La evaluación.

De como fui a recoger las notas por la tarde y los profesores me hicieron de todo.

Hola a todos, esto es una historia que me sucedió hace algún tiempo ya. No se la había comentado a nadie, pero hoy me apetecía escribirla y de esta manera desahogarme un poco. Por aquel entonces yo estaba en cuarto de ESO y no era aún mayor de edad. Me llamo Nerea y soy una chica muy normal, morena, bajita y con los ojos verdes.

Aquel inolvidable día los profesores me habían citado por la tarde en el instituto para hablar conmigo acerca de mis notas. Se supone que las notas las tenían que recoger mis padres pero yo les supliqué que me las dieran a mí diciéndoles que mis padres no podían asistir. Al final de mucho insistir consintieron en que fuera yo quien me pasase. Eran las cinco y cuarto y ya llegaba un pelín tarde. Era curioso ver el instituto por la tarde, estaba completamente vacío. No estaba ni siquiera el conserje. Subí rápidamente las escaleras para llegar a la segunda planta donde estaba la sala de profesores. Había ido en chándal y zapatillas porque no tenía ganas de arreglarme y menos para ver a los idiotas de los profes. Era verano y llevaba un top rosa que conjuntaba bien con mi pantalón de chándal blanco. No pensaba peinarme mucho, pero aún así me hice un par de trenzas largas, que con mi pelo negro liso me quedaban genial. Tampoco quería ir totalmente desarreglada y con el peinado y un poco de perfume que me eché me sentía informal pero guapa y atractiva.

La planta superior del instituto estaba igual de vacía que la planta baja. Daba hasta susto. Después de traspasar el largo pasillo llegué a la puerta de la sala de profesores y llamé. Dije quien era y me hicieron pasar. Allí estaban Luis, el profesor de biología, Manuel, el de educación física, Raúl, el de Matemáticas y Vicente, el de música. Excepto Manuel que tendría unos 30 años el resto rondaban los 40 o los 50. Tenían todos una cara de cabreo considerable lo cual me hizo sentir un poco asustada.

  • Nerea... encima y para colmo de males llegas veinte minutos tarde. - Dijo Raúl de mala gana. -Esto no se puede consentir. ¡Vaya falta de respeto!

-Tus notas son pésimas, Nerea. Vas a tener que repetir curso. ¡Pero si ni siquiera has aprobado religión que es la asignatura maría! - Me chilló Luis de malas maneras.

  • ¡No, por favor, no puedo repetir curso, mis padres me matarían! ¿No me pueden ustedes aprobar las suficientes para pasar a bachillerato? - Les supliqué casi con lagrimas en mis ojos.

Después de farfullar un rato entre ellos, Vicente se dirigió a mí y me dijo - Mira Nereita, si nosotros cuatro te aprobáramos , según la nueva ley de educación podrías pasar curso. Pero tendrías que hacernos un examen de recuperación extraordinario.

  • Pero si apenas he estudiado... ¿Cómo podría aprobar el examen?

Noté que me miraban raro, como si fuera una presa o un trozo de carne. Notaba la malicia en sus caras. Desde luego lo que pasó entonces sigue siendo para mí algo inexplicable. Nunca olvidaré lo sucedido.

-Para este examen no te hace falta estudiar Nerea -Dijo Manuel y acto seguido se abalanzo sobre mí y me agarró con fuerza. Aquello me sorprendió sobremanera e hizo que se me escapara un chillido. Luego entre los otros, sin que yo diera crédito, empezaron a manosearme toda. Yo chillaba e intentaba escaparme pero no podía, Manuel era un hombre bastante fuerte y grande, al menos mucho más que yo que apenas llegaba a los 50 kilos de peso. Notaba como me sobaban las tetas por encima del top de forma lasciva. Mis pezones sin yo quererlo se iban poniendo duros, tan duros que casi asomaban por encima de mi sujetador y mi top. También notaba como me sobaban los muslos y el culo. Sobre todo mi culo, parecía que era lo que más les gustaba de mi. No sé cuantas manos pude tener ahí, pero notabas sus dedos agarrando, acariciando y pellizcando mi pobre culito. Cuando me empezaron a meter mano en el pubis yo ya estaba a punto de llorar, no sabía cómo reaccionar ante aquello.

  • ¡Por favor, dejadme, si me dejáis en paz ahora no se lo diré a nadie! ¡Lo prometo!

-Pero si apenas acabas de empezar el examen Nerea, ahora no te puedes ir. Si te portas bien a lo mejor hasta te llevas sobresaliente. Y si te portas realmente bien te daremos matricula de honor.

En ese momento no sé por qué, deje de resistirme tanto, supongo que por el miedo. No sé quién cogió mi pantalón, pero quien fuera me lo bajo de golpe de un tirón, dejando a la vista mis braguitas verdes. Vi como se empezaban a desnudar rápidamente y como todos tenían las pollas enormes y tiesas. Para ser viejos sus pitos no estaban mal, mucho mejor que todos los novios que había tenido, que habían sido unos cuantos. La más grande de todas era la de Luis, enorme, larga y con muchas venas. Una polla que me hizo olvidarme del miedo y hasta sentirme halagada. Pero de todas formas, aparte de la de Luis, todas esas pollas estaban bastante bien. La cosa es que perdí un poco la noción de quien era quien con tanto manoseo. Sé que de repente tuve cuatro pollas pegándome en la cara salvajemente y en la boca. Disfrutaban realmente fustigándome con sus miembros en mi carita. Veía sus cara de satisfacción cuando me golpeaban con sus pollas en mis pómulos, frente, labios y ojos.

  • Saca bien la lengua, bonita. - Me dijo uno de ellos.

Yo la saque obedientemente y todos intentaron golpear mi lengua con sus trancas Yo sinceramente disfrutaba con aquella situación, me hacían sentir una zorra y en el fondo me encantaba. Aquella escena de todos esos hombres desnudos masturbándose y pegándome era casi una fantasía. No sé quien fue que me escupió en la boca, pero la idea pareció gustar y todos los demás me escupieron en la cara. Luego me dijeron que abriera la boca y  que me fuera comiendo sus miembros. Yo obediente lamía una por una, y a la de Luis le di hasta besitos. Por turnos me la fueron follando. Notaba sus pollas dentro de mi boca y yo, por portarme bien, mientras masturbaba y acariciaba las pollas que no estuvieran en mi boca. Estaban duras como piedras. Se me escapo alguna arcada cuando la metían en todo lo hondo ayudándose de sus manos mientras me cogían de mis dos trenzas y empujaba con fuerza. Me sentía una guarra y aquello me ponía muy muy cachonda. Mi coño estaba empezando a mojarse brutalmente y yo empezaba a disfrutar enormemente con aquella situación.

En algún momento me quitaron mi top y mi sujetado amarillo con violencia.  Noté como también me golpeaban las tetas con sus miembros  erectos de forma ruda mientras me miraban con sus caras de salidos. El sentir sus pollas duras y enormes chocando con mis delicados pechos me ponía muy perra. Sentía que mi chocho se derretía en una cascada de flujos. Después de un buen rato siendo atacada,  yo ya no podía comer más pollas, se me salía la saliva por todos lados y tenía la barbilla y el torso completamente mojado. Además de que mis pechos estaban rojos por los ataques viriles. Estaba disfrutando pero en el fondo de mi ser deseaba que aquellas pollas ricas y grandes me follaran y me dieran placer. Comer pollas divertía, pero ser penetrada era algo que me gustaba mucho más.

Me duele reconocerlo pero no había estado más cachonda en toda mi vida. Las braguitas ya las tenía empapadas. Creo que no había estado tan mojada ni tan excitada en mi vida. No sé cuando desaparecieron mis bragas, pero cuando me las quitaron me subieron a la mesa en dos segundo. Me abrieron muy bien las piernas entre dos y me manosearon mi sexo entre todos. Más mojada no podía estar. Notaba dedos, lenguas y escupitajos en mi coño y no paraban de decir que qué chocho más rico tenía, mejor que el de sus mujeres, mucho más joven y delicioso. En aquel momento me sentí importante. De repente noté como una polla entraba en mi húmeda raja. Fue una de las pollas más rica que probé en mi vida. Salía y entraba sin parar mientras tenía otra enorme tranca en la boca y ocho manos que me toqueteaban entera. Las tetas, los muslos, los glúteos. Alguno aprovechaba para azotarme los pechos. Aquello era el paraíso.

  • Nerea deja de chillar como una cerda. -Me dijo alguno de ellos.

No podía parar de gemir, chillar y gritar. Después de un rato quien fuera que me estuviera follando el coño se corrió, pronunciando un suspiro y llenándome de viscoso semen caliente. Esa fue la primera vez que me corrí aquel día.

En algún momento note como me daban la vuelta y me manoseaban el culo muy cerdamente, abriéndome los cachetes, azotándome y mordiéndome. Me empezaron a lamer el ojete varias lenguas y a meterme sus dedos. Primero uno, dos y no sé cuantos más metieron.  Creo que note hasta cinco dentro de mí. Nunca había tenido sexo anal y aquello fue un poco duro para mí.  Al rato uno de ellos me metió su polla venosa en todo el ano después de escupir en él. Escocía mucho.

-Te vamos a destrozar tu culo, pequeña zorra.

Siguió follándome el culo rítmicamente hasta que se corrió, note como su leche caliente bañaba mi interior.

Luego otra polla igual, me folló el culo hasta que su polla palpipante no aguantó más y  sacándola en el momento justo baño todos mis cachetes y ojote con su leche. Estaba caliente muy caliente y me encantaba sentirla en mi piel. El último que quedaba por correrse era Manuel, el de educación física. Este se puso delante de mi cara y se masturbo  mientras me pegaba en la cara hasta que su polla exploto y me lleno toda la cara de leche, salpicando un poco en mis tetas.  Nunca me había sentido tan humillada. Cuando pensaba que ya estaba a salvo noté que la puerta de la habitación se abría. Entro el director Alejando y viendo tal espectáculo se quedo de piedra

  • ¿Pero esto qué es? ¿Os habéis follado a una alumna y no me habéis informado?

Corriendo vino a mi coño y se lo empezó a comer como un poseso. Me lamió entera, mi clítoris, mi raja e incluso bajaba hasta mi culo. En aquel momento volví a correrme. Me folló brutalmente el coño y al rato me folló salvajemente el ano. Mientras el disfrutaba, y por qué no decirlo, yo también, los otros profesores se pusieron otra vez cachondos y sus pollas volvieron a crecer. Volvieron entre todos a follarme, sodomizarme y humillarme. Todos se corrieron en mi ano, que estaba tan lleno de lefa que rebosaba y caía por mis cachetes y mis muslos.

  • Te has portad muy bien Nerea, te mereces un sobresaliente, pero si quieres puedes ganarte matrícula de honor.

  • Sí, por favor, quiero matrícula. - Dije casi sin pensarlo.

  • Pues te vas a esperar un momento y vas a hacer gárgaras con nuestra leche cuando nos recuperemos.

No tardaron mucho y sus pollas se pusieron duras otra vez. Se masturbaron y se fueron corriendo encima mía, de mi cara, de mi boca, de mis tetas. La leche que cayó en mi boca me la guardé e hice gárgaras como ellos dijeron. Luego terminé tragándomela.

Cuando todos estuvieron contentos me dijeron que podía irme de allí. Antes de vestirme e irme note como varios regueros de semen bajaban por mis muslos. Me fui de allí llorando aunque por lo menos pasé de curso. He de reconocer una cosa, muchas veces me masturbo recordando el día que los cuatros profesores y el director me violaron brutalmente e hicieron conmigo lo que quisieron.