La extraña pareja - 1

A veces dos personas, por mucho tiempo que lleven juntas, no conocen los secretos que alberga la mente del otro. A veces, incluso, ni siquiera uno mismo conoce el alcance de sus propios deseos.

Este es el primer capítulo de la historia que desvela cómo unas vacaciones significaron un nuevo inicio para la relación con mi pareja, una nueva forma de entender los sentimientos que albergamos el uno por el otro. Si vemos feedback y buenas opiniones, estaremos encantados de continuar describiendo en el resto de capítulos.

Este primer capítulo, lo escribo yo, Carlos, aunque quizá alguno de los posteriores los quiera escribir Ana, mi pareja, desde su perspectiva. Ana y yo llevamos juntos ya 3 años, habrá a quien le parezca mucho, y habrá quien diga que acabamos de empezar, tenemos una relación llena de cariño y nos consideramos bastante morbosos a la hora de, por ejemplo, tener sexo en cualquier lugar. Ella, con 22 años, mide 1.60, tiene media melena castaña, ojos marrones, unas tetas enormes y un culo grande también. Yo tengo 28, mido 1.70, pelo negro enmarañado, ojos verdes y soy delgado, del montón podría decirse.

Y tras todos estos detalles, comienza nuestra historia:

Tras meses de espera, al fin ha llegado la segunda quincena de agosto el único periodo del año en que Ana y yo coincidimos para poder irnos juntos de vacaciones. Este año hemos decidido dejar de lado las playas y los paisajes exóticos para centrarnos en conocer territorios del interior,  una ruta en coche por distintos lugares de Castilla La Mancha: pueblos, iglesias, eternos campos, granjas… No obstante, incluso los mejores viajes tienen algún imprevisto inicial, y este no iba a ser distinto.

Mientras conducimos, el manto de la noche ya ha caído sobre nosotros y aún nos queda un tramo para llegar hasta el próximo pueblo en que pasaremos la noche. Ana va mirando el móvil, atenta para guiarme con el GPS mientras yo conduzco por éstas carreteras secundarias que apenas tienen arcén ni iluminación.

  • ¿Vamos bien por aquí cariño? – pregunto a Ana, viendo cómo las luces largas únicamente muestran campo abierto y el camino deteriorado.

  • Según el GPS sí, aún nos queda algo menos de una hora, pero estamos yendo bien – me responde asegurándose.

Piso un poco más el acelerador, puesto que no hay ningún coche a la vista y siendo tan tarde no creo que vayamos a encontrar problema, y de pronto escucho un chasquido.

  • ¿Oye, has oído..? – comienzo a preguntar, cuando el chasquido vuelve a repetirse.

Ante el desconcierto, llevo el coche a un lado de la carretera, situándolo en el pequeño arcén y me dispongo a frenar por completo cuando el coche automáticamente se apaga.

  • ¿Pero qué ha pasado? – me pregunta Ana en medio de la oscuridad.

  • No tengo ni idea cielo, pero el coche no vuelve a encender – digo mientras intento arrancar el coche, que no reacciona ni a la toma de contacto.

Ana comienza a ponerse algo nerviosa por la situación, ‘’siempre tiene que pasar algo joder’’, escucho que masculla con el móvil en la mano.

  • No te preocupes, creo que el problema puede haber sido eléctrico. Si no fuese tan tarde podríamos llamar a algún taller cercano, pero a estas horas tocará llamar al seguro, aunque tardará lo suyo. – veo la inquietud de Ana ante la posibilidad de tener que esperar mucho rato, y trato de hacerle más llevadera la situación – Cariño…¿no me habías comentado alguna vez que fantaseabas con hacerlo en el coche en algún sitio distinto al de siempre? – le susurro al oído.

  • ¡Carlos! Tío, estamos tirados en medio de la carretera – me dice medio en broma medio en serio –. Llama aunque sea antes al seguro…y luego ya hacemos lo que quieras – me dice notablemente más relajada, con una sonrisa morbosa, y subiéndose ligeramente el vestido veraniego que lleva puesto.

La verdad es que hoy va preciosa, no suele llevar vestidos, pero cuando los lleva son cortos y se ciñen mucho a su culo y a sus tetas.

  • Vaaaale, antes llamo al seguro, y después ‘’lo que quiera’’ – digo remarcando el final de la frase.

Al llamar al seguro, primero tengo que lidiar con un contestador hasta que me atiende un agente de empresa. Mientras describo el problema al agente, veo en la oscuridad cómo una de las manos de Ana está jugueteando con la palanca de cambio, simulando una paja. No contenta con esto, mientras sube y baja la mano sin parar, manoseando la palanca, acerca su cuerpo inclinándolo hacia el mío y dejándome ver el enorme escote del vestido, para terminar pasando su mano de la palanca a uno de mis muslos.

Me cuesta mucho mantener la concentración, me da la impresión de que ni sé lo que estoy respondiendo al agente, pero consigo centrarme y recobrar la compostura. ‘’Madre mía qué ganas de follármela’’, pienso mientras aguanto su mano en mi paquete abultado y respondo ‘’sí’’ a prácticamente todo lo que dice el agente.

  • En una hora y media, está bien, muchas gracias – respondo finalizando la llamada, y al colgar me lanzo a besar su boca con pasión. Nuestras lenguas juegan, se entrelazan, para luego pasar a recorrer su cuello. – Oye, tenemos bastante rato por delante, ¿podemos ir a la parte trasera del coche a hacer tiempo, no? – pregunto a Ana.

  • En una hora y media da tiempo a lo que quieras y más… - me dice mientras sale del coche para subir a la parte trasera. - ¿Vienes nene?

Voy tras ella, entrando en el coche y comenzando a quitarme la camisa.

  • ¿Lo que quiera? ¿Y si lo que quisiese es que cuando llegue el del seguro le atiendas tú llevando únicamente el vestido, sin sostén ni braguitas debajo…? – pregunto con tono morboso.

  • Pues lo haría sin problema… - dice mientras su mano comienza a desabrochar mi pantalón y bajando la cremallera.

En pocos segundos estoy en ropa interior, empapada por mi propio flujo. Mis manos se cuelan bajo su vestido para agarrar la goma de las bragas, deslizándolas hacia abajo. Al hacerlo me doy cuenta de que no soy el único mojado y caliente por la situación. Ana se quita habilidosamente el sujetador sin quitarse el vestido, marcando sus tetazas bajo la fina tela.

  • ¿Mejor así, no? – pregunta colocándose las tetas bajo el vestido de forma morbosa.

Mi polla está palpitando bajo la ropa interior, y lo hace más aún cuando lleva su mano sobre ella y comienza a acariciar por encima, provocándome.

  • Joder Ana… - suspiro de placer. Llevo una de mis manos a su coño, bastante velludo, y notando cómo chorrea. Juego con uno de mis dedos en su entrada, pero sin meterlo, acariciando sus labios viscosos y calientes.

Ana me baja la ropa interior con fuerza, dejando la polla libre unos segundos antes de sujetarla con la mano y acercar su cara a ella mientras se aparta el pelo. El olor a sexo comienza a inundar todo el coche, hecho que me excita más todavía. Arranco gemidos de su boca cuando mis dedos comienzan a jugar cada vez más intensamente en su coño, entrando y saliendo poco a poco, y quedándose en su interior y jugando después.

  • Ah…sigue…- gime Ana mientras baja la piel de mi polla de todo, brotando mi glande húmedo y brillante.- Joder nene…- suspira hasta que  rodea el glande con los labios, dándole primero lengua, notando mi sabor fuerte e intenso, y dejando caer la cabeza lentamente por todo el tronco.

Los olores del coche están acompañados por el sonido de nuestros gemidos y un incesante chapoteo con cada uno de nuestros movimientos. De vez en cuando, encuentro los ojos de Ana fijos en los míos mientras sube y baja, me mata de morbo ver cómo hace eso. Saco momentáneamente los dedos de su coño y los llevo a mi boca, para saborear lo cachonda que está.

-Buf…me pone muy cachondo probarte cariño…empapas una barbaridad…- digo entre jadeos.

Vuelvo a llevarlos a su coño, esta vez bañados en mi saliva, y comienzo a masturbarte acariciando levemente el clítoris. La situación, en ese camino por el que pasan coches de vez en cuando, es muy morbosa y no podemos evitar dejarnos llevar.

Ana para la mamada entre gemidos, ‘’joder cariño estoy cachondísima’’, dice sin cesar el movimiento de su mano. Su clítoris está totalmente hinchado por las caricias, mis dedos se centran cada vez más en él.

  • Yo también…pajeas demasiado bien- le digo sonriente aguantando para no correrme. Mis dedos comienzan a trabajar cada vez con más intensidad buscando su orgasmo, cuando  de pronto escuchamos un coche pasar.

Escuchamos cómo reduce velocidad hasta situarse a nuestro lado, y lejos de parar, continúo los dedos con más ganas. Los ojos de Ana no dejan de fijarse en el piloto del coche, que nos mira fijamente.

  • Sigue joder… - me pide abriendo más aún los muslos.

  • ¿Te gusta que te estén mirando mientras me pajeas y tengo los dedos dentro de ti?

  • Mucho…bff, me pone…mucho…

Algo de flujo comienza a brotar resbalando por sus muslos, fruto de la excitación, del momento, del placer.

De nuevo escuchamos un motor ponerse en marcha, y el coche continúa su camino. ‘’Ha tenido suficiente…a nosotros aún nos queda tiempo de diversión’’, pienso. Ana me mira gozosa, con el brillo del sudor en su frente y en su escote.

  • Cariño…necesito saborear bien tu coño…

Nos recolocamos, recostándose ella en el asiento y colocando mi boca justo entre sus muslos. Me encanta la mezcla de olor a sudor y flujo que desprendes, y tras unos besos y lametones, voy a su clítoris, ya fuera de su capuchón, rosado y erecto. La punta de mi lengua comienza a acariciarlo, a jugar con él. Ella se estremece, voy alternando entre mi lengua y suaves besos mientras noto cómo sus manos agarran mi pelo.

  • Joder cielo…- escucho que dice. Elevo los ojos y veo su cara de placer. Una de sus manos se cuela por dentro del vestido para agarrarse uno de sus pechos, apretándolo, jugando con el pezón. – Me voy a correr cariño…me…voy...a correr…- gime

Al escuchar eso comienzo a lamer más fuerte, a presionar con la lengua, a hacer círculos, metiendo dos de mis dedos en su coño mientras la lengua no deja de trabajar.

  • Córrete en mi boca preciosa…córrete…

Siento mi boca llena de sus flujos, estoy deseando sentir en ella todo su placer. Su mano va de un pecho al otro, sus pezones están totalmente endurecidos y grandes, la mezcla de dolor y placer al tirar de ellos hacen que se acerque al borde del orgasmo y no puede evitar mover, a causa del placer, incluso los dedos de sus pies dentro de las sandalias de cuero que apoya sobre el asiento.

  • Dios…ufff…- jadea mientras su coño babea frente a mi boca - ¡Jodeeeeerr!.

Ana comienza a convulsionar, corriéndose inevitablemente. ‘’¡Me corro!’’ dice entre grititos agudos, seguidos de chorritos de flujo que brotan de su vagina hacia mi boca. Saboreo cada espasmo, disfrutando de su placer tanto como ella.

Tras los espasmos, sigo besando, más suavemente, los labios vaginales, y comienzo a incorporarme en busca de su boca para compartir el sabor de la corrida con ella. Su vestido descolocado me muestra uno de sus pechos, y lo acaricio mientras invado su boca con mi lengua.

  • Joder cielo, me ha encantado notarte así, menuda corrida- le digo antes de quedarme abrazado a ella. ‘’Ha sido increíble’’, responde abrazada también a mí.

Lejos de quedarse quieta, la mano de Ana se desliza hasta mi polla, acariciándola dulcemente mientras se recupera del orgasmo.

  • Dios…he puesto el asiento fino…- me dice mientras miramos justo bajo su posición varios regueros blanquecinos.

  • Lo podría dejar casi como un recuerdo – le digo de broma – Me encanta que mojes tanto y lo sabes… Por cierto mi vida, también me gustaría terminar a mí- digo sintiendo un dolor de huevos terrible por lo acumulado.

  • Claro cielo, ¿dónde quieres acabar? – sus dedos acarician mi glande mientras formula la pregunta. Inicialmente miro su boca, lasciva, y no puedo evitar imaginar que mis borbotones de leche cayesen por sus labios y dentro de ellos. Su mirada me está poniendo a mil, tengo la necesidad de meterla en cualquier sitio de su cuerpo.

Sin decirle nada, Ana toma la iniciativa, se coloca de rodillas y comienza a meterse mi polla en su boca. Esta vez la mamada la comienza directamente con buen ritmo. La mamada hace que ella salive mucho más, y la baba y mis flujos brotan hacia mis testículos y hacia el asiento. Aparto su pelo y veo cómo me mira a los ojos mientras me la chupa mejor que una profesional.

Estoy disfrutando una barbaridad de la mamada, pero tengo unas ganas locas de sentir en mi polla lo mismo que sentía en mis dedos cuando estaban en su interior.

  • Cariño…me gustaría… - comienzo a decir con mucho esfuerzo a causa del placer- terminar en tu coño, vaciarme del todo dentro de ti..

  • Claro mi vida…

Ana se coloca sobre mí, sentado yo sobre el asiento, acuclillada cuidando de no darse un cabezazo con el techo del vehículo. Agarra mi polla y, apuntándola hacia arriba, comienza a bajar lentamente sobre ella, notando cómo su coño cubre la cabeza de mi rabo. Aún lo tiene abierto y babeante. Al sentarse sobre mí quedan sus tetazas justo delante de mi rostro. Las agarro mientras comienzo a notar los movimientos de su cadera. Juego con los pezones a través de la tela, los muerdo, los hago sufrir…

  • ¡Ahhhh, sigue joder…! Qué bien te mueves cariño – le digo antes de dar un azote a su culo juguetón. Un grito agudo sale de su boca al notar el azote. ‘’¿te gusta…?’’, me pregunta antes de morderse los labios apoyada en mis hombros. Respondo con otro azote.

-Más rápido …me está encantando- susurro gruñendo de placer. Otro azote más, esta vez más fuerte -  ¡Más rápido joder!

Ana bota sobre mí, morbosa, disfrutando de mi polla y de mis azotes. Se escucha el sonido de su coño subir y bajar, chocar con mis huevos empapados por su flujo. Su cuerpo totalmente sudado pegado al mío ha empapado totalmente el vestido. Una de mis manos sujeta su pelo tirando ligeramente de él hacia atrás, y mi boca se lanza a su cuello.

Cada vez bota más rápido sobre mí, y la ternura va dejando paso al vicio. El coche se mueve de forma exagerada con cada movimiento de su cadera, y el ambiente está totalmente inundado de gritos, gemidos, gruñidos de placer. Ana ha pasado de dar grititos con cada azote, a suplicar por más.

  • ¿Te gusta ser tan viciosa conmigo? – pregunto ante otro azote.

  • Me…encanta…- bota y bota, cada vez más rápido, sudando-  Me gusta ser tu viciosa – jadea, clavándose contra mi polla una y otra vez.

  • ¿Y mi zorra? ¿Te gusta ser la zorra que me pajeaba mientras miraba un desconocido? – pregunto sujetando su cara para mantenernos la mirada

  • Síiii…me encanta ser tu zorra cielo…ser tu puta…- jadeando, morbosa, con la carita roja y sudada.- Me encanta que me miren…ser la zorra que te pajeaba mientras…

-Joder qué puta eres…cómo me gusta…que disfrutes de todo esto… - digo aguantando para no llenar de leche todavía su coño. Suelto muchísimo flujo a cada momento que pasa, y uno de mis dedos comienza a jugar entre sus nalgas, acariciando su ano por fuera.

De pronto, escuchamos un ruido algo más alto de lo normal acercándose. Un gran furgón se coloca , reduciendo la velocidad, a nuestra altura. Sólo se ve a un piloto a través de la ventanilla.

  • Joder…amor, ¿quieres seguir? – le pregunto mientras veo cómo no apartas la mirada del vehículo.

(Continuará…)