con una caja grande y la colocan a mi lado.

-Sabes cariño, mi fantasía de este año es que dejes de ser un masturbador compulsivo. Ahora ya sabes que se todos tus secretos. Y creo que he cumplido de sobra tus fantasías. Quiero que a partir de ahora hagamos cosas más a menudo. Mistress Ella se va a encargar de ello. – Mi mujer se apartó y Mistress Ella se me acercó.

-Como sabrás por los videos, nunca follo con mis esclavos. Os dejo comerme el coño y poco más, pero tú vas a follarme hoy. Solo que no como piensas.

Me estaba volviendo a excitar con sus palabras cuando abrió la caja y saco un dispositivo de castidad. Las tres comienzan a reír, y antes de darme cuenta me sujetan bien, con mi mujer cogiéndome de los testículos para no moverme.

Mi mujer pasa el aro por debajo de mis testículos, Capri introduce mi pene por la jaula, y Mistress Ella coloca el candado sin cerrarlo. Mi pene se aprieta contra los barrotes de metal.

-Es un candado de combinación. Yo tengo la mitad de los números y Mistress Ella la otra mitad. Lo que no sabías es que Mistress Ella vive cerca de nosotros y rueda sus videos desde allí. Así que puede que la veas más a menudo. Pero la que te va a encerrar es Capri.

Capri se mete mi pene enjaulado en la boca, y yo cierro los ojos y gimo de dolor.  Cuando los abro puedo ver esas manos con su manicura perfecta tomar el candado y cerrarlo con un clic que resuena en mi cabeza.

Acto seguido Mistress Ella saca un arnés similar al que habían utilizado antes, y lo coloca sobre la jaula. Encaja perfectamente. Se sube encima de mí y se introduce lentamente el pene de goma. Después lo saca y juega con él. Lo lame, lo masturba lentamente, y pasa los dedos por las rendijas del cinturón de castidad, acariciando mi pene que lucha por endurecerse. Me está provocando.

Finalmente se sube y comienza a botar sobre el mismo. Se le salen las tetas del corsé al moverse, así que se lo baja un poco para dejarlas libres. Las miro como un bobo y Mistress Ella decide parar un segundo y acercármelas para darme el gusto de probarlas.

No dura mucho y vuelve a la carga. Mi mujer y Capri me sueltan las manos y después las piernas. Volteo a Mistress Ella y ella pone sus manos sobre mi pecho. Yo solo me dedico a follarla. Con rabia, con fuerza, descargando toda mi frustración. Capri y mi mujer están cada una a un lado mío. Me acarician y me besan.

Mistress Ella finalmente explota en su orgasmo, se levanta y me besa con pasión.

-Vas a ser un gran esclavo.

Si lo voy a ser. Y seguro que hasta Capri va a querer repetir.