La extorsión (5)

La tía recibe en su dormitorio a su sobrino que la violó y ahora le entrega gustosa su cuerpo.

Autor: Salvador

Dirección: demadariaga@hotmail.com

La extorsión ( 5 )

Entrega total

Las dos de la mañana. Mi tía duerme en la pieza de al lado de la mía. Tal vez piensa en la forma violenta en que la hice mía, forzándola a que sintiera mi verga en su interior. Tal vez duerme.

Me levanto con sigilo y abro lentamente su puerta, asomándome con precaución para verla dormir, como hace diez años, cuando por vez primera toqué su suave piel bajo las sábanas. Ella no duerme, pues se dio vuelta hacia donde estaba y se quedó mirándome con sus hermosos ojos abiertos, sin decir nada.

Junté la puerta tras mío y me acerqué a la cama donde ella estaba, que continuaba mirándome fijamente, en silencio, con una mirada de ansiedad que se reflejaba en sus labios semi abiertos y resecos.

La abracé y besé, forzándola a volver a quedar de espalda en la cama mientras mi cuerpo la cubría. Era evidente que nuevamente la penetraría.

Por favor, Carlos, no

Sin decir nada, subí su enagua para dejar sus piernas expuestas, al final de las cuales no había calzón que me impidiera el paso. Mi tía estaba completamente desnuda debajo de su enagua.

No, no

Me repetía quedamente, sin levantar la voz, solo para mis oídos.

Carlos, por favor

El tono quedo de su voz junto a mi oído fue tan excitante que mi verga se movía sola, deseosa de encontrar un hueco donde meterse. Si mi tía pretendía disuadirme, estaba logrando exactamente lo contrario al hablarme en ese tono tan quedo, tan insinuante, tan íntimo, tan pegado a mi oído.

Carlitos, nooooo

Sin poder resistir tanta tentación, mi instrumento empezó a penetrar por segunda vez esa vulva que ahora se mostraba más húmeda y caliente que la vez anterior.

Carlitos, aghhhhhhhh

Y se apretó a mi, abrazándome, mientras su cuerpo empezaba a moverse. Era increíble como finalmente mi tía había cedido y se estaba entregando a las delicias de esta copula incestuosa, que ya parecía no ser tan forzada.

Mmmmmmmmm, Carlitosssss

Mi tía se estaba soltando y sus expresiones así la delataban. Finalmente sentí que estaba por acabar y reanudé mis embestidas para que ella tuviera un orgasmo en forma. De esa manera mis posibilidades con ella serían mayores, suponía.

Siiiiiiiiiiiiii

Tiíta rica, ricaaaaaa

Mijitoooooooooo

Asiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Yaaaaaaaaaaaaaa

Y acabamos ambos en medio de expresiones dichas casi en susurro, al oído. Nuestros cuerpos completamente agotados quedaron abrazados, yo encima de ella y ella con sus piernas a mi costado.

Mi herramienta empezó a enderezarse nuevamente y empecé a ponerla nuevamente a la entrada de su vulva, pero ella me detuvo.

Mejor no sigamos pues la cercanía de tu madre me pone nerviosa.

Pero. . .

Mañana haz como que vas a la Universidad y te devuelves. Yo te esperaré

¿Seguro?

Te voy a dar un adelanto para veas lo que te espera

Se puso saliva en una mano, se apoderó de mi verga y empezó a hacerme una paja increíble, suave, lentamente. Al cabo de un rato se la llevó a la boca y me dio una mamada de ensueño, pero antes de terminar se la sacó de la boca y llenando su mano con bastante saliva, mezclada con algo de mi líquido pre seminal, reinició la paja con más bríos, hasta que finalmente mi acabada cubrió completamente su mano y parte de la enagua.

Me fui feliz a acostarme. Dormí como un bendito, sabiendo que al día siguiente se me cumplirían los deseos más íntimos con mi tiíta linda.

En la mañana desperté como todos los días y como todos los días partí a la Universidad. Esperé escondido a un par de cuadras de la casa hasta que ví el vehículo de mi madre pasar rumbo a su trabajo. Al cabo de un par de minutos que me di por seguridad, volví a la casa y subí directamente a la pieza de huéspedes, donde mi tía se estaba estirando, como si recién estuviera despertando.

Cariño, será mejor que desayunemos y después nos dediquemos a lo nuestro

Se levantó cubierta solamente por su enagua, que mostraba manchas producto de mi acabada en su mano, y nos fuimos a la cocina, donde desayunamos.

Bueno, creo que ahora llegó el momento de la verdad, ¿no crees?

¿Qué quieres decir, Verónica?

Tu me deseas y yo quiero probarte

Pero claro

Quiero comprobar cuan hombre eres

Ya tuviste un adelanto, me parece

Pero yo no soy una mujer fácil de complacer

Creo que quedarás satisfecha conmigo

Eso espero, pues a mi el sexo me gusta sin límites.

A mi también, tiíta.

Tienes que esforzarte para hacerme gozar, Carlos

Estoy dispuesto a lo que me pidas, Verónica

Déjame satisfecha y tendrás amante por mucho tiempo, sobrinito

Creo que seremos amantes por mucho tiempo, querida tía.

Nos levantamos, excitados por el nivel de la conversación, y nos dirigimos rápidamente a la pieza de huéspedes. Nos desprendimos de nuestra ropa y nos enfrentamos por vez primera completamente desnudos. Ella con todas su formas exquisitas, mostrando unas nalgas prominentes y unos senos que invitaban a amasarlos. Sus piernas bien formadas hacían juego con su talle y sus muslos. Y sus hermosos ojos me miraban invitadores, insinuantes y expectantes.

La puse sobre la cama, con los pies apoyados en el suelo, le abrí las piernas y llevé mi cabeza a sus muslos, donde comencé a besar su bollito, mordiendo suavemente sus labios vaginales, mientras mis manos la tomaban de las nalgas, acomodándola mientras uno de mis dedos se acercaba peligrosamente a su hoyo posterior. Ella, por su parte, levantó sus piernas y las dejó encima de mis hombros, facilitando con ello la penetración. Mi lengua entró en su túnel y empezó a explorarlo en busca del tesoro que guardaba en forma de pepita de carne, tan sensible a las caricias. Finalmente mi objetivo fue logrado y mi lengua empezó a acariciar su clítoris, que respondió de inmediato, haciendo que su cuerpo se envarara y empezara a gemir con fuerza mientras sus manos se aferraban a mi cabeza, empujándola hacia su vulva, como queriendo meterla más dentro aún. Un fuerte golpe de líquido seminal sobre mi boca me indicó que mi querida tía estaba teniendo su primera acabada de la mañana, a la que se entregó con todas sus energías, en medio de gemidos y gritos de placer.

Ay mijito, siiiiiii. Aghhhhhh. Huyyyyyyyyyy

Yo estaba feliz de haberle dado una acabada que parecía la había dejado conforme, aunque tenía mucho más para regalarle.

Tiíta, ponte en cuatro pies. Hagámoslo a lo perrito

Será un placer chocar mis nalgas con tu pubis, sobrinito

Uniendo la acción a la palabra, mi tía se puso en cuatro pies y abrió sus piernas, acomodándose como si fuera una perra en celo, lista para la penetración. Me puse entre sus piernas, con mi herramienta completamente dispuesta. Me agarré de sus nalgas y empecé a empujar entre ellas, sintiendo como mi pedazo de carne se abría paso entre los labios vaginales y sus nalgas se pegaban a mi cuerpo. Agarrándome de sus senos, empecé a moverme de manera que mi herramienta entrara todo lo posible en el interior de mi caliente tía, que empezó a moverse con desesperación y a emitir grititos de mujer caliente.

Asiiiiiiii, asiiiiiiiiiiii

Tomaaaaaaaa

Mijitooooooooo

Toma, mijitaaaaaaaaaaa

Fue increíble como nuestros cuerpos se acoplaban en una copula desesperada, en que mi miembro a ratos parecía salirse de entre las nalgas de Verónica, para volver a hundirse completamente, golpeando sus redondos pedazos de carne contra mi pubis. Pero todo tiene su final y el nuestro llegó en medio de estertores y gritos de placer. Y después que evacuáramos nuestros líquidos, quedamos tendidos ahí mismo, yo encima de ella y con mi verga aún hundida en su vagina, que chorreaba copiosamente.

¿Qué te ha parecido tu sobrinito hasta ahora, tiíta?

Todo un macho, qué quieres que te diga

Gracias. Y aún tengo más para ti, Verónica

Eso espero, pues yo soy insaciable, cariño

No te preocupes por ello, tía

Me alegro, Carlitos, pues tienes una herramienta respetable

Y es toda para ti, tiíta linda

Mientras le decía esto, mi instrumento iba creciendo a ojos vista, lo que evidentemente encantó a mi tía, que la tomó entre sus manos y empezó a acariciarla.

¿Deseas algo en especial tía?

Si. Quiero darte un regalo

¿Un regalo?

Si. En prueba de lo encantada que estoy contigo

¿Y qué regalo me darás?

¿Qué te parece este regalito?

Mientras me lo decía, se puso en cuatro piernas y con sus propias manos abrió sus nalgas, indicándome claramente que me estaba dando su culito para que lo penetrara.

¿Estás segura de poder aguantar mi pedazo de verga en tu culo?

No te preocupes, cariñito, que el dolor que sienta es mi regalito

Bueno, abriré mi regalo, tiíta linda

Es todo tuyo. Haz con él lo que quieras, mijito.

Me acerqué al hermoso culo de mi tía y puse mi verga a la entrada. Me apoyé en su cintura y empecé a empujar. Primero la cabeza, que evidentemente a ella le produjo dolor por el rictus que se dibujó en su boca y el gesto de su rostro, pero aguantó a pie firme pues sabía que aún venía lo peor. Me apoyé en sus carnes con fuerza y empujé con todas mis fuerzas, sin importarme el dolor que pudiera causarle.

Un grito de mi tía y su cuerpo intentando zafarse de mí fueron los únicos indicios del efecto de mi penetración por su culo, pues ninguna palabra salió de sus labios, aguantando valientemente la sodomización a que la sometía su sobrino.

Empecé a meter y sacar mi instrumento del interior de mi caliente tía y aferrado a sus senos sentía como las paredes de su culo apretaban el tronco que se movía por su túnel trasero, más estrecho de lo necesario para aguantar tan gordo visitante. Pero ella no decía nada y aguantaba sin oponerse la violación de su parte posterior. Incluso llegó un momento en que secundó mis movimientos, uniéndose a mí.

Me llegó el momento y una corriente de semen inundó su culo, cayendo por sus muslos hasta formar un charco en la cama. Ella nada dijo, solamente aguantó, valientemente.

Te lo había advertido, Verónica

No te preocupes. La próxima vez será diferente, creo

Tienes un culito increíble. Gracias por el regalo.

Te lo merecías, sobrinito.

Al cabo de un rato, y ayudado por las caricias que me tía le proporcionaba, mi verga volvió a tener las dimensiones que tan orgulloso me tenían.

Acuéstate, que quiero montarte

Suba a su caballito, señorita

Se paró de frente a mí, con una pierna a cada costado y encima de mi verga. Empezó a agacharse lentamente, de manera que su vulva se iba acercando poco a poco a mi instrumento, que permanecía enhiesto, expectante, por la funda que mi tía quería ponerle. Cuando mi verga estaba a la entrada de sus labios vaginales, mi tía me pidió que le acariciara sus senos. Así lo hice y ella se dejó caer bruscamente, con lo que mi trozo de carne se hundió completamente en el interior de la vulva de Verónica.

Mientras cerraba los ojos y su cuerpo subía y bajaba sobre mi verga, que se hundía y salía de su interior para volver a hundirse con más fuerzas, mi tía puso sus manos sobre las mías ayudándome a apretar sus senos. Yo, por mi parte, también cerré los ojos y me dediqué a disfrutar a plenitud de esa follada increíble, en que ambos nos entregábamos completamente, en medio de gritos y frases plenas de placer y morbo.

Mijito, mijito ricooooooo

Tiítaaaa

Qué cosita más ricaaaaa

Goza tía, gozaaaa

Dame más verga, más, masssssssss

¿Te gusta mi pico, tiíta?

Si, mijito ricooooo

Es el pico de tu sobrino

Si, mijito. Y a ti, ¿te gusta la zorra de tu tiíta?

Es exquisita, tíaaaaaa

Folla a tu tía, fóllala másssssss

Toma, tía, toma

Soy tu tía puta, sobrino

Si, mi tía puta y gozadora

Puta y caliente

Que gusta de la verga de su sobrino

Si, mijito rico. No me cansaría de follar contigo

Y a mí, tiíta rica y caliente

Tú me pones a sí, mijito

Es mi verga la que te pone así, ¿o no?

Si, mijito. Tu rica verga en mi cuquita

Tu cuquita caliente, putita rica

Si, tu puta y caliente tía.

Nuestros gritos y el estado de agitación en que estábamos follando nos impidió a los dos escuchar abrirse la puerta de calle ni sentir los pasos de mi madre subiendo la escalera. Cuando nos dimos cuenta ya era tarde, pues mi madre, parada a la entrada de la pieza, con la boca abierta contemplaba atónita a su hermana montada sobre su hijo, gozando de manera increíble en medio de frases cargadas de morbo.

Era tal el ambiente de morbosidad y sexualidad del ambiente que mi madre no pudo sustraerse a ello y cuando nos percatamos de su presencia ya hacía un par de minutos que ella llevaba apoyada contra la pared, observando a su hermana y a su hijo follando enloquecidamente, diciéndose frases tan cargadas de sexualidad que no pudo dejar de sentir que su cuerpo reaccionaba ante ello y una de sus manos apretaba su paquete por encima de su vestido, mientras un ligero temblor por todo su cuerpo delataba el estado de excitación que le producía lo que veía y lo que oía.

Cuando la vimos ya era tarde para detenerse pues nuestra agitación había llegado a su punto culminante y ninguno de los dos pudo parar, acabando de manera increíble en medio del salvaje movimiento de nuestros cuerpos sudorosos, sin apartar nuestra vista de mi madre, que nos miraba asombrada, con su mano aún apretando su entrepierna, sobre el vestido. Cuando nos calmamos, mi madre seguía en la misma posición, sin poder reaccionar.

Verónica y yo comprendimos inmediatamente la situación.