La extraña pareja
Él, heterosexual. Ella, lesbiana. Viven juntos. Y entonces, aparece una tercera persona.
Se conocieron el primer año de carrera, y se cayeron bien. A él le gustó la chica, pero enseguida supo que ella era lesbiana. Empezaron a salir en el mismo grupo de amigos y poco a poco fueron intimando. Entre ellos se entabló una gran complicidad y se lo contaban casi todo.
Ella sabía de los amores y desamores de él y él de los de ella. A veces, incluso, salían en pareja. Él, el único hombre entre tres mujeres. Ella solía bromear diciéndole que la chica de él le gustaba más que la suya y se la iba a quitar.
Ambos eran de fuera y vivían en pisos de estudiantes. Dada la confianza mutua que se tenían, un día, en el cuarto año de carrera, tomándose un café en el bar de la facu, ella sacó el tema.
-Estoy harta de mis compañeras de piso, Luis.
-Jeje, y yo de los míos. Creo que me voy a buscar otro piso.
-Y yo. Pero es tan difícil encontrar a gente de confianza.
-A mí me lo vas a contar. Gente que no sean unos cerdos, que dejen los bordes de las pizzas tres días sobre la mesa, que barran de vez en cuando su habitación.
-Que limpien la bañera después de ducharse... Odio los pelos.
-Jajaja, Elena. Si vieses mi bañera después de que se ducha Rodri, te caías de culo.
-Aggg, que asco.
Elena miró a Luis. Era su mejor amigo.
-Oye, Luis. ¿Y por qué no cogemos un piso juntos, tú y yo?
-¿Nosotros?
-Sí, nosotros. Te conozco hace cuatro años y sé que eres un buen tipo.
-Muchas gracias. Tú también eres un buen tipo.
-Capullo.
-Jajaja. Tranqui, mujer. Pues no me parece mala idea, Elena. Verte en pijamita será estupendo.
-¡JA!
Los dos rieron con ganas.
A los pocos días, dejaron sus pisos y se mudaron a uno con dos habitaciones, salón comedor, cocina y baño.
La convivencia entre los dos era estupenda. A pesar de ser hombre y mujer, a pesar de las pequeñas bromas que él le gastaba a ella, no había tensión sexual entre ellos. Luis la respetaba como mujer. Era su amiga. Una amiga preciosa, que en otras circunstancia hubiese estado encantado de tener en su cama. Más de una vez, mirándola, le decía que era un desperdicio que fuera lesbiana. Ella se limitaba a darle una colleja o una patadita, pero con cariño.
Entre semana no solían salir mucho. Se quedaban en casa a estudiar cada uno en su habitación, pero cenaban juntos y después se quedaban un rato a ver la tele.
-Pues mira, ya me has visto en pijamita - le dijo ella la primera vez que se presentó en el salón en esa guisa, girando lentamente para que él la viese bien.
-Joder, Elena. ¡Pero que desperdicio!
-Jajaja, capullo.
Luis a miró. Su cuerpo ya lo conocía, más o menos, pues Elena solía vestir bastante sexy cuando salían de pandilla. Sabía que tenía un buen par de tetas y un culito redondo y respingón. Pero tenerla allí, con un pijamita cortito y ajustado, sin sujetador, era otra cosa.
Si ella no fuese lo que era... Pero lo era. De la acera de enfrente. Y además, sobre todo, su amiga. Se la quitó de la cabeza.
Al principio de vivir juntos, sus amigos le preguntaban.
-¿Qué? ¿Ya te tiraste a Elena?
-Joder, claro que no.
-Pero si está de toma pan y moja.
-Lo sé. Pero a ella prefiere el marisco al chorizo.
-Eso es porque no ha probado un buen chorizo de Cantimpalo, Jajaja.
-Que tonto eres.
-¿Al menos la has visto en pelotas? Vaya par de tetas que tiene Elenita.
-Pues no. No la he visto en pelotas. Es sólo mi compañera de piso. Y punto.
-Ya quisiera yo tener una compañera de piso como ella.
-¿Tú? Con lo guarro que eres no sé cómo te aguanté tanto tiempo
-¿Guarro yo?
-Bastante.
Poco a poco, dejaron de preguntarle
Una noche, estaban viendo la tele, aunque no ponían nada interesante. Él sentía curiosidad, y se atrevió a preguntarle.
-Oye, Elena. ¿Cómo te hiciste lesbiana?
Ella giró la cabeza y le miró. Se quedó unos segundos así.
-Pues, un día me levanté con ganas de ser lesbiana. Fui al médico y me mandó unas pastillitas. Lesbianín, se llamaban.
-¿Lesbianín?
-Pero pareces tonto, Luis. ¿Cómo me hice lesbiana? Joder, creí que eras más listo.
-¿Qué pasa? Era sólo por curiosidad.
-¿Té te hiciste heterosexual?
-No.
-Pues yo tampoco me hice lesbiana. Nací así. Soy así.
-Ah.
-Agggg, ¡Cómo me hice lesbiana, cómo me hice lesbiana! Pero mira que eres...
Elena cogió un cojín que tenía a su lado y se lo tiró, con fuerza. Luis lo esquivó.
-Tranqui, mujer. Qué solo era una pregunta.
-Pero es una pregunta que encierra muchas cosas.
-Vale, perdona.
-Capullo.
Siguieron viendo la tele. A los pocos minutos él volvió a la carga.
-Y... ¿Cuándo te diste cuenta de que lo eras? Y no te enfades.
-No me enfado.
-¿Cuándo fue?
-Pues cuando me empezó a cambiar el cuerpo, ya sabes.
-Cuando te crecieron las tetas, jajaja
-Bruto. Pero sí. Es cuando nos empezamos a fijar en los demás. Cuando empiezas a mirar de distinta manera. Los chicos empiezan a rondar a las chicas. Las chicas a dejarse rondar. En ese momento, lo supe.
-¿Cómo?
-Porque no miraba a los chicos. Ellos se acercaban a mí pero yo solo me fijaba en Rosa. Ummm, Rosa. Mi primer amor. Platónico, claro. Fue duro.
-¿Duro?
-Mucho. Al principio no entiendes que te pasa. Por qué no eres como las demás. Por qué sientes lo que sientes hacia otra mujer. Tratas de ocultarlo, de que nadie lo sepa. Pero poco a poco te vas aceptando a ti misma, a aceptar quien eres
-Uf, me lo imagino. Y sin nadie con quien hablar.
-Sí, eso mismo. Aunque tuve la suerte de tener una madre estupenda. Ella se dio cuenta y habló conmigo. Me aclaró las cosas. Me dijo que no lo ocultara, pero que tampoco lo pregonara. Que lo tomase como algo natural.
-¿Y tu padre?
-Él al principio no fue tan comprensivo como mi madre, pero al final lo aceptó.
-Me imagino que para un padre debe de ser duro.
-¿Por qué tiene que serlo?
-Pues por como está la sociedad montada. Tienes hijos, crecen, se casan, te dan nietos.
-Se casan con personas de distinto sexo...
-jeje, claro. Aunque creo que más que por ellos es por los demás. Por el qué dirán.
-Desde luego. Pero gracias a dios mis padres me quieren, saben que soy feliz como soy y a los demás que les den.
Pasaron unos minutos en silencio. Había una cosa que Luis quería preguntarle desde hace tiempo, pero que nunca se había atrevido. Ahora se atrevió.
-Ummm, esto...Elena... ¿Nunca has probado con un hombre?
-¿Ý tú?
-Pues claro que no.
-Pues Yo tampoco
-¿Pero no sientes curiosidad?
-Joder, Luis. ¿Tú sientes curiosidad por saber cómo es estar con otro hombre?
-Ninguna.
-Pues lo mismo. ¿Tan difícil de entender es que sólo me atraigan las mujeres?
-No claro que no. A mí me pasa lo mismo. Sólo me atraen las mujeres. Jajajaja
-Jajajaja. Capullo.
A Elena no le molestaba hablar de esas cosas con Luis. Era su amigo, y sentía curiosidad. Pero seguía sin comprender porque los demás no entendían que ella era normal. Que era igual a él, a todo el mundo. Con los mismos sentimientos, los mismos deseos, con la única diferencia que hacia otra mujer y no hacia un hombre.
+++++
Ni Elena ni Luis tenían pareja formal. Sólo rolletes. De vez en cuando alguno ligaba con otra persona y se la llevaba a su habitación. Los dos se tenían la suficiente confianza como para que no le molestase. A veces Luis estaba en el salón mientras Elena estaba en su habitación con alguna chica. Otras veces, era él el que retozaba en su cama con una chavala mientras Elena estaba en el salón o estudiando. A veces, incluso, ambos tenían pareja a la vez y cada uno en su habitación se lo pasaba en grande.
-Luis. ¿Qué le hacías a tu chica anoche?
-Pues... nada raro.
-Pues gritaba como una loca.
-Jeje, sip. Era un poco escandalosa.
-Bastante. Y mal hablada.
-Joder. ¿Se oía mucho?
-"Fóllame cabrón. Dame polla, dame pollaaaaaaaaaaaaa". Sí, se oía todo.
-Uf. Me dejó agotado.
-Sí, quéjate ahora.
Otras veces, Luis se encontraba por la mañana a Elena desayunando con su ligue. Dos preciosas mujeres, una en paños menores, desayunando tranquilamente en la cocina. Siempre decía lo mismo.
-Vaya desperdicio.
-Capullo - siempre contestaba Elena.
Las chicas, tanto si habían estado con Elena como con Luis, se quedaban sorprendidas al ver al uno u al otro. Ellos les decían que eran sólo compañeros de piso, amigos, nada más.
Cuando Luis vivía con compañeros masculinos y uno de ellos ligaba, al día siguiente era torpedeado a preguntas. Que como eran sus tetas, que si la chupaba bien, que si era de las tranquilitas o más tirando a zorrita. Y los hombres, siendo como son, daban detalles sin problemas. Les gustaba contarlo todo, pavonearse ante los demás hombres, llegando incluso a contar cosas que no habían pasado.
Las compañeras de piso de Elena eran iguales, si no peores. A ella no le preguntaban, pues sabían sus tendencias, pero cuando una de las otras ligaba, las demás hacían corrillo a su alrededor y le preguntaban hasta por el DNI del chico. Si había resultado un mal follador, se reían del pobre muchacho. Y si, por el contrario era una fiera en la cama, se quedaban con el nombre por si una noche coincidían.
Y así fue transcurriendo el tiempo. Los dos cada vez más a gusto el uno con el otro. Muchas noches, Elena se apoyaba en el hombro de Luis para ver la tele hasta quedarse dormida. Él la miraba, tan hermosa, tan sexy. Y se decía: "Vaya desperdicio"
Solían salir juntos, al mismo sitio, con su pandilla de compañeros. Después, en la disco o en el pub, cada uno iba a lo suyo.
Una de esas noches, un sábado, Elena estaba con el resto de la panda hablando mientras Luis bailaba con una preciosa rubia. Por como se pegaban el uno al otro, Elena supuso que no tardarían es desaparecer para irse al piso a echar un buen polvo. Ella no encontró a nadie que la atrajese. Bueno, sí, había muchas chicas que la atraían, pero ninguna era de su 'acera'. Cuando se es homosexual basta un cruce de miradas para saber si la otra persona es o no receptiva. Y esa noche no había ninguna mujer así.
Al rato, Elena decidió irse a casa. Ya estaba cansada y no quería seguir bebiendo más. Se despidió de los amigos y cuando vio a Luis morrearse con la rubia, no le dijo nada y se fue. Él, al menos, había tenido suerte
Llegó al piso. Estaba cansada y un poco mareada por la bebida. Se puso un pijama y se sentó en el salón a ver la tele un rato hasta que se le pasase. Y sin saber porqué, empezó pensar en aquella preciosa rubia que se morreaba con Luis. Era del tipo de mujer que le gustaba, con la que no le hubiese importado tener una noche loca de pasión.
Se empezó a excitar. Notó que los pezones se le empezaban a endurecer, que su coño se empezaba a humedecer. Cerró los ojos y se acarició las tetas sobre la blusa. Su otra mano bajó hasta su pantaloncito y se acarició primero por encima. En su mente era ella la que se besaba con la rubia.
Metió la mano por dentro del pantalón, hasta que sus dedos recorrieron la mojada rajita de su coño. Se pellizcó los pezones sobre la blusa y se empezó a hacer una suave paja. Gemía suavemente de placer.
El sonido de la puerta al abrirse la sobresaltó. Sacó la mano del pantalón y se sentó en el sofá. Luis entró. Ella miró a la puerta, esperando ver a la preciosa rubia. Cuando ellos se fueran a la habitación a follar como locos, ella se iría a su cuarto a terminar su rica pajita. Pero no había rubia.
-¿Y tu chica? - preguntó.
-Calla, calla. La muy cabrona se largó. No era más que una calientapollas. Y perdona por la expresión.
-Jajajaja. Te has quedado compuesto y sin novia.
-Grrrrr, pues sí. Y con un calentón.
-Jajajaja. Bueno, ya sabes lo que toca. Un meneíto y a dormir.
-Cago'entodo.
Luis estaba bastante caliente. Era rubia lo había encendido y luego se había largado. Y ahora le tocaba cascársela en su habitación. Elena lo miraba. Quizás fuese por la bebida, pero se sorprendió a sí misma.
-¿Te la vas a menear?
-Joder, pues claro. No puedo dormir así - dijo Luis señalando para su evidente erección.
-Esto...Luis...nunca he visto, ya sabes, a un hombre hacerlo. Bueno, sí en pelis, pero no en vivo.
-¿Cascarse una paja? - Luis estaba muy enfadado y cuando estaba enfadado era muy mal hablado.
-Sí.
-¿Y?
-Pues... siento curiosidad por verlo.
Era su amigo, su mejor amigo. Tenían mucha confianza el uno en el otro. Seguramente el alcohol que corría por sus venas también ayudó. Él estaba, sin embargo, bastante sorprendido.
-¿Por ver a un tío haciéndose una paja?
-Sí, jeje, ya sé que suena raro. Pero no a cualquiera. Sólo tengo tanta confianza contigo.
-¡Elena! ¿Quieres ver cómo me hago una paja?
-Sí, tengo curiosidad por ver como lo haces.
Luis la miró. Y vio que tenía los pezones duros, marcados bajo la fina tela de su pijama.
-¿Estás cachonda?
-Ummm, sí un poco.
-¿Así que te pone cachonda ver como me la casco?
-Noooooooooooo. No es eso. Antes de venir tú me estaba...masturbando. Jeje, pensaba en tu amiga, la rubia. Era bastante guapa.
-A mí me lo vas a decir. Pues mira, esa cabrona nos calentó a los dos y ninguno la cató.
-¿Qué? ¿Me dejarás mirar?
-Joder, Elena, no sé. Me da cosa.
La cosa que le daba era morbo. Sintió como su polla se ponía más dura. Ya se había hecho a la idea de nunca tener nada sexual con su guapa amiga, y ahora ella le pedía aquello. No sólo no le importaba, sino que la idea de que ella le mirase mientras lo hacía lo excitaba mucho. Pero se hizo un poco de rogar.
-Venga, hombre. ¿Qué más te da? Lo vas a hacer de todos modos.
-No sé, no sé. ¿Estás segura?
-Que sí hombre.
-Pues vale. ¿Dónde lo hacemos? ¿En mi cuarto o aquí?
-Aquí mismo.
Una cosa era desnudarse delante de una mujer con la que ibas a tener sexo, y otra ante una amiga que sólo miraría. Aún así, Luis se quitó los pantalones, quedándose con sus abultados calzoncillos. Ella miró.
-Vaya, Luis. Se ve que ya estas...palote.
-Sí, la rubia esa estuvo toda la noche calentándome.
No le dijo, sin embargo, que ahora estaba caliente por lo que iba a hacer, no por la maldita rubia.
-¿Lista? - preguntó Luis
-Sip. Dale - dijo ella, poniéndose cómoda sobre su sofá mientras Luis se sentaba el otro.
-Uf, estoy es raro.
-Venga ya, no seas niño. Jajaja
Luis se bajó los calzoncillos, pero no se los quitó. La polla quedó libre, apuntando al techo. Era la primera polla que Elena veía en vivo.
-Vaya, estás bien armado, Luisito.
-Nah, normalita.
La polla daba saltitos sola de la caliente que él estaba. Llevó su mano derecha hacia su dureza, la agarró y empezó a subir y bajar la mano lentamente. Elena miraba con atención. Él la miraba ella.
-¿Así lo haces? ¿A esa velocidad?
-Bueno, depende. A veces más lento, a veces más rápido. Pero sí, básicamente así.
-Ah. ¿Y en qué piensas mientras lo haces?
-Jejeje, pues creo que en lo mismo que tú. En mujeres.
-Jajaja. Y que les haces cosas. Y ellas a ti.
-Aggggg, sí... cositas.
Elena miraba como su amigo se masturbaba delante de ella. Seguía sintiendo excitación, pero no era por él. No sentía ningún deseo sexual hacia aquel hombre. Miraba su polla sólo con curiosidad. Pero él sí la miraba con deseo. Deseo que aumentaba porque ella le estaba mirando.
Luis estaba a punto de correrse, así que bajó un poco el ritmo. Sus miradas se encontraban de vez en cuando. Él con una expresión de placer. Ella, con una ligera sonrisa. Luis decidió probar suerte.
-¿Te gustaría tocarla?
-¿Qué?
-Que si te gustaría tocarme la polla. Seguramente no vas a tener otra oportunidad así. ¿No decías que tenías curiosidad?
-Sí, pero... no sé.
-¿Cómo me dijiste antes? Ah, sí. Venga mujer, no seas niña.
-Touché.
Elena se dijo que Luis tenía razón. Quizás no se le presentase más en la vida una oportunidad así. Él era su mejor amigo, confiaba en él.
-¿Y? - preguntó Luis, apenas moviendo la mano.
-Vale. Pero sólo por... curiosidad.
Se levantó y se sentó al lado del chico. Ahora la polla estaba muy cerca. Luis la soltó y Elena vio como se movía sola.
-¿Por qué se mueve así?
-Es porque estoy muy cachondo. Late al ritmo de mi corazón.
-Jeje, es gracioso. Parece que baila.
Nunca le habían dicho que su polla era graciosa. Pero se lo perdonó. Al fin y al cabo, ella no entendía de... pollas.
-Venga. Tócala, que no muerde.
Elena acercó su mano derecha hacia la polla de Luis. La rozó con las yemas de sus dedos, y retiró la mano.
-Elena...así no. Cógela bien, agarrada. Como hacía yo.
Volvió a acercar la mano y ahora agarró la polla, pero sin apenas apretar.
-No se va a romper, mujer. Puedes apretar un poco.
Elena apretó y la sintió en la mano. Latía.
-Uf, que raro. Es dura pero suave al mismo tiempo. Y está calentita.
Luis no se lo podía creer. Tenía a su amiga del alma, la bella Elena, con su polla en la mano. Era un sueño hecho realidad. La miró, ella tenía los ojos fijos en la polla. Llevó su mano hasta la mano de Elena, la agarró y empezó a moverla despacito, arriba y abajo.
-Así...se hace así.
Ella intentó soltar la polla, pero Luis se lo impidió.
-Sólo un poquito, mujer. ¿Qué más te da?
Elena dejó de intentar zafarse.
-Ummmm, así... que rico.
Le subió y bajó la mano unas cuantas veces. Después, la soltó. Ella siguió sola.
-Agggg, Elena...qué bien lo haces.
-¿Sí? ¿Lo hago bien?
-De maravilla.
-Joder, Luis. Te estoy haciendo una paja.
-Ummmmm sí... y muy bien.
Luis se echó hacia atrás, y disfrutó de la caricia que su amiga la hacía. Estaba preciosa. Le hubiese encantado abalanzarse sobre ella, desnudarla y follársela bien follada. Pero eso no pasaría. Se tendría que conformar con la paja. Pero no pudo evitar decir.
-Joder, pero qué desperdicio.
-Capullo, siempre con lo mismo
-Es que es verdad. Elena. Con lo buena que estás y sólo te gustan las mujeres. No es justo.
-A que paro.
-No no no...Sigue por favor. No pares ahora. Que estoy a punto de correrme.
Elena siguió con la paja. Estaba haciendo algo que jamás pensó en hacer. Pero era Luis, su amigo Luis, y parecía que a él le gustaba lo que le estaba haciendo. ¿Y qué importaba? Si a él le daba placer y a ella no le importaba hacerlo, no había problemas. Era algo que quedaría entre ellos.
Ya no estaba excitada. Se había olvidado de la rubia. Ahora estaba concentrada en lo que tenía entre manos
-Agggg, Elena...estoy a punto. Será mejor que cojas un paño o algo. La corrida va a ser buena.
-No. Quiero ver como sale la leche de la polla.
-Aggg E...lena...
Aquellas palabras dichas por su guapa amiga que no dejaba de subir y bajar la mano a lo largo de la su polla, precipitaron su orgasmo. Ella lo notó en la polla. Empezó a tener espasmos, como a pulsar. Y en uno de esos espasmos sintió que algo subía por polla, para, inmediatamente, salir disparado por la punta. Un enorme chorro blanco que describió una parábola en el aire antes de caer sobre la camisa de Luis. Ella se quedó fascinada, y dejó de mover la mano. El siguiente chorro fue igual de impresionante.
-Agggggg no...pares...sigue...sigue... - dijo Luis en pleno orgasmo, casi sin aire.
Elena volvió a mover la mano, sin dejar de mirar al surtidor en que se había convertido la polla de Luis. Sentía los chorros en la mano antes de verlos salir de la polla. No los contó, pero fueron como siete u ocho disparos. Los últimos, ya con menos potencia, salían de la polla y resbalaban hacia abajo, sobre la mano de la chica.
Se quedaron unos segundos en silencio. Luis recuperándose de su intenso orgasmo. Elena mirando la polla y toda la leche que había salido de ella.
-Uf. ¿Siempre te corres así?
-No siempre. Cuando estoy muy caliente, sí. Y hoy estaba muy caliente.
Elena soltó la polla. Miró su mano, con regueros se semen.
-Ahora vuelvo.
Se levantó y fue al baño a lavarse. Con los ojos medio cerrados, Luis le miró el culo, que con aquel pantaloncito ajustado se veía riquísimo.
"Vaya desperdicio" - pensó.
Elena se lavó la mano, cogió el rollo de papel y regresó al salón. Se sentó al lado de Luis.
-Toma. Limpia este... desastre.
-Jeje, insististe en verlo.
-Joder. Con mujeres es distinto. Más...limpio, sobre todo.
-Jajajaja. Pero mujer, que generalmente nos corremos en otros sitios -dijo Luis limpiándose. Necesitaría una ducha para no quedarse pegajoso.
-Sí, sí. Que he visto los videos de internet. Ya sé en donde os gusta correros a los hombres.
-¿En dónde?
-En la cara de las chicas.
-Jajaja, bueno, no te voy a decir que no. Pero eso es internet.
-Me imagino que harán la clase de videos que le gusta ver a los hombres.
-No sé a los demás. Pero a mí, particularmente, me gustan más otros sitios.
-¿Cuáles?
-Mucho quieres saber tú, preciosa.
-Bueno, si no quieres decírmelo, no me lo digas.
-Elena...
-Dime
-Gracias por... la paja. Lo necesitaba. Eres una gran... amiga.
-Jeje, de nada, hombre. No te voy a decir que haya sido un placer, pero me ha gustado complacerte.
-Me has complacido mucho.
-Adulón.
-Pero....
-¿Pero?
-¡Qué....desperdicio!
Ella saltó al otro sofá, cogió el primer cojín que tenía a mano y se lo tiró. Luis, muerto de risa, con la polla al aire y los calzoncillos en los tobillos, lo esquivó.
-Capullo. Me voy a dormir.
-Mujer, no te enfades.
-Tonto - le dijo ella, sonriendo. No se podía enfadar con él.
Luis volvió a mirar como Elena se marchaba. Como su precioso culito se mecía de un lado a otro. Después, se levantó, se dio una ducha rápida y también se fue a dormir.
En su cama, Elena volvió a acariciarse. Otra vez pensando en la preciosa rubia. El intenso orgasmo la ayudó a dormir.
Por su parte, Luis también se masturbo. Pero no pensaba en la rubia. Pensaba en su guapa amiga, en su querida Elena. Hacía ya mucho tiempo que no se masturbaba pensando en ella. Pero la maravillosa paja que le hizo volvió a despertar sus deseos hacia ella.
Con los ojos cerrados la veía subiendo y bajando la mano a lo largo de su polla. En su mente ella le miraba a los ojos. Sus ojos brillaban. Respiraba hondo. Su imaginación hizo que ella se quitara el pantaloncito de pijama, descubriendo un delicioso y depilado coñito. Ella se subía sobre él, cara a él, y se sentaba sobre su polla, clavándosela hasta el fondo de su encharcado coño. Se levantaba la parte de arriba del pijama, le cogía la cabeza y se la llevaba hasta sus tetas, al tiempo que empezaba a subir y bajar sobre su polla.
-Agggg, Luis...como siento tu polla dentro de mí. Me encanta... Ummmmm que cosa más rica... Y yo perdiéndome esto...
Luis imaginó que su boca iba de pezón a pezón, sus manos bajaban hasta el tentador culito y la ayudaba a subir y bajar, hasta que los dos se corrían intensamente. Le llenó el deseado coño de su caliente leche, y ella se estremecía al sentirla.
A pesar de haberse corrido hacía poco gracias a la paja de Elena, Luis se volvió a correr tan intensamente como antes, pero esta vez estaba preparado y recogió el semen con papel.
Al rato, él también dormía.
+++++
A la mañana siguiente, se encontraron en la cocina. Ella, despeinada y recién levantada estaba preciosa.
-Buenos días.
-Buenos días, Luis.
Ninguno hizo referencia a lo que había pasado la noche anterior. Se comportaron como siempre, pero Luis la miraba de reojo.
Él dedicó el día a estudiar. Ella estudió durante la mañana y por la tarde salió con unas amigas a dar una vuelta. Por la noche, después de cenar, se fueron a ver una película en la tela antes de irse a dormir. Ella, tumbada en un sofá. Luis, en el otro.
La miró. Ella tenía otro de esos pijamitas ajustados y sexy. Recordó el placer que su mano le había dado. Y la polla se le empezó a poner dura. Él también llevaba un pijama, y su erección era bastante evidente. Se colocó la polla de lado para que no le molestase. Con disimulo, se pasó la mano sobre el bulto.
¿Y si se lo pedía? Ya lo había hecho. Y le dijo que le había gustado complacerlo. Dudó unos minutos, pero la polla no se le bajaba.
-Elena.
-¿Sí?
-Mira como estoy.
Ella giró la cabeza y miró. Vio el bulto que la polla formaba.
-Joder. ¿Estás cachondo?
-Uf, mucho. ¿Me haces una pajita?
-¿Queeeeeeeee?
-Que si me haces una pajita, como anoche. Me gustó mucho.
Ella le miró a los ojos.
-Oye, Luis. Lo de anoche no debió de haber pasado.
-Venga, mujer. ¿Qué más te da?
-¿Cómo que qué más me da? Pues claro que me da. ¿Qué te crees? ¿ Que a partir de ahora te la voy a menear cada vez que se te ponga dura? De eso nada. Joder, Luis
La calentura de Luis mandaba.
-Sólo una vez más. Y ya no te lo pediré más.
-Vete a la mierda, Luis.
Elena se levantó y se fue a su cuarto, dejando al excitado Luis. El portazo que ella dio hizo comprender al chico que estaba enfadada de verdad.
-Joder.
La polla se le desinfló. Se había pasado. Ante todo, ella era su amiga. Se levantó y tocó a su puerta.
Ella no contestó. Volvió a tocar.
-¿Puedo pasar?
-No. Déjame.
-Elena, perdóname. Me he comportado como un imbécil.
-Desde luego.
-Te prometo que no volverá a pasar.
-Está bien.
-¿Me perdonas?
-Sí.
-¿Seguro?
-Que sí...capullo.
Él se sintió mejor. Siempre que ella le llamaba capullo era sin enfado.
-Buenas noches, Elena. Hasta mañana.
-Hasta mañana, Luis
Elena estaba más enfadada consigo misma que con él. Se dijo que haberle hecho esa paja no había sido buena idea. Era lógico que él se imaginara cosas que no eran, que quisiese más.
Sí, podría haberle hecho otra paja. Y después vendrían más. Aunque ella no sintiese deseo sexual hacia él, podría hacerlo. Pero eso llevaría su amistad a un terreno al que no quería ir.
Luis cumplió su palabra y no volvió a pedírselo. Se olvidaron del tema y todo volvió a la normalidad. Volvieron los amantes ocasionales.
+++++
Meses después se acercaba el final de curso, los exámenes finales. Un viernes por la noche, Elene se preparó para salir un rato.
-¿Tú no sales? -le preguntó a Luis
-Hoy no. Tengo un tema atravesado. Estudiaré un poco más y ya salgo mañana.
-Yo necesito despejarme un poco. Llevo toda la semana con los ojos pegados a los apuntes.
-¿Despejarte? Jeje, a ver si tienes suerte - le dijo, picándole un ojo.
-Capullo.
-Jajaja.
Como siempre, Elena se vistió bastante sexy.
-Wow. Las volverás loquitas. Y loquitos, claro.
-jaja ¿Tú crees?
-Por supuesto. Pero ya sabes...
Ella sabía, pero aún así le preguntó.
-¿Qué?
-Vaya desperdicio.
No tenía ningún cojín a mano, así que sólo le levantó el dedo corazón de la mano derecha.
-Capullo.
Luis se fue a estudiar y Elena se marchó. Se reunió con la panda y fueron de pub en pub.
Espantó a muchos moscones. Uno que se puso muy pesado e intentó despacharlo de golpe.
-Que soy lesbiana, coño.
-¿Lesbiana?
-Sí, tortillera.
-Joder, pues vaya desperdicio. Eso es que no has encontrado al hombre adecuado, preciosa.
Lo miró con cara de pocos amigos. Pero él seguía en sus trece.
-Yo te enseñaré lo que te estás perdiendo.
-Déjame en paz.
En ese momento, una chica se puso en medio de los dos.
-Oye, Rafa. ¿No has oído? Deja en paz a la chica. Hay más chochitos por ahí.
-Bah, que le den a la comecoños esa - dijo el hombre, dándose la vuelta y marchándose.
Las dos mujeres se miraron.
-Gracias - dijo Elena.
-De nada. Rafa es un buen chico, pero cuando bebe se puede poner un poco pesado. No se lo tengas en cuenta.
La chica era una morena preciosa. Iba vestida bastante sexy, con los labios rojos, los ojos bien maquillados. Se miraron a los ojos, fijamente. Y el corazón de Elena latió más fuerte. Lo vio en sus ojos, por como la miraba.
-Me llamo Elena.
-Yo Maite.
Se miraron unos segundos más.
-Me he fijado en como despachabas a todos los moscones que se acercaban a ti, Elena. ¿Es que no hay ninguno que te guste?
-No, no me gusta ninguno de esos moscones.
-¿Y quién te gusta? - le preguntó Maite rozándole el brazo con las yemas de sus dedos.
Elena se estremeció. Aquella chica era directa. Ella también lo fue.
-Me gustas tú - le dijo, aguantándole la mirada
-¿Quieres bailar?
-Sí.
Las dos chicas salieron a la pista. Años atrás hubiese sido algo extraño, pero hoy en día, aunque no habitual, ya no resultaba chocante. Al menos no para la mayoría. Siempre había alguno que otro que miraba, que cuchicheaba. Pero tanto Elena como Maite ignoraban a todos. Sólo se miraban la una a la otra.
La música era bastante movidita. Las dos la seguían. Las dos contorsionaban el cuerpo a su ritmo, pero lo hacían más para que la otra se fijase. Y las dos se fijaban, se miraban, se sonreían.
La música cambió. Empezó a sonar una canción más lenta, más sensual. Las dos chicas se acercaron la una a la otra. Empezaron a rozarse, a rozar sus pieles. Entre ellas empezó a crecer la tensión sexual.
Estaba claro que se gustaban. Cuando terminó la canción, fueron a pedir una copa y se fueron a un rincón tranquilo y oscuro para hablar. El volumen de la música hacía que tuviesen que acercarse mucho para poder oírse. Tenían que pegarse.
Maite le dijo al oído a Elena.
-Eres preciosa.
-Tú también.
Maite se pegó más. Pegó sus tetas a las tetas de Elena. Llevó una mano hasta uno de los muslos de Elena y lo acarició. Y le susurró
-¿Eres lo que te llamó Rafa? ¿Eres una...comecoños?
Cuando se lo llamó él, sintió asco. Ahora lo que sintió fue un estremecimiento a lo largo de su cuerpo, y más cuando la mano de Maite empezó a subir y se metió por debajo de su falda. Miró a aquella chica, tan directa, tan decidida. Tenía los pezones duros, el coño mojado. La deseaba. Como hacía tiempo que no deseaba a otra mujer.
-¿Qué Elena? ¿Eres o no eres una comecoños?
La mano llegó a su entrepierna. Con delicadeza acarició las diminutas bragas. Las encontró calientes y húmedas. Le pasó un dedo por la rajita y Elena se mojó más aún. Maite acercó sus labios a su cuello y la besó.
-¿No me lo quieres decir?
-Ummm, Maite.... ¿No me lo notas?
-¿Aquí? -le dijo, presionando sobre las bragas justo sobre su clítoris
-Aggggg...sí... ahí. Justo ahí.
-Lo que no noto aquí es un coño empapado, pero quiero que me lo digas
La besó en el cuello, justo detrás de la oreja. Elena cerró los ojos. Aquella chica la iba a hacer correr allí mismo. La miró, acercó su boca a la oreja de Maite y le susurró.
-Te deseo. Y deseo comerte el coño sin parar. Sí, soy una comecoños.
-Ummmm Elena... me encantaría que me comieras.
Al decirlo, le metió los dedos por debajo de las bragas y se los pasó a lo largo de la empapada raja del coño. Estaba muy mojado. Encontró el clítoris y lo frotó con las yemas de sus dedos. Elena sintió que se iba a correr. Acercó su boca a la boca de Maite y la besó. Las dos chicas abrieron sus bocas, buscaron sus lenguas y se besaron mientras Elena estallaba en un fuerte orgasmo, que Maite sintió en sus dedos.
Era la primera vez que Elena hacía algo así, en público. Aquella chica, Maite, tenía un poderoso atractivo, una fuerza que la había cautivado hasta tal punto que en aquel oscuro rincón se estaba corriendo mientras no dejaban de besarse. Los dedos de Maite se llenaron de los jugos que Elena destilaba.
Cuando el orgasmo pasó, Maite retiró, lentamente, la mano. A pesar de la semioscuridad, Elena vio como se llevaba los dedos mojados a la boca y, mirándola, se los chupaba.
-Ummmmm, que rico sabe tu coño - le susurró al oído - Yo también soy una comecoños. También deseo comértelo todo.
Pagadas la una a la otra, sintiendo sus pechos aplastados por los de la otra, se volvieron a besar.
-¿Tienes algún sitio? - preguntó Maite.
-Sí, mi casa.
-¿Vamos?
-Uf, sí, vamos.
El taxista no dejó de mirar por el retrovisor como aquellas dos preciosas chicas se besaban. Trabajado de noche se veían muchas cosas, de todo. Pero era la primera vez que dos chicas se besaban sin tapujos de esa manera. Se le puso la polla dura. Y no dejó de decirse.
"Joder, vaya desperdicio".
Subiendo en el ascensor no dejaron de besarse. Elena atrapó entre sus manos las tetas de Maite mientras ésta le acariciaba el culo. Cogidas de la mano, entre risas, entraron en el piso de Elena.
Allí, sentado en el salón, viendo la tele, estaba Luis. Miró a las dos chicas. Parecía que Elena había tenido suerte.
-Hola. ¿Tú quién eres? - preguntó Maite, resuelta.
-Hola. Soy Luis, el compañero de piso de Elena.
-Vaya, vaya...Compañero de piso... ¿Eh?
Elena la cogió de la mano y tiró de ella hacia su cuarto. Mientras era arrastrada, Maite miraba al chico. Y Luis no le quitaba ojo a la guapa morena. Entraron en la habitación de Elena y ésta cerró la puerta.
Allí mismo, contra la puerta, se abrazaron y se besaron con pasión. Se restregaron la una a la otra. Elena metió sus manos por debajo de la faldita de Maite y le acarició el culo. La chica llevaba un tanga y sus manos acariciaron la piel desnuda.
Luis se fue a su cuarto. Si se quedaba allí seguro que las oiría y se pondría caliente como una moto. Detrás de esa puerta había dos preciosas mujeres amándose, y él, solito fuera.
A medida que se iban acercando a la cama, se fueron desnudando. Cayeron sus camisas. Después, los sujetadores. A los pies de la cama, las faldas. Y antes de caer sobre las sábanas, las bragas.
Desnudas, se acostaron.
-Déjame verte - dijo Elena, separándose de Maite.
Contempló a la mujer. Su cuerpo era precioso. Lleno de curvas, dos preciosas tetas coronadas por dos duros pezones. Su pubis rasurado excepto una fina tira de vello.
-Eres preciosa, Maite.
-Y tú, Elena. También eres preciosa.
Elena la empezó a acariciar. Empezó por el cuello, y fue bajando, lentamente. Llegó a sus tetas. Las abarcó una a una con la mano. Atrapó los pezones entre sus dedos, haciendo gemir a Maite. Mirándola a los ojos, siguió bajando, despacito, apenas rozando la piel con la yema de sus dedos, provocando que el cuerpo de la chica se estremeciera de placer.
Cuando llegó al pubis, Maite abrió sus piernas, ofreciéndose a aquellos mágicos dedos. Estaba muy excitada. Elena vio el brillo de los labios del lindo coñito.
-Estás muy mojada.
-Estoy muy cachonda.
-Me encantó la pajita que me hiciste en el pub. ¿Quieres que te haga yo una rica paja?
-Agggg....no...no.
-¿No? ¿Qué quieres?
-Que me lo comas...ya... por favor...cómeme el coño...
Elena acercó su boca a una de la orejas de Maite y le susurró.
-Ummmm, estoy loquita por lamerte y probar tu sabor... pero....no hay prisa.
El camino que había recorrido antes con los dedos, lo repitió ahora con su boca, pero más despacito, recreándose en cada paso. Se entretuvo en el cuello. Sus labios fueron de pezón en pezón, lamiendo, chupando, mordiendo. Maite con los ojos cerrados, gemía de placer y su coño se mojaba más y más. Sintió unas agradables cosquillitas cuando la lengua de Elene jugueteó con su ombligo. Cosquillitas que se transformaron en un continuo estremecimiento cuando la lengua bajó, sin despegarse de su piel, desde el ombligo hasta el pubis.
Elena se llenó de aroma a mujer de Maite. Era un olor que le gustaba, que la excitaba. Olor a hembra en celo.
-Qué bien hueles... Ummmm
-Agggg, Elena...por favor....no seas mala.... sigue.
-¿Quieres que siga?
-Siiiiiiiiiiiiiiiii.
Le dio un beso en el pubis. Otro más, más cerca de la rajita. Un tercero, casi casi al inicio. Y cuando ya Maite creía que el siguiente sería justo en la rajita de su coño, sitió el siguiente beso en la ingle derecha.
-Aggggggggg, eres mala....
-Ummmm... No soy mala.
Otro beso, en la otra ingle.
El cuerpo de Maite estaba en tensión. Elena la miró a los ojos, que estaban fuertemente cerrados. Sonrió, sacó la lengua y le dio a aquel brillante coño un lametón, comenzando en la entrada de la vagina y terminando justo sobre el clítoris. Maite se corrió en el acto, arqueando su espalda sobre la cama, con los dientes apretados. Elena recibió un chorrito de flujo sobre la cara. Abrió la boca y su lengua recogió más de aquel rico manjar.
El orgasmo de Maite fue largo e intenso. No era del tipo escandaloso. No se corría gritando de placer. Segundos después, entreabrió los ojos.
-Me tenías loquita...ya no podía más.
-¿No? Pero si apenas he empezado a comerte el coño.
-Ummmmmm
Y entonces, empezó. Se acomodó entre las piernas de Maite y su lengua recorrió todos y cada uno de los pliegues del sabroso coñito de Maite.
-Que bien sabes. Estás riquísima.
-Agggg, Elena... no me engañaste.... eres...eres una comecoños de primera.
Elena se empeñó en demostrarle lo buena que era. Le separó los labios vaginales con los dedos para descubrir el clítoris y describir círculos a su alrededor con la lengua, para después atraparlo entre sus labios y chuparlo, arrancando un nuevo orgasmo a Maite. Un nuevo orgasmo y más juguitos.
Pero no paró. Siguió besando, lamiendo, chupando. Le metió dos dedos en la vagina, y buscó la zona rugosa. La encontró y la frotó, haciendo que Maite se retorciera de placer.
-Aggggg me vas a matar... pero no pares.
-No voy a parar
A veces se lo comía rápido, con ganas, restregando su cara, impregnándose de su olor. Otras, más lento, apenas rozando. En pocos minutos de intenso placer, Maite se volvió a correr. Su propio coño estaba como el de Maite, mojado, chorreando, deseando una lengua que lo lamiese.
-¿No eras tú también una come coños? - preguntó, mimosa, Elena.
-Sí...
Sin despegar la boca del rico manjar que Maite tenía entre las piernas, Elena se fue colocando. Movió sus piernas, se puso encima de Maite y le acercó su coño a la boca. Las dos mujeres formaron un perfecto 69.
Maite le demostró a Elena que también sabía lo que era dar placer a otra mujer con la boca. En poco tiempo la hizo correr intensamente, mientras ella lamía sin cesar.
-Agggg Maite...que boquita tienes.
Compartieron varios orgasmos, hasta que terminaron agotadas de tanto placer. Elena se dio la vuelta y se acostó junto a Maite. Se abrazaron y se besaron, probando cada una en la otra el sabor de sus sexos. Sentían cada una los duros pezones de la otra clavados en sus tetas. Se acariciaban el cabello.
-Uf, Elena... eres fantástica. Ni sé las veces que me he corrido.
-Ummmm, y tú.
-¿Sabes? Desde que entré en el pub me fijé en ti. En cómo rechazabas a todos. En como mirabas a las chicas.
-¿Tanto se me nota?
-Para quien sabe mirar, sí.
Estuvieron unos minutos sin hablar, solo acariciándose. Maite fue la primera en hablar.
-Tu amigo está bueno.
-¿Quién? ¿Luis?
-Sí. ¿Qué tal folla?
-Pues no lo sé. Algunos de sus ligues gritan bastante. Jajaja.
-¿No te lo has tirado?
-Claro que no. Sólo somos amigos
Elena recordó la paja que le hizo a Luis, pero no le dijo nada a Maite.
-Si yo tuviese a un guapo mozo de compañero de piso....Uf.
-¿Eres bi? - preguntó Elena.
-Sí. ambidiestra. Me gusta la carne y el pescado. Aunque prefiero el pescado, no le hago ascos a un buen chuletón! jajajaja
-Jajaja
-¿Tú no?
-No. Yo soy sólo de pescado.
-Dicen que el mar está lleno de peces. Pero el campo lleno de... toros.
-Jajajaja, sí.
-Así que nunca te han... corneado.
-Nop.
-Jeje, tú te lo pierdes. ¿Y Luis no te acosa?
-Claro que no. Si lo hiciese no podría vivir con él. Es mi mejor amigo. Me respeta.
-Vaya. Es extraño en un hombre.
-¿Es que tú no tienes amigos?
-Claro que sí. Pero no vivo con ellos. Y más de uno me ha echado un buen polvo.
-Pues mi Luis no. Es un tipo maravilloso. ¿Sabes lo que me dice siempre para chincharme?
-¿Qué te dice?
-Me dice: Vaya desperdicio.
-Jajajaja. ¿Ves? Te quiere follar.
-Que no.
-Que sí. Es un hombre. Y tú una mujer. Muy guapa, por cierto.
-¿Sí? ¿Te parezco guapa?
-Preciosa.
Se miraron. Se besaron. Se acariciaron. Gimieron y volvieron a hacer el amor. Ahora, más suave, más tierno, sin prisas. Hasta que les venció el sueño y se durmieron abrazadas.
+++++
La luz de la mañana que entraba por la ventana despertó a Maite. A su lado seguía durmiendo Elena. Se levantó con cuidado y desnuda como estaba, salió de la habitación. Se estaba orinando. Encontró sin problemas el baño.
Luis se despertó, con ganas de orinar. Medio adormilado, se levantó y se dirigió al baño. Vio la puerta de Elena cerrada. Se imaginó que aquella linda morena que Elena se había traído se habría ido ya, y cuando abrió la puerta del baño y se la encontró sentada en la taza de wáter orinando, se quedó petrificado. Estaba desnuda y más buena que el pan.
-Hola Luis - dijo la chica, sonriendo y sin hacer el ademán de taparse.
-Ho...hola.
-¿Tienes pis?
-Sí.
-Un segundo, que ya termino.
Luis se quedó quieto, mirando como la chica cogía papel higiénico, se lo pasaba entre las piernas y se levantaba.
-Bien, todo tuyo. Oye. ¿Te levantas siempre así o es que te alegras de verme?
-¿Eh?
Luis bajó la mirada. Tenía la polla dura y formaba un gran bulto en su holgado pijama. No llevaba calzoncillos.
-¿Podrás orinar así? Jajaja.
Mirándole a los ojos, y cimbreándose sensualmente, Maite se acercó al asombrado Luis, que seguía sin moverse en la puerta del baño. Cuando estuvo junto a él, miró descaradamente hacia la polla, y después con una sonrisa, hacia sus ojos.
-Ummm, parece que escondes algo interesante ahí debajo.
Maite siguió su camino hacia el cuarto de Elena. Luis la miró. El culito era precioso, y se mecía sensualmente.
-¿Cómo te llamas?
-Maite.
Ella desapareció tras la puerta. A Luis le costó bastante hacer pis con la polla tan dura. Cuando terminó, se fue a la cocina a desayunar antes de volver a su cuarto a estudiar.
Maite tenía los pezones duros y el coño se le empezaba a mojar. Aquel chico estaba bastante bien. Se metió en la cama y se abrazó, por la espalda, a la durmiente Elena.
Le empezó a dar besitos en el cuello. Llevó una de sus manos a las tetas de la chica y empezó a acariciarla. Enseguida, Elena se despertó.
-Ummm, buenos días, Maite
-Buenos días, Elena. Estoy caliente.
Elena se dio la vuelta y Maite la besó. Sintió como le acariciaba las tetas, y poco a poco se empezó a excitar también. Cada una llevó su mano hasta el coño de la otra y se masturbaron mutuamente, gimiendo la una en la boca de la otra.
Esta vez fue Maite la que se movió, la que llevó su boca hasta el coñito de Elena y le puso el suyo al alcance de la suya. Se lamieron y chuparon la una a la otra. Maite no tardó en correrse intensamente contra la experta boca de Elena, que la siguió al poco. Después se besaron tiernamente.
-¿Sabes una cosa? - dijo Maite.
-Dime
-Antes fue a hacer pis y cuando estaba orinando entró Luis. Estaba desnuda. Jajaja. Puso una carita...
-Jajajaja. Ya me lo imagino.
-Y se le puso la polla dura.
-Jajajaja. No me extraña. Estás muy buena.
-Parece que tiene una buena polla.
-Jeje, yo no entiendo mucho de pollas, pero la de él parece grandota.
-¿Eh? ¿No dijiste que no te has acostado con él? ¿Cómo lo sabes?
-Pues... - pensó con rapidez - una vez se la vi.
-¿Cómo que se la viste?
-Entré en su habitación sin llamar y estaba desnudo.
-Con la polla tiesa
-Sí.
-Jajajaja. ¿Qué cara puso?
-Se dio la vuelta. Creo que pasé más vergüenza yo que él.
-Seguro que se iba a hacer una paja.
-Puede ser.
Maite seguía caliente. Pensaba el Luis, ese guapo chico, y en su prometedora polla.
-Oye, Elena. ¿Te importa si voy a ver a Luis?
-¿A verlo?
-Sí, ya sabes. Me está apeteciendo un poco de... carne.
-¿Te lo vas a follar?
-Jeje, si él quiere, sí.
-Jajaja, pues claro que querrá. Ve, claro que no me importa.
-¿Vienes?
-¿Yoooooooooooo? Quita, quita. Por supuesto que no.
-Tú te lo pierdes. Chao.
Desnuda, como estaba, salió de la habitación y se acercó a la cerrada puerta de Luis. Tocó
-¿Sí?
Maite abrió la puerta sólo un poquito, lo justo para poder asomar la cabeza.
-Hola Luis. Me siento un poco mal.
-¿Mal? ¿Por qué?
-Porque antes por mi culpa se te hinchó una cosita.
La cosita se empezó otra vez a hinchar.
-¿Hay algo que yo pueda hacer? - dijo Maite, abriendo del todo la puerta para que la viera desnuda.
Los ojos del sorprendido Luis se abrieron como platos. Se quedó sin mover un sólo músculo mientras ella, lentamente, se acercó a él. Cuando Maite miró entre sus piernas, la erección había vuelto.
-Ummm, pobrecito. Aún te dura la hinchazón. ¿Me dejas hacerle mimitos?
-S...sí.
-Gracias.
La silla de Luis era giratoria. Maite la giró un poco, y se arrodilló entre las piernas de Luis. Él abrió, instintivamente, las piernas. Se quedó, casi sin respirar, mirando como aquella desnuda chica ponía sus manos sobre sus rodillas y lentamente las empezaba a subir por sus muslos, hasta que las dos confluyeron sobre su polla.
-Ummmm, pero que cosa más dura tenemos aquí. ¿Qué es?
-Uf...No sé. ¿Por qué no lo sacas y lo miras?
-Vale. A ver a ver....
Tiró del pantalón, exponiendo la dura polla.
-Ummm, mira lo que escondías, pillín. Una linda polla.
Maite le dio un beso en una rodilla. Otro beso en la rodilla vecina. Un beso a medio muslo. Otro para su compañero. La polla de Luis daba saltitos sola, llena de excitación. La boca llegó a la polla y le dio un beso justo en la mitad.
-Buenos días, pollita. Siento haberte puesto dura. Déjame calmarte un poco.
Sin tocarla con las manos, usando sólo la boca, Maite empezó una soberbia mamada, que hizo que Luis se agarrara con fuerza a los apoyabrazos de su silla mientras miraba como Maite subía y bajaba su cabeza a los largo de su polla. Aquella chica era una experta.
-Aggggggg, Maite....baja boquita que tienes
-Eso mismo me dijo Elena.
Luis se quedó varios minutos disfrutando de la experta boca de Maite, que lo estaba llevando sin remedio hacia un poderoso orgasmo. Pero Maite no deseaba eso. Cuando notó que el chico se iba a correr de un momento a otro, dejó de chupar.
-¿Tienes condones? - le preguntó a Luis.
Siempre tenía condones a mano. Metió una mano en el cajón y sacó uno. Se lo dio a Maite, que lo abrió, lo sacó y lo desenrolló sobre la polla. Luego, se levantó y lo llevó a la cama. Antes de acostarse, se besaron con pasión. Las manos de Luis apretándole el culito, para restregarle la polla por la barriga.
-¿Notas el sabor? Mi boca sabe al coño de Elena.
-Joder - dijo Luis, volviendo a besarla.
La tiró sobre la cama. Maite abrió sus piernas, en una clara invitación que Luis aceptó. Se subió sobre ella, acercó la polla a aquel abierto coño y se le empezó a meter, despacito pero sin parar hasta que sus pelvis chocaron.
-Ummmmm, como la siento... fóllame...fóllame.
Entrelazaron sus manos. Luis empezó a follarse a aquella caliente mujer. Con movimientos suaves al principio, pero que poco a poco se fueron intensificando, haciendo que los dos gimieran de placer.
Ninguno de los dos vio como, desde la puerta, Elena asomaba la cabeza. Observó como Luis, entre las piernas de Maite, subía y bajaba. Vio como se besaban, como gozaban. Pero enseguida se dio la vuelta y se fue a la cocina. Tenía hambre.
En la cama, Luis y Maite se revolcaban. Ella se quedó encima, sin que en ningún momento la dura polla abandonara su cálido nido. Lo cabalgó, sin descanso, mientras Luis le acariciaba las tetas.
-Agggg, sí, sí... que polla Luis...como la siento dentro de mí.
Luis seguía asombrado. Esa chica no sólo era guapa. Era ardiente, caliente, directa. Le pellizcó los pezones y ella sólo gimió.
No iba a aguantar mucho aquello. Ella seguía subiendo y bajando sobre su polla. Sentía su apretadito coño abrazarle la dura estaca. Tenía que aguantar. No podía quedar mal. No podía correrse antes que ella.
Maite también estaba próxima al orgasmo. Dejó de subir y bajar. Se quedó con toda la polla enterrada dentro y empezó a frotarse, a moverse adelante y atrás, haciendo que su clítoris se rozara con la base de la polla. Y así, estalló. Levantó la cabeza, se tensó y su coño empezó a tener espasmos. Luis, al ver como ella empezaba a correrse, dejó de retenerse y dejó ir.
Cuando el orgasmo de Maite acababa, sintió claramente el repentino calor del semen del muchacho. Abrió los ojos y le miró. Luis, con los ojos cerrados se corría intensamente dentro de ella, llenando el preservativo con varios chorros de espeso semen. Maite se dejó caer sobre él y le se besaron. Enseguida se acostó a su lado y él se quitó el condón.
-Bueno, creo que te he compensado por ponerte dura la cosita, ¿No?
-De sobra.
-Me muero de hambre. ¿Desayunamos?
-Yo ya lo hice.
-Vale. Voy a ver si Elena me invita a desayunar.
Le dio un último beso en la boca y salió corriendo por la puerta. Luis, acostado en su cama, aún no se creía lo que había pasado. Pero había sido fantástico.
Maite, al ver que Elena no estaba en la cama, la buscó y la encontró en la cocina, tomándose unas tostadas.
-Ummm, yo también me muero de hambre. ¿Me invitas?
-Claro. Sírvete tu misma. Hay pan de molde, embutidos, mermelada.
Elena se había puesto el pijama. Maite seguía desnuda. Cuando puso un par de rebanadas de pan en la tostadora, le preguntó.
-¿Qué tal con Luis?
-Ummm, muy bien. La cosa fue rápida, porque yo estaba que ardía. Pero bien. Tenías razón. Tiene una buena polla. Jajaja. Deberías probarla.
- Y dale. ¿Por qué todos quieren que me meta una polla?
-Mujer, era sólo un decir. ¿Eres virgen?
-¿Cómo virgen?
-Coño, ya sabes. Me refiero a que tienes el himen roto o no.
-Pareces tontita, Maite. Que no me acueste con hombres no quiere decir que no me guste sentir cosas dentro. Tengo juguetitos, pero los uso yo misma o dejo que otra mujer los use.
-jajajaja. Pues una polla es como un juguetito de esos. Pero caliente.
-Sí, igualito. Pero la polla tiene un hombre pegado.
-Jajajajaja sí, eso sí.
-Alguna vez lo he hecho con uno de esos consoladores tipo arnés, que se atan a la cintura.
-¿Sí? ¿Poniéndotelo tú o la otra?
-Ambos. Ummmm, es rico. Me encanta que me follen así, mientras me besan. Pero una mujer. Siento sus tetas contra las mías. Me excita. Con un hombre no sería lo mismo. No me excitan los hombres, ¡Qué le vamos a hacer!
-Pues vaya desperdicio - dijo Luis desde la puerta de la cocina.
-Jajajaja., ¡A que sí! - dijo Maite.
-Capullo - dijo Elena, a punto de tirarle la tarrina de margarina. - ¿No estabas estudiando?
-Sip, pero me apetece un cafelito - dijo, mirando el desnudo cuerpo de Maite.
-Sí, sí, un cafelito. Tú lo que quieres es mirarle el culo a Maite.
-Precioso culo - respondió Luis.
-¿Tú crees? - dijo Maite, girándose e intentando vérselo.
Los tres rieron.
-Me siento rara, desnudo y vosotros en pijama. Ahora vuelvo.
Maite salió corriendo. Luis y Elene se miraron.
-Vaya chica, ¿Eh? - dijo Luis.
-Sí, un volcán.
-¿Cómo la conociste?
-Anoche, en el pub. Un tipo me molestaba y ella lo echó. A partir de ahí fue todo.... rápido. Me atrajo enseguida.
-Coño, pues no veas como me quedé yo cuando esta mañana me la encontré orinando.
-Jajaja, sí, me lo dijo. Y que la polla se te puso dura.
-Como para no ponérseme.
-Me pidió permiso para acostarse contigo.
-¿Te pidió permiso?
-Sí.
-Coño. ¿Se lo diste?
-Te la follaste, ¿No?
-Bueno, más bien me folló ella a mí.
-¿Quién te folló a ti? -Preguntó Maite, entrando en la cocina ya vestida.
-Tú - dijo Luis.
-¿Yooooooooooooooo? ¿Por quién me has tomado? No me follo al primero que pasa.
Maite los miró a los dos y rompió en una sonora carcajada. Los otros dos se contagiaron.
Las dos chicas terminaron de desayunar mientras Luis se tomaba un café. Empezaron a hablar y se fueron conociendo. Maite también seguía estudiando, como ellos. Al rato, Luis se volvió a su cuarto a estudiar. Las chicas fueron al salón.
-Bueno, guapa. Me voy a casa. Quiero cambiarme de ropa y estudiar un poco también.
Se despidieron con un tierno beso.
-¿Nos volveremos a ver? - preguntó Elena
-Aunque no lo creas, no soy tan loca como parezco. Lo que le dije a Luis es verdad. No me voy a la cama con el primero que aparece. Pero desde que te vi supe que tenía que estar contigo. Lo de Luis ha sido una sorpresa. Una agradable sorpresa. Por supuesto que nos volveremos a ver.
-Me gustas, Maite.
-Y tú a mí, Elena. Voy a despedirme de Luis.
Intercambiaron sus teléfonos y al cuarto del chico. Tocó a la puerta y entró.
-Bueno, guapo. Me voy ya.
Él se levantó y se acercó a la chica.
-¿Quedamos para otro día? - le preguntó Luis
-Ummmm, no sé. Ya veremos
Maite le dio un beso en la boca, lleno de posibilidades y se marchó. Enrique siguió estudiando.
Ese medio día, durante el almuerzo, hablaron de Maite.
-Elena... espero que no te moleste. Pero le pedí salir a Maite.
-¿Qué te dijo?
-Bueno, ni que sí ni que no.
-No me molesta.
-¿Seguro? Tú la viste primero, jeje.
-Que no, tonto.
Un poco si le molestaba. Pero tanto Luis como Maite eran libres de hacer lo que quisieran. Al fin y al cabo sólo la había visto una vez. No había compromiso alguno. Sólo una gran atracción.
+++++
El jueves por la noche, Elena y Luis estaban viendo la tele. Habían hecho un alto en el estudio para despejarse un rato viendo una película. Sonó el teléfono de Elena.
-¿Sí?
-Hola guapa
-Maite. Hola, ¿Cómo estás?
Luis 'extendió las antenas'.
-Muy bien. Cansada de estudiar. Y con ganas de verte.
-Y yo. He pensado mucho en ti.
-¿Sí? ¿Y qué has pensado?
-Cositas.
-Jajaja. Yo también he pensado en ti. ¿Salimos mañana? Necesito despejarme un rato.
-Y yo. Vale. Salgamos.
-Perfecto. Te paso a buscar sobre las 10 a tu casa. Tomamos algo por ahí y nos vamos de copas y a bailar un poco.
-Vale. Hasta mañana.
Elena colgó.
-Era Maite - dijo
-¿Saldréis mañana?
-Sí
-Ah, bien.
No dijeron nada más. Luis se dijo que estaba claro que Maite prefería a Elena. Pensó en salir él también a ver si ligaba, pero decidió que no. Ya habría tiempo de salir cuando terminaran los malditos exámenes.
Al día siguiente, sobre las 10 de la noche, mientras Elena se arreglaba en el baño, sonó el timbre.
-Luis, ¿Puedes abrir la puerta?
-Vooooy.
Sabía que tenía que ser Maite. Abrió y allí estaba. Guapísima.
-Hola Maite. ¿Qué tal?
-Muy bien - dijo, entrando.
-Elena se está terminando de arreglar. Enseguida sale.
Luis cerró la puerta y cuando se dio la vuelta, Maite de dio un beso la boca.
-¿Y tú no te vistes? No pensarás salir así.
-No voy a salir.
-¿Cómo que no? Nos vamos los tres a pasarlo bien.
-¿Los tres?
-Claro.
A Luis se le iluminó el rostro. Salir con Maite sería maravilloso. Y con Elena. Pero no quería que su amiga se molestase.
-Por mí, encantado. ¿Pero que dice Elena?
-Pues no sé. A ver.
Resuelta, se dirigió al baño. Elena se estaba maquillando los ojos.
-Hola guapa.
-Maite. Hola
Pegaron sus cuerpos. Se besaron con pasión.
-Le he dicho a Luis que venga con nosotras. ¿No te importa verdad? Me gusta.
Elena dudó unos instantes.
-¿Qué dijo él? - preguntó.
-Qué depende de ti. Si no estás de acuerdo, no vendrá. Pero di que sí, di que sí.
Maite la miró con sus lindos ojos, parpadeando. No podía decirle que no. Además, no era la primera vez que salía con Luis. Era su amigo.
-Claro que puede venir.
-Chachi.
Le dio otro beso y dejó que terminara de arreglase. Volvió al salón.
-Todo arreglado. A vestirse.
-Jeje, volando.
Luis se vistió en un periquete. No tenía que embadurnase la cara con potingues. Sólo necesitaba una afeitado rápido, un poco de perfume y listo. Cuando entró al baño, Elena terminaba de retocarse los labios.
-¿Seguro que no te importa que las acompañe?
-Ay, que tontito eres. Claro que no. Además, nos servirás de espanta moscones. Jajajaja
Compartieron el espejo mientras Luis usaba la maquilla eléctrica. Después, salieron al salón, en dónde estaba esperándolos Maite.
-Vaya, estáis muy guapos los dos. ¿Nos vamos?
Maite se puso en medio de los dos, les pasó a cada uno un brazo por la cintura y se marcharon. Luis tenía coche y las llevó a comer algo antes de irse de copas.
Mientras cenaban, entre risas y bromas, Luis miraba a las dos preciosa chicas. Estaba encantado de estar con las dos. Maite se había sentado en medio de los dos.
Sobre las 12 de la noche, salieron a la calle. Maite, siempre en medio.
-Bueno, ahora a tomarnos unas copichuelas y a menear el esqueleto. ¿Dónde vamos? - dijo Maite.
-Aún es temprano y todo estará vacío - indicó Luis.
-¿Vacío? ¿Es que no tienes suficiente con este par de pibones y necesitas más gente? - respondió Maite.
-Más que suficiente.
-Pues Ah. Vamos, conozco un sitio tranquilito.
Los llevó a un pequeño local, con ambiente tranquilo y buena música. Como dijo Luis, aún había poca gente, pero entraron. Se sentaron en unos cómodos sillones circulares en un tranquilo rincón y pidieron las primeras copas.
Hablaban entre los tres, muy animados. Se reían de las ocurrencias de Luis. Maite, siempre en medio.
A esa primera copa le siguieron una segunda y una tercera. Se encontraban muy a gusto los tres. Poco a poco, el local se fue llenando.
Luis giró la cabeza para mirar a la gente que entraba, los que bailaban. Cuando volvió a mirar a las chicas, las dos se estaban besando. Maite tenía una mano en la cara de Elena y la besaba con pasión. Luis se quedó mirando.
Cuando se separaron, las chicas se miraban a los ojos. Se sonreían. Maite miró a Luis. Vio su carita de perrito abandonado.
-Ummm, pobrecito. Para ti también hay.
Como hiciera con Elena, le puso la mano en la cara de Luis y acercó su boca a la de él. Lo besó, abriendo la boca. Ahora, la que miraba, era Elena, que vio como Maite le ponía la otra mano sobre el muslo de Luis, muy cerca de su entrepierna.
Se separó de él. Cogió a Elena de una mano y tiró de ella.
-Vamos a bailar preciosa. Y tú Luis, reserva el próximo baile.
Cogidas de la mano, las dos mujeres fueron a la pequeña pista y empezaron a bailar, sensualmente. Mirándose a los ojos, deseándose. La música era lenta e invitaba al acercamiento, al roce, que ninguna de las dos rehuyó. Luis, dándole un sorbito a su copa, observó cómo Maite rodeaba la cintura de Elena con un brazo y como le ponía una de sus piernas entre las piernas de Elena. Las dos se movían tan sensualmente... Era como si hicieran el amor sobre la pista. No podía apartar los ojos de ellas.
La polla le latía entre los pantalones. Y más cuando Maite bajó la mano con la que sujetaba a Elena hasta su culo y la besó en el cuello. Elena cerró los ojos.
El resto de la gente iba a lo suyo. Bailar, hablar, reír. Pocos se fijaban en el erótico espectáculo que las dos bellas mujeres estaban dando.
La canción terminó y cogidas de la mano, volvieron a la mesa. Elena se sentó y Maite le tendió la mano a Luis. Lo sacó a la pista. La nueva canción también era lenta. Ella le pasó los brazos por el cuello y él la cogió por la cintura. En cuanto se pegaron, Maite notó la dureza de la polla. Sonrió.
-Ummmm, veo que ya estás contento.
-Veros bailar ha sido lo más erótico que he visto.
-¿Sí? Me Encanta bailar así. Con gente que me gusta. Me pone... cachonda.
-Uf, y mí.
-Jajaja
Maite le acarició la nuca con los dedos. Acercó su boca y le besó. Se restregó contra la dura polla. Él llevó sus manos al culito de la joven y lo acarició, atrayéndola hacia él.
Elena, desde la mesa, los miraba. Bailar con Maite la había excitado. Sentía los pezones duros, el coño húmedo. La deseaba.
Maite y Luis volvieron a la mesa. Maite se acercó a Elena y le susurró.
-A Luis se le puso la polla dura al vernos bailar - y la besó en el cuello, haciéndola estremecer
Llevó una de las manos hacia el muslo de Elena. La acarició y fue subiendo lentamente, metiéndola por debajo de la falda.
-¿Y a ti? ¿Te puso cachonda bailar conmigo, Elena?
-Ummm, mucho...estoy toda mojada.
-A ver...
La mano se metió más dentro, llegando a la entrepierna. Elena abrió separó los muslo, dejándose acariciar. Sintió los dedos recorrer sus bragas.
-Ummmm, sí que estás mojadita.
-¿Y tú? ¿Cómo estás tú? - preguntó Elena.
-Compruébalo.
Luis no se podía creer lo que estaba viendo. Aquellas dos preciosidades acariciándose. Al amparo de la semioscuridad y la situación de la mesa, que ocultaba lo que pasaba al resto de la gente, las dos chicas se acariciaban la una a otra. Con los ojos cerrados, gemían y sus bocas ahogaban esos gemidos.
-Tú también estás mojadita, Maite.
Maite se separó de Elena y se giró hacia Luis. Se acercó y le besó. Le puso la mano sobre la polla y se la apretó.
-Elena también esta cachonda, como tú. Si vieras como tiene el coñito. Ummmm, mojadito, como el mío. ¿Quieres oler el coñito de Elena?
Sin esperar la respuesta, llevó la mano que con que había acariciado a Elena hasta su nariz. Luis aspiró.
-Que rico huele.
Miró un segundo hacia Elena. Ellos los miraba.
-El mío también huele rico. Huélelo.
Como hiciera Elena, Luis llevó su mano por debajo de la falda de Maite y le acarició el coño. Se atrevió incluso a apartar la braguita y pasarle los dedos por la húmeda raja. Maite se tensó y se dejó.
Mirando fijamente a los ojos de Elena, Luis se llevó los mojados dedos a la nariz y aspiró el aroma de la chica que le estaba apretando la polla sobre el pantalón.
-Uf, cómo estoy. Será mejor que nos vayamos o vamos a dar el espectáculo - dijo Maite.
Luis fue a pagar las consumiciones. Maite se acercó a Elena, nuevamente.
-Qué ganas tengo de lamerte de arriba a abajo.
-¿Y él? - preguntó Elena.
-¿Qué pasa con él?
-¿También lo harás con él?
-Sí. Os deseo a los dos.
Elena se resignó a compartirla con Luis. Él volvió. Maite cogió a cada uno por la cintura y salieron del local, dirigiéndose al coche. Se giraba hacia la derecha y se morreaba con Luis. Se giraba hacia la izquierda se morreaba con Elena.
Cuando llegaron al coche, las chicas se subieron detrás mientras Luis conducía. Por el espejo retrovisor veía como se besaban. Las manos de Elena abarcaban las tetas de Maite, que le lamía y chupaba el lóbulo de una de sus orejas.
Cuando Elena empezó a gemir, Luis supuso que Maite le estaba acariciando el coño, pero o podía verlo.
-Será mejor que mires hacia adelante, Luis, no nos vayamos a dar un tortazo - dijo Maite.
Elena empezó a gemir más fuerte. Luis no pudo evitar mirar, atendiendo también a la calle. A esas horas no había mucho tráfico y no iba deprisa. Vio como su amiga se ponía tensa, enterraba su cara contra las tetas de Maite y su cuerpo tenía espasmos. Luis estaba mirando, por primera vez, como Elena se corría. Le pareció hermoso.
Después, ellas se besaron con ternura, hasta que fue Maite la que empezó a gemir, y al poco, también se corrió. Pero lo hizo mirando a Luis a través del espejo, con los ojos entornados de placer.
Sin tener ningún accidente, llegaron a su casa. Luis aparcó y los tres se bajaron. Entraron en el edificio y en el ascensor volvieron los abrazos, los besos. Mientras las bocas de las chicas estaban pegadas, Luis se atrevió a besar el cuello de Maite. Como respuesta, la chica llevó una mano hasta su polla y la acarició sobre el pantalón.
Cuando el ascensor se paró, Maite estaba siendo besada, a la vez, por Elena y Luis. Cuando Luis besaba su boca, Elena besaba su cuello. Y cuando era Elena la que besaba sus labios, Luis bajaba hasta el cuello.
Salieron y los tres pegados, entraron al piso.
Luis se separó. Ellas siguieron pegadas. Ahora se irían a la cama de Elena. Lo harían entra ellas y él tendría que esperar a que Maite viniese a buscarlo. Era lo justo. Elena la conoció primero.
Elena se moría de deseo. Cogió de la mano a Maite para arrastrarla a su cama.
-Vamos.... te deseo...te deseo... no puedo más.
Maite miró al desconsolado Luis.
-¿Es cierto que a los hombres os gusta mirar como dos mujeres lo hacen?
-Uf, ya lo creo.
Maite cogió a Elena por las mejillas, con ambas manos. La besó con pasión.
-¿Le dejamos mirar? - le preguntó a Elena.
-Yo...no sé.
-Venga...me gusta que me miren. Me pone muy cachonda. Él no te tocará. Olvídate de que nos mira.
Elena miró hacia Luis. Él parecía pedirle que dijese que sí con los ojos.
-Está bien.
Besándose, entraron al dormitorio. Luis las siguió y se sentó en la silla de estudios.
Entre besos y caricias, las chicas se desnudaron la una a la otra. Por fin Luis vía el cuerpo desnudo de Elena.
-A que es preciosa - le preguntó Maite acariciándole las tetas.
-Es muy hermosa. Las dos lo sois.
-Vas a romper los pantalones. ¿Por qué no te los quitas?
Luis se los quitó al tiempo que Elena y Maite caían sobre la cama. Se llevó una mano hasta la babeante polla y se empezó a hacer una lenta paja mientras en la cama, con las bocas pegadas, restregándose las tetas entre ellas, Elena y Maite abrían sus piernas y buscaban cada una el coño de la otra.
Luis, maravillado, miró aquellos dos preciosos coñitos. Mojados, brillantes. Maite le miró un segundo.
-No se te ocurra correrte. Resérvate para mí.
-Uf, no sé si aguantaré. Veros es tan excitante.
-Jeje, pues acabamos de empezar, guapo.
De vez en cuando Luis tenía que parar, que soltar su polla o reventaría en una explosión de leche. Como gemía Elena mientras Maite le comía el coño era demasiado como para no correrse en el acto. Como arqueó su querida amiga la espalda sobre la cama cuando se corrió contra la experta boca de Maite.
Y después, como Elena hizo correr a Maite de la misma manera, acostada boca abajo entre sus piernas mientras, boca arriba y con las piernas abiertas. Maite gozaba de la íntima caricia.
Cuando terminaron los espasmos del orgasmo, Maite le dijo algo a Elena que Luis no escuchó, pero si vio como Elena se levantó y acercó su coño al coño de Maite. Entrelazaron sus piernas y empezaron a frotarse el coño contra el coño de la otra. Era un placer suave, que la llevó poco a poco hacia otro intenso orgasmo, que mezcló los jugos de ambas mujeres.
Luis no pudo tocarse durante todo ese tiempo. Hubiese sido tocarse y correrse en el acto.
Agotadas por el placer, Elena y Maite se abrazaron y se besaron, ahora con ternura.
-Ahora quiero que me folle él. Y quiero que te quedes a mi lado. ¿Lo harás verdad?
-Sí, me quedaré contigo.
-Pídeselo tú. Pídele que me folle.
Elena miró a Maite. Si alguien le decía que esto pasaría, lo habría tomado por loco. Pero esos ojos... No podía decirle que no. Miró hacia Luis. Lo vio sentado, mirándolas, con su polla dura apuntando al techo.
-Luis....fóllate a Maite.
-Dile que me clave su polla - dijo Maite, bajito.
-Clávale la polla hasta el fondo de su coño.
La polla de Luis dio un respingo. Aquello no se lo esperaba. Maite se abrió de piernas, ofreciéndose. Él se levantó.
-Un segundo, voy a por un condón.
-No...No...Fóllame ya Luis...lo necesito...fóllame
Sin preliminares. Sin besos previos. Luis se subió a la cama, se puso entre las piernas de Maite, apuntó su polla y se la clavó de un solo golpe hasta el fondo del coño y empezó una profunda follada.
-Aggggggggggggggg siiiiiiiiiiiii
Elena, medio sentada en la cama, pudo ver como la polla entraba y salía del coño de Maite, brillante de jugos. Los ojos de Luis iban de Maite a Elena. Ellos se miraban de vez en cuando.
-Ummm, así, así, no dejes de follarme...cómo siento tu polla dentro de mí...Elena...bésame...bésame
Mientras Luis se la follaba, Elena llevó su boca hasta la de Maite y se besaron. Buscaron sus lenguas. Los gemidos de Maite eran sofocados por la boca de Elena. Gemidos provocados por la polla de Luis. Provocados por un hombre.
Él quiso participar de aquel beso. Sin dejar de entrar y salir, acercó también su boca y besó la mejilla de Maite. Ella giró un poco la cabeza para que la besara en la boca.
Elena no se movió. A los pocos segundos, Maite giró la cabeza y las chicas volvieron a besarse. Un nuevo giro y le lengua de Elena fue sustituida por la de Luis.
Cada vez estaban más cerca. Los labios de Luis y Elena empezaron a rozase. Poco después, sus lenguas se tocaron.
Finalmente, aquello se convirtió en un beso a tres bocas. Las lenguas se entrelazaban entre sí.
Maite estiró el cuello, rota por el placer. Durante unos segundos, las bocas de Elena y Luis continuaron pegadas, hasta que ella se separó. Él le sonrió.
-Aggg, me corro...me corrooooooo - gritó Maite
Se quedó sin aire, totalmente quieta, crispada. Sólo se movía su coño, presa de placenteros espasmos. El intenso placer se acrecentaba gracias a la dura polla que no dejó de martillearla.
Todo hombre tiene un límite. Y Luis lo sobrepasó. Con el último hálito de lucidez antes del éxtasis del orgasmo, salió de Maite. Su polla empezó a lanzar enormes chorros de blanco y espeso semen que caían sobre el cuerpo de Maite. algunos chorros llegaron hasta sus preciosas tetas.
Maite seguía arqueada, aún atravesada por el placer. La única totalmente lúcida ere Elena, que miraba los cuerpos de sus dos amigos estallando de placer.
Luis cayó, boca arriba, a la derecha de Maite. Elena estaba a la izquierda. El pecho de Luis subía y bajaba, como el de Maite. Se miraron, acercaron sus bocas y se besaron. Maite miró hacia el otro lado y besó a Elena.
Ninguno habló. Se quedaron largo rato así. Luis apoyó su cabeza en el hombro de Maite. Ella le acarició el cabello. Elena apoyó la suya en el otro hombre. Su cabello también fue acariciado.
Poco después, los tres dormían
+++++
Elena abrió los ojos. Ya era de día. Oyó gemidos. Se dio la vuelta.
Luis estaba acostado boca arriba. Boca abajo, entre sus piernas, Maite le chupaba la polla. Su cabeza subía y bajaba a lo largo de la dura estaca. Maite se dio cuenta de que Elena los miraba. Se sacó la polla de la boca.
-Buenos días, preciosa.
-Buenos días.
Luis también miró hacia Elena.
-Hola Elena.
-Buenos días, Luis
Maite recomenzó la mamada. Elena se puso cómoda y se quedó mirando. Era la primera mamada en vivo que veía. Entonces, Maite se sacó otra vez la polla de la boca y le dijo a Elena.
-Eres una mentirosilla.
-¿Yo? ¿Por qué dices eso?
-No me contaste la verdad sobre tú y Luis. Me dijo que le hiciste una paja.
-Capullo - dijo Elena dándole un codazo a Luis en las costillas.
-Ey!
-Sólo fue por curiosidad. Y sólo una vez - dijo Elena en un intento de disculpa.
-Hazle una ahora, mientras yo se la chupo. Haz que se corra en mi boca.
Elena miró a Luis. Sabía que él lo deseaba. Era leal. No había vuelto a sacar el tema desde aquel día. Hasta que se fue de la lengua con Maite. La noche anterior había presenciado como se la follaba. Habían llegado incluso a besarse.
-Pliiiis... -imploró Luis.
Elena se incorporó y se quedó sentada al lado de las caderas de Luis. Éste se apoyó en los codos para poder verlo todo bien. El corazón le latía con fuerza mirando como la mano de su querida Elena se acercaba a su polla. La agarró con delicadeza y empezó a hacerle una lenta paja. La punta de polla estaba dentro de la boca de Maite, que la lamía con lengua.
-Agggg, dios...que gusto... esto es...
Elena miraba la boca de Maite. Maite la miraba a ella. Las dos oían los gemidos del afortunado Luis.
-Más...rápido...joder...más...que...me voy a correr....aggg
Elena movió su mano más rápido arriba y abajo a lo largo de la polla. Y lo sintió. Recordó aquella primera paja que le había hecho. Como después del espasmo salió el primer chorro de semen disparado. Ahora, tras ese primer espasmo, no salió nada de semen. Todo cayó dentro de la boca de Maite.
Ese primero y todos los demás. Luis, tenso, tenía espasmo tras espasmo, y tras cada uno de ellos, un chorro de leche se estrellaba contra el paladar o la lengua de Maite. Ella, cuando sintió la boca llena, se tragó lo que tenía dentro para hacer sitio para los que vinieron después.
Dejó de salir leche, pero la polla tuvo un par de espasmos más. Hasta que el cuerpo de Luis perdió su rigidez. Maite se tragó el resto del semen antes de sacarse la polla de la boca y darle un sonoro beso en la punta.
-Ummm, nada mejor que un buen trago de leche para empezar el día. Jajaja. Pero me he quedado con hambre. Luis, ¿Por qué no vas a la cocina a prepara el desayuno para los tres mientras yo... le doy los buenos día a Elena?
-Claro. Yo también me muero de hambre
Se levantó, y desnudo como estaba, y fue a su cuarto a por un pijama. Cuando salía por la puerta, miró atrás. Elena y Maite estaban abrazadas y se besaban.
Los buenos días consistieron en un placentero 69 que hizo que las dos mujeres se regalasen la una a la otra un riquísimo orgasmo.
Cuando regresó, con el pijama puesto y se dirigió a la cocina, del cuarto de Elena le llegaron los gemidos de las dos chicas.
-¿Vamos a desayunar? - preguntó Maite, con los alrededores de la boca brillantes de los jugos de Elena.
-Ummmm, sipi. Me muero de hambre, Maite.
-¿Me prestas un pijama?
-Claro.
Luis se quedó maravillado cuando las dos chicas entraron en la cocina. Los pijamas no podían ocultar la belleza de sus cuerpos. Muy al contrario, la resaltaban.
-Chicas, sois las cosas más lindas del mundo.
-Gracias guapo - dijo Maite - A... comeeeeer
Desayunaron entre risas. Después, Maite les pidió permiso para darse una duchita rápida antes de marcharse a su casa.
-¿Quién se quiere duchar conmigo? - preguntó Maite, con cara inocente.
-Yo - dijeron al unísono Elena y Luis
Luis enjabonó a Maite. Maite a Elena. Luis y Elena, a Maite. Entre besos y caricias
Minutos después. el agua caliente caía sobre los cuerpos de los tres. Elena sentada en la parte alta de la bañera, con las piernas abiertas, gemía de placer mientras Maite le comía el coño. Maite, a cuatro patas dentro de la bañera, gemía al ser follada intensamente por Luis. Lo golpes de él hacían que la cara de Maite se apretara más contra el coño de Elena.
Cuando las chicas se corrieron, Luis pudo dejarse y se corrió, a su vez, sobre la espalda de Maite. El agua limpió su piel.
La acompañaron a la puerta. Maite los besó a los dos.
-Bueno, chicos. A estudiar. Y a reponer fuerzas. ¿Esta noche a la misma hora?
Elena y Luis, a la vez, dijeron que sí. Los tres rieron.
Una vez la despidieron, fueron al salón.
-Oye, Elena. Tenemos que hablar.
-¿Sobre qué?
-Sobre Maite.
Se sentaron, el uno frente al otro.
-Tú dirás.
-Te gusta ella, ¿Verdad?
-Mucho. Me gusta mucho. Es una chica tan...intensa.
-Uf, ya lo creo. Nunca había conocido a nadie como ella.
-Ni yo, Luis.
-Sabes que te aprecio, Elena
-Lo sé.
-Eres mi mejor amiga. Y no quiero que eso cambie. Por eso, si quieres, me apartaré de las dos. No quiero interponerme entre ambas.
-Bueno, ya te has interpuesto.
-Sí. Coño, sí. Pero el deseo es tan grande que no pude resistirme.
-Lo sé. Me pasa lo mismo. ¿A ti te gusta ella?
-Claro que me gusta. Me encanta esa chica.
-¿Y por qué tienes que ser tú el que se aparte? ¿Por qué no yo?
-Bueno, tú la encontraste. Es lo justo.
-Eres tonto. Esa no es una razón.
-Es la que se me ocurre.
-La podríamos compartir. A ella parece que le gustamos los dos.
-¿Compartirla?
-Sí, como buenos amigos. Si fueses cualquier otro hombre, sentiría celos de ti. Al principio los tuve, no te lo voy a negar. Pero ya no.
-Yo no tengo celos de ti. Me gusta verlas a las dos juntas.
-Ya, porque eres un salido, como todos los hombres. Jajajaja.
-Jajaja. Debe ser eso.
-Bueno, pues me voy a estudiar. Nos vemos en el almuerzo.
-Chao.
El resto del día lo dedicaron al estudio. Sólo lo interrumpieron para un rápido almuerzo.
Sobre las nueve de la noche, se empezaron a preparar para salir a pasarlo bien en cuando Maite llegara.
En cuanto la chica llegó, los dos a la vez la abrazaron y la besaron.
-Ummm, chicos, vaya recibimiento.
Maite cogió a Elena de la mano y la llevó a su cuarto.
-Tengo que contarte algo. Luis, espera aquí un segundo
Elena no sabía lo que era. Cuando entraron, Maite la besó con verdadera pasión, buscando su lengua.
-Umm Elena, estoy muy cachonda. Mira.
Le cogió una mano y le llevó hacia su coño. Las bragas estaban empapadas.
-Vaya...estás ardiendo, Maite
-Llevo toda la tarde así.
Elena le pasó un dedo a lo largo de aquella rajita mojada.
-¿Y eso por qué?
-Por ti. Por Luis. Me gustáis mucho los dos.
-Tú nos gustas también a nosotros. Uf, cómo estas... Tu coñito está babeando.
-Es que no dejo de pensar en una cosa.
-¿En qué?
-En algo que deseo ver.
-¿Pero qué es?
-Quiero ver como Luis te folla.
Elena se separó de Maite.
-No. Eso no.
-¿Por qué no? Le hiciste una paja. Bueno, dos.
-La segunda lo hice por ti.
-Haz esto también por mí.
-No Maite. No voy a hacerlo.
-Bueno, no importa. Olvídalo.
Maite notó que Elena estaba un poco molesta.
-Perdóname. No tenía que habértelo pedido.
-No. No tenías que habérmelo pedido.
-¿Me perdonas? - dijo, con voz mimosa y parpadeando rápido.
-Sí... te perdono.
-Jeje, gracias. Y bueno, vamos a cenar.
Después de la cena, se fueron de copas. Risas, besos, caricias. Se fueron encendiendo hasta que el calor era tal que decidieron irse a casa.
Mientras subían en el ascensor, Maite fue besada por los dos. Una mano de Luis y una de Elena coincidieron en el mojado coñito de la chica. Uno acarició su clítoris mientras el otro la penetraba con dos dedos. Cuando el ascensor se paró, Maite se corrió agarrándose a sus dos amantes.
Los tres cuerpos parecían uno cuando entraron en la habitación de Elena. Las chicas se desnudaron la una a la otra. Después, Elena miró como Maite desnudaba a Luis. Después, se abrazó a Elena y se tiraron sobre la cama. Luis se tumbó junto a ellas, dejando a Maite en el medio. La fueron besando por turnos.
Le chuparon los pezones a la vez, uno cada uno. Maite no dejaba de gemir. Llevó su mano izquierda hasta el coño de Elena. Con la derecha, agarró la polla de Luis.
-Ummmm, esto es lo mejor. Tengo lo mejor de los dos. Una polla dura. Un coñito mojado. Mira Luis. Mira que mojado tiene el coñito Elena
Soltó la polla y le cogió la mano. Besó con fuerza a Maite para que no dijese nada y llevó la mano de Luis hasta el coño de Elena.
-Mírame a los ojos, Elena. Piensa en mí. Sólo en mí.
Elena besó a Maite, y sintió los dedos de Luis empezar a acariciarla. Se olvidó de él. Eran sólo unos dedos. Delante de ella estaba la preciosa Maite.
No pudo evitar gemir de placer. Abrió más sus piernas. Luis no lo hacía mal
-¿Te gusta? Tú le hiciste una paja a él. Es justo que él te haga una.
-Aggggg, eres una...
-¿Una qué?
-Una cabrona...
Elena se estremeció. Las caricias de Luis eran suaves, placenteras. No había diferencias entre sus dedos y los dedos de una mujer. No sentía deseos hacia él. Todo su deseo se enfocaba hacia Maite. La besó con ganas, casi con rabia, notando que su orgasmo se aproximaba.
Luis siempre recordaría ese orgasmo que le provocó a su querida Elena. Como se tensó, como cerró con fuerza los ojos, como se mordió el labio inferior y como le llenó los dedos de flujo.
Retiró la mano y se quedó mirando a su amiga. Ella abrió los ojos lentamente y se miraron. Elena sonrió.
-No lo haces mal... para ser hombre.
-Jeje, gracias.
-¿Quien me quiere follar a mi ahora? - dijo Maite.
Se puso de lado, cara a Elena. Luis se puso detrás de ella y ella misma guió la dura polla hasta su coño. Entró despacito.
-Tócame Elena...tócame...ummm como siento la polla.
Elena llevó una mano hasta el coño de Maite y la empezó a masturbar, frotando su clítoris. Notaba como la polla de Luis entraba y salía. Las dos chicas se besaron. Luis, sin dejar de follar a Maite, besó su cuello, su nuca.
Entre los dos hicieron que Maite se corriera con gran intensidad. Quedó rota, sobre la cama, con los ojos cerrados. Luis le sacó la polla y se quedó unos minutos mirando la ternura con al que las dos mujeres se besaron y se acariciaron, olvidando que él estaba allí. Hasta Maite se dio la vuelta y le miró. Vio su polla dura.
-Oh, pobrecito. Luisito aún no se ha corrido. ¿Qué quiere mi niño? - preguntó la chica.
-Uf, no sé.
-Elena. ¿Qué te parece si le hacemos una buena paja hasta vaciarle esa preciosa polla?
Elena se aceró a la oreja de Maite y le susurró algo. Maite escuchó con atención.
-Vale, jeje. Oye, Luis. ¿Es cierto lo que me cuenta Elena?
-No sé. ¿Qué te dijo?
-Pues que una vez le dijiste que no te gustaba correrte en la cara de las chicas.
-Hey, que la cosa no fue así.
-¿Te gusta o no te gusta?
-Claro que me gusta. Me encanta. Pero...jeje, en aquel momento no me pareció adecuado decirlo. No era...digamos, políticamente correcto.
-Jajajaja. ¿Cómo te dice Elena? Ah, sí... Capullo
-Hey.
Las dos chicas rieron con ganas. Luis se contagió.
-Ven aquí, Luisito.
Maite hizo que Luis se levantara de la cama y se arrodilló delante de él. Elena también se levantó y se puso detrás de él. Se pegó a su espalda. Luis notó los pezones de su amiga clavarse en su piel. Y con asombro y el corazón latiéndole con fuerza, vio como Elena llevaba su mando derecha hacia adelante y le cogía la polla.
Le empezó a hacer una paja, apuntando con la polla hacia la carita de Maite, que esperaba, sonriente.
-Aggg, chicas. Sois maravillosas. El sueño de cualquier hombre.
Maite le susurró.
-Córrete en su cara. ¿Lo deseas, verdad?
-Ummm, sí...sí. Lo deseo.
-Pues hazlo. Llénasela de tu leche caliente. Ella también lo desea. Mira como lo espera.
-Agggg, Elena...Maite...
Elena movió la mano más rápido. En pocos minutos notó como el cuerpo de Luis se empezaba a tensar.
-Se va a correr, Maite.
-Ummmm, sí, sí, en mi carita. Que me deje guapa.
Maite cerró los ojos y esperó. Un fuerte gemido de Luis le indicó que el momento había llegado. Sintió el primer golpe caliente cruzarle la cara. Y después de ese, varios más. Elena los dirigía para que cubrieran la mayor parte posible. Para ella era una especia de venganza contra Maite por las cosas que ésta le había hecho hacer.
Una venganza que llenó de placer a Luis. Una venganza que le encantó a Maite, que abrió los ojos lentamente cuando dejó de recibir la corrida.
Elena y Luis la miraban.
-¿'Toi guapa?
-Estás... preciosa - dijo Luis.
Elena la miró, sin comprender por qué los hombres sentían tanta fascinación por hacer eso. Era algo sucio, no en el sentido religioso, sino en el físico. Pero se dijo que no lo entendía al igual que muchos no entendían que a ella no le gustasen los hombres.
-Voy a lavarme, chicos
Maite se levantó y se fue al baño. Se miró al espejo. Elena no entendía por qué a los hombres les gustaba hacerlo. Maite no entendía por qué le gustaba mirarse así, pero no se lo planteaba. Le gustaba, y punto. Se lavó y regresó con Elena y Luis.
Como la noche anterior, los tres durmieron abrazados.
Siempre, Maite en medio.
+++++
Poco tiempo después, Maite se mudó a vivir con ellos. Convenció a sus padres diciéndoles que allí estaba más cerca de la facultad y que allí tenía más tranquilidad para estudiar.
Unos días dormía en la cama de Luis, abrazada a él. Otras en la cama de Elena. Pero como más le gustaba era en medio de los dos, sintiendo sus cuerpos pegados a ella.
Se convirtieron en una extraña pareja. Una pareja de tres.
FIN