La Esposa de un Deudor (2)

Para entender bien este relato, les recomiendo leer la primera parte https://www.todorelatos.com/relato/54614/ Esto lo publique hace ya varios años, y tenía ya escrita la segunda parte... Mi historia con Ximena, una mujer que de solo mirarla, enciende. Una Cleopatra moderna, con ansias de venganza..

Después de varios años, he retomado las ganas de publicar. Esta es la Segunda parte de un relato antiguo...

... De mi moderna Cleopatra. Ximena, una tremenda mujer, exótica, sensual.

Tal vez sea bueno que busquen el primero, para que se hagan la idea completa. Por favor lean este relato. Les gustará

Capítulo II

Al día siguiente eran como las once de la mañana, y yo estaba atendiendo en el negocio, cuando de repente entró Ricardo, venía como enojado. En ese momento yo pense lo peor, creí que nos podían haber pillado. Para colmo de la situación, me dijo que venía a hablar seriamente conmigo, en ese momento mi corazón latía a mil por hora. Luego se metió la mano por detrás de su chaqueta; ahí yo pense que iba a sacar una pistola y dispararme.

En eso saco un billete de $ 5.000 y me dijo riendo.

- ¿Pensaste que te iba a asaltar? Y se rió.

- No, la verdad es que pense que te ibas a suicidar en mi negocio dije riendo.

- ¿Pero por que estas tan pálido? Pregunto.

- Lo que pasa es que tengo un dolor de estomago muy fuerte, y me dan cada cierto rato aún más fuerte.

Tome su billete se lo cambie y le pregunte.

- ¿Vas a trabajar?

- No pedí el día libre, porque tengo que hacer unas diligencias, y en la tarde tengo que salir con Ximena al centro. Pero mañana trabajo desde las ocho de la mañana hasta las once de la noche.

En ese momento pense que mis planes para la tarde se habían arruinado, pero que al día siguiente se me arreglaba el panorama. Así que le pregunte.

- ¿Te contó Ximena que había ido a mi casa a ver las cortinas que me comió la perra?

- Sí. Algo me comento, que te las habían dejado muy feas. ¿Y se las vas a llevar para que te las arregle?

- Sí. Pero como hoy no van a estar, se las llevo mañana después que deje a los niños en el colegio.

Una vez pasado el susto, me preparé para el día siguiente, en que le llevaría las cortinas para que trabajara en ellas.

Aprovechando la hora de almuerzo, salí de compras al supermercado, para comprar algunos entremeses para el día siguiente.

Llegó por fin la ansiada mañana, a las siete y media ya estaba bañado, afeitado y vestido, así que me puse a sacar las cortinas, y las guarde en el auto junto con mis compras del supermercado, fui al negocio y saque una caja de helado de piña, y la junte con las otras cosas escondidas entre las cortinas.

Me fui en el auto, aunque vivimos a una cuadra de diferencia, llegue a su casa por suerte el pasaje estaba desierto. Toque el timbre, y salió Ximena, me dijo que estaba acostada, pero que se levantaba al instante, le dije que traía las cortinas, y me dijo que la puerta estaba abierta y que pasara.

Entre a su casa con todos mis bultos y me senté en el living.

En eso escucho que me dice que se daría una ducha y salía, para tomarnos un café, pues no había tomado desayuno aún.

Le pregunte si se iba a demorar mucho y me dijo que no mientras habría la llave de la ducha, vi que había dejado la puerta junta.

Me pare y fui hasta la puerta del baño, ella iba entrando a la tina, vi todo su hermoso cuerpo desnudo, lo que hizo que me llegara una tremenda erección inmediatamente, cuando cerro la cortina, yo entre y le pregunte si necesitaba que le jabonara la espalda, se sorprendió al verme, pero era demasiado tarde para taparse, pues yo junto con la pregunta, había corrido la cortina de baño.

Aproveche la confusión del momento y le tome la mano acercándola hacia mí con cuidado de no mojarme, le pase una mano por detrás de la cintura y la con la otra le tome suavemente la barbilla y le di tiernamente un beso en la boca.

Como Jimena aún estaba sorprendida tome el jabón y la empece a jabonar.

Primero su espalda y sus hombros, luego tomé el shampoo y le empece a lavar el pelo, masajeando su cuero cabelludo con las yemas de mis dedos, pasando a la parte trasera de su cabeza durante un rato, luego masajeé sus sienes, a esa altura Jimena estaba totalmente entregada; Tenía sus ojos cerrados, su cara demostraba que sentía placer, tal vez no erótico, pero sí físico.

- ¿Te gustó la sorpresa? Pregunte.

- Sí, bastante, pero un poco arriesgado.

- Y esto es sólo el comienzo, falta el desayuno.

- ¿Qué de interesante puede tener una taza de café?

- Creo que va a ser más que una sola taza de café, pero eso es parte de la sorpresa.

- Mientras te seguiré ayudando a jabonar.

Tomé la ducha de teléfono y empece a enjuagarle el pelo, sacando la espuma con mis dedos y el agua, luego le puse bálsamo y seguí masajeando un poco más su cabeza.

- ¿Te gusta?

- Sí.

- Te lo habían hecho antes.

- Sí, pero no con este grado de emoción.

- ¿Termino de jabonarte?

- Bueno, pero también quiero un beso.

Nos abrazamos y nos besamos, pero solo eso, había que dejar deseo para el desayuno.

Tome el jabón y empece a jabonar sus piernas, primero por delante, luego por atrás, mientras iba girando a Ximena, que parecía una niñita dejándose bañar. Luego me jabone las manos, haciendo abundante espuma y empece a jabonar lentamente las paredes interiores de sus piernas hasta llegar a esa delicia de su cuerpo que era su vulva, luego abrí suavemente sus labios, pasando mis dedos por la entra de su vagina y bajando por sus piernas. Después empece a jabonar su guatita y sus senos, Ximena solo gemía muy despacio, como para que yo no la oyera, o como si quisiera disfrutar sola e íntimamente ese momento.

Luego de esto le dejé correr el agua por todo su cuerpo para que quedara sin jabón y la envolví en una toalla. La tomé en mis brazos y la saque de la ducha y comencé a secarla muy despacio. Una vez seca la volví a tomar en brazos y la llevé al living, la senté en el sillón y le dije.

- Ahora viene el desayuno.

- ¿Qué vamos a desayunar?

- Yo, desayunare Ximenita, tú no sé, depende de ti.

Abrí una de las bolsas en que llevaba las cortinas y saqué una venda negra, con la que cubrí sus ojos, y atándola por detrás de su cabeza.

- ¿Qué me vas ha hacer? Pregunto Ximena.

- ¿Confías en mí? Respondí

Ella asintió con su cabeza.

Luego de esto desocupé la mesa del centro de su living, que era lo perfectamente grande y firme para aguantar nuestro peso, le saqué la toalla a Ximena y la puse sobre la mesa, luego de esto la senté en la orilla.

Saqué otras vendas y até sus tobillos a las patas de la mesa, me puse detrás de Ximena y la recosté completamente sobre la mesa.

Tomé sus muñecas y también las até a las patas de la mesa.

A Ximena se le puso la piel de gallina, sus pechos no caían fuerza de la gravedad, estaban duros, al igual que sus pezones, en sus labios había un leve tiritón, que era una mezcla de temor y deseo.

Luego de amarrarla me acerque suavemente a sus labios y los bese, suavemente, pasé mi lengua por sus dientes, después me encontré su lengua, era exquisita.

-          ¿Te gusta?

-          Mucho.

-          ¿Quieres más?

-          Sí, pero tengo temor.

-          Confía en mi.

Acerque mi bolsa, revise que todo estuviera OK. En ella había un litro de helado de piña, una botella de champaña, un frasco con salsa de chocolate, otra de frambuesa y uno de manjar, también tenía un poco de nueces y almendras molidas.

Me esperaba un gran desayuno.

Lo primero que hice fue echarle salsa de chocolate en sus piernas se la esparcí como si fuera crema, dejé caer un chorrito en los pliegues de sus labios vaginales, la mezcla del aroma a chocolate con el de su cuerpo recién bañado era intenso a los sentidos, yo ya estaba a mil, pero debía calmar al león que quería salir a comerse su presa desde el interior de mi pantalón.

Ximena, se empezó a estremecer, mientras mis manos amasaban la cara interior de sus muslos.

-          ¿Qué haces?

Silencio.

Seguía amasando sus piernas.

Luego tomé la salsa de manjar, y se la esparcí sobre su estomago, ella solo se dejaba hacer.

-          Ximena.

-          ¿Sí?

-          ¿Te gusta el helado?

-          Si.

-          ¿Cuál?

-          El de chocolate y el de piña.

Había acertado. Saque con mis manos un poco de helado y se lo esparcí en una gruesa capa sobre su pecho derecho, el frío de este, hizo que su pezón se pusiera aún más duro, le di un suave pellizco. Y repetí la fórmula en su pecho izquierdo.

Luego mas helado, esta vez en su cuello y en su cara.

Con un dedo, tome un poco de cada uno de los ingredientes que había puesto en su cuerpo y se lo pase por sus labios, al sentir esto, Ximena saco su lengua y la paso por sus labios. Este gesto, hizo que su excitación fuera evidente.

Luego que el plato estaba preparado era hora de servírselo. Mis labios empezaron a besar su rostro, luego su cuello sacando parte del helado un poco derretido, baje haciendo esto hasta sus pechos, saque todo el helado de estos, dejando solo el de sus pezones. Empecé a sacar el helado dando pequeñas succiones en sus pezones, luego fueron más intensas.

-          Ohhhhhh, Rodrigo. ¿Qué heces?

-          ¿Te gusta?

-          ¡Ahhhhh!, ¡ahhhhhh!

Fue su respuesta.

Termine el helado, me pare y me saque mi ropa, ahora ambos estábamos desnudos, me volví a agachar para seguir con mi desayuno, ahora relamía la salsa de manjar de su estomago, puse mi miembro cerca de su boca, se lo deje sentír en sus labios, al momento reacciono y paso su lengua por mi capullo. Baje un poco más y este entro en su boca. Sus labios aprisionaron mi pene y su lengua se apodero de mi glande, se sentía fenomenal; mientras mi lengua sacaba los restos de salsa de su ombligo. En el ambiente se respiraba erotismo.

Su mamada era fenomenal, pero el aguante era poco, así que salí de su boca y me fui a sus piernas y a la salsa de chocolate, empecé a lamer sus muslos suavemente.

Sus gemidos recomenzaron.

-          ¡Ahhhhhhhhhh!. ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!

-          ¡Hummmmmmmmmm!. Que rico se siente. Sigue, sigue.

-          ¡Ohhhhhhhh!, por favor sigue, sigue.

Yo mantenía el silencio, seguí lamiendo sus muslos. Primero el izquierdo, luego el derecho. En cada cambio, subía un poco más a su sexo, ya olía ese perfume a hembra en celo que emanaba de su entrepierna. Hasta que finalmente llegué a sus labios, la salsa estaba casi derretida con el calor de estos.

Tome sus labios vaginales, con mis labios, los succionaba a la vez que los tiraba, Ximena gemía cada vez mas fuerte, sus gemidos se transformaron en pequeños gritos; con mis manos separe sus labios, dejándolos tirantes, y ataque su clítoris, se lo lamía y mordía suavemente, su espalda se arqueaba, y ya comenzaba a dar gritos un poco más fuertes.

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!.

-          ¡Máááááááááás!. ¡Máááááááááás!

-          ¡Ohhhhhhhhhhhhhhhh!

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!

Estire mi mano, y saque la venda de sus ojos, su mirada me fulmino, en mi vida había visto unos ojos que mostraran tal grado de calentura, se mordía los labios para ahogar sus gritos.

Tome nuevamente la salsa de chocolate, y untaba de esta en su clítoris, y se la sacaba tironeando suavemente con mis labios.

-          ¡Ohhhhhhhhhhhhhhhh!

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!

Y volvía a poner salsa, y se repetía una y mil veces la operación. Sus gemidos y alaridos también.

-          ¡Ohhhhhhhhhhhhhhhh!

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!

Sus piernas apretaron tanto como las amarras de sus tobillos le permitían mi cuello, su espalda se arqueo más que nunca y su tronco se levanto.

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!

-          ¡Aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh!

Su cuerpo exploto a través de su vulva; mi cara, mi naríz, mis ojos y mi boca se llenaron de sus jugos post orgasmo.

Me miró con los mismos ojos excitados, embriagados de placer y lujuria  de hace un momento, y susurro.

-          Rodrigo, esta es la mejor experiencia que he tenido en mi vida.

-          Nunca, nunca antes me habían hecho sentir tal grado de placer.

La miré fijamente a esos ojos “cleopatrícos”, y le comenté.

-          Espero que no sea el último. Eres la mujer más exquisita que he probado en mi vida.

Naturalmente, yo mentía. Hay una a la que nunca podrán superar.

Desaté sus tobillos, me pare y desaté sus muñecas. Ximena se sentó dejando sus piernas chorreantes de su recién vivida experiencia, me arrodille entre sus piernas, y nos besamos apasionadamente. Su cuerpo aún pegajoso, se pegaba aún más al mío. Nuestras bocas se fusionaban en cada beso, nuestras lenguas parecían agrandarse cada vez que se trenzaban.

Mientras mi erección seguía intacta, mis testículos dolían de tanta presión. No aguantaba más, me levante y puse mi falo entre sus senos, tome sus manos y junto con las mías comencé una rusa, Ximena bajo su cabeza y con los labios tomaba y soltaba mi glande, puso uno de sus dedos detrás de mi bolsa escrotal, cerca del orificio del ano, presionaba firmemente para retrasar mi explosión, saco mi pene de sus senos y lo llevo directo a su boca, chupaba como una Diosa. Ahora los gemidos eran míos.

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!

Y soltaba.

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!

Y succionaba.

-          ¡Ohhhhhhhhhhhhhh!

Y comenzó a chupar uno de mis testículos, luego el otro, mientras su dedo seguía presionando.

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! Ximena, Ximenita, eres una Diosa. ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!

-          Déjame acabar, por favor te lo suplico.

Ximena saco su dedo, tomo con sus dos manos mis nalgas y empujaba, y sacaba. Su lengua parecía envolver mi capullo. No aguantaba, con mis manos, tome su cabeza, y era yo quién ahora tenía el control, mete y saca, mete y saca, cada vez más rápido.

-          ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! Ximena, ¡Voy a acabar, voy a acabar¡¡

-          Ahhhhhhhhhhhhhh!

-          ¡Acaba en mi boca, quiero beberte entero!

Apretó mis nalgas contra su cuerpo y su boca se lleno de mi semen, mientras Ximena seguía chupando todo mi pene, hasta sacar la última gota.

Luego formo un anillo sobre la base de mi pene con sus dedos índice y pulgar apretando y subiendo, sacando las últimas gotas de semen. Hizo esto tres veces, mientras me miraba con sus ojos de mujer ardiente.

Tal vez esa mirada, o tal vez el deseo que sentía por ella, hizo que mi pene, no bajara como es costumbre; sino que, al contrario, permanecía firme y duro.

Ximena lo besaba y me miraba.

-          Hay Rodrigo, que rico fue.

-          Me encanto.

-          ¿Fue? – le dije- este desayuno aún no termina.

Puso una cara de alegría, como si fuera a recibir un regalo muy esperado. Nos besamos nuevamente, y nos tiramos en la alfombra.

Estuvimos ahí un rato, acariciándonos y besándonos.

Saqué de mi bolsa mágica, una botella de champaña y le propuse un brindis por nosotros. Aunque era temprano, yo iba preparado para no marearme tanto.

Ximena se iba a levantar por copas, y yo le dije

-          ¿Dónde vas?

-          Por un par de copas.

-          No es necesario.

-          No me gusta tomar de la botella, comento Ximena.

-          No beberemos de la botella, tiéndete en el suelo, y hunde bien tu estomago.

Ximena obedeció como si estuviera poseída. Apoye la botella en su cuello, quedando el gollete entre sus pechos, me tendí perpendicular a su cuerpo, y suavemente levante la botella; un río de liquido color miel y burbujas bajo por su cuerpo hasta llegar y formar un pequeño lago en su ombligo y su contorno, dejando en su camino una piel totalmente erizada.

La mire a los ojos y brinde por ella, bebiendo aquel líquido burbujeante y dulce. Después que bebí, fue el turno de Ximena. Ahora ero yo quien tenía el lago de champaña en mi estomago, y era ella quién brindaba a mi salud.

Al terminar de beber, Ximena me dijo.

-          Rodrigo, ponte de rodillas y apoya tu barbilla en la alfombra.

-          ¿Qué quieres?

-          ¡Shhhit! Calla y obedece. Ahora la locura será mía.

Le hice caso, Ximena se puso de la misma forma, pero detrás de mí, apoyo la punta de la botella en el hueso del cóccix, y vertió un poco de champaña, la que recorrió el canal de mi trasero, Ximena puso su otra mano entre mis glúteos, y bebió del liquido, entre pasada y pasada de lengua, esta pasaba por mi ano. La sensación de las burbujas y su lengua, me estremecía completo.

Ximena saco su mano, y empezó a verter menos liquido, este pasaba de largo y Ximena lo esperaba al final de mis testículos, y pasaba su lengua por ellos, pasando por mi ano y llegando hasta la boca de la botella para beber directa de esta.

Me gusto tanto esto, que decidí hacerlo yo en Ximena. Me levante, le quite la botella, Ximena quiso reclamar. La besé suavemente y me puse detrás de ella.  Derramé un poco de champaña por su cola, y puse mi mano para formar un dique entre su ano y su vagina, al igual que ella hizo conmigo, bebí el néctar de uva con gas en su colita. Lamí su ano, puse uno de mis dedos en la entrada y jugueteé con su esfínter. Ximena empezó con sus gemidos nuevamente. Saqué mi mano rompiendo el dique que había formado y con dos dedos abrí sus labios, el néctar burbujeante empezó a correr por su vagina, y mi lengua lo recibía a la altura de su clítoris.

Si le gustaba o le ardía un poco, no lo sé, sus gemidos y jadeos a mi me sonaban a una buena calentura. Mis lamidas ahora eran más largas empezaba jugueteando con su clítoris y terminaba tratando de meter mi lengua en el interior de su ano.

-          ¡Oooohhhhhhhh!. ¡Que riiiiiiiiiiico!

-          ¡Oooohhhhhhhhhhhhh Rodrigo, sigue, sigue!

-          Me tienes tan caliente, déjame probar tu palo.

-          ¡Métemelo, métemelo, mételo por favor! Ahora. ¡Entra entero!

Apoyé a Ximena sobre la mesa, y a lo perrito me puse por su cola. Frotaba suavemente mi pene por el canal vaginal, Ximena movía su cuerpo, buscando mi pájaro para meterlo en su jaulita de placer.

Tome la botella con salsa de manjar, y desde la altura deje caer un gran chorro, este caía al comenzar su cola y bajaba por ella, pasando por su ano y llegando a su vagina, pase mi palo por todos los lugares donde tenía la salsa, de principio a fin, varias veces.

-          ¡Oooohhhhhhhh!. ¡Que riiiiiiiiiiico! ¡Rodrigo, sigue, sigue!, mételo, por favor entra.

-          ¡Aghhhhhhhhhhhhhhhh!

Había entrado sin preámbulo hasta el fondo de su vagina, tomando con una mano el final de su espalda, y con la otra su cabello, que al tirarlo hizo que levantara su cabeza, comencé un frenético mete y saca. Podía ver la cara de Ximena, con sus ojos cerrados, mordiéndose los labios, se movía empujando hacia atrás, como buscando que mi palo la perforara aún más profundamente. Sus movimientos de contracción, hacían que sus labios succionaran mi pene, podía sentir el calor quemante de sus paredes vaginales. La sensación de calentura que sentíamos los dos era casi inexplicables.

-          ¡Oooohhhhhhhh!. ¡Que riiiiiiiiiiico!

-          ¡Uffffffffffff! ¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyy!

-          ¡Papito más fuerte, métemelo más fuerte!

-          ¡Me voy, me voy, me voy riiiiiiiiiico!

Seguí empujando más, Ximena empezó a gimotear, de sus ojos corrían lagrimas, yo nunca antes había visto llorar a una mujer de placer, eso hizo que mi calentura aumentara, mientras mi pájaro seguía al interior de su jaula, me apreste a terminar, pero no quería hacerlo en el interior de su vagina.

Con mi dedo medio, empecé a jugar en el exterior de su ano, la salsa de manjar, daba la impresión de otra cosa, entro la punta de mi dedo, y Ximena me pidió que no.

-          Rodrigo, nunca lo he hecho por ahí.

-          Ximenita, en esta vida hay que probar de todo, sonreí y metí más mi dedo, a la vez que hacía círculos con el al interior de su ano.

Ximena dio un respingo y mi dedo entro entero. Saque mi pene y mi dedo de una vez. Puse la punta de mi capullo en su ano, y entre la cabeza de un viaje.

  • ¡Aghhhhhhhhhh! Me duele mucho, no sigas por favor.

Me quedé quieto, y estiré mis manos, tomando sus pechos; tomé sus pezones y jugué un rato con ellos, que estaban muy duros.

Ximena se calmó. Empuje suavemente hasta entrar la mitad de mi palo, Ximena se quejaba despacito.

-          Ximena, tócate.

-          ¿Qué?

-          Tócate, mastúrbate para mí.

Ximena, llevo su mano izquierda hacia su vulva, mientras con la otra se afirmaba fuertemente del borde de la mesa.

-          Tócate con fuerza, métete un dedo.

-          ¿Así?

Me miro con cara de caliente mientras se metía un dedo en su conchita.

-          Ahora otro.

Se metió dos dedos, luego un tercero. Sus gemidos comenzaron nuevamente. Mientras yo metía y sacaba mi palo en su ano, entrando cada vez más adentro, sentía como mi glande iba abriendo nuevos caminos de placer, eche más salsa, ahora en lo que faltaba de pene por entrar, tome firmemente sus caderas con mis dos manos, levante un poco mi cuerpo…

… Ximena presintiendo lo que se venía, saco sus dedos de su conchita, afirmándose con ambas manos del borde de la mesa, y de un solo empujón, llegue hasta el fondo.

-          ¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!

El placer que sentí, debe haber sido proporcional al dolor de Ximena, le habían roto su culito.

Nos quedamos inmóviles un momento, luego del dolor, tenía obligatoriamente que venir el placer.

Ximena, volvió a tocarse, y yo volví a la carga, un mete y saca más suave esta vez. Ximena empezó nuevamente a gemir y el ritmo y la velocidad subió considerablemente. Ximena seguía tocándose, y estábamos los dos gozando como condenados al infierno en su último día en la tierra. La mezcla de gemidos, gruñidos, y otros ruidos raros, hacía parecer una locura digna de Fellini.

-          ¡Grrrrrrrrrrrrrrrr ¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyy!

-          ¡Ayayayaicito, ayayayaicito! Gritaba Ximena.

-          ¡Ufffffffffffffff! ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

-          ¡Riiiiiiiiiiica,  mi’jita, riiiiiiiiica!

-          ¡Duele, duele, pero es rico! Dale, dale, ¡dale!

Yo sentía que me venía, acelere mis bombeos, hasta que mi pene no aguanto más, explotando en un gran y único chorro de semen.

Me tendí sobre la espalda de Ximena, y bese su espalda, me agache y pase mi lengua también, su piel estaba salada, producto del sudor.

Saque suavemente mi pene aún duro, pero no tanto como al principio. Salió una mezcla de salsa de manjar con semen. La mezcla de colores era extraña, como relleno de torta. Me senté al lado de Ximena que se encontraba aún de rodillas al costado de la mesa. Ella se giró, y se sentó a mi lado, la abracé y le di un beso con toda mi fuerza, nuestras lenguas, se trenzaron nuevamente, Ximena estiro la mano hasta llegar a la caja con helado de piña, ya medio derretido, saco todo el helado que cabía en su mano, y lo depositó en la punta de mi pene.

Se agacho y empezó a lamer el helado.

-          Me encanta tomar helado en barquillo.

-          ¡ ¡ ¡ Huuuuuummmmmmmm! ¡ ¡

-          ¡ ¡ ¡ Qué rico, esta muy rico! ¡ ¡

Que sensación más agradable, su lengua pasaba por todo mi pene, desde la punta a la base, y volvía.

Y así, entre salsas, helado, pasamos una mañana de sexo desenfrenado, hasta que…..

Lo que sucedió después ,es para otro relato que muy luego publicaré