La esposa puritana (parte 2) – la idea funciona

Teresa se tomaba medio comprimido, y si se tomara uno entero? Ya leí en la prescripción que no había problema, en principio.

Teresa se tomaba medio comprimido, y si se tomara uno entero? Ya leí en la prescripción que no había problema, en principio. Así que decidí hacer una experiencia, diluir medio comprimido de alguna forma en una bebida que sólo ella tomara, así que como le gustaba tomarse un baso de mate con limón de aquellos de supermercado antes de dormir, disolví 2 comprimidos en la botella. Además, podía adquirir las pastillas sin receta médica, trabajaba en una farmacia, así que no sería difícil y veríamos lo que ocurriría.

Llegó la noche del tan esperado día en el que pondría en marcha mi maquiavélico plan, todo fue según lo planeado y a las 6 de la mañana me levanté, aunque era sábado y no trabajaba, para ver cómo reaccionaba Teresa al hablarle y al molestarla con algún toqueteo indiscreto.

Bueno, la llamé, grité, la sacudí, y lo máximo que conseguí fue oirle balbucear algunas vocales largas sin sentido. Le levantaba el brazo y lo soltaba, caía como plomo. Tiré la sábana que la cubría (estaba durmiendo boca arriba), con su camisón azul celeste de tiritas, muy bonito y bien cortito, por cierto, la observé por unos segundos y le di un beso en la boca, ni se movió! Le levanté el camisón, llevaba una de aquellas bragas sin la menor gracia, que se compraba en cajas de 3, así que abrí el cajón de su ropa interior y en el fondo encontré algunos tesoros escondidos que, por cierto, nunca usaba, sólo en los primeros años de casada y muy de vez en cuando, para mi pesar. Tenía algunas que eran bien provocativas, apenas le cubrían el pubis, empezaríamos por ahí. Le saqué las bragas y le puse otras más atrevidas, unas amarillas bien electrizantes, ni se inmutó!

Le pasé los dedos por la raja del coño, suavemente, la llamé, y no reaccionó. Fui cogiendo confianza y atrevimiento, le aparté las bragas y le lambí los labios vaginales sin ejercer mucha presión, no reaccionó. Así que la vuelteé y la dejé con el culo hacia arriba, le bajé las bragas y le chupé el culo con ganas, si no se levantaba ahora, íbamos bien. Mientras la chupaba, le iba metiendo un dedo en el coño, que estaba empezando a humedecerse, me incorporé y la llamé cerca de su oído y nada. Le metí dos dedos en el coño y otro masageándole el clítoris, mientras lo hacia observaba la expresión de su rosto, que estaba de lado encima de la almohada, sólo sentía a veces algunos gemidos muy bajos, casi inaudibles, pero su cuerpo estaba respondiéndo a los estímulos. Será que, cuando despertara, se acordaría de algo que hubiera escuchado o su cuerpo me traicionaría con señales de mi pervertida invasión? Sólo había un modo de averiguarlo.

Le metí un dedo en el culo, poniéndola primero de lado, y me la follé, me corrí fuera, la limpié, le puse las bragas feas que utilizaba, la cubrí con la sábana y ya veríamos…

Se levantó casi al mediodía, hablamos un poco, estaba de mal humor (como siempre), luego fue mejorando y no hizo ningún comentario. Eureka, el plano estaba en acción, las posibilidades de placer eran infinitas!