La esposa de mi jefe (3)

Para terminar mi relación con ella, le propuse un trío MMH, pero...

LA ESPOSA DE MI JEFE (3 de 5)

Para descansar prendí un cigarro y le serví otro tequila, advirtiéndole:

Bébelo despacio, no te vayas a cruzar.

Al terminar mi cigarro le advertí:

Probaremos una nueva posición para gozar tu culito.

Acuéstate de lado y levanta tu pata izquierda como si fueras perrita haciendo pipí, para darme acceso.

Y en el espejo verás lo que tanto te gusta: como te la voy metiendo. Hasta le brillaron los perversos ojos.

Me coloqué tras ella con el tubo de lubricante en la mano y le llené su culo con gel.

Ahora tú ponle gel a mi cosita.

¿Cosita? Que modesto.

Me la embadurnó alegremente jugando con ella y se la coloqué a la entrada.

Empujé un poco hasta que entró la cabeza y milímetro a milimetro se la fui metiendo muy lentamente hasta que choqué contra sus nalgas, bien agarrado de sus caderas.

En ése momento pasé mi mano derecha hasta su clítoris y lo froté con alegría.

¿Te pido un favor? No te salgas cuando te vengas, quédate adentro.

Entonces aprieta fuerte el culo para no dejarlo salir.

Y empecé el tradicional mete y saca como nos gustaba a los dos, se lo sacaba todo y se lo volvía a meter poco a poco hasta el tope.

La estuve midiendo, controlando mi venida para que fuera simultánea a la de ella.

Y los dos gritamos al mismo tiempo:

¡Me vengo!

Yo agregué al terminar:

¡Que sabrosa es la venganza!

Por mi edad (57) ya solo podía echarme dos palos en una noche, así que, sin consultarle, descansamos acostados, con nuestras bebidas y yo con otro más de mis cigarros (de tabaco).

Eres un maestro, por eso me traes pendeja.

Con falsa modestia y cursilería le respondí:

Es solo la experiencia, que te hace disfrutar más el placer de tu pareja, antes que el propio.

¿Y tú maravilla de vibrador?

¿Tienes prisa?

No

Entonces no me estés chingando. Déjame recuperar.

No estás con un chamaco que se puede aventar dos o tres, sin sacarle al peligro.

Al rato se la dejé ir hasta los güevos con sus patitas en mis hombros, ahora por adelante.

Y solo por joderla, no usé mi vibrador.

Todo lo anterior solo fue el prólogo, para relatar el propósito de éste relato.

Paciencia, ya llegamos.

Tres semanas después, le pedí su departamento de soltero a un amigo, para recibir a la invitada escogida para nuestro trío.

El recabrón quería participar, cuando le conté lo planeado.

Estás hasta los ojos de piojos, güey. Te estoy pidiendo un favor y me quieres cobrar.

Solo te prometo que estarás entre los primeros en ver el DVD que voy a grabar.

Preparé el ambiente cuidadosamente:

Coloqué velas en toda la sala, la cámara en un tripié, enfocada al sofá de tres plazas donde le indiqué a la esposa tímida, que se sentara con ella, para su debut en el cine de arte.

¿Arte?

A güe.com ¿Coger bien no es todo un arte?

Y con otro amigo conseguí una maravilla que ni sabía que existiera: un repetidor de frecuencias, que me permitiría estar en una de las recámaras, monitoreando la filmación.

Esto me pareció genial, porque conociendo a mi amiguita, no dudaba que a la hora de la verdad, se mosqueara con mi presencia viéndola aventar sus jugos con otra mujer.

Hice pruebas del audio en el monitor de la recámara 2, no quería perder ni un pujido.

Coloqué varios pequeños platos con botanas, servilletas, vasos, copas, una botella de vino blanco en una hielera y todo lo necesario para servir buenos tragos.

Y nos sentamos a esperar a la invitada. Faltaba media hora para la cita, pero pasó una hora hasta que sonó el timbre de la puerta.

Mientras esperábamos, como Ana estaba muy nerviosa, le invité uno de mis joints y nos tomamos varias copas de vino blanco helado, así que una hora después, cuando abrí la puerta, ya estaba más que relajada.

Entró una figura cubierta con un abrigo largo, pelo corto, con lentes para sol ocultando casi todas sus facciones.

A pesar de haber intercambiado fotos por E-mail estaba irreconocible.

Lo primero que dijo olisqueando el ambiente fue:

¿Tienen mota? Porque huele hasta la calle.

¿Te molesta? – pregunté

No, si es buena y la compartimos.

Es de primera y SI, la compartimos.

Ana prende un incienso, no vaya a ser que se les antoje a los vecinos y hagan cola para conseguir un toque.

¡Y que se quita el abrigo!

Traía puesta una minifalda a cuadros, tipo escocés, con un top (creo que así les dicen las viejas) blanco, sin brassiere, luciendo orgullosa los pezones que se veían erectos y duros bajo la tela.

Soy Amira –dijo al sentarse en el sofá junto a Ana.

Cruzó las piernotas enfundadas en medias rojas con tejido de red y al hacerlo, me regaló una vista de sus braguitas rojas de encaje.

A pesar de las fotos nos sorprendimos, claro, yo más, porque era mucho más sexy y femenina de lo que esperaba.

Tenía una boca sabrosa y lujuriosa, los ojos negros eran muy ligeramente achinados, el pelo negro, corto, y unos brazos redonditos, pachoncitos, como me los recetó el doctor. Su piel más blanca que morena.

Cuando se sentó, pegada a la también sorprendida esposa y madre, acarició tierna pero sugestivamente, la cara de Ana.

Quisiera una copa de vino y uno de ésos churros, que dijiste son muy buenos –me pidió.

Con ésta frase, quité mi cara de pendejo número 17, dejé de admirarla y cumplí su pedido.

Al acercarme olí su perfume,

¡Carajo! si la hubiera pedido para mí, no hubiera sido tan exacta para mis gustos. Y ahora tenía solo un papel secundario.

Debo asentar que en el anuncio que coloqué, aclaré que tendría que conquistar a mi pareja, ya que sería su primera experiencia les.

Le dio dos largas pitadas al carrujo y dijo con deleite:

No es buena, es magnifica.

Es Acapulco Golden –aclaré

Y empezó su seducción con mucha clase. Cuando le pasaba la bacha a Ana, recargaba su pecho izquierdo sobre el brazo de ella.

Y a cada sorbo de su copa la levantaba, brindando con ella, pasando la punta de su lengua por sus labios para enjugarlos, viendo fijamente a los ojos de la tímida pichona.

Claro que desde que llegó encendí la cámara, porque es mucho más cachonda la seducción que el puro sexo. Cuando menos, para mí.

Y no la moví del tripié para no distraerlas.

continuará