La especialista
Si el amor estuviera reservado para la gente bella, muy pocos tendrian acceso a él.
CAPITULO I:
EN LA OSCURIDAD
Perdió la noción del tiempo que llevaba frente al computador - demasiado – pensó, sus dedos tamborileaban en el ratón; escribir el mensaje fue tan sencillo, una vez que empezó a teclear las palabras fluyeron, quizá por la necesidad de drenar su mente, su alma, ó simplemente porque escribir es como hablar consigo misma, lo relee buscando la fuerza para decidirse a pulsar el “enviar”; siente una punzada en el pecho al leer lo que escribió y la golpean los recuerdos, - ¿Cómo empezó todo?... desde que la conocí- responde para sí, pero eso no es del todo cierto, empezó mucho antes…
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Desde que tiene uso de razón ese sentimiento de soledad e inseguridad la ha acompañado, su madre murió cuando ella era tan pequeña que ni siquiera la recuerda, su padre que amaba sobremanera a su mujer se evadió por completo al dolor de perderla alejándose de todo aquello que le recordara su vida con ella, incluyendo a su hija, así que la dejo al cuidado de su abuela materna y una tía solterona con el carácter bastante agrio; bajo la estricta vigilancia de estas dos mujeres que además eran en extremo religiosas se formo Paula; su infancia estuvo plagada de privaciones y prohibiciones, de monotonía y restricciones, ella iba de la escuela directo a su casa, solo salía en compañía de su abuela o tía y dichas salidas eran por lo general a la iglesia, a eventos que organizara ésta o hacer el súper. A pesar de que su padre le enviaba suficiente dinero para su manutención nunca le compraban ropa, a excepción del uniforme escolar el resto se lo confeccionaba su abuela, el uniforme en principio le quedaba volando ya que lo adquirían dos tallas más grande a fin de que lo usara varios periodos y después a parte de desgastado le venía pequeño, lo mismo pasaba con los zapatos, siempre eran dos números más grades, toscos, de suela de goma para que duraran más tiempo, estos debido a su complexión delgada le suministraban una imagen extremadamente desproporcionada y torpe, tuvo necesidad de usar lentes desde muy pequeña, evidentemente eligieron los más baratos y por ende el armazón era horrible y la mica excesivamente gruesa, su imagen e inseguridades la llevaron a ser presa fácil de la crueldad infantil; porque si bien en casa de su abuela median hasta los vasos de agua que se bebían al día, no escatimaron en cuestión de su educación, la enviaron al mejor colegio privado de la ciudad.
Paula fue objeto de burla de sus compañeras durante los largos años que permaneció en ese colegio de monjas, desde preescolar hasta la preparatoria; en la universidad no fue muy distinta la cosa en lo referente a su imagen, sus complejos se acrecentaron aun mas con los años; sus faldas muy por debajo de la rodilla, blusas holgadas, zapatos toscos, cabello siempre recogido en un severo chongo, su rostro sin gota de maquillaje y escondido detrás de los burdos anteojos, intensificaron su percepción de fealdad de sí misma - “la vanidad es pecado mortal”- decía su abuela- Por vanidosa no voy a arder en los infiernos- pensaba ella con un toque cruel de sorna.
Por lo menos sus compañeros universitarios le hacían el favor de ignorarla, eso significaba un gran alivio.
Deambulaba de un aula a otra como un fantasma en la Facultad de Ciencias Químicas, cobijada por los libros y por el afecto que su inteligencia le ganaba de sus maestros, pasaba horas en la biblioteca o en los laboratorios después de clase; cuando una reconocida maestra le propuso trabajar con ella en el centro de investigación sintió una felicidad que hasta entonces desconocía, lo curioso es que su dicha distaba de ser por la relevancia del acontecimiento y de lo que éste significaba para su carrera, la oportunidad de pasar el menor tiempo posible con su abuela y tía era en realidad la causa de su júbilo. Así pasaron sus primeros años de Universitaria.
Paula, deseosa de evadirse el mayor tiempo posible de la prisión que significaba su casa se inscribió para aprender Alemán en el Centro de Lenguas, acudiría los fines de semana. Los primeros días de clases como de costumbre pasó desapercibida para los demás o por lo menos eso creía, hasta que un día en el descanso para salir a comer, mientras se encontraba sentada en una banca dándole pequeños mordiscos a un famélico sándwich una mano le acerco una botella de coca cola, al levantar la vista se encontró con una mirada chispeante y amigable, la dueña de ésta, una chica morena clara de cabellera ensortijada que le tocaba levemente los hombros, le sonreía.
-Toma, te he visto comer tu sándwich desde el primer sábado sin beber nada – Paula tomo el refresco como autómata sin saber que hacer o decir por la poca costumbre del contacto amigable – hola me llamo Daniela – le dijo extendiéndole la mano.
- Ho ... hola soy Paula- balbuceo.
- Espero no incomodarte.
- No… no, claro que no, discúlpame, es solo que…
- ¿Qué?
- No estoy muy acostumbrada a que la gente me note.
- ¡Vaya pues que suertuda!, yo por el contrario siempre me doy a notar – Daniela pareció adivinar los pensamientos de Paula y agregó – créeme que hacerte notar de mas no siempre es para bien y puede provocarte muchos líos, a veces es mejor pasar inadvertida, puede ser muy ventajoso, si eres buena observadora te enteras de todo, upss eso sonó a que soy muy chismosa – dijo con expresión divertida dándole un sorbo a su refresco, ambas rieron.
Aquel encuentro dio un vuelco de 180° a la vida de Paula, por primera vez tuvo una persona en quien confiar, una amiga, solo se veían en las clases de alemán pero esto no fue impedimento para que ambas estrecharan un vinculo de amistad muy profundo. Daniela supo de su vida al lado de su abuela y tía, de la pérdida de su madre, de que en años había visto a su padre muy pocas veces, de sus carencias emocionales, miedos y complejos; Ella supo que su amiga provenía de una numerosa familia compuesta por seis hermanos, papá y mamá, que vivía sola desde hacía poco menos de un año y trabajaba como recepcionista en un hotel. En realidad Daniela hablaba sin parar, mientras Paula escuchaba, no es que su naturaleza fuera callada, es simplemente que no tenía mucho que decir, aunado a que tampoco consideraba que sus opiniones con respecto a cualquier tema fuesen interesantes. Así el tiempo trascurrió y el cariño que ambas chicas se tenían se intensifico. Paula veía a Daniela con admiración, - si ella tuviera el coraje de irse de casa de su abuela, ser libre e independiente, si no fuera tan cobarde, tan miedosa – pensaba.
- Te envidio Dani, con lo que deseo yo tener mi propio espacio, vivir sola.
- En realidad my love, yo no vivo sola porque así lo haya querido.
- ¿Cómo?, no entiendo – la miro extrañada.
- Mmm… pues la realidad es que no tenía planes de hacerlo por el momento, todavía estoy estudiando, mi carrera es muy costosa, me faltan dos años para concluir mis estudios, además del tiempo que me lleve titularme, entre los gastos de la uní, pagar renta, comida, servicios, la mayoría de las veces no me alcanza.
- Entonces ¿Por qué te fuiste de tu casa? – se percato como el rostro de su amiga palideció y su mirada siempre alegre se ensombreció.
- Okey – suspiro- quizá con esto te pierda como amiga, por esto perdí a mi familia…
- Me asustas Daniela.
- Yo también estoy asustada, no te quiero perder, nunca antes conocí a alguien como tú, te parecerá absurdo pero eres como una hermana para mí.
- Nunca me vas a perder Dani y también te quiero como si fueras mi hermana – musito acariciándole el hombro.
- ¡Soy lesbiana! – espetó cerrando los ojos, como quien espera un fuerte golpe, pero Paula solo le acaricio la espalda.
- ¡Tonta! me habías asustado, pensé que era algo realmente grave – la expresión de Daniela la hizo reír a carcajadas – ya lo sabía Dani, soy una nerd y estoy medio ciega, pero no soy tonta, es evidente como evades a los chicos que se te acercan y como miras a las chicas.
- ¡¿Ya lo sabías?! Y yo quemándome el coco por como decírtelo, temiéndome que no me quisieras ni dar la hora después; Paula eres la primera amiga hetero que tengo… es decir antes tuve amigas que supongo lo son, pero nunca me atreví a decirles nada respecto a mi sexualidad, primero porque ni yo misma entendía que pasaba conmigo y después por qué me daba miedo, a la mayoría las deje de ver, excepto a una, fuimos amigas desde la prepa, siempre juntas, con los años me di cuenta de que mis sentimientos hacia ella no eran los que se les tiene a una amiga, nunca me atreví a decirle nada, era mi amor platónico, otras amigas - de las que te hablare luego- el caso es que ellas me animaron a que hablara con ella, solo le dije que soy gay -solo imaginarme que hubiera pasado si le hablo de mis sentimientos por ella - el resultado fue que además de mirarme con asco se lo dijo a uno de mis hermanos; ahí el mundo se me vino encima, porque Adán de inmediato les conto a mis papás, ellos se pusieron como locos, me salieron con la estupidez de que estaba confundida, las malas compañías, la influencia de la televisión, el internet, mi mamá quería que hablara con el cura de la iglesia y mi papá que fuera con un psicólogo, cualquier cosa que me quitara lo homosexual. A mí me había costado un montón reconocerme y aceptarme, soy feliz de ser quien soy , así que no me quedo más remedio que tomar mis tiliches y salir de la casa en que nací y crecí y alejarme de esa familia que ya no era la mía, no por mí, yo los querré siempre a pesar de todo, pero ellos no me quieren a mí, por lo menos no a la verdadera yo – musito con la mirada llena de humedad- tú te has convertido en la mejor amiga que he tenido, siento que a ti te puedo decir cualquier cosa, solo me faltaba esto… ¿oye si eres hetero verdad? – se limpio los ojos y volvió a sonreír.
- Pues supongo que sí, la verdad es algo en lo que nunca había pensado, hay personas que nacimos para estar solas, creo que ese es mi caso.
- Estás loca my love, tú no te vas a quedar sola, por ahí aparecerá alguien que moverá tu corazoncito algún día ya lo veras.
- Ojala que no, creo que si así fuera sufriría mucho.
- ¿Por qué lo aseguras con tanta determinación?
- Dani, ¿Quién se podría fijar en mí?, soy tan fea, tan insignificante, estoy hecha a la idea de dedicar mi vida al trabajo, a otras cosas, el amor no es para mí.
- Estas equivocada my love, si el amor estuviera reservado solo para aquellos extraordinariamente bellos, solo unos cuantos tendrían acceso a él, el amor es de las pocas cosas en este mundo que es para todos, algún día va a tocar a tu puerta y si no lo dejas entrar la echara abajo.
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Y si, cuan equivocada estaba en ese momento, pensó Paula con las manos sobre su frente y los codos posados encima del escritorio todavía frente al monitor, el amor si llegó a su puerta y no toco, fue una tromba que lo arraso todo volviéndole pedazos la vida.
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Ocho meses después de conocer a Daniela la vida de Paula empezó su carrera vertiginosa hacia un cambio radical, su abuela murió intempestivamente; no le sorprendió el no encontrar en ella ni un dejo de sentimiento de pérdida, lo que la desconcertó fue la expresión lozana y casi feliz de su tía que pareció rejuvenecer diez años en tres días, los funerales fueron como todo en la vida de esa mujer severa y fría; austeros, parcos, acompañada solo por una parvada de viejas beatas que se la pasaban metidas en la iglesia junto a ella, solo estas mujeres la lloraron, solo ellas hablaron durante los servicios y el sepelio.
Cuatro días después del entierro acudieron al notario para que el testamento de su abuela les fuera leído, lo que ocurrió en esa oficina la asombro, pero más extrañeza le causo la serenidad de su tía al escuchar como su abuela decidió sobre sus bienes; resultó que esa avara mujer era millonaria, poseía acciones en varias compañías de renombre mundial, dueña de varios edificios de departamentos en las zonas de mas plusvalía en la ciudad, diversas cuentas bancarias de más de seis cifras, Paula no daba crédito de aquello, ¿cómo era esto posible?, pensó en la vida miserable y llena de carencias en que vivían, en la enorme casa desvencijada que había habitado su abuela desde tiempos inmemoriales, en que se contaban las piezas de pan, que se consideraba un gasto fatuo consumir carne más de una vez por semana, en que nunca se compraron ropa de almacén.
Cuando escucho que ella, Paula Rivas Borbolla era la heredera universal de todo aquello casi se desploma, miró a su tía quien tenía una expresión cálida y relajada que la hacía parecer otra persona; finalmente el notario señalo otro documento en donde se marcaba una disposición del abuelo muerto mucho antes de que ella naciera, en la que rotulaba que a la muerte de su esposa o bien cuando contrajera matrimonio y tuviera su primer hijo, su hija Consuelo Borbolla Montes de Oca dispondría de una cantidad de dinero bastante cuantiosa, una casa y varias acciones en una empresa muy reconocida, Paula escucho a su tía suspirar y después de oír las indicaciones del notario de lo que procedía para que se llevara a cabo la sucesión, Consuelo le dio la mano y las gracias al hombre y cogió con dulzura a su sobrina del brazo para salir de ahí.
La joven estaba muy turbada, no sabía si estar feliz por sentirse liberada bajo el amparo de una seguridad económica, o triste por la vida gris y sombría que había llevado esa mujer que después de todo era su abuela; desconcertada por la extraña reacción de su tía, y confundida por la espontanea ternura con que se conducía a ella a partir de que salieron de la notaría.
- Vamos a comer a un buen restaurante – indicó Consuelo aspirando aire profundamente, como quien acaba de salir de un sitio que le ahogaba – no me mires así Paula, no me he vuelto loca.
- Está bien tía vamos.
Esa tarde se descubrió conviviendo con una mujer desconocida, parlanchina y alegre, a partir de ahí su relación con su tía Consuelo fue otra, con los años comprendió muchas cosas, cuando ambas crearon el vinculo necesario para que se desarrolle la confianza y la tía se abrió a su sobrina mostrándole una cara de su vida desconocida y muy dolorosa, pero eso paso mucho después; las próximas semanas trascurrieron entre decisiones que las alejaron de la vida gris y apagada que habían llevado, Paula quería vender esa casa donde había sido tan infeliz, pero no se atrevió a hacerlo sin el consentimiento de su tía, quien ante la asustada expresión de su sobrina al planteárselo soltó una sonora carcajada – seré feliz si no queda una piedra de este maldito lugar Paula – le dijo. Fue fácil vender la propiedad, por la ubicación y tamaño del terreno las ofertas de varias compañías constructoras dieron la oportunidad de obtener un buen precio por ella, Consuelo informó a su sobrina que se iría del país indeterminadamente.
Así empezó una nueva vida para Paula; compro el pent-house de un edificio e invito a Daniela a compartirlo; Dani se encargo de decorarlo, también la obligo a comprarse ropa, no fue cosa fácil para ella entrar en una tienda departamental, mucho menos decidirse a comprar alguna prenda, Daniela le escogía cosas muy bonitas, atrevidas, sexis, pero ella se rehusó con determinación a siquiera probarse algo así -esa ropa es para mujeres con cuerpo para lucirlo- pensaba, la imagen que le devolvía el espejo era la de una cuerpo flacucho, desprovisto de las curvas que caracterizan a las mujeres latinas, por más que Daniela le insistía en que tenia bonita figura y bonitas facciones, ella solo veía a una mujer falta de gracia alguna, sin chiste; así que se armo un guardarropa compuesto por pantalones y blusas clásicas, sandalias de piso sencillas que si bien le quitaban la imagen desaliñada, seguía sin ser propia para su edad, además de extremadamente aburrida, Daniela se aferro a que comprara maquillaje pero nunca lo usó, no sabía cómo, lo mismo sucedió con su cabello que fue moldeado con un corte moderno y salió del salón peinada divinamente, al día siguiente volvió a ser recogido en el mismo aseñorado chongo – no sé como peinarlo - respondía a los alegatos de Daniela.
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Esbozó una sonrisa al recodar aquellos momentos, se sentía feliz por primera vez en su vida, libre, acompañada por Daniela, por su tía que a la distancia le hacía sentir un cariño que en los años que vivieron juntas nunca experimentó.
Un día cualquiera pasó lo que Daniela le vaticinó, llego el amor a su vida tomándola sorpresivamente como un torbellino que la hacía girar, yendo de la dicha a la angustia, de ésta a la ansiedad y la desesperación, de la ilusión a la desazón… un día, conoció a Claudia.
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- Hoy si nos vamos de antro my love, ya basta de ser ratón de laboratorio tú y esclava del trabajo y la escuela yo.
- Todos los días te vas de antro Dani – expreso Paula con las narices metidas entre un pesado libro.
- ¿Te estás burlando de mí? – brincó hasta el sillón, arrebatándole el libro y cerrándolo de golpe.
- No Dani, pero tú sabes que no se me da eso de andar de antro.
- ¿Cómo sabes, si nunca has ido? – Paula la miró con cierto fastidio – anda no seas malita, además me gustaría que conocieras a mis amigas, no te sentirás intimidada my love, vamos a un bar les, no habrá ningún hombre que te haga sentir incomoda - si Daniela entendiera que la intimidaba prácticamente todo contacto humano-.
La cara de suplica, voz melosa e insistencia de su amiga terminaron por persuadirla; eso sí, no hubo poder humano que la convenciera de ponerse ninguno de los atuendos que Daniela le imploro que usara.
- Voy, pero ni de chiste voy a hacer el ridículo poniéndome eso.
- De veras que eres necia my love, ¿de dónde sacas que harás el ridículo?
- Porque yo no tengo tú cuerpo, ni tú cara, ni tú gracia para poder usar ropa como esa.
- No, tú tienes tú cuerpo, tú cara y tú gracia y eso no implica que no puedas usar estos vestidos.
- Dani sabes a que me refiero.
- Si, lo sé, pero no lo entiendo, ya no te discuto mas, se trata de pasársela bien.
El lugar era bastante agradable, no muy grande, equipado de una pequeña pista de baile rodeada de mesas con sillas distribuidas en la parte media del sitio y bordeando las paredes sillones a ras del suelo con una mesa al mismo nivel, el ambiente se prestaba lo mismo para la intimidad requerida por las parejas, que para los grupos de amigas o el ligue, Paula sintió como Daniela la tiraba de la mano hasta llegar a una de las mesas pegada a la pared en una esquina, ahí conoció a Martha, Leticia y Aura, en principio se sintió lógicamente intimidada, acostumbrada a sentirse un bicho raro, en medio de estas chicas todas guapas y extrovertidas se sentía aun mas fuera de lugar, pero poco a poco se fue relajando hasta sentirse más cómoda; pasada una media hora de platica alguien menciono a Claudia
- Será que sí viene – lanzo Leticia a modo de pregunta.
- Dijo que sí, pero con ella no se sabe, si por el camino se le atraviesa alguien… o llega tarde o de plano no viene, depende de la calidad del festín – respondió Aura.
- ¡A que están hablando de mí! – todas se volvieron en dirección a la chica que de improvisto se sentó junto a ellas con expresión divertida.
- Pensábamos que ya no venias “Clau” – asevero Daniela.
- Pues ya ven que sí – dijo al tiempo que se llevaba a los labios una de las bebidas sobre la mesa.
- Es que contigo nunca se sabe.
- Que exagerada eres Martha – su mirada se fijo en Paula con curiosidad y un toque de coquetería - ¿y tu quien eres? – la chica se quedo estática sin saber que responder, completamente nerviosa.
- Es Paula, mi hermana adoptiva, ya te había hablado de ella.
- Cierto Dani, pues mucho gusto Paula, soy Claudia – dijo poniéndose de pie y extendiéndole la mano, cuando Paula se la estrecho sintió un jalón y la chica le dio un breve beso en la mejilla, dio gracias a Dios por aquella semi penumbra que cubrió el enrojecimiento que seguramente se suscito en su cara.
- Hola mucho gusto – alcanzo a decir con voz apenas audible.
Nunca antes había sentido esa sensación de calor recorrer su cuerpo, ni la necesidad ansiosa de observar a alguien sobrepasando su timidez; embebida en la figura esbelta y bien definida de Claudia, en sus cejas pobladas perfectamente delineadas enmarcando una picara mirada marrón, perdida en la caricia que los largos cabellos castaños prodigaban a la piel desnuda de sus hombros, en esos momentos deseo poseer la habilidad de cambiar de materia y convertirse en la bebida que se llevaba a los labios. El resto del grupo se encontraba inmerso en la típica platica trivial de un grupo de amigas, pero Paula se sentía cada vez más extraña y totalmente incapaz de controlar sus sentidos, a pesar de advertir que Claudia era consciente de ser observada por ella, esto la incomodaba y ciertamente la intimidaba, pero a la vez le agradaba; Claudia sonreía divertida al notar la evidente atracción que le provocaba a esta chica, de pronto se levanto y tomándola de la mano la llevo con firmeza hacia la pista.
- No te asustes, solo vamos a bailar.
- Es que yo no sé bailar – reveló Paula con expresión angustiada, Claudia rio a carcajadas y solo paró cuando la vio a punto de salir corriendo, entonces la tomo de ambos brazos.
- Perdona, no me rio de ti, es que hace mucho no conocía a nadie tan trasparente – le sonrió con franqueza - bailar no es tan difícil, solo es cuestión de dejar que la música lleve tu cuerpo – dicho esto la pego a ella y empezaron a balancearse adquiriendo poco a poco el ritmo de la melodía que tenían de fondo.
Daniela miraba la escena sin saber a ciencia cierta si debía o no preocuparse por aquello, tenía muy clara la frivolidad y atractivo de Claudia y sabia de la sensibilidad de Paula, pero consideraba hasta ese momento que su amiga era heterosexual, no había visto algún indicio de lo contrario, claro que tampoco había visto nada que le indicara que le iban los hombres, en ese momento un sensación de temor se le alojo en el estomago y esta fue incrementada por el comentario de Aura.
- Claudia se pasa, en serio, mira nada más como esta esa niña, en minutos ya la tiene comiendo de su mano.
- En serio que si es mala onda, sobre todo porque no hay ni una mínima posibilidad de que la chava le guste, esta wey es demasiado exigente con las cuestiones del físico – agrego Martha.
- Recuerdo que nos mencionaste que tu amiga era “buga” – comento Leticia dirigiéndose a Daniela, quien solo se encogió de hombros; encontrándose sin respuestas y temiendo por la frágil integridad emocional de su amiga.
A partir de ese día ya no hubo necesidad de presionar a Paula para salir, siempre estaba dispuesta y en cada ocasión que se encontraba con Claudia se sentía flotar con las atenciones que ésta le prestaba, Daniela, por el contrario se sentía cada vez más preocupada, no sabía qué hacer o si debía hacer algo, ni siquiera se había atrevido a tocar el tema, consciente de la naturaleza insegura y débil de su amiga, de su falta de experiencia en cuestiones de amor; el miedo a lastimarla le impedían hacer algo.
Paula se estaba dejando llevar por la situación sin pensarlo mucho, hasta ese momento nunca se había cuestionado nada respecto a su sexualidad y de alguna forma seguía sin hacerlo, actuaba instintivamente, anhelando el momento de volverla a ver, de escuchar su voz, sin razonar nada.
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De pie, recargada en el ventanal miró como el monitor se oscureció por la falta de actividad, suspiró, se sentía una estúpida - soy una imbécil, no vi o no quise ver que en esos momentos las atenciones hacia mí eran las que le prodiga un amo a la mascota que le mueve la cola y le hace fiestas por todo y en eso me convertí, en un perrito faldero que aceptaba las caricias del amo que antes lo lastimó, dejé que entraras a mi vida Claudia, dejé que te convirtieras en mi vida, en mi razón de ser, me conforme con las migajas de tu tiempo, volviéndome esclava de tus caricias esporádicas, de momentos fugaces de intimidad – expresó con rabia impresa en su voz, deseando que escucharse le diera el valor; se sentó de nuevo frente al monitor agitando el mouse, echo la cabeza hacia atrás y volvió a hundirse en sus recuerdos, el dolor en su interior se hizo más agudo al venir a su mente aquel momento.
Pasaron meses desde el día que el camino de Paula se cruzo con el amor, meses de vivir en un sube y baja constante, las primeras ocasiones que se vieron todo fue ilusión y anhelo alimentados constantemente por Claudia que la miraba haciéndola sentir en las nubes, le prodigaba caricias efímeras en principio que se intensificaron gradualmente, la primera vez que la beso fue durante un momento de despedida, fue un beso fugaz, después de éste Claudia actuó con naturalidad y se marcho, por el contrario, para Paula significo soñar despierta por varios días, después de éste siguieron otros tantos cada vez más profundos, eso sí, siempre en la oscuridad, ocultas a la vista de las demás, era como si estuviera implícito que aquello era solo entre ellas dos; un acto secreto.
Aquel día Daniela había conocido a una chica y se la paso toda la noche con ella, casi al final se acerco para despedirse y avisarle a Paula con expresión alegre y picara que llegaría tarde o quizás no llegaría, momentos después se encontraban todas afuera del bar despidiéndose, Paula subió a su auto y estaba punto de encenderlo cuando tocaron en la ventanilla.
- ¿Me invitas a tomar algo en tu casa? – le dijo sonriente Claudia.
- Si claro ¿nos vemos allá o te vienes conmigo?
- Te veo allá ¿va?
- Okey.
Paula manejó ansiosa, sería la primera vez que estarían por completo a solas, estaciono casi a la par de Claudia, una vez abordaron el elevador, ésta se apodero de sus labios, se fundieron en un beso húmedo, caliente, entraron al departamento dando tumbos, Paula la llevo hasta su alcoba y con avidez la despojo de ropa, sin experiencia alguna, por puro instinto, la beso de la cabeza a los pies, lamio, chupo, olfateo, mordió, probo cada espacio y cada pliegue, en un acto de adoración llevo el cuerpo de Claudia a un estallido de placer y en la penumbra de su habitación se entrego entera a las caricias y al goce que le proporcionaban esas manos, esa boca, esos dedos que añoró desde el primer momento que la vio, sintió un dolor momentáneo en su interior y un liquido espeso y caliente recorrer sus labios vaginales deslizándose entre las ingles, escuchó la respiración entrecortada de Claudia, creyó oírla suspirar antes de desplomarse entre sus piernas y brazos, pasados unos minutos de silencio, repentinamente le dio un beso carente de cualquier sentimiento o pasión y procedió a levantarse buscando sus ropas.
- ¿Te vas? – más que a pregunta la voz de Paula sonaba a desasosiego.
- Si, ya es muy tarde- respondió mientras se vestía con premura - además puede que llegue Daniela, nos llamamos o nos vemos, ¿okey? Bye.
Paula no dijo nada mas, la invadió un intenso sentimiento de desolación desde el momento en que Claudia cruzo el umbral de la puerta de su recamara rumbo a la salida, en cuanto escuchó el sonido de la puerta principal empezó a llorar, esa fue la primera vez que estuvo con alguien y también fue la primera de muchas veces que lloraría a causa de ese alguien.
Daniela por fin se decidió a abordar el tema con Paula, la quería demasiado como para dejar que el temor a molestarla o hacerla sentir mal le ganara al miedo de que saliera lastimada, percibió que quizá era demasiado tarde y que ya no había marcha atrás cuando se encontró con huellas de la presencia de Claudia en más de una ocasión en el departamento, notó también los altibajos emocionales de su amiga, se sintió profundamente culpable de no haber hecho algo antes, rogo al cielo que todavía estuviera a tiempo de detener lo que se avecinaba, aun cuando en el fondo estaba segura de que no había ya nada que hacer, solo esperar y ver de qué manera recogía los pedazos de su amiga para volverlos a juntar. Por un momento pensó en hablar con Claudia primero, pero desistió casi de inmediato temiendo que esto derivara en un acto de crueldad mayor en contra de Paula, no es que Claudia fuera mala persona, pero si era inconsciente y egoísta sumando a esto una muy buena dosis de vanidad y narcisismo; se bebió de golpe una copa de vino tinto y se encamino decidida a la habitación de Paula.
- Hola my love ¿estás ocupada?
- No Dani, pasa ¿sucede algo?
- Creo que si my love, pero estoy esperando a que me lo cuentes- le acaricio la mejilla.
- Yo…
- No es que tengas obligación de compartirlo todo conmigo nena, pero esto que está pasando no lo puedes cargar tu solita.
- No sé qué decirte.
- ¿Te enamoraste? – vio la respuesta en la expresión de su cara sin necesidad de escuchar una afirmación y suspiró- me temo que vas a salir herida my love.
- Dani yo siempre pensé que nadie se fijaría en mí… Que alguien como ella lo haya hecho… es que ¡Dios! desde que la vi me paso algo más allá del entendimiento, fue, fue… No sé explicarlo… y se fijo en mí, eso me parece increíble, alguien como ella.
- Paula deja de menospreciarte tanto, tú vales muchísimo, eres un ser humano bellísimo, inteligente, culta…
- Y fea… - la interrumpió.
- ¡No eres fea! – exclamo exaltada – se que durante muchos años viviste reprimida, sin darte cuenta de tu valía, pero ya es momento que empieces a verte y quererte.
- Nunca me cansare de agradecer el tenerte en mi vida Dani, el contar con tu cariño.
- Si my love yo te quiero mucho, por eso mismo necesito que hablemos de lo que sea que tengas con Claudia.
- En realidad no sé si tenemos algo, la única certeza es que necesito de los momentos que tengo con ella.
- Eso es exactamente lo que me temía; mira nena, Claudia es el ser más superficial que existe sobre el planeta, es divertida, guapa, buena onda, pero es muy egoísta, frívola y vanidosa, le gusta sentirse adorada, le gusta exhibirse con chavas guapísimas – al escuchar estas últimas palabras sintió un ardor en sus entrañas, claro por eso con ella todo era oculto, furtivo, en la oscuridad – necesita constantemente alimentar su vanidad, su ego; en realidad no sé a ciencia cierta porque pasó esto con… - calló mordiéndose los labios.
- ¿Por qué está conmigo?, eso es lo que no te atreves a decir Dani… no te angusties, yo tampoco lo entiendo.
- … llenó de aire sus pulmones antes de continuar – no es porque seas fea como tú piensas, es porque no eres precisamente el tipo de mujer con quien Claudia suele estar.
- Lo sé, y no sé cuanto durara, pero quiero continuar…
- Okey cariño… - dijo con resignación - pero hagamos un trato, no cargues sola con eso, prométeme que siempre que lo necesites acudirás a mí para llorar, para que te abrace, my love, tú eres mi única familia.
- Okey Dani, venga el primer abrazo… lo necesito.
A este abrazo de consuelo le siguieron tantos, fueron tantas las lágrimas, muchas veces tuvo que tragarse el dolor de ver a Claudia exhibirse con mujeres, verla comiéndose a besos, soportar la ausencia de caricias y contacto por semanas, para luego recibirla como si nada hubiera pasado, ávida y deseosa de ella, sin pedir explicaciones. Han pasado tres años de altibajos y perdidas, no puede decir que perdió su orgullo o su amor propio, ya que estos nunca los tuvo, pero si perdió la paz, la tranquilidad emocional, perdió la consciencia, pero nada importaba, los minutos o segundos, las partículas de tiempo que le regalaba eran suficientes para Paula; la confortaba la idea de que al final a si fuera a momentos y en las sombras ella era la única constante en la vida de Claudia, quien de vez en cuando alimentaba con trozos de esperanzas y con frases compuestas su ilusión, frases que para cualquiera sonarían falsas, pero no para ella, atrapada por sus anhelos era sorda y ciega.
Pero la utopía suele desvanecerse más tarde o más temprano y a ella la verdad se le develo azotándola con ferocidad, de golpe y sin preámbulos.
Una tarde al regresar del trabajo la esperaban Daniela, Leticia y Aura en su departamento, el verlas ahí la puso en alerta.
-Hola, espero que no te moleste que invadiéramos así tú espacio – la voz de Aura sonó alterada, a pesar del intento de disimularlo.
- ¿Tenían mucho esperándome?
- No my love, no mucho, ya te conocemos, eres adicta al trabajo – hizo una mueca que intentó ser una sonrisa.
- Decidimos auto invitarnos a tu casa – agrego Leticia.
- Me agrada mucho encontrarlas aquí
-¿Qué te sirvo my love? – pregunto Daniela.
- ¿Qué están tomando?
-Hay tinto, chardonay, sky blue...
- Sky blue esta bien.
Cinco años habían pasado desde que conoció a Daniela, un poco menos de cuatro desde que se relaciono con todas las demás, conformaban un grupo bastante unido, claro está que el vinculo que se creó con Dani no se le puede comparar al resto, aun así las conocía lo suficiente como para tener claro que ésta visita tenía otro objetivo que una simple reunión, todas lucían una expresión extraña y su lenguaje corporal denotaba inquietud; pasaron un rato hablando nimiedades pero la tensión en el ambiente se incremento cada minuto .
-Chicas creo que saben que estoy consciente de que ustedes no están aquí solo para reunirnos, ¿díganme que sucede?
Daniela miró a la nada mordiéndose los labios, Leticia bebió el contenido de su copa con avidez, solo Aura la miro con firmeza y carraspeo antes de hablar, el sonido de su voz no expresaba la misma determinación que su mirada.
- Pau, esta tarde… - se revolvió inquieta en el sillón cambiando de posición- “Clau” nos cito a todas a comer esta tarde, bueno a decir verdad yo me entere de que Martha, Leti y Dani fueron convocadas ya estando ahí, solo Martha no llegó – agrego sin venir mucho a cuento con lo que en verdad tenía que decir - el caso es que la comida era para darnos la noticia de que desde hace varios meses está saliendo formalmente con una chica – el corazón de Paula comenzo a latir con fuerza y le empezó a faltar el aire.
- Cariño – interrumpió Leticia- hace rato que sabemos lo de ustedes, la verdad no quisimos inmiscuirnos por no hacerte sentir mal, pero ahora mismo no quedó más remedio.
- P…pero – susurró – eso no es una gran novedad… es lo normal en ella – buscó justificarla con desesperación.
- Amiga, creo que esto es diferente, nunca antes nos había hablado de una chica como su pareja, está muy entusiasmada con ella – manifestó Leticia.
- Lo siento my love, lo de esta chica parece que va en serio, han decidido vivir juntas.
- ¿Por qué las citó a ustedes y a mí no? – todas la miraban sin atreverse a pronunciar palabra por varios segundos, hasta que Daniela por fin lo hizo.
- No te va a decir nada Paula, sabía que nosotros lo haríamos… my love Claudia le quiere dar la vuelta a lo de ustedes.
Pasaron minutos eternos en un silencio sepulcral, todas con las miradas perdidas a ningún lado, Paula sintió que algo dentro de ella se desplomaba de golpe pero fue incapaz de llorar esta vez, se quedo como autómata, sin expresión, en un murmullo les agradeció a todas y les pidió que por favor la dejaran sola, antes de decidirse a marcharse se miraron unas a otras buscando aprobación entre ellas para hacerlo, una a una se pararon y le besaron despidiéndose, expresándole su empatía y cariño.
No supo cuánto tiempo paso en el mismo sitio y posición, fueron horas seguramente, tampoco se enteró de en qué momento o como perdió la conciencia de sí misma, solo tuvo conocimiento de que había pasado días ahogada en fiebre cuando abrió los ojos en su cama y miró la expresión extenuada y preocupada de Daniela.
- Dani…
- Tranquila my love – susurro retirándole un mechón de cabello que caía sobre su frente.
- Despertó por fin – escucho una voz que apenas alcanzo a ubicar en su memoria, pero la imagen que le devolvían sus ojos de la dueña de ésta no correspondía a quien ella recordaba, enfoco bien su mirada forzándose a reconocer esas facciones.
- ¿Tía?
- Si Paula, soy yo, que susto nos has dado.
- ¿Qué me paso?
- Tuviste una crisis nerviosa hija.
Los ojos que le pesaban como si fueran lozas terminaron por cerrarse y volvió a dormirse, unas horas más tarde su tía la despertó, ayudándola a acomodarse le coloco una charola con un plato de frutas y un jugo.
- Tienes que comer Paula – expreso ante el ademan de negación que hizo con la cabeza- aunque sea un poco, vamos.
- Tía… estas tan linda… te ves tan diferente.
- Verdad que si – le guiño un ojo.
- ¿Qué hiciste? ¿dónde has estado?
- Aprendí a ser feliz hija, me di el gusto de vivir una fantasía que me llevo a esta nueva realidad, a ser quien soy ahora y estuve en muchas partes; pero ahora quiero que hablemos de ti; se que fueron muchos años de sufrimiento a mi lado sobrina, nada más lejano que el concepto de amor de familia para ti, pero te quiero, eres hija de mi única hermana, del único ser que me mostro cariño y comprensión en esa familia en la que por infortunio nos toco nacer a ambas, para mi desgracia cuando llegaste a mi vida yo estaba llena de odio y amargura y le falle a tu madre. Cuando Dios me liberó de mis cadenas no sabía a ciencia cierta qué hacer, hacia donde dirigirme, pero me sentía libre y feliz, así que emprendí un viaje sin rumbo y en ese camino se me apareció un milagro y me redescubrí.
Paula, no voy a excusar mi conducta contigo durante todos los años que pasamos junto a mi madre, pero te contare mi historia y quizá eso te anime a compartir la tuya conmigo.
Paula escucho cada palabra de su tía y le dolió, entendió muchas cosas, sintió compasión por ella y la acompaño en su llanto; siendo muy joven Consuelo se enamoró y fue correspondida a ese sentimiento, era un amor prohibido, que a la vista de todo mundo, sobre todo en aquellos tiempos, era una aberración, duramente juzgado aun ahora, considerado antinatural, sucio, así que irreflexivamente lo ocultaron, solo Elisa la madre de Paula se enteró y fue cómplice de aquel sentimiento, por desgracia el amor suele inyectar audacia y hace perder la noción de las circunstancias, en su necesidad de amarse descuidaron la discreción necesaria para mantenerse a salvo de la incomprensión, al ser descubiertas; sí, se trataba de otra chica, las separaron, su tía fue llevada por su abuelo a una institución psiquiátrica en donde paso años hasta que minaron por completo su carácter y poco a poco se convirtió en el ser triste, amargo y falto de voluntad que fue hasta la muerte de su madre, quien hasta el fin de sus días la torturo con el recuerdo del amor que perdió y jamás recuperó.
- Ahora necesito que me dejes ayudarte hija, confía en mí, dime que es lo que te pasa, ¿qué te llevo al estado en que te encontré?
- Es tan difícil tía, me siento una basura.
- Si alguien te puede comprender soy yo.
Y confió, necesitaba hablarlo, desahogarse, plenamente segura de que nada ni nadie podría hacer nada para ayudarla, pero necesitada de un poco de comprensión, su tía la abrazo con ternura y la miro indulgentemente.
- Tu problema no es esa chica, tu problema está aquí – posó su mano sobre su esternón- dentro de ti, creo que te puedo ayudar, conozco a alguien que te puede ayudar.
Entonces le habló de la especialista .
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Releyó una vez mas cada palabra del archivo – es importante que seas sincera y explicita al exponer tu caso, de eso depende que lo tome o no – le dijo su tía, no le dio más detalles, solo le aseguró que en ella había obrado un milagro. Tomó el mouse con determinación, adjunto el archivo y pulso enviar.