La fan de Justin Bieber
Así es como follan
Esta historia se remonta a mayo de este mismo 2011. Durante ese mes, Justin Bieber iba a hacer un concierto en Barcelona al cual mi hermana junto a otros compañeros de clase iban a asistir. Como tanto ella como sus coleguillas no sobrepasaban los trece años, yo y otros hermanos mayores tuvimos que acompañarles durante tal asesinato musical. En total, éramos cuatro acompañantes, de entre los cuales yo, de veinte años, era el menor. A destacar estaba Elisabeth, una pelirroja de veinticuatro años con una carita de ángel putón y con un cuerpo de escándalo. Desgraciadamente, esta chica no pinta nada en esta historia.
El grupo llegó hasta la cola del concierto horas antes de su apertura, pues la cantidad de niñas era inmensurable. Allí también había gran cantidad de hermanos, hermanas, primos, primas, tíos, padres e incluso abuelos, la gran mayoría con cara de no saber dónde meterse, de cansancio por tanto griterío. Solo algunos abuelitos estaban felices de ver a sus nietas (incluso algún nieto) entre tanto amigo.
Finalmente nos dejaron entrar, y decir que aquello era un follón es decir poco.
Dejando de lado todo esto, iremos un poco más al grano.
Ya había pasado un cuarto de hora desde el inicio y tuve que ir urgentemente al baño a mear. Así se lo comuniqué a los demás hermanos, incluida a la diosa pelirroja. Todos lo entendieron, y sabiendo que no se iban a mover de allí, no debería haber ningún tipo de problema. Pero lo hubo: después de descargar mi vejiga me dispuse a volver con el grupo hasta el final del concierto. No estaban.
Vale, pensé, quizás estarán comprando bebidas, o algo de comida, o yo que sé.
Me pasé unos veinte minutos caminando desde el “punto de reunión” a la tienda, de la tienda al “punto de reunión”, del “punto de reunión” a la otra punta del palau… pero no había manera, les había perdido de la manera más tonta posible. Por suerte estaban con los otros tres hermanos, así que yo no estaba demasiado preocupado.
Decidí, finalmente, volver a la zona de los baños, por si habían decidido ir hasta allí (algo que no se me ocurrió hasta que recorrí todo aquello). Como era de esperar, por allí no había nadie. Como sabía, todo sea dicho, que ya no iba a encontrarles, decidí sentarme por la zona, en la cual también habían algunos grupillos de niñas descansado. Pocos minutos después, se sentó a mi lado una chica de unos diecisiete, o quizás dieciocho años, morena de pelo largo, algo rellena, con la típica ropa ancha de hippie, gafa pastas sin cristales de moderna y con una borrachera importante.
-¡¡Justiiiiin!!- gritaba desesperada, rompiéndome los tímpanos-. ¡¡Te quieroooooo!!
Yo me quedé mirando tal error de la naturaleza extrañado, casi apenado por ver a alguien en ese estado gritando a un chico que era un par de años menor que él. Ella vio que la estaba mirando y me dirigió la palabra.
-¿No crees que Justin es fenomenaaaaaal?- me preguntó-. ¡Le quiero con toda mi almaaaaa!
Luego se abalanzó sobre mí y me abrazó. Cuando me quise dar cuenta, me estaba lamiendo el cuello, y luego me comió la boca como una desesperada. Intenté sacármela de encima, pero entre su peso, su lengua que se movía morbosamente dentro de mi boca, y aquella espantosa música que me aturdía todos mis sentidos, me fue imposible. Su mano sobó con casi desesperación mí pecho y fue dirigiéndose lentamente hasta mi paquete, el cual frotó con frenesí hasta que mi polla se despertó inevitablemente.
Yo estaba bastante preocupado por si la gente nos miraba, pero gracias a Dios pude comprobar (cuando la boca de aquella gorda hippie moderna fan de Justin se desenganchó de la mía) que todo el mundo prestaba atención al chico del concierto. Desgraciadamente (por así decirlo), la chica volvió a engancharse e intentó sacarme la polla del pantalón. Fue entonces cuando me debatí entre quedarme a dos velas o follarme a aquel zorrón de tres al cuarto. Evidentemente, elegí la opción quizás menos sensata, pero la más placentera.
Evité que me sacara mi mástil allí en medio de la gente, así que me separé de ella y me la llevé hasta servicios, dónde nos metimos en uno de los baños y nos encerramos. Allí le dejé hacer de las suyas: me sacó la polla y empezó a cascarme una paja violentamente. Tuve que pararla porque si no me iba a partir la polla. Ella estaba excitadísima y una vez le separé sus manos de mi miembro me la cogió al vuelo con su boquita. Me hizo una mamada espectacular. En su boca tan solo tenía mi nabo, el resto no lo quería. Movía su lengua con frenesí por mi agujerito, por mi frenillo, alrededor del glande…
Mi excitación era tal que, en un momento de desesperación, le agarré la nuca con las dos manos y empecé a follarmela brutalmente. Una de las primeras embestidas llegó tan profunda que le entró una arcada bestial. Fue tan fuerte que pensé que echaría la cena en aquel mismo momento. Pero igualmente no le saqué la polla de la boca, simplemente no se la metía tan hasta el fondo.
Después de unos minutos de zarandeo sin pausa, la dejé libre. Parecía estar mareada con tanto movimiento, pero se levantó y se bajó su pantalón hasta los tobillos. Yo acabé de quitárselos y los dejé a un lado. La senté en la cisterna, con las piernas abiertas.
Tenía un coño que aparentaba ser delicioso. Estaba depilado. No mucho, por eso: las ingles y un poco lo que es la raja, pero aún conservaba pelo por encima de esta. Me puse el condón que tenía en la cartera (¡el último que me quedaba!) y enseguida la chica me la cogió y la dirigió hasta su agujero sagrado. La penetración fue tremendamente fácil. Lo cierto es que nunca había visto a una chica con el coño tan mojado como aquella.
La chica, con mi polla enterrada en ella, en un acto de total excitación, se arrancó parte de la camiseta extra ancha de hippie que llevaba (la parte de la zona de la cabeza), así que de este modo, la chica podía sacarse las tetas con suma facilidad. De este modo, pensé mientras la embestía, me di cuenta de que aquella chica tenía las tetas más grandes de lo que imaginaba, y que tampoco llevaba sujetador.
Mi culo se movía rítmicamente, hundiendo y sacando mi polla de su coño con gran velocidad, mientras chupaba sus grandes y oscuros pezones. Sus pechos eran tan grandes que podía agarrárselos, levantarlos un poco, y evitarme agacharme demasiado para llegar a sus pezones.
-Basta, basta- dijo de repente la chica-. Quiero que me la metas por el culo.
Me dio la espalda y dirigió mi polla ahora en dirección a su culo. Como era de esperar, era imposible penetrarla así de buenas, así que decidí dar un buen escupitajo sobre su culo. Luego, la polla entró sola. ¡Aquella zorra no era la primera vez que le metían un mástil por detrás! La chica gemía como una desesperada por cada embestida, y se tocaba el coño con lujuria. Juraría que se corrió un par de veces en aquella posición, pero la verdad es que no me importaba demasiado.
La follada anal duro bien poco, ya que enseguida la sacó y sentó en el váter. Intentó hacerme una paja, pero primero me quité el condón, y lo tiré encima del pantalón. Luego, la chica siguió con la paja. Aquella vez si que me estaba dando placer, y duré bien poco hasta correrme. Sin embargo, antes de explotar, decidí decir algo, ya que en toda la noche no había hablado.
-¿Qué edad tienes?- pregunté en el momento exacto en el que sentía que me corría.
-Catorce- contestó ella, justo cuando se tragó mi polla.
¡Error! ¡Me estaba follando a una cría seis años menor que yo y uno mayor que mi hermana! Pero aquello ya me daba igual, estaba descargando chorros de espeso y caliente semen sobre su garganta. Semen que ella tragó gustosamente.
Finalmente me subí los pantalones y me apoye en la puerta, intentando recuperar fuerzas. Finalmente salí de allí y dejé a la chica extasiada, sentada con las piernas abiertas, sin pantalones, con las tetas fuera y con la boca llena de semen.
Por último, me di cuenta de que el lugar donde estaba el resto del grupo no era en el que yo fui cuando volví al lavabo. La multitud me confundió y llegué a un lugar totalmente distinto. Pero por fin los encontré y pasé el resto del concierto con mi hermana y sus amigos.