La Estación del Celo 2

Todo comenzó con un sueño... ¿Qué hacer cuando golpea la realidad?

La Estación del Celo.

Capitulo 2. Desconsuelo.

Verónica entró al andén respirando profundo para tranquilizar a su desenfrenado corazón. El cual a este punto parecía que quería salirse de su pecho, quizás para buscar por sí solo a su homologo. Sentía un nudo en la garganta, la cual le ardía como si hubiera corrido 2km respirando por la boca. Se sentía mareada, desorientada, descompuesta… ¿O no?, no lograba identificar qué era eso que sentía en el estomago pero definitivamente no podía ser malo, aunque sin duda era diferente… la cubría una felicidad extraña que la hacía sonreír, tan intensa que se sentía elevada. Trató de enfocar y volver a la realidad, a su entorno, después de todo no la iba a encontrar a menos que empezara a buscarla. Enfocó primeramente el reloj de pared y sonrió al percatarse de que había llegado a tiempo.

Al detallar la estación por primera vez en su vida, sintió un poderoso déjà vu que le intensificó su determinación de estar ahí y encontrarla. Y así, de la forma más vívida recordó el sueño de la noche anterior:

~Llevaba el pelo recogido en un moño, sus cabellos castaño rojizo caían en un par de mechones que enmarcaba su tez blanca, sus ojos color miel, su nariz respingada, y sus labios rosa, los cuales en una reservada sonrisa invitaban a preguntarse el secreto tras la misma. Usaba unas gafas discretas que enaltecían su carácter misterioso, y le daban un toque intelectual que invitaba de alguna forma a pecar. Llevaba una camisa blanca de botones, lo suficientemente transparente como para percibir sus hermosos senos escondidos tras un velo de encaje blanco. Sus muslos y curvas se hallaban cubiertas hasta arriba de la rodilla por una falda evasé y sus torneadas piernas culminaban en un par de tacones tipo zapatilla de vestir.

Verónica tenía una forma impecable de vestir, llevando la elegancia femenina a un nuevo nivel y toda su apariencia contrastaba con la simpleza urbana de la estación del tren. Las paredes grises, que de seguro en algún momento habían sido blancas, cubiertas de papeles con anuncios y recados, las bancas gastadas y la turba hacían el lugar desagradable para Verónica.

El andén se encontraba lleno de personas, como siempre a Vero no le importaba en lo más mínimo que fueran individuos, y eso le caía de maravilla para su carrera. Antagónicamente le fascinaba y le turbaba la sociedad, Verónica era psicóloga social, y entendía que la humanidad era su objeto de estudio, y como tal, creía que lo más conveniente era removerse del mismo para poder ser objetiva, esto le resultaba grandioso en su trabajo, pero hacía de su vida íntima un manto de soledad.

Como siempre, empezó a detectar patrones en el comportamiento de los seres, y le causaba gracia armar escenarios y situaciones que concordaran con su comportamiento. Así el hombre de negocios que llevaba el seño fruncido, la ropa arrugada y una cara de hambre, se había peleado con su esposa porque llegó a casa oliendo al perfume de otra mujer. O bien la señorita que llevaba una gran cara de preocupación, se mordía las uñas, y golpeaba el suelo con el repetitivo movimiento de su zapato, iba para una entrevista de trabajo. Y así con todas las personas que se encontraban a su alrededor, como quién determina el comportamiento de un babuino en la sabana africana. Se fijó en el reloj de pared y marcaba las 7:48 todavía era temprano para llegar al trabajo. Cuando iba a proseguir a detallar las relaciones interpersonales en conjunto, sus ojos la determinaron por primera vez….

No pudo contenerse, empezó a pestañear repetidamente, su boca quedó entreabierta, sus manos comenzaron a delatar su nerviosismo con un pequeño temblor y concibió un escalofrió que le recorrió todo su ser, mientras sentía su corazón latiéndole en la garganta... ¿Cómo no la había visto? Recordaba haber detallado a cada una de las personas en la estación, pero no a ella, de seguro la recordaría... Era como si por arte de magia hubiese aparecido entre la multitud sólo para turbarla… Más bien para deleitarla. Se notaba por sus rasgos que era de ascendencia india (cuando digo "india" me refiero a proveniente del país India, no a indígena) sin embargo, su forma de vestir y su postura altiva le indicaban que era una rebelde a las costumbres de su nación, o bien ya estaba occidentalizada por nacimiento o por hábito, todo esto lo detalló rápidamente y por costumbre. Tenía una manta de pelo negro azabache que le llegaba hasta la mitad de la espalda, pequeñas ondas del mismo le rodeaban la cara, y en ese mismo instante se acomodó con la mano derecha un mechón detrás de la oreja de la forma más coqueta que Vero hubiese visto jamás. Detalló sus ojos que la invitaban a ahogarse en un mar de verde miel, y los labios carnosos que le provocaban comérselos a besos. Llevaba una blusa cruzada de amarrar de un naranja intenso, y sólo deseó ser esa prenda que entallaba la figura de esa exótica mujer para fundirse con su piel. Unos pantalones color marfil caían sobre sus curveadas caderas y la invitaban a fantasear con el misterio de sus piernas, sentía cómo un ardor delicioso emanaba del botón de su ser y cómo esa mujer sin siquiera planearlo la hacía enloquecer.

Sin pensarlo, sus piernas la dirigieron hacia ella, y cuando sólo faltaban tres pasos para alcanzarla sus ojos se cruzaron y su desconocida le regaló la más dulce de las sonrisas. A Verónica se le fue la respiración de golpe, y sintió que flotaba de la felicidad. No había palabras que pudieran expresar lo que sentía. Su cerebro había cesado de funcionar y con una confianza que no sabía que tenía, caminó los tres pasos que faltaban la tomó de la cintura y rozó sus labios con aquellos que la volvían loca, era una experiencia única, cerró los ojos para dejarse llevar por la suavidad de esos labios que le correspondían, escuchaba la respiración entrecortada de su amada y esto sólo la hacía quererla más. Vero no podía dejar de perderse en el aroma a jazmines y cardamomo que emanaban de cada poro de la divina mujer, y la abrazó más pegada a sí, como para nunca dejarla ir. Fue un beso quedito, lleno de ternura, sus labios se empezaban a conocer en caricias de seda, abrasándose en el contacto quemante, hasta que su amor le regaló acceso, y sus lenguas sensualmente comenzaron a frotarse en una danza que incitaba a más.

De un momento a otro, y cómo si fuera lo más natural, se hallaban solas en la estación, la cual se encontraba inmaculada, las paredes blancas lisas, las bancas como nuevas, el suelo impecable… no que importara, Verónica se encontraba perdida en esta mujer que tenía en sus brazos, y podía haber estado volando en una nube, que no se hubiera percatado.

Verónica no se aguantaba, y colocando una mano entre la suavidad de ese pelo negro, la tomó del cuello y la acercó con pasión para profundizar ese magnífico beso, la mujer por su parte, colocó sus manos en su espalda baja, con una la abrazaba y con la otra recorría su espalda en caricias que despertaban cada célula del cuerpo de Verónica como si una corriente eléctrica la mimara con sumo cariño.

Las manos de Vero comenzaron a recorrer el cuerpo de su diosa, de un tirón desamarró la blusa, que abierta le mostraba el torso de esta hermosa criatura, un par de senos, cubiertos por un sostén del mismo color de la blusa y un abdomen con una ligera pancita que hallaba perfecta. Sin dudarlo más removió la blusa por completo y el sostén que le impedía admirar la maravilla detrás del mismo. Al quitarlo tuvo que detenerse para poder respirar y no caer desmallada por el mareo que la invadía, eran del tamaño perfecto, como hechos especialmente para ella. Exactamente a la medida de sus manos, las cuales podían abarcarlos sin dificultad, y coronados por un par de aureolas chocolate que se erguían triunfantes. Sin titubear prosiguió a masajear el seno derecho, mientras que sus labios atrapaban el pezón del seno izquierdo el cual mimaba en besos y lamía como si su vida dependiese de ello, la misteriosa mujer reaccionó con un fuerte gemido que retumbó por las paredes de la estación, y Verónica se sentía feliz de estarla satisfaciendo. Prosiguió con el otro y la empezó a chupar desde el esternón, a la clavícula, subiendo por el esternocleidomastoideo y culminando en el lóbulo de su oreja, el cual empezó a succionar y frotar entre sus labios, su compañera jadeaba y gemía, y Verónica no se le quedaba atrás, continuó bajando con besos y caricias por su abdomen y estaba bajando la cremallera de la fortaleza de marfil, sintiendo cómo su propio monte latía y se enjuagaba en néctar… cuando

  • RiiiiiiiiiiiiiiiiiiNG, RiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiNG, RiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiNG RiiiiiiiiiiiiiiiiiiNG, RiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiNG, ….-

De vuelta a la realidad se levantó en un sobresalto, maldiciendo a los cuatros vientos al mismo tiempo que tomaba su despertador y lo aventaba contra la pared haciéndolo añicos. Sus bragas se encontraban empapadas y su pecho se alzaba y contraía con rapidez tratando de recuperar el aliento. Se sintió desfallecer cuando calló en la cuenta de que todo había sido tan sólo un sueño. Sin ganas se bañó con agua helada, y sin darle mucha importancia se alistó reflejando a la Vero del sueño. Desayunó, tomó su bolso y al entrar al ascensor, decidió no irse en carro a su trabajo… algo le decía que era hora de conocer la estación del metro…~

Verónica suspiró al recordar todo lo sucedido, y podía sentir como su arbusto se encontraba empapado de nuevo. Le resultaba increíble la exactitud del lugar, era exactamente como lo recordaba, inclusive el olor y la sensación de estar en un área subterránea, el viento que recorría el andén cuando pasaban los vagones repletos de personas… todo era exactamente igual. Sintió cómo se le erizaba la piel al percatarse de lo surrealista de la experiencia, y empezó a buscar a la chica de ojos pardos que la había llevado hasta allí.

Al principio con emoción observaba el rostro de cada individuo, se pasaba por entre las personas, buscándola, algunas de ellas la miraban extrañados, y otras ni la determinaban… pasaba el tiempo hasta que una ancianita le preguntó con un fuerte acento ruso, que si necesitaba ayuda, a lo que Vero, ya cansada y desilusionada, nada más negó con un gesto de la cabeza y se alejó caminando, dejando sola a la pobre viejita… la había esperado y buscado sin descanso por al menos 3 horas… simplemente no se encontraba allí

Miró el reloj de pared y sintió su estomago hundirse como en caída libre, dejándola sin aire… sin ilusiones… el reloj marcaba las 7:48, pero esto era imposible… antitos de esa hora había llegado a la estación del tren, volvió a ver su reloj de muñeca y confirmó su temor, ya iban a ser las 11 de la mañana, sin ganas sacó su celular y llamó al trabajo, le indicó a su jefe que había amanecido enferma, y que no podía llegar a trabajar… con lágrimas desbordándose de sus ojos, que dejando caminitos brillantes en sus mejillas salaban sus labios se dirigió de nuevo hacia su apartamento, abrió la puerta, dejó todo lo que andaba en una silla, sus rodillas le flaqueaban, se desvistió cómo por inercia, casi muerta, y quedando en ropa interior se derrumbó en la cama, llorando en desconsuelo, abrazaba la almohada, como tratando de sentirla de nuevo, de llenar ese hueco, ese vacío que la hacía desfallecer

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Primero quería agradecerles a tod@s los que leyeron, comentaron y valoraron el relato anterior, y a tod@s los que hacen lo mismo ahora con esta continuación. De verdad, que a veces uno escribe por y para uno, para desahogarse y entretenerse un rato… para darle vida a personajes y brindarles el espacio de contar su propia historia… pero cuando se leen los comentarios, y se nota el agrado que causa en los lectores, de verdad que llenan de felicidad, y pues me dan ganas de continuar con esta modesta historia y de hacerlo con prontitud jejejeje… así que un millón de gracias, ya que esta continuación no estaría de no ser porque así lo solicitaron. Por lo tanto está dedicada a vos, que me estás leyendo, un besote ;o)

Traté de hacerla un poco más larga… pero hasta acá llega este capítulo, les adelanto que ya estoy trabajando en el tercero, a ver qué tal me va. Por mientras me pueden ir diciendo que les pareció =D

Esperando que esta continuación haya llenado sus expectativas, me despido

Como siempre, besos desde mi queridísima Costa Rica.

Daniela

PD: Cualquier crítica constructiva es bien aceptada, y si encuentran algún error me avisan… es que ya por acá es tarde y me da perecilla revisarlo.