La explicación

Primer relato de la autora.

A tientas encendió la lámpara de su mesilla, fue a la cómoda y buscó en el cajón de la ropa interior algo que ponerse para tapar su cuerpo desnudo. Alguien llamó a la puerta, sorprendida, ya que no esperaba a nadie, se colocó rápidamente un tanga rojo, un sujetador a juego y se enfundó en el albornoz que acababa de quitarse, se miró en un espejo y adecentó su pelo esperando que fuese una equivocación. Bajó las escaleras y se dirigió a abrir. Él, empapado debido a la torrencial lluvia que caía, esperaba ansioso que le dejara pasar.

¿Hola? ¿Qué haces aquí?- Preguntó ella.

Venía a pedirte ayuda, hay varias cosas que no entiendo del examen del martes y era por ver si tu podías explicármelo.

Ah! Eh… ¿no tenías otro momento? Son las diez y media… y aun no he cenado.

Bueno, por si acaso he traído algo del chino, soy previsor.

Podrías haber avisado, existen los teléfonos móviles, ¿sabes?

Lo siento, pero, ¿puedes ayudarme? La próxima vez te avisaré, te lo prometo.

Vale, está bien, deja la comida en la cocina y sube al salón, te lo explico de un momento. Yo mientras me voy a vestir.

Lo que más le molestaba es que no hubiera avisado, si hubiera sabido que era él ,… se hubiera puesto algo más… ¡algo más! y no un albornoz deshilachado… y encima con el pelo mojado,… vaya comienzo… Miró a su armario… "¿qué me pongo? –empezó a pensar– Él viene informal y algo desaliñado, no puedo arreglarme demasiado por que lo notaría… vale, el chándal de estar por casa y listo, ahora me peino, me maquillo un poco…pero sólo un poco, y voy".

Mientras ella se vestía él esperaba en el salón aunque no pudo evitar intentar mirar por la rendija de la puerta. Ahí estaba ella, en ropa interior, mirando su armario… más de cinco minutos mirando, bueno, no a él no le importaba nada, así disfrutaba más de su cuerpo casi desnudo adornado por ese tanga que tanto le gustaba y ese sujetador casi transparente que le hacía imaginar toda una serie de fantasías que no hacían sino aumentar el bulto, ya bastante considerable, de sus pantalones. Vio como se vestía y poco a poco esa atmósfera sexual fue creciendo, lo único que él quería era quitarle esos pantalones que se había puesto, y esa sudadera, y que dejara de tocarse el pelo, algo que le gustaba tanto que no iba a poder soportarlo más.

En cuanto ella se encaminó a la puerta para salir, él tuvo un quiebro y casi acabó en el suelo pero consiguió llegar a tiempo a la salita donde le había dejado. Aunque no a sentarse y se quedó de pie viendo llegar a su amiga. Había algo que le embriagaba, su colonia, su propio olor, no sabía el qué pero era algo que no le dejaba apartar ninguno de sus sentidos de esa mujer. Ella andaba de una manera muy sexy y tenía esa mirada…esa con la que parecía que le pedía guerra, la sonrío, ella se mordió el labio y le miró del mismo modo en el que él la miraba, con cuidado, se acercó y puso su mano en el bulto que aun era muy palpable.

¿Crees que no he visto que me mirabas desde detrás de la puerta?

No te preocupes, si no hubiera querido que lo hicieras… la habría cerrado -prosiguió ella sin dejar de tocarle el paquete- y… ¿te ha gustado lo que has visto?

Aham…- tragó saliva y asintió con la cabeza.

Y… ¿te apetece tocarlo?

Él volvió a tragar saliva y asintió de nuevo, ella cogió su mano y la subió desde su cadera hacia su pecho pasando por la cintura, se bajo la cremallera de la sudadera y metió su mano, la colocó sobre su pecho. Sólo con rozarlo, él notó como el pezón se endurecía, se nubló su mente, en ese momento perdió la razón… sólo quería perderse en su cuerpo, estaba embriagado por su aroma y no quería moverse de allí, subió su otra mano y empezó a masajearlos primero con suavidad y a medida que pasaba el tiempo fue con pasión. Mientras, ella retiró la mano del tremendo bulto que había y se quitó la sudadera sin perder de vista la cara de deseo, pasión y placer con la que su compañero le acariciaba.

Él la besaba el cuello mientras casi le arrancaba el pecho, la cogió en brazos y la sentó encima de la mesa, le quitó el sujetador y empezó a chupar sus tetas con desesperación, metió una en su boca, parecía que se la iba a tragar, pero a ella no parecía importarle por que no paraba de gemir como una loca, la tumbó en la mesa, ahora iba a saber lo que era gemir de verdad y un buen orgasmo, le bajó los pantalones y una vez bajados metió la mano entre el tanga y su raja que estaba empapada, a la vez seguía chupando su pecho y mordisqueándolo, ella no paraba de gemir, y él sólo quería que no dejara de hacerlo.

Colocó su cabeza entre sus piernas y empezó a lamerle el coño, abrió sus labios y metió la lengua hasta topar con el clítoris que ya era bastante evidente, ella le agarró del pelo y tiraba de él a cada nueva embestida. Le introdujo dos dedos, con una delicadeza que a ella le pareció excesiva, pero que dejo de serlo al momento, enseguida empezó a entrar y salir de ella con una rapidez que nunca había visto, no podía ni hablar quería que siguiera y no parara nunca, "sigue,… sigue…. No se te ocurra parar" él, muy obediente, siguió las órdenes de su compañera y a los pocos segundos ella empezó a gritar del placer y a empaparle la cara con sus fluidos, le agarró del pelo mientras seguía gritando y él no dejó de hacerlo, quería que disfrutara de ese orgasmo hasta que no pudiera más.

Ella se volvió a tumbar en la mesa, rendida y relajada, pero, el no podía dejar de penetrarla, llevaba años soñando con ese momento, años oyendo hablar de que lo que él quería lo hacían otros tipos, y no iba a permitirlo ya más, iba a ser suya y no la iba a dejar ir nunca, la iba a hacer gozar tanto que no podría olvidarlo jamás. Separó sus piernas, y la envistió, se la metió hasta el fondo ya de la primera envestida, ella empezó a jadear, el seguía, cada vez se la sacaba entera y se la metía de nuevo hasta el fondo, una y otra vez. Él lo estaba disfrutando como ningún otro polvo, cada embestida era un placer enorme, oír sus gemidos de fondo era inmejorable y ella gritaba de nuevo… mientras la follaba empezó a acariciar su clítoris, pero no le dio tiempo y mientras ella gritaba como una loca el dio sus últimas envestidas gritando y gimiendo de una manera brutal, otro gran orgasmo para ambos.

Eh! Hola? Ehh!

Ehh sí, sí perdona, es que estaba pensando en unas cosas- ella sonrío por que el bulto de los pantalones era evidente.

Ya me imagino, pero es que me mirabas de una forma rara

Ehh,… - mierda, pensó él- no no , que va, es que … estaba concentrado

"Ya –pensó ella – como que no te he visto mirar por la rendija de la puerta".

Lo siento, es que no he podido evitar verte venir y sonreír, por que te has puesto muy guapa,

Ah, ¿sí?

Sí, aunque yo creo que estarías mejor así.- Él le bajó la cremallera de la sudadera y se la quitó.

¿Así?- ella se estaba excitando demasiado.

En realidad no, estarías mejor así. -Y le desabrochó el sujetador, quedando su pecho desnudo.

Ella decidió actuar, "yo creo que no, creo que mejor estoy así" y se quitó el pantalón quedándose solo en tanga. "Y creo que tu también estarías mejor de otra forma" le quitó la camiseta y lamió todo su torso, su cuello, sus orejas, y se arrodillo delante de él, le bajó la cremallera, le desabrochó el botón y le observó en calzones, con una erección muy apreciable, que visión más excitante.

Le bajo los calzoncillos, y pudo ver su poya dura y venosa ante su cara, eso hizo que algo se apoderase de ella y se la metiera a la boca con una pasión casi furiosa, le chupo el glande, lo lamió, lo besó, lo saboreó, deleitándose con sus jadeos, le chupó toda la longitud de su enorme pene, humedeciéndolo, y colocó su mano en la base para acompasar los movimientos, cerró sus labios en torno al pene y comenzó a metérselo casi todo en la boca, quería comérselo entero, estaba deseando tragárselo si era necesario. Él lo disfrutaba como un loco, gemía, gritaba, se agarraba a la mesa que había detrás… y ella seguía.

De repente la separó de su miembro, ciego de deseo y la empotró contra la mesa, su hermoso culo quedó a la vista, mientras lo acariciaba, le introdujo poco a poco el pene. Sentía como su coño se derretía de placer en cada embestida, no quería que parase nunca. Se separaron de la mesa y acabaron contra la pared, él agarrándole el pecho y ella sujetándose como podía. El "metesaca" era cada vez más intenso y más placentero, él bajó una mano del pecho al clítoris e hizo que su vagina empezara a contraerse más y más hasta que ella gritó de placer, aprisionando cada vez más la poya y haciendo que el placer fuera insoportable para él, se corrieron casi al tiempo, y terminaron agotados en el sofá.

Ahora eres tú la que se queda embobada.

Ahh sí,… es que estaba pensando en otras cosas. ¿Qué quieres hacer primero?

¿de qué?

de que va a ser, cenar o explicártelo

ahh,… no sé como tú quieras.