La esposa puritana chantaje del pintor (parte 8)
Acabó la pintura de la casa, Juanito había hecho un buen trabajo y había recopilado muchas fotos y vídeos de sus aventuras sexuales con la dueña, no tenía ni idea que el marido lo había visto todo, pero lo mejor estaba por empezar y la pobre Teresa no tenia la menor idea!
Conforme lo planeado, el servicio acabó, fueron 40 dias, antes del plazo, Juanito recibió su pago y se fue con la música a otra parte.
Aunque la vida sexual del marido mejoró un poco, hasta cierto punto, percibió que no tenía mucha gracia follarse a la esposa dormida, sin complicidad, nada importaba, así que dejó de interferir en la medicación de Teresa y ésta acabó abandonando las pastillas para dormir pocos días después de acabar la pintura de la casa, mejoró su ansiedad y todo volvió a cierta normalidad. Hasta que cierto día, pocos días después, Teresa recibe en manos en su casa un sobre con un pendrive y una carta diciéndo que, después de leerla, si fuera inteligente quemaría esa carta y seguiría todas las intrucciones a rajatabla. La carta decía también que los autores ya habían estado en la cárcel, que no tenían nada que perder, y que Teresa ni su familia no iban querer conocer a ninguno de sus amigos y que seguramente tampoco iba a querer que su marido, familiares y amigos vieran esos vídeos. Le pedían que fuera cierto dia a cierta hora al bar del Turco, en las afueras, un barrio que nunca había visitado pues era alejado y no tenía muy buena fama.
Cuando Teresa vio los vídeos, quiso morirse. No se lo creía! Parecía realmente que todo fue consentido, incluso pidiendo que continuaran follándosela, en un caso incluso decía que quería más. No podía ver quien era el que se la follaba la mayoría de las veces, pero había otras personas, incluso un par de conocidos, qué vergüenza! Si se enteraran su marido y sus padres, estaba perdida! Pero no fue consentido, como es posible, se preguntaba? Ahí se acordó de las veces que se levantaba con dolor en el culo, o con el chocho rojizo e hinchado, marcas en los pezones a veces, pensó que talvez su marido se aprovechó de ella con la medicación que la dejaba grogui, pero esto era mucho peor! La cita en el bar era en exactamente una semana, tenía tiempo de pensar lo que iba a hacer, talvez llamar a la policía, pero realmente por los vídeos nadie iba a creerse su historia, iba a parecer a todos que era una puta y con razón. Tenía de resolverlo todo sin que nadie se enterase, destruir las pruebas y seguir adelante. El pecado siempre puede ser perdonado, pero no le podía contar al cura, impensable!
Quemó la carta y también el pendrive. Después, pensó que debía haberlo guardado, pero ya era tarde, no tenía ninguna prueba ahora y, de no ir a la cita, su vida estaba en gran peligro.
Su marido notó su cara de preocupación, pero ella respondió que, al dejar los somníferos, no se sentía muy bien, ya iría aconstumbrándose, era mejor no tomarlos más. Con el pasar de los días, volvió a sus rutinas de ejercicios, paseos y otras actividades, pero las fuertes imágenes que vio tiraban su paz, veía aquellos tipos follándosela por todos los lados imaginables y parecía que a ella le gustaba, esa era la peor parte. Lo que sí tenía claro, es que eran los pintores, reconoció a varios ayudantes de Juanito que frecuentaron su casa y, claro, Juanito era el principal actor. Y mi marido nunca sospechó nada, ni yo, no me lo puedo creer, se repetía una y otra vez.
Llegado el día, salió a la cita, era a las dos y media de la tarde de un jueves, su marido ya estaba en el trabajo y, por supuesto, no le dijo nada. Llegó al lugar de encuentro, el bar estaba cerrado pero la puerta estaba abierta, entró y un tipo viejo, barrigudo y repugnante, con hedor de sudor y cerveza, le señaló que entrara en la puerta al lado de la barra del bar. Era una habitación oscura, con una mesa llena de cartas y botellas vacías, era el lugar donde Juanito, el Turco y sus amigos pasaban largas horas de póquer, borracheras y con la presencia, a veces, de mujeres de mala reputación.
Días antes, en ese mismo lugar, Juanito le contaba a su amigo, el Turco, su plan. Le decía, mira Turco, tu conoces a Teresa, bueno, la has visto desfilando su espectacular culo en la inglesia, además de bonita es simpática y tiene clase, nunca una mujer como esa nos daría la mínima atención, no tenemos ni el dinero suficiente, ni la belleza, ni siquiera la edad apropiada, aunque, si tuviéramos dinero, quien sabe… Pero, aun con dinero, no tendríamos acceso a una mujer como esa, pues su cabeza no funciona por dinero, entiendes? Esta es una oportunidad de oro, no la podemos desaprovechar, tú sígueme la corriente el día que venga, estoy seguro que vendrá, no tendrá valor ni de ir a la polícia ni de contarle nada a nadie, estoy bien seguro de ello, y si aparece por esa puerta, habremos vencido! El Turco se quedó pensativo, lo único que se le ocurrió decir es que de lo que más se acordaba de Teresa era realmente de su culo, era difícil esconder una maravilla como esa, dijo, aunque ella lo intentara, las curvas son incontrolables, la belleza y su esbelta figura sobresalen, mientras se reía dando carcajadas.
Pues bien, Teresa llegó puntual, desconcertada, pero elegante como siempre. No había visto más a Juanito desde su último día de servicio, ya hacía más de 2 semanas, y allí lo vio, sentado, tomándose un whisky con hielo, tranquilamente. Entró y Juanito le pidió que se sentara, poco después entró el Turco, cerró la puerta tras él y también se sentó en la mesa.
Teresa llevaba un pantalón tejano y una camiseta verde de botones por encima, calzado deportivo con medias blancas, nada que llamase mucho la atención. Bueno, el tejano le marcaba un poco la raja del coño, pero de forma discreta, y, bueno, aunque no era un vaquero muy ajustado, el culo llamaba siempre la atención de cualquier hombre. No se había maquillado, rara vez lo hacía, lo que la dejaba más hermosa y natural, eran sus grandes ojos verdes, sus rasgos finos y elegantes, sin arrugas, y su expresión jovial y joven que la hacián todavía más atractiva y deseable. Si una cosa tenía Teresa que no le gustaba, eran sus pechos, eran hermosos y bien formados y equilibrados, pero pequeños, casi siempre usaba sujetador con relleno debido a ese complejo, para aumentar su busto, por eso rara vez iba sin sujetador. A veces, en casa, principalmente, o para dar una vuelta rápida para pasear con los perros en la calle, no se los ponía y, al agacharse, se le veían los pechos, muy apetecibles debería decir. Otro detalle que daba morbo a cualquier hombre y ella ni siempre se percataba de ello, era que algunos de sus pantalones, al tener un culo respingón como ninguno, al agacharse acababa dejando que se veira la raja de su culo, invitando a la mirada de cualquier hombre atento, tentación irresistible! Aunque era de piel blanca, se volvía morena rapidamente y, como tenía piscina en su casa, su bronceado siempre era irreprochable y maravilloso, realzando todavía mais sus generosas curvas y ojos verdes, bajo ese cabello negro y largo y su media melena, cortada al estilo Channel en una de las peluquerías más caras de la ciudad.
Juanito se la miró fijamente y le dijo que fue muy inteligente al vernir a su encuentro, no le convenía otra decisión. Le preguntó si le había dicho algo a alguien, si le había contado algo a su marido o a alguna amiga. Teresa le respondío que no.
Juanito le dijo: - Así me gusta, creo que nos entenderemos bien. Entiendes en qué situación te encuentras? Sabes qué ocurrirá si no nos ponemos de acuerdo hoy? Déjame que te lo explique, tu vida, como la conoces, acabará, acabará tu matrimonio y, sin duda alguna, acabará tu reputación, todos los que te conocen te verán como una puta barata, sin valor alguno. Quieres esto en tu vida? Bueno, y qué crees que pensarán tus padres cuando vean los vídeos? Y tus vecinos y los conocidos de tu marido, en su trabajo?
Teresa replicó que nada de lo ocurrido tuvo su consentimiento, estava bajo los efectos de una fuerte medicación para dormir. A lo que Juanito respondió, sin pensarlo, mira Teresa, tú has visto los vídeos, cierto? Crees que alguien te va creer, crees que tu marido te va creer? Por cierto, crees que te he enviado todos los vídeos y fotos? Ni te imaginas el tipo de cosas que me dijiste, que nos dijistes, mientras te lo pasabas super bien, no tienes la menor idea de la cantidad de hombres que te poseyeron, en tu propria casa. Quien te va a creer? Crees que tenemos alguna cosa a perder, nosotros? Mira a tu alrededor, qué tenemos a perder? No tienes la menor idea de la miseria que es nuestra mísera vida, en este barrio de fracasados y de pobreza. Quien tiene más a perder en este juego? Piénsalo bien, mi amor.
Teresa se quedó en silencio, no sabía qué decir, estupefacta, inmóvil, asustada y vulnerable.
Juanito complementó, mira chiquita, el trato es muy simple, no tenemos ningún interés en destruir tu vida, ni que tú destruyas la nuestra, eso tenemos en común. No obstante, tampoco te entregaremos todos los muchísimos vídeos que muestran, sin el menor ápice de duda, que entregaste tu cuerpo a otros hombres, cometiendo adulterio en tu matrimonio, que lo disfrutaste y que también lo provocaste. No estás de acuerdo?
Bueno, que estés de acuerdo o no, no tiene ninguna importancia, no tienes elección, creo que el hecho de que hayas venido aquí y no nos hayas denunciado a la policía y que tu marido no esté aquí acompañándote, es suficientemente elocuente. Estás sola, nadie te va a ayudar, sólo nosotros podemos ayudarte para que esta situación se mantenga así, secreta. Ojos que no ven, corazón que no siente! Usa tu inteligencia y sácale provecho a la oportunidad que estamos dándote, para tener una vida mejor de la que tenías, no tengas duda de ello.
Teresa rechistó, que iban a tener muchos problemas… Juanito no dijo nada, sólo le mostró otro vídeo, uno que ella no ha había visto antes, alguien tenía la cabeza en su chocho, aparentemente sus manos sujetaban su cabeza mientras ella decía: no pares, no pares! (en realidad, era un montaje de audio, pero ella no lo sabía, por supuesto). Y quien estaba chupándole el chocho? Nadie menos y nadie más que el cajero de la farmacia en la que su marido trabajaba. Se le acabaron las palabras, a Teresa, sucumbió a los argumentos…
Niña, no tienes elección, dijo Juanito. O colaboras, o estás frita! No te pedimos mucho, sólo unas 3 a 4 horas de tu tiempo por semana, qué te parece?
Teresa no entendió nada, dijo que no iba a dar nada de su tiempo. El Turco dijo, tú que sabes, puedes irte ahora, si quieres, ya verás lo qué va a pasar después, no creo que te guste.
Juanito le dijo en una voz bien fuerte que no tenía ninguna opción. Y que ahora le iba a explicar las condiciones de su trato. Esta semana, como gesto de buena voluntad y para sellar nuestro acuerdo, te podrás ir dentro de una hora, pero las reglas son pocas, inequívocas y bien claras, ya sabes las consecuencias de no seguirlas:
1) Tanto a mí como a el Turco, siempre nos llamarás de “amo”, no por nuestros nombres. Cualquier frase, deberá terminar con dicha deferencia. Entendiste, guarra?
2) Harás todo lo que te pidamos, mientras estés aquí, después de irte tu vida será la de siempre. Nunca nadie sabrá nada de lo ocurrido entre estas cuatro paredes, salvo los presentes.
3) El punto de encuentro será siempre aquí, siempre en el mismo horario y todos los jueves por la tarde durante 3 horas. Cancelándose por circunstancias excepcionales, buscaremos otra oportunidad en dicha semana.
4) Nunca te daremos dinero, pero tampoco te impediremos de ganarlo.
5) Si cumples estas reglas básicas, no interferiremos en nada en tu vida. Creemos que tu vida será mejor que antes, no tenemos la menor duda, aunque ahora no lo veas así.
El Turco le preguntó: tienes alguna duda?
Teresa había pensado muchísimo sobre la situación, realmente no sabía lo que esperar pero sabía que nada bueno le esperaba. O colaboraba, o todo se iba al traste, pensaba. Tenía de decidir, necesitaba ganar tiempo, así que, pensó, lo más inteligente sería justamente eso, ganar tiempo, aceptar lo propuesto y ver, más adelante, qué podía hacer al respecto. Tres horas por semana no era mucho, mas…
Bueno, Teresa, antes de olvidarnos, nunca más te llamaramos por tu nombre, ello te conviene supongo, dijo Juanito. Tu nuevo nombre será Lis. Responde!
Mi nombre es Teresa, dijo. Juanito se levantó de su asiento y la abofeteó con fuerza. Te olvidaste cómo debes llamarnos, puta guarra?
No dio tiempo a recomponerse que, el Turco, a su lado izquierdo, le abofeteó su otra mejilla con violencia.
Juanito le dijo, te perdonamos esta vez, pero debes llamarnos de amo a ambos, lo has entendido, furcia Lis?
El Turco alzó la mano y rapidamente Teresa respondío: Sí, amo, sollozando, no sé si de rabia, de impotencia o de miedo.
Buena chica, dijo Juanito. Hoy no te pediremos 3 horas de tu tiempo, pero, para sellar nuestro acuerdo, sí que te pediremos algunas tareas importantes, antes de que puedas volver a tu casa y a tu vida aburrida. Responde!
Teresa tardó en responder, así que el Turco le dio una tremenda bofetada que casi la dejó sin sentidos. Intuititavamente dijo “sí”. Juanito le dio otra bofetada: sí qué? Ella entendió el recado: sí, amos!
Buena chica, dijo Juanito. Bien, ahora lo que tienes de hacer es muy simple, entraras en ese baño, encima del retrete tienes unas ropas, te las podrás y vendrás aquí, no tardes para que no tengamos de castigarte, dijo Juanito. Y responde, cuando te hablo, Lis!
- Sí, amo, dijo obedientemente Teresa, en medio de sollozos.
Teresa, ahora Lis, entró en ese baño inmundo, sólo había tres ropas y unos zapatos de talón: unas bragas azules, tipo tanga, unos sostenes a juego y una bata del mismo color, con encajes y tres botones.
Se quedó pensativa por unos instantes, pero no vio otra salida que seguir las intrucciones, ya vería qué podría hacer más adelante, ahora estaba acorralada. Se sacó toda su decente ropa y se puso esas ropas, se miró en el espejo y parecía una puta. Regresó al cómodo, estaba radiante, deliciosa, al Turco se le caía la baba.
Muy bien, Lis, dijo Juanito, empezamos bien. Súbete a la mesa y anda por ella, para que podamos verte mejor, no te olvides de responder como te enseñamos, eres nuestra puta, ya lo sabes.
Teresa, sollozando, alcanzó a decir: sí, amo. Y se subió a la mesa y andó en círculos, hasta que Juanito le ordenó que parase de sollozar y andar. Si lloras, te castigaremos, no queremos gente triste en este lugar. Bájate de la mesa y pídenos disculpas!
Teresa, ahora Lis, se bajó de la mesa, intentando controlarse se dirijió a Juanito y dijo: Lo siento. Juanito, se puso una furia y la abofeteó, lo siento, qué? Ella rapidamente corrigió su error y dijo: lo siento, amo.
Ahora tenemos de castigarte, te das cuenta? Te olvidaste de las normas, eres una puta muy desobediente. Ahora te vas a apoyar en la mesa, bajarte las bragas y te azotaremos, dijo el Turco.
Teresa no se creía lo que estaba oyendo, pero ya entendió que resistirse sería mucho peor, se bajó las bragas y mientras Juanito le golpeaba el glúteo derecho del culo, el Turco hacía lo mismo en el glúteo izquierdo. Fueron cinco golpes contundentes en cada cachete que la dejaron casi sin aire.
Muy bien Lis, dijo Juanito. Dentro de poco te dejaremos ir, pues tenemos una partida de póker con los amigos dentro de poco, la próxima semana vendrás a las 3 de la tarde, a las 6 y media ya estarás en casa, antes de que tu marido regrese de su trabajo. Si eres buena, nadie se enterará de nada y, quien sabe no te divertes. Lo has entendido Lis?
- Sí, amo, dijo submisamente Teresa.
Ha entendido el recado, dijo el Turco con una enorme sonrisa. Bueno, antes de irte, tienes una pequeña misión, se la vas a chupar al Turco, él no conoce todavía tus habilidades, sólo ha visto tus vídeos, nada más justo que le muestres lo que sabes hacer. Si consigues que se corra en tu boca, te beberás toda su leche, si cae una sóla gota en el suelo, te azotaremos el trasero de nuevo!
Teresa estaba atónita, parecía que estaba en una pesadilla interminable. El Turco se sacó su polla vieja y morcillona, Teresa cerró sus ojos y se la empezo a chupar con resignación. No tardó mucho en correrse, se bebió toda su leche con asco y se levantó.
Eres una puta muy obediente, así nos gusta Lis. Puedes ponerte tu ropa e irte.