La estudiante y nosotros

La hija de unos conocidos había decidido estudiar una nueva carrera. La mejor opción que en un principio encontró por su momento económico y el de su familia y dado que tenía que desplazarse a nuestra ciudad para ir la universidad deseada fue proponernos el hospedaje en nuestra casa...temporalmente

Octubre-13 hasta hoy

Habiamos estado Isabel y yo, Daniel, pasando unos días en verano en el pueblo donde me crié. Estuvimos con todas las amistades con las que habitualmente coincidíamos en las fechas de verano pasando unos días felices. Como ya sabéis somos un matrimonio en los cuarenta y largos y por los relatos anteriores descubriendo una nueva vida de pareja.

En una de las reuniones, una pareja de amigos habituales del pueblo, Javier y Rosa, comentaron su preocupación porque su hija Lorena había terminado hacía un año biología y no encontraba trabajo. Y dadas las circunstancias había decidido seguir ampliando su formación realizando otra carrera universitaria que sería químicas. Expresaron que Javier llevaba año y medio en el paro y que con los ingresos de Rosa les resultaba totalmente imposible hacer frente a otra carrera de su hija pensando en la estancia, manutención y demás.

Como la universidad de químicas está en la ciudad donde nosotros residimos, en la siguiente reunión nos sugirieron si habría algún impedimento en que temporalmente estuviese en nuestra casa y que posteriormente ya buscarían otra opción. Mi pareja y yo lo hablamos y aunque no nos apetecía en exceso alterar nuestra intimidad, dado que nuestro hijo se había ido a vivir con su pareja hacía un año, pensamos que debíamos echarles una mano por la situación precaria que atravesaban. Así se lo hicimos saber a nuestros amigos y decidimos que en Octubre se trasladaría Lorena a nuestra casa.

Lorena tenía ya 23 años. La conocíamos desde siempre de nuestras visitas veraniegas al pueblo, pero verdad era que en los últimos años las coincidencias con ella habían sido más bien escasas. Sabíamos que era una chica muy aplicada y responsable por lo que nos transmitían sus padres y tenía una mentalidad bastante madura por lo que la habíamos tratado. Salía desde hacía dos años con un chico también biólogo como ella y nada que se saliera de lo normal.

A finales de Setiembre nos llamaron que venía la chica ya. Llegó a nuestra casa y le facilitamos todo para que se sintiese los más agradable posible. Acomodó todo en la habitación preparada para ella y dijo sentirse muy contenta con la opción que le habíamos facilitado para que siguiese estudiando.

Lorena es una chica morena, con unas piernas largas y estilizadas que le hacían medir 1,69, con unas caderas bien marcadas, unos pechos voluminosos que resaltan con cualquier ropa que se ponga, su cara no es de un atractivo especial pero si tiene una mirada muy cálida y seductora. Como su forma de vestir es muy discreta en su día a día no destacan especialmente sus cualidades físicas a excepción de sus pechos que es imposible disimularlos.

Nuestra convivencia era normal durante el primer mes y medio. Durante la semana estaba en casa, con sus idas y venidas a la universidad, y los fines de semana cogía el bus y se escapaba al pueblo para ver a su familia y a su novio. En la vida diaria compartíamos los momentos de la cena, de la tele, de algún juego de mesa, de conversación y se captaba un ambiente muy agradable de convivencia entre los tres. Los primeros días y semanas guardábamos nuestra intimidad a la hora de cambiarnos de ropa, de acceder a la ducha, pero según fue pasando el tiempo y dada la confianza que nos mostrábamos fuimos perdiendo la vergüenza al andar por casa. Isabel salía del baño con la ropa interior, Lorena con la suya o yo con mis boxer como si fuese ya algo habitual. Nos sentábamos a ver la tele en pijama y ya nadie se ruborizaba por el aspecto que mostrásemos. Es verdad que tanto Isabel como yo habíamos comentado la imagen estilizada de nuestra huésped pero sin ningún sentido lascivo por nuestra parte.

Todo comenzó a cambiar a partir de los primeros fines de semana que dijo que no se iría al pueblo. El primer fin de semana afirmó que prefería quedarse para estudiar mejor, pero luego, y dado que nuestras conversaciones con ella eran más íntimas, nos confesó que había roto con su novio y que prefería evitarlo temporalmente. Habíamos ido intimando y en nuestras charlas ya salían habitualmente temas relacionados con el sexo. Cuando aún se veía con su novio nos comentaba lo activos que habían estado y nosotros le hablábamos de nuestra relación íntima. A veces en el desayuno hacía bromas sobre algún gemido nuestro en la noche anterior pero todo derivado del buen ambiente para expresarnos con libertad. Incluso Isabel le había enseñado una noche alguno de nuestros vibradores y con bromas le había mostrado que estaban a su disposición si los necesitaba. Es verdad que no le habíamos dicho nada de nuestras experiencias a tres que habíamos iniciado desde meses anteriores como ya conté en otros relatos. Hasta que una noche ella nos confesó que una de sus mejores experiencias la había tenido con una amiga y con su novio. Nosotros abrimos también más las puertas de nuestra intimidad y le confesamos más en profundidad lo vivido por nuestra parte. No tuvimos ninguna intención de seducirla con aquellos relatos pero es verdad que con las escuchas y confesiones nos cogimos un buen calentón que a la mañana siguiente nos hizo confesarle que habíamos follado como locos por toda la conversación mantenida. Aún así no la habíamos incorporado a nuestras fantasías nocturnas ya que era nuestra huésped y nada más. Lorena sonrió, hizo una broma y se fue a la universidad como todos los días añadiendo -suerte la vuestra-. Ella había confesado que desde que rompió con su novio no había mantenido relaciones con ninguna otra persona y que se desahogaba a menudo ella sola.

Hasta ese momento no había habido insinuaciones por su parte ni por la nuestra pero si que las conversaciones a la vez que muy variadas, muchas veces derivaban en el sexo. Nosotros creo que empezamos a ocultar mutuamente que deseabamos fantasear con ella pero era como traspasar una línea prohibida. Su habitación contigua al salón por la noches permanecía con la puerta cerrada habitualmente. Pero algo cambió. Habitualmente para ver la tele yo me recostaba en un sofá y ellas dos en el otro. Mi mujer se recostaba y Lorena en principio se sentaba pero con la confianza cada vez era más habitual verlas acostadas y a Isabel, dándole unos mimos como Lorena dice en su pelo y en su cara. En una de las frías noches de finales de noviembre, nos pusimos a conversar y ver la tele en la situación de siempre. Pero algo empezó a resultar diferente. Mi mujer mimaba como siempre a Lorena en su cabello pero esta se mostraba con sus movimientos más intranquila. Comenzó ella misma a coger la mano de Isabel, cosa que no había hecho y jugueteaba con sus dedos y con los de ella, entrelazándolos y acariciádolos con lentitud. Yo me concentraba en la película pero a la vez sentía la sorpresa de que ella jugueteara con los dedos de mi amada. Siempre poníamos la habitación en penumbra con la escasa luz de una lamparita esquinera. En un momento acercó sus manos entrelazadas con las de Isabel a su cara y empezó a besarle los dedos con suavidad. De vez en cuando besaba la palma de su mano y seguía de nuevo con las yemas sintiéndolos en sus labios. Como los sofás están en forma de L y yo estaba en el posterior a ellas con respecto a la tele, podía visualizar toda la maniobra y ver la cara en principio sorprendida de mi pareja que estaba pegada a ella por su espalda. A ella le gusta que le seduzcan saboreando sus manos y brazos lentamente. Es una cosa que habíamos hecho en nuestra intimidad multitud de veces como una forma de empezar la seducción fuese por las manos o por los pies. Le entusiasmaba por su sensibilidad en las manos decía. Por supuesto aquello le estaba sorprendiendo pero a la vez gustando. Y más cuando Lorena entreabrió sus labios e introdujo dos de sus dedos en su boca rozándolos con su lengüita. Note que Isabel cerraba los ojos y movía ligeramente su cuerpo con disimulo extremecida por aquel sabroso beso. No quería moverse mucho más para no demostrar el encanto que le producía. Lorena al notarlo cerró sus ojos y se concentró totalmente en la delicatessen que le estaba ofreciendo. Deslizaba sus labios hacia las muñecas y volvía a relamer sus dedos con suavidad. Isabel me ojeó con ojos de gatita seducida para mirar mi reacción pero de inmediato siguió sintiendo los besos. Yo estaba inmóvil, sorprendido, excitado peso sin movimiento al fin y noté que mi pareja se dejaba llevar pero a la vez no tomaba ninguna iniciativa, cosa que con otra persona si hubiese hecho.

Lorena continuó con dulzura pero en un momento se giró ligeramente y mirandola con sus pupilas más dilatadas le dijo: - Es el momento que recibas mis mimos - . Y elevando un poco su cabeza acercó sus labios a los de Isabel ofreciéndoselos como una gatita en celo.

Mi mujer dijo: No puedo hacer est......

Lorena había agarrado su cuello y las dos se besaban con auténtico deseo. Nuestra huésped había pasado a la acción de una forma enloquecida. Situó a Isabel debajo de ella y su lengua jugaba con su boca, su cuello, sus hombros. Yo seguía impasible mirando si saber que hacer y con una gran excitación por el espectáculo. De repente se para me mira y me dice: Mira como la mimo pero no hagas nada solo observa y por favor no te desnudes ni te toques. Aquello por supuesto hizo que mi pantalón del pijama se elevase mucho más. Ya no pensaba en las barreras ni en quién era.

Comenzó a jugar con mi mujer la cual estaba a la espera de sus decisiones

Pasaba las manos por encima de la chaqueta del pijama de ella:

  • ¿Tienes ganas de que esta niña te desnude y juegue contigo?

Como respuesta Isabel mordía sus labios y los humedecía con su lengua. Parecía que sus grandes tetas se saldrían del pijama.

De repente agarró el pijama con fuerza y los botones saltaron por el aire. Los pezones de mi mujer estaban totalmente endurecidos de ver aquella niña con aquel arrebato de pasión. Los metía y sacaba de su boca, los apretaba con las yemas de sus dedos. Iba con su lengua desde sus tetas hasta su antebrazo. La hacía suspirar y de repente la besaba de nuevo. Isabel había soltado sus brazos y quería entrar por debajo del pijama de la chica pero ella no se lo permitía. Empezó a mover la cadera y rozar su coñito con los pijamas todavía puestos.

  • Aseveró: Tienes a esta niña zorrita caliente mientras follas a tu marido como una perra. El otro día os observé mientras el te follaba y veía como gemías de placer y ahora quiero que lo hagas conmigo.

¡No nos habíamos enterado de que nuestra invitada nos había estado observando!

Sin más le bajó sus pantalones y después de recorrer todas sus ingles clavó su lengua en el empapado coñito. Jugaba con su clítoris y mi mujer gemía y decía:

  • Soy tu perra Lorena. Quiero que me hagas gritar de placer.

Eso motivó más a nuestra invitada. Empezó a meter un par de dedos  en su coñito, luego lentamente introdujo uno más y al final el cuarto mientras con el gordo jugaba con su clitoris. Metía y sacaba sus dedos con destreza y mi mujer empezó a gemir y gritar alcanzando su primer orgasmo. Lorena se levantó, se desnudó y agarró una mano de mi mujer y llevó dos dedos a su coñito y le dijo:

  • Ves lo mojado que está. Como me has puesto caliente. Pues ahora se lo voy a regalar a la polla de tu marido.

No me había dejado tocarme y aún así me notaba a punto de estallar ya. Se acercó me desnudó sin preámbulo alguno, agarró mis manos las situó en sus tetas y se sentó de un golpe encima de mi polla. Aquel cuerpo era delicioso, terso, duro. Sus tetas eran grandes y me costaba sujetarlas en mis manos. Empezó a balancearse encima y notando mi excitación apuraba y se detenía por momentos para que no me corriera. Isabel mientras y viendo la escena estaba disfrutando ya de nuevo metiendo sus dedos en su coñito. La niña subía y bajaba y se había abandonado a su placer y me agarraba con fuerza, arañandome mi pecho, intentado clavarse más profunda todavía. Su coñito engullía toda mi polla y enseguida su cuerpo notó una contracción fuerte y lenta que le recorría toda su espalda seguidos de unos gritos anunciando que se corría.

Se desempaló lentamente para darme un descanso viendo que no había acabado y acercando su culito hacia mi boca, situó su coñito encima de mi lengua para que comenzase a comérselo y a la vez dijo:

  • Ven aquí zorra que ahora quiero ver como te lo follas mientras me come.

Mi mujer muy caliente se sentó encima de mi. Comenzaron a besarse con sus lenguas. Aquello era delicioso. Mi mujer con la calentura de su tocamiento mientras nos visionaba no tardó ni dos envites en volver a correrse.

Yo al notar las convulsiones del coñito de mi mujer sentí que iba a estallar y así lo anuncié con mis gemidos. Entonces Lorena sacando la polla insertada en  Isabel echo su cabeza hacia abajo y agarrando la de mi mujer para que la acompañase sintió como mi esperma salía caliente en la boca y cara de ambas mientras con sus lenguas rozaban mi dilatado capullo. A la vez ella empezó a contornearse con su coñito en mi lengua explotando en un nuevo orgasmo.

Quedamos extasiados los tres juntos durante un rato. Posteriormente Lorena se levantó, nos dio un beso en los labios y expresó cariñosa y a la vez lascivamente: Hasta mañana....

P.D. De momento sigue en nuestra casa y sin perspectivas próximas de cambio por lo cual os contaré nuevos episodios.

gracias a los lectores

Dannyx