La excitante paga extra de Melissa (3)
Un tercer juego juntos, esta vez además de la paga extra, divertida cena gratis. Este trabajo extra se pone interesante de verdad...
A media tarde contactó conmigo de nuevo a través de un mensajE
- "Te invito a cenar ¿Quieres jugar en un buen restaurante?"
- "Mientras no acabemos arrestados..." - "¿Dónde quieres ir?"
- "Prefiero sorprenderte"
- "Misterioso, vale. ¿Sin normas de vestimenta esta vez?"
- "Arréglate con algo que me vaya a gustar" - "Me gusta que mi compañía atraiga todas las miradas"
- "Creo que tengo algo que te encantará"
- "Te recojo a las 9.30"
Le di mi dirección y comencé a arreglarme. Elegí uno de mis vestidos mas llamativos, rojo con un gran escote agarrado por dos finos tirantes y una tela muy fina y brillante acabada en una falda corta. Me quedaba bastante ajustado y casi se veía el grabado del conjunto de ropa interior me había escogido.
A las 9 y media ya estaba colocándome mi par de altísimos tacones rojos cuando me avisó de que había llegado. Bajé a la calle y un coche azul bastante grande parado frente al portal, Eduardo salió de él y se paró junto a la puerta del copiloto.
- ¿He acertado? -le dije
- Es perfecto -abrió la puerta y me senté en el coche esperando mientras el entraba y arrancaba- Tardaremos una media hora en llegar, mejor estar alejados de las zonas conocidas.
- ¿Qué quieres hacer durante el viaje? -le rocé la entrepierna con mi mano izquierda.
- Quiero que llegues empapada -retiró mi mano y colocó la suya sobre mi muslo, subiéndola hasta el límite y rozando y apretándolo a la vez que mi entrepierna- que estés deseándolo antes de cenar.
Puso la mano del todo en la entrepierna, subiéndome el vestido y apretó suavemente varias veces con su mano, ya había empezado a sentirme caliente, después deslizo los dedos sobre la tela hasta que dejó de tocarme.
- Quítate los tirantes y saca las tetas por encima del vestido.
- Aun estamos en la ciudad, no es tan tarde, puede verme alguien.
- ¿Conoces mucha gente por aquí? ¿Mas o menos que a mí i cuando te las sacaste en mi cocina? -me sonreí, la verdad es q no conocía nadie por allí, solo sería un momento y en realidad me parecía excitante.
- Bien... -me prepare con cuidado y las saqué sobre el sujetador, él colocó una mano inmediatamente apretando una de ellas y después la otra, cuando frenó el coche en una zona medio iluminada- ¿Qué haces?
- Cállate o harás que si alguien pasa, mire hacia aquí -me agarró los pechos con las manos girándose hacia mi y succionó directamente uno de mis pezones, jugando con el otro.
Me estaba excitando muchísimo pero solo podía mirar alrededor por si se acercaba alguien, aun no estaba tan oscuro como para no verme claramente con las tetas fuera del vestido mientras un hombre las chupaba como si estuviera hambriento.
Pronto la idea dejó de molestarme, incluso miraba esperando a ver si ocurría y como reaccionaban. Ya tenia los pechos rojos y duros tras unos minutos, volvió a su posición y arrancó.
- Déjatelas fuera -avanzo a una velocidad lenta, me sentía nerviosa pero seguía con los pezones erectos mirando alrededor. En unos minutos nos acercábamos a un tipo paseando a su perro. Bajó la velocidad intencionadamente, no sabia que decir, cuando llegamos a él pude ver como miraba sin interés y reparaba en mis tetas, observando sorprendido- ese también quiere comerte las tetas ¿ves?
Avanzamos unas calles más mientras su mano volvía a rozar mi entrepierna y se me aceleraba la respiración, otras dos personas habían reparado en que iba medio desnuda cuando paramos en un semáforo y otro coche paró a mi derecha, no quería mirar pero noté que me había visto.
- Jajaja ¿Has visto como te mira ese chico?
- No, no quiero mirarle.
- Pues el a ti si -agarró uno de mis pechos dando un par de pellizcos suaves- vamos mírale... -negué con la cabeza intentando no gemir- le gusta lo que te hago -apretó mis tetas juntándolas y lamiéndolas
Sentía curiosidad y mucho calor así que me giré, era un chico de unos 20 años, me sonreía mirando descaradamente con atención lo que me hacía, sentía un ardor cruzándome el cuerpo, le devolví la sonrisa y vi como se frotaba el pantalón. Noté que dejaba de tocarme y el coche empezaba a moverse de nuevo. Avanzamos y le dejamos atrás.
- Ya hemos ayudado a un chico con su paja de esta noche. Ahora vamos a divertirnos nosotros -mi respiración seguía alterada -cúbrete para que nos dejen entrar al restaurante -en pocos minutos más estábamos cerca- ya casi llegamos, ahora quítate las bragas y déjalas en el coche.
- ¿En serio?
- Te apuntaste a jugar en un restaurante ¿Te echas atrás ante una buena cena
Me las quité viendo lo mojadas que estaban y cerré las piernas para evitar manchar el vestido, ya podia ver el lugar, había oido que se comía bien pero estaba lejos y valía demasiado caro para haberlo visitado.
- Primer objetivo conseguido
Dijo cogiendo mi tanga y guardándolo en al guantera, aparcamos y nos sentaron donde había reservado. Era un sitio elegante y bastante privado, las mesas eran redondas y un acolchado asiento la rodeaba. Noté como los clientes me miraban mientras nos dirigían a nuestra mesa, debía dar la impresión de ser su amante, o su juguete, tampoco iba muy lejos de la realidad, pero no conocía a ninguno y si que estaba muy cachonda.
Nos sentamos frente al otro en nuestra mesa y elegimos plato. El camarero se acercó a tomar nota, Eduardo pidió una botella de vino para los dos y comenzó a pedir la comida. Entonces me pareció divertido empezar a jugar yo misma.
Me deshice de mi zapato de tacón y bajo la mesa tanteé con mi pie su paquete, rozándolo suavemente mientras sonreía con naturalidad. Vi cómo paraba de hablar un segundo y me sonreía para volverse hacía el camarero y continuar el pedido mientras sentía como se le iba endureciendo de nuevo.
Charlamos un poco mas mientras nos servía la bebida y mientras esperábamos el primer plato se acercó hasta mí lado en el sofá y comenzó a besarme y poco a poco a sobarme los pechos sobre la ropa pero de forma descarada. Poco después aproveché un descanso para excusarme.
- Voy un segundo al servicio
- Bien, cuando termines tráete esto puesto-saco algo de su bolsillo y lo metió en mi bolso, me levanté para ir al servicio.
Allí, encerrada en el baño, comprobé que como me había parecido, eran las bolas chinas que usó el otro día conmigo. Al terminar las coloqué dentro sin mucho problema y me volví a sentar, el volvía a estar frente a mi y la comida había llegado.
Comimos mientras sentía como las bolas ya estaban inundándome y probablemente el vestido ya estaría algo mojado. Me provocó cierta ansia y termine mi plato antes, me eche hacia atrás para reposarlo bebiendo de mi copa y pronto volví a llevar mi pie a su entrepierna.
Un minuto después de dejar que le frotara, se abrió el pantalón y la dejo salir, tapado por el mantel para continuar cenando y observándome. Con una sonrisa volví a rozarle, de abajo a arriba, y vuelta a empezar, no creo que pudiese volverla a apretar dentro de la ropa. Terminó de comer y se abrochó difícilmente la cremallera volviendo a ponerse a mi lado.
Metió la mano entre mis piernas sin dudar y localizó el hilo de las bolas, tirando despacio hacia afuera, yo intentaba mantenerlas dentro y no hacer ningún sonido cuando cambio usando un par de dedos para rozar mi clitoris hasta besarme cuando estaba a punto de gemir para volver a tirar del hilo e ir jugando conmigo.
Comimos el segundo plato sin volver a cambiar de sitio y esta vez volvió a besarme bajando por el cuello y la clavícula, mi mano fue directamente y abrió su bragueta, tocándole sobre la ropa interior, el volvió a besarse, lo justo para distraerme cuando noté en mi vagina algo helado.
Di un brinco pero no soltó mis labios, distinguí que se trataba de un hielo, probablemente del vaso de agua que pidió. Estaba tan caliente que el cambio me dio escalofríos y comencé a masturbarle bajo el mantel como un impulso. Dejó el hielo y retiró mi mano de su miembro.
Nos arreglamos la ropa y terminamos rápidamente el postre y lo que quedaba de botella, pagó la cuenta y nos dirigimos al fondo del aparcamiento mientras intentaba que nadie viera mi vestido manchado, a por el coche, esperé junto a mi puerta que abriera. Pero se puso a mi lado.
- Abre un poco las piernas -me coloqué como quería y volvió a tirar del hilo de las bolas disimuladamente, en pie me costaba un poco mas aguantarlas dentro- relájalo.
Las sacó fácilmente las bolas y algunas gotas cayeron al suelo. Miraba alrededor en busca de posibles testigos pero parecíamos solos y no había farolas sobre nosotros. Volvió a meterlas dentro por completo.
- Agáchate
- ¿Qué?
- Arrodíllate -me guío hasta dejarme frente a su bragueta, abrió y dejo su polla ante mí- no puedo conducir así y tú me la has puesto dura. Vamos, antes de que alguien de esta zona venga a por su coche.
Preferí no gastar tiempo en replicar y abrí los labios rodeándola y chupándosela mas o menos rápido, para conseguir que se corriera. Leve la mano derecha a mi clítoris, frotándome mientras con la otra masajeaba suavemente sus huevos. No tardó mucho mas en terminar, intentó sacarla pero no quería que me manchara la ropa y la mantuve dentro mientras acababa de correrse, para escupirlo a un lado luego.
- Eres muy buena en estos juegos, preciosa -me besó sin importarle lo que acabábamos de hacer y abrió el coche.
Recorrimos un par de kilometros cuando paró en una carretera apartada de casas y apagó las luces, salió del coche y me indicó que también lo hiciera, llevándome hasta la zona del maletero, me agarró por la cintura y me sentó sobre él, era amplio y recto por lo que no me deslizaba hacia el suelo.
Me empujó y levanto mis piernas, haciéndome mirar al cielo, tumbada, alrededor parecía haber plantas y naves de trabajo diario muy separadas. Sacó de nuevo las bolas y las dejó a mi lado llevando la lengua a mi agujero y jugando con sus fluidos. Empecé a gemir sintiéndome ya caliente demasiado tiempo. Cuando llevó la lengua al clítoris no me quedaba duda de lo sensible que estaba.
Se dedicó plenamente usando un par de dedos y succionando casi brutalmente mientras le apretaba la cabeza contra mi para que no parara hasta que empecé a correrme, sin importarme en cuantas calles pudiera oírse me gemir. Dejé que se "liberara". En unos segundos volvimos a entrar en el coche y a avanzar.
- ¿Dónde vamos ahora? -pregunté tras un par de minutos en silencio.
- A mi casa, sabes que aun no hemos acabado, ¿no?
- Me lo imaginaba -el pantalón había vuelto a crecerle así que comencé a acariciarlo lentamente, no dijo nada dejándome hacer y sonriendo a la carretera.
Poco después abrí la cremallera para masturbarle sin más barreras hasta que entramos en la ciudad y llegamos a su garaje. Entramos al ascensor cuando oímos a alguien parar la puerta, un hombre desconocido, probablemente un vecino, saludó y se subió con nosotros poniéndose al frente y de espaldas, mirando hacia la puerta.
Cuando empezamos a subir noté que me había puesto una mano en el trasero, pasando el borde del vestido, le miré de reojo y luego a su vecino, advirtiéndole. No hizo ningún gesto diferente y seguí mirando hacia delante en silencio. Se inclinó ligeramente hacia mí llevando la mano entre mis piernas y deslizando un dedo dentro de mi vagina. Cerré los labios con fuerza intentando no respirar de forma diferente ni retirarme o se daría la vuelta.
Durante el resto de pisos me concentré en permanecer quieta mientras Eduardo seguía masajeando despacio con un par de dedos dentro. Ni siquiera me di cuenta cuando paró el ascensor. Sacó su mano de mi agarrándome del codo para salir, me moví de forma automática hasta que volvió a cerrarse la puerta y entramos en su casa directamente al salón.
- Eres buena guardando silencio
- Tu eres bueno jugando en público -dejó la chaqueta en el perchero y se dirigió a la barra sacando un par de copas.
- Quítate toda la ropa, quédate solo los tacones -siguió sirviendo algo de vino mientras dejé mis cosas sobre la mesa y me acerqué solo con los tacones rojos a la barra, me acercó una de las copas y caminó bebiendo de la suya hacia mi lado- llevo varios días acordándome de esos pezones
Me agarró por la cintura para sentarme en uno de los taburetes, un poco mas alta y me agarró las tetas acariciándolas y rozando los pezones hasta que comenzaron a reaccionar; entonces empezó a llevárselos a la boca, mientras continúe bebiendo poco a poco notando como cada vez que succionaba era con más ansia y mojaba un poco más la cubierta del taburete.
Paso al menos dos minutos y empezaba a sentirlos enrojecidos y muy sensibles. Por fin paró para beber un poco, con la otra mano me separó las rodillas y llevó un dedo a mi vagina, luego dos. Tras unos sorbos más, giró mi asiento dándole la espalda y llevó las manos a mis pechos, los apretó un par de veces y sin anticipación pellizcó ambos pezones provocando que se me escapara un gemido de sorpresa. Repitió un par de veces mas.
Hasta que me agarró por las cadenas, moviéndome hacia atrás; apoyada en el taburete sobre los muslos juntos y las rodillas flexionadas para no caer hacia delante. Oí como se abría la cremallera y terminé mi bebida, mientras dejaba le copa pude sentirla en mi entrada, empujando muy lentamente hasta entrar a la mitad y volver a salir repitiendo el proceso. Apreté mis muslos con más fuerza, intentando que deseara entrar hasta el fondo tanto como yo.
Finalmente después de jugar un poco, entró completamente, acelerando; me agarré a la mesa con los brazos intentando no caer mientras me hacia levantar el trasero de la silla con sus embestidas. Sus manos se fijaron firmemente en mis tetas manteniendo la presión. El siguiente orgasmo comenzó a llegarme, ayudado por el roce de la tela hasta despejarme sin evitar algunos gritos.
En un segundo volvió a girarme y echar mi espalda sobre la barra, abriendo mis piernas se colocó y volvió a entrar con un poco de resistencia ya aun no había terminado de correrme, pero se agarró con más fuerza y siguió entrando sin parar, colocó un par de dedos sobre mi clítoris rozándolo energicamente. Me agarre con fuerza a uno de sus brazos intentando aguantar sin saltar de la silla y sin controlar mis sonidos.
Algo después me había llevado a un segundo climax, mientras me recuperaba sentí dentro de mí como terminaba, clavándose bien adentro, haciendo salir hacia el suelo algunas gotas de su semen con cada embestida.
Un par de minutos después de terminar volvió a cerrarse el pantalón y me acercó mi vestido, mientras me lo ponía fue a su chaqueta y volvió dejando el dinero junto a mi bolso.
- Deberías irte, tengo cosas que hacer y es tarde.
- Bien -recogí mis cosas y fui hacia la puerta- gracias por la cena
Salí hacia mi casa pensando en si debería sentirme mal por estar haciendo aquello, pero era tan sencillo, y solo sacaba beneficios, una visita más y no tengo que preocuparme del alquiler el próximo mes, y con una extra podría comprarme algun capricho más.