La estudiante (3)

El calvario de Marta continúa, sin que sus compañeros accedan a sus peticiones de clemencia. La situación se pone más dura para la víctima que verá profanada su última fortaleza lo que le provoca tremendas heridas por la brutalidad y desproporción del ataque.

LA ESTUDIANTE 3

Este texto al igual que las precuelas ( La estudiante 1 y La estudiante 2 ), y las posibles secuelas es totalmente ficticio , cualquier parecido con un caso real es pura coincidencia. Aquella persona sensible con la violencia contra las mujeres y casos de violación ruego se abstenga de continuar leyendo, pues muy probablemente hiera su sensibilidad. De igual manera se advierte que este texto es para lectura exclusivamente de personas mayores de 18 años, los menores de edad deben abandonar la página de inmediato .

El calvario de Marta continúa, sin que sus compañeros accedan a sus peticiones de clemencia. La situación se pone más dura para la víctima que verá profanada su última fortaleza lo que le provoca tremendas heridas por la brutalidad y desproporción del ataque.

Afortunadamente para Marta a las cuatro de la tarde del Viernes sus violadores la dejaron recuperarse, estaba destrozada, múltiples heridas en su cuerpo, los pezones en carne viva por el maltrato al que habían sido sometidos, su vagina hinchada por la depilación, y llena de laceraciones en el interior por la brutalidad de las penetraciones, la boca con llagas y con un asqueroso sabor a polla y semen que no podía quitárselo a pesar de que se había cepillado los dientes hasta que las encías le sangraron, además estaba la humillación, debía andar desnuda por la casa, expuesta a las miradas de sus violadores que no paraban de martirizarla con continuas cachetadas o pellizcos, además era su esclava.

Se había metido en el baño donde lloró desconsoladamente mientras se duchaba y trataba de quitarse la sensación de ser la más puta entre las putas, con los dedos se restregaba el coño para sacarse toda la sangre y los inevitables fluidos que ella había segregado, una vez duchada recordó la experiencia de la depilación y decidió que mejor las piernas se las hacía ella, así que cogió su maquina y se depiló aplicándose luego cool cream en las piernas y en su irritada vulva la cual parecía a punto de sangrar, no se lo podía creer estaba haciendo caso a sus violadores, pero que remedio le quedaba, solo esperaba que esto no durase mucho y pronto la dejasen marchar.

Ni siquiera cenó se encerró en su habitación y vio la cama llena de los restos de la batalla, se volvió a hundir mientras quitaba las sábanas llenas de sangre y semen, no podía contener las lágrimas, solo de pensar que al día siguiente sabe Dios lo que le harían los que hasta ese día había considerado unos buenos compañeros, se acostó una vez mudada la cama y entre lágrimas logró dormir a ratos asaltada por continuas pesadillas que no la dejaron descansar. El coño le latía debido a la tortura a la que había sido sometido durante horas, tenía el alma destrozada.

—Maaaaaaarta, Marrrrrrrta, es la hora— eran Pedro y Manuel que entraban en el cuarto de Marta para continuar con su violación.—Verás lo bien que lo pasas hoy, ja, ja, ja, ja.

Esta se despertó sobresaltada y volvió a la realidad, miró el despertador eran las ocho de la mañana. —Por favor dejadme en paz, no me violéis más, dejad que me marche—suplicaba Marta mientras trataba de tapar su desnudez con la sábana de su cama.

Manu y Pedro venían ya desnudos, y estaban conectando la cámara, Manu se dirigió a Marta y le arrancó la colcha dejando su dolorido cuerpo al descubierto, Marta lloraba y se tapaba con las manos, —a ver zorra, ábrete de piernas que mira como estoy—dijo Manu señalando a su polla que ya estaba empalmada.

Marta vaciló no estaba dispuesta a convertirse en un fulana, pero la respuesta de Manu no dejaba lugar a dudas dos bofetadas, que le hicieron que los oídos le pitaran y las mejillas le quemaran, —que te abras de piernas so zorra, que te voy a follar hasta que te sangre el coño—, Manu se abalanzó sobre la pobre Marta que lloraba amargamente de nuevo, pero Manu ya estaba encima suyo, y con la mano apuntaba su polla al dolorido coño de Marta, —pensaba lubricarte pero ahora verás zorra— y dicho esto la penetró de un solo empujón sus huevos golpearon contra el perineo de Marta.

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!, ¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyy!, por favor, por el amor de Dios me vas a matar—, chillaba Marta como una histérica, y es que la penetración había sido brutal, a la sequedad del coño se le unió que el condón no estaba muy lubricado, parecía que la goma le quemaba.

—Dios que cerrada está, no parece que esta haya follado contigo Pedro, ja, ja, ja, qué, te duele zorra, ¿eh?,pues toma, —decía Manu mientras comenzaba un bombeo infernal, no tardó mucho en empezar a sangrar—, mira la zorra esta, parece que tiene la regla, ¿te duele, eh,?, Pedro dale al zoom para que se vea bien como sangra, y como llora.

Pedro acercó el zoom, recreándose en lo escabroso de la escena, y es que la sangre era abundante, lo que por otro parte ayudaba a Marta a soportar las tremendas arremetidas de Manu, que no paraba, parecía un animal salvaje, estaba fuera de sí, sus manos torturaban las maltrechas tetas de Marta, que no podía hacer más que chillar y llorar, pero esto hacía que Manu se enardeciera, y multiplicara las embestidas, este a la vez besaba a la pobre Marta que debía sentir la lengua de su violador jugar en su boca.

Paró unos instantes, sacó la polla del coño de Marta para levantar las piernas de su víctima, y colocarlas encima de sus hombros, en esta posición y de un solo empujón introdujo su polla en el ensangrentado coño de Marta.

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!, ¡Ahhhhhhhhhhh!—, el alarido fue como si la estuviesen matando, y es que en esta posición la penetración era aún más profunda. Marta solo podía emitir leves palabras y gritos desoladores —¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh!, por favor, dejadme, por favor, por el amor de Dios, ¡Ahhhhhhhhhhh!.

Las arremetidas eran brutales no parecían tener fin.

—¡Ahhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhh, me corro, me corro!—, dijo Manu, y un torrente de semen salió de su interior para irse a estrellar con la goma del condón, a la vez Manu dio un tremendo mordisco al pezón de Marta que no pudo contener un alarido al sentir que la carne se le desprendía.

—Dios ha sido increíble, que corrida he debido soltar por lo menos dos litros de lefa, ja, ja, ja—, Manu se salió de Marta, esto supuso cierto alivio para Marta, pero el coño le quemaba, parecía que estaba en carne viva. —Venga puta, ya sabes lo que tienes que hacer, a chupar—, la polla de Manu estaba a escasos centímetros de la cara de Marta, que se dispuso, temblando por el dolor y la humillación a retirar el condón, pero, —no, no zorrita, límpialo también,— y con una tijera hizo un pequeño corte en el condón por donde goteaba el semen, iba a asemejar una corrida.

—Por favor, no me hagáis esto, dejad que me vaya.

La respuesta no se hizo esperar una fuerte bofetada, —vamos zorrón esto no es nada con lo que te espera.

Y dicho esto Marta empezó a chupar el preservativo lleno de su propia sangre a la vez que por el agujero del condón escurría un continuo hilo de semen, estuvo así durante un cinco minutos hasta que quedó bien limpio y el semen se agotó, en los cuales la polla de Manu adquirió nuevamente consistencia, y así empezó a limpiarla después de haber acabado con el condón, la limpió pero curiosamente Manu se retiró sin concluir la mamada, —me reservo para luego, no te preocupes, mi amor, ja, ja. ja—, le dijo este a una desconcertada Marta.

Pedro y su tremenda polla ya estaban listos, y no iban a tener compasión de la pobre Marta que ya no oponía resistencia y se resignaba a soportar la tremenda envestida de Pedro,—levántate, guarra, que hoy estoy cansado y quiero que me cabalgues tú—, no les bastaba con violarla, sino que querían humillarla. Marta se incorporó con enorme dolor y con el coño aún sangrándole, Pedro se tumbó boca arriba en la cama, y agarró su polla poniéndola en perpendicular a su cuerpo, era algo impresionante, eran por lo menos 25 centímetros de largo y de un grosor considerable.

—Vamos empálate, puta, que estoy más caliente que el palo de un churrero.

Manu empujó a la pobre Marta que se colocó con gran dificultad encima de la polla de Pedro y comenzó a bajar.

—Por lo menos controlaré la penetración—, pensó Marta, pero cuando estaba a escasos milímetros de la polla de Pedro, Manu la agarró por las axilas y la izó y Pedro le despegó los pies de la cama quedando suspendida sobre la polla de Pedro, no iba a controlar nada la iban a ensartar, como a un pincho, sintió como era penetrada, y cuando el glande de Pedro estaba dentro este estiró de las piernas de Marta lo que hizo que se ensartará profundamente la polla de este en el dolorido coño de Marta.

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!, ¡ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!—, chillaba Marta al volver a sentir el coño ardiendo por la brutal penetración, la habían ensartado hasta los huevos de Pedro, que la agarraba para que no se saliera, —por favor, déjame, me vas a destrozar el coño, por lo menos deja que me lubrique—, la desesperación y el dolor de ella llegaban al extremo de humillarse para que la dejen masturbarse para evitar que la sequedad de su coño, a pesar de la sangre, le causase más daño del necesario.

—Eso, lo tenías que haber hecho antes, puta, cuando nosotros te vamos a follar no vamos a esperar a que tu estés lista—, le dijo Pedro a la vez que levantaba su cadera para darle una embestida brutal, —vamos puta, muévete.

Marta a pesar del dolor y la humillación comenzó a moverse, el dolor era impresionante, las heridas causadas por Manu hacía diez minutos se habían multiplicado, la sangre manaba de su coño, y las lágrimas de sus ojos, y es que además de la penetración, Pedro agarraba sus tetas como si quisiese arrancárselas, era horrible, los morados del día anterior eran nuevamente castigados sin piedad, Marta era la que debía follarse, pero no podía imponer un ritmo rápido, para acabar cuanto antes porque su coño no estaba lo suficientemente lubricado para el tamaño de la polla de Pedro, y porque este cuando no estaba torturando sus tetas, la agarraba de las caderas para que la penetración fuese lo más profunda posible.

—Échate para delante, que quiero que salga un primer plano de tu coño, reventado—, le dijo Manu a Marta a la vez que la empujaba hacia Pedro, —Dios como está de abierta—, dijo este al ver el espectáculo que tenía delante, el coño de Marta abierto al máximo y sangrando, como si tuviera el periodo.

Pedro comenzó a embestirla mientras pasaba sus brazos por la espalda de la pobre Marta que quedó en una postura aún más incomoda, con todo su cuerpo estirado encima de Pedro y sus piernas estiradas como si estuviera sentada, sentía gran dolor en las caderas por lo forzada de su posición parecía una bailarina de ballet, además en esta postura a la polla le costaba más deslizarse con lo que el dolor de su coño era infernal debido al enorme tamaño de esta, Pedro que movía sus caderas, incrustando su polla en el interior de Marta que no paraba de llorar.

—¿Te duele zorrita?—, le decía Pedro, mientras continuaba agitando sus caderas e introduciendo hasta lo huevos su polla, Pedro aprovechaba esta postura para besar la boca de Marta que movía la cabeza tratando de evitarlo pero era inútil y tenía que sentir la sucia lengua hurgándole en su interior.

De repente Marta notó como Manu empezaba a sobarle las nalgas y a darle fuertes cachetes, tenía los glúteos al rojo, le quemaban por la acción de las palmadas de Manu, pero esto no era nada, comenzó a sentir como este le empezaba a tocar cerca del ano, era lo que más temía, la iban a violar por el culo, eso le espantaba, nunca lo había permitido, pero una amiga le contó que su novio la dio por el culo y que le dolió horrores, y además tuvo que acudir al hospital porque no paraba de sangrar, fue humillante para ella, tener que contarle a un medico lo ocurrido mientras una enfermera la cosía. —Por favor, dejadme ya, no me hagáis nada más os lo ruego, no me folléis por detrás haré lo que queráis pero eso no.

Manu y Pedro soltaron sendas carcajadas, y continuaron cada una a lo suyo, —que te crees, ¿qué no harás todo lo que queramos?, ¿qué nos dejaremos algo por tomar?, pues te equivocas zorrón—, y dicho esto Manu sin ningún tipo de consideración empujó el dedo anular al interior del ano de Marta.

—¡Ahhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhh, ayyyyyyyyyyyy!, nooooooooooo, por el culo no, por favor—, chilló Marta al sentir la profanación de sus esfínteres, el dolor era increíble, la posición, la penetración vaginal y ahora la anal se combinaban en un cóctel terrible, Pedro había parado el bombeo, ahora el bombeo era del dedo de Manu, que aún era peor que el de Pedro, y es que además de ser virgen no la habían preparado, notaba como algo escurría de su ano, era sangre, no mucha, pero sangre,—por favor, sácamelo, me vas a matar, ¡ahhhhhhhhhhhhh!, ¡ahhhhhhhhhhh!.

Manu continuó durante unos instantes, que para Marta fueron eternos, con la penetración de su ano, hasta que tan de improviso como lo había metido lo sacó, causándole también un gran dolor, en ese mismo instante Pedro retomó los embistes que volvieron a conducir a Marta a un mundo de horribles sensaciones, tenía el coño abierto al máximo, sangrando, y con una fricción que provocaba grandes dolores y además el culo le ardía por el castigo sufrido, Marta lloraba desconsoladamente.

—¡Levántate, zorra—, le dijo Pedro que había detenido de nuevo su asalto. Marta se retiró, sintiendo un gran alivio cuando recuperó la verticalidad y pudo sacarse la polla de Pedro de su interior.

—¡Dios mío, Dios mío!—, exclamó Marta al ver el coño como lo tenía, estaba hinchadísimo y lleno de sangre, además le costaba recuperar su forma estaba abierto, por favor dejadme en paz, me vais a matar, mirad como me habéis dejado el coño, me voy a desangrar, —lloraba, ante las risas de sus violadores,

—¡Vamos puta, que esto no es nada, ponte a cuatro que te voy a follar como la perra que eres—, le dijo Pedro a la vez que se aproximaba a ella.

—¡Noooooooooo!, por el culo no, me matarás, por el amor del Cielo, por el culo no—, decía Marta a la vez que trataba de zafarse de sus violadores, pero era inútil.

—No te preocupes por ahora me conformo con tu coño,— y dicho esto la agarraron entre los dos y la obligaron a ponerse a cuatro patas dando la espalda a un Pedro cada vez más violento.

Una vez colocada Manu se sentó en la espalda de Marta para evitar que se moviese, con la cámara al hombro, Pedro colocó su polla en la entrada del coño de Marta y...

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh, uhhhhhhhhhhhhhhh!—, Marta volvía a chillar la estaban abriendo de nuevo, la polla había llegado hasta el fondo, los huevos la golpeaban en la vulva, y Pedro comenzó a embestir, como lo que era, un animal, ¡argggggggggggg, ahhhhhhhhhhhhhhh!, ¡por favor, sácala!, me está destrozando, ¡sácala!.

Pedro al contrarío de la súplica de Marta redobló los embates, lo que causaba aún una mayor hemorragia, y un sufrimiento inenarrable a la pobre Marta, que solo podía chillar de dolor. Plof, plof, plof, era lo que sonaba en el interior de Marta al bombear Pedro, era ya mucha la sangre, o por lo menos eso parecía, además de penetrarla, la daba fuertes cachetadas en las nalgas lo que incrementaba el dolor, tenía los glúteos al rojo vivo, parecía que de un momento a otro iban a comenzar a sangrar, el ritmo de las penetraciones aumentó y en ese mismo instante nuevamente Manu introdujo un dedo en el culo de Marta.

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!, ¡ahhhhhhhhhhhhhhhhhh!, me vais a matar, cabrones—, lloraba entre alaridos de dolor Marta.

Los dolores eran ya algo inhumano, Marta estaba al borde de perder el conocimiento pero antes de esto, Pedro dio un fuerte empujón que sacó a Marta de su atontamiento, se estaba corriendo mientras estrujaba con fuerza ambas nalgas—¡ahggggggg!, ¡ahhhhhhhhhhhh!—, gimió Pedro al correrse, —eres una puta estupenda, lo vamos a pasar en grande esta tarde cuando se abramos el culo.

Manu extrajo el dedo del culo de Marta, con restos de heces y de sangre, lo que provocó un nuevo alarido de Marta que ya sabía lo que le esperaba.

Pedro se retiró de una Marta que estaba derrumbada, se levantó de la cama dejando a esta tirada bocabajo, llorando y moqueando, se retiró el condón y bueno Marta sabía lo que tenía que hacer, pero ahora sabía que esta tarde la follarían por el culo, debía tratar de evitarlo.

—Por favor, por detrás no, mira te la chupo—, dijo Marta cogiendo la polla de Pedro y empezó a chuparla lo mejor que sabía, la limpió a conciencia, y cuando notó que se ponía dura de nuevo continuó, pero al igual que Manu la sacó.

—Por favor, os lo ruego, por el amor de Dios—, seguía suplicando a sus dos satisfechos violadores.

—Mira la guarra, no se lava el culo—, le dijo Manu a Pedro enseñándole el dedo con restos de heces y sangre, —vamos a tener que enseñarte a mantener limpita esa parte de tu cuerpo, porque a partir de ahora no solo va a ser de salida, ja, ja, ja.

Dicho esto la levantaron de la cama, Marta apenas podía caminar su coño estaba hinchadísimo, además no dejaba de sangrar, y sabe Dios lo que estos dos sátiros la tenían preparada, la llevaron al baño y abrieron el agua caliente de la bañera,—límpiate bien, zorra, que parece que tienes la regla, y das asco—, le dijo Manu a la pobre Marta que se metió dentro de la bañera y delante de los dos tuvo que lavarse, era algo humillante algo tan íntimo, y además no apagaban la maldita cámara. Pedro salió del baño unos minutos y volvió con algo que Marta no vio.

Marta acabó de lavarse, se levantó como pudo e hizo amago de salir pero Manu le dijo, —espera que falta por limpiarte el culo—, Marta se volvió a poner en cuclillas dispuesta a lavarse el ano, todo con tal de que no la violaran más, pero... —no, no, no de eso nos encargamos nosotros—. La cara de Marta era un poema, qué pretendían, y entonces lo vio, lo que Pedro había traído al baño minutos antes, era una jarra de un litro y medio, con un tubo, era un cacharro para poner lavativas.

—¿Qué me vais a hacer?, no me hagáis nada, os la chupo pero no, por el culo no—, dijo a la vez que se hacía un ovillo en la bañera, tratando de evitar lo inevitable. Pedro llenó la jarra con agua templada y preparaba el aparato mientras Manu se había metido en la bañera e izaba a Marta que no tenía ni fuerzas para resistirse, cogió a Marta y apoyó sus riñones en el borde la bañera, quedando las piernas por fuera y el cuerpo dentro sostenido por Manu que se apoyaba en la pared.

—Esto no te va a doler, te dolerá luego, así que venga un poco de colaboración sino quieres que traiga la correa, agárrate las piernas y levántalas—, le dijo Pedro mientras se aproximaba con la jarra.

Marta no quería pero dos sonoras y dolorosas tortas en la cara por parte de Manu la hicieron cambiar de opinión, como pudo levantó las piernas y se las sujetó con las manos, quedando en un ángulo de noventa grados, con las piernas abiertas y mostrando a Pedro su culo y su coño, —ahora relájate, si no quieres que la metamos a presión, y créeme no te gustaría—, le dijo Pedro. Este aproximó la cánula al ano de Marta, que no dejaba de llorar, y de suplicar que no la violasen más, la introdujo de un tirón aunque no fue excesivamente doloroso para Marta pues no era muy gruesa y el dedo de Manu había hecho su trabajo, una vez introducida Pedro abrió la llave que había en la base de la jarra y enseguida Marta empezó a notar como el liquido la llenaba, era una sensación extraña, pero pronto, cuanto más agua entraba en su interior, se convirtió en una sensación de dolor.

Pronto Marta empezó a moverse pues sentía que iba a reventar, notaba como el vientre se le llenaba, y aquello no parecía tener fin. —Por favor, para ya , voy a reventar—, gimoteaba, mientras el agua continuaba entrando en su interior. Por fin se acabó.

—Ahora más te vale, que cuando quite la cánula no derrames ni una gota, hasta que nosotros te lo digamos—, dijo Pedro, y retiró la cánula del ano de Marta, que hacía fuerza y contraía sus nalgas para evitar la pérdida, una vez extraída pudo bajar las piernas, y Manu la introdujo en la bañera, era algo horrible los retortijones no la dejaban ponerse derecha pero tampoco podía inclinarse mucho porque la presión haría salir el líquido.

—Metete un dedo en el culo y así no perderás nada—, le ordenó Manu a Marta, esta obedeció metiéndose con cuidado el dedo índice, el ano se adaptó a su dedo haciendo este la función de un tapón hermético, era algo humillante, se estaba violando a si misma, y cada vez más doloroso, las tripas se quejaban del líquido de su interior.

Marta se encontraba dentro de la bañera medio doblada con un dedo metido en su culo mirando hacía fuera donde Pedro y Manu la contemplaban, hasta que este último se acercó y la obligó a chupársela, pronto la polla estuvo nuevamente dura, y le tocó el turno de Pedro.

—Voy a reventar, dejadme cagar, por favor, uhmmm, no más, no más, uhmmm—, atinaba a decir una llorosa Marta mientras Pedro la follaba por la boca, reabriéndole todas las heridas, pero ahora lo que más le preocupaba es que la presión en su vientre era algo insoportable, notaba su dedo bañado en el interior de su ano, bañado con las heces de su propio cuerpo luchado por salir de él.

Pedro se retiró y entonces Manu le dijo, —venga a cagar.

Marta iba a salir de la bañera para ir al inodoro, pero —no, no, no, en la bañera, y luego la limpias bien.

Ella no estaba para andar discutiendo y se puso en cuclillas y sacó el dedo de su culo saliendo una marea de agua sucia, eran sus heces, —ahhhhhhhhhh—, atinó a decir mientras de su interior salían lo que parecían litros de mierda, era como si la hubiesen vaciado, no tenía que hacer fuerza, para que todo saliera.

—Mea también, guarra—le decía Pedro mientras la enfocaban con la cámara.

Ella hizo fuerza y la orina comenzó a salir y a mezclarse con las heces líquidas, mientras ella trataba de no caerse en sus propias mierdas. Acabó al cabo de diez minutos, tenía el ano ardiente, le quemaba.

De repente notó como algo caliente le caía en la cabeza, levantó la vista y vio que eran Pedro y Manu orinándola encima, se cubrió la cara con las manos y se quedó inmóvil mientras la "duchaban", la humillación era terrible, aquí estaba en cuclillas rodeada de mierda, y soportando una "lluvia dorada" con resignación, mientras lloraba, y a la vez tenía la esperanza que le respetaran el culo.

—Lávate bien ahora guarra, no quiero que huelas a mierda—, le dijo Manu una vez se hubieron aliviado. Esta lo hizo encendió la ducha y se lavó a conciencia delante de los dos sátiros y la cámara, luego como le exigieron limpió la bañera de sus propias mierdas. Aún le sangraba ligeramente el coño, pero no le dio importancia, le preocupaba más el dolor de este y de su culo.

Antes de salir del baño la sentaron en la taza del water, y la obligaron a mamársela a los dos, era algo horrible, ellos no se habían lavado y aun quedaban restos de orina en sus pollas, ella hizo de tripas corazón y se aplicó, con la esperanza que dejaran en paz su culo, Manu fue el primero y tardó más de veinte minutos en correrse en la boca de Marta que se lo trago todo, y luego limpió bien la polla, a continuación fue el turno de Pedro, y su tremenda polla, este tardó algo menos, y se corrió en la cara de la pobre Marta que parecía una actriz de una película porno, con toda la cara llena de lefa, y como siempre limpio la polla de un satisfecho Pedro.

—En veinte minutos quiero que este la comida en la mesa, queremos unos huevos fritos, con filetes y patatas—, le dijo Manu a la hundida Marta, mientras los dos salían del baño dejándola llorando con la cara llena de lefa, el coño sangrando y el culo ardiendo.

La comida transcurrió sin incidentes, Marta no probó bocado, y es que le dolía todo y había perdido el apetito. —Vete a dormir, que pareces cansada, ja, ja, ja—, le dijo Pedro a una Marta que parecía un zombi, no rechistó y se dirigió a su cuarto, donde vio la magnitud de la batalla en el estado de sus sábanas, las retiró y como no tenía más sábanas limpias puso una manta en el colchón y se echó sobre ella, llorando, y pensando que era lo que la esperaba, pensó en huir, pero ¿dónde iría?, y así cayó en un sueño intranquilo que no la permitió descansar, eran las tres y media de la tarde del Sábado.

No sabía el tiempo que había transcurrido desde que se durmió, pero no mucho, cuando sintió una mano que acariciaba su culo, se despertó sobresaltada, y se dio cuenta que eran Manu y Pedro, y que la habían atado las manos al cabecero de la cama.

—Espero que hayas descansado, porque tu culo es el próximo en caer—, le dijo Manu con sarcasmo a una aterrorizada Marta, que no podía darse la vuelta.—Tienes un culo magnífico, lástima que lo vayamos a deformar.

—Por favor no me folléis por atrás, haré lo que me pidáis pero eso no, por favor.

—Haremos lo que nos plazca, zorra—, le espetó Manu a la vez que daba un fuerte cachete en una nalga, —pero antes, para que veas que también pensamos en ti, te voy a masturbar hasta que te corras, así no podrás decir que el tito Pedro y el tito Manu no te dieron placer, ja, ja, ja.

Y dicho esto Manu comenzó a frotar la vulva de una humillada y dolorida Marta, deslizaba los dedos desde atrás hacia delante, provocando que las heridas del interior al entrar en contacto con sus fluidos vaginales comenzaran a escocerle, era una sensación extraña, a punto de conseguir el placer y a la vez el dolor de saberse forzada, el coño de Marta no tardó en reaccionar a las caricias de Manu, que se empleaba a fondo. Cuando vio brillar la raja de Marta introdujo con sumo cuidado uno de sus dedos en el interior, a diferencia de cómo los había introducido hacía escasas horas por su ano.

—Uhmmmmmmm!, para por favor,¡uhmmmm!, no me violéis más, ¡uhmm!, por favor, ¡uhmm!—, Marta no lo podía evitar se estaba excitando, y su coño así lo indicaba humedeciéndose cada vez más, ella comenzó a llorar al mismo tiempo que los dedos de Manu, entraban en contacto con su clítoris, ocasionándole oleadas de forzado placer, involuntariamente Marta izó su culo para facilitar el trabajo de Manu, que aprovechó para meter entre su vientre y la cama unos cojines. El trabajo de Manu era impecable, y Marta no tardó en alcanzar un ahogado orgasmo.

—¡Uhmmmmmmmmmm!, ¡uhmmmmmmmmm!, por favor dejadme en paz—, logró gemir una excitada Marta, pero Manu seguía masturbándola, hasta que el orgasmo se repitió, de nuevo, con más intensidad.

A Manu le tomó el relevo Pedro, que con la misma delicadeza de su compañero siguió masturbándola, a pesar de las súplicas de Marta que cerraba los puños alrededor de las cuerdas que la amarraban a la cama, cada vez que el orgasmo se aproximaba, y es que no quería que sus violadores la vieran gozar.

Pronto el placer se empezó a transformar en incomodidad, debido al escozor que comenzaba a sentir y es que las heridas se habían reabierto de nuevo y la sensación ya no era tan placentera como antes, además tenía la vulva muy dolorida de las embestidas de esta mañana, era esto lo que pretendían los dos sátiros, ponerla cachonda pero no parar hasta que tanta masturbación la causara incomodidad, y eso ya lo habían conseguido, ya no la masturbaban más, solo observaban como Marta se retorcía por el escozor que sentía en su coño.

—Mírala parece el rabo de una lagartija, no para de moverse, ja, ja, ja—dijo con saña Pedro a la vez que palmeaba el culo de Marta.

Estuvieron jugando a este juego durante una hora, hasta que la excitación que tenían los llevó a romperle el culo a Marta, que suplicaba que no la follaran por atrás.

—Sabes cuando te metí el dedo por el culo estaba muy cerrado, y es probable que te duela cuando te metamos nuestras pollas, pero no podemos hacer otra cosa, tú ya te has corrido esta tarde unas cuantas de veces, ahora nos toca a nosotros, ja, ja, ja—, ironizó Manu, que iba a ser el primero.

Debido a la desproporción entre ariete y entrada lo dos decidieron que debían lubricarla porque si no, no habría forma de metérsela

Cogieron un bote de crema hidratante de Marta y Manu se pringo la mano, y se acercó a Marta, que no paraba de chillar, y de moverse.

Pedro la agarró de los pies y le abrió las piernas y Manu acercó el dedo corazón al ano de Marta.

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!, ¡Nooooooooooooooooooooooooo!, para, me matas, socorro—, chilló Marta a la vez que era penetrada por el dedo de Manu, que esta vez entró hasta el fondo debido a la crema.

—¡Dios!, como está de cerrada, no se si voy a aguantar a dilatarla antes de metérsela—, y comenzó un mete saca del dedo hasta que este entraba y salía sin mucha dificultad, ante los alaridos de Marta, Manu introdujo un segundo dedo, le costó más que el primero, y el dolor de Marta aumentó exponencialmente, la iban a rajar, por lo menos era la sensación que ella tenía.

Manu continuó con el mete saca y estuvo así durante más de cuarto de hora, hasta que el ano quedó dilatado, y extrajo los dedos, con restos de sangre.

—Ya está lista, ahora te voy a meter el dedo del amor, ja, ja, ja—, dijo el muy cabrón. Se aproximó, agarraba con la mano izquierda la cadera de Marta, y con la derecha apuntaba hacía el orificio palpitante de Marta, que hacía fuerza para evitar que la violasen.

—Más te vale que te relajes, porque sino vas a tener que llevar pañales toda la vida de cómo te voy a destrozar el culo—, le advirtió Manu a la vez que apoyaba la cabeza de su polla en la entrada de Marta, y empujó.

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!, ¡noooooooooooooooooooo!, me muero, sácala, me vas a partir, ¡ahhhhhhhhhhhhhhhh!, ¡uhmmmmmmmmmmm!—, chilló Marta cuando el glande de Manu la penetró, Marta se puso tensa, como si la hubiesen dado un corrientazo, notaba como el culo se le abría, hasta el punto que parecía que iba a unirse con el coño. —¡Ahgggggggggggggggg!—, gritaba cuando Manu comenzó a empujar de nuevo para metérsela más adentro, el dolor se multiplicaba, por momentos, y Manu continuaba embistiendo sin piedad.

—¡Puta, que cerrada estás, toma guarra!, ¡ahhhhh!—, le increpaba Manu mientras continuaba introduciendo su polla en el estrecho canal de Marta, hasta que de un fuerte empujón, terminó de introducírsela.

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!—, fue lo que acertó a decir Marta antes de perder el conocimiento, debido al terrible dolor que sentía.

Sin embargo los muy cabrones lo tenía todo previsto, y Pedro se aproximo a Marta con un tarrito con amoniaco, lo que la trajo de nuevo a la terrible realidad, justo en el mismo instante en que Manu comenzaba un terrible mete-saca.

—Por favor, por favor, no más—, atinaba a decir con un hilo de voz la pobre Marta.

La única respuesta que recibió fueron cachetadas en su culo, que estaba siendo destrozado, tenía la sensación como si tuviera que ir a cagar, mezclado con el dolor de mil heridas abiertas a la vez a las que se les está frotando con sal, notaba como hilillos de sangre salían de su interior y se deslizaban hacía su coño.

—¡Ahhhhhhhhhh!, por favor, para, me vas a matar, ¡ahhhhhhhhhhhhhhhhhh!—, chilló al notar como Manu redoblaba sus embestidas sobre una fortaleza que se había rendido hacía mucho tiempo.

—¡Ahhhhhhhhhh!, ¡ahhhhhhhhhhhh!, ¡ahjjjjjjjjj!, que culo, más rico—, gemía de placer un Manu que no atendía a las suplicas de Marta, que chillaba con cada nueva embestida, —me voy a correr, Dios que culo, ¡ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!—, gimió, penetrándola hasta dentro y comenzándose a correr como si fuera un grifo abierto, —¡ahhhhhhhhhhhhhh!, ¡ahhhhhhhhhhh!—, gritaba Manu con cada contracción de su polla, hasta que esta dejó de expulsar semen en el interior de una Marta destrozada, que recibió la lefa de su violador con cierto alivió pues era señal de que había acabado. Manu se echo hacía delante dejando que su peso descansara en la espalda de Marta, y dejando que la polla se pusiera flácida en su interior, —eres la mejor, ha sido el mejor polvo de mi vida, espero que podamos repetirlo más veces—, le dijo con sarcasmo a una Marta que no podía dejar de llorar como una Magdalena.

Manu extrajo la polla de dentro de Marta llena de sangre y de semen, Marta había sangrado mucho y ahora todo se deslizaba por un abierto culo, se dirigió al cabecero de la cama, donde sosteniendo la polla obligó a Marta a limpiársela, esta apenas tenía fuerza e hizo su trabajo e inevitablemente el pene de Manu adquirió consistencia, y la empezó a follar por la boca.

Mientras Pedro se disponía a tomar posesión del culo de Marta, cuando esta notó a Pedro en parte trasera, se sacó la polla de Manu de la boca y...,—tú no por favor, me vas a matar, por favor, no.

—¡Zorra, sigue chupando, o te mato—, dijo Manu a la vez que la abofeteaba y agarrándola de la cabeza la obligó a volver a meterse su polla en la boca, a la vez que Pedro la azotaba el culo.

Pedro estaba a punto de reventar, tenía la polla que parecía un bate de béisbol, y ya la apuntaba al abierto culo de Marta, pero por mucho que estuviera abierto no estaba preparado para semejante polla. Apoyó la cabeza del "ariete" ante la destrozada puerta, —agárrala de los hombros, que la voy a reventar el culo a esta zorra—, le dijo Pedro a Manu, que sacando la polla de la boca da Marta se subió encima de la cama, levantándole la cabeza a Marta que debía seguir chupándole la polla mientras que con las rodillas la empujaba hacía Pedro por lo hombros.

—Por favor, no, no, me vais a matar, ¡uhmmm!—, atinó a decir antes de volver a tener la boca llena con la polla de Manu.

Una vez sujetada por Manu, Pedro empezó a empujar, intentando penetrarla, —Dios que cerrada está, va a costar un huevo metérsela, pero por mis cojones que a esta la rompo yo el culo—, y dicho esto redobló sus esfuerzos, hasta que después de mucho esfuerzo entro el glande en el interior de su victima, que no podía más que gemir y llorar con la polla de Manu en la boca.

—Uhmmmmmmmmmmm, uhmmmmmmmmm—, era lo único que atinaba a emitir, mientras la polla de Pedro empezaba a horadarla como si fuera un taladro percutor, el dolor era indescriptible, y mientras estaba siendo follada por la boca por Manu, que la golpeaba la cara con su vientre.

—¡Ahhhhhhhh!, ya está, hasta dentro—, Pedro había tardado unos cinco minutos en poder introducirle su polla en el culo a la pobre Marta, que sentía como sus carnes se abrían por dentro. Permaneció un rato en su interior sin moverse pero la polla no decrecía.

Mientras Manu había acelerado su follada en la boca, estaba a punto de correrse, —¡ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh!, toma guarra, toma leche—, le espetó a la vez que varios chorros de semen se estrellaban en la garganta de Marta, que solo podía llorar y gemir de dolor. Limpió la polla de un Manu que estaba agotado por los dos polvos que había echado esta mañana y los dos de esta tarde, —ha sido magnífico, yo por hoy ya estoy satisfecho, ahora le toca a Pedro.

El dolor que sentía en el culo es como si la estuviesen quemando por dentro con una barra al rojo vivo, y aún no había comenzado el bombeo, —por favor, no más, me estás destrozando las entrañas, no puedo respirar, ¡ahhhhhhhhhhhhhh!, ¡nooooooooooooooooooo!, detente por el amor del Cielo, ¡nooooooooooooooo!, paaaaaaaaraaaaaaaaaaa, ¡ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!, socorro, que alguien me ayude ¡ahhhhhhhhhh!, me vais a matar—, Pedro había comenzado el bombeo.

Para Marta era algo horrible las carnes se le abrían, —¡ahhhhhhhhhhhhhhh!,¡no más—, mientras su verdugo continuaba con un bombeo infernal, sacaba la polla casi entera del culo para luego metérsela hasta dentro de un solo empellón aprovechando lo dilatado que tenía el ano la pobre Marta, que a cada sacudida gritaba de dolor, y es que a pesar de la crema y la sangre, la polla de Pedro era desproporcionada con orificio por donde la estaba metiendo, además este la embestía sin ninguna consideración. Marta no tuvo la suerte de desmayarse, y sintió como Pedro la follaba, como la sangre salía de su culo con cada embestida, y como su interior era destrozado. El culo de Marta era un campo de batalla donde el vencedor se estaba ensañando con la víctima.

—Toma, toma, guarra, ¿te gusta?, tienes un culo perfecto, vamos a pasar días de gloria destrozándolo, eh, Manu—, le decía Pedro a un Manu que ya no sostenía a una resignada Marta que solo chillaba y cada vez con menos fuerza. De repente Pedro empezó a golpear las nalgas de Marta que percibió en ello una señal de el fin estaba cerca, pero no pudo reprimir nuevos alaridos.

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!, ¡nooooooooooooooooo!, para por favor—, suplicaba Marta, y como respuesta recibió nuevos azotes, tenía el culo en carne viva, había zonas que sangraban de los tortazos que había recibido.

Pedro redobló la fuerza con que embestía a Marta que notaba como se desgarraba por dentro, la sangre debía ser mucha, la notaba escurrir por sus muslos, y el sonido no era muy desagradable.

—¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!, me corro, ¡uhhhhhhhhhh!—, Pedro en un último empujón la ensartó hasta dentro, corriéndose en grandes cantidades—, Dios que culo, no puedo parar de correrme, ¡ahhhhhhhhh!—, tuvo una corrida portentosa, directamente proporcional al dolor que hizo padecer a una destrozada Marta.

Esta no podía parar de llorar y de temblar, notaba como le habían llenado las tripas de lefa, —por favor, ya no más, ya no más, dejadme irme—, suplicaba entre lágrimas Marta.

Pedro sacó la polla del culo de Marta, proporcionando a esta un cierto alivio, parecido al que sintió, cuando la dejaron cagar después del enema. Marta cayó desmayada.

Pedro y Manu, ni siquiera se preocuparon de despertarla, estaban agotados, y Marta debía descansar para la próxima sesión de sexo. La desataron, y la dejaron allí tirada bocabajo, con los cojines levantando su grupa, el culo dilatadísimo e hinchadísimo, por el que escurrían restos de sangre y semen y rajado en la zona del perineo.

Los muy sádicos antes de irse buscaron en el armario de Marta y cogieron la caja de tampones, y sacaron unos cuantos, el culo estaba tan dilatado que le metieron tres de los de gran absorción, hasta el fondo, lo que hizo que Marta se estremeciera, pero que no recobrara el conocimiento, y allí la dejaron.

CONTINUARA........ AQUILEXX