La esposa de mi jefe

Tenía que acompañar a la esposa de mi jefe a una cena. Lo que yo no sabía era que ella era una bomba.

Cuando egrese de la facultad comencé a trabajar en una importante empresa del medio, llevaba casi dos años en ese trabajo cuando don Antonio, el dueño de la empresa, me convoca a su oficina.

Llegue a su despacho y él me comenta que el próximo viernes se iba a realizar la cena anual de agencias de publicidad del medio. Como él tenía que viajar el miércoles al exterior me pidió si yo podía asistir a la fiesta en su representación, también me pidió que acompañara a Dora, su esposa, que jamas se perdería una cena como esa.

Debo contarles que en el tiempo que yo llevaba en la empresa jamas había visto a la esposa del jefe, por lo que cometí el error de creer que iba a tener que ir a una fiesta acompañado de una vieja.

El día de la cena a la mañana llame por teléfono a la esposa del jefe para ponerme de acuerdo para la noche, pero no pude hablar con ella, me atendió una mucama que me explico que la señora estaba durmiendo pero que le había dicho que yo tenía que irme en taxi hasta su casa y desde allí iríamos en uno de sus autos hasta la fiesta.

Cuando llegué a la casa, toque timbre y me abrió la puerta una mujer exuberante de unos 35 años que me dejo mudo con solo mirarla.

Sonriendo me dijo: seguro que mi marido nunca te dijo que yo era su segunda esposa. Siempre hace lo mismo, todos los que vienen acá piensan que se van a encontrar con una vieja como él y se quedan con esa misma cara que ahora tienes tu.

Yo riendo le dije: la verdad que no esperaba esta sorpresa pero debo aclarar que ha sido la sorpresa más agradable de todas las que me ha dado tu marido.

Dora me invito a pasar mientras ella se terminaba de arreglar. Me tomo de la mano y me condujo hasta su dormitorio donde ella estaba maquillándose cuando yo llegue.

Seguimos conversando durante un rato mientras Dora terminaba de arreglarse, me contó que su marido siempre inventaba viajes como este y que ella se daba cuenta que el viejo debía tener alguna amante.

Mientras me hacia estos comentarios Dora se recostó en la cama y me miraba fijamente para ver mi reacción a sus comentarios o a sus movimientos.

Yo le decía que no creía que el viejo, así lo llamábamos, tuviera una amante y que ahora que la había conocido a ella lo creía menos aun.

Ella me pregunta si el viejo también me pagaba para que fuera gentil con ella. Yo amague a irme y le dije que el solo me pagaba por trabajar y que esto de hoy era mas un placer que un trabajo.

Dora fue bajándose los breteles de su vestido dejándome ver el espectáculo de sus tetas operadas y muy ricas. Yo sin pensar que estaba en la casa de mi jefe, en su cama y con su esposa me tire encima de Dora deborandole las tetas mientras le acariciaba todo el cuerpo.

Ella se retorcía en la cama mientras me agarraba la nuca para que no me despegara de sus tetas.

Fui yo el que se separo para sacarme la ropa y ella aprovechando que yo me había separado un instante de su cuerpo también se termino de desvestir dejando ante mis ojos todo su maravilloso cuerpo.

Cada centímetro de su cuerpo era una escultura, su piel se notaba suave al tacto y su figura se adaptaba a mi cuerpo que la acariciaba y besaba por todos lados.

Dora me decía que no parara que siguiera con lo que había empezado que ella era un volcán y que a mi lado quería entrar en erupción.

La ubique de espalda en la cama y fui besando cada milímetro de su piel desde los pies hasta su nuca, ella recibía cada beso con un gemido y cada caricia la acercaba sin escalas al orgasmo, cuando llegue hasta su nuca la gire y quedando sobre ella la penetre muy despacio, ella estaba tan mojada que mi pija entra en ella como si fuera un cuchillo caliente en una manteca.

Me decía a cada instante que no parara que por fin alguien la estaba haciendo sentir mujer, que su marido últimamente no lograba despertar nada en ella.

Yo ya me había olvidado de la cena a la que teníamos que ir y me dedicaba a saborear ese cuerpo que se me ofrecía ahora.

Cuando estaba por llegar al orgasmo Dora me empujo para que me saliera de su interior, me obligo a que me acostara en la cama y se subió encima de mí y me cabalgo durante un buen rato que fue lo que tardamos los dos en llegar al orgasmo.

Cuando los dos nos repusimos del orgasmo que habíamos tenido Dora se puso con mucha dedicación a chuparme la pija, me la dejo bien limpia y bien dura para una nueva batalla. Me coloque sobre ella y empece un lento movimiento entrando y saliendo de su interior, ella alcanzo dos veces mas el orgasmo antes de que yo me separara y la acomodara en cuatro patas para metérsela por atrás, ella me decía que lo que más le gustaba era que se la metieran por el culo pero que su marido nunca quería darle el gusto.

Cuando estaba por acabar aumente el ritmo de mis envestidas hasta que explote en su interior. Casi al mismo tiempo dora tuvo su cuarto orgasmo de la noche.

Luego nos vestimos y fuimos a la cena donde todo el mundo nos esperaba.