La experiencia mas erótica de mi vida
Por aquel entonces yo debía de tener unos 30 años y vivía y trabajaba en una capital europea desde hace un año y pico.
La experiencia mas erótica de mi vida
Por aquel entonces yo debía de tener unos 30 años y vivía y trabajaba en una capital europea desde hace un año y pico. Tenía novia desde hace tiempo pero la cosa no iba bien y lo acabamos dejando al poco tiempo.
Un día me llamaron desde España una pareja amiga mía, Celeste y Fran, para contarme que les destinaban a ambos a la misma ciudad en que yo estaba. Celeste iría antes y Fran mas o menos un mes mas tarde. Por supuesto le ofrecí mi casa a Celeste para que se quedara hasta que encontraran un sitio donde instalarse. Ella acepto encantada.
Nos conocemos los tres desde pequeños. Habíamos sido compañeros de colegio y Fran y Celeste empezaron a salir antes de terminar COU. Siguieron saliendo muchos años y luego acabaron casándose. Esta historia transcurre mientras todavía eran novios.
Físicamente Celeste es una mujer espectacular, una Diosa. Es una mujer muy mujer, con todo en su sitio y bien puesto. Es aquel tipo de mujer que despierta mucha imaginación y cuando ves lo que hay incluso desborda las mas osadas expectativas. Hay mujeres que vestidas , aunque sea con un bikini dan una imagen que luego al desnudo no son capaces de sostener. Celeste era todo lo contrario, como luego pude comprobar. Al natural era perfecta. No tenía nada que desilusionara, al contrario. Desnuda brillaba en todo su esplendor.
Estaba muy alejada del tipo andrógino o anoréxico que ha tenido tanto predicamento últimamente. Su cuerpo es muy voluptuoso, pero ahí donde tiene que serlo. Recuerdo que no tendríamos mas de doce o trece años y ella ya lucía unos pechos incipientes y llamativos. Por supuesto mas allá de alguna ocasional visión en bikini, no había mas que sitio para la imaginación. Para mi, desde entonces, se convirtieron (sus pechos) en un mito erótico y en mi principal fuente de inspiración para mis cada vez mas frecuentes juegos solitarios. Con los años desarrolló un aura erótica que hacía que cada vez que me encontraba con ella tuviera como un hormigueo y echara miradas furtivas al escote, al culo y a lo que se prestara.
Ella es , por lo que la conozco, una persona bastante normal en todos los aspectos. Ni recatada ni libertina. Ni mojigata ni guarrilla como se diría. Lo que si tengo claro es que es una persona muy segura de su físico y que sabe que atrae, sin ser para nada una calentona. Ella sabe que dos buenas tetas, con perdón, mueven mas que diez, cien o mil carretas y le gusta lucir pero sin mostrar. Es decir, que yo sepa no hace ni top less, ni lleva tangas en la playa ni nada similar. Pero luego tiene una relación muy natural con su cuerpo y con la desnudez. No es una persona con complejos raros en una palabra.
Si que a posteriori creo, y esto es una opinión personal, que esa seguridad en su cuerpo hace que tenga un ligero punto de exhibicionismo. Me explico. No en general, ni con todos, pero si se genera el ambiente y la situación adecuada, creo, y no me equivoco, que ella disfruta siendo observada y admirada En esos momentos mostrar su cuerpo a alguien de confianza, pero no habitual, le puede resultar estimulante, excitante, erótico .ella igual lo rebatiría, pero yo creo que es así .
En fin, para no alargarlo mucho y como no se trata de una historia puntual, sino de una sucesión de situaciones, paso a contarlas. Advierto que quien se espere una descripción de grandes polvos, y , con perdón, pollas entrando y saliendo de todo tipo de agujeros, va mal encaminado. Esto es un relato erótico, que creo que resulta mas estimulante que aquellos con exceso de carnaza y fluidos de por medio
Celeste se instaló en el dormitorio de invitados que tenía en mi piso. Yo llevaba, desde que aceptó instalarse en mi casa, viendo como podría cumplir mi fantasía de contemplarla desnuda en todo su esplendor. Obviamente el cuarto de baño era el lugar ideal. El destino me ayudó definitivamente. La puerta del baño tenía unas rejillas a unos veinte centímetros del suelo para facilitar la aireación. Comprobé tumbándome que tenía una vista perfecta de la bañera. Para mejorar y alargar la exposición decidí quitar las cortinas de la bañera. Así la podría contemplar todo el tiempo. Como excusa le diría que se me rompieron y que todavía no me había dado tiempo a comprar otras.
Según llegó no tuve que esperar mucho. Tenía ganas de darse una ducha después del viaje. El corazón se me salía literalmente de la boca de la emoción y los nervios. Medio balbuceando le dije que no tenía cortinas de momento y le dí una toalla. Aquí también fui perrillo y le dí una pequeñita, lo justo para taparse y no una de las grandes
En cuanto se metió en el baño y cerró la puerta me tumbé delante y miré hacia arriba. No ví nada porque debía de estar en un ángulo muerto. De repente apareció. Estaba de espaldas en tanguita y sujetador blancos de encaje. Su culo es espectacular. A la altura o mejor que sus tetas, ya no lo sabría decir. Yo estaba con una erección imparable. Estaba mirando la bañera dándome la espalda cuando se fue agachando arrastrando el tanga consigo y quitándoselo primero por un pie y luego por el otro. Ahí estaba en todo su esplendor ese magnífico culo!! Es grande pero no exagerado, es redondo pero se le vé, y luego pude comprobarlo in situ, firme. Creo recordar que una vez me contó que tenía antepasados cubanos. Ahí estaba la explicación a semejante culo. Era mas caribeño que español pero bien blanquito. Otro detalle que me encantó fue que se quitara primero las braguitas. Puede ser una tontería, pero me encanta cuando una mujer se desnuda primero por abajo para mi demuestra la seguridad de quien enseña todo desde el principio.
Ahí estaba Celeste con ese culo grande y respingón llevándose las manos a la espalda buscando el broche del sujetador blanco de encaje. Se lo quitó con una sola mano denotando la experiencia acumulada durante los años en esa operación. Ahora la tenía completamente desnuda de espaldas a mí. El cuerpo es de infarto. Ese culo redondo y perfecto se estrechaba hacia la cintura y se volvía a ensanchar conforme subía hacia los hombros. Aunque estaba de espaldas los pechos se adivinaban pletóricos por los laterales cuando levantaba los brazos.
Pero lo mejor estaba por venir. Anticipando su movimiento natural, coloqué todo tipo de champús y estropajos diversos en la bañera. Ella se inclinó a recogerlos y al hacerlo me dejó con la visión erótica mas celestial que uno pueda tener de una mujer. Vi todo su sexo asomar de entre sus piernas. Se adivinaban entre la maraña de vello unos labios grandes y carnosos de lo mas apetecibles. Así estuvo al menos durante un minuto para mi deleite. A estas alturas yo ya había desenfundado mi instrumento que brillaba en todo su esplendor, que dicho con modestia no es poco, y estaba a dos manos sacándole brillo a mis 20 centímetros.
Ahora me quedaba esperar para contemplar esos míticos y celestiales pechos, cuya imagen tantas y tantas noches me había acompañado. Pues bien, cuando hubo recogido todo, se metió en la bañera y se giró para coger la ducha. Que visión tan increíble. Esos pechos tan grandes, tan bien contorneados, de perfil, con un gran pezón oscuro, erecto y apuntando al cielo. Ni un atisbo de carne caída. Dos pedazo de tetas desafiando la ley de la gravedad con una forma absolutamente perfecta y agresiva, pues todo en ellas era desafiante: el tamaño, los pezones, el color, la forma puntiaguda hacia arriba en fin. Yo soy un asiduo a paginas erótico festivas en Internet y os puedo asegurar que muy pocas tetas he visto de esa calidad y de esa belleza.
Empezó a ducharse con cuidado de no salpicar por lo de la cortina e incluso se puso de cuclillas en algunos momentos. Cuando terminó de mojarse cogió el gel y empezó a extendérselo por el cuerpo masajeándose las tetas generosamente y también se froto con fruición por abajo. A estas alturas yo ya estaba disparando mi líquido caliente contra la puerta de forma incontrolada. Es por todos conocido el hecho de que cuanto mas excitado estás, mas semen expulsas durante el orgasmo. Yo pude seguramente haber llenado medio vaso de agua con aquello. Tal era mi estado de excitación. Por fin, después de años imaginándomela, veía a Celeste desnuda, en todo su esplendor. Esta visión nunca la olvidare.
Como estaba terminando, rápidamente limpié mi estropicio y me senté en el sofá como si nada. Celeste salió al poco con la toallita enrollada al cuerpo cubriéndole escuetamente desde las tetas hasta mas arriba de la mitad del muslo. También una visión súper erótica, porque al mínimo gesto dejaba al descubierto su imponente trasero o su rotundo sexo.
Después de aquella ducha no recuerdo mas episodios similares. Al poco llegó Fran y alquilaron un apartamento no muy lejos del mío. Yo le daba vueltas y vueltas a como poder verla nuevamente desnuda.
Para mi cumpleaños me regalaron un set de pinturas al óleo y tela, ya que tenía afición a la pintura. Le ofrecí a Celeste hacerle un retrato como le había hecho a mi novia con anterioridad. A ella le encantó la idea y estuvimos una tarde discutiendo sobre como hacerlo y el tipo de posado. Medio en broma le dije que el modelo clásico de retrato femenino era el desnudo y ella ante mi sorpresa accedió sin problemas.
Mi imaginación voló y mi pulso se aceleró. Quedamos en hacer una sesión de fotos y elegir la foto mas adecuada.
Llego el día. Fran se había ido de viaje. Celeste me abrió la puerta de casa y me dió la cámara de fotos. Por aquel entonces no eran digitales. Le pregunté si había pensado en algún tipo de prenda y me enseñó varias entre las que nos decidimos por un kimono fucsia con distintos adornos orientales. Celeste lo cogió y se metió en su dormitorio. Al poco salió con el kimono puesto y descalza. Adiviné que solo llevaba la ropa interior puesta. Los dos un poco nerviosos empezamos a hacer algunas fotos sin ningún tipo de gracia, pero que servían para que se relajara el ambiente y nos fuéramos sintiendo cada vez mas cómodos. En una de estas, le dije que se sentara en el suelo y se apoyara contra la pared. Le abrí un poco el escote y asomó un sujetador azul claro también de encaje, precioso. Le dije que si podía quitarse la ropa interior, ya que en las fotos quedaría mal. Ella no rechistó y se quitó el sujetador, sacándolo por una manga del kimono y se bajó el tanga sin mostrar nada. Se volvió a sentar y le fui abriendo un poco el escote del kimono. Este iba cerrado por la cintura como un albornoz y le aflojé el nudo. Foto a foto le iba destapando mas el pecho hasta llegar casi hasta el pezón. Por abajo las piernas estaban también casi al aire y sólo quedaba tapado el pubis. Armándome de valor destapé ambos pezones que imponentes se erguían desafiantes ante mí. Finalmente deje los dos pechos completamente al aire y también su negro pubis. La situación era de lo mas erótica y eso lo notaba mi entrepierna desde hace tiempo. Terminé de hacerle unas fotos mas y Celeste se incorporó cerrándose el kimono y diciendo que iba a por otra ropa para probar. Apareció con un abrigo y ante mi sorpresa se quitó el kimono quedándose completamente desnuda ante mí diciendo que total ya la tenía mas que vista. La contemplación a escasos centímetros de semejante belleza corporal me dejó de piedra y no pude dejar de clavar la mirada en todo su cuerpo. Seguimos haciendo fotos con el abrigo cuando sonó su teléfono móvil. Mientras hablaba nos habíamos ido a la cocina y yo seguía haciendo fotos. En esto Celeste se reclinó sobre la encimera de la cocina y apoyó ambos codos sobre ella dándome medio la espalda. Yo aproveché su concentración en la llamada para ir subiéndole lentamente el abrigo por la parte trasera hasta dejar expuesto su majestuoso culo entre cuyas piernas asomaba una vez mas su delicioso sexo negro del cual hice unas cuantas fotos mas. Terminamos la sesión con otras fotos en el cuarto de baño tapándose con una sabana, pero lo que es entre foto y foto, Celeste ya se paseaba completamente desnuda ante mi sin el menor recato, es mas, diría que disfrutaba siendo admirada y devorada con la mirada. Mi cara debía de ser todo un poema y mi pantalón todo un espectáculo.
Empecé a pintar el cuadro, pero le comenté que la necesitaba posando para mí unas cuantas veces mas, a lo que accedió sin problemas. Entre medias nos fuimos un día de compras a unos grandes almacenes y entre otras cosas me dijo que quería renovar parte de su vestuario de ropa interior. Nos fuimos a la sección de lencería y escogió unos cuantos modelos sugerentes de tanguita y sujetador. Yo me metí con ella, ya sin preguntar, en el probador y ella con toda naturalidad se quitó el sujetador que llevaba puesto, dejando su impresionante delantera bamboleándose a escasos centímetros de mí. Se probó varios sujetadores y me mandó a por otros modelos y tallas. Siempre que volvía al probador se quitaba el que tenia y se ponía el nuevo dejándome contemplar una y otra vez esas dos maravillas de la naturaleza. Yo con ella vivía en una permanente erección.
Otro día fuimos a una piscina y como estos países son muy modernos, el vestuario era mixto, aunque había cambiadores. Nos metimos en uno y cuando quise darme cuenta estaba Celeste desnuda poniéndose el bañador. Yo me puse el mío intentando disimular mi pene erecto cosa que no se si logre del todo.
Ese día después de la piscina le dije a Celeste que si se venía a casa a posar y accedió sin rechistar. Había puesto el lienzo en la habitación de invitados y le dije a Celeste que se podía cambiar en mi cuarto. Yo lógicamente la acompañe y nos dimos cuenta entonces de que no teníamos el kimono. Ella dijo que que mas daba, que lo podía ir copiando de la foto. Recuerdo que estábamos hablando, yo tumbado en la cama y Celeste enfrente de mí desnudándose. Ese momento fue también de los mas álgidos. Tenía a esa Diosa desnudándose para mí, mientras yo no perdía detalle tumbado en la cama. Se quedó con un conjunto de encaje de los que había comprado recientemente y le dije que se diera la vuelta para mostrármelo. Que gozada ver ese cuerpo, siendo mostrado sin pudor atendiendo a tus requerimientos. Sin dejar de hablar cogió Celeste y se bajó lentamente el tanguita. Nuevamente se desnudaba primero por abajo poniéndome el corazón a mil. Ahí estaba hablando conmigo con el pubis al aire y el sujetador puesto. Este duró unos segundos mas en su sitio hasta que también cayó. Nos dirigimos entonces hacia mi improvisado estudio de pintura. Que afortunado me sentí caminando detrás de una hembra como Celeste, teniéndola completamente desnuda en mi piso. Empezamos la sesión y yo intenté concentrarme como pude en la pintura, aunque el pincel que me estaba funcionando no era precisamente el que tenía en la mano. Como era un posado de interior, era importante la luz y el efecto de ella en el cuerpo junto con las sombras. Para potenciar el reflejo se me ocurrió traer una botella de aceite de oliva y dársela a Celeste para que se embadurnara el cuerpo. Mi erección era ya mas que visible cuando Celeste se recreaba en untarse una y otra vez el pecho con el aceite. Esos pechos subiendo y bajando, moviéndose de izquierda a derecha ejercían un efecto hipnótico sobre mi.
Se produjeron dos momentos álgidos en esa sesión. El primero menor, pero importante fue, cuando ella sentada sobre la cama, subió las piernas y las flexionó, como si estuviera en cuclillas pero sentada. La visión de su coñito entre sus rotundos muslos fue sublime. El otro momento y uno de los mejores de mi vida fue cuando de repente la llamó su jefe al móvil. Ella me hizo un gesto de que continuara sin problemas. Yo estuve así como un minuto hasta que me lancé a mi oportunidad. Me acerqué a ella y cogí la botella de aceite. Me unté las manos bien de aceite y empecé a embadurnarle las piernas y su zona abdominal. Hasta ahora no habíamos tenido contacto físico desde que empezaron nuestras sesiones y quise ver cual era su reacción. Ella no me prestaba atención y me dejaba hacer. Fue así como me envalentoné y me dije que ahora o nunca. Era el momento de intentar acariciar esos mágicos y sagrados pechos. Fui subiendo las manos por su abdomen lentamente hasta que empecé a rozar sus pechos por abajo. Enseguida me llamó poderosamente la atención lo duros que parecía que estaban esas enormes tetas. Cogí nuevamente mas aceite y ya sin pensármelo apliqué mis manos directamente sobre sus tetas. Dios mío que momento!!!
El cielo se abrió y creí estar soñando. Ha sido sin duda alguna uno de los momentos mas emocionantes eróticamente hablando de mi vida. Que sensación! Esas tetas eran una autentica maravilla. Que duras, que tacto, que pezones tan duros. En estado de erección sus pezones debían medir por lo menos dos o tres centímetros. Pero lo que mas me impresionó como digo fue la firmeza de sus carnes. Uno podría esperar que unos pechos tan grandes fueran de carne blanda y esponjosa, como blanduchos. Nada mas alejado de la realidad. Era de tal firmeza que ante cualquier desplazamiento brusco, volvían a su posición inicial como movidos por un resorte. Que deleite, que mágico momento. Esas tetas todas para mí. Las movía de arriba abajo, de izquierda a derecha. Presionaba para adentro. Hacia circunferencias con los dedos por sus pezones Dios mío, no sé cuanto tiempo estuve así, pero para mi fue algo sublime. De verdad no sé si solo fue un par de minutos o quizás cinco o seis, pero desde luego fue algo fuera de lo normal. Ahí tenia el sueño erótico mío desde hace mas de diez años, enteramente a mi disposición para acariciarlas a mi antojo.
El caso es que como todo en esta vida, la cosa terminó, no sé si porque acabó de hablar o porque yo decidí parar, el caso es que ella en ningún momento se molestó o intentó pararme. Lo que sé es que me hizo un comentario al terminar de hablar por teléfono del tipo de vaya como nos hemos puesto, no? Cuando terminamos la sesión y mientras se vestía, entré ya sin poder aguantarme mas al cuarto de baño y fue sacármela y correrme locamente sin apenas haberme tocado, de lo caliente que estaba.
Siguieron otras sesiones en las que recuerdo que ya hablábamos libremente de relaciones sexuales y sus preferencias y las de Fran. Me contó que era bastante clásica en cuanto a sus posturas preferidas sin grandes fantasías. Lo que si no perdonaba en cualquier situación sexual, era que la masajearan las tetas. Era uno de sus puntos erógenos mas importantes. Le pregunté por la parte de su cuerpo que a Fran mas le gustaba y me contestó sin dudarlo que el culo..comprensible. En ese momento estaba Celeste de pie, desnuda delante de mi y del lienzo y le pedí que se diera la vuelta para contemplarlo como si yo no lo hubiera hecho ya .Sin dudarlo se dió la vuelta y dejó ante mi durante unos segundos interminables ese majestuoso culo perfecto. Incluso de motu propio se inclinó hacia delante con las piernas ligeramente abiertas dejándome otra vez enfrentado con esa celestial vista de su pubis asomando de entre sus prietas y duras nalgas.
Había veces también que yo después del trabajo me acercaba a su casa y estando agotado ella me preparaba un baño de espuma en el jacuzzi que tenían. Fran solía llegar tarde y así pasábamos unas horas a solas charlando mientras me relajaba en el jacuzzi tomando una cerveza. Una vez Celeste se ofreció para ponerme una mascarilla en la cara. Cerré los ojos y fue tan relajante y estimulante que cuando los volví a abrir me encontré con que la espuma del baño había desaparecido dejando mi pene, erecto por supuesto, expuesto ante ella. No me hizo ningún comentario, pero creo que no pudo no haberlo visto. Yo tengo también un pelín de exhibicionista y me excitaba pensar que me había visto el pene en todo su esplendor.
En otra ocasión estando Fran en casa charlando conmigo en el salón. Celeste se fue a darse un baño y yo al rato le dije a Fran que me iba a casa que era tarde. Me despedí de el y fui a la puerta del baño para decirle a Celeste que me iba, pero sin abrir la puerta. Como me empezó a hablar y no la entendía, abrí la puerta un poco y la ví desnuda en el jacuzzi, dándose un baño y sin importarle mi presencia. Fran no nos podía ver. Estuvimos un par de minutos charlando y Celeste aprovechó para enjabonarse el pelo. No hay tampoco imagen mas erótica que una mujer con los brazos en alto tocándose el pelo y si es con los pechos al aire mas todavía. Recuerdo como sus tetas subían y bajaban firmes con sus movimientos de manos. Una situación de lo mas excitante.
El momento culmen llegó en otra ocasión y con el finalizo esta serie de relatos cortos unidos entre si. Fran estaba de viaje unos cuantos días y me quedaba a ver una peli en casa con Celeste y quizás a dormir en el salón, según lo tarde que se hiciera. Estábamos viendo una peli tumbados en el sofá y Celeste puso las piernas sobre mi regazo. El hacernos cosquillas mientras veíamos la tele no era una práctica infrecuente en su casa desde siempre, así que tampoco suponía nada. Llevaba Celeste un camisón hasta mitad del muslo, porque era verano y hacia calor. Le fui haciendo cosquillas por la pierna desde los tobillos hasta por encima de la rodilla. Poco a poco, no obstante, fui subiendo lentamente mis caricias hasta mitad del muslo. Retiré un poco el camisón y seguía acariciando cada vez mas arriba. Eché una mirada de reojo y vi. al final del túnel su pubis negro no llevaba braguitas!! Mi pene reaccionó de inmediato. El caso es que antes de que llegaran mis caricias demasiado lejos, se incorporó Celeste, y me dijo que si no me importaba darle un masaje en la espalda, ya que la tenía algo dolorida. Le dije que claro y se fue al dormitorio. Yo la seguí al poco y me la encontré tumbada boca abajo con la espalda descubierta y el edredón subido hasta la cintura. Yo llevaba unos calzoncillos y una camiseta a modo de pijama. Me subí a la cama y me monté sobre ella a la altura de su cintura, pero sin sentarme encima de ella para no resultar incomodo. Celeste dejó a su lado unas cremas y yo empecé ha untarlas en su espalda. No tenía mucha idea de masajes, pero la necesidad hace al fraile, y yo me apliqué lo mejor que pude. En un momento dado me incorporé un poco y retiré el edredón. Ante mi sorpresa apareció su fantástico culo desnudo en todo su esplendor. Se había metido Celeste como Dios la trajo al mundo en la cama.
Me arrodillé a la altura de sus rodillas, dejando sus piernas entre las mías. Tenía desde ahí una visión fantástica de su imponente trasero y empecé decidido a masajear sus piernas subiendo hasta las estribaciones de su culo. Como con sus tetas en aquella ocasión, lo primero que me sorprendió y calentó fue lo duro de sus carnes. Ese culito era duro, duro, nada de blandeces ni carnes fofas. Era respingón y altanero, desafiando la gravedad se mantenía en su sitio. Empecé a masajearlo de arriba abajo, en círculo y de mil maneras. Conforme iba acelerando el ritmo empecé a separar los dos cachetes del culo. Ante mi se abría nuevamente su vulva magnífica. Esto ya era demasiado, era un calentón sin igual. Cuando hube terminado con su culo empecé a darle largos masajes desde ahí abajo hasta los hombros. Para llegar hasta ellos y el final de sus brazos, lo que hacía era tumbarme sobre ella. Me había quitado la camiseta para no ensuciármela y empecé a masajearla hasta quedarme completamente tumbado encima de ella. Inevitablemente o mas bien deliberadamente mi pene erecto, encerrado en los calzoncillos pero luchando denodadamente por salir de su encierro, se hundía entre sus nalgas cada vez que me estiraba sobre ella.. Al principio lo hice mas pudorosamente, conforme iba pasando el tiempo ya no me cortaba y se lo fui clavando sin recato entre sus nalgas. La sensación era mágica. Parecía que estábamos follando sin estarlo. Mis movimientos pélvicos eran como los del amante en plena acción. Celeste no reaccionaba y me dejaba hacer. Mi mancha en los calzoncillos debía de ser ya de tamaño preocupante. En un momento dado pensé que aquí se planteaba un dilema entre atacar a muerte ahora o nunca o dejarlo estar, porque estábamos cruzando una línea peligrosa. No hay que olvidar que Fran es uno de mis mejores amigos y la situación se nos estaba escapando de las manos. Evalúe como pude la situación y pensé que el ataque directo podía consistir en masajearle las piernas y el culo, separándole ligeramente las piernas, a lo que no se hubiera opuesto Celeste, y en un momento dado subir el masaje hasta su vulva y empezar a acariciarle suave pero decididamente su coñito. Me pareció muy agresiva y me decidí por pedirle que se diera la vuelta para seguir el masaje boca arriba. Si accedía obviamente que el masaje hubiera recorrido sus tetas y finalmente su vulva para entrar a matar.
Pero me equivoqué de estrategia al preguntarle rompí un poco la magia, ya que todo el masaje había transcurrido en silencio, dejándonos ir al decirle que se diera la vuelta, ella comprendió que ese sería el momento en que cruzaríamos definitivamente la línea y que no habría vuelta atrás: acabaríamos follando. Eso le debió asustar y como le dí opción al preguntarle , ella se echó atrás y me dijo que no.
Sé que muchos me tomaran por un pavo integral, quizás lo fui, pero yo nunca quise hacer algo que ella no quisiera. Quizás con la otra estrategia de hechos consumados y con la mano puesta en su vulva sin preguntar, no hubiera habido vuelta atrás. Eso nunca lo sabré y aunque años mas tarde se lo pregunté, ella nunca me aclaró, ni me confesó, si hubiera llegado hasta el final. Yo quiero pensar que hubiéramos follado.
Quizás la magia de ese momento erótico se hubiera estropeado por follar, ya que la implicación personal, moral, psíquica hubiera sido mucho mayor. Al fin y al cabo ella quería y quiere a Fran, su hoy marido y el es mi mejor amigo.
Me queda ese regusto de no poder haber disfrutado de esa Diosa hasta el final, pero quizás es esa miel en los labios lo mas interesante de esta experiencia. Quizás el hecho de culminar hubiera roto el mito no lo creo, pero me tengo que consolar con eso.