La espada de la rosa (6)

Es cuando los sentimientos se desatan cuando todo empieza a ir bien.

Me volví a despertar. Miré una vez más el reloj de mi mesilla y aún marcaba las siete menos cinco. Después de la propuesta de Marcus de que me fuera de su casa no había logrado dormir en toda la noche. Un par de semanas antes no lo habría dudado y me habría marchado. Encendí la lamparilla y me puse a leer una vez más "La espada de la rosa":

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Me levanté de la cama. No me podía concentrar en la lectura. Fui al baño a mear y lavarme un poco la cara. En el espejo aprecié mis ojeras. Tenía las llaves de mi libertad para irme de esa casa y sin embargo… algo me retenía: esos ojos bellos, que reflejaban una gran tristeza. No podía olvidarme de esos ojos. Fui hacia el salón a ver la televisión para ver si me relajaba y podía poner mi mente en claro, pero me encontré con que Marcus estaba despierto, de pie ante la ventana vestido tan sólo con un pantalón viendo como los primeros rayos de sol cubrían el cielo sobre la ciudad. Algo me dijo que él tampoco había podido dormir. Sin darse la vuelta oí su voz.

¿Estás preparado ya?

Este… yo….

Si no lo estás date prisa, quiero volver a casa para la hora de comer y el orfanato no está cerca.- me dolió la dureza con que me lo dijo.

¿Realmente quieres que me vaya?

No es eso lo importante. Lo importante es qué quieres tú.

Quise decirle que tan sólo quería que me mirara y que me abrazara. Decirle que no estuviera triste, que ya todo ha pasado, que estoy con él… pero no es eso lo que salió de mi boca.

No me voy.- sus ojos me miraron y pareció sorprendido.

¿No?

No, no me voy.

¿Por qué? ¿Por qué ahora que puedes irte no lo haces?

Porque… yo… eh….- noté que me ponía rojo.- por Christian. Él es el mejor amigo que he tenido en mucho tiempo y sé que si me voy no volveré a verle. Por eso me quedo, aunque signifique tener que aguantarte a ti.

Comprendo. Está bien. Bueno, yo me voy a la empresa. Tengo que hacer unas cosas.- supe que mentía, que no tenía nada que hacer en la oficina, pero mis palabras le habían dolido y no quería quedarse en casa conmigo.

Pasé la mañana sólo en casa. No había ningún desayuno esperándome en la cocina, ninguna nota de Marcus. Sentí su ausencia y cada minuto que pasaba sin que él estuviera cerca de mi se me hacía más pesado. No pude evitar colarme una vez más en su habitación y acostarme en su cama. Me gustó la sensación, olía a él. Quise quedarme ahí para siempre. Eso me relajó y me quedé dormido. Me desperté, miré el reloj. ¡Era la una y cuarto del medio día! Sin duda Marcus ya estaba en casa y seguramente me había visto acostado en su cama, pero eso me daba igual. Salí de la habitación corriendo a buscarle. No estaba en la cocina, ni en el estudio, ni en el baño… simplemente no estaba. Cuando llegué al salón me fijé en que había un mensaje en el contestador del teléfono. Era de Marcus. Decía que comería fuera y que me preparase yo algo. Sentí en el alma oír que no comería conmigo. Que ese día no íbamos a discutir, que no se me quedaría mirando mientras comíamos… noté el profundo dolor que le había hecho y noté que se iba. Me sentí muy culpable y sucio. Él era como el protagonista del libro. El mundo le había dado la espalda. Su prometida se la había dado con otro antes de casarse y se llevó a su hijo, su familia le dio la espalda, y yo, su hijo adoptivo no hacía más que decirle que era un desgraciado y que estaba amargado y que jamás nadie le iba a querer. Pero era mentira, porque yo sí le quería. Le quería mucho.

Comí algo, sin mucho apetito y me fui al salón a esperar a que Marcus llegase. Por fin, a las tres de la tarde oí la puerta. Marcus entró pero no me dedicó mayor atención que un simple "hola". Entonces por primera vez me acerqué a él y le dije:

Oye… ¿esta tarde iremos al Club? Eh… tengo ganas de echar un tenis.

Tranquilo, le he dicho a Fernando, el padre de Christian, que pasen a buscarte a las cinco.

¿Es que tú no vienes?

No. Ahora déjame, voy a echarme la siesta.

Y tras esta corta conversación en la que ni me miró se fue directo a su habitación dejando la puerta entreabierta. Me quedé con la boca abierta pues nunca lo había visto así. Esta vez si parecía un padre. El típico padre que llega después de una larga jornada de trabajo completamente cansado y no te dedica tiempo. Pero Marcus no era ese tipo de padre. Él siempre había tenido tiempo para mí, aunque yo no le había dejado acercarse. Sabía que estaba dolido y quería hacer algo por corresponderle. Pensé que no estaría de más hablar con él y charlar un rato, así que fui a su habitación y abrí un poco la puerta. Miré dentro y vi que Marcus estaba dormido sobre la cama. Me quedé muy cortado porque sólo llevaba unos boxers blancos ajustados de Calvin Klein que dejaban poco a la imaginación. Un enorme bulto se ocultaba bajo la blanca tela, en estado de reposo. Mire su pecho, fuerte y con poco pelo. Su respiración era suave y tranquila y me pregunté en que estaría soñando. No quise interrumpirlo, además me daba mucho corte verlo medio desnudo o que él me viese a mi.

A las cinco Marcus aún no se había levantado cuando Chris y su padre vinieron a buscarme. Me fui con ellos pero no disfruté mucho del día. Chris me preguntó varias veces qué me pasaba y le dije que nada. Me preguntó que tal estaba Marcus, pues éste le había dicho a su padre que estaba un poco malo del estómago y que por eso no iba a salir. Pero Chris me miró y con su especial habilidad para adivinar los sentimientos me dijo:

Estáis peleados, ¿verdad?.- lo miré pero no le oculté la verdad. Ya estaba harto de ocultar siempre lo que siento.

Sí… esta vez me he pasado.

Bueno. No te preocupes. Marcus babea por ti desde que te adoptó. Ten en cuenta que eres muy importante para él. Lleva mucho tiempo dolido por lo que le ocurrió y ahora te ha encontrado a ti. Tú eres su ilusión. Él no podía adoptar a un niño pequeño porque no sabría que hacer con él sin una madre, pero tu eres especial. Él puede hablar contigo y tú puedes contar con él. Él ve en ti algo más que un chico de catorce años. Eres su esperanza de no estar más tiempo sólo. Él esperaba encontrar en ti el afecto y el cariño que nadie le da y darte todo el que a él le sobra.

Yo… no sabía que era así. No se que hacer, la verdad es que nunca he sido muy importante para nadie.

Pues ahora lo eres, y sé que tú a él también lo quieres mucho. En el fondo sois muy parecidos.- Chris no se imaginaba cuanto.

Tienes razón. Esta noche hablaré con él y le diré lo que siento.

Eso me parece bien.

Ya estaba harto de no ser sincero conmigo mismo. Ya estaba cansado de ocultarme a mí mismo y a los demás lo que siento. Demostrar afecto y dependencia de alguien no significa que sea débil. Al contrario, eso me haría más fuerte. Ya no iba a mentir más, porque no quería estar solo.

Cuando llegué a casa encontré a Marcus en el sofá viendo la tele. Eran las nueve y media y me extrañó verlo bebiendo whisky. Me dio miedo que hubiera llegado al punto de estar alcoholizándose. Intente ser lo más amable posible:

¡Hola! ¿qué tal la siesta?- no contestó.- Eh… ¿cenamos?

No, yo ya he cenado. Tienes algo de comida en la cocina. Puedes coger lo que quieras.- me dijo dedicándome una de sus tristes sonrisas.

Está bien.

Cené lo más poco y recogí lo más rápido que pude porqué sólo quería ir al salón a sentarme junto a él. Así lo hice. Él me hizo un hueco en el sofá y me puse a su lado. Aún tenía el vaso de whisky en la mano.

¿Qué ves?

La tele. Quizás ahí tengas algo que sí te interese.- recibí la indirecta alto y claro.

Ehhh… no, no me apetece ver nada. ¿Por qué no hablamos?

No tenga nada que hablar contigo.- eso me dolió.

¿Qué?

Me he dado cuenta de que realmente no me interesas. Tú estás aquí por Chris y nada más. Pensé que podríamos llevarnos bien cuando te adopté, que seríamos amigos, pero ahora me doy cuenta de que no quiero ser nada más que el que te mantiene. Puedes vivir en esta casa y puedes pedirme lo que necesites, pero déjame tranquilo.- sabía que me decía todo eso porque le había hecho daño, pero a mí aún me quedaba mucho por madurar, así que no pude evitar decirle.- Está bien. He intentado ser amable contigo pero me da lo mismo. Ya te dije que no te necesito. Estás sólo y yo no voy a ser el que te haga compañía. Eres un borde y un desagradable.- mira quién habla.- y es normal que te hayan abandonado por otro. Quédate en tu soledad.

Marcus reaccionó ante mis hirientes palabras. Levantó la mirada al frente y noté que el brillo en sus pupilas temblaba. Pero no dijo nada. Nunca decía nada. Siempre se quedaba callado.

¡Maldita sea! ¿Quieres decir algo de una vez? ¿Es que nunca me vas a gritar, a pegar, a decirme que me odias por decirte todo esto? ¿Es que nunca vas a reaccionar?

No.- dijo mirándome con otra de sus sonrisas.- No está bien. Ese no es mi estilo. Estoy sólo y lo acepto. Es cosa del destino.- Y dicho esto pego otro trago al vaso de whisky.

Vete a la mierda.

Y me fui corriendo a mi habitación dejándolo ahí bebiendo. Estaba furioso. No comprendía porque no podía hablar conmigo. Si realmente quería mi cariño y mi afecto que se abriera un poco, ¿no? Así no podía hacer mucho. ¡Ni siquiera me hablaba!. Estuve en mi habitación metido. No podía leer, ni ver la tele, ni usar el ordenador… sólo podía pensar en él, él y él. Él que era un estúpido y un cobarde que no se atrevía a contarme lo que le pasa. Yo había aceptado que quería quedarme con él y se lo quería decir. Pero el no tenía valor para luchar contra eso que él llama "su destino". Pero si él no luchaba, yo si lo iba a hacer. No me iba a dejar vencer por un destino que me impongan, mi destino me lo iba a hacer yo. A las doce de la noche noté que él se retiraba a su habitación. No sabía si debía ir. Quizás era mejor dejarlo para el día siguiente… sí, era lo mejor. Pero al rato oí unos sonidos que venían de su habitación y no se porqué pensaba que estaba llorando. Me pareció lógico, pues el alcohol suele provocar esas cosas (según veía yo en la tele). Decidí que era el momento y que no lo iba a dejar pasar. Iba a ir a su habitación y me iba a abrir, pero esta vez de verdad.

Salí de mi cuarto y vi la puerta de su habitación cerrada. Seguí oyendo ruidos pero… ¿eran sollozos? Abría la puerta lentamente pero con decisión y vi a Marcus tirado en la cama, viendo la tele desnudo y con su polla en la mano. ¡Se la estaba meneando! Por lo visto, los efectos del alcohol eran otros a los que yo pensaba. Me miró. Cogió el mando de la tele, quitó el sonido a la peli porno que tenía puesta y volvió a mirarme como sin importarle que le hubiera pillado tocándose. Yo estaba algo cortado pero iba directo y me dio lo mismo lo ridículo de la situación. Sin embargo, no sabía muy bien como empezar y sólo se me ocurrió preguntar:

¿Qué haces?.- el me dedicó media sonrisa y me dijo:

Lo que un hombre tiene que hacer cuando está sólo.- pillé la ironía del comentario.

Ehhh… ya.- me dio lo mismo que estuviera desnudo y que se la estuviera pelando con una peli porno. Ya no sentía vergüenza. Sentía una extrema confianza que no sabía de donde había salido. Tan sólo quería hablar con él.- ¿De verás te sientes sólo?

Tú mismo lo dijiste, ¿no? Y tenías razón, estoy sólo y no te puedo culpar de caerte mal.- se ve que él tampoco estaba muy cohibido por estar así.

Yo… lo siento muchísimo. No sentía lo que decía.- y noté que mis ojos empezaban a humedecerse.- Yo no quería decirte eso. No quería hacerte daño.

Tranquilo, ya da igual.

¡No! ¡No da igual! No me gusta que estés así, no me gusta que siempre tengas esa tristeza en los ojos. No quiero que seas infeliz. Quiero hacerte sonreír de verdad. Yo te quiero. No quería aceptarlo al principio, pero quiero hacerte feliz. Quiero que seas mi padre y que me acojas, y quiero que me abraces. Quiero dejar que me des tu cariño. Quiero que entres en mi…-no podía parar de decir eso mientras lloraba. No me daba cuenta de los segundos significados que podían tomar mis palabras porque lo decía de corazón.

Iván…- se incorporó un poco y con una mano apartó las lagrimas de mi cara.- no llores, no quiero verte llorar.

Marcus – esa fue la primera y la última vez que le llamé por su nombre- te quiero- le dije acercándome a él. Marcus estaba lago cortado porque me acercaba demasiado, pero me dio igual. Le vi ahí, desnudo ante mi. Fuerte y hermoso. Noté como su corazón se aceleraba, al igual que el mío. Sentí que no podía dejar de acercarme a él, quería demostrarle que nunca más me iba a alejar de él. Sólo quería estar a su lado. Puse mis manos en su cintura y el suspiró. Bajé mi mano hasta su paquete que caía dormido hacía un lado y le dije: no estás solo. Ya no estás solo.

Marcus me miró algo asustado por lo que estaba apunto de hacer, pero note que el brillo en sus ojos volví a aparecer. Por un momento le había traído la ilusión, como Chris me había dicho. Mis palabras le habían hecho feliz. Quería abrazarle muy fuerte. Hacerle sentir bien, y sólo se me ocurría una manera en esa situación. Agarré su rabo con suavidad con una mano y empecé a masturbarlo como veía que estaba haciendo una chica rubia a un negro en la película que tenía delante sin sonido. Marcus me miraba sin saber que hacer pero pronto empezó a suspirar y echó la cabeza hacia atrás resignado a lo que yo le pudiera hacer. Noté como su corazón se aceleraba y su pene crecía y se endurecía entre mis manos. Era una situación nueva y extraña, pero ya no tenía vergüenza. Nos estábamos conociendo. Estábamos siendo sinceros y yo me sentía el chico más feliz del mundo. Paré de hacerlo y levantándome me acerqué a él y busqué su boca. Nuestros labios e juntaron lenta y dulcemente hasta que un torrente de pasión terminó de invadir a Marcus y comenzó a besarme con intensidad, mientras nuestras lenguas luchaba en una danza de amor. Él me hizo levantar los brazos mientras nos besábamos y me quitó la camiseta.. Después, sentado sobre él levante mis piernas y me quitó los pantalones. Yo llevaba debajo unos slips blancos también de Calvin Klein, pero no me hizo quitármelos. Ahora libre de casi toda mi ropa me tumbé sobre él y seguimos besándonos. Pude notar como su miembro se había vuelto duro y feroz y latía bajo el mío que también estaba en pie de guerra. Empezó a besarme y morderme el cuello como quien bebe en un oasis en el desierto después de muchos días sin agua. Lo vi normal, pues según lo que sabía llevaba ya tres años sin estar con mujer alguna. Yo no era una mujer, pero si me tenía que comportar como tal para hacerle feliz que así sea. Miré la peli en la televisión y vi como la rubia le mamaba el pene al negro y a este parecía gustarle. Yo no iba a ser menos y apartándome de él bajé mi cabeza hasta su pene y me lo introduje en la boca con torpeza. Él se volvió a recostar mientras apoyaba sus manos en mi cabeza y me ayudaba a controlar el ritmo. Yo apenas me podía introducir toda en la boca pero me daba igual. Tragué todo lo que pude y jugué con mi lengua donde notaba que más gusto le daba. No sabía mal. Sabía a Marcus y eso a mi me daba mucho placer. Notaba que bajo mi calzoncillo mi cola luchaba por salir. Llegó un momento en que noté sus pelos púbicos en mi nariz y supe que me había tragado su polla hasta la garganta. El gemía de placer más y más. Yo no paraba y jugaba acariciando sus bolas. Pero entonces me hizo sacármela. Yo no sabía por qué y tuve miedo a que me dijera que me fuese de su habitación y de su casa. Pero no hizo nada de eso. Apagó la televisión y se tumbo encima mía. Yo estaba abierto de piernas con su pene babeante sobre mis slips, y mientras me besaba notaba todo su cuerpo fuerte y robusto intentando fundirse con el mío.

Quiero hacerte el amor mi niño, y quiero que sea especial. No quiero que imites a las putas de las pelis porno. Esta noche vas a aprender de mi mano.

Dicho esto se levantó y se fue a la cocina. Volvió con un vaso de aceite aunque yo no sabía muy bien para que era eso. Se tumbó en la cama y me dijo:

Ven.

Me acerqué a él.

¿Confías en mi?

Más que en nadie,- le dije.

Pues entonces no tengas miedo. Te va a gustar. Te lo voy a hacer con mucho cariño y vas a sentir todo mi amor dentro de ti.

No sabía muy bien a qué se refería pero la idea de sentir su amor en mi me gustó. Me hizo tumbarme sobre él en pose de sesenta y nueve. Noté como apartaba mi calzoncillo hacia un lado. No sabía lo que iba a hacer pero me daba igual. Yo veía su polla ante mí pidiéndome que la besara. Me la comí de nuevo hasta el fondo. Chupaba sus bolas mientras notaba que Marcus me acariciaba el culo. Eso me gustaba y gemí un poco. Esa fue la señal para Marcus y entonces note como algo que resbalaba entraba en mi ser por mi pequeño agujero. El dedo de Marcus me pilló por sorpresa y me quejé.

Chssss, tranquilo. No te voy a hacer daño. Relájate y disfruta.

Confiaba en él e hice lo que me decía. Me relaje y noté como su dedo entraba en mi hasta el fondo y comenzaba a masajear mi interior y hacer círculos. Me empezó a gustar a sensación y para completarla seguí comiéndole el falo. A su dedo le siguió otro y otro más y yo sentía que me iba de este mundo. No sabía donde estaba ni quien era yo. Sólo sabía que alguien a quien quería mucho me estaba dando un placer muy grande y no quería que parase. Pero entonces, paró. Volví a la realidad.

Marcus, ¿ Qué ocurre? Me gustaba.

Pues ahora te va a gustar más.

¿Qué? Jajaja, ¿es que se puede?

Jaja, claro que se puede. Ven, quítate los calzoncillos.- yo obediente me los quité y me tumbé otra vez sobre él. Nuestras bocas se juntaron. Notaba su polla acariciando la entrada de mi culo y me gustó.

¿Te está gustando?

Sí, mucho.

¿De veras?

Claro que sí, eres el mejor.

Luego me lo repites. ¿Quieres que te haga mío?- no sabía muy bien que quería decir pero al instante supe que sí.

Sí, quiero ser tuyo y que no me dejes nunca.

Nunca lo haré.

Y dicho esto me beso con toda su pasión y noté como me agarraba el culo. Una vez más, en esa posición en la que él estaba sentado en la cama y apoyado contra la pared y yo sentado encima de sus piernas introdujo sus dedos de una mano y yo empecé a suspirar y gemir de placer. Pero el tapó mi boca con su otra mano y muy suavemente me dijo:

Tranquilo, ahora viene lo bueno.

Con mi agujerito bien abierto se agarro la polla, grande y gorda y la puso en la entrada. Con la otra mano bajo mi cintura y obviamente comprendí que quería que me la metiese. Con el gusto que me daban sus dedos esto no podía ser malo así que fui bajando y noté su punta cálida en mi entrada. Puede que fuese una guarrada pero en ese momento me pareció algo muy bello y puro lo que estábamos haciendo. Noté como se abría paso en mi ano lubricado en aceite pero a mi me dolía. El me dijo que parase para que mi hueco se acostumbrase a su miembro pero a mi no me dio la gana. Hasta que no me la metí toda no descansé. Cuando noté que su pelo púbico me hacía cosquillas en las nalgas suspiré con lágrimas por el dolor y le besé. Notaba su falo palpitar en mi interior y a pesar del dolor no quería que saliese. Nos besábamos mientras mi interior se hacía a su tamaño. El me acariciaba la espalda para relajarme. Nuestras bocas se separaron y nos miramos me acarició dulcemente la mejilla y me sonrió. Yo ya no notaba tanto dolor así que me despegué un poco de el y con las manos apoyadas en sus hombros me ayudé a subir. Notaba como él salía de mi y era una sensación extraña. Bajé de nuevo y el suspiró. Dolía, pero no tanto. De nuevo me eleve y me noté vacío. Baje y gemimos los dos. Empecé a subir y a bajar y ya no dolía. Sólo había placer.

Te mentí… ahhhhh…. Sí…. Sí que te necesito…. Ahhhhh…. Necesito sentirte y que estés en mí….

Sin contestarme se abalanzó sobre mí y me besó la oreja izquierda. Me la chupaba y mordía. Jugaba con mi piercing con su lengua mientras yo lo hacía con su polla en mi culo. No podía parar de subir y bajar. A ritmo lento. A ritmo rápido. El gemía de placer y empezó a subir y bajar conmigo. Me gustó mucho desatar la fiera que tenía dentro. Ese fuego guerrero que le impulsaba a conseguir lo que quería. Por una vez me mostraba lo que sentía.

Ahora voy a ser yo quien controle la situación. Necesito que te separes un momento.

Noooooo, porfaaaaa no me dejes.

Chssssss, voy a seguir dándotela pero ahora de otra manera.

Me colocó en posición perrito y aunque sólo fueron unos instantes mi culo suspiraba por su amor. Se colocó detrás mías y me agarró por los hombros. Me la dejó ir de una y yo gemí.

Ahora eres mío y yo soy tuyo.

Síiiii…. Ahhhh…. Soy todo tuyo…. Y como te dije, tu eres el mejor.

Él seguía profanando mi culo virgen con furia y fuerza, pero siempre con amor. Agarró con una mano mi pene y empezó a masturbarme. La sensación se incrementó por mil. No podía hablar:

ahhhh… ahhhh….ahhhh…..

¿Te gusta lo que te hago?

Ahhhhhh… ssssssiii…. Ahhhhh

El siguió dándome con más fuerza y un picor en mi pito me indicó una nueva sensación para mí. Noté como mis entrañas se inundaban con todo su amor acumulado y mi pene empezó a expulsar semen por primera vez. Mis piernas temblaron y caí rendido sobre la cama pero él me sujeto. Aún con su pene dentro me acarició y besó la espalda. Luego se apartó y me ayudó a acostarme a su lado, tapados con la fina sabana. La luz de la luna entraba por la ventana bañándonos en tranquilidad. Entonces le miré y le dije:

Te quiero… Papá.

Él me sonrió y su besó me hizo saber que él también me quería. Nos quedamos dormidos abrazados y a las cuatro de la mañana me desperté. Me levanté y me fui a mi cuarto, cogí "la espada de la rosa" y seguí leyendo. Papá me encontró en mi habitación a las ocho cuando se levantó vestido con sus boxers blancos impecables. Yo acababa de terminar de leer el libro.

Pensé que no te gustaba leer.

Era mentira. También era mentira que no me gustase el libro. Es mi libro favorito.

Tras esto me sonrió con auténtica felicidad en los ojos y se marchó a la cocina a hacerme el desayuno. Pero esta vez no lo comimos en la mesa, sino en su cama.

En la espada de la rosa el héroe acabó siendo feliz, porque el amor de la persona que quería triunfó sobre el señor oscuro y pudo escapar de la torre oscura. Los dos pudieron estar juntos y a partir de entonces el héroe encontró el afecto y el cariño que había buscado toda su vida. Eso me demuestra que no hay que rendirse ni dejarse vencer por el destino, porque el destino lo haces tú. Yo pensé que el destino que Dios me tenía reservado era estar sólo y ser independiente, pero me equivoqué. El destino que yo he elegido es hacer feliz a mi padre.

Fin de la espada de la rosa.

¡Espero que os haya gustado! Lo he escrito lo mejor que he podido pero me gusta el final. Creo que los personajes han podido encontrar lo que querían y eso está bien. La historia no acaba aquí. Continúa en otro relato que he titulado "un caballero cada noche" donde voy a hablar del amor libre. Espero que lo disfrutéis. En ese relato creo que meteré algo más de sexo que en la espada de la rosa, pues este más que nada era la historia de la evolución de los personajes. Por favor, si os ha gustado escribidme a kyoru3@hotmail.com