La esposa de un deudor (1)
Mi historia con Ximena, una mujer que de solo mirarla, enciende. Una Cleopatra moderna, con ansias de venganza.
LA ESPOSA DE UN DEUDOR.
Capítulo I
Cuando comencé con mi negocio, mi política era no fiar a nadie, pero había un señor un poco mayor que yo, que iba a comprar todos los días de vuelta de su trabajo, en un principio, nos saludábamos formalmente, luego con el tiempo empezamos a conversar, y se dio la casualidad que él trabaja en lo mismo, pero en otro sector y como empleado.
Un día me comento que había renunciado, pues lo trataban muy mal, así que me dijo si yo podía fiarle algunas cosas mientras encontraba trabajo; como ya habíamos comenzado una pequeña amistad, no tuve cara para decirle que no, pero si le advertí que no podía ser mucho. Llegamos a ese acuerdo y me dijo que lo más probable era que su esposa Ximena pasaría a pedir algo a su cuenta y que él me lo pagaría a fin de mes.
Cierto día, entro en el negocio una clienta, que a mí me gustaba mucho, pues a parte de ser bonita, tenía unos ojos café almendrados preciosos, se pintaba muy poco pero era lo justo y preciso, pues se delineaba los ojos dándoles una forma almendrada aún más notoria, además tenía unos labios gruesos y firmes que rodeaban una boca de tamaño medio, y que guardaban unos dientes blancos muy bien cuidados. Usaba el cabello en forma de melena, con las puntas orientadas hacia el interior de su cara que casi tocaban la comisura de esos hermosos labios.
Para abajo, el resto de su cuerpo se notaba firme dentro de las blusas y los jeans que usaba, media aproximadamente 1.65 mt, y yo calculo que sus medidas deben haber sido 100 - 70 - 100 es decir casi perfecta para mi gusto; un día con un poco de sol, yo la había visto con una mini falda y chalas, así que pude terminar de hacerme una idea del resto de su cuerpo, tenía unas piernas muy bien cuidadas ni gruesas ni delgadas unos muslos que hacían juego con lo torneado de sus piernas, y unos pies muy bien cuidados con uñas bonitas, pero sin pintar.
Sus extremidades superiores también eran de acuerdo al resto de su cuerpo, pues tenia unos brazos no gruesos pero firmes, se cuidaba muy bien las manos y usaba las uñas solo con brillo y siempre muy limpias.
En resumen, Ximena era una mujer de aproximadamente 35 años, estupenda, y que se notaba que a pesar de tener dificultades económicas, se las arreglaba para poder preocuparse de la producción de su cuerpo. Y era la esposa de Ricardo mi amigo cesante.
Con Ximena siempre conversábamos cuando iba al local, cosas triviales, como el colegio de su hija mayor o las travesuras de su niña pequeña, lo que a mí me impresionaba de estas conversaciones, era el brillo de sus ojos cuando me miraba.
Un día tratando de encontrar la manera de abordarla, le pregunte que aparte de ser dueña de casa que más hacía, ella me contesta con cierto dejo de malicia que las labores de toda mujer y que además cocía cortinas y hacia reparaciones en general.
Ese fue el argumento para abordarla un poco más, y le comente que mi perra se había comido cierta parte de las cortinas del living de mi casa, y le pregunte si le interesaba verlas para saber si se podían reparar. Ella se intereso y me pregunto que cuando podía verlas; Yo hice uso de toda las probabilidades posibles para estar sólo en mi casa y le dije que fuera dos días más tarde, pero como a las cuatro de la tarde. Así yo tendría tiempo para deshacerme de mi nana y estar sólo aprovechando que mis hijos estaban en le colegio y mi esposa trabajando.
Llegado el día, le dije a mi nana que después de almuerzo no la necesitaría, así que aprovechara de irse temprano. Mi nana termino sus cosas y se fue como a las 15:30 horas. Mientras, como hacía frío, yo prepare café, pero solo una taza para mí y la deje en la mesa y me puse a leer el diario y puse una película en el vídeo, un poco subida de tono en lo erótico, pero no porno la deje como a diez minutos de la parte más interesante y me puse a esperar, cuando sonó el timbre, eran en punto las 4 de la tarde, me pare en la puerta de entrada y pregunte quien era.
Soy Ximena, que vengo a ver tus cortinas.
Espera un momento, le dije, y puse un poco más de agua caliente en mi taza de café y eche a andar el vídeo, luego fui y le abrí la puerta.
Nos saludamos con un beso en la mejilla y pasamos a mi casa; Ximena venia vestida con un abrigo largo de lana, lo traía cerrado con sus brazos, note que bajo el abrigo traía puesta unos jeans de mezclilla y un suéter de lana muy ajustado y con el cuello hasta arriba, se veía sensacional; le mostré donde estaban las cortinas mordidas, las miro un poco y me dijo que eran fáciles de reparar, a todo esto yo tome mi taza de café, bebí un sorbo y le dije que tenía tanto frío que me había preparado un café.
Ella me comento que también tenía frío y que afuera estaba muy helado, le ofrecí un café y Ximena acepto, le dije que tomara asiento en el living, la acomode en un sillón que le diera frente a la tele, y me fui a la cocina a prepararle el café.
Me demore un poco a propósito, para que viera la película. Luego me asome disimuladamente y vi que se había interesado en la película, así que salí con un tazón de café, un plato con galletas y el azucarero, le pregunte que cuanto azúcar le echaba, ella me contesto que para ese tazón unas cuatro cucharadas, entonces me sonreí y le dije.
Eres una mujer muy dulce.
Y Ximena contesto que así era ella y se sonrío.
Le entregue el tazón con el azúcar ya revuelta y me senté enfrente de ella, pero también viendo la película. Le ofrecí un cigarro y nos pusimos a fumar, a tomar café y a conversar sobre las cortinas.
De repente ella me pregunta.
¿Qué estás viendo?
Una película que me presto un amigo, para pasar un poco el rato. Es de una mujer que le pone los cuernos a su marido, en venganza porque él la había engañado.
A lo que Ximena pregunto.
¿Te identifica la película? Y sonrió.
Creo que no, fue mi respuesta.
¿Y a ti?
La verdad que un poco, pero yo aún no me desquito.
¿Te han faltado ganas u oportunidades de hacerlo?
Ni lo uno, ni lo otro, solo que no he encontrado mi tipo. Y volvió a sonreír.
Pero cuéntame. ¿Qué fue lo que paso?
Es que en tu caso sería gracioso que te lo contara.
Por favor cuéntame, insistí
Mientras la película estaba en su mejor momento, pues la pareja hacía el amor desenfrenadamente, ambos gemían y gozaban, sus cuerpos se notaban húmedos por lo frenético de su acción.
Note que Ximena se puso un poco colorada, no sabía si era por vergüenza o por otra cosa, pero cruzo sus piernas muy disimuladamente y las movía como sobando sus muslos, sin dejar de mirar la televisión.
Si té molesta la película, apago el televisor, comente.
No te preocupes, no es nada de otro mundo, yo antes también las veía.
Y sus ojos brillaron con su comentario.
Volví a insistir en que me contara que había sucedido con Ricardo. Y finalmente ella me comento.
Lo que pasa es que una vez lo pille con otra mujer besándose, en mi propia casa. Y lo más cómico de esto, es que era la esposa del dueño anterior de tu negocio, y se sonrió pícaramente, mientras tomaba un sorbo de café.
¡No te puedo creer!
En serio, lo pille con la esposa del antiguo dueño. Ella se hizo mi amiga, y en una fiesta que hicimos en mi casa, se le paso un poco de trago, y para que no se fuera sola, por lo tarde que era, Ricardo me dijo que me acostara, pues yo estaba muy cansada y no tenía costumbre de trasnochar, y que el conversaría un rato con ella, mientras venía su esposo a buscarla. Así que me acosté, pero deje la puerta del dormitorio abierta, pues algo raro presentía. Pasaron como 15 minutos y Ricardo debe haber pensado que yo dormía, pero me levante con mis zapatillas de noche y me asome con mucho cuidado al pasillo, desde ahí yo veía el sofá, y cual sería mi sorpresa cuando vi a Ricardo que se estaba besando con esa mujer, mientras que con su mano le tocaba entre las piernas, ella tenía la falda subida hasta casi la cintura y el parecía un loco con su mano entre sus piernas. En eso ella se retiro un poco y con su mano le bajo el cierre del pantalón, le saco su miembro y agacho su cabeza hasta tocar con sus labios la punta de su pene, en ese momento yo no sabía que era más fuerte, si mi excitación o la rabia de ver a Ricardo engañándome con esa picante en mi propio living. En ese momento ella empezó a pasarle la lengua por su miembro, como si se tratara de comer un helado barquillo, luego empezó a subir y bajar con toda su boca, Ricardo no tiene un pene muy chico, y ella se lo comía todo. En ese momento mi ira le gano a mi excitación y voyerismo y salí al living y los encare, Ricardo se puso de todos colores y se paro bruscamente subiéndose el cierre de su pantalón, note un gesto de dolor en su rostro, parece que se engancho la punta del pene con el cierre del pantalón. Aproveche el momento y me abalance sobre la picante de su amiga y la agarre del pelo, fue tanta mi fuerza, que al primer tirón cayo al suelo y ahí mismo la revolqué hasta que se me soltó y yo quede con un mechón de su pelo en mis manos, luego me tire sobre Ricardo y lo rasguñe en la cara; a esa altura no recuerdo lo que les gritaba como una enajenada mental. Ricardo me tomo por las muñecas y me pidió que parara. Y el muy cínico decía que no había pasado nada, que fue por las copas demás, etc. Se deshizo en disculpas mientras la tipa arrancaba solapadamente de mi casa.
Esta gracia le costo casi un año de dormir separados. Luego de mucho rogarme lo deje que volviera a dormir conmigo, por lo que digieran las niñas; pasó mucho más tiempo para que volviéramos a tener sexo nuevamente, pero perdió todos sus privilegios sexuales, ya no hay juegos ni nada extra. La situación quedó atrás, pero al menos por mi parte no ha sido olvidada. Lo único que lamento es que fueron tantas mis maldiciones hacia esa mujer, que al poco tiempo se le quemo el negocio a su esposo; el pobre aparte de cornudo perdió todo su capital y se fueron del barrio. Pero la picante esa no se la llevó gratis, pues al día siguiente le conté a su marido lo ocurrido, este en el mismo local le dio una golpiza, que según cuentan las vecinas, ella nunca olvidara.
A todo esto yo le pregunte nuevamente si se había desquitado de aquella infidelidad, y Ximena me comento que aún no.
Yo con un poco de maldad, pero en tono de gracia, le comente
Como sería si le devolvieras la mano de la misma forma, con el nuevo dueño del negocio de la esquina.
Ximena, me miro a los ojos, primero fue una mirada de enojo, luego se rió y dijo que jamás lo había pensado. Pero que no sabía, ya su mirada fue muy picara, yo aproveche el momento y le dije.
Sólo para que te desquites, yo estaría dispuesto a ayudarte, pues creo que a una belleza como tu, no se le debe engañar ni con el pensamiento. Siempre y cuando tu no te sientas ofendida.
Y así tu ganarías una clienta más en tu lista de conquistas ¿verdad? Me dijo media molesta.
Mira, en realidad no tengo ninguna lista de clientas conquistadas, y no me interesa tenerla. Y disculpa si te ofendí, le dije un poco avergonzado.
Ximena me miro fríamente a los ojos y me pregunto.
¿Y entonces por que lo harías?
¿Quieres la verdad? Respondiendo a su pregunta con otra.
Sí, me gustaría saber la verdad, me contesto en tono desafiante.
La verdad, es que te encuentro una mujer encantadora, una dama y me atraes mucho. Espero no haberte molestado con mis comentarios, pero en verdad me gustas mucho, desde la primera vez que te vi, me quede enganchado contigo.
Bueno, si es por todos esos motivos, te perdono lo osado, comento Ximena, ahora sonriéndose.
A esa altura de la conversación, la película ya había terminado y mis planes se habían hecho agua. Había jugado mal mis cartas.
Ximena bebió el último trago de café y se levanto diciendo.
Ya es tarde y debo irme, además me imagino que tienes que abrir tu negocio.
No te preocupes por la hora, pues hoy me he tomado la tarde libre, así que si quieres tomamos otro café.
En realidad no puedo, Ricardo debe llegar luego y debo prepararle algo de comer.
Bueno, si tienes que irte, lo debes hacer, pero lo siento mucho. Comente poniendo cara de tristeza.
Ella me miro a los ojos y se sonrió y me pregunto que cuando haría la reparación de las cortinas, y también me pregunto.
¿O era un truco para traerme a tu casa y estuviéramos a solas?
En realidad, las dos cosas, hazme un presupuesto por el arreglo y lo conversamos. ¿Te parece?
Abrí la puerta para que Ximena saliera.
En ese momento me fui a despedir, le pase una mano por su espalda, a la altura de la cintura y con la otra le tome su mejilla para darle un beso de despedida. Al besarle su mejilla, nuestras comisuras de los labios se juntaron, fue un beso mas o menos largo, como Ximena no se molesto, me aparte un par de centímetros de su rostro, sin soltar mis manos de donde las tenía, cerré mis ojos y la bese en los labios, ella se resistió un poco, pero luego se entrego a un gran beso, nos besamos apasionadamente, nuestras lenguas aprecian trenzarse en medio de ese beso, en ese momento cerré nuevamente la puerta, y la apoye contra la muralla, mientras seguíamos besándonos, ella también me abrazo, pasando sus manos sobre mis hombros y acariciándome el cabello. Nuestros cuerpos se empezaron a juntar con fuerza, yo sentía como sus hermosos senos se apretaban contra mi pecho, mientras nuestras cinturas se apretaban como si estuvieran siendo comprimidas por una fuerza externa, ella sintió la fuerza de mis genitales en su bajo vientre, en ese momento, pase mis manos por dentro de su abrigo y su suéter de lana, estaba tocando la piel que tanto deseaba, luego saque una de mis manos de su espalda, y la tome en brazos y la conduje hasta el sofá; ahí nos seguimos besando, con más pasión aún, en ese momento yo deslice suavemente una de mis manos por debajo de su suéter, pasando por encima de su sostén, llegue al tirante de este y lo baje, luego suavemente toque uno de sus senos, su piel era suave, su pecho era firme, empece a jugar suavemente con su pezón, en ese momento Ximena empezó a estremecerse, mis besos bajaron hasta su cuello, mi lengua jugaba con el lóbulo de su oreja, levante su suéter dejando al aire sus pechos, en un hábil movimiento desabroche su sostén, ahora sus pechos estaban al aire, y libre de ataduras, sus pechos no cayeron producto de la gravedad, eran firmes, redondos, con una aureola color miel, al igual que sus pezones. Primero fueron mis labios, luego mi lengua la que disfrutaba de aquellos manjares, a esa altura Ximena solo sentía placer, echó su cabeza hacia atrás, indicando con ese gesto que estaba completamente entregada a la pasión.
Luego de regocijarme con sus pechos, mi lengua bajo por su vientre, hasta detenerse en un hermoso ombligo. Aproveche el momento y desabroche el botón de sus jeans y baje su cierre. Lo primero que vi fue su tanga, era negra y de encaje, lo que dejaba traslucir su pubis, perfectamente depilado a la altura de los pliegues de su tanga, mientras mi boca volvía a la suya, mi mano se adentro en sus ajustados jeans, la textura de su tanga se mezclaba con sus bellos púbicos que salían entre el encaje de su tela, mi mano en ese momento llego a su entre pierna, la pieza central de su tanga estaba húmeda, a los primeros contactos de mis dedos, ella se estremeció un poco más violentamente, echo su cuerpo hacia atrás, apoyándose sobre el brazo del sofá, abrió sus brazos, parecía una Cleopatra moderna, con sus ojos delineados, sus uñas de color guinda, su corte de pelo, sólo le faltaba su corona.
Mientras yo la seguía tocando, levanto un poco su cuerpo, yo aproveche de bajar sus jeans hasta sus rodillas, luego le saque sus botines y unos calcetines cortos, tenía unos pies hermosos, con los dedos de sus uñas pintadas de color guinda al igual que el de sus manos, mientras con una mano tocaba su entrepierna, con la otra termine de sacarle sus jeans, al terminar de sacarlos, un exquisito aroma a perfume inundo mi cara, me acerque nuevamente a su cara, le di un gran beso, nuestras lenguas nuevamente se entrelazaron, era como una guerra de fuerzas, para ver cual de los dos movía más la lengua contraria, luego me separe un poco y baje lentamente hasta sus pechos, besando, lamiendo, succionando sus pezones que a esas altura eran duros como una pequeña uva. Hice un camino húmedo con mi lengua desde el centro de sus pechos hasta su ombligo, seguí por sus caderas hasta sus muslos, mientras nos mirábamos en silencio, Ximena tenía unos ojos de deseo impresionante, luego baje con mi lengua hasta la parte interior de sus muslos, mientras que con mi dedo índice, pase suavemente por sobre su tanga, otro estremecimiento, tome unas de sus piernas y se la acaricie desde el inicio de sus muslos hasta la punta de sus pies; no pude resistirme a la belleza de sus pies y se los empece a besar suavemente, mientras nos seguíamos mirando, como preguntando con mi vista si seguía, ella con la suya respondía que siguiera...
...Empece a besar uno a un los dedos de sus pies, luego, también uno a uno cada vez, los fui lamiendo, creo que para ella fue muy excitante, pues se empezó a tocar su vulva suavemente y empezó a gemir, luego hice exactamente lo mismo en su otro pie, uno a uno fui lamiendo y besando sus dedos, luego su empeine, sus tobillos, para subir por sus pantorrillas hasta sus muslos, me detuve un momento en sus muslos, se los besaba y lamía alternadamente, un rato una pierna, luego la otra, Ximena estaba loca de excitación, en un momento no aguanto más, me tomo del cabello, y empujo mi cara hasta su entre pierna, yo comencé a lamer sus vulva por encima de su tanga, Mientras ella apretaba cada vez mas mi rostro a su entrepierna, en un momento gimió y me apretó con sus piernas rodeadas a mi cuello, en ese momento, yo solo pensaba en hacer que ella gozara, pero tampoco me volví un loco, mi trabajo tenía que ser el de un joyero fino, mi lengua se metía por los pliegues de su tanga, apenas rozando sus labios húmedos. En ese momento Ximena me pidió que siguiera pero con más fuerza, yo no quería que siguiera sufriendo, la tome por sus nalgas, ella levanto su espalda un poco del sofá y estiro sus piernas, en ese momento yo le tire un poco su tanga, para poder sacarla; dejaría su sexo en libertad, Ximena soltó sus muslos de mi cuello, y termine de liberarla de su tanga. E n ese momento quedo a mi vista todo su sexo, sus labios, su vulva, su clítoris que era como un pequeño maní, se notaba duro. La entrada a su vagina, estaba llena de fluidos medios lechosos, en ese momento me apreste al ataque final, mi lengua se transformo en un pequeño estilete que daba pasadas por sus labios, su clítoris y entraba en su vagina, mientras con mis manos en sus caderas la suspendía un poco en le aire haciendo un trabajo de vaivén, ella volvió a cruzar sus piernas en mi cuello apretándome contra su vulva, yo le lamía por todas partes y me retiraba, mientras ella se aferraba con sus manos al sofá, para hacer fuerza, sus uñas parecían enterrarse en el brazo y el respaldo del sofá, en un momento me dijo.
Por favor, no me hagas sufrir más y hazme completamente tuya, quiero sentirte entero.
Yo la mire, mientras besaba su estomago y le hice caso. Baje mi boca nuevamente hasta su entrepierna y empece nuevamente con mi juego de placer, pero esta vez, era el ataque definitivo, comencé por tomar sus labios inferiores con mis labios, se los tiraba, se los mordía suavemente, cada movimiento mío provocaba en Ximena espasmos y gemidos, mi lengua pasaba por su vagina acompasadamente, primero desde atrás hacia delante, para luego devolverse hasta el punto de partida. En uno de esos ir y venir, la levante un poco más con mis manos, a la vez que abría un poco sus nalgas y mi lengua llegó hasta su ano, su reacción no se dejo esperar, me miró con cara de pregunta, yo aproveche su vacilación y volví a pasar mi lengua desde el ano hasta su vagina, volvió a estremecerse; la corrí un poco más adelante en el sofá, dejándola apoyada sobre su espalda, era el comienzo del epilogo.
Mi lengua entró con fuerza en su vagina, atrapando con mis labios su clítoris, aprovechando la humedad de sus fluidos que corría hacia abajo, moje un poco mis dedos y empece a pasarlos por la entrada de su ano, metí mi dedo pulgar dentro de su vagina, mientras mi lengua seguía con más fuerza tratando de acompañar a mi dedo, en ese momento, mi dedo índice, empezó a jugar en el exterior de su ano, que ya se encontraba un poco dilatado, luego de un solo empujón introduje mi dedo índice en su ano, yo sentía como mis dedos se juntaban en el interior, uno por cada lado, Ximena quiso zafarse, pero esta vez fui yo quien me apreté a su entrepierna, mi lengua era una máquina que estaba fuera de control, Ximena empezó a dar bruscos movimientos pelvianos, que a ratos me era difícil respirar, sus caderas subía y bajaban acompasadamente, pero a una velocidad increíble, en ese momento sus caderas y todo su cuerpo quedo arriba y tenso, fue el momento en que con más fuerzas apretó sus muslos a mi cuello, junto con un fuerte y gran gemido, salieron todos sus líquidos que llenaron toda mi boca, el exterior de mi nariz y mis mejillas, yo bebí sus jugos como si hubieran sido el mejor de los néctar de los dioses, Ximena soltó toda la tensión de su cuerpo, fue como si se hubiera desmayado, sus piernas cayeron pesadamente hasta tocar el suelo, yo aproveche de retirar mis dedos de su interior, y me acurruque en su vientre, La mire a sus ojos y con una voz ingenua, casi infantil le pregunte que le había parecido.
Ximena me contesto.
Hace años que no disfrutaba de esta manera, valió la pena venir a ver tus cortinas y se sonrío pícaramente.
Aproveche de sentarme a su lado y la bese tiernamente en los labios, sus propios jugos quedaron en sus mejillas, seguí besándola apasionadamente, tome una de sus manos y la puse sobre mi pene. Estaba duro como un fierro, ella lo masajeo un par de veces, luego se abalanzo sobre mí, dándome un gran beso. Su lengua llegó muy al fondo de mi boca, luego tomo mis brazos dejándolos en la misma postura en que se encontraba ella un par de minutos atrás. Me miró y me dijo.
Voy a ver si puedo ser tan buena como tú.
Dicho esto sé hecho hacia atrás y empezó a abrir mi camisa. Desabrocho mis botones desde arriba hacia abajo, a cada botón desabrochado, abría un poco mi camisa besando mi pecho, cuando los hubo desabotonado todos, tiro de mi camisa, sacándola de mi jeans, su lengua empezó a juguetear en mi ombligo, mientras sus manos soltaban mi cinturón y el botón de mi pantalón, no hizo más que bajar mi cierre, para que saltara mi pene enfundado en mi zunga color azul marino, Ximena me comento, sin mirarme.
Me encantan los hombres que usan zunga, en especial de este color.
Me la puse pensando en ti le conteste, mientras mis manos tomaban su cuello, subiendo por él hasta su pelo.
Veo que algo te excitaste pues tu zunga esta un poco mojada, junto con decir esto paso su lengua por encima de mis líquidos seminales, arraigados en mi zunga.
Luego de la misma manera me mordió la punta de mi pene, como me dolió un poco, la quise esquivar, pensando que podía ponerse un poco violenta la cosa, pues pense que podía querer desquitarse de mi dedo en su ano.
Te dolió - pobrecito y beso la punta de mi pene.
Pasa el dolor, pregunto.
Un poco - le respondí.
Y ahora Y me succiono el pene por sobre la zunga.
Creo que el dolor es un poco más adentro y me sonreí.
Ximena saco mi pene de su prisión de género con una mano, mientras con la otra acariciaba mis testículos.
Volvió a acercar sus labios a mi pene, y lo beso tiernamente en la punta, con los labios estirados.
¿Ahora si pasa el dolor?
Un poco más, pero podría pasar del todo le dije.
Eres un fresco y un goloso, comento.
En ese momento tomo mi pene con su mano, haciendo que mi prepucio se fuera hacia atrás, sentí su lengua recorrer todo mi glande, ahora el que se quejaba de placer era yo.
Sus labios tomaron mi pene, mientras su lengua jugaba con el orificio por el que salía mi líquido seminal, ahora en gotas muy grandes. Con la punta de sus dedos, empezó a esparcir mis líquidos a lo largo de mi pene por un lado, mientras su lengua me recorría por el otro.
En es momento la tome del rostro suavemente y puse su boca en la punta de mi pene, ella poco a poco empezó a introducírselo en la boca, jugaba con él, lo lamía, lo mordía suavemente con sus labios. Se ponía la punta del glande en sus labios, y lo succionaba suavemente, cada una de sus succiones me hacía ver estrellas de puro placer.
En un momento empujó suavemente el prepucio de mi pene hacia delante y deslizo suavemente la punta de su lengua y la pasaba entre el glande y el prepucio, desde un lado de mi frenillo llegaba hasta la otra parte.
Nunca me habían hecho una felación de ese tipo. Yo estaba a mil, y empece a moverme primero lentamente y luego un poco más rápido, Ximena sabía lo que venía, clavo sus uñas en mis nalgas y empezó a llevar el ritmo conmigo, hasta que no aguante más, y tuve una de las mejores eyaculaciones de mi vida, mis líquidos inundaron su boca, hasta llegar a su garganta, ella lo trago todo, y siguió succionando, como si quisiera exprimir todo el contenido, luego saco mi pene de su boca. Lo tomo con la mano desde la base; apretó su mano y la deslizo hacia arriba, en ese momento salió la ultima gota de semen, Ximena la miro, y luego la lamió.
Luego de esto se acerco a mí, paso sus manos por mi pelo, me dio un gran beso; se paro y se empezó a vestir.
Te vas ya pregunte.
Sí. Para una cotización de reparación de cortinas ya está bien.
Me guiño un ojo mientras terminaba de ponerse su botín. Se acerco a la puerta y me dijo.
Cuando decidas repararlas, me las llevas a la casa, te esperaré con café y tal vez algo más.
Cerro la puerta tras de sí, y se marcho. Mientras yo quede sentado en el sofá, medio desnudo, pensando en que le llevaría las cortinas al día siguiente.