La Esposa Masoquista (capítulos 07 y 08)
Una mujer descubre su deseo masoquista y terminará sometida por su marido, ansiando ser castigada y degradada hasta más allá de lo posible (Serie de 16 capítulos)
07 - LA ESPOSA MASOQUISTA (AL DÍA SIGUIENTE)
Me desperté cerca de las diez de la mañana, me dolía todo el cuerpo, la cama estaba mojada por que me había meado sin darme cuenta, recordé que desde que mi marido me recogió no había meado y antes de dormirme me había bebido dos de sus meadas, así que no me extrañó, poco a poco repare en que estaba dolorida, muy dolorida, además me sentía sucia, mi boca sabía igual que el olor de los urinarios sucios y mi nariz estaba embotada con el mismo hedor. Directamente me fui al baño, abrí el agua, puse el tapón de la bañera para que se llenase conmigo dentro, una vez dentro reparé en mi coño cosido, le toqué, le acaricié, intenté meter un dedo, pero las puntadas estaban muy apretadas, me gustó la sensación de tenerle cosido, me pareció hasta bonito. Seguí acariciándole, me estaba excitando y quería correrme, así que fui probando como me daba más placer, pero cuando ya estaba consiguiendo acercarme al orgasmo sonó el teléfono, dejé que saltase el contestador, aunque lo intentase coger no me daría tiempo de salir de la bañera y si dejaban mensaje lo escucharía desde el baño.
La llamada era de mi marido para ver si me había despertado y que le llamase cuando escuchase el mensaje. No se por qué, pero al oír su voz dejé de masturbarme, terminé de lavarme con calma, me puse el albornoz y fui hasta el teléfono para llamarle. Me encantó escuchar su voz, le noté muy preocupado por mi, le tranquilicé diciéndole que estaba perfectamente y deseando verle, tuvo que colgar por que llegaba un cliente y me dijo que luego nos veríamos, que estuviese preparada a la una y media para recogerme e invitarme a comer, pero antes de colgar me dijo que mirase mi correo. Me imaginé que me habría escrito alguna nota de amor sobre lo sucedido el fin de semana, pero que lo hiciese por correo en vez de dejarme un papel como solía hacer despertó mi curiosidad, así que fui al ordenador para ver a que se refería. Al sentarme vi las estrellas, aunque luego me gustó sentir ese dolor en mis nalgas que se agudizaba si se me ocurría moverme un poco.
Encontré su mensaje, en el asunto ponía "Tu fin de semana", le abrí y tan solo había un link, pinché en el y me encontré en una web con muchas fotos pequeñas de lo que parecía algo de porno y sadomaso amateur, cuando me fijé un poco más descubrí que en muchas de las fotos salía yo atada en el potro, al probar para verlas en grande me encontré con la sorpresa de que eran vídeos con lo sucedido en ese fin de semana. Lo primero que hice fue ver como me cosían el coño, no se por qué, pero me excitó y empecé a acariciar de nuevo mi sexo cosido mientras veía en la pantalla como le habían cosido el viernes pasado, además no dejaba de moverme en la silla para sentir el dolor en mis nalgas, estaba disfrutando muchísimo con todo, en especial pensando en todas las personas que me habrían visto y la de pajas que se habrían hecho viéndome, pero cuando estaba a punto de correrme, paré, quería estar cachonda por si mi marido deseaba sexo y proponerle que, a partir de ese momento, solo me correría si él me daba permiso, para mi era un paso más en mi sumisión a él, creo que en ese momento era lo único en lo que nunca me había sentido dominada y pensé que me haría sentir más de su propiedad aún.
Seguí viendo esos vídeos durante más de una hora, salvo ese primero en el que me cosían el coño, el resto les vi a trozos, pude observar como me sodomizaron constantemente, vi como mis nalgas fueron mostrando paulatinamente los efectos de los azotes hasta que terminaron de un color morado oscuro, me vi a mi misma vomitando y bebiendo a continuación mi propio vomito, pero también vi otras escenas en las que yo no aparecía, me impacto mucho al ver como una de las chicas que me prepararon era azotada con un látigo mientras que estaba colgada de sus muñecas y con una mordaza en su boca, me encantó otra en la que se veía a un chico con un cinturón de castidad y obligado a limpiar las pollas y los coños del mismo modo que yo hacía con mi marido y sus amantes, a una mujer de más de sesenta años, al menos eso me parecía a mi, penetrada por tres hombres al mismo tiempo, no podía negar que había disfrutado de mi fin de semana, pero me habría encantado poder ver y participar más activamente en muchas de esas escenas.
Miré la hora y vi que mi marido no tardaría en llegar, así que me peiné, me maquillé y me puse un vestido ligero, con bastante escote y lo suficientemente corto como para enseñar el culo a la mínima, además no me puse ropa interior para que mi marido se diese cuenta que estaba dispuesta a que me usase. Cinco minutos antes de la hora bajé a esperarle al portal, en cuanto llegó me metí en el coche, no pude evitar un pequeño quejido al sentarme, el cual alarmó a mi marido, pero le tranquilicé diciéndole que no se preocupase y que me gustaba sentir las nalgas tan doloridas. Sonrió, arrancamos y fuimos al restaurante. No le conocía y tenía un aspecto muy lujoso, pasamos dentro y no vi ninguna mesa, tan solo varios huecos de puerta cubierto por cortinas, mi marido me explicó que él también era la primera vez que venía, pero que todo el restaurante eran salas privadas para comer y hacer lo que uno quisiese con total discreción, al parecer la dirección se la dio el hombre del chalet y dado lo que teníamos que hablar le pareció un buen momento para conocerle.
El camarero nos acompañó a nuestro reservado, nos entregó las cartas y nos indico para que servían los botones de la pared, uno activaba el interfono para pedirles lo que deseásemos y los otros dos encendían y apagaban la señal de acceso permitido ó no permitido. Pedimos la bebida, salió dejándonos solos y mi marido empezó a hablar primero, dejándome entre sorprendida e ilusionada.
El - "Lo que sucedió ayer desde que te recogí en el chalet, aunque lo hice por ti, reconozco que me encanto. Nunca me imaginé que podría disfrutar tantísimo maltratándote y usándote de ese modo. ¿Realmente era eso lo que querías? Quiero que me cuentes todo lo que viviste en el chalet, he visto la grabación casi completa, así que me interesa saber lo que sentiste."
Yo - "Si cariño, hiciste lo que quería y me encantó, yo todavía estoy sorprendida de mi misma, pero lo más alucinante es que, durante el fin de semana, hubo un momento en el que algo hizo clik en mi interior y pasé de estar soportando todo ese dolor sin sentir ninguna satisfacción, a estar disfrutando por todo el sufrimiento que sentía."
El - "No se si alegrarme ó preocuparme cariño, cuando preparé tu estancia de este fin de semana en ese chalet, lo hice con la duda razonable de que no aceptases y aunque lo hicieses, estaba casi seguro que te echarías atrás en cuanto te contasen lo que te esperaba, estuve en la puerta esperando que me llamasen diciendo que el trato se anulaba hasta que en la tablet vi que comenzaba la retransmisión con el cosido de tu sexo, en ese momento supe que habías aceptado y me fui con una extraña mezcla de excitación, orgullo, miedo y culpabilidad."
Yo - "La verdad es que cuando me contó todo lo que supuestamente tendría que soportar, no fui capaz de reaccionar y me pesaba más aceptar tu regalo que mi propio razonamiento, además, no sabía que podría pasar si me negaba, ni siquiera sabía si me podía negar, ni si ello te podría causar algún problema, aparte de dejarte en mal lugar. De todos modos, antes de ese clik que te he dicho, creo que soporté todo más por mi orgullo y por que tu imagen quedase bien alta."
En ese momento llegó el camarero con las bebidas, ni siquiera habíamos abierto la carta, pero como no queríamos perder tiempo, le pedimos varias cosas al tun tun y seguimos hablando.
El - "¿Y ahora que hacemos? Todavía llevas el sexo cosido. ¿Vas a querer que te le descosa cuando lleguemos a casa?"
Yo - "No, creo que me gustaría que me le descosiesen en el chalet y que durante toda esta semana me usases como ayer."
El - "¿Estás segura? Reconozco que el que lleves tu sexo cosido me pone cachondo, pero si te llevo el sábado al chalet, han puesto ciertas condiciones que deberías conocer."
Yo - "Si, ya se que me usarán en otra fiesta y no creo que sea más salvaje que la pasada. Si quieres darme más detalles bien, pero lo que importa es si tu quieres llevarme ó no. Deseo que pienses en mi, al menos durante esta semana, como algo de tu propiedad y que hagas conmigo todo lo que quieras, sin preocuparte de si me gusta ó no, te aseguró que no me opondré a nada."
El - "Si te llevo a que te descosan, estarás allí desde las siete de la tarde hasta las tres de la madrugada, no te descoserán hasta el final, usarán tanto tu culo como tu boca a su gusto, serás azotada constantemente en todo tu cuerpo y tan duramente que saldrás llena de moratones y heridas, estarás obligada a servir de urinario y de bidet y por supuesto todo será grabado, emitido y distribuido por Internet. La variación respecto a la otra vez será el que no estarás inmovilizada en el potro, aunque tendrás tus brazos atados a la espalda. ¿Sigues queriendo ir?"
Yo - "Ya te he dicho que eres tu quien debe decidirlo, lo que quieras lo haré por duro que sea. Te pertenezco en el sentido más absoluto de la palabra."
El - "Todo esto me asusta cielo, no voy a negar que me excita lo que dices, además, hace tiempo que fantaseo con situaciones sado-masoquistas bastante extremas, pero creo que se nos está yendo de las manos."
Yo - "Hace tiempo que se nos ha ido, cariño. Piensa cual es nuestra vida actual. Tu tienes todas las amantes que quieres, con las que tienes mucho más sexo que conmigo. Yo soy una puta, tu puta, durante los tres últimos años me has buscado de tres a cinco clientes entre semana, los fines de semana que paso en el burdel realizo de quince a veinte servicios y al menos tres de ellos son en grupo. Cuando tienes sexo conmigo, siempre me insultas y azotas a tu antojo, pero con tus amantes casi siempre te veo tratarlas con delicadeza, no digas nada, no es un reproche, lo haces por que yo misma he hecho que fuese así y me gusta.
Como verás, cariño, tan solo se trata de asumir lo que somos. He pensado mucho en lo sucedido en el chalet, no solo hoy, también ayer por la tarde y durante todo el tiempo que estuve allí, Estoy convencida de ser una masoquista, me gusta que se me use como a un objeto y realmente me gustaría que me tratases como tu esclava siempre. En cuanto a ti, tu mismo lo has dicho, llevas tiempo fantaseando con el sado-maso extremo, pues me tienes a mi para hacer realidad todo lo que se te ocurra. Mi único deseo es estar siempre contigo."
El - "¿Estás segura de lo que dices? ¿Estarías dispuesta a que te marcase como a un animal y a vivir como mi mascota, apartada de todo el mundo que no fuese a tratarte como tal.?"
Yo - "Si, estoy dispuesta a todo."
08 - LA ESPOSA MASOQUISTA (ESCLAVITUD DESEADA)
El - "¿Estás segura de lo que dices? ¿Estarías dispuesta a que te marcase como a un animal y a vivir como mi mascota, apartada de todo el mundo que no fuese a tratarte como tal.?"
Yo - "Si, estoy dispuesta a todo."
El - "Bien, desnúdate y ponte a cuatro patas en el suelo. No digas nada salvo que te pregunte y cuando venga el camarero te pondrá el plato en el suelo para que comas como lo hacen los animales.
Hasta el próximo domingo serás mi esclava, no hablarás pase lo que pase a menos que te pregunte, cuando lleguemos a casa te diré como vivirás el resto de la semana y el domingo decidiremos cual será nuestro futuro"
No dije nada, tan solo le sonreí, me desnudé, me puse a cuatro patas y esperé a que trajesen la comida. El camarero no tardó demasiado en venir con los platos, evidentemente mi marido había puesto la indicación de acceso permitido, así que pasó sin llamar, mi marido le dijo que "la perra comerá como tal, si me hace el favor de traer un cuenco con agua y otro vacío para su comida, no creo adecuado que manche la vajilla con sus babas." El camarero respondió que no había problema y se fue, escuchaba como mi marido comenzaba a comer sin hacerme ningún caso hasta que volvió el camarero con los cuencos. Puso el del agua en el suelo, escuché como pasaba la comida de los platos al otro cuenco y cuando me le puso delante vi que había mezclado de cualquier manera mis dos platos, la verdad que de ese modo no tenía un aspecto nada apetecible, pero estaba hambrienta, desde el viernes no había comido nada sólido, aunque mi estómago se había mantenido bien lleno con las meadas de todas esas personas.
La comida transcurrió sin nada relevante hasta que llegó la hora del postre, a mi no me pidió ninguno, en su lugar tuve que hacerle una mamada mientras el se tomaba el suyo, por más empeño que ponía en conseguir que se corriese, él era quien tenía el control ordenándome parar cuando sentía que estaba demasiado cerca. En total creo que debí de estar más de media hora chupando su polla, durante la cual le dio tiempo a tomarse el postre, una copa e incluso pagar y charlar un rato sobre el funcionamiento del local con el maitre, el cual hizo algunos comentarios bastante denigrantes sobre mi a los que mi marido respondió como si fuesen halagos hacia él. Cuando se corrió en mi boca lo hizo sin dejar de hablar con el maitre, yo me tragué toda su corrida, le limpié bien la polla exprimiendo hasta la última gota y esperé a que me indicase que hacer con su polla dentro de mi boca.
Cuando terminó de hablar con el maitre se levantó me ordeno vestirme y volvimos a casa. durante el trayecto no dejó de hablarme sobre nuestro posible futuro, en el cual podría llegar a desaparecer de la sociedad y que mi lugar, como esposa, fuese ocupado por otra mujer, al pensar en ello no pude evitar que se me saltase un lagrima, pero al tiempo mi coño empezó a palpitar de excitación, algo así sería la mayor degradación que me podía imaginar. Al llegar a nuestra casa paró en el portal y me dijo que subiese, me desnudase y le esperase en el salón a cuatro patas con el culo hacia la puerta y en silencio mientras él iba a comprar unas cosas.
Hice lo que me ordenó y cuando le escuché entrar debería haber pasado casi una hora, no dijo nada, le oía como se movía por la casa incapaz de saber que hacía, pasó varias veces al salón ignorándome por completo hasta que en una de ellas sentí que se situaba tras de mi y cuando me quise dar cuenta estaba sodomizándome a lo bestia de nuevo, se corrió dentro mi culo, se levantó, escuché que encendía la televisión y llamaba por teléfono, por la conversación supe que era alguien relacionado con nuestros juegos sexuales, le habló del fin de semana en el chalet, le contó con bastante detalle lo sucedido desde que salí de allí, le pidió que le mandase un mensaje con los teléfonos de no se bien que organización y se despidió prometiéndole que me podría usar antes del fin de semana.
En cuanto colgó me dijo que me levantase y fuese a su lado, al hacerlo pude ver que en la televisión estaba puesto el vídeo de mi fin de semana en el chalet, mi marido estaba totalmente desnudo y tenía en sus manos unas cadenas, me las puso cerrándolas con candados de tal manera que una de ellas quedaba alrededor de mi cuello, otras en mis muñecas, otras en mis tobillos y una tercera en mi cintura, las de mis tobillos estaban unidas entre si impidiendo que diese pasos demasiados largos y las de mis muñecas estaban unidas a las que rodeaban mi cuello y mi cintura limitando mucho mis movimientos, luego me puso una mordaza en mi boca, era una especie de aro que dejaba mi boca permanentemente abierta, ya las había visto y con ella puesta estaría babeando todo el rato, lo último fue introducirme un plug en el culo, tenía un tamaño considerable y me resultaba bastante incomodo, especialmente por tener el culo tan dolorido, para evitar que se pudiese salir le sujetó con cadena a la de mi cintura.
Se apartó un poco de mi, me observó atentamente caminando a mi alrededor y mostrando satisfacción por lo que veía, se sentó en su sillón y empezó a hablarme.
"Bien cariño, como te dije en el restaurante, hasta el domingo serás mi esclava, tan solo será una prueba para los dos y así poder decidir nuestro futuro, pero mientras tanto habrás de hacer todo lo que te ordene."
"Tus obligaciones diarias serás las siguientes:
-Primero, no podrás salir de casa salvo que yo lo decida.
-Segundo, estarás permanentemente desnuda y encadenada como ahora.
-Tercero, tienes prohibido usar el retrete así como lavarte, cuando quieras mear lo harás en un cubo que he puesto en el cuarto del fondo y dentro de un momento te diré lo que harás con su contenido. Solo cagaras cuando lo considere oportuno, lo harás en un cajón con tierra que he puesto en ese cuarto y en mi presencia.
-Cuarto, en ese mismo cuarto he puesto un jergón en el suelo para que duermas, tienes absolutamente prohibido pasar a mi habitación.
-Quinto, prepararás y servirás todas mis comidas, pero tu comerás en el cuarto, junto al cubo con tus meados tendrás un cuenco con comida de perros, ese será tu único alimento que podrás comer una vez al día y siempre después que yo haya comido y tu hayas terminado de recoger la cocina. En cuanto a la bebida, solo lo harás dos veces al día, una antes de irme a trabajar y otra antes de acostarme, en cada ocasión beberás litro y medio de líquido a través de un tubo y todo seguido. Este líquido será tu propia orina, en el caso que no haya bastante le añadirás agua hasta completar la cantidad dicha y en el caso de que haya más, lo dejarás en el cubo para que se junte con tus siguientes meadas.
-Sexto, he hablado con la asistenta para que no venga en toda la semana, así que tu te encargarás de la limpieza de toda la casa y lo harás todos los días, mi habitación la limpiaras cuando yo esté presente.
-Séptimo, el plug de tu culo le llevaras en todo momento, salvo cuando te le retire para que cagues, dentro de dos días usarás uno de mayor tamaño.
-Octavo, esa mordaza solamente la llevarás mientras yo esté en casa, cuando estés sola ó bien para dormir, llevarás esta otra."
La que me mostró era como un arnés para la cabeza con una pieza que cubría la mandíbula, la boca y la nariz, pero con varios agujeros que evidentemente servían para respirar.
"-Noveno, siempre que esté en casa te usare como urinario y papel higiénico.
-Décimo, cada día recibirás doscientos azotes, cien al levantarte y cien al acostarte, repartidos del siguiente modo, veinte en tus nalgas, diez en cada pecho, veinte en la zona interior de tus muslos, diez en las plantas de los pies, cinco en cada una, diez en tu espalda, diez más en tu abdomen y por último diez en tu coño.
Serán lo suficientemente fuertes como para que no deje de dolerte durante horas y usaré diferentes utensilios, algunos de ellos capaces de causar más dolor del que te puedas imaginar."
Cuando dijo lo de los azotes recordé que mi culo estaba muy dolorido y lleno de marcas de los castigos recibidos durante el fin de semana, tan solo esperaba que no fuese el sitio donde más duramente me azotase, aunque no dije nada, tampoco habría podido hacerlo aunque quisiese con la mordaza puesta, por culpa de la cual mis babas ya habían formado un charco en el suelo.
"Por supuesto follaré tu culo y tu boca como y cuando me de la gana y pensando tan solo en mi propio placer, por que tu no tienes derecho a gozar."
"Bien, dado que no puedes hablar, me responderás moviendo tu cabeza, no hay opciones, es si ó no, pero quiero que tengas dos cosas bien claras, la primera, como te dije esto será así solo hasta el domingo, entonces decidiremos que haremos en el futuro.
La segunda, si tienes algún problema en cumplir cualquiera de mis ordenes, no haremos nada, te quitaré las cadenas el plug y la moradaza, te descoseré el coño y seguiremos nuestra vida como siempre, pero si aceptas las obligaciones que te he impuesto, será sin ninguna objeción, es todo ó nada y tampoco podrás echarte atrás en ningún momento, si aceptas e incumples alguna de tus obligaciones serás castigada duramente.
¿Lo has entendido?"
Asentí con mi cabeza mientras pensaba que sería una semana muy dura y que algunas de las cosas que mi marido había impuesto no sabía muy bien como tomarlas, pero quería descubrir si realmente era tan masoquista como para soportar tanta humillación y castigo.
"De acuerdo, ahora responde, ¿Aceptas ser mi esclava desde ahora hasta el próximo domingo cumpliendo todas y cada una de las ordenes que te he dicho y cualquier otra que te pueda dar?
Piénsalo bien, si aceptas es con todas las consecuencias y sin posibilidad de parar antes de tiempo, será realmente duro, sobre todo mentalmente y te aseguro que yo no cederé por mucho que me supliques si en algún momento te ves incapaz de seguir."
Le miré a los ojos intentando ver en ellos el hombre cariñoso del que me enamoré, el mismo que yo había ido convirtiendo en el dominante y sádico que estaba frente a mi, él me mantuvo la mirada con dureza, desafiante, sus últimas palabras me habían asustado un poco y su mirada me resultó fría, no se si vi lo que buscaba ó tan solo quise engañarme a mi misma, pero me convencí de que sus ojos seguían gritándome que me quería y que cuidaría de mi, así que moví mi cabeza asintiendo y aceptando convertirme en su esclava durante lo que quedaba de semana.
Tras mi respuesta volvió a hablarme mostrando su satisfacción por mi decisión, sin que yo pudiese imaginarme lo que venía a continuación.
"Me alegra comprobar que realmente soy dueño de la esclava más masoquista posible y gracias a ello pienso cumplir muchas de mis fantasías y quien sabe, puede que incluso todas"
"De rodillas frente a mi, puta estúpida, tus manos a la espalda. Sabes lo bueno de esa mordaza, que convierte la boca de las putas en un agujero, se puede usar de cenicero, de urinario e incluso como un simple masturbador que es lo que voy a hacer ahora mismo mientras veo una película porno y espero que no hagas ningún sonido que me distraiga."
Nunca había sido muy consumidor de porno, al menos que yo supiese, por eso me sorprendió lo que dijo y, no se por qué, me dolió que fuese a ver una película porno mientras me follaba la boca, pero fue aún peor cuando empezó la película. Había sujetado mis manos a la espalda y metido su polla flácida en mi boca, su mano derecha sujetaba mi cabeza del pelo, la mantenía pegada a él impidiéndome separarme. Me era imposible ver lo que pasaba en la película, pero por el sonido estaba claro que era de sadomaso duro, escuchaba perfectamente como golpeaban a una chica y sus gritos de dolor junto con las risas y las palabras, creo que alemán, de varios hombres.
Apenas pasó un minuto desde que me la metió en la boca cuando empezó a crecer sin que yo hiciese nada más que babear constantemente, al poco ya sentí que llenaba mi boca y llegaba hasta mi garganta, no podía respirar, pero mi marido seguía reteniendo mi cabeza con fuerza pegada a él. Intenté separarme, cosa que me impidió al tiempo que me daba un grito diciéndome que me estuviese quieta. Su polla seguía creciendo y notaba como entraba aún más profundo en mi garganta provocándome arcadas, pero mi marido no cedió, por fin, cuando ya estaba a punto de asfixiarme, tiró de mi pelo hacia arriba sacando toda su polla de mi boca, respiré lo más hondo que pude, tosí, una gran cantidad de babas chorrearon de mi boca y antes de que pudiese recuperarme del todo, volvió a empujar mi cabeza hacia abajo metiéndome de nuevo su polla hasta mi garganta, mantuvo la presión un instante y de golpe, usando mi pelo como si fuese una rienda, comenzó a mover mi cabeza rápidamente arriba y abajo de tal modo que usaba mi boca para pajearse mientras veía la película.
Estuvo un buen rato así, de vez cuando paraba y sacaba su polla de mi boca, lo que yo aprovechaba para respirar, pero no tardé en darme cuenta que lo hacía para retrasar su corrida y no para que yo pudiese respirar, estaba claro, le daba exactamente igual como lo estuviese pasando yo, nunca había sido así, incluso la tarde del domingo sentía que estaba pendiente de mi a pesar de usarme y castigarme con la dureza que lo hizo, esa sensación me hizo sentirme fatal y fui incapaz de retener mi llanto, algo que intenté disimular y no se si lo conseguí ó él simplemente lo ignoró como llevaba haciendo desde que empezó todo.
Por fin se corrió, lo hizo con su polla metida hasta el fondo de mi garganta provocando que parte de su corrida saliese por mi nariz y otra parte me atragantase, una vez que salieron los primeros chorros volvió a mover mi cabeza, aún más rápido que antes, hasta que se quedó satisfecho, me empujó a un lado sin mirarme siquiera se levanto y me volvió a hablar de manera autoritaria mientras salía del salón.
"Me voy a dar una ducha, recoge bien todo lo que has ensuciado y prepara mi cena. La quiero lista para cuando termine."
Hice lo que me ordenó sin dejar de llorar, recogí con una bayeta los charcos de babas, junto con algunos restos de semen, que había en el suelo y pude ver parte de la película que estaba viendo, la protagonista era una mujer madura, estaba colgada de sus tobillos, con las manos sujetas al suelo, sus piernas separadas y en su cuerpo se veía lleno de marcas. A su alrededor había tres hombres azotándola con dureza, uno de ellos ponía especial interés en azotar su sexo que ya estaba amoratado, inflamado é incluso mostraba pequeñas heridas sangrantes en algunos sitios. Por un momento me imaginé a mi misma como protagonista de esa escena, lo cual provocó que un escalofrío recorriese mi cuerpo poniendo mis pezones duros y excitándome de nuevo.
Me habría gustado seguir viendo la película, pero me fui a la cocina para preparar la cena de mi marido, por suerte me dio tiempo y cuando salió de la ducha ya la tenía preparada. Nada más verle salir del baño corrí a llevársela a la mesa, me quedé a su lado esperando que me dijese que hacer, pero me ignoró totalmente, la película seguía puesta y él la miraba de vez en cuando, pero yo tan solo podía escucharla.
Cuando terminó recogí la mesa, recogí la cocina y volví al salón esperando sus ordenes, le encontré masturbándose con la película, la escena había cambiado, aunque de nuevo una chica estaba siendo azotada duramente, pero en esta ocasión la chica estaba colgada de sus tetas, estas estaban atadas fuertemente con una cuerda, se veían totalmente amoratadas y parecía que fuesen a reventar. Mi marido no tardó en correrse, lo hizo en el suelo y cuando terminó se levantó, me quitó la mordaza, tiró de mi pelo obligándome a arrodillarme y bajando mi cabeza hasta el suelo junto a su corrida, no hizo falta nada más, inmediatamente recogí todo con mi lengua, dejando el suelo limpio y tragándome todo.
Lo siguiente fue recibir los cien azotes, él me indicaba la posición en la que ponerme, yo tenía que aguantar sin moverme por mucho que me doliese y no tuvo ningún reparo en golpearme tan fuerte como pudo, de hecho, antes de llegar a la mitad ya estaba llorando del dolor, pero le dio igual. Los peores fueron los de las plantas de los pies, además de los que me dio en el culo, el cual ya estaba dolorido del los días anteriores, pero fui capaz de soportarles sin moverme. una vez que terminó me tocó beberme el litro y medio de líquido, en este caso fue agua ya que el cubo estaba vacío, me llevó a mi cuarto, me puso el arnés en mi cabeza que incluía la mordaza, me empujo haciéndome caer sobre el jergón y se fue.
La verdad es que no pude dormir demasiado y lo poco que dormí no lo hice a gusto, me desperté un par de veces para mear en el cubo, pasé algo de frío ya que ni siquiera tenía un trapo para taparme y el jergón, además de duro, era áspero.