La excitante paga extra de Melissa (4)
Esta vez la propuesta iba un poco más allá y no sabía como sentirme, el trato era que solo trabajara para él y comienza a traer invitados. Pensé. Menuda tontería, con Eduardo siempre merece la pena...
Paso mas de una semana sin saber de Eduardo cuando una noche me llamó para reservarme una noche de jueves, tendría que llegar pronto y quedarme hasta que dejara de necesitarme aunque habría dinero extra si me parecía bien la tarea.
No me pidió ninguna ropa en particular solo unos tacones altos y negros, por lo que me puse un conjunto de encaje y un vestido corto verde y a las 21:00 estaba llamando al timbre de su casa, me abrió bastante arreglado y me dejó pasar.
- Pasa, te he preparado algo de beber -me senté en el sofa frente a la copa que había en la mesita- ¿has sido camarera alguna vez?
- Alguna vez, pero no es mi trabajo. ¿Necesitas camarera para hoy? Seguramente hay muchas q pueden salirte mas baratas.
- No necesito ese tipo de camarera -di un sorbo mayor mi bebida mirándole intrigada- un amigo viene a cenar esta noche
- ¿Un amigo?
- Un compañero, de otra empresa. Y tiene un gusto particular, le gusta ver cosas bonitas y estoy seguro de que eres exactamente lo que le gustaría ver.
- No voy a acostarme con un tío que ni siquiera conozco.
- No te vas a acostar con él, solo yo puedo tocarte -puso la mano en la parte interior de mi muslo derecho y la deslizo hacia arriba rozando la ropa interior- ese era el trato. Te pagaré el doble -me agarró el pelo para ver bien mi cuello y pasar la lengua suavemente hacia la oreja- y solo tendrás que servir la cena y una copa con un uniforme especial y dejarte ver.
- ¿No tendré que tocarle?
- No
- ¿Vas a follarme delante de él? -ya pasaba un par de dedos sobre la braguita mojada, mis piernas se habían abierto dejándole acceso y su lengua había empezado a bajar hacia el escote.
- Probablemente. -me bajo el escote del vestido y el sujetador sacándome las tetas y lamiendo uno de los pezones dejándome sin aliento- puede que se la menée delante de ti -se amorró al otro pezon y deje un par de minutos que me calentara poniéndolos hinchados.
- ¿Y a qué te has referido con uniforme especial? -se puso en pie y me levantó con el para retirarme el vestido sobre la cabeza, después la ropa interior, de nuevo en tacones solamente, volvió a sentarme y me dio mi copa medio terminada para que la continuara. Me tumbó contra el brazo del sofá y me abrió las piernas colocándose frente a mi concha y dando un par de lamidas para comenzar.
- Estarás prácticamente desnuda, así que será mejor que estés caliente -le dejé continuar unos minutos, guardando silencio y disfrutando de su lengua.
- ¿Tengo que actuar de alguna forma especial?
- Tal como servirías una cena si fueras camarera. Como si estuvieras vestida, si quieres.
- ¿Queda mucho para que llegue?
- Mas bien poco.
- Acepto si consigues que me corra antes de que llegue.
Se sonrió y agarro mis caderas manteniendo la presión y aumentando la velocidad. Uso una de sus manos para introducirme un par de dedos, frotando ligeramente fuerte el interior de mi vagina y dando rígidos lametones en el clitoris sin parar, haciéndome difícil respirar con normalidad. Fue cuando paró y subió su boca hasta succionar mi pezón derecho con fuerza, medio tres dedos de nuevo dentro de mi presionando mi centro con el pulgar empezando la entrar y salida casi brutal.
No podía más que gemir y contorsionarme arqueando la espalda hasta terminar corriéndome, pidiéndole casi en grito que parara. Se levantó del sofa lamiéndose los dedos y fue a la barra a limpiarse la mano con una servilleta mientras yo conseguía dejar de temblar.
- He pensado que es incluso mejor que no te limpies nada ahora. Quédate mojada -me dejó al lado una bolsa de plástico- tiene que estar al llegar. Ve al baño y arréglate el maquillaje, ponte un poco más, ponte la ropa y ven a la cocina para que te revise y te explique lo que vas a servir.
Entré al baño con mi bolso y la bolsa que me había dado, volví a maquillarme y saqué mi “uniforme de camarera” que casi como esperaba se trataba de un tang, unas pegatinas para los pezones, un corto delantal y una chaqueta forma negra muy corta con un botón que cerraba de forma reventona ante mis pechos, todo de color negro. Y una consabida cofia, algo elegante a decir verdad.
Me miré ante el espejo, me sentí excitada, sexy, quizá fuera preocupante, pero me estaba gustando poder ganar dinero con esto. Aparecí así en la cocina donde me esperaba, revisó por encima la ropa y me pellizco un par de veces mientras lo explicó todo. Me pidió que me quedara en la barra cuando sonó el timbre.
- Ve sirviendo dos copas del vino que te he dejado, y a partir de ahora, eres muda a menos que se te pregunte. Solo eres el espectáculo y el servicio, no queremos oírte. Solo verte-fue hacia la puerta y entró su amigo, a primera vista no era muy alto, moreno, con barba, quizás cincuenta y pocos.
Se saludaron en la puerta sonrientes antes de acercarse a mi que ya tenía las bebidas preparadas sobe la barra. El tipo me miró hasta donde le dejaba la altura del mueble sonriendo.
- Esta es la camarera que tendremos hoy, saluda -asentí hacia el con un movimiento de cabeza- Preciosa, guárdale el abrigo a mi amigo.
Salí tras la barra y pude ver sus ojos recorrer todo mi cuerpo mientras me daba su chaqueta, me dirigí al armario cuando al pasar junto a Eduardo, me golpeó una nalga, me paré un segundo de sorpresa, y continué hasta completar mi tarea, volví tras la barra oyéndoles hablar un rato hasta que me mandó a la cocina a preparar los entrantes bajo sus ojos.
Nada más sentarse a la mesa volví a servirles vino, y me quedé a un lado de la mesa en pie como me había indicado hacer antes. Tras servir el plato principal y rellenar las copas la conversación dejó de ser formal gracias al alcohol.
- Bueno David, noto que el servicio no te ha decepcionado, ya no puedes dejar de mirarla.
- No mentías, es arte del que nos gusta. Y educada...
- También es obediente. La curva de ese culo es increíble, gírate niña -me quedé de espaldas.
- Debería quedarse así a partir de ahora -rieron y oí que volvía a comer.
- Es buena idea quédate así -un minuto después le volví a oír- lo he pensado mejor, inclínate hacia delante, manos al suelo -lo hice y oí al otro con sonidos de estar de acuerdo y pasaron unos segundos riendo.
- Mírala, tiene el tanga empapado, es perfecta.
- Lo se... nena, a partir de ahora llamaré a esa “tu posición”, así que sírvenos el vino de nuevo y vuelve a tu posición. -Terminaron el plato, retiré el plato vacío de David- ahora falta el postre -me acerqué a retirar el de Eduardo-pero falta algo ¿no? Ven aquí y ponte el tu posición -señalaba ante el.
Me giré colocando mi trasero ante él y las manos en el suelo, sentí como me echaba el tanga a un lado, me colocó con las nalgas más hacía David, para que viera mejor, imaginé. A continuación puso un dedo en mi entrada y lo fue metiendo , repitió un par de veces y lo sacó
- Que mojada muñequita... - dijo el otro.
- Esta siempre está caliente -volvió a introducir el dedo jugando ante las sonrisas de su amigo. Metió dos dedos la siguiente vez y notaba como se empezaba a salir el flujo hasta que paró- ¿Quieres ver otra David?
- Siempre. -oí una cremallera, miré de reojo viéndole girarse y dejar salir su polla.
- Siéntate y métetela, niña -cogió su copa y bebió mientras obedecí, incliné las rodillas y la coloqué entre los labios de mi vagina haciéndola entrar hasta sentarme sobre él, cerrando los ojos para aguantar un gemido de dolor y placer sintiéndola muy adentro.
- Es todo lo que quiere, quiere polla -reía mirándonos. Eduardo me golpeó fuertemente el culo, empujándome para sacármela.
- Sirve el postre preciosa -serví los platos y en el transcurso, me desabrochó la chaqueta- quítatela y ven a chupármela mientras terminamos la cena.
En unos minutos, pensando en que ya me dolían las rodillas me pidió que limpiara la mesa. Acabaron de servirse el vino cuando acabé de recoger y Eduardo me agarró de la muñeca y me puso frente a ellos, me despegó una de las pezoneras y directamente comenzó a morder y succionar hasta enrojecérmelo rápidamente, continuó con el otro
- Yo voy a tener un segundo postre, de anfitrión -me inclinó sobre la mesa del comedor y me abrió las piernas- tu puedes divertirte, es parte de la cena -noté su polla entrando mientras David colocaba la silla junto a mi y se abría la bragueta acomodándose.
Eduardo se animó rápidamente, follándome y empujándome contra el tablero, observé al otro, meneándosela mientras me embestía. En pocos minutos, tantos jugueteos previos me habían puesto muy cachonda y sentí que me corría. Grité y las piernas me fallaron, temblando sin parar. Tras darme unos segundos. Siguió metiéndola con fuerza.
Pero comenzó a masajearme el ano con un par de dedos mojados, en un minuto uno de ellos cedió entrando poco a poco, luego dos, entraban y salían con facilidad. Los sacó y ahora colocó su polla en la entrada de mi culo presionando despacio pero sin parar.
Intento no quejarme demasiado cerrando los ojos. David se levantó para observar de cerca como su verga desaparecía lentamente dentro de mi trasero. Tras un par de embestidas, entrada y salía con facilidad y me estaba excitando de nuevo.
- Tócate el coño, córrete mientras te abro el culo -me parecía una idea genial, vi algo volar a mi lado.
David se estaba corriendo en el suelo, apretándose la punta y los huevos, observándonos. Me corrí poco después entre espasmos, sintiendo ya como me ardía el trasero y aguanté al menos un par de minutos más hasta que terminó agarrado a mis caderas con fuerza. Embistió algunas veces más quedándose dentro.
El otro tipo ya casi había terminado de limpiarse cuando se volvió a acercar para ver mejor mi culo, Eduardo empezó a sacármela despacio sin soltarme las caderas, no quise moverme. Los dos observaban como su semen me salía lentamente por mi agujero cerrándose poco a poco.
Volvieron a abrocharse los pantalones. Eduardo me dio un azote indicando que podía enderezarme. Me sentía ridícula y excitada, ambos, menos por le sudor, se veían bien vestidos y arreglados, yo solo contaba con una pezonera, un tanga empapado y un delantal que ahora estaba manchado de lefa.
- Princesa, vamos a tomar una copa en la barra, deja la cocina recogida.
Salieron de la habitación y mire a mi alrededor, desde luego la idea de limpiar y recoger me parecía la peor parte, no es eso lo que hablé con él. Aun así fregué los platos y limpie la mesa y el suelo goteados con su leche. Podía haberme limpiado o arreglado un poco, pero preferí quedarme tal cual estaba, tan solo me volví a colocar la otra pezonera y fui al salón, me quedé a su lado esperando poder irme pronto.
- Puedes irte ya. Encima de la mesa está tu ropa y tu pago.
Me acerqué ya quitándome el delantal y el tanga, me coloqué el vestido y empecé a contar el dinero del sobre que contenía 150 euros extra. De modo que lo metí al bolso y salí de la casa sin más mientras llamaba a un taxi para volver a casa, me sentía cansada.
La tarde siguiente un mensajero me dejó un paquete en el que había una caja y una nota “Por el mejor servicio de cenas”. No hacía falta nada más, no había dejado de pensar en ello en esos días. La caja contenía un conjunto de lencería verde con encajes y pedrería, no tenía nada parecido en mi colección, la marca no entraba en mi presupuesto.
Esta relación laboral iba a continuar muy bien, no había sacado nada negativo aun de “nuestro negocio”.