La Familia White (24)

Ariadna ve que su primo Shao no folla como se lo merece, y decide premiarlo por su gentileza y dulzura. Mientras tanto, Arthur se enfrenta a las dudas ahora que sabe que aparte de Alex, Ariadna y Alice, ¡tiene otra hermana más!

Capítulo 24: La nueva familia

Continuación directa del capítulo 22.

Imagina lo siguiente: un claro muy hermoso, una laguna brillante y cristalina rodeada de árboles de todo tipo, bajo un cielo azul y un sol resplandeciente. Hay troncos tirados por doquier, cubiertos por lianas y raíces, verdes como el jade. Sobre uno de estos troncos, dos idénticas criaturas se encuentran besándose efusivamente, sus lenguas interpretando una danza que solo ellas conocen desde niñas, mientras sus manos acarician la entrepierna de la otra debajo del short. Junto a ellas, un muchacho de cabello oscuro se encuentra de pie, apoyado contra un gran roble. Frente a él, de rodillas, se halla una muchacha pelirroja, radiante como el sol ya mencionado.

En otras palabras, las gemelas Catherine y Katrina Black se masturban mutuamente como solo ellas saben hacer, mientras Alexandra White le realiza una felación a su hermano Arthur. Las primeras dos están teniendo un gran tiempo juntas, después de irse a “pasear” mientras la tía April y su prima Ariel se hallan en la cocina, y tanto Alexander como Andrew White preparan la carne. Ellas se desean tanto como la primera vez que follaron juntas como buenas hermanas gemelas, tocando donde saben que le gusta a la otra, y al mismo tiempo conociéndose un poco más cada vez que el dedo de una toca un punto nuevo al interior del coño de la otra.

Sin embargo, Arthur y Alexandra tienen la cabeza en otro lado. La polla de Arthur, siempre larga, dura y vigorosa, se encuentra ahora algo débil y caída. De la misma manera, Alexandra no parece poner mucho empeño en devorar aquella verga que tanto placer le provoca desde el simple acto de mirarla. Tan solo una hora atrás, descubrieron que aparte de Alice y Ariadna, tienen otra hermana más: Ariel, la hija de la tía April, es también hija de su padre. Es su media-hermana, nacida del incesto fraterno.

—Perdona, Alex, no puedo dejar de pensar en esto… —se disculpó Arthur.

—Te entiendo, no te preocupes —dijo Alexandra, poniéndose de pie. Jamás en su vida había tenido dificultades para tener sexo. Miró a sus primas gimiendo más y más fuerte sobre el tronco—. Me pregunto cómo diablos lo hacen ellas para seguir con la lujuria a tope después de enterarse de esto.

—Bueno, ellas no tienen una hermana secreta que antes conocían solo como su “prima cool”.

—Sí, y es peor cuando parece que todo el mundo sabía menos nosotros.

—Creo que se están complicando mucho la existencia —dijo Katrina, risueña, mientras lamía el cuello de su hermana gemela con la misma intensidad con que le metía un dedo en el coño.

—Sí, hmmmmm, está claro que en nuestra familia el incesto es ahhhh, algo de la vida diaria. Ustedes follan todo el tiempo —continuó Catherine, que gemía sin parar.

—Una cosa es que follemos entre hermanos, pero aquí hablamos de que papá tuvo una hija con su propia hermana —dijo Arthur, mientras se subía los pantalones, frustrado por no poder follar.

—¿Y eso qué? —dijeron las gemelas a la vez, y luego se turnaron para hablar—. Mamá y papá son primos. Los de ustedes también. Y tuvieron varios hijos e hijas. No es tan distinto.

—¿Por qué no hablas con Ariel? —preguntó Alexandra, mientras se quitaba la ropa. Debajo llevaba un sensual bikini negro, escotado y que resaltaba sus curvas enormemente—. Aún no me atrevo, pero quizás tú puedas convencer a mi prima. Digo, hermana. Yo necesito un chapuzón en la laguna.

Ofuscado por no poder concentrarse como quería en el cuerpo de diosa de su hermana mayor, Arthur tomó rumbo de regreso a la cabaña donde su tía April vivía.

Entre tanto, en la granja ancestral de la familia White, Ariadna terminaba de publicar la segunda entrada de su blog. Sentía su chumino húmedo, e irónicamente, también algo sediento. Hacía una semana había comenzado un blog sobre sexualidad libre y sin inhibiciones, que meses atrás jamás se habría atrevido a escribir. La sexualidad era un tabú, algo que sus padres hacían a escondidas, lejos de la vista de los hijos. Para Ariadna el mundo se trataba de estudiar, tener buenas calificaciones, intentar hacer lo mejor posible por su familia, y eventualmente graduarse para llegar a ser una profesional. Sin embargo, desde aquella sesión de besos y masturbación mutua que había tenido con su hermano mellizo en el sofá, Ariadna se había sumergido en una apasionada, lujuriosa, irreverente, descarada y orgásmica cascada de sensaciones y experiencias con sus familiares que habían dado vuelta su mundo. Tras su hermano vino su inocente hermana menor, luego su primo Junior, después su hermana mayor, en la playa disfrutó de los placeres que sus padres le brindaron, y más adelante la vorágine no acabó. Quería dar consejos a otras personas, de la manera más seria y objetiva posible, sobre todo lo que podía hacerse en el sexo responsable. Mostrarle a la gente que no había nada de malo con nada de lo que hicieran. Y que generalmente era delicioso.

Pensando en su siguiente publicación (pensaba escribirlo sobre los efectos positivos de tragar semen a diario), Ariadna pasó junto a la habitación de huéspedes. Unos gemidos captaron su atención, de una manera que meses atrás habría sido imposible. Ariadna se asomó…

—Oh, oh sí… eso es, Shao, ohhhh —gimió una mujer que al principio Ariadna confundió con su madre, hasta que se percató en su largo cabello, más oscuro que el de Charlotte. Por lo demás, Isabella Black era muy parecida a su hermana.

—Sabes muy bien, ma, slurrrrp —dijo Shao, el tímido chico que era ahora hijo adoptivo de la tía Isabella. A diferencia de Arthur o Junior, era delgado y se veía físicamente débil. A diferencia de Wellington, sin embargo, tenía un aire tan adorable que daban ganas de abrazarlo para siempre. Curiosamente, era  mayor que sus tres primos varones. Su cabello era negro y brillante, con un flequillo que caía sobre uno de sus ojos. Llevaba una camisa azul y jeans grises, de marca y muy a la moda.

Shao estaba debajo de la falda de su madre adoptiva, realizándole un sexo oral que parecía fascinante, dado lo satisfecha y en placer que se mostraba el rostro de Isabella, habitualmente la más seria de las Black.

Junto a ellos se encontraba aquella impresionante figura de porcelana con quien Isabella se había casado. Meilin Li, un verdadero bombón venido de China en que tanto los hombres como las mujeres de la familia se habían quedado embobados mirando cuando su esposa la presentó. La fotógrafa profesional era una verdadera obra de arte, sexy pero elegante, insinuante pero silenciosa. Era una mujer de piel como el marfil, con ojos negros y sumamente penetrantes, labios sensuales constantemente contorneados en una sonrisa misteriosa, unos senos del tamaño perfecto que esta vez solo cubría con su brasier negro y una chaqueta de mezclilla encima, mini-shorts negros, botas blancas que alcanzaban sus muslos, y su cabello era una cascada oscura y preciosa. Meilin solo sonreía ante la escena, con las manos acariciando sus piernas, y no parecía haberse percatado de la mirada de Ariadna.

—Shao, voy a venirme… oh, sigue, mueve más fuerte tu l-len… lenguaaaaaaaaahhhhhhhhh.

—Slurp, slurp —siguió lamiendo Shao, tragando la abundante corrida de su madre adoptiva. Ariadna pudo ver varios chorros salir disparados como estela de un jet.

Cuando Shao se lo tragó todo, Isabella se ajustó el peinado, se arregló la ropa, y se puso de pie. Se acercó a su esposa y le dio un tierno beso en los labios, aunque Meilin lo concluyó con un sutil, silencioso, pero ardiente lametón en los labios de su esposa.

Shao se ubicó junto a sus madres, polla erecta en mano. Era algo más pequeña que la de sus primos, pero mucho más gruesa también, como un tanque. Su mirada era muy expresiva, dulce y tímida.

—Ma, ¿podrías…? —preguntó él.

—¿Hm?

—Ya sabes… ¿c-chuparme?

—Lo siento, Shao, le prometí a mi hermana que iba al centro comercial con ella —dijo Isabella, alejándose de su hijo adoptivo hacia la puerta, lo que hizo que Ariadna se paralizara en el acto.

—Entonces… ¿mamá? —intentó él, mirando esta vez a su madre de sangre.

—Luego, te lo prometo, amor —dijo Meilin, con una sonrisa secreta y un acento increíblemente sexy—. Además, quizás tengas compañía, al parecer.

Tomadas de la mano, Meilin e Isabella salieron de la habitación y tomaron rumbo a la dirección contraria a donde Ariada estaba oculta, detrás de la puerta. Al parecer no la habían visto… ¿pero sería que Meilin sí? En cualquier caso, no podía permitir lo que había ocurrido.

Ariadna entró a la habitación de huéspedes, y un muy triste Shao se aterró, y cubrió rápidamente la erección con una almohada.

—¡Oh! E-eres.. A-Ariadna, ¿no?

—Sí —dijo ella, bajándose un poco las gafas para dedicarle una mirada sexy. Utilizó un tono de voz insinuante que se permitió solo porque Shao parecía mucho más inexperto que ella—. Soy tu prima Ariadna. Y tú, Shao… vaya que es un gusto conocerte.

—Oh… ¿sí?

—Sí. Vamos, ¿por qué no dejas esa almohada en el suelo y me dejas verte de cerca? —preguntó Ariadna, mientras se acercaba y se quitaba la camiseta.

En la vieja cabaña de April, su hija Ariel pelaba los tomates para la ensalada, mientras su madre iba a buscar agua del pozo. El olor a asado desde el jardín se percibía en toda la choza, obra del experto en carnes Alexander White, y su hermano Andrew que probablemente solo observaba.

Arthur entró a la cocina, llena de plantas medicinales y hierbas colgando de las murallas por doquier. Se detuvo al ver a la mujer radiante, tan cool y chistosa que siempre vestía de gótica, con sus tatuajes y cabello negri-verde. Era su hermana, una que siempre admiró en secreto tanto como a Alexandra. Arthur tragó saliva fuertemente, y al notar el culo de Ariel, no pudo evitar que su polla se empalmara un poco.

—Arthur, cari, ¿ya volviste? —preguntó Ariel, sin voltearse ni dejar de pelar las verduras.

—S-sí.

—¿Y mis gemelitas? ¿Y Alex?

—Se quedaron en la laguna.

—Ya veo.

—Ariel, siento que tenemos que hablar, el saber que eres...

—Espera. —Ariel se inclinó un poco y se bajó los jeans negros, dejando al descubierto una imagen deslumbrante—. ¿Podrías follarme un rato, bro?

—¿Eh? ¿¡Qué!? —Arthur retrocedió, pero su polla creció dentro de sus pantalones. ¿Era porque n había podido follar con Alexandra, o su perversión familiar no tenía límites?

—Es que así me distraigo un poco de tantos tomates que pelar, y tú no tienes que pensar en boberías, cari. —Ariel bajó la mano y se abrió los labios vaginales—. Métemelo ya.

—¿Cómo que boberías? ¡Recién descubro que mi prima es en realidad mi hermana, y que eres hija de mi papá con su propia hermana!

—Sí, y me concibieron en un callejón, y fue delicioso, por lo que dijo mi mamita. Ahora, ¿podrías dejar de pensar en ello y meterme tu gran polla? —Casi como para resaltar su pregunta, un hilo de líquido vaginal cayó desde su coño al piso.

—Perversa hija de puta. —Arthur se quitó los pantalones tan rápido que el muchacho tocó las nalgas de su hermana antes de que los pantalones tocaran el suelo. Apuntó la verga al coño de Ariel mientras esta soltaba una risilla y se inclinaba un poco más para facilitarle el trabajo.

—¡Mételo todo!

—¡Ah! ¡Ahhhhhhhh! —Lo que Arthur sintió cuando penetró a Ariel no podía ser normal. La rugosa piel de la caverna de la chica parecía tener vida propia, y lo chupó hacia adentro y liberó hacia afuera—. Oh por todos los…

—¿Te gusta cómo te masajeo la polla, cari? —preguntó Ariel, sonriendo, moviendo la pelvis mientras seguía pelando tomates casualmente.

—Sí… oh, sí —dijo él, agarrándole súbitamente las tetas sobre la rasguñada camiseta negra, y luego le besó el cuello.

—¡Uf! ¡Eso es tener espíritu! ¡Dame muy duro, little bro

Entre tanto, Ariadna chupaba la verga de su primo Shao con lascivia desenfrenada. Era sumamente gruesa, llenaba toda su boca con su hinchazón. Ariadna hacía el trabajo, pues Shao era demasiado tímido como para intentar algo más intenso con ella, aunque ella así lo deseaba. Por esta vez, solo porque era la primera, ella se lo haría especial.

Lamió la punta de la polla del chico chino. Sabía y olía muy bien, tenía muy buena higiene. Eso le gustó. Un poco de líquido preseminal se asomó, y Ariadna le dio un beso, absorbiendo el juguito, antes de bajar con la lengua, muy lentamente, hasta llegar a los huevos hinchados del chico. Si bien eran un poco más pequeños que los de Junior o Arthur, o papá, le gustaron mucho, eran más manejables… y olían tan bien…

Ariadna se sorprendió de sí misma. Estaba actuando como su mamá, o como Alexandra. Deseosa de pene, ansiosa por una lechada. Le hizo a Shao una paja lenta mientras lamía sus testículos, y en un momento se atrevió a golpearse el rostro con aquel grueso pedazo de carne. Le encantó la experiencia. ¿Se atrevería a escribir una entrada sobre cómo complacer a un chico con la boca de manera responsable? Tal vez necesitaba investigar más.

—Es muy… m-muy bueno.

—¿Ah, sí? ¿Se siente bien, primo?

—Sí. M-me dijeron que t-tú eras la más t-tranquila, oh… la m-más virginal.

—¿Te gusta que se equivocaran?

—Mmmmmmucho.

Ariadna golpeó el pene de Shao contra su lengua, sin dejar de mirar al muchacho a los ojos, como una putita salida. Alexandra le había dicho que a los chicos les encantaba eso, y lo había confirmado por primera vez con su padre, un par de noches atrás.

—A-Ariadna…

—Sí, lo sé, puedo sentirlo —adivinó ella, dando lametones circulares a lo ancho de la verga—. Puedes venirte en mi rostro, primo.

—¿Segura? ¿En tu cara, en serio? —se sorprendió el chico, sudando copiosamente—. ¿No te hará sentir mal o usada?

—¿De qué hablas, primito? —Wow, pensó Ariadna. Si no estuviera cachonda perdida con un pollón en la lengua, le habría dado un gran y romántico beso en los labios a ese muchachito dulce, caballeroso y respetuoso, tan diferente a los brutos de los otros tres jóvenes de la familia—. Por supuesto que sí, ¿no lo haces con tus mamás?

—A-a veces, pero no m-me gustaría saber si en v-verdad no les… si no les g… ohhh…. ohhhhhh.

—A las chicas nos encanta, así que báñalas en semen más seguido. ¡Vamos, tíralo en mi cara, Shao!

La corrida fue asombrosa. Era evidente que el muchacho había acumulado muchísimo semen, así que fue bueno que Ariadna se quitara la camiseta de antemano, porque la lechada no solo fue a parar a sus anteojos, sino que bajó y llovió sobre sus tetas y su cuello también. Y era más y más, y más… su piel se estaba poniendo tan blanca como la de la esposa de Isabella.

—Ohhhhhh, oh… p-perdón Ariadna.

—¡No te preocupes! Santas integrales, cuánto salió, me encanta —dijo ella, sonriente, admirando la obra de arte blanca y brumosa que habían puesto en su cuerpo—. ¿Es así siempre?

—¿C-creo? En especial cuando no p-puedo...f-fo…

—Follar. A mí también me costó decirlo al principio. Y hablando de ello… —Ariadna empujó suavemente a Shao sobre la cama, se quitó rápidamente los pantalones y las bragas, y se sentó encima de él—. ¿Crees que puedes aguantar una follada?

—¡Ahhhhh! Hmmmm.

—¡Sigue pelando tomates, sigue!

—Bueno, cuesta un poco concentrarse con una polla tan dura…

—¡Sigue pelando, sigue pelando!

—¡No puedo enfocarme bro, aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh!

Ariel se vino de nuevo entre convulsiones. Ya iban cuatro. Casi se corta con el cuchillo un par de veces, pero supo manejarlo bien al final.

—¿Ves por qué no hay que preocuparse tanto? —Ariel empujó a Arthur contra el muro, se abrazó a él, y éste pronto la penetró de nuevo—. Ahhhhhhhhh. Muy bien, cari, muy bien.

—Eso es lo que todos dicen al parecer, uffff. T-tu coño… ¿cómo diablos lo haces?

—Secreto familiar, por más raro que suene entre nosotros. Ohhh, hmmmmm. Arthur, quiero que me digas y hagas guarradas.

—¿Qué clase de guarradas, cerda?

—Eso, eso me gusta, ¡me encanta! Vamos, hazme algo sucio mientras me vengo de nuevo en tu polla, pellízcame los pezones, muérdeme el… oooohhhhhh, sí, muérdeme así el cuello, cari.

—Estás completamente loca —dijo Arthur, poniendo a Ari de nuevo de espaldas ante él, aplastándola contra la muralla. Se le ocurrió algo—. Asumo que viene de familia.

—¿Qué vas a hacerme, hermanito?

—Una guarrada que solo una zorra como tú se merece, puerca. —Arthur puso la cabeza de la polla entre las nalgas de su hermana secreta, justo en la entrada de su culo, y comenzó a orinar dejando un suspiro de satisfacción enorme detrás.

Ariel, en lugar de ofenderse u horrorizarse, puso una expresión facial de placer difícil de describir. Sus ojos se fueron hacia arriba y se tuvo que mordisquear un dedo para no gemir más fuerte. Sus dos ojos pronto parecieron encontrarse a medida que Arthur la meaba más, a medida que el caliente líquido dorado caía sobre su ano y resbalaba por sus muslos.

—Esa expresión es muy sexy, perra…

—Es un ahegao —dijo ella, sacando la lengua muy hacia afuera—. Un ahegao es mi carita de placeeeer, ¿te gusta? A mí me encanta, ahhhh, me corro, ahhhhhhh, dame mucho más, Arthur.

—Así será, zorra. —Arthur la penetró analmente, y ella casi se muere del placer. Así como su coño, su recto tenía vida propia, y lo masajeó tan bien que pronto quedó al borde del orgasmo.

—Eso, síiiiii, cógete a tu hermana, ¡cógete a todas tus hermanas, que quiero ver sus expresiones de placer! ¿Te las coges, bro?

—Sí… Me encanta darle por culo a Ari, follar a Alex toda la noche, que Alice me la chupe en todos lados, ¡y ahora tengo una cuarta hermana para darle mi leche también!

—Sí, y quiero que nos preñes a todas, Arthur… danos con fuerza, conviértenos en tus sacos de semen, en contenedores de leche que solo sirven para darte placer e hijos, ¡fóllanos a todas!

¿Qué importaba si ella era hija del incesto si quizás algún día él se pondría a procrear también con sus cuatro hermanas? Le estaba agarrando gusto a la idea. Mientras disfrutara nada importaba. Ariadna, Alexandra, Alice y Ariel… sin contar a su propia madre, desde luego. Eran todas suyas. Y sus tías y sus primas… todas dedicadas a él. Lo supo desde el momento en que se besó con Ariadna por primera vez.

Pensando en ello, Arthur se corrió fuertemente en el culo de su hermana, que consiguió seguir masajear su pedazo de carne hasta exprimirle la última gota.

Ariadna pensaba similar. Ya se follaba a la familia entera, ¿qué importaba una polla o un coño más si le daba tanto placer? Su lujuria no tenía parangón, solo seguía creciendo más y más, y se preguntaba por qué se había perdido tantos años de su vida en los libros en lugar de cogerse al colegio entero. Bueno… aún podía, no se había graduado todavía.

Esa sería su misión. Se los iba a coger a todos en la escuela, aunque Arthur y su padre serían su principales pollas siempre. Sin embargo, Junior tenía su encanto de macho cabrío, quería probar a Wellington, y definitivamente Shao, a quien montaba ahora, era todo un semental también.

Completamente desnuda, cubierta de leche, masajeándose los senos y chupando su dedo índice como si fuera una verga, Ariadna White daba saltos y realizaba movimientos de puta profesional sobre el pollón duro y grueso de su primo Shao, a quien acababa de conocer. Era una puta, como todas las otras mujeres en su familia, ¡y le fascinaba la idea!

—Córrete muy adentro, ¿sí, primo?

—Estoy… c-cerca, pero… ¿y tú? No se supone que tengo que esperar a… ahhhh...

—Es que eres un ángel, primito adorado, pero no te cortes, que tu pene ya me hizo venir dos veces. Derrama tu semilla con fuerza en mi coño, que está muy sediento —dijo Ariadna como una salida ninfómana. Ya no le importaba qué dirían los demás. Era una puta que se follaría a su familia entera. Eso sería siempre, y no le importaba.

—Ohhhh… ohh, oh, oh, oh, ahhhhhhhhhhhhh.

—Vierte tu leche en mi interiorrrrrrrrrrrr, hmmmmmmmmmmmmmm.

La lechada fue demasiado intensa otra vez. ¿Qué tenía ese chico? ¡Era impresionante, se estaba obsesionando ya con él! Iba a tener una seria conversación con la tía Isabella y su esposa sobre por qué no satisfacían más aquel miembro increíble.

Había mucho tiempo para eso. Recostada sobre el pecho de su adorable y nuevo primo, Ariadna tomó su teléfono y se tomó una selfie con la cara llena de lefa. Se la iba a enviar a sus hermanas cuando recibió un mensaje de Alice. Se puso de pie de un salto.

—¿Ariadna? ¿Qué sucede?

—Necesito prepararme… ¡se viene el concurso de camisetas mojadas del condado!