La Esposa Masoquista (capítulos 11 y 12)

Una mujer descubre su deseo masoquista y terminará sometida por su marido, ansiando ser castigada y degradada hasta más allá de lo posible (Serie de 16 capítulos)

11 - LA ESPOSA MASOQUISTA (LA FIESTA TERMINA)

No se cuanto tiempo estuve desmayada, pero cuando desperté fue gracias a la meada que una mujer estaba descargando en mi cara, en cuanto pude reaccionar abrí mi boca para tragar todo lo que pudiese, también me di cuenta que alguien estaba follándome el culo, sin importarles mi desmayo.

Al terminar de mear me hizo lamerle el coño hasta que se corrió y al momento lo hizo el que estaba en mi culo, se fueron y reparé que ya no había nadie, estaba yo sola, mis brazos seguía atados a la espalda, algo bastante incomodo para estar tumbada boca arriba, mis piernas abiertas y sujetas al techo y sentía todo mi cuerpo dolorido de los golpes. Al cabo de unos momentos sentí voces, reconocí al hombre del chalet y a mi marido, también escuché una voz femenina, por lo poco que pude entender de su conversación debía ser la chica del restaurante, cosa que confirmé cuando les tuve a la vista, venían los tres desnudos y comprobé que ella tenía un cuerpo precioso, estaba claro que mi marido habría disfrutado de lo lindo de ese bellezón. El único caso que me hicieron fue para recrearse en el aspecto de mi cuerpo lleno de marcas y heridas por todos lados, el hombre del chalet explicó a mi marido unas cuantas cosas sobre mi estado y los pasos a seguir los próximos días.

  • Hombre - "

Bien, como verás su estado es lamentable, en especial el de sus tetas y su coño. No es preocupante, pero sería conveniente que recibiese atención medica durante tres o cuatro días, pero tranquilo, eso corre de mi cuenta, tenemos una clínica donde están al tanto de nuestras actividades y la discreción es absoluta.

He de decirte que es aún más sumisa y masoquista de lo que pensaba, tenlo en cuenta a la hora de decidir vuestro futuro.

"

  • Chica - "

Joder, es cierto, la escena que vimos en hotel antes de salir, cuando la colgasteis de los tobillos, fue salvaje. Tenía el coño reventado por los golpes, sangrando y no dejó de mamar las poyas hasta que se desmayó. Nos pusimos tan cachondos que echamos el último polvo vestidos y de pié frente a la tele.

"

  • Marido - "

Si, es cierto. No se si el polvo fue tan bueno por la escena ó por qué fuese mi mujer, el caso es que nos puso a tope.

En cuanto a lo de la clínica, ¿Como lo hacemos?

"

  • Hombre - "

No tienes que preocuparte de nada, puedo avisar que traigan un transporte y la llevan directamente desde aquí. Tu puedes ir con ella ó bien digo que te manden los datos cuando esté instalada para que la puedas visitar

"

  • Marido - "

Perfecto, luego te lo digo, de momento tengo ganas de ver su coño descosido por fin.

"

  • Hombre -

¿Vas a querer follárselo antes de iros? Seguro que disfrutáis a lo grande.

"

  • Marido - "

Por supuesto, quiero usar ese coño antes de que le de tiempo a reaccionar.

"

En ese momento la chica empezó a cortar los puntos, no podía verme, pero el estado de mi coño debía ser preocupante, el más mínimo roce me hacía ver las estrellas y cuando tiraba del hilo para sacarle de la piel era como si un cuchillo me cortase.

En cuanto terminó mi marido me folló sin contemplaciones, estaba mojada, no se si de flujos o era la sangre de mis heridas, pero, al contrario que mi culo, estaba estrecho y la penetración fue como si me partiesen en dos. Sin poderlo evitar grité de dolor, aunque no sirvió de nada, mi marido siguió follándome con fuerza, la chica aplaudió celebrando mi sufrimiento y el hombre del chalet animó a mi marido a correrse antes de que mi coño se relajase, cosa que no le costó demasiado conseguir, tras hacerlo la sacó de golpe. Entonces la chica habló y deduje que había alguien más.

  • Chica - "

Venga cariño, límpiale la poya como tu sabes. Te aseguro que está deliciosa.

"

  • Marido - "

Venga, haz caso a tu novia y espero no arrepentirme, eres el primero que me la chupa y si te dejo hacerlo es para complacerla. Por cierto, no ha querido usar condón, así que lo mismo se queda preñada y tiene muy claro que yo quiero ninguna responsabilidad paternal, así que serás tú quien ejerza de padrastro.

"

Si había dicho tal cosa era tan solo para humillarle más, ninguno de nosotros deseábamos tener hijos y hacía años que ambos habíamos ido a esterilizarnos. El chico debió de hacerlo bastante bien ya que mi marido dijo que no le importaría repetir. Tras lo cual el hombre del chalet volvió a tomar las riendas para organizar lo de la clínica.

  • Hombre - "

Bien, ¿Que decides?, ¿La acompañas ó te vas a descansar?

"

  • Marido - "

La acompañaré, de momento y hasta que podamos hablar vuelve a ser mi esposa, aunque cada vez la veo menos como tal

."

  • Hombre - "

Tranquilo, eso algo normal, pero la decisión has de tomarla con calma, descansado y en frío.

Tu, desata a esta zorra y luego vete a la jaula, esta noche quiero disfrutar de tu novia sin que me molestes, ¿Tu estarás de acuerdo, no?

"

  • Chica - "

Por supuesto Señor, sabe que puede usarme siempre que quiera

."

Mientras el chico me desataba y me ayudaba a levantar, el hombre del chalet llamó a la clínica, la chica se acercó a mi, me quitó la capucha y me dio un beso en la boca que me excitó de una manera increíble, llevaba una semana sin que nadie me besase en la boca y muchísimo más sin que lo hiciesen de esa manera. Instintivamente, llevé mi mano a su coño, estaba mojado, muy mojado, al sentir mis dedos me habló al oído.

  • Chica - "

Eso que chorrea es la corrida que tu maridito ha soltado dentro al follarme mientras que te veíamos azotar en la tele. Es como una máquina y te aseguro que no será la última vez que disfrute de mi.

"

Al decirme eso pasaron dos cosas, la primera suplicarle que me masturbase y la segunda llevarme la mano a mi boca para saborear la corrida de mi marido mezclada con sus flujos. Ella accedió, metió su mano entre mis piernas, cogió mi clítoris y me regaló un orgasmo como no recordaba.

  • Chica - "

Guau, que maravilla. Prométeme que cuando la zorra de tu mujercita se haya recuperado me la prestaras para hacernos un bollo.

"

  • Marido - "

Cuenta con ello, pero será en mi presencia.

"

  • Chica - "

Claro, mejor todavía.

"

Cuando llegaron a por mi, mi marido ya se había vestido, pero el resto seguíamos desnudos, la chica y yo abrazadas y besándonos. Eran un chico y una chica con uniforme de enfermeros y una mujer, de unos sesenta años, muy maquillada y vestida muy elegante. Hablaron con el hombre del chalet, les presentó a mi marido y vinieron hacia mi.

N

o pude escuchar lo que hablaban, pero me daba igual, me ayudaron a sentarme en una silla, me subieron por las mismas escaleras que bajé al llegar, me metieron en una ambulancia y fuimos a la clínica. Mi marido estuvo a mi lado en todo momento, pero no dijimos nada.

Al llegar me hicieron unas curas, me acostaron, me dormí y no desperté hasta dos días después.

12 - LA ESPOSA MASOQUISTA (LA DOCTORA)

La verdad es que no sabía muy bien donde estaba, recordaba partes de lo sucedido, pero como si fuese un sueño. en ese momento entró mi marido acompañado de una mujer, la misma que me recogió con la ambulancia. Les vi con mucha confianza, incluso diría que hasta demasiada, al verme despierta mi marido me la presentó como la directora de la clínica y esta me empezó a preguntar sobre mi estado. Cuando terminó se dirigió a mi marido.

  • Doctora - "

Creo que en un par de días podré darle el alta, se está recuperando muy rápido y sin secuelas aparentes, eso es muy conveniente en esclavas extremas.

"

  • Marido - "

¿En solo dos días? Por el aspecto de su cuerpo pensé que estaría más tiempo, pero tu eres la que sabe.

"

  • Doctora - "

Si, dos días, pero no olvides que ya lleva aquí otros dos, además, no conviene correr riesgos, en cuanto vuelva a su condición de esclava mejor para todos, ya sabes el gran interés que ha despertado en nuestro socios.

"

  • Marido - "

Desde luego, yo mismo estoy sorprendido de su nivel y de como has podido saber tanto de ella solo con lo que te he contado desde que nos conocemos, te debo una cena.

"

  • Doctora - "

Un cena y una buena sesión de sexo, no te olvides.

"

  • Marido - "

Tranquila, no me olvido y ya sabes que siempre estoy dispuesto a follar, en especial contigo.

"

  • Doctora - "

Lo se, lo se, pero creo que tu esclava debe saber algo más sobre mi y nuestra relación antes de que decida cual quiere que sea su futuro.

"

  • Marido - "

Por supuesto, ahora le cuento todo. Por cierto ¿puedo follarla si me apeteciese?.

"

  • Doctora - "

Si, de hecho es conveniente que lo hagas, pero con suavidad, aún se tiene que recuperar físicamente.

"

  • Marido - "

De acuerdo, cuando terminemos te veo.

"

  • Doctora - "

Muy bien. Estaré en mi despacho para lo que quieras. En cuanto a ti querida, ha sido un placer conocerte y espero que disfrutes cuando tu dueño te cuente quien soy y donde estás.

"

Se despidió de mi marido con un morreo salvaje durante el cual él no se cortó en magrearla a placer. Cuando salió empezamos a hablar.

  • Marido - "

¿Como estás cariño?

"

  • Yo - "

No lo se. ¿Es verdad que llevo aquí dos días?.

"

  • Marido - "

Si, dos días. ¿Recuerdas algo de lo sucedido?

. "

  • Yo - "

Ahora mismo solo pequeños detalles como cuando me follaste nada más descoserme el coño, del resto tan solo que me usaron y castigaron más allá de lo imaginable.

"

  • Marido - "

¿Y te gustó?

"

  • Yo - "

T

engo que reconocer que sí, incluso en los momento más salvajes encontraba placer y no dejaba de pensar que estabas follando con la chica que vino a la comida.

"

  • Marido - "

¿Supongo que el que haya estado con esa putita mientras tu eras usada y castigada no será un problema?

"

  • Yo - "

En absoluto, pensarlo me excitaba al sentirme aún más humillada y despreciada por ti.

"

  • Marido - "

Mejor así. ¿Quieres que te cuente quien es la doctora que te ha atendido?

"

  • Yo - "

Si, me imagino que ya habréis follado. ¿No?.

"

  • Marido - "

Hemos hecho algo más que follar y dependiendo de cual quieres que sea tu vida cuando salgas de esta clínica será parte de tu vida.

"

Mi marido me contó que había conocido a la doctora casi un año atrás en una orgía a la que le llevó una de sus amantes, fue uno de los fines de semana en los que yo era prostituida en el burdel, aunque al parecer en esa ocasión ni siquiera la vio hasta que al terminar la orgía ella misma se presentó y le dio su teléfono admirada por su gran capacidad sexual.

Días más tarde la llamó, hablaron y empezaron a verse con cierta asiduidad. En esas citas no solo follaban, hablaron mucho sobre sus vidas y sus relaciones, especialmente sobre mi y mi marido le explicó como había cambiado de ser una esposa con una sexualidad no demasiado notable a casi convertirme en un objeto sexual, le contó como, al sentirme incapaz de complacer su desmesurada necesidad sexual, yo misma le propuse que follase con otras y como con el paso del tiempo nació en mi el deseo de ser degradada, humillada y castigada, hasta que se lo confesé y le supliqué que hiciese todo lo posible para satisfacer mis deseos.

A la doctora le excitaba tremendamente todo lo que le contaba sobre mi y le hablo del chalet, de la organización, de la clínica y de muchas otras cosas que yo desconocía, el caso es que desde hacía más de dos meses se habían estado viendo y follando a diario, los fines de semana que yo pasaba en el burdel ella los pasaba en nuestra casa follando con mi marido y siempre les acompañaba alguna esclava que llevaba la doctora para que mi marido descubriese el placer de la dominación extrema. La doctora también le fue enseñando como conseguir que yo me volviese cada vez más masoquista y sumisa, lo cual, en vista de sucedido desde que me llevó al chalet, había funcionado a la perfección.

Me contó que ella fue quien le sugirió que me alquilase para una fiesta en el chalet y de ese modo comprobar hasta donde era capaz de llegar, también había ido con ella a varias fiestas en el chalet, siempre los fines de semana que yo estaba en el burdel, estaba claro que la doctora no era una más de sus amantes y necesitaba saber hasta donde llegaba su relación, así que se lo pregunté directamente.

  • Yo - "

¿Estás enamorado de la doctora?.

"

  • Marido - "

Enamorado no, ¿por que lo preguntas?

"

  • Yo - "

Por que es la única mujer con la que te has visto de manera tan frecuente y por lo que me has dicho, también ha ocupado mi lugar mientras yo estaba en el burdel.

"

  • Marido - "

Tienes razón y he de reconocer que tenemos una complicidad especial, es más, hace tres meses le llegué a plantear la posibilidad de que iniciásemos una relación estable contigo como sumisa, me dijo que si, pero no antes de que tu estuvieses preparada

"

  • Yo - "

¿Preparada para qué?.

"

  • Marido - "

Para la esclavitud absoluta?

"

  • Yo - "

No entiendo a que te refieres. ¿Lo sucedido desde que me llevaste esa primera vez al chalet no es suficiente?.

"

  • Marido - "

Es mucho más de lo que tienen la mayoría de hombres, pero la doctora me ha descubierto que deseo algo más de ti, pero solo si tu quieres.

"

  • Yo - "

Explícate.

"

  • Marido - "

Mañana, ahora voy a follarte.

"

  • Yo - "

Como tu desees, pero me gustaría que lo hicieses como la última vez antes de llevarme al chalet. ¿Lo harás?

"

Ni siquiera me contesto, se acercó a mi, retiró la sábana y empezó a besar y lamer toda mi piel. Pasó junto a mi coño, apenas sin rozarle, bajando por mi pierna hasta meterse el dedo gordo de mi pié en la boca chupándole, algo que siempre me ha puesto cachondísima. De ahí pasó al otro pié y repitió la misma operación, pero a la inversa y subiendo hasta mi cuello, donde se entretuvo un buen rato dando no solo lametones y besos, también pequeños mordiscos y succionando el cuello, la zona donde este se une con los hombros y con especial atención a mis orejas, otro de mis puntos débiles.

Yo estaba fuera de mi, mi excitación hacía que la habitación diese vueltas, deseaba sentirle dentro de mi, pero sabía que todavía tendría que esperar un buen rato. Del cuello pasó a mi boca metiéndome la lengua hasta el fondo, enroscándola con la mía, sorbiendo mi lengua como si me la quisiese arrancar y después volvió bajar por mi torso, jugó con mis pezones, del mismo modo que había hecho en mi cuello, al tiempo que apretaba mis tetas con sus manos. Debido a los castigos de toda la semana, mi cuerpo seguía dolorido y mi piel muy sensible, así que sus caricias y besos, por muy suaves que fuesen, me resultaban algo dolorosos, pero me gustaba esa sensación.

Siguió bajando, llegó a mi cintura, al pubis, al inicio de mi coño y antes de llegar al clítoris, volvió a subir hasta mi ombligo, lamió mi estómago hasta el latera

l

de mi cintura subiendo hasta mis costillas, de ahí se fue al otro lado y realizó el mismo recorrido pero en sentido contrario hasta mi ombligo. Volvió a bajar a mi pubis, le mordisqueó, lamió la parte superior del mismo, esa donde se junta con el tronco, de lado a lado, siguió por una ingle, rozó el labio de mi coño, que a estas alturas estaba empapado, recogió parte del flujo que salía de el y se desvió hacia el interior del muslo. Lo mismo hizo por el otro lado al tiempo que yo le suplicaba que necesitaba sentir su lengua en mi coño de inmediato, pero no sirvió de nada, él siguió haciendo lo que quiso.

Pasado un buen rato, cuando el exterior de mi coño rebosaba flujos , fue cuando mi marido comenzó a pasar su lengua por el mismo, solo por el exterior y suavemente, de vez en cuando sorbía parte de mis flujos y de repente, cuando menos me lo esperaba, se apartó, yo estaba con los ojos cerrados, hacía un esfuerzo por no masturbarme, sentía que un simple roce en mi clítoris haría que me corriese, pero mi marido se limitó a flexionar mis piernas, abrirlas de tal modo que los labios de mi coño se separaron y sopló suavemente en mi clítoris, lo cual me provocó un orgasmo extraño, era como si empezase a correrme, pero sin llegar al final y de manera constante. Se mantuvo así un momento y sin previo aviso puso su boca abierta, exhalando con fuerza su aliento desde el fondo de la garganta, sobre mi coño su aliento, un aliento caliente que al sentirle en mi clítoris y debido al cambio de temperatura, me hizo estallar en un orgasmo salvaje, el cual se encadeno con unos cuantos provocados por los movimientos de su lengua, sus mordiscos y sus chupetones que dio en mi coño con ansia y sin parar durante un buen rato.

Finalmente, cuando comprobó que estaba sin fuerzas para moverme, pero seguía corriéndome con sus atenciones, se puso sobre mi, estaba desnudo y ni me enteré de cuando se había quitado la ropa, introdujo su poya en mi coño y me folló, con suavidad, metiéndomela hasta el fondo y volvía a sacarla casi al completo con movimientos lentos, haciéndome sentir en las paredes de mi coño el roce de cada milímetro de su poya entrando y saliendo de mi. Sus movimientos iban acompañados de besos por todo mi cuello, mis orejas y por supuesto mi boca, ya fuesen profundos y con su lengua llenándome la boca, como pequeños besos en mis labios.

Fui incapaz de saber cuanto tiempo estuvo follándome así, pero desde luego fue un buen rato, yo estaba en la gloría, me corría sin parar una y otra vez mientras le daba las gracias y me volvió a sorprender al acelerar su ritmo bruscamente, de repente parecía una taladradora, luego volvía a parar y al momento otra vez rápido. Llegado cierto momento le supliqué que parase, que no podía más, pero que se corriese en mi interior, le deseaba y era una manera de seguirle sintiendo cuando ya no estuviese dentro de mi.

Lo hizo sin tardar demasiado y sentir su semen me provocó el último orgasmo, más mental que físico, pero fantástico. Se mantuvo dentro de mi un rato y solo me di cuenta que no estábamos solos cuando escuché hablar a la doctora.

  • Doctora - "

Fantástico, tu marido sabe bien como hacer gozar a una mujer. ¿Espero que no te importe que le limpie la poya? Se lo ha ganado por el espectáculo que me ha regalado.

"

Al abrir los ojos la vi, se había quitado la ropa, llevaba una medias con liguero sujetas a una especie de corpiño con faja y sin bragas, su piel denotaba su edad, aún así, resultaba tremendamente morbosa. Yo fui incapaz de decir nada, seguía en la cama, con las piernas abiertas y mi marido entre ellas, su poya había perdido parte de su erección, pero seguía dentro de mi. Me besó sonriendo, la sacó de mi coño, se sentó en el borde de la cama cogiéndome la mano, la doctora se arrodilló ante él y metiéndose la poya en la boca, se la empezó a limpiar primero para terminar haciéndole una mamada hasta que consiguió que se corriese en su boca. Se levantó despacio, sin apartar la vista de mi marido hasta que estuvo frente a él, le sonrió, se dirigió hacia mi y se agachó para besarme en la boca compartiendo conmigo la corrida de mi marido.