La Esposa Masoquista (capítulos 01 y 02)

Una mujer descubre su deseo masoquista y terminará sometida su marido, ansiando ser castigada y degradada hasta más allá de lo posible (Serie de 16 capítulos)

01 - LA ESPOSA MASOQUISTA (EL INICIO)

Soy una mujer de 35 años, bastante atractiva y con un buen cuerpo, durante varios años trabajé de modelo, sobre todo para lencería y a pesar de que ya hace casi cinco años que me retiré, me sigo cuidando y mantengo mi cuerpo casi igual. Dejé el trabajo al casarme con el que hoy es mi marido, un hombre de negocios que realmente trabaja por entretenerse ya que tiene un patrimonio más que suficiente para vivir dos vidas de lujo, es diez años mayor que yo y aunque no es nada feo, tampoco es que resalte físicamente en nada, salvo en el sexo, es capaz de follar sin parar durante horas y correrse varias veces seguidas.

Su necesidad sexual es tal que tiempo atrás decidí darle libertad para tener sexo con otras mujeres, a él le pareció bien, pero solo si yo le prometía que si me apetecía haría lo mismo. La verdad es que yo no tenía interés en follar con otros y sobre las aventuras de mi marido no quería saber nada, aunque poco a poco la curiosidad me hizo pedirle que me contase cosas, cada vez le pedía más detalles por que me excitaba escucharle como había follado con otra mujer y cuando estaba sola me masturbaba recordando su historia, pero un día, mientras me contaba su última aventura, no pude aguantar y me empecé a masturbar delante de él confesándole que desde hacía tiempo me excitaba escucharle como había follado con otra mujer, por eso cada vez le pedía más detalles, aunque cuanto más detalles me daba más humillada me sentía, pero también había descubierto que sentirme humillada provocaba que mi excitación creciese, tras un momento en el que se quedó pensativo, siguió contándome como era la chica, como habían follado y mientras lo hacía se saco su polla que ya estaba dura empujando mi cabeza para que le hiciese una mamada.

No puse objeción alguna, al momento estaba de rodillas, con una mano entre mis piernas pajeándome, mamando la polla de mi marido con más ganas que nunca mientras que él me contaba como había follado con otra mujer apenas dos horas antes. En cierto momento de su narración empezó a decir cosas para humillarme y a tratarme como si estuviese a su servicio, yo no dejaba de mamar su polla, tan solo asentía a todo lo que decía y con mi mano no paraba de masturbarme

hasta que

terminé por correrme como una loca, a pesar de ello no dejé de pajearme ni de mamársela hasta que se corrió tragándome todo su semen, para entonces me había corrido como cinco veces, además esa fue la primera vez que se corrió en mi boca cuando anteriormente ni siquiera le había permitido que se corriese en mi cara, solo ocasionalmente pudo hacerlo en mis tetas y él era el único al que se lo había permitido. Después de correrse me folló como nunca y sin parar de decirme como le gustaba pensar en que yo estaba esperándole en casa mientras él follaba con otras

A partir de ese día todo cambió, yo le hacía contarme como se follaba a otras mientras se la mamaba y para que luego me follase, cada vez de manera más dura, hasta que un día le dije que me gustaría sentirme humillada viéndole follar con otra mujer, estaba dispuesta a hacer lo que él quisiese, pero lo único que no quería era que me follase, es más, quería que me lo negase. Fue fantástico, estuvo follando cerca de cinco horas, cada vez que mi marido se corrió, tuve que limpiar su polla y también el coño de su amante, esa fue mi primera experiencia lésbica. Constantemente se reían de mi y me humillaban, por que mi marido, además, me había prohibido masturbarme, incluso cuando mi marido decidió que ya era hora de irnos, me humillaron aún más, mi marido me dio dinero diciéndome que cogiese un taxi, que él acompañaría a su amante a su casa y que le esperase despierta por si llegaba con ganas de una mamada, como así fue, tardó más de una hora en volver por que habían vuelto a follar en el coche antes de que ella subiese a su casa, lo cual me contó sin escatimar detalles mientras se la chupaba y ya con su permiso me masturbaba como una loca.

A este encuentro le siguieron otros muy parecidos, aunque había variaciones entre ellos, en el fondo era siempre lo mismo, mi marido follaba con otra mujer en mi presencia, yo tan solo podía ejercer de ayudante y limpiadora humillada por mi servilismo. En varías ocasiones fue con la misma chica, pero hubo muchas otras, incluso en una ocasión vinieron dos al mismo tiempo. A pesar de todo, mi marido seguía siendo encantador conmigo constantemente, salvo cuando teníamos sexo, en esos momentos, ya fuese a solas ó con sus amantes, me trataba como alguien de su propiedad y cada vez más duramente, con mayores humillaciones, pero en cuanto el sexo se acababa, volvía mi marido de verdad. Un día, tras un fin de semana que pasamos en la costa con una de sus amantes, me dijo que le gustaría verme follar con otro hombre, pero a diferencia de mi, él quería ser quien decidiese cuando, como, donde y con quien follaría, le había cogido el gusto a pensar en mi como una esclava de su propiedad y llevaba tiempo fantaseando con hacerme sentir una puta "obligándome" a follar con otros, me dejó sorprendida, no supe que decir, me quedé pensando en lo que acababa de escuchar é intenté imaginar la situación, al hacerlo sentí que mi coño empezaba a palpitar, señal de que la idea me excitaba y le dije que aceptaba, pero con bastantes reparos, me tranquilizó diciéndome que yo siempre tendría la última palabra, que todo esto no era más que un juego y que lo podríamos dejar en cuanto yo quisiese.

En menos de una semana me dijo que ya tenía un candidato al que cederme y que había quedado con él en la cafetería de un hotel el sábado, cuando llegó mi amante tanto mi marido como él me ignoraron hablando de cosas banales hasta que mi marido le pregunto si tenía ganas de "

follarse a la puta de la que le había hablado

", a partir de ahí me convertí en el centro de atención, pero como quien habla de una cosa, mi marido presumía de mi como si fuese su coche y el otro se mostraba ansioso de que se le prestase para probar si todo era cierto, incluso me tuve que levantar y dar una vuelta para que me observasen antes de subir a la habitación. Una vez dentro, mi marido se sentó en el sillón, el otro me fue ordenando lo que quería que hiciese y yo obedecí sin rechistar, mientras, miraba a mi marido de reojo viendo que estaba disfrutando con el show. Al final del encuentro, ese desconocido me había echado un par de polvos y yo le había tenido que comer la polla, tragándome su corrida por supuesto, en todo momento el desconocido me llamó de cualquier modo que pudiese resultarme degradante, furcia, guarra, puta, comepollas y cosas parecidas y tengo que reconocer que la experiencia me encantó, ni mucho menos ese hombre me dio ni la mitad de placer que me daba mi marido solo con sus preliminares, pero que fuese un desconocido el que me follaba por que mi marido me había prestado como quien presta una cosa, fue increíble.

Una vez a solas, sin dejar que me lavase, mi marido me folló como un animal, humillándome de todos los modos posibles, insultándome, amenazándome con ponerme a trabajar de puta en un burdel por que era lo que me gustaba, incluso me dio algunos azotes por primera vez en toda nuestra relación, terminó corriéndose en mi interior dos veces seguidas y sin sacarla, luego me hizo limpiársela y mamársela hasta que se corrió una tercera vez en mi boca. Una vez recuperada del polvo, estuvimos hablando sobre lo sucedido, le reconocí que me había excitado sentirme usada y tratada como una puta de su propiedad, como si él fuese mi chulo, ya tenía claro que me gustaba someterme a mi marido y que me humillase follando con otras, pero, tras lo sucedido momentos antes, estaba casi segura que disfrutaría igual si me entregase a otros desconocidos, él me dijo que le había encantado entregarme a otro tío y si yo estaba dispuesta repetiríamos muchas veces, le dije que si, que desde ese momento, en lo referente al sexo, él tenía vía libre para todo, por mi parte haría todo lo que me ordenase, por muy humillante ó degradante que pudiese ser, él se mostró contento, pero precavido ante mis palabras, me recordó que tan solo era un juego y que yo podría poner los límites que quisiese.

02 - LA ESPOSA MASOQUISTA (CONVERTIDA EN PUTA)

Desde aquel día han pasado mas de tres años, mi marido tiene cerca de una veintena de amantes a las que se folla con asiduidad, al menos dos de ellas por semana, no siempre con mi participación ya que en ocasiones coincide con mi entrega a algún desconocido, pero siempre me cuenta con detalle como han follado. También hace tiempo que le dejé sodomizarme y actualmente estoy acostumbrada a que penetren mi culo casi a diario, tanto mi marido como mis "clientes", digo "clientes" por que en muy poco tiempo pasó de cederme ó prestarme a alquilarme cobrando por mis servicios como si fuese su puta, incluso me ha estado prostituyendo en un burdel de carretera desde hace casi dos años, me lleva allí el viernes por la tarde y me recoge el domingo de madrugada. Eso sucede el primer fin de semana de cada mes, la primera vez no me dijo nada, me hizo vestirme como una fulana, cosa que no era muy habitual, montamos en el coche y de camino me contó lo que había preparado. Sin que yo supiese nada, había negociado con el dueño del burdel en ir al cincuenta por ciento de lo que pagasen por mis servicios y estaría disponible para cualquier servicio que pidiesen, de hecho, el dueño del burdel y uno de sus empleados ya me habían follado semanas atrás para "

comprobar la mercancía

". Ese primer fin de semana lo pase bastante mal y tuve más sexo del que habría deseado, la mayoría con hombres poco agradables, incluso tuve que dejarme usar por el dueño y varios de sus empleados, a pesar de todo me corrí cada vez que me follaron, me sentí más degradada que nunca y al mismo tiempo disfrutaba con ello. Cuando me recogió mi marido, me dijo que habían acordado que fuese todos los meses, aunque yo tendría la última palabra; me callé, no volvimos a hablar del asunto, pero al mes siguiente, dos días antes de llegase el primer fin de semana, yo misma le pedí que me llevase al burdel.

Otra de las cosas que hemos descubierto en estos años es que, además de disfrutar tanto siendo degradada que he terminado convertida en una puta, me gusta ser castigada físicamente, aquellos primeros azotes que me dio mi marido, follándome tras haberme entregado a un desconocido por primera vez, me gustaron mucho, tanto que yo misma le dije que me azotase mientras me follaba días después, al poco tiempo, follar con mi marido implicaba terminar con el culo rojo de sus azotes, los cuales terminaron acompañados con fuertes manotazos en mis tetas é intensos pellizcos en mis pezones que me dejaban dolorida un par de días. Me fui acostumbrando a tener ciertas zonas de mi cuerpo doloridas incluso le pedía que me castigase aunque no me hubiese recuperado de la sesión anterior y un día le dije que lo hiciese antes de follarme, quería sentir el castigo sin el placer de su polla follándome. Como ya había pasado con cada cosa nueva que habíamos probado, cada vez quería más y más duro, compró diferentes artículos para azotarme, los fue probando en distintas partes de mi cuerpo y con diferentes posturas, además de mi culo y mis tetas, empezó a azotar otras zonas como mis muslos, las plantas de mis píes, mi coño, lo cual era muy doloroso, pero me encantaba que me follase después de haberme azotado el coño hasta dejarle totalmente dolorido. Los pellizcos también ampliaron la zona donde me les aplicaba, primero por las tetas enteras, no solo los pezones, luego el pubis, los labios de mi coño y claro, no tardamos en usar pinzas, probamos con las de tender la ropa que eran las que más a mano teníamos, luego con algunas de papelería y finalmente con varios modelos diseñados específicamente para estas lides, lo que no recuerdo es como entraron en juego las agujas, las utiliza muy de cuando en cuando, pero nunca me molesta que lo haga, además, duelen bastante menos que las pinzas, aunque son sensaciones diferentes.

Así que, actualmente, mi marido tiene la suerte de estar casado con una mujer que es la envidia de todas sus amistades, siempre le están recordando lo atractiva que soy, pero además le remarcan que se puede hablar conmigo de cualquier cosa, que soy una mujer muy inteligente y que además se nota que nos queremos, parece que en vez de cinco años casados estemos en plena luna de miel y yo disfruto del mejor hombre posible, todas mis amigas no dejan de repetir lo atento que es, siempre pendiente de mi y sobre todo cariñoso. Todo eso es cierto, pero muy pocas amistades saben que, cuando se trata de follar, soy su esclava, su puta, posiblemente una de las mujeres más putas del mundo y que él es mi dueño, me usa como un objeto sexual siempre que le apetece, me castiga y me prostituye cuando lo considera adecuado, además de tener las amantes que le da la gana y dejarlas humillarme siempre que quieren.

Lo único que siempre tuvimos claro y en lo que estuvimos de acuerdo era en el aspecto de mantener esta parte de nuestra vida lo más en secreto posible, algo que cada vez resultaba más complicado, especialmente cuando un par de sus amigos me habían descubierto trabajando en el burdel, mi marido se vio obligado a explicarles ciertas cosas, pedirles que no dijesen nada y que evitasen llevar a nadie al burdel los días que yo estuviese allí trabajando. Al principio intentaron usar lo que habían descubierto en su beneficio, pero mi marido les cortó en seco diciéndoles:

"

Os he tratado como amigos, os he explicado más de lo necesario sobre nuestra vida y pedido que seáis discretos por las buenas, pero estáis muy equivocados si os creéis que os podéis aprovechar de mi ó de mi mujer, si tan solo se os ocurre intentarlo os arruino la vida, sabéis que tengo el dinero y las amistades necesarias para ello.

Así que vosotros sabréis, seguimos por las buenas, incluso puede que alguna vez me apetezca prestaros a mi mujer, además, sabéis que días está en el burdel por si os apetece usarla, pero ni se os ocurra ir con nadie más ó si lo preferís podemos hacerlo por las malas y antes de que os deis cuenta estáis viviendo debajo de un puente, encerrados en la cárcel ó algo peor.

Una cosa más, no olvidéis que mi mujer es una señora y la trataréis siempre como tal, salvo en el burdel.

"

Joder, me asusté hasta yo, nunca le había visto hablar de esa manera y ellos parece ser que también se atemorizaron, pidieron perdón a mi marido, a mi también y se fueron asegurando que nunca dirían nada. Esto sucedió hace apenas tres meses y de momento no les he vuelto a ver, ni por el burdel ni tampoco hemos coincidido en ningún evento social, pero tengo curiosidad por ver como reaccionan cuando lo hagamos.

Por ahora, la última idea que tuvo mi marido para degradarme, mucho más de lo que ya me había dejado degradar, la hizo realidad el último fin de semana. El lunes me avisó que había preparado algo especial, se acercaba nuestro quinto aniversario de casados, quería celebrarlo con algo nuevo y llevar nuestro juego más lejos que nunca, siempre que yo estuviese dispuesta. No sabía muy bien a que se podía referir, pero le dije que de acuerdo, que aceptaría lo que hubiese preparado, me dio las gracias por confiar en él, me dijo que me quería cada día más y que el viernes me diría como prepararme. Después me hizo el amor como nunca, fue una de esas ocasiones en las que deja a un lado todo nuestro juego de sexo salvaje y se dedica a mi placer usando solo sus caricias y su boca, no son muchas veces las que lo hace, tan solo tres o cuatro veces al año y prefiero que sea así, me gusta demasiado el sexo salvaje, me gusta ser castigada, me gusta ser prostituida, me gusta ser humillada, pero cuando mi marido me hace el amor de esa manera, es mucho más que sexo y si me estaba haciendo ese regalo, estaba claro que había preparado algo realmente extremo. Durante toda la semana tuvimos un sexo muy light, sin castigos físicos y sin apenas tratarme con dureza, según me dijo tenía que estar lo menos "usada" posible.

El viernes se tomó la mañana libre, me dijo que fuese a darme un masaje y al volver vaciase mis intestinos a base de enemas, él tenía que terminar de gestionar algunas cosas para el fin de semana y volvería a la hora de la comida, pero me indicó que no comiese nada hasta que él volviese, por supuesto hice lo me indicó y cuando nos vimos a la hora de la comida, en la cual tan solo pude tomar un batido, me contó algunos detalles sobre lo que me esperaba.

Para empezar me dijo que a las siete de la tarde me entregaría en un chalet de las afueras y no volvería a por mi hasta el domingo al mediodía, se grabaría todo lo que sucediese allí y tenía que firmar el permiso para que pudiesen grabar, emitir y comercializar todo lo que sucediese desde que llegase allí hasta que me fuese, con la salvedad de que mi rostro nunca se vería, me alargó el documento y lo firmé. Mi marido se dio cuenta de que no estaba muy convencida y me tranquilizo diciéndome que no me preocupase, el primero que no quería que nadie me pudiese ver en ninguna grabación era él y lo tenía muy bien atado. Me aclaró que, según llegásemos allí, no debería decir ni una sola palabra hasta que me recogiese el domingo, pasase lo que pasase, asentí y me dijo que me vendría bien echarme una siesta, por suerte me pude dormir rápidamente y descansar un poco.

Algo

antes de las seis me despertó, me dijo que me duchase rápido, pero que no me maquilase, no era necesario, él me dejaría sobre la cama la ropa que tenía que llevar. Cundo salí de la ducha vi que encima de la cama tan solo había unas medias y unos zapatos de tacón, no sería la primera vez que me llevaba desnuda por la calle, pero nunca lo había hecho en nuestra ciudad. Me enfundé las medias, me calcé los zapatos y fui al salón ha buscar a mi marido. Le pregunté si tan solo era eso lo que debía llevar, me dijo que si, que no necesitaba más y que en el chalet me proporcionarían lo necesario. Me puso la capa que usaba las veces en que me hacía ir desnuda por la calle y bajamos al garaje a por el coche. Antes de subir al coche me hizo quitar la capa, arrancó el motor y me preguntó una vez más si estaba segura de lo que hacia, le respondí que si, que confiaba en él, en lo bien que me conocía y en que nunca me había arrepentido de cumplir sus ordenes, por extremas y degradantes que hubiesen sido, gracias a él había descubierto y liberado mi verdadera sexualidad. Sonrió, me dio un beso cargado de amor y salimos a la calle camino a ese chalet.

Mi marido evitó las zonas más transitadas, aún así muchas personas me vieron las tetas, no tardamos en llegar al chalet, no estaba en las afueras como me dijo si no en plena ciudad, en una zona donde todo eran casas con un par de plantas y jardín, aparcó en la calle, me hizo bajar del coche sin la capa y caminar delante de él varios metros, por suerte la calle estaba vacía, aunque pasaron al menos tres coches. Me indicó que llamase a un telefonillo de los que tienen cámara, abrieron la puerta, pasamos, atravesamos el jardín hasta la puerta de la casa y allí nos esperaba un hombre con aspecto de guarda de seguridad. Mi marido le saludó y preguntó por el Sr. White, le indicó a donde dirigirnos y cerró la puerta tras nosotros.

El aspecto de la vivienda era lujoso y moderno, estaba en penumbra y no vi a nadie salvo al hombre de la puerta, caminamos hasta el fondo del pasillo, pasamos a otra habitación, grande, estaba amueblada como si fuese un despacho-biblioteca, había un hombre algo mayor que mi marido tras la mesa de despacho al fondo de la sala revisando unos papeles sin reparar en nuestra llegada hasta que mi marido pidió permiso para pasar, levantó la cabeza, reconoció a mi marido ya que le saludó por su nombre, además lo hizo de manera muy cordial, como si tuviesen bastante amistad, le invitó a sentarse y a mi, de manera autoritaria y seca me ordeno ponerme de rodillas, con la cabeza pegada al suelo y bien abierta de piernas, orden que obedecí sin preguntar.

Estuvieron hablando un buen rato, le preguntó a mi marido si todo seguía como habían hablado y si había firmado el contrato, respondió que sin problemas, le dio el contrato y que yo tan solo sabía que no debía hablar salvo que me preguntasen directamente, que debería obedecer y que estaría allí hasta el domingo al mediodía. Al hombre le gustó que fuese así y a continuación le preguntó a mi marido por su plan para celebrar nuestro aniversario, el cual yo desconocía, le explicó que había quedado para pasar el fin de semana en un hotel de lujo, con jacuzzi y piscina en la habitación, con una chica de veinte años y su madre, había follado con ellas varias veces, pero era la primera vez que lo haría con las dos al tiempo y para ellas también sería la primera vez que follasen juntas, pero no descartaba que se pudiese unir alguna otra amante a la fiesta.

El hombre le felicitó por el plan, remarcando lo morboso que

le resultaba pensar en

follarse a una hija y a su madre al mismo tiempo, escuché como el hombre le decía si el pago era el acordado, mi marido dijo que todo estaba correcto y se despidieron, no sin antes confirmar que volvería a por mi el domingo al mediodía, el hombre me ordenó levantarme y despedirme de mi marido, obedecí, mi marido me besó metiéndome la lengua hasta lo más profundo de mi garganta y me dijo al oído:

"

El domingo habrás aprendido lo que siente siendo un simple agujero y no dejes de pensar en que yo estaré follando a otras mujeres a mi antojo

"

Ambos salieron de allí dejándome sola, permanecí sin moverme mientras les escuchaba charlar camino a la puerta, el hombre volvió al momento de escuchar como se cerraba la puerta, se sentó en un sillón, me observó y comenzó a hablarme.