La Especialista
Se requiere de mucho amor para dar libertad
Capitulo VI
Sin ti…
La nostalgia de la partida le acometió desde el instante en que emprendió el camino hacia Huatulco, pensó en lo diferente que se sentía ahora en comparación con la desesperanza y desasosiego que la apresaban cuando hizo por primera vez ese recorrido; ahora aspiraba profundamente llenando sus pulmones de ese aire que le había mostrado que tenia una vida, impregnando su nariz del fresco aroma a vegetación y mar, no buscaba que este le proporcionara paz ni tranquilidad; solo llevárselos consigo. Se despidió de Pedro cariñosamente, con un fuerte abrazo, éste le hizo prometer que la tendrían ahí nuevamente – una mentirilla piadosa no me hará daño, que mal me hace el continuar inmersa en este sueño y creerme que no es una despedida definitiva, que algún día volveré y ella estará bebiéndose una cerveza sentada frente al mar y al mirarme me dirá que me esperaba – se justificó; pero el sueño estaba por terminar, una última ojeada hacia atrás antes de dirigirse a las salas de abordaje lo extinguieron; secretamente anhelaba encontrarse con esa mirada que la envolvía siempre en un manto de emociones sin definición; suspiró, sonrió y cruzó la línea que separaba la fantasía de la realidad.
El cielo del atardecer de la Ciudad de México la recibió limpio y claro, luces aquí y allá anunciaban la partida del sol; durante el vuelo tomó una decisión así que en lugar de ir a su casa se hospedo en uno de los hoteles del aeropuerto y llamo a su tía.
- ¡Bueno! – escucho la voz mucho mas jovial de su tía.
- Tía, ¿cómo estás?
- ¡Paula!, hija, muy bien, mas que bien, excelente, feliz, tengo tanto que contarte, Pero ¿tú como estas? ¿cómo ha ido todo?; estoy ansiosa por verte.
- Por eso te hablo tía, ¿es posible que pueda ir hasta donde estas?
- Por supuesto que si, me has hecho el día… bueno ya habrá tiempo de ponerte al corriente de mi vida, ¿ahora dime, en donde estas?
- En el DF, voy llegando, estoy en el HM del aeropuerto, ¿tú donde estas?
- En Santiago, Chile, ¿tienes tú pasaporte vigente?
- Sí
- Bueno entonces podrás viajar enseguida, no necesitas visa, avísame en cuanto tengas los datos de tu vuelo cariño, ¡estoy tan feliz!
- Yo también lo estoy, te llamo, besos.
No podía dejar de pensar en Zoe, nunca pensó que la extrañaría de esa manera, es decir, sabía que no le sería fácil el dejar de verla pero no esperaba traerla en la mente cada segundo y tampoco sentirse tan agobiada por su ausencia, se decía que no era anormal sentirse así, después de cuatro meses juntas prácticamente las veinticuatro horas del día, era lógico que la echara de menos; es irónico que los últimos días verdaderamente ansiara volver a su entorno, consciente de que separarse de Zoe la pondría un poco triste, pero verdaderamente anhelaba ver a Dani, a su tía, a todas las chicas; pero desde estamañana empezó a extrañarla y esa sensación de falta, de vació, el hueco en el pecho y la panza se incrementaron a cada minuto y ahora, tan solo unas horas después le resultaba casi insoportable, tanto que por momentos se cuestionaba si debía volverse y decirle – “oye, creo que todavía no estoy del todo bien, quizá me hagan falta otros cuatro meses”- se rió de sus pensamientos y decidió darse una ducha a ver si eso lograba regresarla a la cordura.
En pijamas frente al televisor esperando la cena que ordenó a la habitación, resolvió no reprimir sus emociones y dio rienda suelta a los recuerdos de los días con Zoe, su voz grave, la suave caricia de su mirada, su presencia cubriéndola, arropándola, la forma casi infantil y asimétrica en que le caía el cabello sobre la frente y orejas, su sonrisa, la manera de acariciarla, sus besos; se adentro tanto en su mente que casi la tocó, la llamada del room service la regresó de golpe a la soledad de la habitación; cenó tratando de concentrarse en el programa que sintonizó y no pensar mas.
En Santiago se encontró con la sorpresa de que su tía estaba viviendo en pareja con Ángela, una guapísima chilena, estuvieron en Chile poco mas de una semana y partieron las tres rumbo a Italia. La idea inicial de Paula era que su tía la acompañara en el proceso de adquirir un guardarropa nuevo, en donde sea que estuviere, pero Consuelo la convenció de viajar con ellas a Europa, ya estando por ahí aprovecharían para las compras.
No podía negar que se lo estaba pasando muy bien, que se divertía, pero la verdad es que seguía extrañando a Zoe como una condenada, se consolaba mirando a su tía tan feliz, completamente enamorada de Ángela – es cuestión de tiempo, se me pasara, es lógico que ahora no me la pueda sacar de la cabeza – eran frases que se repetía sin cesar, le daba cierta tranquilidad el ver que Consuelo estaba tan bien, y ni siquiera una vez le menciono a “la especialista”, esto seguramente se debía a que ya había dejado el asunto en el pasado, antes no dejaba de hablar de lo maravillosa que había sido esa experiencia; llegó el momento en que se acostumbró a la sensación de perdida, convencida de que el paso del tiempo terminaría con ésta.
Pasó poco mas tres meses viajando con Ángela y Consuelo, este periodo significó muchísimo, se dio cuenta de su capacidad de coquetería, su seguridad se incremento tanto mas que se atrevió a pasar de simples escarceos con algunas chicas a vivir un verdadero affaire de fin de semana en Paris, primero se dejó llevar por la situación, decidiendo no pensárselo demasiado, luego se lo paso bien a secas, es decir lo disfrutó, pero faltó algo, se dijo; después se sintió avergonzada, y al final resolvió que era una mujer adulta, dueña de sus actos y que a nadie tenia que darle cuentas; sin embargo Zoe se hacia presente en cada uno de sus actos y reflexiones y terminó aceptando que lo que le faltó fue su piel, boca, manos, brazos, piernas – fue solo sexo y sentí placer… con ella era tan distinto – éste último pensamiento la enfado consigo misma, definitivamente no podía continuar sintiéndose así, añorándola de esa manera, Zoe era peor que un fruto prohibido porque no era real, un ser quimérico que se desvaneció en todos lados menos en su corazón, tenia que dejarla ir.
En Madrid Consuelo le informó que se establecerían en México por lo que necesitaban iniciar los tramites para obtener la visa de internación al país para Ángela, la invitaron a regresar con ellas a Santiago pero no había certeza del tiempo que se llevaría obtenerla por lo que Paula declino la oferta y determinó que era tiempo de regresar a su ciudad.
Moría de ganas por ver a Daniela y todas sus amigas, sobre todo a la primera, no se había comunicado con ella porque todavía no sabia bien que iba a decirle, o mas bien como iba a contarle lo vivido en estos meses, tenia claro que necesitaba hacerlo, quizá hablarlo con alguien le serviría para por fin dejarlo ir; lo pudo haber echo con Consuelo, pero la idea de Zoe relacionada con su tía la irritaba, debido a esto se esforzó por no volver a vincularlas ni en pensamientos, el tocar el tema con ella sería demasiado.
El reloj marcaba las dos de la mañana, era buena hora para llamar a Daniela, suspiró antes del primer timbrazo.
- ¡My loveeee! – el sonido estridente la hizo reír.
- Dani, que me vas a dejar sorda.
- Pues debería, mira que eres una ingrata, es que ¡carajo contigo!, ni una llamadita, ni un mail, ni señales de humo, una aquí imaginándose lo peor – volvió a reír imaginando la expresión de puchero de Daniela.
- Lo sé y tengo una disculpa para ello, pero te lo contare en persona.
- ¿Pero cuándo? ¿dónde estás? ¿regresas pronto?... aquí están todas las chicas, espera un segundo, te pongo en altavoz para que todas escuchemos tú respuesta.
- ¡Hola chicas! – las respuestas al saludo se confundieron atropellándose unas con otras.
- Pero responde my love que nos tienes en ascuas.
- Estoy en Madrid, llego a México pasado mañana, a las dos y media de la tarde ¿vas por mi Dani?
- Todas vamos por ti – dijo Martha, quien de inmediato fue respaldada por Aura y Leticia.
- Okey, las veo en dos días, las quiero niñas, bye.
No escuchó la voz de Claudia entre ellas, hasta ese momento no había vuelto a pensar en ella, y ahora que lo hacia no podía definir como se sentía al respecto, estaba segura de que un rencuentro con ella era inevitable, tenían en común el mismo grupo de amigas, frecuentaban los mismo sitios, pero mas importante aun era el hecho de que de algún modo el enfrentarse a su pasado con Claudia era algo que quería hacer, lo necesitaba y eso involucraba convivencia; nervios y temor la atacaron instantáneamente debido a las implicaciones que esto podía suponer, recordó la intensa sensación de vergüenza que la invadió cuando en sus charlas con Zoe su falta de amor propio y dignidad le cayeron encima como un balde de agua fría, de las etapas complicadas por las que pasó durante esos cuatro meses, esa fue quizá una de las mas dolorosas, sentir vergüenza de si misma - ¿y si vuelvo a caer en las mismas? ¿si la atracción enfermiza que sentía por Claudia me vuelve a atrapar? – se cuestionó, y es que antes no tuvo conciencia de si misma, prácticamente consideraba que el dolor y las humillaciones a las que se sometía eran el precio por los trozos que Claudia le quisiera dar, pero ahora dependía de ella, la decisión era suya y precisamente por esto es que debía confrontar su pasado con su presente, entender qué fue lo que realmente sintió por Claudia y qué sentía ahora, salvo ese instante en el que verla era inminente, tenia semanas que no experimentaba sentimiento alguno por ella, ni bueno ni malo, pero durante ese tiempo estuvo viviendo dentro de un sueño del que todavía no terminaba de despertar por que Zoe continuaba acompañándole muy dentro de ella – cuando la veas lo sabrás- fueron las palabras de Zoe cuando le cuestionó si de verdad ya no amaba a Claudia, ahora se preguntaba si aquello que sintió en realidad había sido amor. El tiempo de las respuestas llegó. Conocía muy bien a sus amigas, todas se dieron cuenta de su dolor y le bridaron apoyo incondicional, si de algo estaba segura es de que no vería a Claudia a su llegada al aeropuerto, no la expondrían a eso; además estaba convencida de que Claudia no estaría interesada en su regreso. Quizá en su ausencia cambiaron muchas cosas, pero el hecho de que para Claudia ella no significo más que un juego del que se aburrió sin temor a equivocarse permanecía inamovible; eso le daba por lo menos el tiempo para procesarlo, necesitaba con urgencia definir sus emociones, las que sentía con Claudia y las que experimentaba cada día con mas intensidad por Zoe.
El suelo giraba bajo sus pies, el estomago se le encogió, cada musculo de su cuerpo estaba paralizado, el único sentido que le funcionada en ese momento era el oído, el resto dejó de operar en cuanto Daniela contesto su teléfono, el momento mas intenso lo vivió al escuchar su voz, ese sonido que tenia meses añorando, seguía siendo suave, pero había algo tan distinto, no supo identificar el qué. Lo que tenia muy claro es que las próximas cuarenta y ocho horas serian tortuosas, nada impediría que ella fuera al aeropuerto con el resto, llevaba meses esperando ese momento, era su oportunidad de demostrar que la amaba, iba a pedir perdón de rodillas frente a todas si era necesario, no sabia bien como hacerlo pero estaría ahí, esperándola para decirle que la amaba, que la amó casi desde que la conoció.
- Oye pero no le has preguntado número de vuelo, aerolínea, nada – señaló Aura.
- Todas estábamos hablando con ella, ninguna lo hizo – contesto Dani divertida – además cuantos vuelos llegan desde Madrid a esa hora.
- Lo sabremos ese día – añadió Aura – oye Dani nos vemos en tu casa y de ahí nos vamos en mi coche, pasamos por ti Martha antes de llegar donde Dani.
- Okey.
Hablaban entre ellas, de pronto era como si Claudia hubiese desaparecido, en ese momento a ella poco le importaba esto, su mente estaba ocupada organizando sus ideas, sus emociones, no importo tampoco que no la tomaran en cuenta para la ida al aeropuerto, ella tenia sus propios planes.
Tenía casi una hora prendada al volante de su coche en el estacionamiento del aeropuerto, embargada por el ansia y la desesperación contenida durante meses, verificó la hora marcada en su celular y bajó de prisa, llegó a la sala de llegadas internacionales y diviso a sus amigas se apersonó frente a ellas intentando naturalidad, pero la expresión mezcla de disgusto y preocupación en todas ellas dio al traste con esto, aun así no estaba dispuesta a dejarse vencer, se esforzó por calmarse.
- ¿Claudia que haces aquí? – la entonación de Daniela fue de reclamo.
- Lo mismo que todas, vengo a recibir a Paula, somos amigas todas Dani- respondió con suavidad, obviando el tono de Daniela.
- No es momento de tensiones entre nosotras, Paula estará aquí en cualquier momento – dijo Aura tajante, luego acercándose a Claudia le susurro – no sé qué pretendes viniendo, pero no permitiremos que Paula vuelva a sufrir.
- Ni yo lo permitiré – dijo con firmeza.
- ¡No puede ser! Es…. Siiii es ella – grito Leticia exaltada – ¿Dani si es ella verdad?
- ¡My love! ¡por todos los santos! Sí, es ella.
En ese momento Claudia sintió que la sangre se le fue a los pies y la tierra se abrió bajo estos, toda ella fue presa de un temor gélido, la mujer que señalaban todas con emoción en casi nada se parecía a su Paula, apenas una estela de los movimientos suaves y media sonrisa que tanto añoró; ésta nueva Paula lucia una esbelta y erguida figura, vestía con sencillez elegante y exquisita, lucía una larga y hermosa cabellera castaña que le caía ondulada hasta la espalda, su mirada verde destellaba seguridad; en instantes el mundo se le vino encima, se sintió empequeñecida y perdida, apenas le alcanzó el pensamiento para ordenarle a sus piernas que la sacaran de ahí.
Nadie se percató de la partida de Claudia, todas se lanzaron hasta donde estaba Paula, peleándose entre ellas por abrazarla.
- Te ves preciosa My love.
- Divina, bellísima – agrego Leticia.
- Pero es que pareces otra – señaló Aura.
- Que felicidad tenerte de vuelta – dijo Martha.
- Yo estoy feliz por verlas, la he extrañado tanto.
- Ni tanto ingrata, que no hemos sabido de ti en ocho meses.
- Lo siento Dani, créanme que no fue por falta de ganas, las he pensado todos los días, pero vamos a casa que les he traído regalos a todas y muero por que me pongan a día.
- Tú tienes que contarnos a nosotros en donde has estado, que has hecho, con quien te has hecho ese cambio de imagen, queremos saberlo todoooo – dijo Aura tomándola de un brazo en camino al estacionamiento.
Ninguna noto a Claudia observándolas desde un rincón lejano, con la mirada cargada de tribulación, tristeza y preocupación.
Los vestigios del verano vestían con cierto aire romántico a la ciudad, sentada en el resquicio de la ventana deseó poder recorrer esas calles de la mano de Paula.
- Me pareces una cobarde e insegura, estoy enfadada contigo; después de cuatro meses lidiando con tus sentimientos, ¡carambas! ¡solo se vive una vez!, no hay que dejar pasar la oportunidad de amar cuando la tienes tan clara y al alcance.
- Sí, la amo como no imagine que pudiera amar a alguien, tanto que no hay palabra que mida cuanto, y he necesitado de todo el amor que le tengo para dejarla ir sin decírselo.
- Es que no lo entiendo Zoe ¿por qué no decirle? ¿porqué no intentarlo?
- Hacerlo hubiera implicado aprovecharme de la situación, yo estaba en posición de ventaja, fui la primera persona que la hizo sentirse deseada, bonita, segura; pero la realidad es que a Paula le espera un mundo para vivirlo, todavía tiene que enfrentar muchos demonios, comparar, elegir, comprobar que no me necesita para ser quien es, vivir plenamente y decidir por si misma con quien compartir su vida.
- Pero le has quitado la oportunidad de decidirse por ti, no puedes asegurar que ella no se enamoró.
- Me comporte profesionalmente, seguí los lineamientos para que eso no ocurriera.
- Y también para que no te pasara a ti, y te enamoraste – enfatizó Adriana – Zoe deberías admitir que hay cosas que no puedes controlar, el amor la principal de ellas.
- Pero no debió pasar, tengo que olvidar.
- ¿Qué piensas hacer? no estas en condiciones de lazarte al siguiente caso.
- Lo sé, además necesito tiempo para mi, vivir algo mio, real; - intentó sonreír – me aconsejabas eso ¿no?
- Antes ese era un buen consejo.
- ¿Ya no lo es?
- Ahora sientes algo real y puedes tener algo propio si te decides.
Desolación, vació, desconsuelo, tristeza, un profundo y agudo dolor, han sido sus compañeros desde que Paula cruzó el umbral de la puerta alejándose de ella; esa tarde su interior se desmorono y hasta hoy no tenía la fuerza para reconstruirlo.
Pasó varios minutos de pie en la misma posición mirando el vacío que dejó Paula tras de sí, su cuerpo se sostenía mecánicamente tras el derrumbe interno, el dolor era tan grande e intenso que no encontraba salida, deseó que su naturaleza fuera mas explosiva y poder llorar y gritar.
- ¿Estas bien mi niña? – reconoció la voz a pesar del matiz tímido y mesurado.
- Oti… no te esperaba.
- Lo sé, te pareces tanto a Ceci, también se guardaba todo para ella solita, siempre llevando la procesión por dentro.
- Prácticamente ella me crió- no pudo evitar sonreír ante este recuerdo - pero no entiendo porque me dices eso.
- Ven siéntate aquí conmigo – dijo tomándola del brazo con ternura – te conozco de hace ya muchos años, te he visto feliz y triste, pero nunca antes tan feliz como estos meses y tan triste como ahorita.
- No es lo que piensas Oti… no es como piensas.
- Si niña, sí es lo que pienso y es como pienso, lo sé porque lo único que puede hacer que la felicidad y la tristeza sean así de grandotas es el amor; hubo un día en que me sentí así, como tú, alegre todo el tiempo, con campanitas en la cabeza y cosquillas en la panza, nomás queriendo estar cerquita de…
- ¿De mi “momy”? – Zoe tomó una de las manos de Otilia entre las suyas.
- Si “mija” de la Ceci, éramos muy chamacas, muy inocentes, ni siquiera pensé que eso que sentía podía ser mal visto, era, digamos que normal para mi enojarme de que Pedro la rondara, querer tocarla todo el tiempo, extrañarla las horas que no estábamos juntas, no fue hasta unos días antes de que se fuera a la capital a estudiar que entendí lo que me pasaba, una tarde en la playa Ceci me beso y me dijo que me quería; ella siempre fue distinta de todos aquí en el pueblo, más educada, sabía hablar bien, valiente, decía las cosas a bocajarro, no se andaba con rodeos; después de que me dijo que me quería, me pidió que la esperara, me dijo que cuando terminara la carrera podríamos irnos del pueblo a donde pudiéramos estar juntas, me miraba con esos ojotes negros, esperando que le dijera algo y yo no pude – gruesas lagrimas inundaron el rostro de Otilia – me gano el miedo y salí corriendo, ni siquiera me despedí de ella el día que se fue, y fue bien duro porque no regresó si no hasta que terminó la carrera, volvió a pedirme que nos fuéramos y a mi se me partía el corazón pero no pude decir que si, ya para entonces Pedro y yo éramos novios y nos íbamos a casar, luego ella se fue y no volví a verla… he vivido con ese dolor y me moriré sintiéndolo.
- Te puedo asegurar que ella nunca dejo de quererte, siempre supe que mi “momy” te amó, no me lo dijo, pero conservaba una fotografía tuya en su mesa de noche.
- Saber eso es más duro “mija”, porque yo nunca le dije que la quería y ya no podre decirle, no hagas tú lo mismo, no dejes que la niña Paula se quede sin saber que tú realmente la quieres, ella tiene que saberlo.
- Es diferente Oti, las circunstancias son distintas.
- En donde lo pongas, el amor es amor.
Se marchó solo unas pocas horas después, permanecer en la cabaña hubiera sido una tortura, todo el sitio estaba impregnado del aroma y recuerdo de Paula. Se despidió de Otilia y Pedro y emprendió el regreso a su vida, ni siquiera avisó a Adriana quien se sorprendió al encontrarla ahí por la mañana; en principio intentó evadir el interrogatorio de ésta, pero luego se dejo llevar por su necesidad de desahogo, después de todo Adriana era su única amiga. Decidió no tomar ningún caso, no se sentía capaz de ello, se tomaría vacaciones, buscaría una vida propia y olvidar.
Seis meses desde que la vio por última vez y todavía el primer pensamiento de la mañana y el último antes de dormir era para ella; había intentado con todas sus fuerzas emprender una vida propia, salir por la noche, ir al gimnasio, conocer gente, citas, pero nada funcionaba, su amor por Paula tenia vida propia y se fortalecía con la distancia, nutriéndose de nostalgia, anhelo y últimamente desesperación y ansiedad; se imaginaba a Paula feliz, triste, enojada, ¿enamorada?, ¡claro que podía enamorarse!, estaba viviendo; algo dentro de ella se eclosionó, su amor por Paula tenia derechos y los estaba exigiendo en ese instante y ella ya no tenia fuerzas para oponérsele.