La extraña venganza

No siempre la venganza resulta ser como se espera, sin embargo al llevarla a cabo podemos descubrir lo que de verdad importa.

Hugo recién había acabado la carrera en junio y había decidido entrar en un equipo de una división menor de fútbol, ya que siempre se le habían dado muy bien los deportes, aunque en los últimos años apenas había practicado ninguno. En el equipo el que digamos llevaba la voz cantante era Dani, llevaba muchos años allí por lo que era del núcleo duro del vestuario y era de los mayores, 29 años. Se podría decir que esta historia comienza un día en el que antes de entrenar les contó a todos que se “estaba tirando” a una chica increíble, que al principio era un poco sosa pero que a lo largo del verano había conseguido que se fuera soltando y que se había convertido en una auténtica putilla. Los miembros del equipo no hacían mucho caso a sus anécdotas y Hugo era de los más escépticos.

No dejaba de recordarles lo buena que estaba con sus 25 añitos y les decía que lo mejor era que la chica no paraba de hablar y de decir guarradas durante todo el polvo. Que a él le encantaba hablar durante el sexo, pero que ella le superaba con creces, que siempre le acababa diciendo que o se callaba o se correría al momento.

Ante esto siempre había alguien del equipo, no Hugo por supuesto, porque allí como en todas partes había una jerarquía, que le decía que no se lo creía, por lo cual Dani se veía obligado a aportar más credibilidad a su historia, dando aun más detalles de sus peripecias, de las curvas de esa chica, de su cuerpo perfecto, de los insultos que ella le pedía, de las posturas

-Os juro que al principio era la más cursi y mojigata del mundo pero ya veía yo que la chica era una mina- Acababa siempre concluyendo.

En realidad Hugo no sabía realmente si no se lo creía o no se lo quería creer porque llevaba sin sexo desde hacía 3 meses, y el hecho de que realmente estuviera tan buena la chica y fuera así de buena en la cama lo mataba de envidia.

Las sospechas de que eso que contaba era mentira, o al menos una profunda exageración, mermaron el día en el que Dani y su inseparable amigo Jacobo entraron en el vestuario contando una historia rocambolesca. Paradójicamente la historia era aun menos creíble que todo lo anterior pero el hecho de que también la contara Jacobo le aportaba muchísima credibilidad, no es que Jacobo fuera excesivamente de fiar pero a Hugo ya le parecía demasiado que ambos se pusieran de acuerdo previamente para contar semejante película. Dani empezó a contar:

-Ayer estábamos tomando unas cervezas en mi casa y al final quedamos Jaco, mi novia, rollo, lío o lo que sea y yo. Ella con 2 cervezas va por el aire de borracha y ya quería marcha la muy putita, en esto que me despido de Jacobo y me voy con ella para el dormitorio. Nos desnudamos, la muy zorrita ni preliminares quería y cuando me la empiezo a follar, ella encima de mí, veo como el loco este asoma la cabeza por la puerta del dormitorio. Casi me muero de la risa. Ella estaba botando como loca de espaldas al salido de Jaco y entonces se me enciende la luz, que aunque no lo parezca a veces tengo mis momentos de lucidez y le digo a la guarrilla: “te voy a vendar los ojitos que se que te pone el rollo este”. Jaco a pesar de las cervezas que llevaba encima ahí estuvo hábil y se metió otra vez en el pasillo, entonces cogí una pañoleta que ya habíamos usado varias veces, le vendé los ojos y la puse a cuatro patas mirando para la puerta. Se la metí a lo bestia, ella pedía más y más, chillaba como una loca y entró Jaco todo sigiloso ya con la polla en la mano, jaja, ¡pero que cerdo es el tío!

-Cerdo tú que te dejas ver follando y que le haces esas putadas a la chica- interrumpió Jacobo. -Lo mejor es esto- Prosiguió el aprendiz de voyeur- Me la estoy cascando mirando para ella que la verdad es que no me lo creía mucho pero es cierto que no para de decir guarradas - ¿pero que decía?- le interrumpieron. - Yo que sé, pues guarradas: como me pones, que dura la tienes, me encanta como me follas… en fin, de todo. Pero el caso es que el muy animal de Dani empezó a tirarle del pelo levantándole la cabeza y entonces se le mueve la pañoleta y ella no se la sujeta, poco a poco se le va cayendo y nos quedamos mirando la loca esa y yo.

-¡Venga ya! ¿Pero seguro que te vio? ¿Y qué hizo? ¿Qué te dijo?- le interrumpieron de nuevo.

  • Pues no dijo absolutamente nada, seguía gimiendo mirando para mí- dijo Jacobo.

-Bueno... No me creo nada- le dijeron incrédulos.

-Mira, tío, te lo juro- respondió Jacobo totalmente metido en la historia.

-¡Que sí, que sí! -Dijo Dani- que ya os dije que ésta tía es así. ¿Para qué voy a mentir joder? Que conste que ella a mi después me dijo que sabía que estabas ahí desde hacía rato, o sea que más cerda todavía.

-Es igual, lo mejor de todo aun viene ahora -siguió Jacobo- y es que a sus frasecitas añadió otra y es que me dice: “¿te gusta lo que ves cabrón? ¿te gusta ver cómo me folla tu amigo?”

-¡Jooder! -se oyó en todo el vestuario, Hugo no abrió la boca porque lo cierto es que se había quedado sin aire.

-¿Y qué hiciste? - Le preguntaron.

-Pues la verdad es que me piré, yo que sé, igual debí haberme quedado porque me da a mí que a la chica hasta le ponía que la mirara-.

Los del equipo al igual que Hugo se quedaron alucinados y en aquel momento si que él se creyó todo, le parecía demasiado retorcido como para que se lo inventasen.

Empezaban el campeonato el 26 de agosto, martes, lo cual les permitía pasar un fin de semana totalmente libre, para el cual Hugo no tenia plan hasta que Dani les dijo que la chica en cuestión iba a dar una fiesta en su casa el viernes por la noche y les dio la dirección. También les advirtió que su novia no iba a estar, ya que tenía un cumpleaños en otra casa y que la fiesta estaba más bien organizada por su compañera de piso.

Hugo no sabía si ir o no, y la verdad es que a la chica casi prefería no verla después de todo lo que sabía de ella, hasta le daría pena, aun sin conocerla no le parecía ni mucho menos normal como hablaba de ella, era del todo humillante. Además, si aun encima estaba tan buena como decía Dani se iba a sentir bastante frustrado.

Ese viernes no se decidió hasta pasadas las 11 de la noche, momento en que concluyó que esa fiesta era una posibilidad de integrarse más en el equipo y que quizás podría conseguir algo después de 3 meses de sequía. Se puso unos pantalones vaqueros desgastados y un polo negro de manga corta y se dirigió a aquella dirección. A una fiesta a la que no iría una de las anfitrionas, la novia de Dani, pero si estaría su compañera de piso, al parecer soltera y sin compromiso y seguramente también unas cuantas chicas.

Llegó al apartamento en el que no había demasiada gente: 3 o 4 amigas de Paloma (así se llamaba la otra arrendataria del piso), Dani, Jacobo, un chico que no conocía y Luís, otro compañero de equipo. La fiesta estaba organizada en el salón al cual se accedía directamente desde la puerta de la casa, un apartamento curioso, sin pasillos, el gran salón tenia 4 puertas, una daba a la cocina, otra a un cuarto de baño y las otras 2 a los dormitorios.

En seguida le presentaron a Paloma, 24 años, rubia de pelo rizo, muy simpática y muy habladora, que llevaba puesto un vestidito amarillo de gasa muy veraniego. Lo cierto es que hacía mucho calor, incluso demasiado. Le respondía siempre a sus ocurrentes comentarios con una amplia sonrisa pero en seguida vio que la cosa no sería fácil, no tanto por Jacobo que el pobre no era muy agraciado si no por el propio Luís. Jacobo era ligeramente más alto que Hugo, algo más de 1.80 con pelo castaño cortito, casi rubio pero con una nariz desproporcionada y unos rasgos faciales no demasiado bonitos. Tanto Dani como él más musculados, ya que ellos llevaban por lo menos 4 o 5 años jugando al fútbol bastante en serio. Hugo siempre había tenido bastante éxito con las chicas, tenía el pelo castaño oscuro, mediana estatura, bastante guapo de cara y sin estar como ellos dos se notaba que hacía deporte. Además estaba muy moreno y al ver a Paloma de amarillo pensó que debería haberse vestido de un color que resaltara más su actual color de piel. A pesar de todo, la mala racha que atravesaba estaba acabando con su ego a gran velocidad y esas cosas las chicas lo notan. Dani estaba quizás excesivamente delgado, lo cual hacía que fuesen muy notables todos y cada uno de sus músculos, era el tipo de chico que a las chicas o les encanta o no les gusta nada, con rasgos muy marcados, muy alto, con ojos muy grandes, pelo negro muy liso, largo hasta los hombros y en general muy lampiño en todo el cuerpo.

Los cuatro miembros de la conversación estaban de pie junto a la puerta de entrada. Mientras los minutos pasaban Hugo se aferraba a su pugna con Luís, el cual por momentos parecía tomar ventaja pero a pesar de esto decidió insistir en esa chica, ya que las amigas de Paloma no le llegaban a la suela de los zapatos y se decía a si mismo que ya tendría tiempo de bajar el listón. Ya pasaban de las 12 y media de la noche cuando notó que alguien a su espalda entraba en el apartamento, se volteó, era una chica, su ex novia.

Ambos se quedaron estupefactos, hacía meses que no se veían, no se esperaban ver y menos allí. Se produjo un silencio corto pero muy intenso, fue Hugo el que primero alcanzó a decir:

-¿Y tú qué haces aquí?

-Vivo aquí- respondió.

En ese momento ella no entendió nada y Hugo creyó morirse. No podía ser ella.

-¿Y tú qué haces aquí? - preguntó ella.

-Pues… me... me invitaron - titubeó. Hugo se había quedado pálido y tenía una necesidad imperiosa de aclarar todo aquello.

Dani no tardó en sacarle de dudas interrumpiéndoles y besándola cariñosamente. Le preguntó que cómo no estaba en el cumpleaños a lo que ella le respondió que era un muermo y que ninguna del cumpleaños iba a salir después, así que había decidido cambiar de planes.

-Por cierto, ¿os conocéis? - preguntó Dani.

-No, de nada- respondió ella tajante.

-Pues Hugo, ésta es Celia y Celia este es Hugo y me voy a hacer más sangría, hablamos ahora-. Dani se marchó a la cocina y Celia y Hugo comenzaron a hablar en tono muy bajo:

-¿De nada?- preguntó Hugo aun sin poder creer lo que estaba sucediendo.

-¿Crees que me apetece contarle lo nuestro ahora? ¡Lárgate de aquí, ya te dije que no quiero volver a verte en mi vida!- dijo Celia en tono desafiante.

Su enfado lógicamente tenía un por qué y es que en el pasado mes de mayo Hugo había tenido un desliz de una noche con una chica, Nuria, una conocida de Celia, y como suele pasar en estos casos, en seguida se enteró de todo. Hasta hacia poco había intentado llamarla pero nunca le cogía el teléfono, la última vez que había escuchado su voz había sido el día de la bronca en el que le dejó. Nueve meses de relación al traste por una estúpida noche, aunque lo cierto es que él sabía que no tenía perdón y ella nunca le había dado el más mínimo pie a hablarlo o a arreglarlo.

Hugo no reaccionó ante la súplica de Celia y ella insistió pidiéndole que no le hiciera eso, que desapareciera de la fiesta y de su vida. Hugo no reaccionaba por una simple razón: no paraba de pensar en que ella era la protagonista de aquellas historias de Dani, ¿cómo podía haberse transformado de esa manera? Con él no había sido así ni por asomo. No tardó en salir el tema:

-Bueno… ¿Y qué? ¿Estás con la puta de Nuria todavía?- Celia no se lo había perdonado, ni tampoco lo había olvidado, le odiaba aunque muchas noches acababa concluyendo con la almohada que aun sentía algo por él. Simplemente no podía comprender cómo le había podido hacer aquello. Aun encima esa noche, en esa fiesta lo veía especialmente guapo, aun le encandilaban sus ojos azules.

-¿Qué? No estoy con nadie, no la he vuelto a ver desde aquel día -respondió él mientras pensaba en cómo sacarle el tema de sus aventuras sexuales con Dani, tenía que descubrir cuanto antes si eran ciertas, lo necesitaba.

-¿Con una vez ya te quedaste a gusto entonces? -interrumpió- y con la más puta además-

-Mira, aquí la única puta eres tú que me sé toda tu vida sexual en verso-

Ella intentó disimular un gesto de contrariedad y finalmente reaccionó:

-No pienso dejar que me insultes en mi casa y me da igual lo que te haya dicho Dani porque todo lo que te haya dicho seguro que es poco.

Ella estaba muy contrariada, pensaba que algo le habría contado Dani pero esperaba que fuera lo mínimo que sabía que se contaban los chicos, aun así tenía un desconocido sentimiento de deseo de vengarse de su ex novio.

Hugo estaba indignado, y no se le ocurrió otra cosa que repetirle lo puta que le parecía. De todas formas aun albergaba la esperanza de que todo aquello fuera una exageración.

  • Eres un imbécil. A ti lo que te jode es saber lo bien que me lo hace, tendrías que ver cómo me folla, es un auténtico semental - Ella no se sentía a gusto pronunciando esas palabras pero el odio se acentuaba cuando después de lo que le había hecho se creyera con derecho a decirle nada.

Hugo sabía a las claras que estaba intentando hacerle daño con esas frases y vaya si lo estaba consiguiendo, por lo que decidió contraatacar lanzando un señuelo y esperando que la respuesta de Celia consistiera en negarlo todo.

-¿Por qué dices tendrías que ver cómo me folla? ¡Ah, es cierto! que ahora te dedicas a eso, a dejar que te miren mientras lo haces, perdona es que no me acordaba…- Dijo Hugo atento y temeroso de la respuesta.

En ese momento Celia se sintió aun más dolida y no pudo evitar que se le notara que no le había hecho la más mínima gracia que Hugo supiera aquello. Un insulto y una “educada” invitación a marcharse y ella dio por zanjada la conversación, desfilando delante de él en dirección a la cocina. Celia tenía un nudo en el estómago, por la situación, por ver a su ex novio después de tanto tiempo, por darse cuenta al verlo de nuevo que aun sentía algo por él y también porque fuera conocedor de la escenita con Dani y Jacobo.

Hugo sentía que había tocado fondo, la huída de Celia se interpretaba claramente como que aquello tenía bastantes posibilidades de ser cierto y lo peor de todo es que ella estaba radiante. Llevaba puesta una camisa blanca impecablemente planchada, impecablemente blanca, unos pantaloncitos muy cortos negros que embutían su culito algo tapado por la camisa y un ancho cinturón negro a la altura del abdomen que reafirmaba más su pecho. Pelo castaño, largo y ondulado, su cara aniñada, sus característicos zapatos negros de tacón y sus aun más característicos pendientes consistentes en una perla blanca en cada oreja.

Afortunadamente parecía que nadie de la fiesta había escuchado nada de esos continuos reproches, es más, Jacobo ni siquiera se había dado cuenta de la presencia de Celia. Para sorpresa de Hugo en seguida Paloma le introdujo en la conversación pero él ya no era el mismo, todo el alcohol se le había bajado de un plumazo y no sabía si irse o quedarse. Celia y Dani salieron de la cocina con dos jarras más de sangría, él sonriente ajeno a todo y ella mustia y pendiente de Hugo, posaron las jarras en la mesita situada en el medio del sofá y los dos sillones. Hugo escuchaba a Paloma y a Luís tontear mientras veía como Dani y Celia, sentada ella en su regazo en un sillón, conversaban con gente de la fiesta y de vez en cuando se daban caricias y cruzaban miradas cómplices. Celia hablaba con Dani pero su opresión en el pecho no desaparecía, no quería preguntarle nada sobre Hugo para no levantar sospechas, pensaba que quizás habría sido mejor haberle dicho que habían sido novios porque seguramente se acabaría enterando, pero ahora era tarde para remediarlo. Ella acogía algunos, por ahora tímidos, besos de Dani con deseo pero a la vez con incomodidad, mientras, Hugo se moría de celos. Seguía sin comprender por qué con Dani parecía ser una bomba sexual y con él la compañera de cama más común que uno se pueda imaginar. También se arrepentía más que nunca de su error con Nuria. La tremenda incomodidad era mutua al igual que el hecho de sentir que cogían aire pero era como si éste no llegara bien a sus pulmones. Mientras, Hugo intentaba disimular lo indisimulable: que no le quitaba los ojos de encima, que seguramente aun sentía muchas cosas por ella y sobretodo que con todo esto la deseaba más que nunca.

Si a Celia le parecía que Hugo estaba guapo, Dani le parecía que estaba sencillamente espectacular. Con un fino pantalón de pinzas color crema que le hacía un culo muy prieto y tremendamente apetecible y una camisa azul celeste remangada. No pudo evitar pensar en que esa misma noche él le hiciera el amor con esa camisa tan elegante abierta, sin despojársela del todo. Le volvía simple y llanamente loca, le atraía como nadie, la excitaba con la más mínima mirada y la hacía estremecer con el más mínimo gesto.

Hugo daba por perdida la batalla por Paloma, que por cierto, a esas alturas le importaba bien poco. Y menos aun cuando Dani se inclinó sobre Celia para meterle la lengua en su dulce boca con avidez y rozar su pecho con la yema de sus dedos. Ella se moría de deseo, no entendía cómo aquel chico podía excitarla tanto, cada vez que esos dedos largos la rozaban, el calor, la lujuria y la impaciencia la invadían. Una vez acogió ese beso pensó que no tenía por qué disimular nada, que Hugo tenia lo que se merecía, que no tenía por que quedarse ahí y seguir sufriendo, y si bien no tenia pretendido exagerar las muestras de pasión hacia Dani ni mucho menos iba a disimularlas.

Instantes más tarde se produjo un segundo gran beso durante el cual el habilidoso chico desabrochó un botón de la camisa de Celia y rozó no tan sutilmente uno de sus pechos. Ella en seguida lo notó pero no le importó, más bien maldijo por un instante llevar puesto sujetador pues le habría encantado que entre su mano y su pecho sólo estuviera la camisa o ni si quiera eso. Le encantaba cómo la calentaba poco a poco, cómo la encendía, cómo la excitaba. Dani no lo sabía pero sólo con que hiciera eso a ella la mataba de apetito, de afán, de ansia…. Al recibir los besos cerraba los ojos y en un momento dado al abrirlos miró para su ex novio. Se cruzaron la mirada, se la mantuvieron largo rato y él sintió algo que llevaba tiempo sintiendo, odio, pensaba que lo hacía a propósito, para ponerlo celoso, pero también empezó a sentir algo extraño, algo de morbo, pero se lo negaba a sí mismo. Ella sin embargo después de esa mirada le quedó cierto regusto de venganza. Le odiaba pero aun le quería, a veces quería vengarse, a veces no. Sentía en un minuto todos los sentimientos que había tenido a lo largo del verano, los sentimientos que se tienen tras una ruptura.

El audaz movimiento obligó a una tímida Celia a enseñar a toda la fiesta un canalillo y el nacimiento de unos pechos sencillamente espectaculares. El hecho de ese botón desabrochado y el cinturón apretando su abdomen producía que aparecieran ante todos unos pechos aun más grandes de lo que ya de por sí eran. Ella se veía guapa, sexy, sentada encima de él, con las piernas cruzadas, todo estilo, con los cuellos de la camisa ligeramente subidos, con su collar y sus pulseritas a juego con sus pendientes,. Una auténtica pija narcisista que pensaba mientras mantenía esa postura triunfante que Hugo se arrepentiría toda la vida de haberla perdido.

Una discreta confidencia de Celia al oído de Dani era excusa perfecta para otra caricia en los hinchados pechos de la chica. Era una falsa discreción, esa que creían se estaba produciendo debido al alcohol que ya notaba Dani y sobretodo Celia. Ella rozaba con disimulado descaro la entrepierna de su amante a través de su fino pantalón y anhelaba descubrir lo que allí se escondía. Hugo se preguntaba a sí mismo por que seguía allí y durante largo rato no obtuvo respuesta, hasta que por fin decidió ser realista y la descubrió: y es que no sólo sentía celos si no que también la excitación le invadía, quería verla manoseada y babada por Dani a la vez que no la quería ver así, quería imaginársela entregada a él a la vez que odiaba esa imagen en su cabeza.

Hugo entró en el cuarto de baño y de él salían el chico al cual no conocía con una amiga de Paloma. Salió del baño y Paloma y Luís ya se besaban en un sofá, aquello no podía ir peor, era claramente el momento de marcharse. Se acercó a la puerta de salida sabiendo que nadie le echaría en falta cuando Paloma le abordó:

-¡Eh! ¿a dónde vas? Espera que ya nos vamos todos-.

Ella misma apagó la música. Celia y Dani se levantaron visiblemente borrachos y de nuevo él la besó. Le encantaba cómo la besaba, era dulce a la vez que firme, la volvía loca, ella ya se empezaba a notar húmeda y cada vez la presencia de Hugo le importaba menos, y menos todavía cuando Dani se inclinó y le susurró al oído:

  • Quiero follarte.

Ella tembló de deseo, la melenita de Dani rozando su cuello para susurrarle la hacía estremecer y sólo alcanzó a suspirar que la tenía muy cachonda pero que habría que esperar.

Hugo contemplaba la escena con sus sentimientos encontrados, pensaba que eran simple carantoñas y tonteos, y los celos le invadían, de todas formas no pensaba que se estuvieran proponiendo ese tipo de cosas. Es cierto que algunos actos de ella eran a modo de venganza pero no todos ni mucho menos, en cambio a Hugo todo le parecía contra él, todo para joderle, todo para humillarle.

Paloma no dejaba que nadie se escapase antes de recoger cuando en un momento en el que Hugo quedó junto a Celia no desaprovechó la oportunidad. El chico había recuperado en parte la ebriedad, de lo contrario, no lo hubiera hecho, y con un par de frases desesperadas la convenció para hablar un momento en privado en su dormitorio. Aun no sabía si para reprocharle su actitud, para pedirle perdón o para decirle que seguía sintiendo cosas por ella.

-¡Déjame en paz! -respondía Celia a sus preguntas e intentaba irse.

-¡Es que no sé a qué juegas Celia! Y no sé qué haces con este tío que sólo te quiere para follar.

-¡Pues será que es lo que necesito ahora! ¿qué te crees? ¿qué estoy enamorada de él? -sintió en seguida que no le tenía que haber dicho aquello. Que no tenía por qué contarle nada y que cuanto mejor pareciera que les iba a Dani y a ella mejor sería para su venganza y para que él se sintiera más arrepentido.

-Vale, o sea que es sólo sexo, pero es que no lo entiendo, conmigo no era como él dice que es, no sé… igual fue culpa mía o él exagera

-¡Mira, no sé! -le interrumpió- sería que en este tema no me dabas la confianza suficiente o que no me ponías ni la mitad que él. ¡Yo que sé! ¿qué más da ahora? me parece increíble que después de lo que me hiciste te tenga que dar explicaciones de nada.- De nuevo se sorprendía a si misma contando sus intimidades pero era como si aun no se hubiera acostumbrado a que él ya no tenía que significar nada para ella y que no tenía por qué confesarle nada.

Lo de que “no le ponía ni la mitad que él” le había dejado hecho polvo. Hugo no podía decir para nada lo mismo, cada vez que se acercaba a decirle algo y olía ese perfume que tantas veces había olido, cada vez que contemplaba la preciosa redondez de sus pechos bajo su fina camisa, cada vez que podía ver ese culo tan duro del que aun recordaba su tacto, sus zapatos de tacón… le volvía loco, loco de deseo.

Dani entró en el dormitorio y los vio, a Hugo de espaldas a la pared y a ella frente a él de nuevo reprochándole. Dani haciendo uso de su confianza en sí mismo no desconfió en absoluto de ellos, les dijo que habían hecho bien en escaquearse de recoger y se tiró en la cama boca arriba visiblemente borracho.

-Celia ven aquí, vamos a echar uno rápido y nos vamos que estos ya se fueron-.

Hugo se vio sorprendido por cómo la trataba, con una autoridad marcial, aun encima con él delante, le parecía totalmente vejatorio.

-¿Cómo dejas que te hable así? -le susurró a Celia.

-Me encanta que me hable así, imbécil, y además no es tu problema, no eres quién para controlarme lárgate de aquí, nunca pintaste nada y menos ahora-. Le susurró con el más absoluto de los desprecios. Sentía que se había pasado pero quería con toda su alma que Hugo se fuera cuanto antes, por el deseo hacia Dani y porque en el fondo no quería que su nuevo amante mostrase esas formas en público. A ella le excitaba esa autoridad pero le avergonzaba que Hugo lo descubriese.

-A ver Celia, ven de una puta vez- insistió Dani incorporándose. -Deja a Hugo en paz, mira que eres pesada.

-¿Por qué no te vas?- susurró Celia. Estaba desesperada por que se fuera y decidió echar el resto:

-¿Quieres ver cómo me folla? No creo que te guste ver esto -sabía que diciéndole eso se marcharía ipso facto.

Se produjo un largo silencio durante el cual Celia se asustó de que Hugo quisiera ver aquello, que fuera tan cerdo como Jacobo, es más, si quisiera verlo significaría que no sólo no la quería si no que nunca la había querido. Si ella viera a Hugo con otra se moriría.

Dani se hartó, se levantó y se dirigió a Celia, la abordó desde atrás y asomando su cabeza por el hombro de ella la besó, ella se vio sorprendida pero se dejó besar con pasión. Era consciente de que su ex novio estaba de frente a ella, a apenas dos metros pero no podía resistir aquella lengua y aquellos labios carnosos, aquel pelito liso rozándola, aquellas manos sujetándola con fuerza, un sinfín de cosas que hacían que se mojase.

Hugo estaba muerto de celos y despreciaba a la pareja, aun le parecía que Dani no tenía derecho a hacer eso y que Celia era aun suya, pero por otro lado el morbo le consumía, en su cabeza no paraban de cruzarse imágenes de Celia penetrada, embestida una y otra vez por Dani, gimiendo de placer.

Ella estaba muy excitada y consumida por el deseo pero no quería que Hugo viera aquello. Dani iba a lo que iba y mientras la besaba le quitó el cinturón y le desabrochó el resto de botones de su camisa. Celia se estaba empapando y de nuevo una mezcla de celos y morbo impedían que Hugo, estupefacto y contemplando de frente la escena, se decidiese. Dani pegó con fuerza su pecho a la espalda de ella, posó ambas manos en sus pechos, apartó un poco la camisa, sobó con fuerza el sujetador y de nuevo la besó. “Hugo, márchate de una vez por favor” pensaba ella mientras empezaba a notar ahora ya sí sus bragas totalmente empapadas. Fue entonces cuando Dani entre mordiscos al cuello de Celia dijo:

-Hugo, quédate si quieres-.

A Celia a pesar de lo que pudiera parecer no le sorprendió la proposición pues conocía lo suficiente a su amante, afortunadamente seguía sin plantearse que su ex novio quisiera ver aquello. Hugo pensaba que todo aquello era una maquinación macabra de Celia para joderle. Nadie respondió, al menos todavía.

Ante ese silencio que nadie sabía interpretar Dani de nuevo comenzó manosear su sujetador, dio un fuerte tirón y le bajó ambas copas haciendo que unos hinchados y carnosos pechos se disparan hacia delante, presididos por unas enormes aureolas de una auténtica mujer y unos durísimos pezones que delataban lo cachonda que estaba. Celia no pudo evitar pegar un grito ante el tirón y tampoco pudo evitar retorcerse de ganas de ser follada cuando Dani posó una mano sobre su vientre para bajar poco a poco en busca de su coño.

Hugo contemplaba la imagen más sensual que había visto en su vida y lleno de odio y de deseo no pudo más, en ese momento supo que no podría soportarlo y se fue, cerrando con fuerza la puerta del dormitorio. Celia respiró aliviada, se giró y atacó extasiada la boca de su amante, radiante de poder por fin dejarse hacer en paz.

Hugo se encontró en el vacío salón y sólo le separaba una fina pared de donde Dani se iba a follar a Celia. Se maldecía a sí mismo, a Dani pero sobretodo a ella, en ese momento la culpaba prácticamente de todo. Estaba tremendamente acalorado y se fue al baño a refrescarse para después marcharse de aquella maldita casa inmediatamente. Una vez en el baño descubrió lo tremendamente excitado que estaba. Celia mientras tanto yacía boca arriba con las piernas abiertas y su coño estaba siendo devorado por Dani, se moría de placer y no paraba de susurrarle que se la metiera de una vez. Ella se mordía el labio para no gemir, para no gritar. No había oído como se cerraba la puerta de la casa, sabía que Hugo aun no se había marchado, se preguntaba por qué, pero no quería que la oyera. En ese momento pesaba más el cariño que aun sentía que las ganas de venganza.

Hugo al pasar por el salón para marcharse empezó a escuchar ya el inconfundible sonido de los muelles de una cama y un latigazo de celos le fulminó, sólo le quedó el consuelo de que no hubiera ni rastro de gemidos y se marchó de la casa de un portazo.

Una vez en la calle se encontró con Jacobo, y es que habían decidido seguir bebiendo en la calle por lo que Paloma le había dado las llaves para que cogiera algunas botellas de las que quedaban en casa para continuar la fiesta en otro sitio. Le insistió varias veces a Hugo para que le acompañara, para que le ayudara a coger las botellas. Hugo decía que se quería ir para casa, que no quería salir, sin embargo Jacobo fue realmente insistente en que saliera y que de no ser así que al menos le ayudara, que no le costaba nada. Hugo no le podía confesar el verdadero motivo por el cual no quería volver a aquella casa y accedió mientras suspiraba por no oír absolutamente nada de aquella sesión de sexo.

Jacobo delante y un temeroso Hugo detrás entraron en el piso. Celia habiendo oído el portazo se había entregado totalmente a su amante, ya no disimuló más, ya gemía como siempre lo hacía, ya gritaba como poseída como sólo con Dani hacía y fue el primer momento de la noche en que se olvidó de su ex novio.

-¡Están follando!- dijo Jacobo.

Hugo a punto estuvo de marcharse inmediatamente pero no daba crédito a los increíbles alaridos que profería Celia, apenas algunos gemidos le arrancaba él en cada polvo en el pasado. Siguiendo en la evidencia de negarse a sí mismo, siguiendo con su autoengaño pensó que ella pensaba que él no se había ido y por eso exageraba de esa manera. Sin embargo no se marchó y ambos escucharon en silencio los claros sonidos de sus cuerpos chocando y a Celia gemir de forma ahogada:

-Dame… Dame….

Celia no los había escuchado entrar cuando estaba a punto de correrse, empezó a gritar más y más mientras a cuatro patas recibía las embestidas de su semental, el cual no pudo más y entre guturales sonidos y tirándole del pelo, como tanto le gustaba, se corrió dentro de ella.

Ella cayó rendida en la cama totalmente excitada debido a haberse quedado completamente a medias, mientras, Dani abandonó el cuerpo de ella y se fue al pequeño cuarto de baño diferente del que se accedía desde el salón, que comunicaba con el dormitorio, a darse una ducha rápida, como era costumbre después de hacerlo.

Mientras se oía el ruido de la ducha, Celia se puso su camisa y salió del dormitorio para coger agua en la nevera, pero no llegó a la cocina pues cual fue su sorpresa cuando llegó al salón y se encontró a Hugo y a Jacobo. Sólo abrir la puerta y verlos fue suficiente para que se le cayera el mundo encima, sabía que Jacobo era un enfermo, pero no se podía creer que su ex novio hubiera decidido quedarse a escucharla. Totalmente apenada y sin molestarse en si quiera decirles nada volvió al dormitorio y sentada a los pies de la cama y con los codos en las rodillas y las manos en la cara pensaba que no podía creer lo que estaba sucediendo.

Ella se creía la víctima pero Hugo creía que la víctima era él y totalmente alterado se dirigió a ella, Jacobo no quiso perder la oportunidad y le siguió incrédulo. La vio apenas tapada por la camisa y sin siquiera las bragas puestas, cosa que aun le alteró más.

-¡Eres una farsante, lo haces todo por joder! ¡Y vístete que pareces una puta, te ve Jacobo desnuda y te da igual!

Ella de primera intención se asustó, no daba crédito. No sabía si matarlo, vestirse o que hacer. Para colmo Jacobo sin entender nada se acercó a ella tanto o más que Hugo y no le quitaba los ojos de sus tetas que se vislumbraban bajo su escasa ropa y maldecía que tuviera las piernas tan cerradas.

Se produjo entonces una monumental bronca entre ambos mientras que Jacobo se mantenía al margen, descubriendo entonces que ya que se conocían. Un último insulto de Hugo fue la gota que colmó el vaso para Celia, ella estaba sentada y ellos de pie frente a ella. Le había sorprendido que él hubiera querido escucharla pero estaba segura de que si la viera realmente tocando a otro hombre se moriría, como había comprobado cuando Dani la besaba en la fiesta y cuando le había sacado los pechos en su presencia.

-¿Qué soy una puta dices? No sé qué decir… Jacobo, ¿tú crees que soy una puta?- Jacobo no respondió. Ella no se había sentido tan indignada en su vida -¿Las putas hacen esto? -Preguntó mientras alargaba la mano y sobaba muy sutilmente los muslos de Jacobo por encima de su fino pantalón.

Jacobo por supuesto no puso impedimentos y los tres sabían que aunque volviese Dani en absoluto le iba a molestar la escenita si no todo lo contrario. Es más, quien más lo sabía era Celia por conversaciones al respecto con Dani.

-¿Una puta hace esto?- repetía clavándole la mirada a Hugo mientras sobaba los pantalones de Jacobo pero ahora posando sus manos cuidadosamente en su entrepierna. Celia odiaba a Jacobo, además le parecía realmente feo pero estaba tan indignada que quería comprobar hasta dónde podría aguantar Hugo. Ahora sí, todo era poco para joderle.

Hugo en ese momento, a su incredulidad sumó un increíble deseo. Un deseo a unos niveles desconocidos hasta la fecha para él, la escena le estaba matando del morbo, no reaccionaba y sólo se preguntaba hasta donde llegaría Celia. De nuevo, una mezcla de celos y morbo le producían un enorme nudo en el estómago.

Dani habiendo oído el jaleo desde la ducha apareció en escena mojado y tapado por una toalla anudada a la cintura, en su línea habitual sonrió y se alegró de la aparición de sus dos amigos, le encantaba presumir de chica y montárselo en plan orgía fue lo primero que le vino a la mente. Ella se giró, y ver a su amante con el pelo largo, mojado, tan marcado, tan terso aumentó su lujuria y no dejó de sobar el miembro de Jacobo por encima de su refinado pantalón de vestir. Lo hacía para destrozar a Hugo y para excitar a su empapado amante. Dani se acercó, sonrió y sin decírselo literalmente le dio a entrever que le excitaría muchísimo que le hiciera una felación a su amigo. Hugo estaba convencido de que ella estaba a punto de montar en cólera, sin embargo ella quería ahora sí humillar lo máximo posible a su ex novio. Jacobo le repugnaba bastante por lo que decidió jugar de una manera macabra para Hugo y suficiente para Dani, por lo que apretó con firmeza las nalgas de Jacobo y lamió de abajo arriba y varias veces la polla de su feo amigo, siempre por encima de la tela. La temperatura de la habitación subía, la tensión se palpaba, el aire se cortaba y cuando Jacobo pecando de listo quiso bajar la cremallera de su pantalón Celia echó su cuerpo hacia atrás alejándose.

El odio de Hugo a Celia había ido tanto en aumento esa noche que empezó a sentir cada vez menos celos y cada vez más nerviosismo, agitación y lujuria.

Dani comprendió que no sería fácil su objetivo, y acercándose engreído se deshizo de su toalla y dejó ver su miembro. Celia contemplaba tímida pero a la vez embriagada al chico que más le excitaba del mundo, mojado, recién salido de la ducha, con su gordísima polla colgando, recuperándose de la follada que le acababa de dar.

Celia clavó entonces sus ojos color miel en los cristalinos de Hugo, que, atónito, odiaba más y más a su ex pareja, al igual que la deseaba más y más. Ella sabía que él la odiaba pero ni se imaginaba que su polla quería reventar sus pantalones. Éste veía como Celia estaba colorada, acalorada, con sus enormes pezones queriendo reventar la camisa, empapada en sudor, por el calor, por el deseo, por el odio

Celia sentada frente a Dani y Jacobo dudó un segundo pues se sentía también muy avergonzada por la situación pero empezó a acariciar la polla de su amante clamando venganza por la infidelidad que había sufrido, y por lo que le jodería a Hugo verla, y comenzó a lamerle los huevos. Con cuidado, despacio, para más tarde metérselos en la boca y tirar sutilmente de ellos mientras la polla del chico lagrimeaba sin parar. Sólo habría los ojos y apartaba la boca para mirar a Hugo.

-Métetela en la boca ya que me vas a matar, o más bien nos vas a matar a todos -sonrió Dani.

En ese momento Celia empezó a manosear esa polla con ambas manos, poco a poco, echándole la piel hacia atrás, primero una vez, muy despacio, descubriendo un capullo que brillaba, después otra vez, sacó su lengua y recorrió la polla de Dani lentamente de abajo arriba hasta llegar a la punta y abriendo ampliamente la boca se metió su miembro con hambre. Se oyó un leve gemido por el calor que le daba esa boca, por el placer. Ella se sentía sonrojada y ruborizada, pero a la vez caliente y todopoderosa. Sabia el deseo que despertaba en los dos y la humillación que estaba sufriendo Hugo, pensaba que éste para nada estaría excitado si no todo lo contrario.

Sin embargo, Hugo no cabía en sí de excitación y sólo pensaba ya en desnudarse y follársela como nunca se la había follado. Se moría de ganas de verla entregada a los tres, veía en ella unos ojos de lujuria que nunca jamás le había visto.

Poco a poco Celia empezó a comerle la polla rítmicamente, se esforzaba en hacerlo mejor que nunca, con una mano, con las dos o sólo con la boca. Pronto Dani dio signos de mucha excitación. Celia estaba dispuesta a todo, quería vengarse pero a la vez era víctima de su propio deseo.

-¿Dónde quieres correrte? - le preguntó. Hugo se quedó atónito, y también a Dani le sorprendió. A Hugo le había hecho sexo oral con anterioridad pero nunca hasta el final, muchas veces le había pedido eyacular sobre ella pero ella nunca había accedido. La venganza había comenzado.

-En tu cara -respondió Dani.

Ella no respondió y Hugo quería morirse. Celia sin embargo cambió de opinión, le parecía vejatorio, quizás en el resto de su cuerpo sí, pero no en la cara. Mientras ella dudaba comiendo esa polla con sutileza para que aun no eyaculara, Jacobo se deshacía de su ropa para cierta sorpresa de todos. Celia se la comía a su semental mientras Jacobo se pajeaba cerca de ella. Éste no desistió en su intento de aprovecharse de la situación y cogió una mano de Celia para ponerla en su falo, tras una pequeña indecisión Celia agarró la base de su falo con delicadeza. Ahora ella tenía una polla en cada mano pero sólo se la comía a Dani, el cual por momentos apoyaba sus manos en la cabeza de ésta para follarle la boca sin compasión. Celia estaba carcomida por la lujuria pero sólo quería una polla, la de Dani, todo lo que hiciera con Jacobo era más parte de la humillación a su ex novio que por deseo propio. Hugo no pudo más y se desnudó, realmente estaba convencido de que ella ni le tocaría pero necesitaba masturbarse, nunca había estado tan fuera de sí. Celia al verle totalmente erecto descubrió que su plan no estaba dando resultado, le odió más que nunca y lujuriosa pensó en vengarse de otra manera.

-¡No puedo más! -gimió Jacobo, acercando su polla a ella. Celia se vio completamente sorprendida y apartando su boca de Dani y le replicó:

-¿Qué haces?

Ella veía que la eyaculación era inminente, en ese momento se dijo a si misma que lo hacía para humillar más a Hugo, lo cual no tenía mucho sentido al ver lo excitado que estaba, pero no quiso reconocer que en ese momento de tremenda calentura quizás sí le excitaba que un chico se corriera sobre ella. Finalmente evitando males mayores dijo:

-En la cara no te corras.- Mientras rápidamente desabrochaba su camisa y le ofrecía sus hinchadas tetas.

Y así con la mano derecha en la polla de Dani, la izquierda en la pierna de Jacobo y la cabeza erguida para no ser manchada, recibió un sinfín de chorros de semen en sus pechos, alguno en su cuello y algunos manchando su camisa. Se excitó sobremanera, como a Hugo que nunca había visto tal cosa, como a Dani que se masturbaba convulsivamente cerca de la cara de Celia.

Celia quería seguir con su tortura y jugueteaba con la leche que rebosaba por sus pechos mirando para Hugo. Hugo se masturbaba, Dani se masturbaba y Celia bajó las manos a su coñito para hacer lo propio. Se sentía tan abierta, tan húmeda… podría correrse en cualquier momento. Al juntar sus manos en su coño sus brazos apretaran sus pechos que brillaban por la corrida de Jacobo y sus pezones apuntaban desafiantes. Con los ojos entreabiertos miraba para la polla de Dani y con desprecio miraba para Hugo. Los tres gemían y el primero en no poder más fue Hugo quien se acercó a ella aprovechando un posible momento de debilidad para cumplir por fin su fantasía.

-¿Pero qué coño estás haciendo?- Replicó Celia. -Guárdate esa mierda de polla y lárgate-.

Hugo dejó de masturbarse y el más absoluto odio recorrió las venas de todo su cuerpo. Celia había decidido la manera de vengarse, si no le jodía verla con otros al menos que se muriera al saber que los demás podían tocarla pero él no. Que mirara, pero que no se le ocurriera tocarla, para que agonizase de envidia, rabia y de rencor, que se maldijera por haberla perdido y que se hiciera una triste paja y se marchara a su casa humillado.

Dani también paró de tocarse para pedirle que no se pusiera así y pensó que quizás habían discutido durante la fiesta.

-Quiero que me folles- le dijo a Dani. -Sólo quiero tu polla, Jacobo se ha corrido y la polla de Hugo es pequeña y presiento que no sabría darme placer, que no sabría follarme bien. Dani sonrió y ella dudando un instante dijo:

-¿Quieres que me ponga algo? Tengo una faldita tableada en el armario y me puedo dejar la camisa puesta si quieres-.

Hugo entendió perfectamente que ella seguía con su plan. Primero lo de dejarse manchar por la leche de Jacobo y ahora la fantasía de que se vistiera de colegiala, ambas antiguas peticiones no cumplidas. Quiso matarla cuando vio como ahora le rogaba a Dani que se la follara así vestida. Dani no puso objeción y Jacobo, que se había planteado por un momento marcharse, pensó que eso tenía que verlo.

Con sumo cuidado y sensualidad Celia se puso la faldita y unos finísimos calcetines negros hasta la rodilla, se puso a cuatro patas sobre la cama y recogió la falda en su estrecha cintura.

-Quiero que me montes. Por favor móntame ya…- Le rogó a Dani con una mirada casi llorosa de desesperación por ser follada y clavando de nuevo la mirada en Hugo.

Dani se colocó tras ella y cuando se disponía a metérsela ella entre sollozos le pedía que lo hiciera ya. Le metió la polla muy lentamente, él sentía cada centímetro del coño ardiente de Celia y ella cada vena de la gorda polla de su semental. La chica emitió el sonido de placer más auténtico y sentido que Hugo había escuchado jamás. Dani la sacó entera y se la metió de un golpe ante un estruendoso alarido de ella. Jacobo y Hugo no daban crédito a lo que veían. Celia notaba ese enorme falo partiéndola en dos, y cómo su coñito se aferraba a su polla predilecta, se moriría si su amante dejara de follársela, se retorcía de gusto, un gusto no exagerado pensando en Hugo, pero sí exageraba las palabras intentando dar donde más podría doler:

-¡Nunca me habían follado así! ¡Qué polla tienes cabrón, dame, dame más fuerte, quiero oír tus huevos chocando contra mí!

-¿Te gusta así? -preguntaba Dani acelerando el ritmo.

-¡¡¡Dios, sí!!! métemela toda, lléname el coño de leche- Gimoteaba Celia totalmente entregada.

-¿Cómo te sientes?- le decía Dani, -¿Te gusta que te follen?-

-¡Me encanta que me folles tú, quiero que me folles tú toda la vida! ¡No sabía lo que era follar hasta que me la metiste por primera vez! -gemía Celia mirando para Hugo-.

Hugo la veía disfrutar como una loca, le parecía la chica más puta que había conocido. Disfrazarse de colegiala, dejar que se corrieran encima de ella, esa cara de perra dejándose follar a la vista de todos… la despreciaba con todas sus fuerzas… pero la deseaba.

Pronto Dani le abrió la camisa y Hugo veía como sus generosos pechos iban y venían a cada embestida. Le estaba dando con muchísima fuerza y Celia estaba a punto de correrse del gusto entre gemidos y gritos de desesperación. Sentía su coño húmedo, empapado, se sentía en la gloria siendo follada por su semental favorito y humillando a Hugo que se pajeaba extasiado.

-No me has respondido bien Celia, responde cómo quiero que lo hagas- insistió Dani- ¿Cómo te sientes?

-Me siento como una puta, tu puta… Pégame, pégame en el culito.- De nuevo mirando para Hugo, de nuevo rogándole algo que le había sido prohibido a su ex novio.

-¿Así?- preguntaba, dándole azotes una y otra vez, sonido que retumbaba en toda la habitación, mientras Celia le pedía que le azotara más y más fuerte.

Hugo ahora sí estaba completamente fuera de sí e intentó de nuevo acercarle la polla a Celia, miembro que fue apartado de inmediato por ella entre gemido y gemido.

-¡No te enteras! ¡qué no quiero tu polla!- le gritó.

-Apártate dijo Jacobo a Hugo acercando su más que recuperado miembro a Celia e intentando metérsela en la boca. Celia devorada por la lujuria y al ver esa polla rozando sus desesperados labios, al ver al deshonrado Hugo siendo apartado pensó hacer lo más humillante para su ex novio y abrió su dulce boca de ángel.

Hugo con el mayor de los rencores y del desprecio contemplaba sin tocarse cómo Celia se sentía totalmente llena por esas dos pollas, de las cuales sólo ansiaba una, la otra era para joder a Hugo. Apenas podía gemir por tener la boca llena mientras Hugo la odiaba a la vez que la deseaba más que nunca. Verla así tan entregada, tan guarra, así vestida, con esas tetas balanceándose, con esa cara desencajada de placer, con esos gemidos de perra

Sin embargo la situación dio un giro radical en el momento en que Dani decidió que aquello no era suficiente, que era ahora o nunca. Empezó a introducir primero un dedo y después otro en el culito de ella, no era la primera vez que lo hacía con Celia pero esta vez quería llegar hasta el final.

-¿Te gusta comerme la polla?- preguntó Jacobo.

Ella con su miembro en la boca no respondió. Le ponía increíblemente cachonda que Dani le hablara así, pero no se lo consentía a nadie más y le repugnaba cómo se estaba aprovechando. Lo peor estaba por llegar ya que Jacobo le daba pequeñas bofetadas en las tetas y en la cara de una manera muy vejatoria mientras le follaba la boca. Dani a su vez tiraba cada vez más fuerte de su pelo, cada vez los azotes eran más fuertes y cuando metió el tercer dedo en su culito Celia consideró que se estaban pasando y mucho.

-¡Para! ¡para, animal! -le gritaba a Dani a cada azote y a cada tirón de pelo, intentando a la vez deshacerse de la polla que le pretendían clavar hasta la garganta. Le tiraba tan fuerte que le hacía levantar la cabeza y que mira a su amigo. La humillada estaba empezando a ser ella. Hugo era consciente de la situación: que ella había intentado joderle y a la que estaban jodiendo ahora era a ella, pero no iba a ser él quién parara aquello, no después del teatro que se había montado ella para humillarle.

-¿Te están jodiendo bien Celia? ¿Es así como dices que quieres que te follen?- preguntó Hugo retórico, intentando ensañarse con la chica, quien tremendamente dolida no respondió.

-Hoy sí que te voy a romper el culito Celia-. Dijo Dani.

-¡No, no, por favor! - replicó ella, pero rápidamente Dani salió de su interior dejando caer un hilillo de fluidos de ambos para ensartar su polla con muchísima dificultad en su culito, ella gritaba más que nunca, a Dani también le dolía pero el deseo de destrozarle el culo pesaba más. De nuevo Jacobo se aprovechaba de la situación y se masturbaba frente a ella.

-¡En la cara no te corras por favor!-. Le pedía misericordiosa. Sin embargo era demasiado tarde. Dani mientras la enculaba le volvía a levantar la cara y Jacobo empezó a derramarse sobre Celia. Ella, humillada y vencida, cerró los ojos y los dos primeros chorros cruzaron su cara desde la barbilla hasta el pelo y los siguientes cayeron sobre su boca entreabierta y caían por sus labios y su barbilla hacia la cama. Nunca había recibido una corrida en la cara, se moría del asco al igual que de deshonra y bochorno. Hugo sabía más que nadie que esa cara de repugnancia y de humillación no era fingida. -Ahora te jodes- pensaba para él.- Ella intentó limpiarse pero Dani le sujetó uno de sus brazos y lo puso en su espalda impidiéndoselo. -Así estas más guapa Celia- se mofó de ella.

Se sentía tremendamente ultrajada y vejada, además lo que más odiaba era que Hugo se diera cuenta de lo que estaba viviendo, por lo que intentó que no se le notase ese sentimiento de humillación. Aun así, aun humillada, aun con el culo entregado y dolorido sentía un placer indescriptible y los deseos de correrse ya eran insuperables. Cuando Dani le anunció que se iba a correr dentro de su culito Celia liberó el brazo que había sido apartado, pero no para limpiarse la cara, si no para posar primero dos y después tres dedos entre los labios de su coñito y moverlos haciendo círculos para correrse.

Y esa sería una imagen que Hugo no olvidaría nunca: Celia con un brazo manteniendo el equilibrio, posado en la cama, con la otra mano masturbándose como una loca, con la cabeza erguida pretendiendo lucir orgullosa la corrida que Jacobo había dejado en su cara y siendo enculada por su querido semental.

-¡Me corro, joder, cómo me corro! - gritó Celia como una loca.

Ante eso, Dani aceleró el ritmo y el sonido de sus caderas contra sus nalgas se hizo ensordecedor cuando le dijo autoritario:

-Córrete, perra, córrete del gusto -con un tono casi de desprecio en su voz.

Cuando Hugo no pudo más y comenzó a correrse en el suelo fue al escuchar a su ex novia gritar:

-¡Dioos…! aun me dura, me sigo corriendo... ¡Sigue follándome!

Él último en correse fue Dani, que tras el orgasmo de Celia se salió de su culito y agarrándole la cabeza con violencia la atrajo hacia sí.

-¿Me vas a dar tu leche?- lléname la cara, venga lléname la carita- le suplicó completamente cachonda y fuera de sí, agradecida por la follada que acababa de recibir.

Sin embargo Dani no quiso acabar así con su violento juego y le metió su pollón en la boca, follándole la boca con fuerza. Ella no lo esperaba y se resistía con todas sus fuerzas, pero entre quejidos y los gemidos de él le inundó la garganta de semen. La leche que no le quedó otro remedio que tragar le dio tremendo asco y el resto le rebosaba por la comisura de sus labios. Nunca había sentido tanto asco y humillación y desplomada cayó en la cama. Se sentía totalmente violada.

-¡Eres un hijo de puta! - le insultó mientras se zafaba de Dani y se iba al cuarto de baño.

A Dani le importó muy poco el insulto e intentó comentar con sus amigos lo que había sucedido, sin embargo no obtuvo respuesta. Jacobo consideraba que se habían pasado y Hugo, una vez hubo tenido el orgasmo y recobró la cordura, se dio cuenta de cómo había sido humillado él y cómo lo había sido también la chica que más había querido en el mundo.

Celia escupía la leche de Dani en el lavabo y se limpiaba la corrida que Jacobo había dejado en su cara. Notaba un terrible escozor en su culo y no pudo evitar derramar una lágrima. Se veía en el espejo manchada de semen, vestida de colegiala, como una puta, entregada a dos imbéciles. Había pretendido humillar a Hugo, que no sólo no parecía humillado, si no que aun encima había pretendido aprovecharse de la situación como cualquiera de los otros dos cerdos. Esa actitud sólo podía deberse a que nunca la había querido, o al menos, así pensaba ella.

Hugo se marchó a casa sintiéndose tremendamente culpable por haber permitido que le hicieran eso a Celia y arrepentido más que nunca por haberla perdido. La sensación de que aun la quería era más patente que nunca como patente era que el deseo que ella sentía por Dani y como la hacía enloquecer no tenía nada de mentira o falsedad.

Dani se marchó tras Jacobo ya que Celia no quiso saber nada más de él, dios sabe hasta cuando. Ella se tumbó sobre la cama y una vez allí decidió calmarse y relajarse. Analizar lo que había sucedido y por qué había sucedido. Poco a poco esos sentimientos tan dolorosos de humillación fueron desapareciendo, poco a poco su ex novio le importaba menos y poco a poco que Jacobo se hubiera aprovechado de ella le importaba nada.

Para Dani no dejó de ser una sorpresa recibir un mensaje en su móvil pocas horas después. Celia no sabía el tiempo que había pasado cuando oyó a Dani entrar en casa, pero había pasado el tiempo suficiente como para que ella aclarara las ideas del por qué había ocurrido todo aquello, de lo que quería, de lo que le importaba. Dani entró en el dormitorio y se encontró a Celia tumbada sobre la cama con unas medias negras y un camisón rojo tremendamente sexy.

Se hizo un silencio, Dani se apoyó ligeramente en el marco de la puerta y le sonrió. Mientras tanto ella, abriendo sus piernas para mostrarle su precioso coño le dijo:

-Fóllame.