La estrechez de mi tía

Luego de la experiencia con Yussef, y estando todavía en casa de mis abuelos le mostré a mi primo cuan hombre podía ser al joder con su propia madre, que por cierto era mi tía.

Luego de la experiencia con Yussef, y estando todavía en casa de mis abuelos le mostré a mi primo cuan hombre podía ser al joder con su propia madre, que por cierto era mi tía.

Mi tía dejó pasar unas cuantas horas, antes de llevarme a un lugar apartado en la casa colonial para hablar más tranquilos de lo sucedido con Yussef. Comenzó diciéndome que lo sucedido le había agradado muchísimo por lo varonil que había sido su hijo, pero que se preocupaba de mi posible tendencia homosexual. A lo que le expliqué que había sido solo una calentura, y por cierto ya tenía experiencia con mujeres, sin mencionar por su puesto mis experiencias con mi hermana.

En ese momento, sus ojos brillaron de forma distinta, vi dilatarse su púpila y un aire de curiosidad indecente abrigó sus palabras siguientes que inquirían más detalles de mis experiencias.

Entonces, yo comencé a contarle un encuentro con mi hermana, cambiándola claro por un vecina; le conté que había abierto su blusa para tocar sus senos, entonces ella llevó su mano a su escote y lo alargó, diciéndome que le siguiera contando. Entonces, tomé sus manos y junto a las mías comenzamos a rodear sus gigantescos senos, de pezones oscuros y parados como montes empastados, suaves y mojados por pequeñas gotitas de sudor que pronto fueron a parar a mis labios.

Suave como me caracterizo, fue lentamente abriendo cada uno de los botones de la blusa de mi tía, el pequeño sostén que vestía hacía ratos que había dejado de cumplir su función producto de que mis manos lo habían dejado bajo sus tetas produciendo el efecto de pararlas más aún. Si bien, mi tía tenía unas grandes tetas era bastante estrecha de caderas, no tuve problemas para arrancarle los vaqueros que traía.

Gustaba mucho de las prendas diminutas, un pequeño colaless rosado cubriría escasamente las sombras de su entrepierna, estaba a punto de calzarla cuando me dijo que era estrecha.

Mi tía tenía razón, me regaló una posición en cuatro, donde se abrió hasta lo sumo, mientras yo me colababa mis rodillas por entre sus piernas, ella me tomó el pene para dejarlo a la entrada de la concha más angosta que hasta el día de hoy he tenido, si mi hermana estaba virgen y me costó, mirá como tuve que pujar incesantemente para penetrarla y mientras ella me decía entre gritos dolorosos y de placer que la entrara fuerte y con confianza. Mi pene ardía de dolor, más recordaba como mi primo me había logrado y comencé a darle muy duro, no sentí que su concha estuviese húmeda, al contrario cada penetración era bastante áspera, ni siquiera había pensando en eyacular aunque ya llevaba bastante rato haciéndole el amor.

Paré por cansancio y encima de ella la abracé alcanzando sus pechos que colgaban llegando casi al piso, nuevamente tomé un respiro y seguí entrando y saliendo de su vagina, ya a esa altura bastante dilatada y mucho más suave, mi pene erguido por fin dejó mi leche que fluyó por las apretadas entrepiernas de mi tía, era tan estrecha su vagina y el flujo salió con tanta fuerza que se devolvió chorreandome hasta las rodillas, tomé sus caderas fuertemente intentando dejar todo dentro de ella, cuando segundos después mi tía llegó a su orgasmo con coléricos ronrroneos y jadeos indescriptibles, sus caderas se pusieron suaves y su cuerpo trémulo se dejaba descansar en el piso.

Mi pene agotado había salido de su vagina y seguía chorreando ahora sus nalgas. A la vista quedaba el pequeño culo que me había mandado. Tan estrecho que al relatarles esta historia, mi pene me empieza a doler.