La falsa pero pervertida historia de Dragon Ball.

Conocemos el inicio sexual de una de los protagonistas principales de esta historia.

Extracto sacado y modificado a partir de "La verdadera historia de Dragon Ball" subido por WaKKo. (pongo "subido" porque según los comentarios, la obra es de otro autor, hasta entonces…)

Bulma siempre fue una chica demasiado avispada para su edad. Quizás habrá sido consecuencia de la inteligencia que heredó de su padre, pero siempre se mostró adelantada a las modas y consciente de muchas cosas que para algunos resultaban sorprendentes.

Fue así que a los catorce años, cuando vivía con sus padres en la sede central de la Capsule Corporation, siendo su padre un famoso inventor al cual admiraba muchísimo, deseaba, cuando fuera mayor, convertirse en un prestigioso científico como él, por ello que decidiera trabajar a su lado para aprender las bases de su trabajo. Fue a partir de ahí que desarrolló un sentido de sus actividades, curiosa, le fue sencillo descubrir que su padre compraba revistas pornográficas y ella comenzó a mirarlas a hurtadillas.

Mirando las imágenes de chicas desnudas, fue consciente del impacto de su propia belleza en la gente a su alrededor. En sus ratos libres, se paraba frente al espejo practicando las poses que ella veía. Cuanto más las veía, llegó a preguntarse si su padre alguna vez volteo a verla y considerarla en un plano sexual. La duda se alejó cuando recordó a su madre, desechandola por completo. Para Bulma su madre siempre fue la mujer más hermosa del planeta, algunas veces se preguntaba si era normal admirar la belleza de su creadora del modo en que lo hacía, además de la duda de cómo su padre se la pasaba descubriendo nuevos cuerpos teniéndola a ella consigo.

Una de las noches en las que terminaba de hacer sus prácticas, cansada rumbo a su habitación, escuchó los ecos del placer de su madre. Se pegó lo más posible a la puerta intentando oír los murmullos. Los gemidos que su madre hacía fueron los incentivos para buscar la autosatisfacción. Grabando en su mente lo más posible lo escuchado, terminó yendo a su cama donde envuelta entre sábanas conoció sus primeros orgasmos. Esa fue la primera de muchas noches que se repitió la misma rutina. Por supuesto que a sus padres nunca les pareció extraño que se quedara en el taller aprendiendo, y las trasnochadas y posibilidad de faltar a clases al día siguiente no representaban problema. Pues debido a su inteligencia ella tenía permiso de faltar o salir de clases si quería debido a que siempre se mostró adelantada en cualquier grado.

Una noche en la que eran las dos de la madrugada, y Bulma iba dispuesta a repetir su rutina…

El padre de Bulma se había follado a su esposa tres veces en aquella noche. Ya no podía más. Cansado ya que su fuerza sexual no daba para tanto, miró a su mujer desnuda en la cama de matrimonio. Ella estiró la mano para alcanzar un cigarro de marihuana, esa era la razón del por qué siempre iba despreocupada y sonriente. En algún momento le pasó por la cabeza que su esposa tal vez se había vuelto adicta, pero pensando como inventor, sabía que para él sería posible crear un a cura si así lo fuera y quisiera. Decidió que para lo que quedaba de noche no valía la pena ponerse pijama.

Aprovechando que Bulma seguía en el taller y el sonido de las máquinas y demás serviría para cubrir los gemidos de su esposa, seguido de la prisa por el deseo carnal, el doctor Brief olvidó cerciorarse de que la puerta estuviera cerrada.

Bulma, que ya se disponía a irse a su habitación, sin querer se apoyó y abrió la puerta de la habitación. Su madre se tapó apresuradamente los pechos, y su padre vino a hacer más o menos lo mismo: cubriendo su ahora pequeño miembro viril -siento despertarlos -se disculpó Bulma ruborizada, considerando la posibilidad de haberse visto descubierta.

-No tienes porqué disculparte, hija -aseguró la madre sonriente habiendo colocado el cigarro enseguida tras su primer calada -tu padre y yo estábamos despiertos. ¿Qué te pasa?

-Yo, bueno, eh ¿puedo dormir con ustedes?

-Claro hija. ¡Vamos, corre, métete en la cama! Ponte aquí en medio -Bulma no tardó en hacer caso a su madre. Ciertamente no se esperaba una invitación tan agradable. Su asombro fue mayor al contemplar como la polla de su padre se ponía tiesa como una estaca. Sin embargo los nervios que corrían por su cuerpo se debían a la cercanía del cuerpo de su madre. Hacía su mejor esfuerzo para divisar a través de las sábanas los relieves de su cuerpo. Su madre en tanto -¡serás cabrón! -exclamó -decías que ya no tenías fuerzas para follar... Ahora resulta que te pone cachondo tu propia hija.

-Bueno cariño, yo… -dijo éste intentando argumentar una defensa creíble.

-¿No te da vergüenza? ¡Menudo espectáculo! Hija mía, lo siento, pero tu padre… -Bulma sintió una punzada de orgullo al saber que al igual que su madre podía despertar en su padre excitación alguna, intentando parecer sorprendida preguntó.

-¿Qué está pasando mamá? -aunque lo cierto es que su madre también estaba cachonda. Sumado al hecho de que el marido la había dejado insatisfecha, sabía reconocer la belleza ajena, y su hija no sólo era bella, sus formas comenzando a desarrollarse prestaban la idea de que pronto se convertiría en una bomba sexual. Saber qué era producto de su creación, y estando en aquella situación le habían estimulado notablemente su excitación sexual. Se encontró tan loca de deseo, que acabó por dejar a un lado sus prejuicios y se puso a horcajadas sobre la polla de su marido para comenzar a follar.

Bulma no salía de su asombro. Presentía que no sólo había puesto a cien a uno de sus dos progenitores, si no a los dos. ¿Podía permanecer pasiva ante un espectáculo semejante cuando ella había sido precisamente la causa de todo aquello?

Bulma se acercó a sus padres y los separó como buenamente pudo. La madre de Bulma estaba segura de que su hija se iba a abalanzar como una pervertida sobre la polla de su padre. Estaba deseando que eso ocurriera. Ya que tal vez con eso su marido desarrollaría mayor aguante al incluir a su hija en sus juegos sexuales con ella como juguete predilecto. Su asombro se vio visto cuando Bulma, quien no aguantó las ganas, fue directo hacia la vagina de su madre. Tomando un momento para apreciar la belleza de ella, no tardó en relamerse los labios y comenzar a lamer y lamer. La madre de Bulma no podía creer lo que estaba ocurriendo, y el padre de Bulma mucho menos. Con asombro esperó un momento y dejó a las dos féminas disfrutar. Su manos se debatían en apretar los turgentes pechos de su esposa y las nalgas firmes de su hija que levantaba su trasero como una posible invitación a ser disfrutado. Después de uno momentos, el padre de Bulma abrió las piernas de su hija lo máximo que pudo para lubricar la entrada, con la polla en la mano miró a su esposa y dijo dubitativo -panchi, bulma -a pesar de estar inmersa en dar el mejor placer su madre está supo de las intenciones de su padre.

-Si papá, hazlo -con él permiso de ésta se la metió de golpe. Bulma estaba en el séptimo cielo. No sólo degustaba de los jugos de su madre si no que ella gemía de placer como nunca ¡nunca!. Y es que ningún hombre le había chupado la concha tan bien.

-¡Sigue hija! Sigueeee… -decía esta para alentarla. La fantasía de Bulma, aquella que cobijaba entre sus sábanas tocándose con desespero, la estaba haciendo realidad. El dolor inicial de su primera penetración pasó desapercibido al saber que el hombre al que tanto admiraba la estaba poseyendo. Las cosas no podían ir mejor.

Los embates de su progenitor cobraron mayor fuerza, llenándola regocijo. Bulma desprendió su boca de aquel manjar para animar a su padre -sigue papá, sigue, hazlo tan rápido como puedas -repitiendo una de las frases que su madre decía en aquellas noches que era testigo a medias. A pesar del placer, para Panchi no pasaron desapercibida las palabras, llegando a la conclusión de que su hija además de inteligente era una pervertida como ella, con eso en su mente, apretando sus pezones y magreando sus tetas le preguntó a su marido.

-¿Te gusta la vagina de la pervertida de tu hija? ¿Es tan apretada como la mía?

-Me encanta, me encanta mucho -las palabras de satisfacción de su padre la acercaban al orgasmo, pero solo faltaba un poco más.

-Eres una pervertida ¿no es así, Bulma? Ah ¿cuántas noches no espiaste? ¿Cuántas? Pequeña pervertida.

-Muchas mamá, muchas.

-Vamos, ven aquí y prueba otros labios -le dijo. Bulma no aguanto las ganas y moviendo hacia ella con su padre sujetándose de sus caderas, se fundió en un abrazo maternal pero con un beso apasionado. La escena fue el pináculo de excitación de su padre quien al ver a madre e hija dándose tremendo morreo se vino enseguida. Al sentir la semilla de su padre esparcirse en el interior de su vagina, no pudo más y obtuvo el tan ansiado orgasmo. El doctor Brief se sujetó un breve instante de las caderas de su hija antes de caer tendido a los pies de ambas, mirando al techo, cansado y sudoroso. Ambas féminas no dejaban de comerse a besos, pero ahora de forma cálida y lenta. Bulma miró a su madre y esta le miraba con ternura, vio en sus ojos ese amor que muy pocos veces se lo expresaba. Parecía perderse en ellos de forma infinita y no quería que ese instante terminará. Fue así que su madre, a través de ellos vio la expresión qué algunas veces ella hacía cuando él semen de su marido poco a poco abandonaba su vagina, consciente de la situación le dijo a su hija -tranquila Bulma, ya habrán más noches en las que termines llena del semen de tu padre, y hasta hartarte no sólo por la vagina -ante la afirmación, Bulma no pudo más que sentir dicha al saber que este solo era el principio de su participación en los deberes sexuales de su madre. Sintió cómo la fue empujando de espaldas a la cama, abría sus piernas para internarse en ellas. La sensación de su lengua topando en las paredes vaginales buscando hasta la última gota del semen de su padre era excesivamente placentera que le provocó otro orgasmo. Panchi bebió sus jugos, disfrutando de la combinación de ambas corridas. Fue en busca de los labios de su hija y le beso para finiquitar la noche y quedar dormidas, abrazadas la una a la otra. El doctor Brief había sido testigo de la escena lésbica, pero, producto del cansancio y edad, no vio en su miembro deseo por levantarse y dar más guerra. Así que optó por dormirse a los pies de ambas mujeres.

Como Panchi había dicho, esa sería la primera de tantas noches. Al menos hasta que Bulma cumplió dieciséis años y descubrió en el desván de su casa una esfera de dragón. Al parecer, según pudo leer en un viejo manuscrito, si conseguía reunir otras seis esferas podría pedir al dragón Shen Long un deseo. Aquello era fantástico. Animada por su padre a sacar lo mejor de su lado científico, enseguida se puso a construir un radar que le permitiera encontrar las otras seis esferas del dragón.

El día previo a su partida, sus padres y ella disfrutaron de sus cuerpos tanto como las capacidades del doctor Brief le permitieron. En determinado momento, cuando el doctor vio el ojete de su hija contraerse por el placer ofrecido a su vagina, al intentar tomar la entrada anal, enseguida recibió una reprimenda de su esposa diciendo qué eso sólo sería para hombre con suficiente aguante para llenarlas a las dos sin vacilar. El doctor no se lo tomó hiriente debido a la larga jornada que estaban teniendo, y sintió orgullo al recordar que al menos había sido el primer hombre en su vida

Finalmente, llegó el día previsto. Cuando sus padres le preguntaron acerca del deseo que tenía en mente, ella contestó que en realidad no sabía cuál. Tal vez pedir más aguante a su padre, o que ellas nunca envejecieran, lo cierto es que el viaje lo hacía más que nada instigada por su espíritu aventurero.

Para Panchi este viaje arrojaba la posibilidad de que en el camino conociera un hombre joven y fuerte, lo trajera a casa como su pareja y juntas la disfrutaran. Había hablado con su marido y él estaba de acuerdo con la posibilidad de que ella tuviera relaciones con otro hombre siempre que fuera cercano a ellos. Para el doctor Brief, el viaje le daría suficiente descanso de ambas mujeres, que parecían ser insaciables en la cama. Seguro debía inventar algo para lograr soportar las jornadas sexuales a las que estas le sometían.

Con el horizonte frente a ellos, Bulma revisó el compartimento de cápsulas, asegurándose que estuviera cualquiera que pudiera necesitar, especialmente esa donde guardaba un par de juguetes sexuales de varios tamaños.

Y así, sus padres la despidieron con lágrimas en los ojos. La echarían mucho de menos, pero sabían que a su retorno, regresaría con nuevas experiencias por compartir y algún posible invitado también